domingo, 11 de marzo de 2018

SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA, IV CENTENARIO DE SU BEATIFICACIÓN

El P. Javier Campos, OSA, que tanto y tan bien ha escrito sobre Santo Tomás de Villanueva nos ha convocado para una publicación.

https://www.rcumariacristina.com/wp-content/uploads/2016/01/simposium_18-240x300.jpg

Estamos celebrando el 400 aniversario de la Beatificación de fray Tomás de Villanueva (1486-1555), agustino y arzobispo de Valencia (Paulo V, 7 de octubre de 1618).

El pasado 25 de noviembre del 2017 se conmemoró el 500 aniversario de su profesión religiosa en el convento de San Agustín de Salamanca. Muchos saben que hace poco la Santa Sede ha aceptado la petición del episcopado español, algunos prelados hispanoamericanos y la Federación de Agustinos Españoles, para que se declare a Santo Tomás de Villanueva Doctor de la Iglesia. La Congregación para la Doctrina de la Fe ha comenzado a estudiar los escritos del santo dando curso a la petición.

El Cardenal Antonio Cañizares, valenciano y cardenal-arzobispo en Valencia, no pierde ocasión de ponderar su gran magisterio y santidad, impulsando su doctorado

https://www.aciprensa.com/noticias/cardenal-destaca-importancia-singular-de-santo-tomas-de-villanueva-45663

Para familiarizarnos con el santo que vivió en mi tierra de Salamanca les comparto un resumen del P. Javier Campos, OSA en http://agustinosmadrid.com/conocernos/orden-de-san-agustin/galeria-de-retratos/santo-tomas-de-villanueva-1486-1555/ y por otra, el estupendo libro del también agustino P. Ángel Peña, OAR

Santo Tomás de Villanueva (1486-1555)

Fuenllana (Ciudad Real), 1486-Valencia, 8-IX-1555. Universitario, Agustino y Arzobispo de Valencia.

Familia y formación

Hijo primogénito de Tomás García y Lucía Martínez de Castellanos, hidalgos de Villanueva de los Infantes, partido y vicaría del Campo de Montiel, provincia de La Mancha, en la corona de Castilla, donde la familia tenía una posición económica desahogada, permitiendo a algunos de sus miembros estar vinculados con las Órdenes Militares y dedicarse al gobierno municipal; fueron cinco hermanos. Por una epidemia de peste su madre se marchó a la villa próxima de Fuenllana, de la que procedía, hasta dar a luz y que cesase el peligro y la angustia que ocasionaba ese mal; poco tiempo después regresó a Villanueva, en la que transcurrió su infancia.

De su madre aprendió las virtudes domésticas, a nombrar a la Virgen María y a llevarla en su corazón, como demostrará el resto de su vida; de su padre adquirió la misericordia para con los necesitados. La caridad como justicia, pero también como limosna y como entrega personal al necesitado, fue práctica y dedicación constante. La puerta de su casa solariega siempre estuvo abierta -aún antes de llamar- para socorrer a los necesitados; siendo muy niño volvió a casa varias veces vestido de harapos porque su ropa la había entregado a los pobres; otro día, estando sólo en casa, ante la petición angustiosa de unos necesitados, y no teniendo nada que ofrecerles, fue entregando, uno a uno, los pollos que había en el corral.

Recibió las primeras letras en su pueblo en el recién fundado convento de San Francisco, donde su madre -y posteriormente él mismo siendo arzobispo- creó una obra pía y allí se erigió el panteón familiar; también debió realizar allí los estudios iniciales de latinidad y principios de lógica, hasta que con 15 ó 16 años se trasladó a Alcalá (1501 ó 1502) donde cursó el ciclo de humanidades. En la recién fundada Universidad cisneriana estudió Artes, graduándose de Bachiller en 1508, pocas semanas antes de que se inaugurase el Colegio Mayor de San Ildefonso (1508), en el que pocos días después ingresa para completar su formación curricular: Maestro, en 1509, y Catedrático, en 1512.

