viernes, 23 de agosto de 2013

ROSA DE SANTA MARÍA FLORECE TODAVÍA EN LIMA NORTE

Si quieren comprobarlo viajen por la Panamericana camino de Ancón. Al llegar al desvío hacia el balneario se encontrarán con la gigante imagen que ilustra la nota, al igual que el bellísimo templo de la parroquia SANTA ROSA DEL MAR. Me envitó su párroco P. Vicente Font a hablar a los fieles en el marco de la novena y quedé plenamente edificado. Por la presencia de jóvenes y adultos de las siete capillas, incluso alcgunos catequistas de Ingeniería. Todo comenzó el miércoles 21 con una solemne procesión cívico-religiosa en la que las autoridades y la población en general portaron a la Santa por las calles más importantes hasta entronizarla en el templo. Ayer siguió la novena con rosario, misa, charla. Sobrecoge que en medio de un inmenso arenal haya brotado esta tremenda catedral que tanto ayuda a la liturgia. Es altamente motivadora la presencia de tantos jóvenes y familias que siguen la novena con devoción. Que se confiesan, que comulgan, que se comprometen a ser piedras vivas de esta iglesia edificada sobre una dura roca física pero que se proyecta en la misión de una roca viva que es la nave de Pedro, roca firme pero que navega para expandir su reina. Yo les presenté el DVD "Rosa de Santa María, la santa criolla" editado por la UCSS, les hablé del camino de santidad de Rosa de acuerdo a un texto facilitado por la Dra. Rosa Carrasco y les compartí mi artículo del "Correo Mariano" de este mes. Y gocé con el "nuevo" himno a su patrona, que es una adaptación de la salve rociera. Ni que decir que volví contento a pesar de llegar a casa casi a las 12 de la noche y gracias también a la generosidad de los amigos de la parroquia que me movilizaron. 
Les dejo con el artículo que le dedico a la Santa en mi obra "Peruanos ejemplares".  Podemos afirmar con el gran poeta L. F. Cisneros: "Hace trescientos años que el jardín florecía y lleno de perfumes florece todavía".
"Primera Santa de América, Rosa de Lima, con su vida sencilla y austera, su carácter dulce, su ardiente palabra y su apostolado entre los pobres, los indios y los enfermos, fue también una intrépida evangelizadora, testimonio elocuente del papel decisivo que la mujer ha tenido y sigue teniendo en el anuncio del Evangelio".   Homilía de Juan Pablo II. 6 de setiembre de 1992
FECHAS SIGNIFICATIVAS
Nacimiento: 20 abril 1586
Bautismo: 25 mayo 1586
Muerte: 24 agosto 1617 (31 años)
Beatificación: 12 febrero 1667
Canonización: 12 abril 1671
El 30 de agosto se celebra por todo lo alto la fiesta de la santa peruana más popular de todos los tiempos y de la que se siguen publicando obras de interés que nos ayudan a profundizar en distintos aspectos del contexto histórico en que vivió, su psicología, el interés de la sociedad criolla limeña en elevar a su paisana a los altares, su ofrenda expiatoria por Perú o su condición de laica consagrada en medio del mundo. Conviene destacar que Rosa de Lima no fue una isla de santidad sino que convive en Perú con san Francisco Solano, santo Toribio Mogrovejo, san Martín de Porres y san Juan Macías, sin contar otros no canonizados pero no menos ejemplares como el jesuita Francisco del Castillo, el mercedario Pedro Urraca, el hermano de san Juan de Dios, Francisco Camacho, tan venerados hoy en el Tercer Milenio, después de tantos años.
Siempre que se visita su santuario en Lima, nos encontramos con miles de limeños, peruanos, forasteros. Como siempre, su pozo está lleno de cartas infantiles en las que le dirigen sus oraciones, sus promesas.
El Banco de Crédito del Perú tuvo el gran acierto de propiciar una extraordinaria exposición titulada "Santa Rosa de Lima y su tiempo", en 1992, que cuajó en magnífico catálogo, acompañado de un video de 20 minutos con la semblanza de su vida ilustrada con mayoría de las imágenes expuestas en la muestra. Fueron cuatro ambientes, Catedral, Convento de Santo Domingo, Basílica Santuario y Casa de Osambela, en los que se pudo contemplar las tres exposiciones simultáneas (Iconografía, Vida, Arte Popular) que convergen en el único objetivo de acercarnos a su vida dentro del marco espacial y temporal que le tocó vivir. 
