lunes, 28 de abril de 2014

APORTES DE SANTO TORIBIO MOGROVEJO PARA LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

APORTES DE SANTO TORIBIO MOGROVEJO

 PARA LA NUEVA EVANGELIZACIÓN 

Instituto de Estudios Toribianos

José Antonio Benito, 27 abril 2014, fiesta de Santo Toribio: http://ietoribianos.blogspot.com.es/

La figura del segundo arzobispo de Lima, natural de nuestra tierra castellanoleonesa, auténtico Santo Padre de América, va cobrando el puesto histórico que le corresponde. Tenemos la mejor prueba con motivo del IV Centenario de su muerte, celebrado el pasado 27 de abril del 2006. Entre los diversos aspectos de la rica personalidad de Mogrovejo descuella su gran preocupación por los nativos, los indios, los pobres más pobres de todos los pobres de su tiempo. A ellos se entregará con denodada pasión de pastor ("con olor a oveja", yendo a la "periferia" como dice el Papa Francisco), celo misionero, ardor de santo, convirtiéndose en su auténtico padre y defensor, pero sin olvidar a los blancos, los mestizos, los negros. Lo que él sembró como simiente, semilla, hace 400 años en la evangelización fundante podemos recogerlo ahora en sazonados frutos si respondemos al desafío de Aparecida como discípulos y misioneros de la nueva evangelización.

SEMBLANZA:

Nace en 1538, en el mes de noviembre, en Mayorga (Valladolid), encrucijada de caminos, entre las actuales comunidades autónomas de Castilla-León, Asturias, Cantabria y Galicia. En 1551 inicia sus estudios de Gramática y Humanidades en Valladolid, capital del mundo hispánico. En 1562 acude a Salamanca donde enseña su tío Juan Mogrovejo, catedrático universitario. También le acompaña a Coimbra (Portugal) por un tiempo. En 1569 obtiene el título de bachiller en Cánones y en 1571, peregrina a Compostela, y se licencia en Derecho. Cuando cursaba estudios de doctorado en el Colegio San Salvador de Oviedo, en 1574, se le nombra para Granada como Inquisidor Apostólico.

En 1580, es propuesto como arzobispo; contaba con 39 años y necesitó una apurada ordenación sacerdotal como paso indispensable para la consagración episcopal. En 1581 llega a Paita y hace su entrada  en Lima un 12 de mayo. En 1583 tiene lugar el Tercer Concilio Limense del que emanan tres grandes publicaciones en quechua, aymara y español: el catecismo, el sermonario y el confesonario. En 1584 comienza su  primera visita pastoral. En 1591 acomete una obra decisiva, la creación del Seminario que -dedicado en su día a Santo Toribio de Astorga- hoy lleva su nombre. Se siente, ante todo, pastor dispuesto a dar su vida por sus ovejas. A tal efecto crea  nuevas parroquias. De igual modo, impulsará instituciones destinadas a la formación de líderes espirituales, académicos y sociales, en los monasterios como el de Santa Clara, hospitales como el de San Pedro, la Universidad de San Marcos, la Casa del Divorcio...En 1593 inicia la segunda visita; en 1605 la tercera; en 1606, la cuarta.

Fallece en 1606, un 23 de marzo, en Saña. Al año siguiente, 1607, un 27 de abril, es enterrado en Lima. En 1679 fue beatificado y en 1726,  canonizado.

En 1978, la Conferencia de Puebla, III CELAM, dirá que "Un obispo, santo Toribio de Mogrovejo, es factor de primer orden en ese jalón fundamental de la Iglesia latinoamericana; por su libertad ante el Estado, su inteligencia y voluntad de servicio, es modelo e inspiración de pastores".

En 1983 Juan Pablo II lo nombrará "Patrono de todos los obispos de América Latina".

En el 2006, Benedicto XVI, con motivo del cuarto centenario de su partida para el Cielo, destacó "su abnegada entrega a la edificación y consolidación de las comunidades eclesiales de su época…, su esfuerzo por aprender diversas lenguas, con el fin de predicar personalmente a todos los que estaban encomendados a sus cuidados pastorales…(su) respeto por la dignidad de toda persona humana, cualquiera que fuere su condición, en la que trataba de suscitar siempre la dicha de sentirse verdadero hijo de Dios".

El actual Papa Francisco, cuando era arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Jorge Mario Bergoglio, en la IV Jornada Foro de Educación, recordó, a Santo Toribio de Mogrovejo, que "apostó mientras fue arzobispo de Lima, a comprender al pueblo yendo a cada rincón del territorio que llegaba hasta la capitanía de Chile".

CONCLUSIÓN: "EN RAZÓN DE QUERERLOS TANTO"

Mogrovejo era jurista y descendiente de eminentes juristas. Llevaba en la sangre y en su mente la defensa del más débil, del más necesitado. Sabía que los pobres más pobres de todos los pobres en América eran los indígenas. Conoce de cerca su dramática realidad y la falta de humanidad hacia el indio por parte de corregidores y administradores. Lucha denodadamente por remedir sus agravios. Aparecida nos habla de los nuevos cristos sufrientes. Constata que "están muy desconsolados y a mí no me ha cabido poca pena y congoja en razón de estimarlos y quererlos tanto". Si amamos a Dios y al prójimo, todo vendrá por añadidura.

 10 LECCIONES para AQUÍ-AHORA: 

  1. Su IV Centenario en el 2006 ha marcado un antes y un después. Necesitamos conocer a nuestros santos, "rayo de luz que ilumina la Palabra de Dios", los castellanoleoneses, los americanos. Les recomiendo "Santos y santidad en el Perú virreinal" de R. Sánchez Concha, el mío de "Peruanos ejemplares". 
  1. Modelo de los obispos de América. Cercanía a nuestros pastores. Conocer la historia de los prelados como el P. Valverde, reivindicar su grandeza, la mayoría fue misionero ejemplar.
  2. Su amor al Perú. De los 25 años de su ministerio pastoral los pasó en su diócesis que abarcaba desde Nazca hasta Moyobamba. La recorrió en varias ocasiones aproximadamente 40.000 kms.
  3. Fue el gran animador de la vida cristiana. Confirmó a un millón de jóvenes, entre los que se encontraron Rosa y Martín. Santo sencillo, de andar por casa. Hizo lo ordinario de modo extraordinario.
  4. Puso su profesión al servicio de la misión. Era licenciado en Derecho, laico comprometido y le pidieron que fuese inquisidor en Granada, luego Arzobispo y él –sin ser seminarista- en un mes fue ordenado y se volcó a su misión, dando sabias leyes a través de los concilios y sínodos.
  5. Un evangelizador a tiempo completo. El Papa Francisco habla de pastor con olor a oveja, de ir a la periferia, sin doble vida. No se quedó en su despacho; fue hasta el último lugar, sin tener en cuenta las dificultades climáticas o la oposición de las gentes.
  6. Fue pan partido para todos. No se dedicó a un grupo determinado, sino a todos. Sin considerar el color de la piel, la distinción social…Se preocupó especialmente de los más necesitados. Bastaba que le dijesen que había un pobre en una choza escondida para ponerlo en primer lugar para consolarle, bautizarle, darle el viático…Sabía que un alma era suficiente diócesis para un obispo.
  7. Catequesis inculturada. Promovió la publicación de catecismos en las lenguas nativas. El Catecismo del Tercer Concilio Limense, primer libro de América, fue traducido al quechua, aimara…
  8. Su lucha por la dignidad de la persona.
  9. Su amor a Cristo y a la Virgen. Era un contemplativo, un hombre de oración y por eso disfrutaba con el evangelio, particularmente el texto de Lucas 1, 39-56: "María se fue deprisa a la montaña a servir con alegría a Isabel". 

 

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lunes, 14 de abril de 2014

TERESITA DE AHUMADA, A ZAGA DE LA HUELLA DE SU TÍA TERESA (Sus declaraciones en el proceso de beatificación. El influjo de su santidad ejemplar)

TERESITA DE AHUMADA, A ZAGA DE LA HUELLA DE SU TÍA TERESA

 

(Sus declaraciones en el proceso de beatificación. El influjo de su santidad ejemplar)

 

José Antonio Benito Rodríguez

 

El Centro Internacional Teresiano Sanjuanista de Ávila, el CITeS-Universidad de la Mística, acogió del 21 al 24 de abril el Congreso Internacional de la Mística 'Fe y Experiencia de Dios' que giró en torno al IV Centenario de la beatificación de Santa Teresa de Jesús.