Agustino

Refieren muchos testigos y biógrafos que la Universidad de Salamanca le ofreció una cátedra pero, descubriendo que Dios le quería en otros claustros, el 21-XI-1516 tomó el hábito en el convento de San Agustín de la ciudad del Tormes, día de Ntra. Sra. de la Presentación, profesando el día 25-XI-1517, pocos días después de que su hermano Fray Martín Lutero clavara las 95 tesis en la puerta de la capilla de la Universidad de Wittenberg, comenzando una curiosa existencia en paralelo estos dos agustinos, súbditos del César Carlos.

En diciembre de 1518 es ordenado sacerdote, celebrando su primera misa el día de Navidad (Ntra. Sra. del Parto); a partir del año siguiente comenzará su vida pública de servicio a la Iglesia y a la Orden de San Agustín, ostentando los cargos de prior de Salamanca (1519 y 1523), visitador provincial (1525), prior de Burgos (1531), primer superior Provincial de la provincia de Andalucía (1526), y posteriormente de Castilla (1534), revisor nacional de bibliotecas conventuales (1536); parece ser que renunció al arzobispado de Granada y, en virtud de santa obediencia, acepta el de Valencia, el 5-VII-1544 (Ntra. Sra. de las Nieves).

Como religioso destacó por la humildad y la obediencia con las que aceptó las misiones y trabajos que le encargaban los superiores; posteriormente fue ejemplar por su actitud de servicio con la que ejerció la autoridad, recordando el mandato de la Regla de San Agustín de vivir "no como siervos bajo la ley, sino como seres libres dirigidos por la gracia" (cap. VIII, 48). Es conocido por su amor a la Virgen, como demuestran sus escritos, y por la piedad de sus predicaciones; fueron famosos los sermones predicados en la catedral de Salamanca en la cuaresma de 1521. Cuando se autoriza a los agustinos a fundar el convento de Madrid -San Felipe el Real, 1544- es con la condición de que Fray Tomás de Villanueva resida en él o venga a predicar todas las cuaresmas; el propio emperador y la emperatriz acudían en Valladolid a escucharle, aceptando que el santo no les recibiese porque antes era prepararse para exponer con dignidad y con unción la palabra de Dios. Como superior provincial se ocupó porque los religiosos viviesen el precepto máximo de la Regla agustiniana: "Y lo primero para lo que os habéis reunido en comunidad es para vivir unánimes teniendo una sola alma y un sólo corazón en Dios" (cap. I, 3); fomentó con especial interés el espíritu misionero, propiciando el envío de religiosos a los territorios americanos para difundir la luz del Evangelio.

Arzobispo de Valencia

La diócesis de Valencia para la que fue nombrado pastor en 1544 era una sede amplia, compleja y con problemas estructurales: tenía una enorme población morisca, mal integrada, peor convertida y en muchos casos explotada por miembros de la nobleza como trabajadores agrícolas; la reiterada ausencia de los anteriores prelados, había ocasionado un vacío de autoridad, dejando a la comunidad cristiana sin pastor que la guiase, sin padre que la guardase, sin voz que les animase, sin luz que les iluminase; el relajado ambiente moral del clero era un fenómeno habitual y extendido; la falta de un centro donde los jóvenes aspirantes al sacerdocio se formasen humana, cultural y espiritualmente, hacía que los niveles de estos futuros ministros no alcanzasen la cota mínima que cabía esperar para que pudiesen cumplir con dignidad la misión a ellos confiada…