El siglo XVI iba a alcanzar su punto medio, cuando en 1548 Gaspar Flores, para unos nacido en Puerto Rico, para otros en Baños de Montemayor (Cáceres), se avecina en Lima, doce después de que el trujillano Francisco Pizarro, un 18 de enero, funde la Ciudad de los Reyes, Lima. Andrés Hurtado de Mendoza es el virrey, y le hace arcabucero en la guardia de su palacio. Nueve años después, en 1557, España triunfa de los franceses en la batalla de S. Quintín, Felipe II ordenará construir El Escorial; Gaspar celebra bodas con una limeña, María de Oliva, quien en el Proceso de canonización de su hija, nos dice que tuvieron trece hijos. Los nombres de algunos que debieron morir muy pronto, los ignoramos. Rosa es la cuarta de los supervivientes. 1586 es el año en que se remata la cúpula de S. Pedro de Roma, y nace en Lima, el 20 de abril, siendo papa Sixto V, la santa adalid y protectora de América. "No le podía faltar a la ciudad de los Reyes -dice Clemente X al canonizarla- la estre­lla luminosa que guiará hacia Cristo, Señor y Rey de reyes".
En la parroquia de S. Sebastián la bautizan el 25 de mayo, Domingo de Pentecostés, y el Espíritu Santo se apodera de ella. La gracia bau­tismal que dormita durante mucho tiempo en otros niños, desencadena en Rosa el dinamismo prodigioso que la lleva, como Teresita a los tres años, "a no negar nada a Dios". Isabel es el nom­bre que, en recuerdo de su abuela, le dan al cris­tianarla, pero no le durará mucho.
Las primeras en llamarla Rosa fueron la india Mariana, que muy joven entró al servicio de María, y dos niñas que frecuentaban la casa. Un día, al contemplarla en la cuna exclamaron: "¡Ay! ¡Qué linda es esta niña! ¡Parece una rosa!". Acude a madre y orgullosa y satisfecha, dice que bien merecía llamarse Rosa. Hoy todo el mundo la conoce como santa Rosa de Lima. Vivió sólo 31 años, sin ingresar en ningún convento, en compañía de sus padres y hermanos, pero completamente dedicados a Dios y al prójimo. Fue una sembradora de flores, de rosas, en la Lima del S. XVI, el jardín que le tocó cultivar. Su deseo de hacer el bien lo manifestó en acudir a todo tipo de pobres y enfermos a quienes servía, les buscaba medicamentos y les daba cobijo y comida; por esto se la llamó "madre de los pobres". Sus deseos misioneros los reflejó en esta expresión: "¡Quién fuese hombre como los sacerdotes para ocuparme solamente en la conversión de las almas!".
Atraída por el ejemplo de Santa Catalina de Siena, quiere vivir también su matrimonio espiritual con Jesús cuando le entregó en arras un ani­llo invisible para todos y sólo visible para ella; Rosa quería tener también su anillo que le recor­dase el día de su boda y se lo dijo a Hernando, quien se lo encargó a un platero. El jueves Santo lo llevó a Sto. Domingo pi­diéndole al sacristán lo colocase en la urna en que el Santísimo Sacramento iba a ser expuesto. La santa le veló hasta los Oficios del día siguiente como preparación a su boda el Domingo de Pascua. El 26 de marzo, acabada la Misa solemne, se celebró otra y el sacerdote, sin que nadie lo advirtiese como deseaba ella, puso en sus dedos el anillo, símbolo del matrimonio espiritual que anticipa en la tierra las bodas eternas.
Todavía niña su “juego” preferido era rezar y hacer pequeñas penitencias (dormía sobre piedras y tablas). Aprendió a leer y escribir y todas las labores domésticas (costura, bordado, tejido) que eran una fuente de recursos, como también a cantar; llegó a tocar el arpa, la vihuela y la cítara. Su madre deseaba para su hija un casamiento ventajoso, pero Rosa deseaba el silencio y el recogimiento. Posteriormente piensan en que se haga monja de clausura: ella se resiste y dice que quiere ser laica consagrada como santa Catalina de Siena. El 10 de agosto de 1606 viste el hábito de terciaria dominica, emite votos privados de pobreza, castidad y obediencia y vive como religiosa en el hogar paterno.
En el huerto de su casa construye una pequeña celda donde pasa los días dedicada a la oración, a la lectura y al bordado. Sale de su casa sólo para asistir a Misa y visitar hospitales, a pobres, a esclavos enfermos. Tiene muchas experiencias místicas (Jesucristo se le aparece en forma de niño frecuentemente). En los últimos años sufre una larga enfermedad, en la cual dice a menudo: "Señor, auméntame los sufrimientos, pero auméntame en la misma medida tu amor". Antes de morir le pide perdón por todos los pecados a cada uno de los de su casa. Muere exclamando "Jesús, Jesús sea conmigo" el 24 de agosto de 1617 a los 31 años de edad. Canonizada en 1671 por Clemente X y proclamada patrona de América y de Filipinas; su cuerpo descansa en el convento de Santo Domingo de Lima.
