sábado, 31 de julio de 2010

PADRE RAFAEL NAVARRO MIRA, ¡DESCANSE EN PAZ!

Les ofrezco la homilía en la Misa Funeral del querido Padre Rafael Navarro, quien fue sacerdote en El Buen Pastor y participó en los orígenes de la UCSS. Fue también profesor de nuestra casa de estudios.

Nos la envía Don Ramón Cano, secretario del Sr. Obispo de Alicante, Monseñor Rafael Palmero

En espera de ofrecer su foto, ponemos la de Mons. Palmero y la del bello santuario de su pueblo.

Parroquia “San Pedro Apóstol”. Novelda, 22 de julio de 2010

MISA EXEQUIAL POR EL RVDO. RAFAEL NAVARRO MIRA

1. Lo que hemos visto y oído.

· En el Hospital General de Alicante:

¾ Milena: una joven que se curó de un cáncer y que encontró en D. Rafael Navarro una gran ayuda espiritual

¾ Él en su lugar: sanada Milena de su enfermedad, al poco tiempo fue Rafael quien empezó a padecer los síntomas del cáncer

¾ No tengamos pretensión alguna. Nos quedan dos peladas, decía Rafael Navarro, es decir, que en esta vida estamos de paso y todo transcurre muy rápido.

En su casa de Elda:

¾ Unción de enfermos: una de las veces que fui a visitarlo, él mismo me pidió la Unción, que recibió con mucha fe y devoción

¾ Eucaristía: era el centro de su vida sacerdotal

¾ Enésima lectura de la Sagrada Escritura: incluso durante la enfermedad no dejó de leer con constancia la Palabra de Dios

2. Lo que estamos viviendo en este momento.

Anoche, a las once horas, Rafael terminaba de fallecer. Su misa de funeral la celebramos en la fiesta de santa María Magdalena, patrona de Novelda, el pueblo donde él nació hace 66 años, el 7 de septiembre de 1943. Ha ejercido el ministerio sacerdotal durante 33 años.

De esta santa mujer ha dicho el Papa Benedicto XVI lo siguiente: “La historia de María de Magdala recuerda a todos una verdad fundamental: discípulo de Cristo es quien, en la experiencia de la debilidad humana, ha tenido la humildad de pedirle ayuda, ha sido curado por Él, y le ha seguido de cerca, convirtiéndose en testigo de la potencia de su amor misericordioso, que es más fuerte que el pecado y la muerte”.

En una de sus homilías, san Gregorio Magno se refiere a la Magdalena subrayando “la intensidad del amor que ardía en el corazón de aquella mujer, que no se apartaba del sepulcro, aunque los discípulos se habían marchado de allí. Buscaba al que no había hallado, lo buscaba llorando y, encendida en el fuego de su amor, ardía en deseos de Aquél a quien pensaba que se lo habían llevado. Por esto ella fue la única en verlo entonces, porque se había quedado buscándolo, pues lo que da fuerza a las buenas obras es la perseverancia en ellas, tal como afirma la voz de Aquél que es la Verdad en persona: El que persevere hasta el fin se salvará. Primero lo buscó, sin encontrarlo; perseveró luego en la búsqueda, y así fue como lo encontró”.

Y santo Tomás de Aquino dice de ella: “Una mujer había anunciado al primer hombre palabras de muerte, también una mujer fue la primera en anunciar a los apóstoles palabras de vida”. Por eso, santo Tomás de Aquino la define como Apostolorum apostola, es decir, Apóstola de apóstoles.

3. Lo que orienta nuestra vida y nos ayuda en este momento.

¾ Ha ejercido su ministerio pastoral en distintas comunidades parroquiales: “San José de Carolinas”, “Ntra. Sra. del Remedio” y “El Salvador”, en Alicante; “San Juan Bautista”, en Monóvar; “Ntra. Sra. de las Nieves”, en Monforte; “La Inmaculada”, en Torrellano, etc.

¾ Su servicio valioso en el Seminario, como Formador del Seminario Menor durante unos meses. Posteriormente, también fue Padre Espiritual del Teologado;

¾ Su labor misionera en Argentina y Perú (Diócesis de Carabayllo);

¾ Su pertenencia al claustro de Profesores del Seminario Mayor como profesor de Patrología.

¾ Últimamente, fue nombrado Capellán del Hospital General de Alicante, donde culminó su servicio sacerdotal asistiendo a los enfermos y sus familiares con generosa entrega.

X Rafael Palmero Ramos

Obispo de Orihuela–Alicante

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jueves, 29 de julio de 2010

CENTENARIO DE MADRE TERESA DE CALCUTA. SIETE VECES EN PERÚ

Madre Teresa, la monja que desafió el sistema de las castas

Entrevista a fray Joseph Babu, portavoz de la Iglesia India

 ROMA, jueves 29 de julio de 2010 (ZENIT.org). - Hace cien años, el 26 de agosto de 1910, nacía en Skopje (actual Macedonia) la Madre Teresa de Calcuta, en el siglo Anjeza Gonxhe Bojaxhiu. Fundadora en India de la congregación de las Misioneras de la Caridad, la pequeña monja consumió toda su existencia junto a los desheredados de la tierra. Tuvo amigos influyentes entre los líderes políticos y los artistas pero, sobre todo, estableció un vínculo especial con Juan Pablo II. A él, como a otros, pedía oraciones y apoyo económico para sus pobres: en 1979, distinguida con el Premio Nobel, rechazó el tradicional banquete ceremonial y obtuvo que la suma vencida fuese destinada a los miserables de Calcuta. Ese día se le preguntó: "¿Qué podemos hacer para promover la paz en el mundo?". Teresa, pequeña y combativa, respondió: "Id a casa y amad a vuestras familias". En esta entrevista, fray Joseph Babu portavoz de la Conferencia episcopal de la India explica lo que queda hoy de la herencia de la religiosa.


-¿Qué impacto tuvo sobre la sociedad india la presencia de Madre Teresa?
¿Y cuáles son los principales cambios registrados tras su desaparición?
Fray Babu: Madre Teresa ejerce una fascinación universal aquí en India.
Gente de distinta fe y cultura tiene de ella una alta consideración,
considerándola una santa. Van a su tumba a rezar por ella y en estos días
participan en los acontecimientos previstos en diversas áreas de la India
para recordar el centenario de su nacimiento. Aquí en Nueva Delhi, la CBCI
está organizando las funciones públicas para rendirle homenaje y el
presidente de la India será huésped principal de la ceremonia del 28 de
agosto.
Muchos cambios se verificaron en su congregación desde el momento en el
que esta sigue creciendo y atrayendo a tantas mujeres jóvenes. Sor Nirmala
Joshi, que tomó el lugar de Madre Teresa, siendo convertida del hinduísmo
al catolicismo tiene la ventaja de sensibilizar todos los sectores de la
sociedad india: hizo un trabajo admirable a la guía de las Misioneras de la
Caridad, conduciendo a la congregación a nuevos objetivos, hasta el punto
de que por este compromiso ejemplar suyo, el Gobierno le confió el Padma
Vibhushan, la segunda condecoración civil más alta en India.

-Madre Teresa recibió el premio Nobel de la Paz al final de los años
Setenta. ¿Qué queda de su enseñanza?
Fray Babu: El Nobel fue por su trabajo de beneficiencia en favor de los
más pobres entre los pobres. Gracias a ella muchas personas se sintieron
inspiradas en querer dedicarse a aquellos que están en el margen de la
sociedad. Madre Teresa era una mujer sencilla, pero muy estimulante, y la Iglesia
india estaba orgullosa de su presencia y de su contribución a la sociedad.
Muchas personas, incluso no cristianas, hoy se inspiran en su vida y en su
trabajo, comprometiéndose en obras de caridad.

-¿Qué exigencias presentaba Madre Teresa a la Iglesia India?
Fray Babu: El suyo era un mensaje muy sencillo: Jesús ama a todos. Y ella
exhortó a la Iglesia a llevar adelante esta misión de dar amor a todos, y
de conceder a todos la posibilidad de salvarse. Fuese donde fuese pedía a
la gente que trabajara por Jesús.

Era también muy activa en el frente de los problemas sociales que afligen
a la India, como el sistema de castas que oprime a muchos sectores de la
sociedad. No le preocupaban las críticas de aquellos que la acusaban de
glorificar la pobreza, o que, por ejemplo, le recriminaban de no ser capaz
de aportar un real cambio social. Habría podido responder amablemente que
estaba llamada a hacer lo poco que podía hacer, y que de la misma forma los
demás podrían hacer y que de la misma forma los demás podrían hacer lo que
eran capaces a su vez.

-¿Cuáles son los principales problemas que los católicos en India tienen
que
afrontar hoy?
Fray Babu: El problema principal es la amenaza del ala derecha de los
grupos fundamentalistas que han tomado de mira a nuestro personal y
nuestras instituciones. Nuestro estatus de minoría está amenazado, lo que
hace difícil para nosotros administrar de forma estable la Iglesia local.
Ningún misionero extranjero puede venir a la India por trabajo o por una
estancia más larga, y a los pocos que consiguen entrar se les obliga a
dejar el país, no importa durante cuánto tiempo habían estado antes en
misión aquí. En cuanto a las ayudas extranjeras a algunas Iglesias, son
continuamente controlados y examinados, haciendo todo más difícil.

-¿
Puede contarnos alguna anécdota sobre la devoción que la gente tiene por
Madre Teresa?

Fray Babu: Que la devoción es grande se comprende por el número y la
heterogeneidad de cuantos van a rezar a su tumba. Personas de otras
religiones han dado su nombre incluso a escuelas, colegios, universidades.
Muchos países extranjeros le han dedicado calles públicas, han emitido
sellos y monedas conmemorativas en su honor.
Cuando Madre Teresa murió, el gobierno indio le concedió un funeral de
Estado. Un hindú, un cierto Navin Chawla, actualmente jefe de la Comisión
electoral india, publicó su biografía, y otro hindú, Raghu Rai, le dedicó
un volumen con fotografías que la retratan.

-
Ha habido muchas discusiones sobre la "noche oscura" de la Madre Teresa,
descrita en el libro Come Be My Light como un "martirio del deseo". ¿Qué
piensa usted al respecto?
Fray Babu: No soy capaz de comentar este aspecto porque tiene mucho que ver
con su vida interior. Con todo, se podria presumir que también ella, como
todo ser humano, atravesó sus momentos de dudas, miedos, incertidumbres.
Sería por tanto una admisión honrada de su humanidad, que es parte
integrante de su vida espiritual.

-Recibiendo el Nobel, Madre Teresa asombró al mundo expresando su horror
por el aborto, "hoy en día el más grande destructor de paz", "porque si una
madre puede matar a su propio hijo, ya no hay nada que me impida matarte o
que te impida matarme". ¿Podría describir su trabajo a favor de las madres
que no deseaban el embarazo?
Fray Babu: Lo que Madre Teresa enfatizaba era el valor de la vida humana
en el contexto de un cada vez más extendido abuso por parte de la ciencia
al interrumpir la vida en lugar de cultivarla. El aborto es siempre y en
cualquier caso un odioso crimen contra la humanidad y Madre Teresa no se
cansaba nunca de repetirlo siguiendo la enseñanza de la Iglesia.
Cuando con la excusa del control de los nacimientos se tomaba la liberrtad
de poner fin a una vida, Madre Teresa se oponía diciendo: "dádmelos a mi,
yo los cuidaré". De esta forma asistió a miles de niños abandonados en todo
el mundo. Y este era su mensaje a todos: los seres humanos deben ser amados
y cuidados porque son dones de Dios.

