martes, 3 de septiembre de 2013

DEVOCIÓN MARIANA EN LOS SANTOS PERUANOS

LOS SANTOS PERUANOS Y SU DEVOCIÓN A MARIA

 

Juan Pablo II en sus documentos "testamentarios" como Novo Milenio Ineunte nos habló de la pedagogía de la santidad. Nadie como él ha beatificado y canonizado. Él mismo es santo canonizado ¡ya! Lo más grande que podemos ser en la vida es ser santo como nuestro Padre es santo. Es un rayo de luz que ilumina la Sagrada Escritura. Vivimos en un país ensantado. Son numerosos los santos, beatos, siervos de Dios. Todos ellos tienen en común el gran amor a María. Mientras que investigamos más y rescatamos datos del amor mariano de nuestros santos, debemos algunas pinceladas

 

SANTUARIO DEL ROSARIO DE LIMA. Feliz coincidencia que el templo de los santos peruanos coincida con el del convento del Rosario. Fundada Lima el 18 de enero de 1535, tenemos constancia de que ya en 1541 se tributaba culto a la imagen de Nuestra Señora del Rosario en el Convento de los Dominicos. El gran historiador del Perú, P. Rubén Vargas Ugarte, tan parco en calificativos, se recrea en describirla: "Es casi de tamaño natural, muy hermosa y en su rostro parece que se aúnan y dan la mano la majestad de Reina y la dulzura de Madre". Fray Reginaldo de Lizárraga, que fuera fraile del convento y más tarde obispo en la Imperial de Chile en su Relación del Perú atestigua que para 1650 "concurre mucha gente por la devoción grande que se tiene, particularmente a la imagen puesta en el altar". Se le daba culto en la segunda capilla del lado de la epístola, hasta que en 1687 se le asignó la del Santo Cristo, en el crucero y lado del Evangelio". Para fomentar su devoción, se establecieron varias cofradías, la de españoles en 1562, y las de indios y morenos en 1564, que se dedicaban al culto a María. Se inauguraban las fiestas en el mes de octubre en la primera Dominica y a ella seguía –el domingo siguiente- la fiesta del Dulce Nombre de María, día en que se sacaba una réplica en procesión. Si los seglares se aprestaban con ilusión al culto, no se quedaron atrás sino que más bien la estimularon los PP. Dominicos

 

ROSA DE SANTA MARÍA concentró sus afectos en la Virgen del Rosario Tal como aparece en la bula de Canonización, Santa Rosa de Lima mantuvo coloquios con esta imagen en el momento de su consagración. Su primer biógrafo P. Hansen nos escribe que aquel día, Domingo de Ramos, postrada allí a los pies de la Virgen, derramó su corazón que le salía por los ojos en copiosas lágrimas...Mas clavándolos en la santa imagen y viendo su rostro más sereno que solía y más propicio y risueño, volvió sobre sí y se tranquilizó...Y parece que el mismo Divino Niño le habló de esta manera: Rosa de mi corazón, yo te quiero por esposa. Estas voces penetraron el corazón e la virgen y sin poder tenerse en pie cayó desmayada, no sabiendo qué decir y reconociendo la merced que se le hacía, no se le ocurrieron palabras más adecuadas que las que pronunció la Madre del Redentor al ser escogida para tal dignidad: He aquí la esclava del Señor. Aquí tenéis Señor, a vuestra sierva.

 

MARTÍN DE PORRAS tributó el mismo amor a la misma advocación aunque en la imagen venerada en uno de los claustros. Logró limosnas para construir un retablo y hacerle una cofradía, Nuestra Señora del Rosario de Pardos o mulatos. Es la imagen que se venera en la capilla, situada al lado de la puerta que da al claustro viniendo de la iglesia.

 

SAN JUAN MACÍAS, EMIGRANTE DE POR VIDA

Destaca su filial devoción a la Virgen María. Al quedar huérfano guardaba las ovejas de su tío y tomó la resolución, niño todavía, de rezar tres rosarios cada día: por los pecadores, por las almas del purgatorio y por él mismo. En 1630 se le apareció Nuestra Señora del Rosario en la capilla de su convento con motivo de un temblor de tierra. El mismo Juan contó que Nuestra Señora del Valle, cuya imagen veneraba en el cuadro que tenía en su celda, le había hablado y concedido cuanto le había pedido. Con el rezo del Rosario invocaba a la Trinidad por medio de María. Su contemplación le llevaba a amar a la naturaleza, al prójimo, su vida consagrada. Dios obró por su intercesión varios milagros entre los que sobresalen las constantes multiplicaciones de alimentos. Así para poder dedicar más tiempo a los pobres y al rosario, amaestró al borriquillo del prior, a fin de que pudiera hacer él solo la ronda de las casas de los bienhechores, trayendo después al convento los cestos llenos de donativos de ropa y comida. Cuentan las crónicas que un día en que San Juan Macías oraba en la capilla del Rosario, se elevó en espíritu y se sintió atraído hacia la imagen, quedando absorto un buen rato. Acaeció que el novicio Fray Antonio Espino bajó del coro a la capilla para prender un cirio en la lámpara del Santísimo y al ver arrobado a Fray Juan corrió de prisa un poco asustado, pero Juan le dijo: "No temas, angelito, y hazme la gracia de no hablar de lo que has visto, mientras yo viva". A él se debe que el segundo domingo de octubre se celebre cada año la fiesta del Dulce Nombre de María y que en ese mismo día se dotase a algunas jóvenes pobres con la suma de 500 pesos gracias a la ayuda del Virrey Marques de Mancera. Al finalizar el mes de agosto de 1645 enfermó de disentería. Su celda era visitada por los pobres y los ricos. A su cabecera se hallaba el virrey, marqués de Mancera. Murió el 17 de septiembre de 1645, contaba 6O años. Gregorio XVI le beatificó en 1837 y Pablo VI le canonizó en 1975.