Con humildad, oración y penitencia, cambiará el rostro de aquella comunidad a él encomendada; calladamente, con constancia y dedicación, irá rigiendo, enseñando y santificando. Gritará en sus sermones por la convocatoria de un concilio que reforme a la Iglesia universal, en la cabeza y en los miembros, y verá con gozo la convocatoria de Trento; también anticipándose a la creación de los Seminarios conciliares fundaría el Colegio de la Presentación (1550), donde se recogía el espíritu universitario alcalaíno que había vivido en su juventud añadiéndole el ideal de vida evangélica que debe animar a todo apóstol de Cristo. Para tener un conocimiento real de la archidiócesis valenciana, nada más llegar realizó una minuciosa visita pastoral (1545), y acto seguido convocó un Sínodo provincial (1548), para poner a la Iglesia de Valencia en sintonía con el espíritu de Dios, que llena el corazón de los hombres, insistiendo en la práctica sacramental, que vigoriza a los miembros de la comunidad cristiana, y reafirmando la disciplina eclesiástica que ordena y da cohesión a la diversidad de miembros de la Iglesia militante.

En momentos donde se quería controlar a la jerarquía eclesiástica por la fuerza moral que tenía ante el pueblo defendió la inmunidad de la Iglesia frente a las intromisión del poder civil al que se tuvo que enfrentar en situaciones delicadas; especialmente grave fue el choque con el Gobernador y sus colaboradores, en 1548-1549, al que excomulgó y puso la "cessatio a divinis" en todas las iglesias de Valencia. Con igual justicia corrigió -y castigó- a los clérigos, buscando el arrepentimiento espontáneo que sanaba más eficazmente el miembro enfermo.

Amor a los pobres

Mantuvo una especial predilección por los pobres, las huérfanas y los niños abandonados, especialmente estos últimos, que por su desvalimiento no podían sobrevivir y ser criados con dignidad, llegando a tener habitualmente más de medio centenar, que alimentaba, vestía y educaba; los primeros de mes visitaba las dependencias donde se criaban y a las amas que los cuidaban, interesándose por su desarrollo y salud.

Se consideró administrador de los bienes de ellos, a los que, por justicia, debían volver; esta actitud le llevó a vigilar con especial cuidado los gastos del arzobispado, pensando que todo los que no fuese estrictamente necesario era un robo que se hacía a los pobres. Daba sin humillar, corregía sin ofender, enseñaba sin herir. Anualmente entregaba en limosnas casi las tres cuartas partes de las rentas del arzobispado. La austeridad de costumbres, en su persona y en el palacio arzobispal, la sencillez del vestido, la frugalidad de la mesa, la humildad del ajuar, lo reducido del servicio, la piedad de vida, la mansedumbre en el trato… Son muchas las noticias que nos han llegado de su sobriedad de vida y del ejemplo que daba a los que le conocieron y trataron. Procuró ayudar económicamente a los padres de familia en paro para que ejerciesen el oficio que conocían, estimulándose en salir adelante con su trabajo y no se acostumbrasen a vivir con la limosna que recibiesen. Con su limosnero y dos criados solía salir semanalmente para ver y atender a los enfermos necesitados de las parroquias, pagando un boticario, un cirujano y dos médicos; también entregaba personalmente limosna a los pobres una vez a la semana; las puertas del palacio se abrían todos los días para dar un plato de comida caliente a los necesitados, y una moneda, llegando algunas veces a ser más de cuatrocientos.

Predicador

Oraba y estudiaba; sus sermones han quedado como ejemplo de buena catequesis -por la concisión en el mensaje, la sencillez en la exposición, y la unción religiosa del contenido-, basados en la Sagrada Escritura y en los Santos Padres, especialmente San Agustín, del que siempre se esforzó por ser reflejo de su luz, eco de su voz, discípulo de su pensamiento y heredero de sus ideales. Posteriormente serán también elogiados como piezas de calidad literaria. De intensa vida espiritual y profundo amor mariano, la Virgen María marcó los momentos principales de su vida, y a ella están dedicadas el mayor número de sus "Conciones".