[Por Mariaelena Finessi, traducción del italiano por Inma Álvarez]
http://www.zenit.org/article-36211?l=spanish

 

VISITÓ SIETE VECES PERÚ

Lima, patria de santos, tuvo la gracia de acoger en siete ocasiones a Madre Teresa: el 6 de octubre de 1972, el 4 de octubre de 1973, el 26 de junio de 1974, el 30 de junio de 1975, el 14 de julio de 1977 y en 1986 y 1988. El 26 de octubre –a las 11 de la mañana- del 2003, una semana después de ser beatificada, Lima se unirá al alborozo de toda la Iglesia en la celebración de la Eucaristía en la Santa Iglesia Catedral. Felicitamos a las Misioneras de la Caridad (Avenida 28 de julio 2821, La Victoria, Lima-31, Tel.474.2534) y Misioneros de la Caridad (San Miguel) y nos unimos a su acción de gracias.

Desde la Reina Sofía de España y Diana de Gales, desde Elton John hasta nuestra Primera Ministra Beatriz Merino la han hecho su paradigma, su modelo. Juan Pablo II quiso tenerla muy cerca del Vaticano e invitó a sus Misioneras de la Caridad para que abrieran un hogar en el corazón de la Iglesia. Este mes de octubre quiere celebrar sus bodas de plata como Papa, clausurar el año del Rosario y festejar un Domund inolvidable con la beatificación de Madre Teresa. El Santo Padre dijo de ella: “Sigue viva en mi memoria su diminuta figura siempre cargada de una inagotable energía interior la energía del amor de Cristo”.

La Madre Teresa - nació en 1910. Su pueblo, Skopje, pertenece hoy a Macedonia, Albania. Sus padres, pertenecientes a la clase media, le pusieron por nombre Agnes Gonxha Bojaxhiu- Eran católicos albaneses que se habían afincado en Yugoslavia al comenzar el siglo. Vivió en el hogar una atmósfera de paz y amor. A los 18 años decidió hacerse misionera. Se fue con las monjas de Loreto, a Irlanda. Allí estuvo un año, hasta que fue enviada a la India. En Darjeeling, una localidad al pie del Himalaya, hizo su noviciado. A los dos años, en 1931, fue enviada a dar clases a un colegio cerca de Calcuta. Durante muchos años fue directora y profesora en el colegio, al que asistían muchachas de la clase acomodada de Calcuta.

En aquel tiempo, las calles de Calcuta estaban llenas de niños abandonados, mendigos, enfermos y moribundos. El espectáculo era desolador. Esto se clavaba en lo hondo del corazón de la Madre Teresa. A veces comentaba con sus alumnas del colegio toda esta miseria, animándolas a hacer algo para remediarla. Como tenía una gran personalidad y era muy cariñosa, ejercía una gran influencia en ellas. El 10 de Septiembre de 1946 fue el “día de la inspiración”. Regresando en el tren de Calcuta hacia Darjeeling, cuando estaba profundamente recogida en oración, recibió de Dios una fuerte llamada a dedicarse a los más pobres de los pobres. Son sus palabras: “Fue una orden. Supe enseguida de qué se trataba, pero no cómo llevarla a cabo”. El P. Brian Kolodiejchujm, postulador de la causa de beatificación, ha dado a conocer cómo la Madre hizo el voto secreto de “dar a Dios cualquier cosa que le pudiese pedir y no negarle nada”.

Lo primero que sabe es que tiene que dejar el convento y la orden religiosa donde lleva tantos años. Habla con sus superiores, unos la entienden, otros no. Solicita de Roma la salida de la orden. Al fin se la conceden, y en agosto de 1948 abandona el convento, regresa a Calcuta y comienza a trabajar en los suburbios de la ciudad, abriendo una escuela para niños pobres. Se armó de coraje y audacia. “Abandonar el convento fue el mayor sacrificio de mi vida, más aún que dejar a mis padres”. En efecto, Teresa renunció a la seguridad del convento, a la ayuda espiritual que encontraba allí, para abandonarse ciegamente en las manos de Dios, sin saber, sin preguntar, sin otra luz que su fe. Estaba en la calle, sola, sin cobijo, sin dinero, sin amigos, sin oficio ni beneficio… “Dios mío, sólo te tengo a Ti. Confío en tu llamada, en tu inspiración, no me abandones”. Ahora era sólo suya.

Teresa buscó un sitio para comenzar su actividad. Lo encontró en el piso alto de la casa de los Gómez, unos amigos suyos. Allí comenzó a recibir a candidatas a vivir su misma vida de oración y entrega a los pobres. Al principio pocas, luego fueron creciendo, hasta que tuvieron que cambiarse de lugar cuando eran ya 28. Por la mañana se dedicaban a atender a los pobres (los más pobres) y por la tarde estudiaban, oraban y… reían, llenas de alegría, en los tiempos de recreación. “Aun en el estiércol nacen las flores” escribió el filósofo existencialista G. Marcel. A los pocos meses de caer asesinado el líder hindú Mahatma Ghandi, en 1948, en el estiércol del odio fanático, brotó esta flor de amor divino que en agosto del mismo año comenzó a enseñar a los niños de los barrios más miserables de Calcuta, la capital mundial de la pobreza. Como el “apóstol de la no violencia”, la monja defendió la extrema sencillez como estilo de vida, el respeto hacia todos los credos y el amor a los parias, los “intocables”, un segmento importante de la población de la India, excluido del sistema de castas, los más pobres entre los pobres”.

Nada tan fácil como conseguir datos acerca de Madre Teresa de Calcuta. Bastaría darle a la tecla a cualquier buscador para que instantáneamente nos suministre los conocidos datos de esta mujer infaltable en los paradigmas de los héroes de la caridad. Como siempre, lo difícil es vivir su estilo de vida tan aclamado. Y, sin embargo, parece que es lo más sencillo del mundo. Lo recordó ella misma al recoger el Premio Nóbel de la Paz:

“Amo al Prójimo más que a mí misma. Yo no merezco el premio y no lo quiero para mí, pero con este premio el pueblo noruego ha reconocido existencia de los pobres. Yo he venido en su nombre. Personalmente no le doy ningún valor, pero lo considero como un regalo para los pobres, porque la gente se da cuenta cada vez más de la situación de los pobres».

La Madre, cuando sus hijas se acostaban, escribía cartas a todo el mundo, redactaba las Constituciones del Instituto que iba a fundar, oraba largamente… y dormía unas pocas horas. Su capacidad de trabajo era inmensa, alimentada por su amor a Jesús. Este estilo de vida lo conservó durante muchos años, hasta que su vejez y la debilidad física la obligaron a descansar más. Las Misioneras de la Caridad. Así quiso llamar a sus colaboradoras, las muchachas que llamaban a su puerta para ofrecerle su ayuda, o mejor, para ofrecerse ellas mismas a Dios y a los pobres, su vida y su trabajo. Al principio llegaban a cuentagotas, luego cada vez más. Con el paso de los años, la Madre Teresa pudo abrir multitud de casas, porque sus hijas se contaban ya por miles.

Fue una contemplativa en la acción y una activa en la contemplación. El “ora et labora” lo vivió a la perfección. A pesar de su compromiso social evidente, dejó bien claro que “todo lo hacemos por Jesús”. Teresa de Calcuta escribió: “Un corazón que arde en amor es un corazón lleno de alegría. El mejor modo de mostrar a Dios y a los hombres nuestra gratitud es aceptar todo con alegría”. Parece un eco de la divisa de Teresita de Lisieux, su modelo: “Amar, sufrir, siempre sonreír”. De hecho, el Caminito de infancia espiritual –abandono en el amor de Dios- vivido por Santa Teresita del Niño Jesús lo traduce nuestra Teresa del Siglo XX en la entrega a los más necesitados: “Sólo nos llevaremos a la otra vida lo que hayamos entregado en ésta”.  Entre las numerosas anécdotas que lo confirman, selecciono una relacionada con el Rosario. Su acción siempre la acompañaba de la oración. Un día fue a una farmacia con una lista larguísima de medicinas. Le dijo al dueño que necesitaba todo eso, y que no tenía dinero para pagarlo. El propietario se rió de ella y le dijo que aquello no era un dispensario gratuito, que se había equivocado de sitio. La Madre, por toda respuesta, se sentó a un lado y comenzó a rezar el rosario. Apenas acabó, el dueño le dijo:

·        Bien, bien, le daré todo lo que me pide. Y en seguida llenó una gran caja con todas las medicinas y se las regaló.

Termino con una hermosa confidencia que nos da la clave de su labor: «Amar a María es amar a Jesús... María es la más hermosa porque Ella, entre todas las criaturas de Dios ,refleja de manera perfectísima su imagen. Es la Reina de Cielos y tierra, la causa de nuestra alegría. Los que rezan el Rosario se sentirán animados a entregarse generosa y alegremente como María. Sus vidas se convertirán en un hermoso «Magníficat».

 

 

Teresa de Calcuta: Luz desde la oscuridad (I) Habla el postulador de la causa de canonización, padre Kolodiejchuk

 

ROMA, jueves, 6 septiembre 2007 (ZENIT.org).- ¿Cómo fue la «noche oscura» de la Madre Teresa de Calcuta? A esta pregunta responde en esta entrevista concedida a Zenit el padre Brian Kolodiejchuk, misionero de la Caridad.

El padre Kolodiejchuk acaba de publicar el libro «Come Be My Light» («Ven, sé mi luz»), en el que recoge escritos de la beata, en parte inéditos, que revelan cómo durante largos años de su vida experimentó el terrible sufrimiento de no experimentar el amor de Dios.

--La extraordinaria vida interior de la madre Teresa ha sido descubierta después de su muerte. Según sus directores espirituales, ¿cómo era su vida, especialmente su sufrimiento de oscuridad espiritual, oculto a todos los que la conocieron?

 

--Padre Kolodiejchuk: Nadie tenía ni la menor idea de lo que vivía interiormente, pues sus directores espirituales conservaban estas cartas. Los jesuitas conservan algunas, otras están en el arzobispado, y el padre Joseph Neuner, otro de sus directores espirituales, tiene algunas.

 

Estas cartas fueron descubiertas cuando buscábamos los documentos para la causa.

 

Cuando vivía, la madre Teresa pidió que su información biográfica no se diera a conocer.

 

Pidió al arzobispo Ferdinand Périer de Calcuta que no dijera a ningún otro obispo cómo empezó todo. Le dijo: «Por favor no les dé nada de los inicios porque, una vez que la gente conozca los inicios, cuando oigan hablar de las locuciones interiores, entonces la atención se centrará en mí y no en Jesús». Ella siempre decía: «Obra de Dios. Esta es la obra de Dios».

 

Incluso las hermanas más cercanas a ella no tenían ni idea de su vida interior. Muchos podrían haber pensado que ella tenía una gran intimidad con Dios y que ésta iluminaba su camino en medio de dificultades de la Orden o de la pobreza material que sufrió.

 

--El libro habla el voto secreto que ella hizo al principio de su vocación por el que prometió no negar a Dios nada que tuviera que ver con el dolor provocado por el pecado mortal. ¿Qué papel desempeñó este voto en su vida?

 

--Padre Kolodiejchuk: La madre Teresa hizo el voto, en 1942, de no negar nada a Dios.

Sus cartas inspiradas por Jesús llegaron enseguida. En varias cartas, Jesús le pregunta, comentando su voto: «¿Dejarás de hacer esto por mí?».

 

Por tanto su voto es el sustrato de su vocación. Luego, en las cartas inspiradas, se ve que Jesús le explica su llamamiento.

 

Ella entonces sigue adelante porque sabe que Jesús lo quiere. Está motivada por el pensamiento del dolor de Jesús porque los pobres no le conocen y, por tanto, no le aman.