 

SANTO TORIBIO MOGROVEJO quien nos legó el santuario dedicado a Nuestra Señora de Copacabana y quien rezaba con ternura las letanías a Santa María que recogen los sínodos diocesanos limeños, Conocemos por el Diario de la Visita  cómo en  julio de 1593 visitó las cofradías de Nuestra señora del Rosario, Otro de sus primeros biógrafos, Antonio de Lorea, cronista de la orden dominicana, siempre atento a lo que significa señalarse en la devoción mariana, subrayará esta constante actitud de su amor mariano:  "Con amor de hijo veneraba a la siempre Virgen María y con tierno afecto la amaba...rezando todos los días su Oficio Divino a que añadía muchas oraciones y preces y por corona de sus devociones el Rosario, sin que en ningún día faltase a esto, aunque las ocupaciones fuesen muchas y graves. Todos los sábados ayunaba con reverencia suya". La primera página descriptiva es la seis y nos informa de que el Arzobispo comienza la visita el 7 de julio de 1593 en Carabayllo a 4 leguas de Lima y que tiene como cura al P. Fr. Diego de Haro, de la Orden de Nuestra Señora de la Merced, buen lenguaraz. Los indios resultantes son: Tributarios, 60. Reservados, 8. De confesión, 200. Ánimas: 249 (chicos y grandes). Sínodo, 190 pesos ensayados. Cofradía del Rosario con jubileos y sin renta. Firmado: Fernando de Almansa, público notario. Confirmó: 43.

El nombre de letanía viene del griego "lité" que significa "súplica". En la iglesia es uno de los modos más comunes de oración oral.  León Pinelo, el primer biógrafo de Santo Toribio Mogrovejo (1538-1606), nos describe en su libro cómo el Prelado "se recreaba en repetir abiit in montana cum festinatione, porque trata de la visitación y de que la Virgen Santísima fue a las montañas a visitar con alegría, porque no se contentaba con obrar lo que era a su cargo, sino con que esto fuese con gusto, haciéndole deleite del trabajo y entretenimiento de la fatiga, sólo por ser en servicio de Dios".

Su secretario personal y secretario del Cabildo catedralicio, Diego Morales, recoge lo que en el Prelado sería una costumbre muy arraigada. Acabada la visita, como a las cuatro de la tarde, "partió para el pueblo de Mala, y, habiéndole anochecido en el camino por ser muy pedregoso y de cuesta, pasó mucho trabajo, y en todo él iba alabando a Dios y cantando la letanía de la Madre de Dios, y el dicho padre fray Melchor de Monzón que venía con este testigo y el dicho licenciado Cepeda le respondían, que no parecía sino que venía allí algún ángel cantando aquella letanía, con lo cual no sintió el camino".

 

            Tales letanías, llamadas "de santo Toribio", se siguen rezando en Lima, conteniendo bellas invocaciones, en número mayor que la lauretana. Como ha estudiado el P. Esteban Puig "contienen advocaciones y peticiones de bellísimo sentido latinoamericano, clamores y súplicas de una Iglesia joven que vio en María, desde sus albores, a la Estrella de la primera evangelización y supo recurrir a Ella, desde los inicios, como Madre bondadosa". El mismo Padre Esteban Puig destaca dos aspectos fundamentales: el uso de citas bíblicas –preferentemente de los libros del Éxodo, los Proverbios, Cantar de los Cantares. Judit, Salmos, Números, Crónica de los Reyes, Apocalipsis...-  acoplados con la invocación. En segundo lugar, un fuerte contenido alegórico y poético de las advocaciones.

En cuanto a las letanías lauretanas fueron extraídas también de la Sagrada Escritura, de la liturgia, de los Santos Padres, y siempre se refieren a sus virtudes o a los acontecimientos de la vida de Cristo o del cristianismo; su contenido está impregnado de alto contenido teológico y ternura poética filial. . Su esquema obedece al patrón propio de la liturgia; pedir perdón por nuestros pecados, listado de alabanzas marianas y la conclusión con el "Cordero de Dios". El texto más antiguo se encuentra en un misal de Maguncia del siglo XII; la actual letanía del Rosario fue adoptada por el santuario mariano de Loreto (Italia), el cual da nombre a la letanía. El Papa Sixto V, en 1587, las aprobó para toda la Iglesia. En ella se invoca a María con diversos títulos: privilegios, advocaciones y peticiones como Madre Buena y Virgen por parte de sus hijos.

En las de Santo Toribio se emplean las imágenes de frutos y plantas, "implorando, con expresiones líricas de profundo valor místico, las necesidades propias de los hombres y mujeres de nuestras tierras". La primera numeración corresponde a la Maternidad y su Virginidad a los que se añaden títulos como "Corona de gozo", "Bella como la rosa", y toda una catarata de piropos como "Lirio que destila mirra" "Puquio de agua vida"... Donde más aparece la súplica amorosa hacia la Buena Madre es cuando se pide "Ruega por nosotros": Nodriza de los pobres, Ungüento en las molestias, Madre tierna de los niños...