Muerte y canonización

El Cristo de su oratorio fue el amigo íntimo al que confiaba el gobierno de la diócesis y del que sacaba ejemplo y fuerzas para cumplir con su misión; esa imagen será la que le anuncie la inminente muerte para el día de la Natividad de María. Se apresuró a ponerse a bien con los pobres, que era la forma de poder justificarse ante Dios de una correcta administración de los bienes; dejó pagado el sustento de un año y el salario de las amas de cría de los niños abandonados; ordenó al tesorero y al limosnero del arzobispado que entregasen urgentemente a los pobres todo el numerario que hubiese en las arcas del arzobispado, ya que deseaba morir sin poseer nada; después fue repartiendo las pertenencias de su casa y, en un último gesto de desprendimiento, entregó la cama en la que estaba a un criado, pidiéndosela prestada para morir, como ocurrió el día 8 de septiembre de 1555. Fue beatificado por Pablo V, el 7-X-1618, y canonizado por Alejandro VII, el 1-XI-1658, organizándose en muchas ciudades de España e Hispanoamérica importantes celebraciones conmemorativas según el modelo de fiesta barroca.

La figura de Fray Tomás de Villanueva pronto se popularizó y fue aclamado como "Padre de los Pobres"; así lo fijó la iconografía basándose en la imagen que se mostró en Roma en el tapiz de la basílica de San Pedro el día de su canonización: vestido de agustino y con los atributos pontificales de su oficio -capa pluvial, palio, báculo y mitra-, con una bolsa en la mano y entregando unas monedas a los pobres. De esta forma lo encontramos en la serie de lienzos que Murillo pinta para el convento de agustinos y de capuchinos de Sevilla, hoy repartidos por los museos de Sevilla, Munich, Cincinnati, Estrasburgo, Los Ángeles, Londres y Florida. Los grandes maestros del Barroco difundirán esa imagen de Santo Tomás por importantes ciudades del mundo; existen lienzos de Carreño, Cerezo, Juan de Juanes, Maella, Fancelli, Coello, Zurbarán, Ribalta, y lo mismo harán los escultores y grabadores.

La devoción a Santo Tomás de Villanueva arraigó pronto en muchas partes del mundo y bajo su advocación se han puesto muy diversas instituciones: la Congregación de Religiosas de Santo Tomás de Villanueva, de Mons. Le Proust (Francia), cofradías y hermandades de caridad, la parroquia de Castelgandolfo (Italia), el Hospital General de Panamá, la Universidad de La Habana (Cuba), St. Thomas University (Miami, Florida), Villanova University (Pensilvania), alguna de ellas regentada por comunidades de agustinos, quienes proclamaron a Santo Tomás como patrón de los estudios de la Orden, proponiéndolo como modelo: por el estudio se llega a Dios y una vez que se posee a Dios hay que tornar a la sociedad para mostrarlo, en el lugar donde se viva. Y este camino se enriquece y afianza con la oración, la sobriedad de vida y la austeridad de costumbres.

Mensaje para hoy

Hay en la época de Santo Tomás unas situaciones cuyas raíces no son tan ajenas a nosotros, ni sus motivaciones están tan distantes de nuestros problemas, aunque las formas, el espacio y las soluciones sean diferentes.

Sin embargo, cuando nos encontramos con el problema de la pobreza y la solidaridad como respuesta de justicia al desigual reparto de los bienes; cuando experimentamos que la oración es el camino directo para la contemplación de Dios; cuando vemos la preocupación que tuvo por la formación humana, intelectual y moral de los sacerdotes, como vía segura para mejorar su imagen y su misión pastoral; cuando escoge la predicación y la catequesis como formas de evangelizar al pueblo; cuando descubrimos que el servicio a la Iglesia diocesana fue su primera tarea y ocupación de obispo; cuando leemos en sus obras que la vocación a la santidad es una invitación que hace Dios a todos los bautizados; cuando aceptamos que la Iglesia necesita renovarse porque su misión es preparar los caminos del Señor y acercar a las gentes al Dios que salva y libera… Y todo ello, hecho por amor y desde el amor.

Cuando comprobamos esto, y lo vemos vivido por Santo Tomás de Villanueva, en la primera mitad del siglo XVI, comprendemos por qué su figura y su mensaje son actuales.