Más de medio centenar de ponentes de 15 países distintos nos  organizamos en torno a siete simposios diferentes que estructuraron un congreso internacional al que hemos acudido más de 200 participantes de una veintena de naciones de cuatro continentes.

Más de 2.000 personas seguirán online además una cita organizada por el CITeS y la Orden del Carmelo Descalzo y patrocinada por la Junta de Castilla y León, la Fundación CITeS y la Fundación V Centenario, y que ha contado además con la colaboración del Ayuntamiento de Ávila y una veintena de instituciones y universidades nacionales e internacionales.

 El congreso se complementó con una serie de manifestaciones artísticas y religiosas desarrolladas de forma paralela y que arrancaron  con la exposición 'Mística y Arte', de Alejandro Mañas, a la que siguiero una videoinstalación en torno al Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz, la representación de la obra de Juan Mayorga 'La lengua en pedazos', el 22 de abril, las actuaciones musicales de la coral Amicus Meus y la cantautora Carmela Martínez, así como las celebraciones religiosas; vigilia de oración el día 23 concelebración eucarística de la beatificación celebrada por el  obispo de Ávila, Monseñor Jesús Burillo, en la catedral el jueves 24 de abril junto con el general de la orden del Carmelo Descalzo, Saverio Canistra.

 Durante la celebración del congreso se desarrollarán 60 temas para conmemorar  la beatificación de Santa Teresa, el 24 de abril de 1614, y que fue "el punto de partida para la difusión internacional de la figura, sus escritos y su mensaje".

(Toda la información sobre este congreso se puede encontrar en la página web http://www.mistica2014.com/ y pueden ver el programa en este enlace.

 

Mi comunicación –considerando los 400 años de la beatificación de Teresa- , quiere acercarles a la persona y espiritualidad de Teresita, la sobrina carmelita americana, para profundizar en la santidad de la gran Teresa gracias a las declaraciones en el proceso de beatificación[1]. En segundo lugar, deseo rastrear el influjo espiritual de la Santa en la sobrina a quien tantos cuidados prodigó. 

 

TERESITA, FRUTO DEL NUEVO MUNDO

Tal como escribe la Santa en su autobiografía, fueron doce hermanos: "éramos tres hermanas y nueve hermanos" (Vida I, 4) Siete de ellos se establecieron en América. Lorenzo, padre de Teresa, fue a Perú con la expedición de Vaca de Castro en 1540. Se avecina en Quito hacia 1549. El 1° de enero de 1550 fue nombrado regidor del cabildo y, el 23 del mismo mes, tesorero de las Cajas Reales. Desempeñó los cargos de teniente de gobernador y capitán general, así como de alcalde ordinario de la ciudad. El 18 de mayo de 1556 se casa con doña Juana de Fuentes y Espinosa, oriunda de Trujillo (Perú) e hija de Francisco de Fuentes y Bárbola Espinosa; esta última fue fruto de la unión ilegítima de una india con el célebre Licenciado Gaspar Espinosa, oidor de Santo Domingo y primer gobernador de Panamá[2]/.

El 25 de octubre de 1566 nace Teresa. La educación fue la mejor que podía darse en una ciudad naciente que no contaba siquiera con un convento o colegio de niñas. La pequeña aprendió a leer y a escribir correctamente. Al llegar a Sevilla su tía queda prendada con la sobrina, la cual no ahorra calificativos: "La Teresa habrá ocho o nueve años, harto bonita y hermosa"(C. 86, 3). Su vivencia indiana estará siempre presente. Cualquier menudencia le sirve a la Santa para mencionar a Teresita. Así, al escribir a María de San José que las monjas no quieren la estameña tan cara, anotará "la de que se hacen las sayas por acá es como las que se hacían a Teresa, y más grosero" (C. 122, 1). O cuando da cuenta de que "no parece el 'Agnus Dei' [3]/ grande de Teresa, ni las dos sortijas de las esmeraldas" (C. 126, 4).

 

LECCIONES VITALES DE UNA APRENDIZ DE SANTA

La joven Teresita, sobrina carnal preferida, será testigo de los tremendos sufrimientos de la Santa reformadora, pero sobre todo nos transmite la humildad, obediencia y paz gozosa con que lleva todos los contratiempos de la vida. Teresita graba fielmente en su retina los sublimes ejemplos de su tía. Nos fijamos en los aspectos más sobresalientes subrayados por ella tal como lo manifiesta sus declaraciones en los dos procesos, el primero el 22 de enero de 1596 donde menciona con frecuencia que "esta declarante" "vio", "estuvo presente". La segunda tuvo lugar el 9 de septiembre de 1610 en el Convento de San José ante el Dr. Pedro de Tablares, arcediano de la catedral, juez apostólico, ante Francisco Fernández de León, notario público apostólico, el mismo de 1598.

1.      La cautivadora sencillez y unción de sus libros: "Con ser tan desapegada e incrédula de las cosas de la Santa madre Teresa de Jesús, que la hacía la lectura del dicho libro un movimiento particular interior" (D2, 330).

2.      Su amabilidad: "Y así vio esta declarante muchas veces que se rendía al parecer de sus súbditas y se le pedía con gran humildad" (D2, 331) (...) "la grande humildad que tenía y del conocimiento de lo poco que en sí era, una grande estima de los prójimos y de cualquier virtud que en ellos veía" (D2, 332).

3.      Caridad social: "(...) del mismo amor que tenía a Dios la esforzaba tanto, que atendía a las necesidades de los prójimos y al consuelo como si no tuviera otra cosa a que acudir. Visitaba a las enfermas ..muy ordinario estaba oyendo a diferentes personas sus penas, sucesos y negocios (D2, 341).

4.       Siempre lo más perfecto: "Tenía hecho voto de hacer siempre lo más perfecto...De ordinario andaba alabando a Dios Nuestro Señor... Todos los trabajos le parecían pequeños por su amor, y así decía que le parecía pasara muchas muertes, porque un alma le sirviera" (D1, 192).     

A cubrir el vacío dejado por la muerte de Teresa en el convento de San José ayudaría la elección de nueva priora y la profesión de la joven. Cuenta 16 años y vivirá en San José hasta los 44. Los últimos días de su vida los dedicará al Informe para la canonización de su tía. La declaración será extensa, precisa y llena de fervor hacia la santa. Probablemente tuvo lugar en su propia celda, pues la hizo la víspera de su muerte. En ella campea la gracia a raudales y un sentimiento puro de gratitud, de anonadamiento ante la obra de Dios en las almas, particularmente en la de Santa Teresa, de la que ella ha sido testigo cualificado.



[1] Biblioteca Mística Carmelita (BMC). Obras de Santa TeresaII, pp. XX-XXII. Santa Teresa de Jesús. Obras Completas.  Madrid, Espiritualidad, 1984.

[2]/ Antonio Unzueta Echevarría. La Orden del Carmen en la evangelización del Perú. Vitoria, Ediciones El Carmen, 1992, p.114.

[3]/ Relicario que llevaban al cuello especialmente las mujeres. 

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La verdad histórica puede ayudar a discernir lo que el Espíritu Santo quiere decir a la Iglesia de hoy: el Papa al Pontificio Comité de Ciencias históricas

La verdad histórica puede ayudar a discernir lo que el Espíritu Santo quiere decir a la Iglesia de hoy: el Papa al Pontificio Comité de Ciencias históricas

http://media01.radiovaticana.va/audiomp3/00422834.MP3

(RV).- (audio) RealAudioMP3 El Santo Padre ha recibido esta mañana a las 11 y media en la Sala de los Papas del palacio apostólico a los miembros del Pontificio Comité de Ciencias históricas, al final de su Asamblea plenaria donde recordaron el 60 aniversario de esta institución, creada por el venerable Pio XII en 1954.
"El estudio de la historia, -ha dicho el Papa, recordando las palabras de Cicerón pronunciadas por Juan XXIII en el discurso inaugural del Concilio Vaticano II- es uno de los medios para la búsqueda apasionada de la verdad, que siempre impregna el ánimo del hombre".