Muchos de estos títulos aparecen en diferentes cuadros pictóricos de iglesias y conventos del norte de Perú.

El Maestro. P. Fr. Hernando de Quiros, OP, prior del convento Santo Domingo. de la Recoleta, 46 a, (16.III.1632)  (647v) f.648 lo conoció "desde que tiene uso de razón hasta que murió porque este testigo fue colegial del Colegio Seminario que su Ilma. fundó en esta ciudad y con esta ocasión le veía muy de ordinario y sabe que fue muy noble de sangre, ilustre, por tener como tuvo y tiene sobrinos con hábitos de las Ordenes Militares [648v] [649] y procuraba que todos fuesen muy devotos de Nuestra Señora del Rosario y que trajesen sus rosarios y fundaba en los pueblos [649v] de los indios cofradías Nuestra Señora

 

SAN FRANCISCO SOLANO

Un día, Solano danza delante del Santísimo, saca coplas de enamorado a María y canta villancicos andaluces al Niño Dios. Contagia a los hermanos; fray Juan Navarrete, que le reprende por estas "irreverencias", termina tarareando él mismo coplas de su tierra en honor del Creador.

En lo sucesivo, su vida será más de cielo que de tierra. Sus fuerzas van decayendo y es trasladado al convento de Jesús. Llegamos al 12 de julio, lunes. Es la hora del perdón comunitario y de la renovación de los votos. Se le interroga solemnemente, y el Padre Francisco sólo puede asentir. Comulga, cierra los ojos y queda en silencio de paz. Parece soñar dulcemente. De repente, un respiro y una palabra: "María. ¿Dónde está Nuestra Señora?". "Está de fiesta y le espera, vestida de Reina" - dirá el padre predicador Mendoza. A la mañana siguiente, le despierta el beso del negrito fray Antón, quien le susurra: "¿Se acordará de mí?". Francisco lo afirma por tres veces. Por fin, muy suavemente: "Hermano, persevere en el servicio de nuestro Señor y verá la vida eterna".

DIEGO MARTÍNEZ, SI (1542-1626)

Nació en 1542 en la villa de Ribera del Fresno (Badajoz), por tanto fue paisano de San Juan Macías. Sus primeros 16 años los pasa acompañando a sus padres labradores, los cuales, deseosos de tener un hijo sacerdote, lo enviaron a Salamanca para que estudiase en la famosa Universidad. Así se hizo y pudo estudiar pero simultaneando su carrera con el trabajo de criado de otros estudiantes. Al concluir los estudios en 1566 ingresó en la Compañía de Jesús. En 1571, en la expedición del famoso José de Acosta, viene hasta el Perú. Destinado a Cuzco, aprende el quechua y es ordenado sacerdote. En 1577 fue enviado a la célebre misión de Juli donde permanece hasta 1584, fecha en la que parte hasta Santa Cruz de la Sierra. Allá estudió las lenguas gorogotoqui, chané, capaccoro y chiriguana y escribió el catecismo en algunas de ellas. En 1599 fue nombrado rector del colegio de La Plata; de 1606 a 1611 lo es de Cuzco. Al culminar su vida fue destinado a Lima donde será confesor de Santa Rosa desde 1514 hasta su muerte y donde ejerció en el Colegio de San Pablo por 14 años. El obispo de Huamanga, Francisco de Verdugo, que le conoció de cerca, sintetiza su vida escribiendo que durante 50 años "con gran utilidad de los prójimos se empleó en su servicio, prodigándose y mostrando el camino de la verdad, tanto a los fieles como a los infieles"

Se conserva una carta dirigida a la Virgen María: "Reina Madre Señora y Abogada mía con grande deseo y ardentísimo afecto desea mi alma veros y gozaros para con todas las fuerzas de mi alma amaros y serviros por toda la eternidad, suplico a vuestra majestad con profundísima humildad me alcancéis de vuestro Hijo benditísimo Jesús Redentor y Señor mío me lleve el día de vuestra Santísima Asunción o en su octava para que yo vea vuestro Divino Rostro y bese esos santísimos pies, ame y alabe vuestras grandezas y si no estoy dispuesto fácil le es a Vuestra Divina Majestad alcanzarme gracia, santidad y pureza para que mi alma salga de este destierro con la vestidura de boda y parejo que Vuestro Santísimo Hijo quiere y para que yo también de mi parte me disponga" 9 de agosto de 1610

P. FRANCISCO DEL CASTILLO Y A SU MAESTRO P. ANTONIO RUIZ DE MONTOYA los unían muchas preferencias, una de ellas, la piedad mariana y la "cordial devoción al Santo Rosario que ninguno de los dos dejaba de rezar. Es conmovedor el testimonio que nos narra en su Autobiografía (n.13) "En estos ahogos y desconsuelos hallaba el consuelo y alivio en la siempre Virgen María, madre y amparo nuestro, por medio de una devotísima imagen suya que tenía dentro del cancel, en el aposento. A esta soberna Señora le daba cuenta de mis trabajos, tristezas y desconsuelos, aunque muy bien le constaban, con esta consoladora de los afligidos me consolaba, con esta amorosa madre me regalaba, y por su medio e intercesión me daba Dios fortaleza y gracia y una grande resignación y conformidad en todo con su santísima voluntad, con una grande lluvia de lágrimas, en especial cuando le rezaba el Rosario".

