domingo, 9 de marzo de 2014

CRISTÓBAL COLÓN EN PERÚ.

COLÓN EN PERÚ. DESCUBRIENDO AL DESCUBRIDOR, 500 AÑOS DESPUÉS[1]

 

"Colón es uno de los grandes protagonistas de la civilización occidental [...] América ingresó en la historia mundial cuando Colón la reveló a Europa". Tal fue la conclusión del artículo de José Carlos Mariátegui, en 1928, en la popular Revista “Variedades”:

 

Con motivo del medio milenio de su muerte no le han faltado exposiciones, artículos, congresos, especialmente en el Viejo Mundo. En el Nuevo, el descubierto por él, parecen estar disgustados con él. Y pensar que 100 años atrás quisieron hacerlo santo...

 

Tengo en mi mente mis años vallisoletanos, los estudios de licenciatura y de doctorado de historia de América. El Departamento académico se ubica precisamente en la Casa-Museo Colón "Aquí murió Colón" - reza la lápida conmemorativa, justo frente a la iglesia de la Magdalena, lugar donde reposan los restos del pacificador del Perú, Don Pedro de Lagasca. Era un 20 de mayo de 1506. Partía para el último y definitivo viaje, el de la eternidad. 501 años después nos disponemos a evocar su memoria y acercarnos a su subyugante y compleja personalidad. Con motivo de su V Centenario, estudiosos del mundo han vuelto a intentar descifrar los numerosos enigmas acerca de su vida y su misión. Me permito dar algunos apuntes para facilitar un mayor conocimiento de su decisiva personalidad.

 

      La utopía de un navegante al servicio de Castilla

      Aunque se le han atribuido las más curiosas patrias, parece que lo más probable es concedérsela a Génova. Allí nacería hacia el 1451. Muy pronto se integra en el comercio por el Mediterráneo. En 1476 llega a Lisboa desde donde acomete diversas actividades comerciales por Thule o Islandia, Inglaterra y hasta san Jorge de la Mina. Allí se le une su hermano Bartolomé. En 1479 se casa con Felipa Moniz de Perestrello, de la alta sociedad lusitana, y reside en la isla de Madeira donde nace su hijo primogénito Diego.

      En este ambiente marinero comienza a madurar su proyecto descubridor. En 1484 presenta a Juan II, rey de Portugal, su plan de llegar a las Indias por occidente. Es rechazado. Llega al convento de Santa María de la Rábida donde es muy bien acogido por los Padres franciscanos. trata con los duques de Medina-Sidonia y de Medinaceli, de los que obtiene cartas de recomendación para presentarse a los Reyes en Córdoba. La Junta de entendidos, tras la conquista de Málaga, dictamina negativamente.

            Se instala en Córdoba. Aquí nace su hijo Hernando de Beatriz Enríquez de Arana. Se dedica a buscar argumentos de todo tipo para su proyecto: en la Biblia, Plinio, Ptolomeo, S. Isidoro.

      Colón sigue a la Corte y en el verano de 1486 se hace presente en Arévalo. Parece ser que el 11 de agosto llega a Valladolid con la comitiva real que seguiría la ruta por Olmedo, Medina del Campo, Rueda, Puente Duero, Simancas. En el monasterio de Prado tendría lugar la entrevista de la reina Isabel con su confesor y superior del monasterio jerónimo, Fray Hernando de Talavera. Éste fue un firme valedor de los planes del Almirante quien, debido a su devoción mariana, oraba ante la imagen románica de la Virgen - actualmente venerada en san Nicolás - y que fue definida por el Dr. Demetrio. Ramos como "Nuestra Señora de la Esperanza del Descubrimiento".

      En 1487, al doblar el cabo de Buena Esperanza en el este de África el portugués Bartolomé Díaz, Colón ve alterado su plan. El Cardenal Mendoza logra que se reconsidere su proyecto. Colón espera en Guadalupe el fin de la Reconquista. Decide marchar a Francia ante la demora de la guerra. A su paso por la Rábida se encuentra a Fray Juan Pérez de Marchena quien le facilita una entrevista con la Reina el 2 de enero de 1492, justo al terminar la Reconquista con la victoria de Granada. Sus propuestas son aceptadas y firmadas el 17 de abril de 1492 con el nombre de Capitulaciones de Santa Fe. Ellas responden al modelo ensayado con el obispo de Rubicón y Pedro de Vera: una empresa con participación de la Corona en la que se acordaban las condiciones del capital invertido y de los beneficios que podían obtenerse. Colón insistió en dos cláusulas: conseguir las mimas prerrogativas que los almirantes de Castilla aunque sólo en América y gobernar las tierras descubiertas como un Virrey. Los Reyes aportaron 1.400.000 maravedís que, con garantía de devolución, sacó Alonso de Quintanilla de las arcas de la Hermandad General; Colón puso 250.000 de un préstamo de Joanoto Berardi, Luis de Santángel 350.000