Se acaba de publicar una obra extraordinaria. Primer Proceso Ordinario para la Canonización de Santa Rosa de Lima 1617 Transcripción, introducción y notas del P. Dr. Hernán Jiménez Salas, O.P. (Monasterio de Santa Rosa de Santa María de Lima, Lima, 2003, pp.604 pp.) Entre los testimonios, destacamos el de su hermano Hernando Flores de Herrera, el día 5 de abril de 1618:
La bendita Rosa desde edad de sus tiernos años, fue muy continua en la oración y muy amiga de leer libros que trataban de la oración, y particularmente a Fray Luis de Granada en cuya lección tenía repartidos todos los días de la semana y aun las horas del día. Y esto lo sabe este testigo, porque lo vio y que tenía reflexionando el dicho libro y que tenía registrado el dicho libro con muchos cordoncitos de diferentes colores con que registraba el libro y señalaba lo que había de hacer y leer y la vio apartarse a lugares secretos a hacer oración y la halló en aposentos solos, donde pensaba este testigo que no hubiese nadie y hallaba a la dicha bendita Rosa de rodillas haciendo oración y rezando el rosario y otros modos de oración. Y respondiéndole este testigo que aquella era manera de encarecer. Y le dijo: “no es encarecimiento, hermano, que aunque más ocupaciones haya, muy bien puede estar la voluntad puesta en Dios, y en su corazón, cada uno hablar con Dios. Y aunque no diga en su corazón más que “Buen Jesús, valedme”, es muy buena oración y muy eficaz porque es oración mental. En algunas ocasiones por algunos días, este testigo, como hombre flaco y malicioso, que se le hacía áspera la clausura de la bendita Rosa en su celdita del huerto, por estar tan sola y apartada de comunicación y buscando achaques para que su madre le diese la llave del huerto, en el cual entró muchas veces de manera que su bendita hermana no le sintiese y siempre la hallaba ocupada en su labor de muchas curiosidades de  manos o en oración o en la lección de libros devotos y los ratos que se ocupaba en la labor de manos, tenía la lengua ocupada continuamente, en cantarcillos de alabanzas a Dios y de regalos y requiebros al niño Jesús, de quien fue muy devota. Y eran con tanto extremo las diferencias de juguetes y romancitos, que cantaba, hablando con Nuestro Señor y con su bendita Madre, que ponía a todos admiración, viendo que cada día salía con nuevas invenciones de cantares divinos. Y Así le dijo este testigo un día:
¿Quién le enseña tantos cantarcitos, hermana?
Y le respondió:
- Hermano, como hay tanto que decir de nuestro buen Padre, ofrécense con facilidad sus alabanzas.
Traía continuamente un rosario pequeñito de cuentas menudas en la mano, atravesado desde la muñeca a los dedos por debajo de la palma de la mano y lo que se descubría más del rosario, que era lo que daba sobre la muñeca y cuello de la mano, cubría con la manga. Y con este rosario andaba rezando, todas las tantas veces salía de su celda, tan disimuladamente, que aunque estuviesen delante algunas personas no la echaban de ver y aunque estuviese ocupada en ocas de ejercicios o en alguna compañía de amigas o devotas suyas, para todas las horas y momentos rezaba en aquel rosario.
El atractivo de su personalidad hizo que bien pronto, en la ciudad del Misti, se fundase el monasterio de santa Rosa para albergar a jóvenes deseosas de seguir su vida. Y así, desde 1740, cientos de mujeres se han dedicado a la oración y al trabajo, a la educación y al servicio, en una vida sencilla y feliz. "El encanto de las rosas es que siendo tan hermosas no conocen que lo son".
El mismo Catecismo de la Iglesia Católica, auténtica enciclopedia de la cultura católica para nuestro tiempo, recoge dos momentos de la vida de nuestra santa, tomados de la primera biografía, la del P. Hansen, publicada en Lovaina en 1668. El primero alude a su vida de gozosa cruz: "Fuera de la Cruz no hay otra escala por donde subir al cielo" (CIC n.618); el segundo, referido a su amor por los pobres: " El día en que su madre le reprendió por atender en la casa a pobres y enfermos, Santa Rosa de Lima le contestó: 'Cuando servimos a los pobres y a los enfermos, servimos a Jesús. No debemos cansarnos de ayudar a nuestro prójimo, porque en ellos servimos a Jesús" (CIC n. 2449).