 

Este fue uno de los pilares que la mantuvo en su camino a través de la prueba de la oscuridad. Gracias a la certeza de su llamamiento y a este voto, en una de las cartas escribe: «Estuve a punto de dejarlo y entonces recordé el voto, y esto me hizo levantarme».

 

--Se ha hablado mucho sobre la noche oscura de la madre Teresa. Su libro la describe como un «martirio de deseo». Su sed de Dios ha sido desconocida durante mucho tiempo. ¿Puede describirlo?

 

--Padre Kolodiejchuk: Un buen libro para leer y comprender algunas de estas cosas es «Fire Within» («Fuego interior»), del padre Thomas DuBay's, habla del sufrimiento de la pérdida y del sufrimiento de la sed para explicar que el sufrimiento de la sed es más duro.

 

Como aclara el padre Dubay, en el camino hacia la auténtica unión con Dios, existe la etapa purgativa, llamada «noche oscura», y después el alma entra en un estado de éxtasis y verdadera unión con Dios.

 

En el caso de la madre Teresa, parece que la etapa purgativa tuvo lugar durante su formación en el convento de Loreto.

 

En el momento de su profesión, dijo a una compañera que a menudo experimentaba la oscuridad. Las cartas de esa época son las típicas cartas de una persona que está en la «noche oscura».

 

El padre Celeste Van Exem, su director espiritual en aquella época, dijo que probablemente en 1946 ó 1945 se encontraba ya cerca del éxtasis.

 

Después se da una referencia al momento en que aparecieron las inspiraciones y las locuciones interiores, el momento en el que las dificultades de fe cesaron.

 

Posteriormente, la madre Teresa escribió al padre Neuner, explicando: «Y usted sabe cómo actuó Él. Y fue como si nuestro Señor se me entregara plenamente. Pero la dulzura, el consuelo y la unión de aquellos seis meses pasados desapareció pronto».

 

De manera que la madre Teresa experimentó seis meses de intensa unión, tras las locuciones interiores y el éxtasis. Estaba ya en la etapa espiritual de la unión transformante. En ese momento, volvió la oscuridad.

 

Pero. a partir de entonces, la oscuridad que experimentaba se daba en medio de la unión con Dios. Esto no significa que vivió la unión y luego la perdió. Perdió la consolación de la unión que se alternaba con el dolor de la pérdida y con una profunda nostalgia de Dios, una verdadera sed.

 

Como decía el padre Dubay, «a veces la contemplación es deleitosa y otras es sustituida por una fuerte sed de Dios». Pero en el caso de la madre Teresa, a excepción de un mes, en 1958, no tuvo esta consolación de la unión.

 

Hay una carta en la que ella dice: «No padre, no estoy sola, tengo su oscuridad, tengo su dolor, tengo una terrible nostalgia de Dios. Amar y no ser amado, yo sé que tengo a Jesús en la unión que no ha sido rota, mi mente está fija en Él y sólo en Él».

 

Su experiencia de la oscuridad en la unión es sumamente rara, incluso entre los santos, pues para la mayoría el final es la unión sin oscuridad.

 

Su sufrimiento, entonces --utilizando el término del teólogo dominico Reginald Garrigou-Lagrange--, se debe más a los pecados de los demás que a al carácter purificador de sus propios pecados. Está unida a Jesús con una fe y un amor capaces de llevarla a compartir su experiencia del huerto de Getsemaní y de la cruz.

 

La madre Teresa comentó que el sufrimiento en Getsemaní fue peor que el de la cruz. Y ahora comprendemos de dónde venía esto, porque ella había comprendido la sed de almas de Jesús.

 

Lo importante es que se trata de una unión. Como indicaba Carol Zaleski en un artículo publicado en la revista «First Things», esta clase de prueba es nueva. Se trata de una experiencia moderna de santos de los últimos cien años: sufrir el sentimiento de que uno no tiene fe y de que la religión no es verdadera.

 

Teresa de Calcuta: Luz desde la oscuridad (II) Habla el postulador de la causa de canonización, padre Kolodiejchuk

ROMA, viernes, 7 septiembre 2007 (ZENIT.org).- Sin el sufrimiento, la labor de la madre Teresa de Calcuta hubiera sido simplemente trabajo social y no obra de Jesucristo, explica el postulador de su causa de canonización citando a la misma beata.

 

En la segunda parte de esta entrevista concedida a Zenit, el padre Brian Kolodiejchuk, misionero de la Caridad, explica puntos centrales del libro que acaba de publicar con el título «Come Be My Light» («Ven, sé mi luz»), en el que recoge escritos de la madre Teresa, en parte inéditos, que revelan cómo durante largos años de su vida experimentó el terrible sufrimiento de no experimentar el amor de Dios.

La primera parte de esta entrevista se publicó en el servicio informativo de Zenit del 6 de septiembre --Cf. Teresa de Calcuta: Luz desde la oscuridad (I) --

 

--El nombre del libro «Ven, sé mi luz» fue una petición de Jesús a la madre Teresa. ¿Cómo se relaciona su sufrimiento redentor por los demás, en medio de esa profunda oscuridad, con su carisma particular?

 

--Padre Kolodiejchuk: Durante los años cincuenta del siglo pasado, la madre Teresa se rindió y aceptó la oscuridad. El padre Joseph Neuner [uno de los directores espirituales que tuvo en su vida] la ayudó a comprenderlo, relacionando la oscuridad con su carisma: saciar la sed de Jesús.

 

Ella solía decir que la mayor pobreza era no sentirse amado, solicitado, cuidado por nadie, y era exactamente lo que ella estaba experimentando en su relación con Jesús.

 

Su sufrimiento redentor era parte de la vivencia de su carisma al servicio de los más pobres de los pobres.

 

De manera que, para ella, el sufrimiento era no sólo un medio para identificarse con la pobreza física y material, sino que, a nivel interior, se identificaba con los no amados, con los que están solos, con los que son rechazados.

 

Renunció a su propia luz interior para iluminar a quienes vivían en la oscuridad, diciendo: «Sé que no son más que sentimientos».

 

En una carta a Jesús, escribió: «Jesús, oye mi oración, si esto te complace. Si mi dolor y sufrimiento, mi oscuridad y separación, te da una gota de consolación, haz conmigo lo que quieras, todo el tiempo que desees. No mires mis sentimientos ni mi dolor».

 

«Soy tuya. Imprime en mi alma y vida los sufrimientos de tu corazón. No mires mis sentimientos, no mires ni siquiera mi dolor».

«Si mi separación de ti permite que otros se acerquen a ti y tú encuentras alegría y deleite en su amor y compañía, quiero de todo corazón sufrir lo que sufro, no sólo ahora, sino por la eternidad, si fuera posible».

En una carta a sus hermanas, hace más explícito el carisma de la Orden: «Mis queridas hijas, sin sufrimiento, nuestro trabajo sería sólo trabajo social, muy bueno y útil, pero no sería la obra de Jesucristo, no participaría de la redención. Jesús deseaba ayudarnos compartiendo nuestra vida, nuestra soledad, nuestra agonía y muerte. Todo esto él lo asumió en sí mismo, y le llevó a la noche más oscura. Sólo siendo uno de nosotros nos podía redimir».

«A nosotros se nos permite hacer lo mismo: toda la desolación de los pobres, no sólo su pobreza material, sino también su profunda miseria espiritual deben ser redimidas y debemos compartirlas; rezad entonces así cuando esto os resulte difícil: "Quiero vivir en este mundo que está lejos de Dios, que se ha alejado tanto de la luz de Jesús, para ayudarle, para cargan con una parte de su sufrimiento"».

Y esto resume lo que considero el fundamento de su misión: «Si un día llego a ser santa, seguramente seré una santa de la "oscuridad". Seguiré estando ausente del Cielo para dar luz a quienes están en la oscuridad en la tierra...».

Así es como comprendió su oscuridad. Muchas de las cosas que dijo tienen más sentido y resultan más profundas ahora que sabemos esto.

 

--Entonces, ¿qué les dice usted a quienes califican su experiencia como una crisis de fe y que ella realmente no creía en Dios, o a quienes sugieren que su oscuridad era un signo de inestabilidad psicológica?

 

--Padre Kolodiejchuk: Ella no tuvo crisis de fe, o falta de fe, sino que tuvo una prueba de fe en la que experimentó el sentimiento de que ella no creía en Dios.

Esta prueba requirió mucha madurez humana porque, si no, no habría sido capaz de soportarla. Se habría desequilibrado.

 

Como dijo el padre Garrigou Lagrange, es posible experimentar simultáneamente sentimientos contradictorios entre sí.

 

Es posible tener una «alegría cristiana objetiva», como la llamó Carol Zaleski, y al mismo tiempo entrar en la prueba o sentimiento de no tener fe.

 

No hay dos personas aquí sino una persona con sentimientos a diferentes niveles.

 

Podemos realmente estar viviendo la cruz de algún modo --es dolorosa y nos hace daño--, y aunque la espiritualicemos esto no quita el dolor. Ahora bien, al mismo tiempo, podemos estar alegres porque estamos viviendo con Jesús. Y esto no es falso.

 

Aquí está el cómo y el por qué la madre Teresa vivió una vida tan llena de alegría.

 

--Como postulador de su causa de canonización, ¿cuándo cree que podremos llamarla santa?

 

--Padre Kolodiejchuk: Necesitamos otro milagro --hemos examinado algunos, pero ninguno es suficientemente claro--. Hubo uno para la beatificación pero estamos esperando el segundo.

 

Quizá Dios ha esperado que se publicara antes el libro, pues muchos tenían a la madre Teresa por santa pero era tan sencilla y se expresaba de una manera tan sencilla que no comprendían la profundidad de su santidad.

 

El otro día escuché hablar sobre ello a dos sacerdotes. Uno decía que él nunca había sido muy aficionado a la madre Teresa porque pensaba que era piadosa, devota, y que hizo obras admirables, pero que cuando oyó hablar de su vida interior, esto le cambió lo que pensaba de ella.

 

Ahora tenemos algo más que una mera idea de su evolución espiritual y una parte de su profundidad ha sido revelada.

 

Una vez que llegue el milagro, tardaremos al menos dos años, aunque el Papa podría acelerar el proceso si lo desea.

 

--¿Qué ha pasado con la Orden desde la muerte de la madre Teresa?

 

--Padre Kolodiejchuk: La Orden ha crecido casi en mil hermanas, de unas 3.850 a 4.800 hoy, y hemos añadido unas 150 casas en más de catorce países. La obra de Dios sigue.

 

JUAN PABLO II: LA MADRE TERESA ENSEÑA QUE LA EVANGELIZACIÓN PASA CON LA CARIDAD
Homilía de la eucaristía de beatificación de la religiosa albanesa

CIUDAD DEL VATICANO, 19 octubre 2003 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación la homilía de Juan Pablo II de la eucaristía celebrada en la mañana de este domingo en la Plaza de San Pedro, durante la cual fue beatificada la Madre Teresa de Calcuta.
 
Ante las más de 300.000 personas que llenaron la plaza y sus alrededores, el texto fue leído por el arzobispo argentino Leonardo Sandri, sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaria de Estado del Vaticano, y por el arzobispo de Bombay, cardenal Ivan Dias.
  
1. «El que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos» (Mc 10, 44). Estas palabras de Jesús a los discípulos, que acaban de resonar en esta Plaza, indican cuál es el camino que conduce a la «grandeza» evangélica. Es el camino que Cristo mismo recorrió hasta la Cruz; un itinerario de amor y de servicio que va contra toda lógica humana. ¡Ser el siervo de todos!
 