 

      Cruzado medieval y ambicioso renacentista

      Sorprende en su carácter la gran capacidad de adaptación a las distintas profesiones de artesano, comerciante, marino, geógrafo. Es indiscutible su vigor físico y altura moral; su inquebrantable firmeza en medio de la adversidad. Su sensibilidad por la naturaleza bien palpable en las páginas de su Diario . Es un fino observador a la par que pragmático marino. Se adhiere enérgicamente a una idea errónea pero fecunda: ir al este por el oeste. Aquí cabría la teoría del piloto predescubridor que recogen cronistas como el Inca Garcilaso, según la cual un marino, Alonso Sánchez de Huelva, le habría comunicado el hallazgo de la nueva tierra. El mismo Lope de Vega se hace eco de esta corriente de pensamiento en su obra El Nuevo Mundo descubierto por Colón. Es la tesis de americanistas insignes como Juan Manzano.

      Dentro de su perfil personal recogemos la magistral descripción que de él hace uno de sus mejores biógrafos, el belga C. Verlinde:

De estatura bastante alto, de cara alargada con una nariz aquilina y ojos azul claro, de piel rojiza, cabellos blancos a sus 32 años. Su conversación era afable y digna, su comportamiento controlado. Sus prácticas religiosas eran estrictas, hasta el punto de que se le hubiese tomado por miembro de una orden monástica, tanto en lo que concierne al ayuno como a los rezos. Jamás escribía sin caligrafiar en cabeza 'Jesus cum Maria sit nobis in via. 'Su devoción a la Virgen y a san Francisco era tan grande que más adelante él atribuyó siempre al favor de Dios lo que había conseguido realizar. Tal sentimiento llegaba incluso hasta hacerle creerse[...]un elegido del Señor[...]Era un espíritu religioso, de una piedad y un misticismo completamente medievales. Pero nosotros sabemos que era además un hombre moderno, lleno de voluntad y de ambición, en un mundo en vía de rápido cambio".

       Dentro del Museo Colón de la ciudad de Valladolid (España) se representan 14 de los más de 30 retratos que intentaban reproducir su fisonomía.

 

      El viaje descubridor

      La dificultad en reunir los tripulantes por la desconfianza que suscitaba un extranjero la resuelven los frailes de la Rábida, los Niño de Moguer y los Pinzón.

      Parten el 3 de agosto, después de confesar y comulgar los 90 navegantes. Hacen escala en la Gomera de donde parten el 6 de septiembre. Marchan hacia el oeste por el paralelo 28º. Vientos propicios, sorpresa por desconocer la declinación magnética, desilusión en el mar de los Sargazos. Tras numerosas dificultades Juan Rodríguez Bermejos (el Rodrigo de Triana) puede gritar "¡tierra!". Era el 12 de octubre, las 2 de la madrugada.

      A la primera isla a 24º N, 74 Aº 30 'llamada Guanahaní por los indígenas, la bautizarán con el nombre de San Salvador (hoy es Watling y depende de Inglaterra). A la segunda se la denomina de Santa María de la Concepción; a la 3º la Fernandina; a la 4ª la Isabela. El primer contacto con los naturales fue muy pacífico. Los indios taínos decían "taínos" que significa "somos nobles".

      La Pinta se había separado en el Canal de la Tortuga. La Santa María encalla en La Española sin poder regresar. El 15 de marzo de 1493 regresa Colón a Palos, tras su paso por Lisboa.

 

      Creyó haber llegado al Paraíso

      Tras el hallazgo Colón redacta la carta donde informa de su descubrimiento. Colón escribirá: "Crean Vuestras Altezas (los Reyes) que en el mundo todo no puede aver mejor gente ni más mansa; deben tomar... grande ale­gría porque luego los harán cristianos y los avrán enseñado buenas costumbres de sus reinos, que más mejor gente ni tierra puede ser..." (Diario 24-XII-1492) "...fallé muchas islas pobladas con gentes sin número... A la primera que yo fallé puse nombre Sant Salvador a conmemoración de su Alta Magestat, el cual maravillosamente todo esto a dado... Así que monstruos no he hallado noticia, salvo de una isla que es Carib... poblada de una iente que tienen en todas las islas por muy feroces, los cuales comen carne humana." (Carta a Luis de Santángel 15-II-1493).