"En sus estudios y en su enseñanza, ustedes se encuentran frente a las vicisitudes de la Iglesia que camina en el tiempo, con su gloriosa historia de evangelización, de esperanza, de lucha diaria, de la vida dedicada al servicio, de constancia en el trabajo fatigoso, así como también de infidelidades, de abjuraciones, de pecados. Sus investigaciones, marcadas por una verdadera pasión eclesial y por un amor sincero por la verdad, pueden ser de gran ayuda para aquellos que tienen la tarea de discernir lo que el Espíritu Santo quiere decir a la Iglesia de hoy".

De hecho, ha recordado el Papa, el Comité de Ciencias Históricas coopera desde hace mucho tiempo con instituciones culturales y centros académicos de muchas naciones. Es por ello, ha dicho, que "en el encuentro y en la colaboración con investigadores de otras culturas y religiones, ustedes pueden ofrecer una contribución específica al diálogo entre la Iglesia y el mundo moderno".
Entre las próximas iniciativas del Comité de Ciencias históricas Francisco ha señalado la conferencia internacional con motivo del centenario del estallido de la Primera Guerra Mundial. "En ella podrán pasar reseña a las investigaciones más recientes, con especial atención a los esfuerzos diplomáticos de la Santa Sede durante ese trágico conflicto y a la contribución que dieron los católicos y otros cristianos en el auxilio a los heridos, a los refugiados, a los huérfanos y las viudas, en la búsqueda de los desaparecidos, así como en la reconstrucción de un mundo desgarrado por lo que Benedicto XV definió: "la inútil masacre". Aún resuena hoy en día, tan oportunamente como siempre, el apremiante llamamiento: "Con la paz no se pierde nada, todo se pierde con la guerra". 

ER - RV


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domingo, 13 de abril de 2014

San León Magno y la fe en Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre, según P. Cantalamesa

San León Magno y la fe en Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre
Cuarta predicación de Cuaresma para la Curia Romana, del sacerdote capuchino Raniero Cantalamessa.
Ciudad del Vaticano, 4 de abril de 2014 (ZENIT.org).

1. Oriente y Occidente unánimes sobre Cristo

        Hay diferentes vías, o métodos, para aproximarse a la persona de Jesús. Por ejemplo, se puede partir directamente de la Biblia y, también en este caso, se pueden seguir distintas vías: la vía tipológica, seguida en la más antigua catequesis de la Iglesia, que explica a Jesús a la luz de las profecías y de las figuras del Antiguo Testamento; la vía histórica, que reconstruye el desarrollo de la fe en Cristo a partir de las distintas tradiciones, autores y títulos cristológicos, o desde los distintos entornos culturales del Nuevo Testamento. Se puede, por el contrario, partir de las preguntas y de los problemas del hombre de hoy, o incluso desde la propia experiencia de Cristo, y desde todo ello remontarse a la Biblia. Son todas vías ampliamente exploradas.

        La Tradición de la Iglesia elaboró, muy pronto, una vía suya de acceso al misterio de Cristo, un modo suyo de recoger y organizar los datos bíblicos que le afectan, y esta vía se llama el dogma cristológico, la vía dogmática. Por dogma cristológico entiendo las verdades fundamentales en torno a Cristo, definidas en los primeros concilios ecuménicos, sobre todo en el de Calcedonia, las cuales, en sustancia, se reducen a los siguientes tres pilares: Jesucristo es verdadero hombre, es verdadero Dios, es una sola persona.

        San León Magno es el padre que he elegido para introducirnos en las profundidades de este misterio. Por una razón muy precisa. En la teología latina estaba lista desde hacía dos siglos y medio la fórmula de la fe en Cristo que llegará a ser el dogma de Calcedonia. Tertuliano había escrito: «Vemos dos naturalezas, no confundidas, sino unidas en una persona, Jesucristo, Dios y hombre»1.Tras una larga exploración, los autores griegos llegan, por su parte, a una formulación idéntica en la sustancia; pero su retraso o tiempo perdido fue algo muy distinto, porque sólo ahora se podía dar a esa fórmula su verdadero significado, al haber puesto ellos de relieve, entretanto, todas las implicaciones y resuelto las dificultades.

        El papa san León Magno es quien se encontró gestionando el momento en que las dos corrientes del río —la latina y la griega— confluyeron juntas y con su autoridad de obispo de Roma favoreció su acogida universal. Él no se conforma con transmitir simplemente la fórmula heredada de Tertuliano y retomada entretanto por Agustín, sino que la adapta a los problemas surgidos en el ínterin, entre la Iglesia de Éfeso del año 431 hasta Calcedonia del año 451. Este es, a grandes líneas, su pensamiento cristológico, tal como lo expone en el famoso Tomus a Flavianum2.

        Primer punto: la persona del Dios-hombre es idéntica a la del Verbo eterno: «El que se hizo hombre en la forma de siervo es el mismo que en la forma de Dios creó al hombre». Segundo punto: la naturaleza divina y la humana coexisten en esta única persona, que es Cristo, sin mezcla ni confusión, pero conservando cada una sus propiedades naturales (salva proprietate utriusque naturae). Él empieza a ser lo que no era, sin dejar de ser lo que era3 . La obra de la redención exigía que «el único y mismo mediador entre Dios y los hombres, el hombre Jesucristo, pudiera morir en lo referido a la naturaleza humana y no morir en lo referido a la naturaleza divina». Tercer punto: la unidad de la persona justifica el uso de la comunicación de idiomas, por lo que podemos afirmar que el Hijo de Dios fue crucificado y sepultado, y también que el Hijo del hombre vino del cielo.

        Era un intento, en gran parte conseguido, de encontrar por fin un acuerdo entre las dos grandes «escuelas» de la teología griega, la alejandrina y la antioquena, evitando los respectivos errores que eran el monofisismo y el nestorianismo. Los antioquenos encontraban en ello el reconocimiento, para ellos vital, de las dos naturalezas de Cristo y, por tanto, de la plena humanidad de Cristo; los alejandrinos, a pesar de algunas reservas y resistencias, podían encontrar en la formulación de León el reconocimiento de la identidad de la persona del Verbo encarnado y la del Verbo eterno, que apreciaban más que cualquier otra cosa.

        Basta recordar el eje de la definición de Calcedonia para darse cuenta de lo presente que está en ella el pensamiento del papa León:

        «Enseñamos unánimemente que hay que confesar a un solo y mismo Hijo y Señor nuestro Jesucristo: perfecto en la divinidad, y perfecto en la humanidad; verdaderamente Dios y verdaderamente hombre […]; nacido del Padre antes de todos los siglos según la divinidad; y por nosotros y por nuestra salvación, nacido en los últimos tiempos de la Virgen María, la Madre de Dios, según la humanidad. Se ha de reconocer a un solo y mismo Cristo Señor, Hijo único en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación. La diferencia de naturalezas de ningún modo queda suprimida por su unión, sino que quedan a salvo las propiedades de cada una de las naturalezas y confluyen en un solo sujeto y en una sola persona»4.

        Podría parecer una fórmula técnicamente perfecta, pero árida y abstracta y, en cambio, en ella se basa toda la doctrina cristiana de la salvación. Sólo si Cristo es un hombre como nosotros, lo que él hace, nos representa y nos pertenece, y sólo si él mismo es también Dios, lo que hace tiene un valor infinito y universal, hasta el punto de que, como se canta enel Adoro te devote, «una sola gota de sangre que ha derramado salva al mundo entero del pecado» («Cuius una stilla salvum facere totum mundum qui ab obni scelere»).

        Sobre este punto, Oriente y Occidente, son unánimes. Esta era la situación de la humanidad antes de Cristo, escriben, con pocas diferencias entre sí, san Anselmo entre los latinos y Cabasilas entre los ortodoxos. Por una parte estaba el hombre que había contraído la deuda al pecar y que debía luchar contra Satanás para liberarse, pero no podía hacerlo, al ser la deuda infinita y al ser él esclavo de quien debía vencer; por otro lado, estaba Dios que podía expiar el pecado y vencer al demonio, pero no debía hacerlo, al no ser él el deudor. Era preciso que se encontraran unidos en la misma persona quien debía luchar y quien podía vencer, y es lo que ocurrió con Jesús, «verdadero Dios y verdadero hombre, en una persona»5.