Por esta lógica se dejó guiar la Madre Teresa de Calcuta, Fundadora de los Misioneros y de las Misioneras de la Caridad, que hoy tengo la alegría de inscribir en el Catálogo de los Beatos. Estoy personalmente agradecido a esta valerosa mujer, a quien siempre he sentido cerca de mí. Imagen del Buen Samaritano, ella se acercaba a cualquier lugar para servir a Cristo en los más pobres entre los pobres. Ni los conflictos ni las guerras lograban detenerla.
 
De vez en cuando venía a hablarme de sus experiencias en el servicio de los valores evangélicos. Recuerdo, por ejemplo, cuando dijo al recibir el premio Nobel de la paz: «Si oís que alguna mujer no quiere tener a su hijo y desea abortar, intentad convencerla para que me traiga a ese niño. Yo lo amaré, viendo en él el signo del amor de Dios» (Oslo, 10 de diciembre de 1979).
 
2. ¿No es significativo que su beatificación tenga lugar precisamente en el día en que la Iglesia celebra la Jornada Misionera Mundial? Con el testimonio de su vida, la Madre Teresa recuerda a todos que la misión evangelizadora de la Iglesia pasa a través de la caridad, alimentada en la oración y en la escucha de la palabra de Dios. Emblemática de este estilo misionero es la imagen que refleja a la nueva Beata mientras sostiene, con una mano, la de un niño y, con la otra, recorre la corona del Rosario.
 
Contemplación y acción, evangelización y promoción humana: la Madre Teresa proclama el Evangelio con su vida entregada por entero a los pobres, pero, al mismo tiempo, envuelta en la oración.
 
3. «Quien quiera ser grande entre vosotros debe ser vuestro servidor» (Mc 10, 43). Con particular emoción recordamos hoy a la Madre Teresa, una gran servidora de los pobres, de la Iglesia y del mundo entero. Su vida es un testimonio de la dignidad y del privilegio del servicio humilde. Eligió ser no sólo la última, sino la sierva de los últimos. Como una verdadera madre de los pobres, se inclinó a los que sufrían diferentes formas de pobreza. Su grandeza reside en su capacidad de dar sin importar el coste, dar «hasta que duela». Su vida fue una vida radical y una valiente proclamación del Evangelio.
 
El grito de Jesús en la cruz, «Tengo sed» (Jn 19, 28), expresando la profundidad del deseo de Dios por el hombre, penetró el alma de la Madre Teresa y halló tierra fértil en su corazón. Saciar la sed de amor y de almas de Jesús, en unión con María, la Madre de Jesús: esto se convirtió en el objetivo de la existencia de la Madre Teresa y en la fuerza que la sacó de sí misma y la llevó a recorrer el mundo para trabajar por la salvación y la santificación de los más pobres entre los pobres.
 
4. «Cuanto hicisteis a uno de esos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25, 49). Este pasaje del Evangelio, crucial para comprender el servicio de la Madre Teresa a los pobres, era la base de su convicción llena de fe de que al tocar los cuerpos rotos de los pobres ella estaba tocando el cuerpo de Cristo. Era al propio Jesús, oculto bajo la dolorosa apariencia de los más pobres entre los pobres, a quien se dirigía su servicio. La Madre Teresa pone de relieve el significado más profundo del servicio: un acto de amor hecho al que tiene hambre, sed, al extranjero, al que está desnudo, al enfermo, al prisionero (Cf. Mt 25, 34-36) se hace al propio Jesús.
 
Reconociéndole a Él, ella se consagró con toda devoción, expresando la delicadeza de su amor esponsal. De esta forma, en total donación de sí misma a Dios y al prójimo, la Madre Teresa halló su gran realización y vivió las más nobles cualidades de su feminidad. Quiso ser un signo «del amor de Dios, de la presencia de Dios, de la compasión de Dios» y así recordó a todos el valor y la dignidad de cada hijo de Dios, «creado para amar y ser amado». Así hizo la Madre Teresa, «llevando las almas a Dios y Dios a las almas» y saciando la sed de Cristo, especialmente en aquellos más necesitados, aquellos cuya visión de Dios había quedado oscurecida por el sufrimiento y el dolor.
 
5. «El Hijo del hombre ha venido para dar su propia vida en rescate de muchos» (Mc 10, 45). La Madre Teresa participó en la pasión del Crucificado, de forma especial durante largos años de «oscuridad interior». Fue aquella una prueba a veces muy dolorosa, acogida como un singular «don y privilegio».
 En las horas más oscuras se aferraba con mayor tenacidad a la oración ante el Santísimo Sacramento. Este duro trabajo espiritual la llevó a identificarse cada vez más con quienes servía a diario, experimentando la tristeza y hasta el rechazo. Amaba repetir que la mayor pobreza es no ser deseado, no tener a nadie que se ocupe de uno.
 6. «¡Danos, Señor, tu gracia, y en Ti esperamos!». Cuántas veces, como el Salmista, también la Madre Teresa en los momentos de desolación interior repitió a su Señor: «¡En Ti, en Ti espero, Dios mío!».
 Nuestra admiración a esta pequeña mujer enamorada de Dios, humilde mensajera del Evangelio e infatigable bienhechora de la humanidad. Honremos en ella a una de las personalidades más relevantes de nuestra época. Acojamos su mensaje y sigamos su ejemplo.
 Virgen María, Reina de todos los Santos, ayúdanos a ser a ser mansos y humildes de corazón como esta intrépida mensajera del Amor. Ayúdanos a servir con la alegría y la sonrisa a toda persona que encontremos. Ayúdanos a ser misioneros de Cristo, nuestra paz y nuestra esperanza. ¡Amén!
http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_20031019_madre-teresa_sp.html

 

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¡EL ENCANTO DE VOLAR!

¡Cuántos placeres, cuántas alegrías, al alcance de la mano! Hasta el mismo dolor, si le encontramos su sentido, se convierte en amor: ¡ad lucem per crucem! Es lo que sentía hace unos días, desde el avión rumbo a Arequipa. ¡Volar, flotar sobre las nubes, dilatar la mirada a horizontes interminables, cerros y valles, ríos juguetones en graciosas cabriolas, luces y sombras, agua y arena, sol y sombra, suelo y cielo,…! Y, como resumió el Cardenal G.B. Re, legado pontificio para el IV Centenario de la Iglesia de Arequipa: Arriba y Adelante. El pedagogo Víctor García Hoz hablaría de la educación de la doble “A”: Arriba, siempre arriba; Adelante, siempre adelante. ¡Volar, volar! Y sentía la grandeza del Perú, la responsabilidad de conocer, disfrutar, palpar y difundir sus ricos tesoros de sierra, costa y selva.

Y así, medio embobado con tanta belleza, con tanta inmensidad, me puse a rezar, ¡gracias, Señor, en lo alto del Cielo; Santa María de la Paz, asunta al Cielo, Madre del Perú, atrae las bendiciones del Padre, de tu Hijo Jesús.

Por si fuera poco, una simpática azafata te sonríe y te sirve un café calentito… ¡Gracias! ¿Qué hecho yo para que se me conceda tanto?  Sentí como que el Señor me hacía un guiño de su amor. ¡Se nota, se siente, mi Dios está vivo y presente! En la inmensidad del cielo, en la maravilla de la técnica aeronáutica, en la sonrisa gratuita del que pasa a mi lado, en el hondón del alma que se arranca para amar!

El hombre es creado para alabar, para servir…. ¡Cantaré eternamente tus misericordias, Señor, porque me has dado alas para amar! Que es volar al cielo cuando todo tira para el suelo.

 

 

 

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Dominus- Iesus, 10 años después





El 6 de agosto de 2000, durante el gran Jubileo, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó la Declaración sobre la unicidad y universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia: Dominus Iesus, para la Doctrina de la Fe. Mi Universidad Católica Sedes Sapientiae organizó un evento en el que me invitaron a hablar junto al P. César Buendía y al político Arturo Salazar Larraín. (www.ucss.edu.pe/imagen/voces/voces2_03.htm)


Recuerdo con inmenso afecto la presencia del Dr. Andrés Aziani y cómo vibraba ante el encuentro propiciado. Les comparto todo el texto, dedicándolo al Dr. Aziani en el segundo aniversario de su partida para la Casa del Padre. Con tal de que se anuncie a Cristo, yo me alegro (Fil 1,18)



Esta mañana, en Misa, me sorprendió gratamente la lectura de la epístola de San Pablo a los Filipenses (1, 18): Con tal de que se anuncie a Cristo, yo me alegro, y me seguiré alegrando...Para mí la vida es Cristo La semana pasada en este mismo escenario, el gran poeta peruano profesor en Francia, Américo Ferrari, nos comentaba que se hacía poesía cuando sucedía algo. Ser Cristiano, otro Cristo, no es un suceso cualquiera, es el SUCESO, es el ACONTECIMIENTO. Esto es lo Absoluto y por ello la Iglesia no quiere por nada del mundo lo relativicemos. Pero unido al ser de Cristo, ser cristiano es ser miembro del Cuerpo de Cristo, la Iglesia . Hace unos días, en el día de su fiesta, 15 de octubre, tuve la suerte de contemplar en Alba de Tormes, Salamanca, la tumba de una gran mujer, Teresa de Jesús. Poco antes de morir, un 15 de octubre de 1582, pronunció unas sentidas palabras: "Al fin, muero hija de la Iglesia". En aquellos tiempos recios en los que muchos apostataron por el luteranismo... la divina obsesión de los santos fue el permanecer en la Casa fundada por Cristo, aun a costa del martirio.... Por eso, su expresión: Muero hija de la Iglesia. De aquí, quiero partir,



I. PERMANECER EN LA IGLESIA.


El máximo responsable del documento que nos ocupa, José Ratzinger dio una Conferencia-testimonio en Alemania en 1971 con el título ¿Por qué permanezco en la Iglesia? Sin duda que nos aporta luces para entender el presente escrito



1- Si yo estoy en la iglesia es por las mismas razones porque soy cristiano. No se puede creer en solitario. La fe sólo es posible en comunión con otros creyentes. La fe por su misma naturaleza es fuerza que une. Su verdadero modelo es la realidad de pentecostés, el milagro de compresión que se establece entre los hombres de procedencia y de historia diversas. Esta fe o es eclesial o no es tal fe...Por eso una iglesia, una comunidad que se hiciese a si misma, que estuviese fundada sólo sobre la propia gracia, sería una contrasentido. La fe exige una comunidad que tenga poder y sea superior a mí y no una creación mía ni el instrumento de mis propios deseos. Todo esto se puede formular también desde un punto de vista más histórico: o Jesús fue un ser superior al hombre, dotado de un poder que no era fruto del propio arbitrio, sino capaz de extenderse a todos los siglos, o no tuvo tal poder ni pudo por tanto dejarlo en herencia a los demás. En tal caso yo estaría al arbitrio de mis reconstrucciones mentales y él no sería nada más que un gran fundador, que se hace presente a través de un pensamiento renovado. Si en cambio Jesús es algo más, él no depende de mis reconstrucciones mentales sino que su poder es válido todavía hoy.



2- Yo estoy en la iglesia porque creo que hoy como ayer e independientemente de nosotros, detrás de «nuestra iglesia» vive «su iglesia» y no puedo estar cerca de él si no es permaneciendo en su iglesia... la que no obstante todas las debilidades humanas existentes en ella nos da a Jesucristo; solamente por medio de ella puedo yo recibirlo como una realidad viva y poderosa, que me interpela aquí y ahora. Henri de Lubac ha expresado de este modo esta verdad: «Incluso los que la (iglesia) desprecian, si todavía admiten a Jesús, ¿saben de quién lo reciben? Jesús está vivo para nosotros. Pero ¿en medio de qué arenas movedizas se habría perdido, no ya su memoria y su nombre, sino su influencia viva, la acción de su evangelio y la fe en su persona divina, sin la continuidad visible de su iglesia?... ‘Sin la iglesia, Cristo se evapora, se desmenuza, se anula’. ¿Y qué sería la humanidad privada de Cristo?»