      La reproducción de la portada de varias ediciones de su carta en la que da cuenta de su descubrimiento será fulminante. Se imprime rápidamente en Barcelona en el mismo año de regreso, 1493, donde se encontraban los Reyes Católicos. En 1493 se edita también en Italia, Florencia (1493 y 1495), Roma; Valladolid (1497); Amberes y Basilea en 1493; París 1493; Estrasburgo (1497). En total 12 ediciones de 1493, una de 1494, dos de 1495, dos de 1497, que fueron todas las que en aquellos años publicó la naciente imprenta.

            Conviene recordar que inauguró una serie de escritos que ubicaban el Paraíso en América.[2] Con singular simpatía y gracia lo pondera el historiador agustino Fray Antonio de la Calancha (1584-1654): “Don Cristóbal Colón tuvo por cierto, que en esta tierra estaba el Paraíso como lo alega Gómara y el Padre Martín del Río y el que más lo procura publicar es Antonio de Herrera, cronista del Rey, y no era muy fuera de camino, porque el Paraíso lo sitúan debajo de la tórrida zona Santo Tomás, San Buenaventura, y otros muchos con Durando y Nicolás de Lira... El Padre José de Acosta dice, que ya no que no se debe decir que es el Paraíso este Perú...se puede llamar el huerto de los deleites y otro temperario de los placeres”[3].

 

Un aspecto fundamental de la cordial relación establecida entre Colón e Isabel es el “mesianismo indiano”. Como muy bien apunta Alain Milhou al hablar de la mentalidad mesiánica de Colón, es indudable que estaba marcado profundamente por el espíritu mercantil de su Génova natal y que supo conciliar su patriotismo, su sentido de la ganancia, del ahorro y de la familia con su sueño de cruzada, pero “fue indudablemente en la España de los Reyes Católicos donde se plasmó definitivamente el mesianismo colombino, llegando a inscribirse de manera indisociable en el mesianismo hispánico oficial”[4]. Constantemente Colón recordará que su empresa sería muy provechosa para toda la cristiandad, pero “su celebración de la grandeza de la monarquía española y su adhesión a las corrientes proféticas que les aseguraban la recuperación de Jerusalén y la monarquía del mundo revelan su participación activa en la mitificación de los Reyes Católicos”[5]

 

      Colón, los Reyes y los primeros católicos de América

      Posteriormente fue recibido por los Reyes en Barcelona. Allá presenta ante los Reyes los siete indios taínos, los primeros cristianos. Se cursan órdenes al embajador en Roma, Bernardino López de Carvajal, para que expusiese al Papa Alejandro VII todo lo ocurrido. Asimismo, despacharon a Lope de Herrera a Lisboa para explicar a su aliado Don Juan que el viaje se había realizado en los términos indicados por el tratado de Alcaçovas, al norte del paralelo de Bojador. Para Isabel lo más urgente era la amistad con Roma sancionada con las bulas papales, que reconocen la legitimidad del descubrimiento y poblamiento, siempre y cuando se evangelizase. La misma Reina dispuso la instrucción de los neófitos indios en Barcelona para que le sirviesen como auxiliares en la tarea.

Establecida la Corte en la ciudad condal, los reyes don Fernando y doña Isabel, con el príncipe heredero don Juan y todo su séquito, el 3 de abril de 1493 reciben a Colón en Barcelona, bautizando los 6 primeros indios. Como anota un historiador, Colón “no dejaría de percatarse de que allí se le ofrecía una oportunidad para plasmar un anhelo de los Reyes Católicos, en especial de la reina Isabel, que se cifraba en la difusión de la fe cristiana en las tierras ultramarinas, que para ello constituía uno de los objetivos fundamentales de la empresa y cuyos primeros frutos tenían ahora la ocasión e comprobar [...]Isabel la Católica acumulaba en este histórico acto y en todo el proceso americano de su vida suficientes méritos para ser considera como una verdadera madre de América” [6] El primer cronista indiano, Gonzalo Fernández de Oviedo, a la sazón joven de 15 años, y testigo presencial del acontecimiento por pertenecer a la cámara del príncipe don Juan, da fe del hecho:[7].