2. El Jesús de la historia y el Cristo del dogma nuevamente unidos

        Estas serenas certezas sobre Cristo, durante los últimos dos siglos, fueron investidas por un ciclón crítico que tendía a quitarlas cualquier consistencia y a calificarlas como puras invenciones de los teólogos. A partir de Strauss, se ha convertido en una especie de grito de batalla entre los estudiosos del Nuevo Testamento: liberar la figura de Cristo de los cepos del dogma, para reencontrar al Jesús histórico, el único real. «La ilusión de que Jesús haya podido ser hombre en sentido pleno y que, sin embargo, como persona individual sea superior a la humanidad entera, es la cadena que aún cierra el puerto de la teología cristiana al mar abierto de la ciencia racional»6.Y esta es la conclusión a la que llega el estudioso: «La idea del Cristo del dogma, por una parte, y el Jesús de Nazaret de la historia, por otra, están separadas para siempre».

        Se declara sin reticencias el presupuesto racionalista de esta tesis. El Cristo del dogma no satisface las exigencias de la ciencia racional. El ataque ha ido adelante, con soluciones alternas, casi hasta nuestros días. Se ha convertido él mismo, a su manera, en un dogma: para conocer al verdadero Jesús de la historia es preciso prescindir de la fe en él posterior a la Pascua. En este clima han proliferado reconstrucciones fantasiosas de la figura de Jesús en beneficio del espectáculo, algunas con pretensiones de historicidad, pero en realidad basadas en hipótesis de hipótesis, respondiendo todas a gustos o reivindicaciones del momento.

        Pero ahora, creo, hemos llegado al final de la parábola. Es hora de tomar nota del cambio ocurrido en este sector, de manera que se pueda salir de una cierta actitud defensiva y avergonzada que ha caracterizado a los estudiosos creyentes en estos años, y, más aún, para hacer llegar un mensaje a todos aquellos que en estos años han divulgado a manos llenas imágenes de Jesús dictadas por ese anti-dogma. El mensaje es que ya no se pueden escribir, en buena fe, «investigaciones sobre Jesús» que tengan la pretensión de ser «históricas», si prescinden, o más aún, excluyen de partida, la fe en él.

        Quién personaliza de manera más clara el cambio que se está produciendo es uno de los máximos estudiosos vivos del Nuevo Testamento, el inglés James D.G. Dunn. Él ha resumido en un pequeño volumen titulado «Cambiar la perspectiva sobre Jesús», los resultados de su monumental investigación sobre los orígenes del cristianismo7. El autor ha minado desde las raíces los dos presupuestos de fondo sobre los que se basó la contraposición entre el Jesús histórico y el Cristo de fe: primero, que, para conocer al Jesús de la historia hay que prescindir de la fe post-pascual; segundo, que para conocer lo que verdaderamente dijo e hizo el Jesús histórico, es necesario liberar la tradición de las capas y de los añadidos posteriores, y remontarse hasta el estrato original, o a la primera «redacción», de una cierta perícopa evangélica.

        Contra el primer presupuesto, Dunn demuestra que la fe se inicia antes de la Pascua; si algunos lo han seguido y se han hecho sus discípulos es porque habían creído en él. Se trata de una fe aún imperfecta, pero de fe. En esta fe, el acontecimiento pascual marcará sin duda un salto de cualidad, pero saltos de cualidad, aunque menos determinantes, había habido ya antes de la Pascua, en momentos especiales, como la transfiguración, algunos milagros clamorosos, el diálogo de Cesarea de Filipo. La Pascua no constituye un comienzo absoluto.

        Contra el otro asunto, Dunn hace ver cómo, aun admitiendo que las tradiciones evangélicas circularon durante un cierto período en forma oral, los estudiosos aplicaban siempre a dicha tradición el modelo literario, como se hace hoy cuando se quiere remontar, de edición en edición, al texto original de una obra. Si se tienen en cuenta las leyes que regulan —también en el presente, en ciertas culturas—, la transmisión oral de las tradiciones de una comunidad, se ve que no hay necesidad de dar cuerpo a un dicho evangélico, a la búsqueda de un hipotético núcleo originario, una operación que abrió las puertas a todo tipo de manipulación de los textos evangélicos, terminando por repetir lo que ocurre cuando se abre una cebolla a la búsqueda de un núcleo sólido que no existe. Algunas de estas conclusiones son las que los estudiosos católicos habían sostenido desde siempre8, pero Dunn tiene el mérito de haberlas defendido con argumentos difícilmente refutables desde dentro mismo de la investigación histórico-crítica y con sus mismas armas.

        El rabino americano J. Neusner, con el que Benedicto XVI instaura un diálogo en su primer volumen sobre Jesús de Nazaret, da por descontado este resultado. Partiendo de un punto de vista autónomo y, por así decir, neutral, hace ver cómo es un intento vano separar al Jesús histórico del Cristo de la fe post-pascual. El Jesús histórico, el de los evangelios, por ejemplo el del sermón de la montaña, es ya un Jesús que requiere la fe en su persona como a uno que puede corregir Moisés, que es señor del sábado, por el cual se puede hacer una excepción también al cuarto mandamiento; en definitiva, como uno que se sitúa en el mismo plano de Dios.

        El estudio sobre el Nuevo Testamento se detiene aquí; llega a probar la continuidad entre el Jesús de la historia y el Cristo del kerigma, no va más allá. Queda por probar la continuidad entre el Cristo del kerigma y el del dogma de la Iglesia. La fórmula de León Magno y de Calcedonia, ¿marca un desarrollo coherente de la fe neotestamentaria, o representa una ruptura respecto de ella? Ésta fue mi principal interés en los años en que me ocupaba de la Historia de los orígenes cristianos y la conclusión a la que llegué no se separa de la del Cardenal Newman en su famoso ensayo «El desarrollo en la doctrina cristiana»9Ha tenido lugar, sin duda, el paso de una cristología funcional (lo que Cristo «hace»), a una cristología ontológica (lo que Cristo «es»), pero no se trata de una ruptura porque vemos que el mismo proceso se da ya dentro del kerigma, por ejemplo en el paso de la cristología de Pablo a la de Juan, y en Pablo mismo, en el tránsito desde sus primeras cartas a las de la cautividad, Filipenses y Colosenses.

3. Más allá de la fórmula

        Esta vez el tema mismo exigía detenerse un poco más largamente en la parte doctrinal del tema. La persona de Jesús es el fundamento de todo en el cristianismo. «Si la trompeta no da sino un sonido confuso, ¿quién se preparará para la batalla?», dice san Pablo (1 Cor 14,8); si no se tiene una idea precisa de quién es Jesucristo, ¿qué vamos a anunciar al mundo? Pero ahora nos queda hacer una aplicación práctica de la doctrina para la vida personal y la fe actual de la Iglesia, que es el objetivo constante de nuestro reexamen de los Padres.

        Cuatro siglos y medio de formidable trabajo teológico han dado a la Iglesia la fórmula: «Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre; Jesucristo es una sola persona». Más sintéticamente aún: él es «una persona en dos naturalezas». A esta fórmula se aplicará a la perfección el dicho de Kierkegaard: «La terminología dogmática de la Iglesia primitiva es como un castillo mágico, donde yacen en un sueño profundo los príncipes y las princesas más legendarias. Basta sólo despertarlos para que brinquen de pie con toda su gloria»10. Nuestra tarea es, pues, la de despertar y dar nueva vida a los dogmas.

        La investigación sobre los evangelios —también en la apenas recordada de Dunn— nos muestra que la historia no nos puede llevar al «Jesús en sí», al Cristo como es en la realidad. Lo que alcanzamos en los evangelios es siempre, en cada fase, un Jesús «recordado», mediado por la memoria que de él conservaron los discípulos, aunque sea una memoria creyente. Sucede como para su resurrección. «Algunos de los nuestros —dicen los dos discípulos de Emaús— fueron al sepulcro y lo encontraron como les habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron» (Lc 24,24). La historia puede constatar que las cosas, respecto de Jesús de Nazaret, están como dijeron los discípulos en los evangelios, pero a él no lo ve.

        Lo mismo ocurre con el dogma. Nos puede llevar a un Jesús «definido», «formulado», pero Tomás de Aquino nos enseña que «la fe no termina en el enunciado (enuntiabile), sino en la realidad (res)». Entre la fórmula de Calcedonia y el Jesús real existe la misma diferencia que hay entre la fórmula química H2O y el agua que bebemos o en la que nadamos. Nadie puede decir que la fórmula H2O es inútil o que no describe perfectamente la realidad; ¡sólo que no es la realidad! ¿Quién nos podrá conducir al Jesús «real» que está más allá de la historia y detrás de la definición?