3- Un hombre ve únicamente en la medida en que ama. Quien no se compromete un poco para vivir la experiencia de la fe y la experiencia de la iglesia y no afronta el riesgo de mirarla con ojos de amor, no descubrirá otra cosa que decepciones. El riesgo del amor es condición preliminar para llegar a la fe.



4- Quien osa arriesgarse no tiene necesidad de esconder ninguna de las debilidades de la iglesia, porque descubre que...junto a la historia de los escándalos existe también la de la fe fuerte e intrépida, que ha dado sus frutos a través de todos los siglos en grandes figuras como Agustín, Francisco de Asís, el dominico Bartolomé de las Casas con su apasionada lucha por los indios, Vicente de Paúl, Juan XXIII. Quien afronta este riesgo del amor descubre que la iglesia ha proyectado en la historia un haz de luz tal que no puede ser apagado. También la belleza surgida bajo el impulso de su mensaje, y que vemos plasmada aún hoy en incomparables obras de arte, se convierte para él en un testimonio de verdad: lo que se traduce en expresiones tan nobles no puede ser solamente tinieblas. La belleza de las grandes catedrales, la belleza de la música nacida al calor de la fe, la magnificencia de la liturgia eclesiástica, principalmente la realidad de la fiesta que no la puede hacer uno mismo sino sólo acoger, la organización del año litúrgico, en el que se funden en un conjunto el ayer y el hoy, el tiempo y la eternidad, todas estas cosas no son, a mi juicio, algo casual. La belleza es el resplandor de la verdad, ha dicho Tomás de Aquino, y podríamos añadir que la ofensa a la belleza es la autoironía de la verdad perdida. Las expresiones en que la fe ha sabido darse a lo largo de la historia, son testimonio y confirmación de su verdad



5- La única posibilidad que tenemos de cambiar en sentido positivo a un hombre es la de amarlo, trasformándolo lentamente de lo que es en lo que puede ser.... Esto solamente fue posible porque surgieron hombres con el don del discernimiento, que amaron la iglesia con corazón atento y vigilante, con espíritu crítico, y dispuestos a sufrir por ella... Permanecer en la iglesia porque ella es en sí misma digna de permanecer en el mundo, digna de ser amada y trasformada por el amor en lo que debe ser, es el camino que también hoy nos enseña la responsabilidad de la fe.



Permanecer o no permanecer - podríamos exclamar parodiando a Shakespeare- esa es la cuestión. Ante la apostasía de las masas, el abandono de católicos hacia las sectas, la flojera de los que continuamos... permanecer como Teresa o como nos alienta Ratzinger es la misión. Recientemente se ha nombrado a Santo Tomás Moro patrono de los gobernantes y políticos del mundo, todo un ejemplo de saber permanecer; cuando la mayoría apostató por el anglicanismo o el luteranismo, él, a pesar de perder su puesto de Primer Ministro de Inglaterra, a pesar del abandono, la cárcel, la muerte, él permaneció, fue el hombre para la eternidad que hoy venera la iglesia. Y justo antes del martirio nos dejó escrita una hermosa vida de Jesús sin recortes, "La agonía de Cristo", trasunto de su propia agonía (lucha) y lleno de esperanza; poco antes de ser trasladado al patíbulo escribía a su hija Margarita: "Te suplico con sincero corazón que sirvas a Dios y estés contenta y alegre".



El presente documento busca precisamente esto: que todos permanezcan y los que se han ido vuelvan, y a los que no les ha llegado puedan recibir la salvación de Cristo.



Por esta razón, el Cardenal Ratzinger - prefecto de la Congregación que ha elaborado el documento- ha señalado que en el animado debate contemporáneo sobre la relación del Cristianismo y las otras religiones, se difunde cada vez más la idea que "todas las religiones son para sus seguidores vías igualmente validas de salvación". Pero ¿cuál es la consecuencia fundamentalmente de este modo de pensar y sentir relativistas en relación al centro y al núcleo de la fe cristiana? "Es el sustancial rechazo de la identificación de la singular figura histórica, Jesús de Nazaret, con la realidad misma de Dios, del Dios viviente. De esta manera, objetivamente hablando, se introduce la idea errada de que las religiones del mundo son complementarias a la revelación cristiana", agregó.



Aquí está el núcleo básico de la cuestión, en el que da el título al documento: "Dominus Iesus" -"El Señor Jesús", la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia, en la que se explica claramente por qué la revelación cristiana no es equivalente a las demás religiones ni puede ser complementada por ellas. De ahí deriva su imperioso y decisivo mandato: ID: "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación" (Mc 16, 15), "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes" (Mt 28, 18).



II. ¿POR QUÉ HA MOLESTADO? ¿DE QUÉ HABLA?



Tiempo hacía que un documento vaticano no suscitaba tanta reacción. Quizá haya que ir hasta la encíclica Humanae vitae de Pablo VI. Calificativos como "inoportuna" por "sacar a la luz viejos contenciosos que se creían superados", "pinta horizontes sombríos", "estilo condenatorio" y poco cercana al talante dialogador del Vaticano II... Tanto que muchos están conociendo el documento no tanto por su lectura como por las críticas de la lectura. Sin embargo, estas mismas reacciones prueban hasta qué punto era necesario clarificar o recordar. Como dice el refrán "se enfadan las comadres porque le dicen las verdades", o la popular expresión de Don Quijote: "Ladran, Sancho, luego cabalgamos". De hecho, como lúcidamente señaló el profesor jesuita de la Universidad Gregoriana, P. Juan Antonio Martínez Camino, lo que más ha escocido es encarar radicalmente el problema del relativismo, "el problema más grave de nuestro tiempo". (Conferencia en la FUE, Madrid, 17 de octubre del 2000).


Glosando a Donoso Cortés cuando escribía: "el Sr. Proudhom se sorprende de que tras un problema socioeconómico se esconda un problema moral; yo me sorprendo de su sorpresa", yo podía decir: "me sorprendo de los sorprendidos impugnadores de este documento". Argumentan éstos: "Si el Concilio nos había conducido hacia el ecumenismo, el diálogo con la cultura moderna tolerante y plural, ¿por qué se zanja ahora la cuestión?". Nueva sorpresa. Cualquiera que esté al tanto de las preocupaciones del Magisterio de la Iglesia verá que el problema que ahora se ventila ha sido detectado, formulado y tratado desde hace tiempo, tanto por el mismo Papa, como por el Cardenal Ratzinger, la Comisión Teológica Internacional, la revista "La Civiltà Cattolica". En 1985, en la célebre entrevista de V. Messori a José Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se detectaba este problema: "Algunos han comenzado a preguntarse: ¿Por qué inquietar a los no cristianos, induciéndoles al bautismo y a la fe en Cristo, si su religión es su camino de salvación en su cultura y en su religión?".


Por su parte, Juan Pablo II, aborda la cuestión en tres encíclicas fundamentales, citadas en la Dominus Iesus , l Redemptoris missio de 1990, la Veritatis splendor de 1993 y la Fides et ratio de 1998.


Intercaladas entre estas tres encíclicas nos encontramos otras tantas del Cardenal Ratzinger: A los obispos de Asia, en Hong-Kong, en 1993, tras la publicación de la Redemptoris missio, con el título Cristo, la fe y el reto de las culturas. Tras la Veritatis splendor habló a los presidentes de las comisiones doctrinales de las Conferencias Episcopales de Latinoamérica, en Guadalajara (México) en 1996, acerca de la Situación actual de la fe y de la teología; por último, en febrero del 2000, en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid, abordó el tema en cuestión con la ponencia titulada Fe, Verdad y Cultura, refiriéndose especialmente a la relación entre verdad, religión y religiones.


La Comisión Teológica Internacional, en 1996, tras varios años de estudio dirigido por el P. Luis Ladaria publicó un documento de gran interés titulado El cristianismo y las religiones cuya primera conclusión es taxativa: "Sólo en Jesús pueden los hombres salvarse, y por ello el cristianismo tiene una clara pretensión de universalidad". La tercera, eclesiológica, es una claro precedente de la DI "Si la salvación está ligada a la parición histórica de Jesús, para nadie puede ser indiferente la adhesión personal a él en la fe. Solamente en la Iglesia, que está en continuidad histórica con Jesús, puede vivirse plenamente su misterio. De ahí la necesidad ineludible del anuncio de Cristo por parte de la Iglesia".


También la "Civiltà Cattolica dedicó en 1995 y en 1996 dos largos editoriales a los problemas del "Diálogo interreligioso" y del "Cristianismo y las demás religiones". De igual modo, la Revista Católica Internacional Communio 18 (marzo-abril 1996) abordó el tema en su monográfico titulado "La salvación y las religiones".



Ojalá como fruto de esta álgida polémica se lean los textos completos y no nos quedemos con los titulares de prensa o los estereotipos.



Quizá nos venga bien conocer algunos datos técnicos que respondan a las preguntas de rigor: quién, cómo, para qué... Y el organismo responsable es La Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida por el Cardenal J. Ratzinger, como Prefecto, y el Secretario, Mons. T. Bertone, que son los que firman el documento, con la aprobación del Papa Juan Pablo II. El documento, de 36 páginas, una introducción, seis capítulos y una conclusión, ha sido publicado en inglés, francés, alemán, español, portugués, italiano, polaco y latín. En Lima podemos conseguir su texto completo en la popular edición de la Editorial Salesiana y Paulinas, en la edición peruana de "L´Osservatore Romano" y en el "Quincenario del Arzobispado de Lima", lástima que no contengan las notas tan reveladoras por ofrecernos la matriz de la que se ha nutrido para su elaboración: de las 102 notas, vemos que un gran porcentaje son de la Redemptoris missio, Fides et ratio, Lumen Gentium, Santos Padres...


Se puede jalar de internet en ACI DIGITAL: http://www.aciprensa.com/DominusIesusT.zip O el resumen oficial de la Congregación en: http://www.aciprensa.com/DominusIesusR.zip



La Declaración tiene dos partes fundamentales: una cristológica (los tres primeros capítulos) y otra eclesiológica (los tres últimos) y se articula en seis apartados, que resumen los datos esenciales de la doctrina de la fe católica sobre el significado y el valor salvífico de las otras religiones.


En la introducción se da cuenta del propósito y alcance del documento: "exponer nuevamente la doctrina de la fe católica", indicando "algunos problemas fundamentales...y confutar determinadas posiciones erróneas o ambiguas" en las que "la revelación cristiana y el misterio de Jesucristo y de la Iglesia pierden su carácter de verdad absoluta y de universalidad salvífica, o al menos se arroja sobre ellos la sombra de la duda y de la inseguridad" (n.4).



1. El primer capítulo, titulado "Plenitud y definitividad de la revelación de Jesucristo", señala que "contra la tesis que sostiene el carácter limitado, incompleto e imperfecto de la revelación de Jesús" la Declaración "reafirma la fe católica acerca de la plena y completa revelación en Jesucristo del misterio salvífico de Dios". En consecuencia, no obstante admitir que las otras religiones no raramente reflejan un rayo de aquella Verdad que ilumina a todos los hombre, se afirma nuevamente que la calificación de libros inspirados se reserva solamente a los libros canónicos del Antiguo y el Nuevo Testamento, que, en cuanto inspirados por el Espíritu Santo, tienen a Dios por Autor y enseñan con firmeza, fidelidad y sin error la verdad sobre Dios y la salvación de la humanidad .