 

Más viajes

Segundo el 25.9. 1493. Van varios misioneros como el P.Boyl legado pontificio y Fray Ramón Pané, iniciador del primer estudio antropológico del indio americano. Recorre las Antillas, Cuba, y Jamaica. Es colonizada la isla de Santo Domingo.

Tercero En 1496. Tocó Tierra Firme en la península del Yucatán. Colón vuelve preso tras el juicio del Visitador Bobadilla. La Reina reacciona  ante la esclavitud de los indios.

Cuarto En 1502 recorre las tierras de Honduras hasta el golfo de Darién. El 6 de enero de 1503 llegaba el Almirante a Río de Belén en la costa de Veragua. Allí fundó un pueblo en el que se quedaría su hermano Bartolomé, el Adelantado, y otra gente con un barco para crear la factoría, pacificar la región y organizar el rescate. Pero, al poco tiempo, se rebelaron los indios, matando a algunos españoles. Por esta razón Colón decide volverse en abril con todos los supervivientes; los barcos estaban medio podridos.

 

La muerte

      Tras el fracaso de su último viaje, se retira a Valladolid donde le sorprende la muerte el 20 de mayo de 1506. Su hijo Hernando nos lo relata: "Quedó muy agravado de gota u del dolor de verse caído de su estado; agravado también con otros males, dio su alma a Dios, el día de la Ascensión[...]en la villa de Valladolid, habiendo recibido con mucha devoción todos los sacramentos de la Iglesia y dicho estas últimas palabras: in manos tuas Dómine, commendo spiritum meum" El Mural de B.Rementería sobre la muerte de Colón (1971) del museo evoca el último y definitivo viaje de Colón, el de la eternidad. La figura central es la de Colón con su hijo arrodillado y acompañado de Fray Diego de Deza y Gaspar de la Misericordia con una serie de frailes. Las figuras de la derecha son Álvaro Pérez, Juan de Espinosa, Andrés de Vargas, Américo Vespucio, Hernando de Vargas, Francisco Manuel, Fernando Martínez, Bartolomé del Fresco, Andrés Mirueña y Juan de Porras.

      Había llegado a Valladolid a lomos de mula, después de su corta estancia en Salamanca, acompañado de su primogénito Diego y sus criados Álvaro Pérez, Juan de Espinosa, Fernando de Vargas, Francisco Manuel y Fernández Martínez. Ya se sentía enfermo y después de unas adiciones en su testamento, falleció el 20 de mayo de 1506. Fue enterrado en el convento de San Francisco que se encontraba junto a la Plaza Mayor (actual centro comercial de "Galerías Preciado"). Las honras fúnebres tuvieron lugar en la iglesia de la Antigua. Permaneció en Valladolid hasta que trasladaron sus restos a la Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla antes de 1513, reposando en la capilla de Santa Ana. La versión de su muerte sumido en la pobreza no es exacta. Se divulgó por una errónea interpretación de un cronista que luego popularizaron pinturas románticas.

 

Trascendencia y resonancias en Perú

Aparte de las evidentes interinfluencias entre el Viejo y el Nuevo Mundo, el hecho de darse una primera globalización o mundialización de la historia, Colón sigue interesando. De la trascendencia que este personaje ha ejercido en la historia, nos habla el Beato Papa Pío IX quien –ante la petición de más de 700 obispos- pidió, en el año 1873, que una comisión de historiadores y teólogos instruyese el proceso de beatificación.

No se logró por dos obstáculos insalvables: su concubinato y su postura esclavista respecto a los indios. De él es esta bella oración: “Bueno eres, Señor, sobre toda medida, pues me haces diligente y trabajador, y me pones los medios en mis manos. Día y noche, cada momento de mi vida, voy a agradecérselo, mi Señor y mi Dios. [8].

Un gran educador del Perú, el Deán Valdivia, le dedicó unas páginas con motivo del 386 aniversario de su muerte., en La Bolsa (Arequipa 15 noviembre 1878;: N° 1.400) en el artículo:”Colón”::386 años se cumplirán mañana desde que dio comienzo la más grandiosa y atrevida empresa que recuerda la historia, el hecho más glorioso que España conmemora; hecho de tal naturaleza que no ha de repetirse en el transcurso de los siglos, por la mano del Eterno que guió al inspirado navegante, abriéndole las puertas de cuanto había desconocido y habitable, le hizo abrir a un mundo nuevo, inmenso....”