        Y he aquí que nos viene al encuentro la gran noticia consoladora. Existe la posibilidad de un conocimiento «inmediato» de Cristo: es el que nos da el Espíritu Santo enviado por él mismo. Él es la única «mediación no-mediada» entre nosotros y Jesús, en el sentido de que no hace de velo, no constituye un diafragma o un trámite, al ser él el Espíritu de Jesús, su «alter ego», de su misma naturaleza. San Ireneo llega a decir que «el Espíritu Santo es nuestra misma comunión con Cristo»11. En ello la mediación del Espíritu Santo es diferente de cualquier otra mediación entre nosotros y el Resucitado, tanto eclesial como sacramental.

        Pero es la Escritura misma la que nos habla de este papel del Espíritu Santo a efectos del conocimiento del verdadero Jesús. La venida del Espíritu Santo en Pentecostés se traduce en una repentina iluminación de todo lo obrado por Cristo y de su persona. Pedro concluye su discurso con esa especie de definición «urbi et orbi» del señorío de Cristo: «Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a ese Jesús al que habéis crucificado» (Hch 2,36).

        San Pablo dice que Jesucristo se manifiesta como «Hijo de Dios con potencia mediante el Espíritu de santificación» (Rom 1,4), es decir, por obra del Espíritu Santo. Nadie puede decir que Jesús es el Señor, si no es gracias a una iluminación interior del Espíritu Santo (cf. 1 Cor 12,3). El apóstol atribuye al Espíritu Santo «la comprensión del misterio de Cristo» que se le dio a él, como a todos los santos apóstoles y profetas (cf. Ef 3,4-5). Sólo si son «fortalecidos por el Espíritu», —continúa el apóstol— los creyentes serán capaces de «entender la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento» (Ef 3,16-19).

        En el evangelio de Juan, Jesús mismo anuncia esta obra del Paráclito respecto de él. Él tomará de lo suyo y lo anunciará a los discípulos; les recordará todo lo que él ha dicho; los conducirá a la verdad plena sobre su relación con el Padre; le dará testimonio. Más aún, precisamente esto será, de ahora en adelante, el criterio para reconocer si se trata del verdadero Espíritu de Dios y no de otro Espíritu: si empuja a reconocer a Jesús venido en la carne (cf. 1 Jn 4,2-3).

4. Jesús de Nazaret, una «persona»

        Con la ayuda del Espíritu Santo, hagamos, pues, un pequeño intento de «despertar» el dogma. Del triángulo dogmático de León Magno y de Calcedonia —«verdadero Dios», «verdadero hombre», «una persona»— nos limitamos a tomar en consideración sólo el último elemento: Cristo «una persona». Las definiciones dogmáticas son «estructuras abiertas», es decir, capaces de acoger significados nuevos, posibilitados por el progreso del pensamiento humano. En su fase más antigua, «persona» (del latín personare, resonar) indicaba la máscara que servía al actor para hacer resonar su voz en el teatro; de aquí pasó a indicar el rostro, luego el individuo, hasta su significado más alto de «sustancia individual de naturaleza racional» (Boecio).

        En el uso moderno el concepto se ha enriquecido con un significado más subjetivo y relacional, favorecido, sin duda, por el uso trinitario de persona como «relación subsistente». Es decir, indica al ser humano en cuanto capaz de relación, de estar como un yo ante un tú. En ello, la fórmula latina «una persona» se reveló más fecunda que la respectiva griega de «una hipóstasis». «Hipóstasis» se puede decir de todo objeto individual existente; «persona», sólo del ser humano y, por analogía, del ser divino. Nosotros hablamos hoy (y también los griegos hablan) de «dignidad de la persona», no de dignidad de la hipóstasis.

        Apliquemos todo esto a nuestra relación con Cristo. Decir que Jesús es «una persona» significa decir también que ha resucitado, que vive, que está delante de mí, que puedo hablarle de tú como él me habla de tú. Es necesario pasar constantemente, en nuestro corazón y en nuestra mente, del Jesús personaje al Jesús persona. El personaje es uno del que se puede hablar y escribir todo lo que se quiera, pero al cual y con el cual generalmente no se puede hablar. Jesús, desgraciadamente para la mayoría de los creyentes, es todavía un personaje, uno del que se discute, del que se escribe sin parar, una memoria del pasado, un conjunto de doctrinas, de dogmas o de herejías. Es un ente, más que un existente.

        El filósofo Sartre, en una página famosa, describió el escalofrío metafísico que produce el descubrimiento repentino de la existencia de las cosas y, en esto al menos, podemos darle crédito:

        «Estaba en el jardín público. La raíz del castaño se hundía en la tierra, precisamente bajo mi banco. Ya no me acordaba de que era una raíz. Las palabras habían desaparecido y, con ellas, el significado de las cosas, los modos de su uso, los tenues signos de reconocimiento que los hombres han trazado sobre su superficie. [...] Y luego tuve este rayo de luz. Se me cortó el aliento con ello. [...] . La existencia se oculta. Está allí, alrededor de nosotros, no se pueden decir dos palabras sin hablar de ella y, por último, no se toca. [...] Y luego, de golpe, estaba allí, clara como el día: la existencia se había revelado de repente»12.

        Para ir más allá de las ideas y las palabras sobre Jesús y entrar en contacto con él, persona viva, hay que pasar por una experiencia de ese tipo. Algunos exégetas interpretan el nombre divino «El que es», en el sentido de «El que está», que está presente, disponible, ahora, aquí13. Esta definición se aplica perfectamente también a Jesús resucitado.

        Es posible tener a Jesús por amigo, porque, al haber resucitado, está vivo, está a mi lado, puedo relacionarme con él como una persona viva con otra viva, una presente con otra presente. No con el cuerpo y ni siquiera con la sola fantasía, sino «en el espíritu» que es infinitamente más íntimo y real que uno y otra. San Pablo nos asegura que es posible hacer todo «con Jesús»: ya comamos, ya bebamos, ya hagamos cualquier otra cosa (cf. 1 Cor 10,31; Col 3,17).

        Por desgracia, rara vez se piensa en Jesús como en un amigo y confidente. En el subconsciente domina su imagen de resucitado, ascendido al al cielo, remoto en su trascendencia divina, que volverá un día, al final de los tiempos. Se olvida que al ser, como dice el dogma, «verdadero hombre», más aún, la perfección humana misma, posee en sumo grado el sentimiento de la amistad que es una de las cualidades más nobles del ser humano. Es Jesús quien desea semejante relación con nosotros. En su discurso de despedida, dando rienda suelta plena a sus sentimientos, dice: «Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; os he llamados amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre» (Jn 15, 15).

        Yo he visto realizado este tipo de relación con Jesús, no tanto en los santos (en los cuales prevalece la relación con el Maestro, el Pastor, el Salvador, el Esposo…), cuanto en esos judíos que, de manera muy a menudo no diversa de Saulo, llegan a aceptar hoy al Mesías. El nombre de Jesús de golpe se muda de una oscura amenaza, al más dulce y amado de los nombres. Un amigo. Es como si la ausencia de dos mil años de discusiones en torno a Cristo jugara a su favor. Su Jesús no es nunca «ideológico», sino una persona de carne y hueso. ¡De su sangre! Uno se queda conmovido al leer el testimonio de algunos de ellos. Todas las contradicciones se resuelven en un instante, todas las oscuridades se iluminan. Es como ver la lectura espiritual del Antiguo Testamento que se realiza ante sus propios ojos globalmente y como con acelerador. San Pablo dice que es como cuando un velo cae de los ojos (cf. 2 Cor 3, 16).

        En su vida terrena, aunque amaba a todos sin distinción, sólo con algunos —con Lázaro y las hermanas y más aún con Juan, el «discípulo que él amaba»— tiene Jesús una relación de amistad verdadera. Pero ahora que está resucitado y ya no está sujeto a los límites de la carne, él ofrece a cada hombre y a cada mujer la posibilidad de tenerlo como amigo, en el sentido más completo de la palabra. Que el Espíritu Santo, el amigo del esposo, nos ayude a acoger con asombro y alegría esta posibilidad que llena la vida.

 

 

1 Tertuliano, Adversus Praxean, 27, 11: CCL 2, 1199.

2 León Magno, Carta 28.

3 León Magno, Sermo 27,1.

4 DS 301-302.

5 N. Cabasilas, Vida en Cristo, I, 5: PG 150,313; Cf. Anselmo, Cur Deus homo, II, 18.20; Tomás de Aquino, Summa theologiae, III, q. 46, art. 1, c. 3.