“Si hace trescientos años el jardín florecía, pródigo de perfumes, florece todavía” Con estos versos, concluye una de las más emotivas semblanzas poéticas sobre Santa Rosa el gran vate Luis Fernán Cisneros. Ramón Mujica Pinilla acaba de publicar un libro Rosa limensis (Mística, política e iconografía en torno a la patrona de América)(IFEA-BRP-FCE, Lima 2001) en el que nos aporta datos precisos sobre las personas que acompañaron a la Santa en el atardecer de su vida terrena. En el cuadro de A. Medoro, la mujer que aparece en torno a Rosa es doña María de Uzátegui y “fue mandado hacer ex profeso por el Contador de la Santa Cruzada Gonzalo de la Maza, hombre piadoso y refinado, a quien gustaba el arte, como obsequio a su esposo y en recuerdo de su bienaventurada protegida Rosa”. Recordemos los últimos momentos de su vida y la fuente de la  que brotó  su creatividad hecha oración y canción. Nadie mejor que la familia que acogió a Rosa  los últimos años de su vida- el contador de Cruzada don Gonzalo de la Maza y doña María de Uzátegui- para contárnosla. Les asombraba que mientras "la naturaleza iba desfalleciendo, parecía se aumentaba su paz y alegría". Y estando así el martes por la noche del 22 de agosto, "con un crucifijo en la mano, con amorosos requiebros le pedía dolores":
- Mi Dios, mi Señor, mi Jesús, mi Esposo, y mis amores, dadme dolores. Se va despidiendo tiernamente de todos sus familiares. Comenzó pidiendo la bendición al Contador; y luego, llamando a sus dos hijas "les hizo una plática, exhortándolas a que sirviesen y amasen mucho a Nuestro Señor y sirviesen mucho a sus padres y les diesen buena vejez".
- Llamando el dulce nombre de Jesús expiró, quedando con los ojos abiertos y claros sin quebrárseles, y su rostro tan lindo y hermoso como cuando estaba viva y con muy buenos colores.
Y con esta resignación, paz y entendimiento, y con su habla y sentido estuvo hasta que expiró, un poco antes de las doce y media de aquella noche, diciendo: "Jesús, Jesús sea conmigo".
            Poco conservamos de sus escritos. En el Monasterio de Santa Rosa se guarda como reliquia una deliciosa en que responde a la ayuda generosa concedida por doña María de Uzátegui, esposa del contador de Cruzada, don Gonzalo de la Maza. Dice así:
¡Jesucristo sea glorificado!
Madre de mi alma y Señora mía la divina majestad sea servida de comunicarme su divino espíritu para que yo acierte a hacer lo que Vuesa Merced mande que yo, de mi parte, haré todo lo que en mí fuere, pida Vuesa Merced, madre mía a Dios oiga mis pobres oraciones y en las de Vuesa
Merced y en las de mi señor padre me encomiendo, cuyas manos todas juntas, con las de esos angelitos, mi madre y yo, millares de veces besamos y todas las personas de esta casa pedimos a Nuestro Señor pague a Vuesa Merced con premio de gloria la limosna de anoche con las demás, que cierto llegó a tiempo de muy apretada necesidad. Nuestro Señor me guarde a Vuesa Merced como yo deseo, esclava de la Virgen María y sierva de Vuesa Merced, Rosa de Santa María. A mi madre y mi Señora, doña María de Uzátegui, guarde nuestro Señor.
Cuenta Micaela de la Maza, hija de los contadores de Cruzada, que santa Rosa le decía: quitarme a mí el cantar es como quitarme el vivir. Por esta razón la vio muchas veces que se ponía a cantar y a tañer una guitarra, unas veces con cuerdas y otras sin ellas...y decía muchos loores a Nuestro Señor y a su bendita Madre, pidiéndoles por muchas personas conocidas suyas.
Saboreemos estas coplas populares que,
la más celebre limeña de todos los tiempos, cantaba con el corazón, para unirse más a Dios, y de las que brotaba una comprometida entrega solidaria.

1. Las doce son dadas, mi Jesús no viene.
¿Quién será la dichosa que le entretiene?
!Ay, Jesús de mi alma, qué bien pareces,
entre Rosas y Flores y Olivos verdes.
2. Ángel de mi Guarda, vuela y di a mi Dios
que por qué se tarda, que por qué se tarda.
Joven celestial, vuela al Criador,
dile que sin vida yo, viviendo estoy.
Dile de mis ansias el gran rigor,
pues vive el que espera y me muero yo.
Ruégale que venga hacia mí veloz;
muéstreme su rostro que muero de amor.
3. ¡Oh, mi Dios, si yo te amara!
¡Oh, si te amara, mi Dios!
¡Y amándote me quedara
ardiendo en llamas de Amor!
¿Cómo te amaré mi Dios?
¿Cómo te amaré, Señor?
Siendo yo tu criatura
y Tú el Criador.





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