Con los fastos de 1892, Lima, como todo el mundo hispanoamericano, festejó el IV Centenario. El diario “El Comercio” (18 de octubre de 1892) recoge las procesiones cívicas, bailes, discursos...los arcos triunfales levantados. Un ejemplo, la compañía española de Salvadores “Iberia” levantó un arco representando a los Reyes Católicos; el periodista escribe que entre las figuras “se observa el escudo y corona real de Isabel y Fernando, nombres de los magnánimos reyes españoles que patrocinaron el audaz intento del inmortal genovés”.A continuación se transcribe el discurso del Sr. Eugenio Larrabure y Unanue, a la sazón Ministro de Relaciones Exteriores: “Paso a saludar a Cristóbal ...lo hago así mismo a la nación que tuvo la gloria de comprender el genio del Descubridor del Nuevo Mundo y de darle los medios de realizar su empresa, llenando con su nombre la página más brillante de la Historia. Española fue, en efecto, la mujer sublime que ofreció sus joyas para que se llevara a cabo la empresa y que tomó bajo su maternal cuidado a las desgracias americanas”[9].En Lima, se hacen eco de la carta del Papa León XIII sobre el IV Centenario y Colón. Varios obispos escribieron pastorales; particular interés suscitó la del Obispo de Montevideo con motivo del Congreso Eucarístico organizado para conmemorar el Descubrimiento[10]

Arequipa en su diario “El Deber”, de martes 11 de octubre de 1892, dedica toda su edición “a la memoria del inmortal Colón”. En la portada, incluso, se dedica uno firmado por E. De M. A “La Canonización de Cristóbal Colón” en el que tras dedicarle una encomiástica semblanza, concluye: “el Perú no puede permanecer indiferente espectador de homenajes tan legítimos y tan debidos a un benefactor de la humanidad, entres sus genios el más esclarecido, el más ilustre”. Como la situación de la patria es “precaria y no puede presentarse en lo humano sino cubierta de harapos en tan suntuosa festividad” propone el homenaje de impetrar la canonización a los obispos del Perú. Se incluye “espléndida biografía de CC que se ha editado en Barcelona en un elegante folleto”. Además, se le dedica un extenso poema y un aviso “a todas las personas de buena voluntad para que izen el pabellón nacional en sus respectivas casas” para honrar la memoria de Colón.

 

El Dr. Oswaldo Holguín Callo, PUCP, escribió un documentado artículo titulado “Mármol a Colón (Lima, 1853-1860)” 469-492  Holguín Callo, Oswaldo. Pontificia Univ. Católica del Perú. Mármol a Colón (Lima, 1853-1860). 2006. vol. 2, p. 469-492. [Congreso Internacional V Centenario de la muerte del Almirante. 2006. Valladolid en el que nos rescata la historia del monumento a Colon en Lima. Fue idea del gobierno del general José Rufino Echenique (1851-55), prosiguiendo la dirección modernizadora de su predecesor General Castilla y que quiso dotar a Lima de dos grandes esculturas, la del Descubridor Colón y la del Libertador Bolívar. Se aprovechó la misión del ministro Bartolomé Herrera en Italia para convocar un concurso público que se adjudicó al escultor genovés Salvatore Ravelli, quien la esculpió en mármol blanco de Carrara. Cobró el autor 4.609 pesos peruanos. La base y los relieves fueron trabajados por  su compatriota Giuseppe Palomibini, quien percibió 3.000 pesos. . Las estatuas de las cuatro estaciones, que se encontraban en la Plaza Mayor, fueron a hacerle compañía al almirante. El descubridor de América lleva una singular indumentaria con capa, un detente con la imagen de los reyes católicos que lo ayudaron en su viaje  y una gorra con plumas. En la mano izquierda sostiene la mano de una india que porta una cruz. Ella representa a la América recién descubierta y la conversión al cristianismo de las tribus salvajes que poblaban esas tierras en aquella época. En la parte frontal del hermoso pedestal, se observan dos velas entrelazadas sostenidas por dos espadas cruzadas, sobre estas apenas se distinguen las imágenes de Jesús y la virgen María. En el centro hay una corona de laureles sobre dos cornucopias que derraman frutos y además detrás de estos símbolos surge el emblema de Hermes, el caduceo alado y dotado de dos serpientes. Esto se interpretaría como el protector de los viajes de Cristóbal Colon.