Nació en la calle Aldabas, situada en la primera cuadra del jirón Azángaro, en el Centro Histórico de Lima, el 9 de febrero de 1615. Fue bautizado en la parroquia del Sagrario de la Catedral de Lima el 23 de febrero de 1615. Estudió en el colegio jesuita Colegio Real de San Martín de su ciudad natal. A los 16 años, concretamente el 31 de diciembre de 1631, ingresó a estudiar en el noviciado de los jesuitas, e hizo sus primeros votos religiosos en la Compañía de Jesús el 2 de enero de 1635. Se dedicó a evangelizar a los negros, y su trabajo con ellos fue resaltado por Jean Pierre Tardieu, quien ha descrito cómo utilizaba láminas pintadas para explicar la doctrina católica. Su predicación provocó notables conversiones, como la del venerable Francisco Camacho. Solía visitar los lugares donde trabajaban los negros y cuando estos se arrepentían de haber huido, acudían a él para que intermediara para que no les aplicaran penas severas; el sacerdote jesuita solía abogar por ellos y consumía su tiempo en estas gestiones. Tardieu afirma que Del Castillo escribió un manual o devocionario en la lengua de los negros. El 12 de noviembre de 1658, la Compañía de Jesús tomó posesión de la Capilla de Nuestra Señora de los Desamparados, ubicada detrás del Palacio de Gobierno, en la banda izquierda del río Rímac -la puerta principal daba a lo que sería la primera cuadra del Jirón de la Unión. Al año siguiente y hasta su muerte, el padre Francisco del Castillo se encargó de esa capilla.

LUIS JERÓNIMO ORÉ El célebre misionero franciscano de Ayacucho, historiador y obispo de La Imperial de Chile, en su Símbolo Católico de 1598 afirmará "ser muy justo y conveniente que en todas las iglesias de los indios haya imagen de esta gloriosa Virgen y, si pudiera ser, tenga altar o capilla particular, para que con más devoción acudan los indios a invocarla en todas sus necesidades". Además de explicar el canto solemne de la Salve, pide a los curas doctrineros "que los indios sean enseñados a rezar el rosario" y propone que "las fiestas principales de Nuestra Señora sean celebradas con solemnes vísperas, misa, procesión y sermón"; este mismo Padre compuso unas famosas letanías a la Virgen muy difundidas en la época virreinal.

 

VENERABLE P. FRANCISCO CAMACHO, convertido a mejor vida por la advocación de Nuestra Señora de la Antigua, venerada en la Catedral,. A mediados del siglo XVI, D. Juan Federegui, arcediano de la catedral de Sevilla, hizo sacar una copia de la imagen para remitirla al venerable cabildo limense. La pintura, que tiene similares dimensiones que la sevillana, fue enmarcada en plata y colocada durante el arzobispado de Santo Toribio de Mogrovejo en la capilla del trascoro, en un primoroso retablo espléndidamente tallado y dorado, frente a la puerta principal de la Catedral. El afecto que la Antigua concitó desde entonces entre los limeños, se puede aún calcular por esta tierna copla popular:

Este trono que ves tan majestuoso

 a la Madre del Verbo consagrado,

en que el arte parece se ha apurado,

uniendo lo magnífico a lo hermoso,

bosquejo es de aquel otro más glorioso

al que Dios Trino y Uno la ha elevado...

Según es constante tradición, "a esta imagen le profesó singular amor el venerable Fray Francisco Camacho, religioso hospitalario, nacido en Jerez de la Frontera, en 1629 y venido al Perú como militar, donde, como al fundador de su Orden, le atrajo Dios a sí, por medio de un varón santo, el P. Francisco del Castillo de la Compañía de Jesús. Con su vida penitente y santa fue, por espacio de treinta años, la edificación de toda la ciudad de Lima (...). Este insigne varón recibió de la Virgen de la Antigua muchos favores y en especial, uno muy notable, a raíz de su conversión". Esta misma capilla "fue el escenario de una de la visiones del venerable Francisco Camacho. Un día al demorarse el inicio de la celebración eucarística que Francisco esperaba ansioso, le dijo a la imagen de la Antigua: — ¿Es posible Señora que no ha de haber misa? Al instante la Virgen contestó: — Espera y tendrás misa. El mismo Cristo con la ayuda de San Mateo y San Juan celebraron misa para el humilde juandediano".[1]

 

FRAY PEDRO URRACA, falleció en Lima en 1657.Pedro Urraca de la Santísima Trinidad  nació en Jadraque (España) en 1583. Su hermano franciscano lo llevó a Quito, donde por inspiración de la Virgen ingresó a la Orden de la Merced. Desde muy joven consagró su vida a la virtud, destacando en la penitencia, la abnegación, la oración y la humildad. Ordenado de diácono fue enviado a la Recoleta Mercedaria de Belén, en Lima, donde fue ordenado sacerdote en 1610, dedicándose a la evangelización de los más pobres. Con el íntimo deseo de ir a África a redimir cautivos, volvió a España en 1621. Tras 7 años regresó al Perú, ejerciendo en Lima los ministerios de la predicación y del confesionario, a la vez que crecía su fama en la vivencia de su fe. Los últimos años de su vida estuvo paralítico; ello no quitó ninguna ocasión para continuar su apostolado a través de la dirección espiritual de muchas almas hasta su muerte el 7 de agosto de 1657. Enseguida se inició el proceso de beatificación que fue llevado a Roma en 1678; el 31 de enero de 1981 se decretó la heroicidad de sus virtudes.