6 D.F. Strauss, Der Christus des Glaubens und der Jesus der Geschichte, 1865.

7 J.D.G. Dunn, A New Perspective on Jesus. What the Quest for the Historical Jesus Missed (Grands Rapids, Michigan 2005) [trad. esp. Redescubrir a Jesús de Nazaret: lo que la investigación sobre el Jesús histórico ha olvidado (Sígueme, Salamanca 2006)].

8 Dunn tiene muy en cuenta el estudio del exégeta católico alemán H. Schürmann sobre el origen pre-pascual de algunos dichos de Jesús: o.c., 28.

9 Cf. mi estudio, Dal kerygma al dogma. Studi sulla cristologia del Padri (Vita e Pensiero, Milán 2006) 11-51.

10 S. Kierkegaard, Diario, II, A 110 (ed.C. Fabro) (Brescia 1962) n. 196.

11 Ireneo, Contra las herejías, III, 24, 1.

12 J.-P. Sartre, La náusea (Milán 1984) 193s [trad. esp. La náusea (Alianza Editorial, Madrid 2014)].

13 Cf. G. Von Rad, Teologia dell'Antico Testamento I (Paideia, Brescia 1972) 212 [trad. esp. Teología del Antiguo Testamento I (Sígueme, Salamanca 1978)].

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domingo, 6 de abril de 2014

SEIS AVENTURAS PARA CRISTO AL FILO DE LA CUARESMA 2014

SEIS AVENTURAS PARA CRISTO EN LA CUARESMA 2014

Cada una con su historia. “El burro delante p’ a que no se espante”, la mía; después de 40 años de mis primeros Ejercicios en Salamanca, lo único que puedo decir –al dirigir estos nuevos Ejercicios- es Gracias, muchas gracias…Me siento como a los 15 años, como si el Sol de Cristo brillase cada día más, espoleado por el entusiasmo, las inquietudes, la generosidad de estos cinco jóvenes. He vuelto a escuchar “el disco de Abe” (testimonio de Abelardo de Armas) y de nuevo –al igual que todos los jóvenes- me he sentido tocado por el amor misericordioso de Dios que renueva de tal forma a las personas.

Antonio, a punto de terminar ingeniería, del Callao, resalta el ejemplo de jóvenes religiosas que hacían su Retiro en la casa, el identificar sus defectos y encontrar el remedio, pero sobre todo la caridad como solución vital.

Ytzard, futbolista, en preparación para la Universidad, de Pamplona Alta, sale contento de “experiencia tan bonita, en la que he sentido la presencia del Señor, sobre todo en el Vía Crucis y en los momentos de soledad ante el Sagrario”, reconoce que ha aprendido a organizar su tiempo.

Johny, estudiante de arquitectura, del Rímac, tras sus vacaciones veraniegas por los Estados Unidos trabajando y haciendo turismo, reconoce que ha encontrado respuestas a numerosas incógnitas y que ha experimentado una gran paz. Le ha quedado claro por qué es pecado grave no ir a Misa los domingos porque es como “matar el alma”.

Franco, estudiante de Academia universitaria, con deseos de estudiar Psiquiatría, de Breña, en búsqueda de la verdad agradece el conocer a jóvenes que se toman tan en serio su vida cristiana; está dispuesto a no caer en lo mismo y con el ánimo de aprovechar mejor el tiempo para acercarse a la felicidad que ofrece Cristo.

Félix, trabajador en una empresa familiar y estudiante, se prepara para el bautismo, y considera que aunque le queda mucho por recorrer, ha sido una experiencia grandiosa, que se ha encontrado con Dios y consigo mismo y que ha aprendido muchas cosas de las charlas y lecturas.

Junto a las meditaciones ignacianas, he intercalado las frases del Papa Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud en Rio, y estamos decididos a cumplir su mensaje: “Vayan, sin miedo, a servir”. Sí, cada vez me convenzo más que los Ejercicios de San Ignacio, en silencio y soledad, es el mejor invento para la santidad, para dar un sentido a la vida, para experimentar la auténtica felicidad.

José Antonio Benito

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jueves, 3 de abril de 2014

Dios, por el autor de las greguerías, don Ramón Gómez de la Serna

Literatura
Dios, por el autor de las greguerías

Sería delito si, en el año en curso, nos olvidáramos del gran maestro de la Generación de 1914 que, por cierto, suele ser el pariente pobre de nuestras generaciones artísticas. Pasa toda ella inadvertida, sin el caso que merece. Ser eslabón entre la del 98 y la del 27 le regala cierta invisibilidad, pero en ella hay maestros que llevan mayúsculas en casi toda su obra, como Eugenio D’Ors y Ramón Gómez de la Serna. Cuando hablo del gran maestro de la Generación del 14 (o el también denominado Novecentismo), me refiero a él, a Ramón, al genio de la palabra que se inventó eso de las greguerías, unas piruetas verbales que cuentan mucho en poco espacio, y años antes de la aparición del surrealismo.

En estos días, leo con mucho disfrute su autobiografía, que denominó Automoribundia, editada por Marenostrum. Y, como es imposible ponerse a detallar esta pieza de marfil que merece un estudio de tesis, me detendré en un detalle para que, por la parte, metamos la nariz en el todo. Es una simple imagen de cómo el maestro incluye a Dios en un contexto profundamente secular, algo que refleja el sentir de un pueblo que lleva a Dios en sus adentros, y que lo pone sobre el tapete de lo cotidiano sin retruécanos ni acentos melifluos.

Dice Ramón que, de joven, se marchó a Toledo con un grupo de amigos enamorados del arte para echar un vistazo a los rincones donde anduvieron los grandes maestros de antaño, la casa donde Cervantes escribiera La ilustre fregona, los rincones donde se demoraba y se inspiraba El Greco... Presidía la expedición el padre de Ortega y Gasset, José Ortega Munilla. La noche no se prestaba a juergas, porque corría el mes de enero con uno de sus peores fríos, y se preveía una auténtica noche toledana. Cuenta el maestro que vieron una iglesia abierta, porque allí los parroquianos habían quedado para hacer vela al Santísimo toda la noche. Y allí entraron todos, y «miraron deslumbrados el altar mayor, que lucía con pródiga efusión de luces y panes de oro». Y Ramón, que siempre llevaba la pluma dispuesta a dar expresión redonda a cuanto sucedía, deja escrito: «En aquel refugiarnos en la paz y regazo de la iglesia, todos comprendimos la cordialidad del Dios desinteresado que espera y anima con prodigalidad».

Pocas veces he hallado un texto tan sincero sobre el aliento natural que deja la presencia sobrenatural del Dios cristiano en el alma que se presta a la sorpresa. Pero en seguida se levantaron y se volvieron a desperdigar por las calles, ya que iban detrás de la Historia y de sus genios.

Javier Alonso Sandoica
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El Papa, a los salesianos: «Enviad a los mejores al encuentro de los jóvenes marginados»

El Papa, a los salesianos: «Enviad a los mejores al encuentro de los jóvenes marginados»
El Papa recibió, el lunes, a los participantes en el Capítulo General de la Sociedad Salesiana, y saludó con un efusivo abrazo a su nuevo Rector Mayor, el español padre Ángel Fernández Artime, hasta ahora inspector de Argentina Sur, con sede en Buenos Aires. Francisco resaltó la contribución de los salesianos en la respuesta «a la emergencia educativa actual», y les animó a «que su presencia en medio de los jóvenes se caracterice por aquella ternura que Don Bosco llamó cariño, experimentando también nuevos lenguajes, pero sabiendo muy bien que el del corazón es el lenguaje fundamental para acercarse y hacerse amigo de ellos». El Papa les pidió especial «cuidado de las vocaciones»,  y destacó la importancia del apostolado salesiano ante la exclusión social que afecta a muchos jóvenes. «¡Hoy es tremendo pensar que hay más de 75 millones de jóvenes sin trabajo, aquí en Occidente!», dijo. «Pensemos en la amplia realidad del desempleo. Pensemos en las dependencias, que por desgracia son múltiples, pero todas se derivan de la raíz común de la falta de amor verdadero. Salir al encuentro de los jóvenes marginados requiere coraje, madurez y mucha oración. Y para este trabajo se debe enviar a los mejores, ¿eh? ¡A los mejores!»
Noticia digital (01-IV-2014)


Foto: Agencia de Noticias Salesianas (ANS)

«Testimonios de la radicalidad evangélica», según el carisma de Don Bosco, afianzados en la oración y la ternura saliendo al encuentro de los jóvenes, en especial de los más necesitados y marginados. Es la exhortación del Papa Francisco a la congregación salesiana, con el lema del fundador «Dame almas, llévate lo demás».