Herrera admiraba a Colón. En el célebre sermón por el Te Deum de 28 de julio de 1845 pronunció: “Falta que Dios que lo había todo preparado tan admirablemente, para que el Evangelio penetrase y fructificase en el Perú, mostrara el Perú a España y ordenara a ésta la ejecución de su decreto. Faltaba Colón, y Dios envió a Colón. Colón atravesó el Atlántico, después de haber atravesado otro mar de escarnios y de torpes afrentas populares: tomó un mundo entero con sus manos: le presentó a la vista atónita de la Europa: volvió una y otra vez a contemplarle: recibió la herida mortal de la ingratitud humana y fue a mostrar al Señor este sello con que distingue a sus escogidos, sin haber vuelto en sí del asombro, con que le había embargado la obra a que había servido de instrumento” (Escritos y discursos I, p.75). La estatua llegó entre abril y mayo de 1858. La de Bolívar se colocó frente al Congreso y la de Colón en la Alameda de Acho. El encargado de colocar la estatu8a sobre su base fue Pietrosanti. La inauguración tuvo lugar el viernes 3 de agosto de 1860. Mariano Felipe Paz Soldán será el responsable de pronunciar el discurso: “Señores: Éste es el momento que el Perú dedica a la gloria del descubridor del Nuevo Mundo. Allí le tenéis, para que al contemplarle, aprendáis a respetar al genio, a honrar la memoria de los hombres útiles al género humano, y para que podáis decir con orgullo que los pueblos libres e ilustrados son agradecidos”

 

 El Embajador de Perú en España, con motivo de la inauguración del Museo Colón en Valladolid, se hizo eco del sentimiento de millones de hispanoamericanos ante el Almirante: “Los países de América hemos mandado aquí, a esta Casa, un puñado de nuestra tierra, como símbolo permanente de nuestro reconocimiento y gratitud al Almirante, y para que las generaciones presentes y futuras recuerden a ese grupo de naciones que constituyeron el gran Imperio Español y que hoy, independientes, forman la Comunidad Hispánica, comunidad caracterizada por un denominado común de lengua, sangre, religión, sentimientos y aspiraciones” (22 de mayo de 1968)

 

José Antonio Benito Rodríguez

C.E. 105841

Dr. en Historia de América

Universidad Católica “Sedes Sapientiae”

 



[1] Se ha publicado una versión de este artículo en “Educador y descubridor, Cristóbal Colón” Revista Riesgo de educar Año 1, nº 1, pp. 45-51 Universidad Católica “Sedes Sapientiae”, Lima. 2006

[2] Alain Milhou Colón y su mentalidad mesiánica Cuadernos Colombinos, Seminario Americanista de la Universidad de Valladolid, Valladolid 1963

[3] “Crónica moralizada del orden de San Agustín en el Perú” Cap.I, cit. en Los cronistas de convento Selección de Pedro M. Benvenuto Murrieta y G. Lohmann Villena, Desclée de Brouwer, París, 1938, pp.40-41.

[4] Colón y su mentalidad mesiánica Cuadernos Colombinos, Seminario Americanista de la Universidad de Valladolid, Valladolid 1963, p.436

[5] Ibídem. p.436.

[6] Juan B. Olaechea Labayen “De cómo, dónde y cuándo fueron bautizados los primeros indios” Missionalia Hispánica-Hispania Sacra Madrid nº 50, 1998, pp.611-636.

[7] Historia General y Natural de las Indias, lib. II, cap. 7 Editorial Guarana, Asunción, 1956.

[8]Tanto que un libro de nuestros días titulado Testigos de la fe en América Latina de E. Stehle (Estella, Navarra, Verbo Divino, 1982) lo incluye en su semblanza

[9] Se incluyen también los poemas de José Armaldo Márquez y de Amalia Puga “El Descubrimiento”: “Era para Isabel –genio fecundo- santamente ambicioso de victoria, predestinado a completar el mundo- vencer al musulmán escasa gloria; y necesitaba el hecho que la encumbra con vivos legendarios en la Historia”.. Como artículos se contienen el de Castelar titulado “El genio y la obra de Colón” y el de Juan de Lima titulado “América”

[10] Ver El Amigo del Clero, 24 septiembre de 1892, Nº 24).

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