Destaca sobremanera su ministerio en la casa del escribano regio, Sebastián Ortiz, al final de su vida. Allá muchos fieles se dieron cuenta de su inmenso amor a Dios, a María, al prójimo, su amor a la cruz y a los pobres. Algunos casos especiales fueron la salvación de una sirvienta que se había preparado una poción para abortar. De igual modo, un sacerdote, obsesionado por la idea del suicidio fue librado y vivió una vida santa. También, el capitán Juan de la Daga se convirtió a sus pies. El propio escribano real llevó una conducta ejemplar logrando que dos de sus hijos fuesen sacerdotes, dos hijas religiosas y la quinta casada ejemplar.

Al final de su vida, con grandes dolores, tan sólo decía: "Sea por amor de Dios, bendita sea Dios, cuán bueno es Dios". 

Como buen mercedario tuvo gran devoción a Nuestra Señora de la Merced. En su convento levantaba la Salve Sabatina, el Conceptio tua, el Tota Pulchra est Maria. Fiel a sus Reglas recitaba y meditaba las antífonas a Santa María. De once a doce de la mañana "tenia otra hora de oración en los misterios de la Virgen". Solía ir a la Recoleta mercedaria de Belén donde contemplaba varias imágenes marianas en su oración de retiro.

Una vez que su padre estaba enfermo, como el diablo le tentase indicando que no tenía caridad por haberle abandonado sintió que la Virgen le decía: "no desmayes Pedro, que yo cuido de tu Padre" y él le respondía: No desmayo, Reina de los Ángeles, cómo puedo desmayar si soy vuestro hijo".

 

JOSÉ CALASANZ MARQUÉS y MARÍA AUXILIADORA

Este salesiano colosal fue uno de los miles de mártires de la incivil Guerra Civil Española de 1936 a 1939 y que tuvo a su cargo la actual parroquia del Sagrado Corazón en el distrito limeño de Magdalena del Mar, Pariente lejano del Santo Fundador de los Escolapios, había nacido en (Huesca) el 23 de noviembre de 1872. Conoció a Don Bosco en la visita que hizo a Barcelona en 1886, ya que era entonces interno en la incipiente Casa Salesiana de Sarriá. Habiendo profesado a los 18 años, cinco años más tarde, en Navidades de 1895, cantaba allí mismo su Primera Misa.

Secretario del Siervo de Dios don Felipe Rinaldi durante diez años, se le encargó después de la dirección del Colegio de La Esmeralda en las Corts de Sarriá, que en 1905 se trasladaba a Matará. Dejó esta Casa en 1916 para dirigir la de Camagüey (Cuba), de donde pasó a ser Provincial de la Inspectoría Boliviano-Peruana. Aquí, nada más llegar en 1923, el entonces arzobispo de Lima, Monseñor Emilio Lissón lo nombró vice párroco de la entonces viceparroquia de San Miguel y Magdalena del Mar, y desde 1925 de su Inspectoría de procedencia, la Tarraconense

 

ASCENSIÓN GOÑI. FUNDADORA DE LAS DOMINICAS DEL ROSARIO

Española de origen navarro, la Madre Ascensión del Corazón de Jesús --Florentina Nicol Goñi, nació el 14 de marzo de 1868 en Tafalla. Ingresó en las religiosas dominicas de la Tercera Orden de Huesca, fue profesora y directora del colegio anexo al monasterio. En Perú ayudó al obispo dominico monseñor Ramón Zubieta en la fundación de las Hermanas Dominicas del Santísimo Rosario, de las que fue la primera superiora general. El 24 de febrero de 1940 falleció en Pamplona (España).

Nace en Tafalla, Navarra ( España) en 1868. Ingresa en el Convento de clausura de las Dominicas de Huesca a los 17 años. A los 45 años de edad, misionera en la selva peruana. Muere el 24 de febrero de 1940.

 

TITO YUPANQUI, ESCULTOR DE LA IMAGEN DE COPACABANA

LA PAZ, martes, 4 septiembre 2007 (ZENIT.org).-La Iglesia de Bolivia ha expresado su deseo de impulsar el proceso para que uno de sus miembros más señalados y también más humildes llegue a ser modelo de santidad universal, el venerable y siervo de Dios, Tito Yupanqui. Un amerindio de sangre real que recuerda en su actitud humilde y perseverante, y el amor a María, a otro gran santo americano, San Juan Diego. Francisco Tito Yupanqui, escultor de la imagen de la Virgen de Copacabana, goza ya de gran popularidad y simpatía en el país.

Yupanqui nació en Copacabana entre los años 1551-1552; era el cuarto hijo de Tola Yupanqui (Tola) y de María Yupanqui, ambos descendientes del Inca Huayna Cápac.