La Declaración señala además que debe ser firmemente retenida la distinción entre fe teologal, que es la acogida de la verdad revelada por Dios Uno y trino, y la creencia en las otras religiones, que es una experiencia religiosa todavía en búsqueda de la verdad absoluta y carente todavía del asentimiento a Dios que se revela.



2. "Contra la tesis de la doble economía salvífica: la del Verbo eterno, que sería universal y por lo tanto válida también fuera de la Iglesia, y aquella del Verbo encarnado, que estaría limitada solamente a los cristianos", la Declaración afirma la unicidad de la economía salvífica del único Verbo encarnado, Jesucristo, Hijo unigénito del Padre.



"El misterio de Cristo -se explica- tiene en efecto una intrínseca unidad, que se extiende desde la elección eterna de Dios hasta la parusía". "Jesús es el mediador y redentor universal. Por esto, es asimismo errónea la hipótesis de una economía salvífica del Espíritu Santo investida de un carácter más universal que la economía del Verbo encarnado, crucificado y resucitado. El Espíritu Santo es de hecho el Espíritu de Cristo resucitado, y su acción no se pone fuera o al lado de la acción de Cristo".



3. "En consecuencia, la Declaración reafirma la unicidad y la universalidad salvífica del misterio de Cristo"; y agrega que "ciertamente, la única mediación de Cristo no excluye mediaciones participadas de distintos tipos y orden; estos, sin embargo, obtienen su significado y su valor únicamente de la mediación de Cristo y no pueden entenderse como paralelas o complementarias".



4. En el cuarto capítulo, titulado "Unicidad y unidad de la Iglesia", el documento señala que "el Señor Jesús continúa su presencia y su obra de salvación en la Iglesia y a través de la Iglesia, que es su cuerpo"; por ello "se debe creer firmemente como verdad de fe católica la unidad de la Iglesia por él fundada. Los fieles están obligados a profesar que existe una continuidad histórica entre la Iglesia fundada por Cristo y la Iglesia Católica".



"En relación con la ‘existencia de numerosos elementos de santificación y de verdad fuera de su estructura visible’, o en las Iglesias y Comunidades eclesiales que no están todavía en plena comunión con la Iglesia Católica, es necesario afirmar que su eficacia ‘deriva de la misma plenitud de gracia y verdad que fue confiada a la Iglesia católica’".



"Las Iglesias que no aceptan la doctrina católica del Primado del Obispo de Roma permanecen unidas a la Iglesia Católica por medio de estrechísimos vínculos, como la sucesión apostólica y la Eucaristía válidamente consagrada. Por eso, también en estas Iglesias está presente y operante la Iglesia de Cristo, si bien falte la plena comunión con la Iglesia católica".



Por el contrario, se explica, "las Comunidades eclesiales que no han conservado el Episcopado válido y la genuina e íntegra sustancia del misterio eucarístico, no son Iglesia en sentido propio; sin embargo, los bautizados en estas Comunidades han sido incorporados por el Bautismo a Cristo y, por lo tanto, están en una cierta comunión, si bien imperfecta, con la Iglesia católica".



5. En el quinto capítulo de "Señor Jesús" explica que "la misión de la Iglesia es ‘anunciar el Reino de Cristo y de Dios, y establecerlo en medio de todas las gentes; [la Iglesia] constituye en la tierra el germen y el principio de este Reino’. Por un lado la Iglesia es ‘signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano’"; por otro lado, "la Iglesia es el ‘pueblo reunido por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo’".



"Pueden darse distintas explicaciones teológicas sobre estos temas. Sin embargo, no se puede en ningún modo negar o vaciar de significado la íntima conexión que existe entre Cristo, el Reino y la Iglesia", explica el documento.



"El Reino de Dios no se identifica, sin embargo, con la realidad visible y social de la Iglesia. En efecto, no se debe excluir ‘la obra de Cristo y del Espíritu Santo fuera de los confines visibles de la Iglesia’"; dice el texto; y explica que al considerar las relaciones entre el Reino de Dios, el Reino de Cristo y la Iglesia, "se hace necesario evitar acentuaciones unilaterales, como ocurre cuando se habla del Reino de Dios sin mencionar a Cristo, o se privilegia el misterio de la creación callando sobre el misterio de la redención". "En tales casos, se aduce que Cristo no puede ser comprendido por quien no posee la fe cristiana, mientras pueblos, culturas y religiones diversas pueden reencontrarse en la única realidad divina, cualquiera sea su nombre".



6. Al respecto, en el sexto capítulo, se explica que "ante todo, debe ser firmemente creído que la ‘Iglesia peregrinante es necesaria para la salvación, pues Cristo es el único Mediador y el camino de salvación, presente a nosotros en su Cuerpo, que es la Iglesia’. Esta doctrina no se contrapone a la voluntad salvífica universal de Dios; por lo tanto, ‘es necesario, pues, mantener unidas estas dos verdades, o sea, la posibilidad real de la salvación en Cristo para todos los hombres y la necesidad de la Iglesia en orden a esta misma salvación’. Para aquellos que no son formal y visiblemente miembros de la Iglesia, ‘la salvación de Cristo es accesible en virtud de la gracia que, aun teniendo una misteriosa relación con la Iglesia, no les introduce formalmente en ella, sino que los ilumina de manera adecuada en su situación interior y ambiental. Esta gracia proviene de Cristo; es fruto de su sacrificio y es comunicada por el Espíritu Santo’".



El documento reconoce claramente que las diferentes religiones "contienen y ofrecen elementos de religiosidad, que forman parte de ‘todo lo que el Espíritu obra en los hombres y en la historia de los pueblos, así como en las culturas y religiones’. A ellas, sin embargo, no se les puede atribuir un origen divino ni una eficacia salvífica ‘ex opere operato’, que es propia de los sacramentos cristianos".



"Con la venida de Jesucristo Salvador -se explica-, Dios ha establecido la Iglesia para la salvación de todos los hombres. Esta verdad de fe no quita nada al hecho de que la Iglesia considera las religiones del mundo con sincero respeto, pero al mismo tiempo excluye esa mentalidad indiferentista ‘marcada por un relativismo religioso que termina por pensar que una religión es tan buena como otra’".



El documento concluye señalando que al tratar el tema de la verdadera religión, "los Padres del Concilio Vaticano II han afirmado: ‘Creemos que esta única religión verdadera subsiste en la Iglesia católica y apostólica, a la cual el Señor Jesús confió la obligación de difundirla a todos los hombres, diciendo a los Apóstoles: ‘Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado’".



III. 2000 AÑOS DE EVANGELIZACIÓN



Como historiador me gustaría destacar algunos puntos cruciales del Documento en la perspectiva del Jubileo del 2000. A las puertas del 2000, se impone a todos los cristianos conocer su propia historia. Juan Pablo II en la "Tertio millennio adveniente" (TMA) nos dirá: "Gracias a la venida de Dios a la tierra, el tiempo humano, iniciado en la creación, ha alcanzado su plenitud". Penetrar en su historia bimilenaria, nos ayudará a vivir uno de los objetivos marcados por el Papa Juan Pablo II para el Jubileo, que es dar gracias por "el don de la Iglesia"(TMA n.32) Este documento fundamental en sus números 56 y 57 nos sintetizan los dos mil años de evangelización con el sugestivo título de «Jesucristo es el mismo [...] siempre»(Hb 13, 8):



"La Iglesia perdura desde hace 2000 años. Como el evangélico grano de mostaza, ella crece hasta llegar a ser un gran árbol, capaz de cubrir con sus ramas la humanidad entera (cf. Mt 13, 31-32). El Concilio Vaticano II en la Constitución dogmática sobre la Iglesia, considerando la cuestión de la pertenencia a la Iglesia y de la ordenación al Pueblo de Dios, dice así: «Todos los hombres están invitados a esta unidad católica del Pueblo de Dios (...). A esta unidad pertenecen de diversas maneras o a ella están destinados los católicos, los demás cristianos e incluso todos los hombres en general llamados a la salvación por la gracia de Dios». Pablo VI, por su parte, en la Encíclica Ecclesiam suam explica la universal participación de los hombres en el proyecto de Dios, señalando los distintos círculos del diálogo de salvación...



57. Por esto, desde los tiempos apostólicos, continúa sin interrupción la misión de la Iglesia dentro de la universal familia humana. La primera evangelización se ocupó especialmente de la región del Mar Mediterráneo. A lo largo del primer milenio los misioneros partiendo de Roma y Constantinopla, llevaron el cristianismo al interior del continente europeo. Al mismo tiempo se dirigieron hacia el corazón de Asia, hasta la India y China. El final del siglo XV, junto con el descubrimiento de América, marcó el comienzo de la evangelización en este gran continente, en el sur y en el norte. Contemporáneamente, mientras las costas sudsaharianas de Africa acogían la luz de Cristo, san Francisco Javier, patrón de las misiones, llegó hasta el Japón. A caballo de los siglos XVIII y XIX, un laico, Andrés Kim llevó el cristianismo a Corea; en aquella época el anuncio evangélico alcanzó la Península Indochina, como también Australia y las islas del Pacífico. El siglo XIX registró una gran actividad misionera entre los pueblos de Africa.


Todas estas obras han dado frutos que perduran hasta hoy. El Concilio Vaticano II da cuenta de ello en el Decreto Ad Gentes sobre la actividad misionera. Después del Concilio el tema misionero ha sido tratado por la Encíclica Redemptoris missio, relativa a los problemas de las misiones en esta última parte de nuestro siglo. La Iglesia también en el futuro seguirá siendo misionera: el carácter misionero forma parte de su naturaleza. Con la caída de los grandes sistemas anticristianos del continente europeo, del nazismo primero y después del comunismo, se impone la urgente tarea de ofrecer nuevamente a los hombres y mujeres de Europa el mensaje liberador del Evangelio. Además, como afirma Redemptoris missio, se repite en el mundo la situación del Areópago de Atenas, donde habló san Pablo. Hoy son muchos los «areópagos», y bastante diversos: son los grandes campos de la civilización contemporánea y de la cultura, de la política y de la economía. Cuanto más se aleja Occidente de sus raíces cristianas, más se convierte en terreno de misión, en la forma de variados «areópagos»...


Confío esta tarea de toda la Iglesia a la materna intercesión de María, Madre del Redentor. Ella, la Madre del amor hermoso, será para los cristianos que se encaminan hacia el gran Jubileo del tercer milenio la Estrella que guía con seguridad sus pasos al encuentro del Señor. La humilde muchacha de Nazaret, que hace dos mil años ofreció al mundo el Verbo encarnado, oriente hoy a la humanidad hacia Aquel que es «la luz verdadera, aquella que ilumina a todo hombre» (Jn 1, 9). (10 de noviembre del año 1994).



En la bula convocatoria del Gran Jubileo “Incarnationis Mysterium”(29-XI-1998) nos habla de que “cada año jubilar es como una invitación a una fiesta nupcial” (n.4), invitándonos a vivir “la conmemoración bimilenaria del misterio central de la fe cristiana...como camino de reconciliación y como signo de genuina esperanza para quienes miran a Cristo y a su Iglesia, sacramento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano”(id.)