JAVIER CAMPOS, OSA

 http://www.libroscatolicos.org/index2.htm

Santo Tomás de Villanueva P. ÁNGEL PEÑA O.A.R.

SANTO  TOMÁS  DE  VILLANUEVA

LIMOSNERO  DE  DIOS

INTRODUCCIÓN

Santo Tomás de Villanueva fue un santo agustino del siglo XV-XVI a quien Dios regaló muchos carismas y dones sobrenaturales, pero lo que más lo distinguió fue su amor a los pobres. Ellos eran parte de su familia y, siendo arzobispo de Valencia, todas las rentas del arzobispado, exceptuando una parte para pagar a los empleados o para su sustento, las empleaba principalmente en ayudar a los pobres. Decía que las rentas del arzobispado eran sagradas, porque eran de los pobres. Por eso, al morir, no quiso dejar nada propio y mandó dar a los pobres hasta el último céntimo, y todos los muebles, incluida la cama en que estaba muriendo.

Fue una persona eminente con grandes dotes intelectuales, profesor de la universidad de Alcalá e invitado como       profesor a la universidad de Salamanca.

Como religioso ocupó altos cargos, siendo dos veces Provincial. Era muy estimado del general de la Orden y del emperador Carlos V, de quien era predicador y consejero especial.

Como arzobispo de Valencia, no sólo fue el padre de todos los pobres, sino también de los clérigos, a quienes corregía con amabilidad. Fundó el Colegio de la Presentación para la formación de sacerdotes, salidos de familias humildes. También fundó una especie de Hospicio para los niños abandonados y organizó un Sínodo para la reforma de las costumbres.

Al morir, todos, ricos y pobres, lo lloraron, sintiendo que habían perdido a un verdadero padre, pues para todos tenía palabras de consejo y a todos amaba, preocupado por la salvación de sus almas.

Sus grandes milagros en vida y después de su muerte hicieron de su tumba un lugar de peregrinación y todos lo invocaban como a un santo, incluso antes de ser beatificado. Que él nos conceda amar al Señor con todo nuestro corazón y nos estimule a seguirlo por el camino de la santidad.

 

 

ÍNDICE GENERAL

 

 

INTRODUCCIÓN

 

Situación social.  

Sus biógrafos.

Sus padres. Su infancia.

Alcalá de Henares.

Religioso y sacerdote.

Cargos en la Orden.

Dones extraordinarios

Arzobispo de Valencia.

Padre de los pobres.

Padre de los niños abandonados.

Espíritu de pobreza.

Corrección fraterna.

Dones extraordinarios a) Profecía

b) Bilocación  c) Don de consejo

d) Poder contra los demonios

e) Éxtasis f) Milagros en vida

Última enfermedad y muerte

Apariciones. Milagros después de su muerte

Beatificación y canonización 

Sus obras. Sus restos. Reflexiones

 

CONCLUSIÓN

CONCLUSIÓN

 

Después de haber leído la vida de santo Tomás de Villanueva, podemos decir que fue un santo extraordinario, en cuya vida resplandeció de modo especial el aspecto divino de la caridad. Por eso, le han llamado siempre el limosnero de Dios. Y se le acostumbra a representar dando limosna a los pobres.

 

Pocos santos hay en los que resplandezca de un modo tan brillante este aspecto de la caridad cristiana especialmente con los pobres.

 

Por otra parte, su amor a Jesús Eucaristía le hacía quedarse arrobado muchas veces durante la celebración eucarística. También se distinguió por su amor a María y decía con emoción que las principales fechas de su vida habían tenido lugar en fiestas marianas.

 

Su vida ha iluminado muchas conciencias a los largo de los siglos, ojalá que nosotros también seamos iluminados con su luz para seguir a Cristo con todo el corazón, a tiempo completo y para siempre.

 BIBLIOGRAFÍA

 

 

 

 

Profeta de Nuestro Tiempo

Aguchita

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