Convertidos al cristianismo, su padre lo bautizó con el nombre de Francisco. Según Fray Antonio de la Calancha --cuya investigación sobre Yupanqui se publica en el boletín «La Voz del Santuario de Copacabana»--, Yupanqui fue un «devoto iluminado, de quien se vale Dios para realizar un milagro».

Yupanqui viajó a Potosí para aprender las técnicas de pintura y tallado de esculturas, siendo probablemente su maestro Diego de Ortiz.

Tomó tal decisión porque según narra la tradición explica Cristóbal Serna Sánchez, en «Tiempo, Espacio e Historia de Copacabana»--, hizo votos para labrar una estatua de la imagen de la Virgen María a fin de que sus hermanos copacabaneños se convirtiesen al cristianismo. Él no conocía cómo labrar una escultura, de modo que pedía inspiración constante a la Virgen.

Un día, dice la tradición, vio en su cuarto una luz vivísima en medio de la que había una mujer con aspecto muy dulce y tenía un niño con la cabecita apoyada en el seno de la mujer. Yupanqui pensó que la Virgen María se le había aparecido mostrándole cómo quería que fuera su imagen, de modo que resolvió esculpirla él mismo. Hizo una de barro al principio, pero era demasiado tosca e imperfecta. Esa fue la razón por la que decidió trasladarse a Potosí y convertirse en aprendiz de escultor, entregándose febrilmente a su labor.

Tras varias pruebas, por fin logró esculpir una escultura que le satisfacía. Junto con el cacique de Copacabana, Alonso Viracocha Inka, viajaron a Charcas para obtener los permisos que les permitieran fundar la cofradía de Copacabana.

Al presentar copias en lienzo de la imagen, lo único que recibió fue rechazo y burla, pero no se desanimó. En los trámites para conseguir los permisos, fue mejorando su trabajo, y lo trasladó a La Paz.

Estaba en Ayo Ayo cuando la imagen sin querer, fue quebrada por el corregidor de Larecaja, quien al enterarse de la historia de Yupanqui, se postró ante esta imagen.

Al llegar a La Paz, Yupanqui se enteró de que se estaba construyendo un retablo en el convento de San Francisco. Le ofreció al maestro que estaba a cargo de la obra, ser su doméstico a cambio de que le enseñara el oficio y le contó su misión. El maestro vio la imagen quebrada, pero animó a Yupanqui a perseverar.

Un tiempo después, el permiso para fundar la cofradía fue concedido y la imagen terminada.

La población de Copacabana se encontró dividida en dos posiciones: los Urinsayas que apoyaban que el patrono de la población fuera san Sebastián, y los Aransayas, que querían que fuera entronizada la Virgen de la Candelaria (Urinsayas y Anansayas representan la dualidad del mundo andino, que siempre tiene dos partes opuestas pero complementarias).

Ante el problema, se aconsejó vender la imagen pero ésta durante las noches, lanzaba destellos luminosos. Pronto, Calamarca, Guaqui y Achacachi deseaban conseguir la imagen para sí.

El corregidor de Achacachi y Copacabana, finalmente se reunió con el líder de los Urinsayas Diego Churatupa, y acordaron llevar la imagen a Copacabana.Sin embargo, por un tiempo, ésta se quedó en Tuquina, hasta que finalmente fue trasladada a Copacabana, donde fue recibida en medio de una gran multitud.

 

SANTA NARCISA DE JESÚS MARTILLO MORÁN (1833-1869)

Nació en Ecuador, en la localidad de Nobol, cerca de Guayaquil, en 1833. Sus padres eran agricultores y fue la sexta de nueve hijos. Su madre murió cuando era pequeña. Era aficionada a la costura, al servicio doméstico, también al canto y la guitarra

Desde sus años de juventud optó radicalmente por la santidad volando con las dos alas que tradicionalmente han puesto en marcha los santos: la oración y la penitencia. En la sencillez de los quehaceres domésticos se fue convirtiendo en una contemplativa enamorada de Dios; le gustaba retirarse a un bosquecillo cerca de su casa. Quiso seguir el ejemplo de la vida de la santa también ecuatoriana Marianita de Jesús (1618 - 1645). Sus biógrafos las consideran como almas gemelas

En Guayaquil tuvo como consejero al gran franciscano Pedro Gual –residente en Lima- , campeón de la defensa de la Inmaculada y de la inefabilidad del Papa. Le orientó decididamente en su vocación religiosa e ingresó como hermana de la Tercera Orden de San Francisco en nuestra Lima, en el convento dominico del Patrocinio, ubicado en la Alameda de los Descalzos.

Aunque residía con las freilas o monjas con votos perpetuos, la Hermana Narcisa nunca  hizo votos, pero se le permitió participar de la vida comunitaria. Tanto los religiosos como los laicos que frecuentaban el beaterio se percataron de la alta espiritualidad de Narcisa.

Practicaba la caridad especialmente con los pobres y enfermos a quienes les preparaba infusiones de yerbas con las que mejoraban Anheló siempre reproducir la pasión de Cristo y realizaba sacrificios con azotes y coronas de espinas Destacó especialmente en el don de profecía pues llegó a precisar el día de su muere que tuvo lugar en una fecha singularmente amada por ella, la fiesta de la Inmaculada de 1869. Murió en el día de la inauguración del Concilio Vaticano I, ofreciendo sus últimos sufrimientos por este importante evento eclesial. Lima se agolpó a dar el último adiós a esta ecuatoriana tan querida por los limeños en virtud de su santidad.