Y con el anhelo de que «el Espíritu Santo los ayude a percibir las expectativas y los desafíos de nuestro tiempo -en especial de la juventud- interpretándolos a la luz del Evangelio y de su carisma», el obispo de Roma hizo hincapié en que san Juan Bosco reforzó el programa de la Congregación que fundó «con otros dos elementos: el trabajo y la templanza», y después de bromear sobre la templanza, recordando que en el colegio donde estudió no dormían siesta, el Papa alentó a la templanza, al lado de los pobres, con una vida austera, trasparente y responsable en la gestión de los bienes.

«El trabajo y la templanza -dijo Francisco- harán florecer la Congregación. Cuando se piensa en trabajar para el bien de las almas, se supera la tentación de la mundanidad espiritual, no se buscan otras cosas, sino sólo Dios y su Reino. Además la templanza es tener sentido de la medida, conformarse, ser sencillos. Que la pobreza de Don Bosco y de su mamá Margarita inspire en cada salesiano y en cada comunidad suya una vida esencial y austera, cercanía a los pobres, transparencia y responsabilidad en la gestión de los bienes».

Señalando la importancia de superar «la mundanidad espiritual», el Papa destacó la necesidad de preparar a los jóvenes a trabajar según el Evangelio, «como constructores de justicia y de paz» y a «vivir como protagonistas de la Iglesia».

Dadles cariño

Y ello impulsando la profundización y actualización pedagógica y cultural, para responder a la actual emergencia educativa, siguiendo el «sistema preventivo». «Ustedes utilizan la profundización y actualización pedagógica y cultural necesarias, para responder a la emergencia educativa actual -añadió-. Que la experiencia de Don Bosco y de su sistema Preventivo los sostenga siempre en el compromiso de vivir con los jóvenes», auspició.

Y añadió: «Que su presencia en medio de ellos se caracterice por aquella ternura que Don Bosco llamó cariño, experimentando también nuevos lenguajes, pero sabiendo muy bien que el del corazón es el lenguaje fundamental para acercarse y hacerse amigo de ellos».

La pastoral vocacional

Sin olvidar la dimensión vocacional, la vida consagrada, el Santo Padre puso de relieve que no se debe confundir con una opción de voluntariado, y destacó asimismo la importancia de la pastoral juvenil. «El cuidado de las vocaciones requiere atenciones específicas: ante todo, la oración; luego actividades apropiadas, programas personalizados, el valor de la propuesta, el acompañamiento, la participación de las familias. La geografía vocacional ha cambiado y está cambiando, y eso significa que hay nuevas exigencias para la formación, la orientación y discernimiento».

Enviad a los mejores a las periferias

El Papa puso de relieve y reiteró la importancia del apostolado salesiano para la juventud, en particular ante la tremenda exclusión de los jóvenes, el desempleo y las dependencias. Para esta misión -enfatizó- se debe enviar a los mejores.

«Trabajando con los jóvenes, ustedes encuentran el mundo de la exclusión juvenil. Y esto es tremendo ¿eh? ¡Hoy es tremendo pensar que hay más de 75 millones de jóvenes sin trabajo, aquí en Occidente!», exclamó.

«Pensemos en la amplia realidad del desempleo, con tantas consecuencias negativas. Pensemos en las dependencias, que por desgracia son múltiples, pero todas se derivan de la raíz común de la falta de amor verdadero. Salir al encuentro de los jóvenes marginados requiere coraje, madurez y mucha oración. Y para este trabajo se debe enviar a los mejores, ¿eh? ¡A los mejores! Se puede correr el riesgo de quedar atrapados por el entusiasmo, enviando a esas fronteras a personas de buena voluntad, pero que no son adecuadas. Por eso es necesario un cuidadoso discernimiento y un acompañamiento constante. El criterio es éste: ¡los mejores deben ser enviados allí! Y no pensar: necesito a este para que sea superior en tal lugar... o para que estudie teología... Si tienes esa misión, envíalo allí. ¡Los mejores!»


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Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón, (+) director de la Academia, según el Cardenal Cañizares



Que Dios le haya premiado todos sus trabajos y grandes servicios a la verdad que libera y a los hombres, fundados en la verdad y con las raíces de la historia

http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=34811 ARTÍCULO DEL CARDENAL ANTONIO CAÑIZARES

En el espacio tan sólo de ocho días, se nos han ido, han acabado su peregrinación por la historia, culminado su obra y alcanzado la meta, dos grandes hombres, dos hombres de una pieza, sólidos con la reciedumbre, la solidez y la firmeza de la verdad que como roca da consistencia, sin doblez, rectos, en los que no cabía dolo, y con la generosidad, la bonhomía, y la profundidad de sus raíces, certeza de frutos, que da la fe, tan
arraigada en sus vidas: D.Gonzalo Anes y D. Adolfo Suárez. Primero fue D. Adolfo, y luego, sin esperarlo, D. Gonzalo. Uno y otro amaron con pasión a España, ambos la sirvieron con entera dedicación y denuedo, sin escatimarle esfuerzos ni negarle sacrificios y sufrimientos, cada uno desde su puesto, los dos luchando por su unidad, uno y otro con mirada puesta en un horizonte grande y buscando tejer un proyecto común, que, viniendo de lejos, afincado en la verdad, portador de una herencia recibida, se abre a un futuro nuevo que entre todos habría que edificar en un laborioso codo con codo, en concordia, sin exclusión de ninguno. Dolor, profundo dolor su partida; pero también luz y esperanza por el don de sus personas y el legado que nos dejan. Dios quiso que viniese a Madrid —me trajo– el 2l de pasado mes, para despedirme de los dos, dos personas, para mí tan entrañables, admiradas y queridas, tan amigas y benevolentes conmigo, de las que tanto he recibido, y tanto he aprendido. Un verdadero regalo, una gracia inmensa del Cielo. Con estremecimiento y preocupación contemplo la encrucijada en la que se encuentra España hoy, y ante ese gran proyecto que implica un cambio cultural y social y que, juntos, unidos, hemos de idear y construir, me fijo en D. Gonzalo Anes, Historiador, Académico de la Real Academia de la Historia y, hasta hace pocos días, su Director tan encomiable, me fijo en su obra, gigantesca obra, de penetración en nuestra historia. Aun siendo economista, se entregó de lleno y dedicó sus días al estudio de la Historia, de la historia económica de nuestra España, tras la que hay un pueblo, unas gentes, unas personas; no sólo economía, ni estructuras o leyes inexorables. Cuando nos adentramos en esa historia, se percibe un humanismo, una cultura, unas relaciones personales e interpersonales, unas aspiraciones, unos sufrimientos o unos gozos de personas, unos logros o unos fracasos…, un proyecto histórico, la identidad y alma de un pueblo, siempre un pueblo, siempre una humanidad hecha de hombres y mujeres concretos. Un proyecto histórico, un pueblo, que, seguramente fortalecido y renovado con nuevas y renovadoras perspectivas de futuro, se mantiene hasta nuestros días con sus raíces, con sus gestas, con su patrimonio que coincide con su identidad y su historia. Contemplar sus orígenes, su proyecto, su historia nos ayuda a comprender ese pueblo –el nuestro, España– en su decurso histórico y mirar hacia el futuro. En los estudios históricos de D. Gonzalo, que han sido más que erudición, para venir a ser sabiduría y forma de entender y vivir, la historia misma, cuyos estudios reflejan, encontramos aquello que puede reunir y unir a unos y otros, y abrir caminos, por donde avanzar juntos por sendas de futuro en ese proyecto de vida en común, que, durante siglos, nos ha unido y podrá seguir uniéndonos en un devenir nuevo y esperanzador; ese proyecto sugestivo, sin duda, de vida en común, ha llevado a cabo tantas empresas y aportado tantos bienes a otros lugares, manteniendo toda su capacidad para continuar aportándolos y abriendo caminos de futuro. La historia no cierra, sino que abre; no paraliza, sino que dinamiza. Sin la historia no hay futuro; quien escribe la historia, conquista y configura el futuro; sin las raíces, que es la historia, no puede haber nada sólido y bien plantado. El legado, y una de las grandes lecciones que nos deja la vida y obra de D. Gonzalo Anes, como historiador, académico, como Director de la Real Academia de la Historia, como servicio total a nuestro pueblo, a España, desde la dedicación a la historiografía, es la necesidad que tenemos de la historia y de la historiografía, para ser libres, para caminar en verdad y concordia, juntos, por sendas de futuro. 