El propio símbolo del jubileo nos habla claramente de su significado. El círculo azul indica el globo terrestre abrazado por la cruz. Las cinco palomas, con diverso color, representan los cinco continentes. Del centro de la cruz irradia la luz de Cristo, ayer, hoy y siempre... Se pretende "fortalecer la fe, suscitando un gran anhelo de santidad, un fuerte deseo de conversión y renovación personal en un clima de oración siempre más intensa y de solidaria acogida del prójimo, especialmente del más necesitado" (TMA, 41). Entre otros muchos medios, quiero fijarme en tres para responder a este llamado:



1.La "purificación de la memoria"


En el documento Memoria y reconciliación: La iglesia y las culpas del pasado (Marzo 2000) nos indica que "consiste en el proceso orientado a liberar la conciencia personal y común de todas las formas de resentimiento o de violencia que la herencia de culpas del pasado puede habernos dejado, mediante una valoración renovada, histórica y teológica, de los acontecimientos implicados, que conduzca, si resultara justo, a un reconocimiento correspondiente de la culpa y contribuya a un camino real de reconciliación... Juan Pablo II añade: "Como sucesor de Pedro pido que en este año de misericordia la Iglesia, fuerte por la santidad que recibe de su Señor, se ponga de rodillas ante Dios e implore el perdón por los pecados pasados y presentes de sus hijos" (IM 11). Al reafirmar después que "los cristianos están invitados a asumir, ante Dios y ante los hombres ofendidos por sus comportamientos, las deficiencias por ellos cometidas", el Papa concluye: "Lo hacemos sin pedir nada a cambio, fuertes sólo por el amor de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones (Rom 5, 5)".



2. El testimonio de los mártires y los santos


La Iglesia del primer milenio nació de la sangre de los mártires: «Sanguis martyrum, semen christianorum»... Al término del segundo milenio, la Iglesia ha vuelto de nuevo a ser Iglesia de mártires. Las persecuciones de creyentes ... han supuesto una gran siembra de mártires en varias partes del mundo. El testimonio ofrecido a Cristo hasta el derramamiento de la sangre se ha hecho patrimonio común de católicos, ortodoxos, anglicanos y protestantes, como revelaba ya Pablo VI en la homilía de la canonización de los mártires ugandeses. [22] Es un testimonio que no hay que olvidar." TMA 37. En IM 13, al estimular la memoria de los mártires se recuerda la grandeza de la vocación cristiana "en la cual el martirio es una posibilidad anunciada" que no puede excluir de su "propio horizonte existencial".


De igual modo cabe hablar de la santidad. El domingo 21 de noviembre de 1999, el Papa Juan Pablo II canonizaba 12 beatos, los últimos antes de cruzar el umbral del Año Santo. A la fecha Su Santidad había proclamado 296 santos, justo la mitad de los 592 canonizados desde que se creó la congregación de la Causa de los Santos en el S.XVI. Las ceremonias de beatificación y canonización, al tiempo que proclaman la santidad, instan a todos los cristianos a que vivan santamente. Juan Pablo II no pierde ocasión de recordarlo: Jóvenes de todos los continentes, no tengáis miedo de ser los santos del nuevo milenio. Sed contemplativos y amantes de la oración, coherentes con vuestra fe y generosos en el servicio a los hermanos, miembros activos de la Iglesia y constructores de paz".



3 María, camino hacia Cristo El Papa quiere también que miremos a María como Madre de Jesús que - en frase del Papa- "estará presente de un modo 'transversal' a lo largo de todos los años y que será contemplada durante este primer año en el misterio de su Maternidad divina. ¡En su seno, el Verbo se hizo carne!...La Iglesia, meditando sobre ella con amor y contemplándola llena de veneración, entra más íntimamente en el misterio de la Encarnación y se identifica cada vez más con Jesucristo". Nuestros obispos proponen como objetivo específico: "Fomentar y revitalizar el rezo del Santo Rosario



IV. SENTIDO RELIGIOSO DE LA HISTORIA DEL PERÚ


Donde está la Iglesia está el Espíritu Santo y donde está el Espíritu Santo está la Iglesia". Esta sentencia de San Agustín nos ayudará a comprender de qué manera tan misteriosa, pero real, ha impulsado el Espíritu Santo la historia del Perú. El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) nos dice que "el origen eterno del Espíritu se revela en su misión temporal. El Espíritu Santo (ES) es enviado a los apóstoles y a la Iglesia tanto por el Padre en nombre del Hijo, como por el Hijo en persona, una vez que vuelve junto al Padre" (N. 244). De tal manera, que podríamos concluir que la Iglesia es la obra del ES en la historia; así lo reconoce el CIC: "La misión de Cristo y del ES se realiza en la Iglesia, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu Santo" (N.737). ¿De qué manera? Preparando a los hombres. Son numerosos los testimonios del espíritu religioso de nuestro pueblo. El Espíritu Santo ha ido preparando a Perú mucho antes de la llegada del Cristianismo. Hay numerosos vestigios que nos hablan de costumbres pre-hispánicas muy próximas al cristianismo, son las "semillas del Verbo" que fueron tan bien aprovechadas por los misioneros. Sigue el CIC, comunicándonos que la "Iglesia ha recibido este nombre (ES) del Señor y lo profesa en el bautismo de sus nuevos hijos" (N. 691). Con su venida en Pentecostés "el ES hace entrar al mundo en los 'últimos tiempos', el tiempo de la Iglesia" (N.732).


Por su parte, "El Espíritu Santo manifiesta al Señor resucitado"(CIC 737). Es bien palpable en nuestra Iglesia a lo largo de los cinco siglos de existencia. Nos contentamos con destacar algunas manifestaciones:


a. Acta de la fundación de las ciudades. Lima es La Ciudad de los Reyes por ser fundada en esa fiesta b. Doctrinas. Lugares específicos de evangelización de los naturales de América.. Hay en el S.XVII más de 300 doctrinas que se convierten en pueblos con parroquias.


c. Monasterios y conventos. Pensemos sólo en el Cercado de Lima; son centros selectos de formación y evangelización.


d. Concilios, Juntas, Sínodos. Pensemos en el Tercer Concilio Limense de 1583 cuya luz llega hasta 1899 y del que brotó la legislación canónica para toda América del Sur. Pensemos que los catecismos emanados del concilio son los primeros libros impresos en Perú.


e. Catedral y cabildo catedralicio. Microcosmos celeste, corazón de la Iglesia; arte, liturgia, ilustres canónigos


f. Misioneros. Desde el protomártir Fray Diego de Ortiz en Vilcabamba hasta los recientes; miles de misioneros acá en las tres regiones.


g. Jerarquía: Obispos, Superiores de Órdenes, Nuncios.. Recorrer la galería de los obispos de Lima, todos ellos con la idea de imitar al Santo Arzobispo Mogrovejo.


h. Los santos: los seis canonizados, otros tantos en proceso, tantos religiosos ejemplares y laicos comprometidos anónimos.


i. Las cofradías, hermandades, asociaciones y movimientos.


La clave de la poderosa personalidad de Perú no puede encontrarse sin prescindir de la fe, sin su identidad católica. Lo ha puesto de manifiesto en diferentes momentos Juan Pablo II:


"Las raíces de la cultura de vuestro país están impregnadas del mensaje cristiano. La historia del Perú se ha ido forjando al calor de la fe, que ha inspirado y a la vez ha impreso una marca propia a su vida y costumbres. A la luz de ella se modeló una nueva síntesis cultural mestiza que une en sí el legado autóctono americano y el aporte americano y el aporte europeo" (15-5-1988).


Así lo reconocen los Obispos del Perú:


"La primera evangelización tiene una importancia constituyente para la Iglesia en nuestra patria y también para el Perú mismo [...] La fe católica ha acompañado en todo momento la formación de nuestros pueblos latinoamericanos, y del Perú en particular, constituyendo un elemento fundamental de nuestro ser nacional, como lo reconoce la misma Constitución Política del Perú en su artículo 86... Inspirada en el impulso de Trento, proporciona la clave para entender la manera de asumir y de vivir la fe en el Perú de hoy. La forma como se la llevó a cabo nos da valiosas lecciones para la Nueva Evangelización que intentamos realizar". (Conferencia Episcopal Peruana 1992).En este marco constitucional, el Estado Peruano estableció un Acuerdo con la Santa Sede el 19 de julio de 1980 (Decreto Ley Nº 23211 de 24.VII.1980) por el cual: "La Iglesia Católica en el Perú goza de plena independencia y autonomía. Además, en reconocimiento a la importante función ejercida en la formación histórica, cultural y moral del país, la misma Iglesia recibe del Estado la colaboración conveniente para la mejor realización de su servicio a la comunidad nacional" (Art. 1). La Constitución Política de 1993, vigente en el presente, en su art. 50, reproduce el texto anterior, con una ligerísima modificación al final: "Dentro de un régimen de independencia y autonomía, el Estado reconoce a la Iglesia Católica como elemento importante en la formación histórica, cultural y moral del Perú, le presta su colaboración. El Estado respeta otras confesiones y puede establecer formas de colaboración con ella".


Casi todos los especialistas coinciden en afirmar que la cristianización del Perú es un acontecimiento decisivo en la formación de la identidad nacional.


V. A. Belaunde en su obra Peruanidad llegará a decir que la peruanidad es una síntesis viviente creada por el espíritu católico.


M. Marzal escribirá en Religión Católica e identidad nacional (Lima 1979, pp.148-9) que tal identidad católica se traduce en el peso de la Iglesia institucional en el Perú y en la religiosidad popular.


Por su parte J.A. Arguedas sabe comprender el alma andina y descubrir en ella las raíces profundas de una evangelización que se expresa en las palabras del sacristán en la diminuta iglesia de San Pedro:


“Dios es esperanza, Dios alegría, Dios ánimo. Llegó UNPU, enjuermo, agachadito. Salió tieso, juirme, águila. Era mozo no más, Dios hay aquí, en Lahuaymarca. De San Pedro se ha ido, creo, para siempre”(J.M. Arguedas Todas las sangres)


Vale la pena recordar el testimonio de la viuda de César Vallejo, quien en su lecho de muerte, a finales de marzo de 1938, dijo « Escribe » ; y le dictó : « Cualquiera que sea la causa que tenga que defender ante Dios más allá de la muerte, tengo un defensor : Dios ».


Un botón de muestra de este hecho fue la consagración del Perú al Corazón de Jesús como expresión de entrega total y comprometida por los lazos más sagrados que son los del amor. Y de ello supieron mucho Diego de Hojeda, Diego Alvarez de Paz, Rosa de Lima, Martín de Porras, Juan de Alloza, Francisco del Castillo, Paula de Jesús Nazareno, Mateo Crawley (alma del monumento en el Cerro de los Angeles, Madrid), así como los institutos y cofradías, los escritos y las novenas, los santuarios y monumentos, que llenan nuestra geografía


A lo largo del medio milenio de catolicismo en Perú, sus propios hijos se han encargado de recoger por escrito una suerte de anamnesis como a diario la Iglesia lo vive en la celebración litúrgica. Todo estudio sobre la Iglesia viene a ser un recuerdo de "las intervenciones salvíficas de Dios en la historia", y "hace memoria" de las maravillas de Dios" (CIC 1103).


El gran misionólogo, Padre José de Acosta, en cuyo cuarto centenario de su muerte en Salamanca, estamos, y que vivió tanto tiempo entre nosotros, tuvo desde sus primeros años de estudiante una inquietud por la vocación misionera. Escribe De Procuranda Indorum Salute. Este libro no sólo pretende describir la realidad indígena sino que como verdadero manual pastoral busca mostrar los caminos y medios para la implantación de la fe en las Nuevas Tierras. Pondrá mucho énfasis en la comprensión y simpatía frente a la persona y para ello considerará de absoluta importancia el aprendizaje y conocimiento de las lenguas vernáculas (La compañía de Jesús exigió a los misioneros el conocimiento del idioma nativo). Dirá en el proemio de su monumental obra:


"La causa principal que me movió a emprender esta tarea fue comprobar la múltiple variedad y discrepancia de opiniones en torno a los asuntos de Indias y la desconfianza de los más en la salvación de los indios; además, la novedad y complejidad de muchos acontecimientos, que se oponían o al menos parecían oponerse a la verdad del Evangelio... Nunca pude llegar a persuadirme que la llamada de Dios al Evangelio de estos pueblos innumerables pudiera ser baldía, así como el destino para este apostolado tanto de otros siervos de Dios como de los nuestros (Jesuitas), cuando en mi mente me ponía a dar vueltas sobre la inmensidad del amor de Dios y las promesas de la Sagrada Escritura, y cuando notaba, lo digo sinceramente, cómo iba creciendo en mí una peculiar confianza, ya de antiguo concebida y superior a todas las dificultades, en la salvación de estos pueblos. Finalmente, fue siempre idea cierta y fija en mí que nosotros, por nuestra parte, deberíamos procurar con todo ahínco la salvación de los indios, que Dios por la suya en modo alguno negaría su asistencia a la empresa comenzada".