Posteriormente Ecuador reclamó sus restos y fueron trasladados a Guayaquil en 1955; ahora permanecen en Nobol, su pueblo natal. Juan Pablo II la beatificó el 25 de octubre de 1992. Precisamente en ese año tuvo lugar el milagro de la canonización en Edelmira Arellano, niña que había nacido sin órgano genital, y que a la edad de siete años se curó luego de que su madre acudiera al santuario de Narcisa de Jesús y pidiera por la salud de su hija.

 

LUISA DE LA TORRE, LA BEATITA DE HUMAY (1819-1869)

Nació en Humay (Pisco) el 21 de junio de 1819. Fueron sus padres Agustín de la Torre e Isabel Rojas, quienes fallecieron cuando era muy niña, quedando tanto su hermana melliza Carmen como ella al cuidado de sus tías Francisca y Juana. Desde su más tierna infancia se consagró enteramente al servicio de Dios y a la práctica de todas las virtudes, al punto que sus coterráneos la llamaban la "Beatita" o "La Niña Luisa". Modelo de penitencia, torturaba su cuerpo con cilicios y disciplinas. Su caridad no tenía límites, dándolo todo a los pobres. Pasaba largas noches den oración y a menudo penetraba a la iglesia estando las puertas cerradas y caía en éxtasis. Alguna vez recibió la comunión de manos de los ángeles. Su confesor afirmó que Luisa fue un ángel de pureza. Dios la favoreció con carismas extraordinarios, tales como el éxtasis en momentos de oración, visiones premonitorias con curaciones extraordinarias. El caso más célebre fue el del Padre Julián Endérica –uno de sus confesores- que fue desahuciado en Lima por los médicos; en medio de la grave enfermedad, apareció Luisa, le llevó una medicina y el mal desapareció; el Padre Endérica sanó de la noche a la mañana sin que Luisa se hubiese movido de Humay. Curaba a los enfermos y a los niños los sanaba con solo una caricia. Daba de comer a multitud de personas, con el alimento que se multiplicaban maravillosamente en una ollita diminuta. En un viaje a Ica se vinculó con el célebre predicador franciscano fray Ramón Rojas de Jesús María, el P. Guatemala, quien ejerció como director espiritual suyo. Oraba hasta muy tarde en la capilla del pueblo que se iluminaba con su presencia; entre sus santos los preferidos eran el "doctortito" (Niño Jesús), la Virgen de Guadalupe, San Luis Gonzaga y el Ángel de la Guarda.

 

     MELCHORA SARAVIA TASAYCO, LA MELCHORITA 1895-1951

Melchora Saravia Tasayco, llamada "La Melchorita". Nació el 6 de enero de 1897 en el pueblo de San Pedro de Grocio Prado, perteneciente a la provincia de Chincha, Ica. Su familia fue muy humilde y estaba dedicada al tejido. Desde pequeña aprendió a trabajar en la artesanía del tejido; elaboró canastas, petates, bolsos y esteras con caña, totora, junco y carrizo. Muy espiritual, desde niña visitaba los templos de Chincha y San Pedro.

Supo aunar en su vida oración y trabajo, al tiempo que se proyectó en una comprometida acción social y caritativa. Fue terciaria franciscana y se impuso como deber el visitar a los enfermos y socorrer a los pobres. A su humilde vivienda acudían cientos de personas en busca de consejo, ayuda física y vigor espiritual. Construyó en su casa una ermita como hiciese la pionera Rosa en Lima. Todavía queda su tosco camastro en el que se recuestan los devotos en espera de algún favor y milagro.  Falleció de cáncer el 4 de diciembre de 1951. Su tumba se ubica en la sección Santa Elena (C-33) del cementerio de Chincha.

MONSEÑOR PADRE ALFONSO MARÍA DE LA CRUZ SARDINAS  (Huánuco, 1842-Lima 1902

Fray Alfonso María de la Cruz Sardinas y Zavala, Fundador de la Congregación de Religiosas Franciscanas de la Inmaculada Concepción y Obispo de la Diócesis de Huánuco, nació el 30 de mayo de 1842,en el jirón 28 de julio Nº 700 en Huánuco. Sus padres fueron Don Manuel Sardinas de nacionalidad española y Doña Manuela Zavala ,Huanuqueña. El 1º de Junio de 1842, a los dos días de nacido fue bautizado en la Iglesia "El Sagrario La Merced" de la ciudad de Huánuco, por el  Padre Patricio Trujillo, siendo su Padrino el Presbítero Doctor Antonio Telechea y los testigos Don Juan Abarca y Don Silvestre Estela. Recibió en la Pila Bautismal el nombre de Fernando, cambiado más tarde por el de Alfonso al ingresar de religioso al Convento de Ocopa. Perdió a sus padres a tierna edad y quedó bajo la tutela de Don Isidro Soler quien le inculcó una sólida piedad y una tierna devoción a la Santísima Virgen. A pesar de los cuidados de sus parientes, hubo de experimentar los efectos inevitables de la orfandad.

Ya adolescente de 15 años, su figura era esbelta, alto de 1.71 m., cara un tanto larga y bien proporcionada, frente amplia, ojos grandes y azules, cabellos rubios, dientes blancos, completos,  y bien alineados, de finos modales, de fácil y elocuente palabra; y como todo joven  lleno de ilusiones e ideales y atento a la Voluntad de Dios, como persona cristiana. "Que yo sea defendido por ti ¡Oh Virgen!"