Lamentablemente, «la historiografía atraviesa hoy una crisis muy profunda y debe luchar por su propia existencia en una sociedad modelada por el positivismo y el materialismo. Esta sociedad está muy expuesta a la manipulación ideológica. El peligro aumenta cada vez más a causa del excesivo énfasis que se da a la historia contemporánea, sobre todo cuando las investigaciones en este sector están condicionadas por una metodología inspirada en el positivismo y la sociología. Además, se ignoran importantes ámbitos de la realidad histórica, incluso épocas enteras.. . Producto inevitable de este desarrollo es una sociedad que ignorar su pasado y, por consiguiente, carece de memoria histórica. Cualquiera puede ver la gravedad de esa consecuencia: así como la pérdida de la memoria provoca en la persona la pérdida de su identidad, de modo análogo este fenómeno se verifica en la sociedad en su conjunto. Es evidente que este olvido histórico conlleva un peligro para la integridad de la naturaleza humana en todas sus dimensiones». (Benedicto XVI). 

La figura egregia y noble, la obra tan colosal, de D. Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón, nos dejan un gran legado, un gran desafío, una gran enseñanza: Sigamos y prosigamos esa senda por él trazada, no sin agradecerle a él todos sus desvelos y trabajos, y de dar gracias a Dios por este gran regalo que nos legó con el, hasta ahora, último Director de la Real Academia de la Historia. Que Dios le haya premiado todos sus trabajos y grandes servicios a la verdad que libera y a los hombres, fundados en la verdad y con las raíces de la historia. 

BIOGRAFÍA

http://www.elcomercio.es/20140331/asturias/muere-gonzalo-anes-director-201403311220.html

El director de la Real Academia de la Historia, Gonzalo Anes (Trelles, Asturias), ha fallecido anoche en Madrid a los 82 años. Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón, académico, catedrático en Economía e Historia fue elegido cuatro veces director de la Real Academia de la Historia y fue además presidente del Patronato del Museo del Prado y consejero del Banco de España.

El 14 de diciembre de 2007 fue reelegido por unanimidad, y por cuarta vez consecutiva, director de la Real Academia de la Historia, institución al frente de la cual llevaba desde 1998. En los últimos años de su mandato, impulsó uno de los proyectos más ambiciosos de la Academia, la publicación de los primeros 25 tomos del Diccionario Biógrafico Español, al que le rodeó una gran polémica por el contenido de algunos de sus textos.

Este Diccionario, cuya primera fase de 25 volúmenes, se puso a la venta en mayo de 2011 contiene 43.000 biografías de los personajes más relevantes de la historia de España, realizadas por especialistas de todo el mundo. Nada más publicarse, el diccionario levantó una viva polémica por el contenido de sus textos. Una de las entradas que más polémicas causó fue la del historiador Luis Suárez que decía de Francisco Franco que "montó un régimen autoritario pero no totalitario" y lo describíacomo un líder "inteligente y moderado" y un hombre "valeroso y católico", o la Carlos Seco que afirmaba que el gobierno del socialista Juan Negrín, fue "prácticamente dictatorial".

Estos hechos llevaron al Gobierno a pedir a la Academia que revisara el Diccionario: en 2011, fue la ministra del Ejecutivo socialista Ángeles González-Sinde y, en 2012, su sucesor del PP, José Ignacio Wert, quien en una comparecencia el 30 de mayo de ese año en el Congreso de los Diputados, instó a cambiar "en profundidad" 14 entradas, que 16 fueran ligeramente revisadas y una eliminada, sin precisar los nombres de los personajes afectados.

La referencia se ha corregido aunque aún no se conoce en qué términos porque tanto esta revisión como otras irán en una adenda para la que aún no hay fecha de publicación. La adenda recogerá las observaciones formuladas por la comisión encargada de revisar esta obra e incluirá, al menos, catorce biografías complementarias de las contenidas en algunas entradas relacionadas con personalidades de la historia reciente de España.

Sin embargo, Anes defendió siempre a capa y espada el Diccionario Biográfico porque la Academia había dejado completa libertad a cada uno de los historiadores y no había censurado ninguna entrada, aunque también admitía que era "mejorable". "Es muy difícil conseguir la objetividad absoluta", aseguraba Anes en una entrevista.

La elaboración de esta gran obra, la más grande de sus características que se ha emprendido nunca en España, ha costado 5,6 millones de euros, que han sido aportados por el Ministerio de Educación a lo largo de diez años. La Biblioteca Nacional ya tiene disponibles los 50 tomos, y existe el proyecto de proceder en breve a su edición digital

Una vida dedicada a la historia

Gonzalo Anes , marqués de Castrillón desde 2010, fue presidente del Patronato del Museo del Prado y consejero del Banco de España, una carrera muy premiada con galardones como el Premio Nacional de Historia, 1995; Premio Nacional de Periodismo Francis Valdés y premio Rey Juan Carlos I de Economía, 2006.

Nació el 1 de diciembre de 1931 en Trelles (Asturias). En 1966 se doctoró en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Complutense de Madrid, con la tesis "Las crisis agrarias de la España moderna" que fue Premio Taurus en 1966. Después amplió estudios en la Sorbona, en París. En 1967 y 1968 obtuvo las cátedras de Historia Económica Mundial y de España y de Historia e Instituciones Económicas en las Universidades de Santiago de Compostela y Complutense de Madrid, respectivamente.

Académico de la Historia, Anes estuvo al frente de la Real Academia de la Historia desde 1998. En dicha institución se propuso tres metas. La primera el Diccionario Biográfico Español, un total de 50 tomos con 40.000 personajes, 5.000 biografías de españoles y extranjeros. Sus otros dos objetivos durante su mandato fueron: aumentar el número de actividades de la Academia y profundizar en la racionalización de su funcionamiento interno. Miembro del Patronato del Prado, lo presidió entre 1987-1990, fue también vocal de la Junta de Gobierno de la Fundación Príncipe de Asturias.

Académico de la Historia desde su elección en 1978 (vacante de Francisco Cantera), posteriormente ingreso en la misma (1980) con su discurso "Los señoríos asturianos". Fue consejero del Banco de España y comisario de la Exposición "Monedas hispánicas del siglo XVI" (1987-1988) y en noviembre de 1998 pronunció en el Congreso de los Diputados una de sus conferencias más importantes, "La Constitución histórica", con motivo del vigésimo aniversario de la Constitución Española.

Además de la docencia, dirigió la revista "Moneda y crédito", pertenece al Alto Consejo Hispano-Francés y tiene los doctorados "honoris causa" por las Universidades de Oviedo y Alicante. Este experto en Historia Económica, sobre la que publicó numerosos libros y artículos, cofundó el Centro de Estudios de Política Exterior en 1988 y forma parte de las Asociaciones Española de Ciencias Históricas, Internacional de Historia Económica e Internacional de Demografía Histórica. Editó parte de su labor investigadora en revistas especializadas y libros, como "Economía e Ilustración" (1969); "Las crisis agrarias en la España moderna" (1970); "El antiguo régimen: Los Borbones" (1975); "Historia de Asturias" (tomo 7, 1980); "La economía española al final del Antiguo Régimen" (1982); e "Historia económica y pensamiento social" (1983).

Es autor de "El siglo de las luces" (1995); "Vida cotidiana en tiempos de Goya" (1996); "Una reflexión sobre Europa para los españoles de la última generación" (1998); "Historia económica de España: Siglos XIX y XX" (2000); y "Catálogo de exposición de economía, sociedad política y cultural en la España de Isabel II" (2004).

Aparte de los premios citados, también recibió la Gran Cruz de Alfonso X El Sabio (1999) y de Isabel La Católica (2002), además del Premio Nacional de Periodismo Francisco Valdés (2005) por su artículo "España y el Islam" ("ABC", 2004).

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