Todo ello se comprende en la concreción de un misionero de excepción que fue su Arzobispo Santo Toribio: Transcribo parte de una carta dirigida al Rey con motivo de su tercera visita en abril de 1602:



"Salí habrá 8 meses en prosecución de la visita de la provincia de los Yauyos, que hacía 14 años que no habían ido a confirmar aquella gente, en razón de tener otras partes remotas a que acudir y en especial al valle asiento de Huancabamba, que hará un año fui a él, donde ningún prelado ni visitador ni corregidor jamás había entrado, por los ásperos caminos y ríos que hay. Y habiéndome determinado de entrar dentro, por no haberlo podido hacer antes, me vi en grandes peligros y trabajos y en ocasión que pensé se me quebraba una pierna de una caída, si no fuera Dios servido de que yéndose a despeñar una mula en una cesta, adonde estaba un río, se atravesara la mula en un palo de una vara de medir de largo y delgado como un brazo de una silla, donde me cogió la pierna entre ella y el palo, habiéndome echado la mula hacia abajo y socorriéndome mis criados y hecho mucha fuerza para sacar la pierna, apartando la mula del palo, fue rodando por la cuesta abajo hacia el río y si aquel palo no estuviera allí, entiendo me hiciera veinte pedazos la mula. Y anduve aquella jornada mucho tiempo a pie con la familia y lo di todo por bien empleado, por haber llegado a aquella tierra y consolado a los indios y confirmándolos y el sacerdote que iba conmigo casándolos y bautizándolos, que con 5 ó 6 pueblos de ellos tiénelos a su cargo un sacerdote que, por tener otra doctrina, no puede acudir allí si no es muy de tarde en tarde y a pie, por caminos que parece suben a las nubes y bajan al profundo, de muchas losas, ciénagas y montañas".



V. PRESENCIA DE LA REDEMPTORIS MISSIO. NUESTRA FE EN PELIGRO



Todavía recuerdo la conmoción planetaria provocada por un loco cuando martillo en mano golpeó y destrozó la inmortal obra marmórea La Pietà de Miguel Angel. ¿Qué sucedería - Dios nunca lo quiera- si alguno se atreviese con la imagen del Señor de los Milagros? Algo mucho peor se denuncia en este documento: el deterioro de la persona de Jesucristo, Dios y Hombre Verdadero, por la ideologización del relativismo, el subjetivismo, el eclecticismo, "el vaciamiento metafísico del evento de la encarnación histórica del Logos eterno, reducido a un mero aparecer de Dios" con resabios arrianos... De ahí que, con motivo del jubileo del bimilenario del nacimiento de Cristo, la Iglesia, que durante dos mil años ha proclamado y testimoniado con fidelidad el Evangelio integral de Jesús, vea necesario evitar todo tipo de ambigüedades y quiera clarificar algunos de los artículos del Credo que se han malinterpretado. Notemos que tanto en la Introducción como en el apartado 3 se contienen los artículos del Credo. Así se lee: "hoy más que nunca, es actual el grito del apóstol Pablo sobre el compromiso misionero de cada bautizado: ¡Ay de mí si no predicara el Evangelio" (n.2).


Este grito ¡Ay de mí! se percibe a lo largo del documento. Juan Pablo II colocó la actividad misionera en la RM en el corazón mismo de la vida eclesial, responsabilizando a todos de la misión: "Toda la Iglesia por naturaleza es misionera" (Ad gentes 2). Pareciera que el Papa quiere remover, sacudir a la Iglesia entera para comprometerla con la misión.


Es un grito que nace de la fe como eco del lanzado por san Pablo. "La urgencia de la actividad misionera brota de la radical novedad de vida traída por Cristo y vivida por sus discípulos" (RM 7). Por ello el Papa subraya cómo el primer deber de la Iglesia es el anuncio; tal actividad es causa y estímulo de renovación (la fe se fortalece dándola); es la contribución más importante que la Iglesia puede ofrecer al hombre y a la humanidad; conocer el mensaje evangélico es un derecho de todas las personas y de todos los pueblos. Es un grito que nace de la situación actual, contemplando los aspectos negativos, problemas y desafíos...y sobre todo para "disipar dudas y ambigüedades sobre la misión ad gentes" (RM 2). Estos se señalan en los tres primeros capítulos en un contexto teológico ampliamente anclado en la Biblia: la secularización, el horizontalismo del Reino, el temor del proselitismo... Otras son más sofisticadas como la distinción entre el Cristo histórico y el Verbo de Dios, la separación entre Reino, Cristo e Iglesia, entre Reino terreno y escatológica; otras, más directamente operativas por separar u oponer actividades complementarios de la misión como el anuncio, el diálogo, la promoción humana, la inculturación...


La encíclica afirma:


. La universalidad de la salvación operada por Cristo


. La plena y definitiva revelación de Dios en Cristo


. La unidad entre el Verbo y Cristo


. La posibilidad real de la salvación en Cristo para todos los hombres y la necesidad de la Iglesia en orden a tal salvación.


. La relación necesaria entre Reino, Cristo e Iglesia, entre la dimensión terrestre y la escatológica


. El respeto de la libertad personal y del anuncio propositivo del Evangelio



VI. CONCLUSIÓN: Nueva Evangelización, especialmente con motivo del Jubileo 2000


Este deseo de claridad en la mente y compromiso audaz, entusiasta, nada tiene que ver con el proselisitismo utilitarista y sectario. "La fe exige la libre adhesión del hombre, pero debe ser propuesta" (RM 7). Todo ello haciéndolo compatible con el diálogo interreligioso: "La paridad, que es presupuesto del diálogo, se refiere a la igualdad de la dignidad personal de las partes, no a los contenidos doctrinales, ni mucho menos a Jesucristo -que es el mismo Dios hecho hombre- comparado con los fundadores de las otras religiones" (n.22). Como sabiamente declaraba al semanario Alfa y Omega el general de los Jesuitas, P. Peter-Hans Kolvenbach, "en este documento la Iglesia proclama en el nombre del Señor lo que ella debe ser. El diálogo es nítidamente situado dentro de la verdadera fe, una condición indispensable para que pueda llevarse adelante con justicia y sin dar lugar a falsas expectativas".



Nada mejor que el Capítulo VI "La misión de la Iglesia hoy en América: la nueva evangelización". "Como el Padre me envió, también yo os envío" (Jn 20, 21) para concluir:


Cristo resucitado, antes de su ascensión al cielo, envió a los Apóstoles a anunciar el Evangelio al mundo entero (cf. Mc 16, 15), confiriéndoles los poderes necesarios para realizar esta misión. Es significativo que, antes de darles el último mandato misionero, Jesús se refiriera al poder universal recibido del Padre (cf. Mt 28, 18). En efecto, Cristo transmitió a los Apóstoles la misión recibida del Padre (cf. Jn 20, 21), haciéndolos así partícipes de sus poderes. Pero también "los fieles laicos, precisamente por ser miembros de la Iglesia, tienen la vocación y misión de ser anunciadores del Evangelio ... En efecto, ellos han sido "hechos partícipes, a su modo, de la función sacerdotal, profética y real de Cristo". Por consiguiente, "los fieles laicos -por su participación en el oficio profético de Cristo- están plenamente implicados en esta tarea de la Iglesia", (241) (242)y por ello deben sentirse llamados y enviados a proclamar la Buena Nueva del Reino. Las palabras de Jesús: "Id también vosotros a mi viña" (Mt 20, 4), 242 deben considerarse dirigidas no sólo a los Apóstoles, sino a todos los que desean ser verdaderos discípulos del Señor.


La tarea fundamental a la que Jesús envía a sus discípulos es el anuncio de la Buena Nueva, es decir, la evangelización (cf. Mc 16, 15-18). De ahí que, "evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda"...Como Pastor supremo de la Iglesia deseo fervientemente invitar a todos los miembros del pueblo de Dios, y particularmente a los que viven en el Continente americano -donde por vez primera hice un llamado a un compromiso nuevo "en su ardor, en sus métodos, en su expresión" a asumir este proyecto de Nueva Evangelización y a colaborar en él. Al aceptar esta misión, todos deben recordar que el núcleo vital de la nueva evangelización ha de ser el anuncio claro e inequívoco de la persona de Jesucristo, es decir, el anuncio de su nombre, de su doctrina, de su vida, de sus promesas y del Reino que Él nos ha conquistado a través de su misterio pascual...


El ardiente deseo de invitar a los demás a encontrar a Aquél a quien nosotros hemos encontrado, está en la raíz de la misión evangelizadora que incumbe a toda la Iglesia, pero que se hace especialmente urgente hoy en América, después de haber celebrado los 500 años de la primera evangelización y mientras nos disponemos a conmemorar agradecidos los 2000 años de la venida del Hijo unigénito de Dios al mundo (n. 66).



Amigos, la Iglesia o es misionera o no es Iglesia; los cristianos o somos misioneros o no somos cristianos. A las puertas del 2000, hemos de llenarnos de entusiasmo; la imagen de un Juan Pablo II, anciano, agotado, pero más joven que nunca, nos debe interpelar: él acaba de decirnos: "no me canso de invitar a la Nueva Evangelización". En su célebre encíclica misionera nos convida al optimismo pero comprometido:



«Dios abre a la Iglesia horizontes de una humanidad más preparada para la siembra evangélica. Preveo que ha llegado el momento de dedicar todas las fuerzas eclesiales a la nueva evangelización y a la misión ad gentes. Ningún creyente en Cristo, ninguna institución de la Iglesia puede eludir este deber supremo: anunciar a Cristo a todos los pueblos» (RM 3). «En la proximidad del tercer milenio de la Redención, Dios está preparando una gran primavera cristiana, de la que ya se vislumbra su comienzo. En efecto, tanto en el mundo no cristiano como en el de antigua tradición cristiana, existe un progresivo acercamiento de los pueblos a los ideales y a los valores evangélicos, que la Iglesia se esfuerza en favorecer» (RM 86). «Veo amanecer una nueva época misionera, que llegará a ser un día radiante y rica en frutos si todos los cristianos [...] responden con generosidad y santidad a las solicitaciones y desafíos de nuestro tiempo» (RM 91).



Concluyamos con la conclusión del documento: "Frente a propuestas problemáticas o incluso erróneas, la reflexión teológica está llamada a confirmar de nuevo la fe de la Iglesia y a dar razón de su esperanza en modo convincente y eficaz" (n.23). No olvidemos que Cristo no tiene otros labios para hablar que los nuestros, ni otros brazos ni otros pies, ni otro corazón. Si nos apagamos, Cristo no tendrá los instrumentos para llevar su luz y calor al mundo, y morirán de frío. Por el contrario, como nos recordaba el Papa en la Jornada Mundial de la Juventud: "Si sois lo que tenéis ser prendará fuego el mundo entero". Pidamos a Santa María, Madre y Maestra, la Sedes Sapientiae, porque fue la Morada de la Sabiduría que es el Señor -Dominus- Iesus, la Estrella de la Nueva Evangelización que nos lo alcance de su Hijo.


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