El 06 de Diciembre de 1883 fundó la Congregación de Religiosas Franciscanas de la Inmaculada Concepción, dedicada a la educación y obras de caridad, por inspiración divina recibida en las misiones franciscanas del pueblo de Sayán, cuando fue curado de una grave enfermedad por intercesión de María Inmaculada. Las cofundadoras fueron la Madre Clara Alvarez Salas y la Madre Rebeca Valdivia Paredes, primeras religiosas de la naciente Congregación. El 12 de Agosto 1890 fue nombrado Obispo de Huánuco por su Santidad León XIII. El 11 de Enero 1891 recibió la consagración episcopal por su Excelencia Monseñor Manuel Antonio Bandini en la Catedral de Lima y tomó posesión de su Diócesis el 21 de Febrero 1891.Como Obispo fue Padre, Pastor y amigo de todos, especialmente de sus sacerdotes, para quienes tenía el corazón tierno como el de una madre. Murió en olor de santidad el 26 de Junio de 1902 en la ciudad de Huánuco, a los 60 años de edad. Por su vida virtuosa y ejemplar, el 5 de Julio de 1964, Monseñor Ignacio Arbulú Pineda, Obispo de Huánuco, inició la Causa del Proceso de canonización de Monseñor Sardinas. Su tumba es muy visitada en la Catedral de Huánuco, se le tiene por santo y se le atribuye muchas gracias obtenidas por su intercesión.

MADRE MATILDE CASTILLO DE JESÚS. Restauradora de la congregación Religiosas Franciscanas de la Purísima Concepción de Maríafundada por Santo Toribio de Mogrovejo a petición del pueblo de Huánuco. Nacida en 1894 y muerta en olor de santidad en 1965, vive de modo ejemplar el carisma franciscano en el desempeño educativo. Cuenta Madre Tránsito que  Madre Matilde heredó de su papá don Manuel un amor grande por la Madre del Cileo, "en tal manera que María fue la Madre de su corazón y de toda su vida…para ella fueron sus mejores de vociones, el rezo de lacorona franciscana, la corona dolorosa, santo rosario, coronilla de la Santísima Virgen de Lourdes, rosario de la Virgen del Carmen, el acordaos; nos enseñó a vivir el mes de mayo y todas las fiestas marianas, a las que nos preparábamos con novenas y ayunos".

 

Acto de Consagración a la Virgen de la Evangelización 
Juan Pablo en la Catedral de Lima, 14 de mayo de 1988

¡Dios te salve, María, llena de gracia, Madre de Misericordia! Te damos gracias porque nos has dado el fruto bendito de tu vientre, Cristo Jesús, autor de nuestra salvación.

Tú, Madre y protectora de este pueblo, nos has acompañado a través de la historia, siendo su Maestra en la fe, en la esperanza y en el amor: muéstranos ahora a Jesús, presentándonos el ejemplo de su vida e intercediendo por nosotros.

En esta hora de gracia y bendición para el Perú, deseamos reafirmar nuestra fe en Cristo Eucaristía, Camino, Verdad y Vida, cuya palabra queremos acoger en nuestro corazón como Tú la acogiste, de modo que, renovados por la Eucaristía y la Palabra, podamos edificar todos unidos la ansiada Civilización del Amor.

"¡Nuestra Señora de la Evangelización!". Madre de la Buena Nueva, sabemos que el camino es arduo; esta tierra gloriosa, cuna de santos, se ve ahora afligida por la violencia y la muerte, por la pobreza y la injusticia, por una honda crisis familiar fruto del olvido de la Ley del Señor, por ideologías que intentan vaciar de contenido su fe cristiana.

Por eso queremos ofrendar a Ti todo el pueblo de Dios que peregrina en Perú y poner cerca de tu Corazón de Madre: A los Pastores de la Iglesia, para que sigan siendo valientes maestros de la Verdad, defensores de la dignidad de sus hermanos, constructores de la unidad.

A los sacerdotes, para que cada vez más conscientes de su vinculación con el único mediador, Cristo Jesús, prolonguen su presencia en las comunidades, siendo fieles dispensadores de los misterios de Dios.

A las personas consagradas, para que por el fiel seguimiento de los consejos evangélicos se dediquen intensamente a Dios como a su amor supremo, sean signo preclaro de la Iglesia, y presencia de tu Hijo en el mundo.

A todos los laicos, para que fieles a su bautismo y guiados por el Espíritu Santo sean verdadero testimonio del Evangelio y lo anuncien con su vida. A los hogares cristianos, para que como verdaderas iglesias domésticas, sean auténticos santuarios donde se viva la fe, la esperanza y la caridad, donde florezca la fidelidad, la obediencia filial, el amor mutuo.

A los jóvenes, para que tengan el valor de brindar todas sus energías en construir un nuevo Perú donde se viva sin temor el espíritu de las bienaventuranzas del Reino.



[1]  Oración fúnebre, que a las honras del venerable padre fray Francisco Camacho: religioso de nuestro padre San Juan de Dios difunto en el Co[n]vento de Lima a 23. de diciembre de 1698. Años (Cap. II)

 

 

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