lunes, 13 de octubre de 2008

LA CRUZ DEL CERRO SAN CRISTÓBAL

La caminata

¡Cuánto se puede con tan poco! Así pensaba este sábado 11 de octubre. De 7.30 a 8, santo rosario en el taxi que nos llevó a cinco hasta las Nazarenas. Confesión, comunión, acción de gracias y todo GRATIS en el santuario central del Señor de los Milagros. Íbamos 14, los necesarios para las 14 estaciones del Cerro San Cristóbal. Pero antes tuvimos una reunión inicial en el parque Santa Rosa, a la vera del Rímac, seguimos por la Alameda de los Descalzos y visitamos la capilla del convento del Patrocinio (donde se santificó e hizo tanto bien la nueva santa peru-ecuatoriana Narcisa de Jesús). Y luego, a caminar, como San Cristóbal, protector de los caminantes, para llegar hasta el Cerro. Teodoro nos fue comentando una a una las 14 estaciones del Viacrucis; el Evangelio, la juventud, el Perú, la familia...todo iba resonando en nuestros corazones y lo ofrecíamos por Cristo, por la Virgen, por los jóvenes del Perú, MÁS, MÁS Y MÁS como gritamos al llegar.

Tras un fraternal compartir y contemplar el bellísimo panorama, como escribe Eduardo Rojas en http://groups.google.com.pe/group/milicia_sm?hl=es. SE HABLÓ DE LA PERSEVERANCIA, SE COMENTÓ EXPERIENCIAS DEL COLEGIO, DIFICULTADES CON ALGUNOS CURSOS Y METAS QUE CADA UNO TENÍA. LA CONCLUSIÓN QUE DEJÓ LA REUNIÓN FUE QUE LA PERSEVERANCIA CONSISTE EN CUMPLIR CON NUESTRAS METAS ASÍ NOS CUESTE LOGRARLO, SÓLO ASÍ SE PUEDE SER CONSTANTE. PERO ¿CÓMO LOGRAR ESTO?, HAY QUE APOYARSE EN LA ORACIÓN DIARIA, EN EL ROSARIO, EN LA COMUNIÓN CON CRISTO MEDIANTE LOS SACRAMENTOS, EN UNA VIDA ORDENADA, EN LAS PENITENCIAS DE LA VIDA DIARIA.

TURISMO DE ALTURA

Las unidades móviles, denominadas "urbanitos", efectúan por dos dólares un recorrido turístico hasta el cerro. Parten de la Plaza de Armas, pero sólo los fines de semana y feriados, que es cuando acuden más visitantes a este punto de Lima.  El Museo de Sitio ofrece importante documentación histórica acerca de la Cruz y del Cerro, así como una exposición fotográfica de la Lima de ayer, con fotos inéditas de principios de siglo, donde se incluyen las fotos de los dos grandes gestores de la Cruz, los Padres Francisco Aramburú y Francisco Javier Ampuero. Asimismo, se observa una fotografía de pared a pared de la Lima de noche y algunos maniquíes que representan al velero (vendedor de velas de antaño), la chichera, la tapada, entre otros. El museo cuenta con una importante colección de fotos de antaño, tomadas a comienzos de este siglo por fotógrafos como Courret, Garreud, etc. Entre ellas, se observan vistas de la Plaza San Martín, Malecón Leguía, Catedral de Lima, Palacio de Gobierno, estatua ecuestre de Pizarro ubicada inicialmente en el ingreso a la Catedral de Lima (1930), el Convento de los Descalzos de Lima, Claustro de la Casa de Ejercicios, Capilla del Carmen, entre otras. Asimismo, se ven placas fotográficas donde se han plasmado para la posteridad conocidos lugares del Callao, Barranco, Chorrillos y otros distritos de la gran Lima.

La cruz del Cerro

A poco de fundarse la capital española del Perú, altiva ciudad de los Reyes, los castellanos colocaron una gran cruz de madera en el cerro más próximo de cuantos circundaban la ciudad. Esta primera cruz del San Cristóbal, fue destrozada por soldados incaicos durante el transcurso del cerco de Lima en 1536; bajo la advocación del Sol y de las divinidades tutelares del Tahuantinsuyu. Fue por estos días que, entusiasmado Manco Inca con los rotundos triunfos obtenidos por sus fuerzas armadas sobre varios ejércitos españoles, decidió dar la orden de avanzar sobre Lima. Encomendó esta campaña costeña a uno de sus más valerosos capitanes: Hanancuzcos, quien ya había destacado en el sitio del Cuzco como esforzado adalid. Titu Yupanqui era representante real en el ejército, que marchó sobre las regiones yungas del litoral. Impartida la orden por el monarca rebelde desde Ollantaytambo, partió de allí un ejército cuzqueño con la misión de arrojar al mar a los españoles. Mientras tanto, habría de continuar el cerco del Cuzco, donde resistía heroicamente Hernando Pizarro, con cerca de doscientos españoles reforzados con el concurso de los aliados chachapoyanos y cañaris. Tras vencer las resistencias iniciales, las huestes cuzqueñas descendieron a los llanos, poniendo asedio a la Ciudad de los Reyes.

Por varios días se libraron combates caros en vidas para los dos bandos; defendiendo unos la plaza; pugnando los otros por tomarla. Y cierto día, –cuentan viejas crónicas escritas en ese tiempo–, "amanecieron los indios más cerca, en una sierra grande, que estaba de ellos cubierta, que cosa de ella al parecer no se divisaba, de donde quitaron e hicieron pedazos una cruz grande de madera que estaba puesta en lo alto a la parte del camino que va a la mar y al puerto".

Relata Ricardo Palma en sus Tradiciones Peruanas que luego de la fundación de Lima, allá por 1536, 25 mil hombres, al mando del cacique Túpac Yupanqui, llegaron del Cusco con el afán de expulsar a los conquistadores de Lima. Los españoles se encomendaron a San Cristóbal para que los adversarios no pudieran cruzar el río, y así fue, ya que  cada vez que intentaban cruzar el río Rímac eran arrastrados por la corriente y morían ahogados. Sin aparente causa lógica, la mañana del 14 de setiembre, día de la fiesta de la Exaltación de la Cruz, los guerreros emprendieron la retirada.

¡Milagro de San Cristóbal!, gritaron los españoles. Después organizaron una romería hacia la cumbre del cerro, donde se construyó una capilla y se colocó una enorme cruz de madera. La misión fracasó, y el 14 de setiembre, fiesta de la exaltación de la cruz, los indios se retiraron del lugar. Fue entonces que Francisco Pizarro y una comitiva se dirigieron al cerro y lo bautizaron con el nombre de San Cristóbal. Se colocó una cruz de madera y se ordenó la edificación de una capilla. El terremoto de 1746 destruyó la capilla. Durante el gobierno del presidente José Balta, esta cruz fue sustituida por una de encajes de fierro colado.

En 1927 el padre español Francisco Aramburú, religioso del Convento de los Descalzos levantó una nueva cruz de hierro y cemento de 20 metros de altura totalmente iluminada. La cruz fue bendecida e inaugurada por el entonces presidente Augusto B. Leguía el 23 de diciembre de 1928, y desde 1929 se programaron peregrinaciones a la cumbre. La luminosa cruz de 20 metros, que en la actualidad se ve desde cualquier punto del Centro Histórico. De igual manera, cuando uno llega a la cumbre puede contemplar un bello panorama de la Gran Lima. A 400 metros sobre el nivel del mar, brinda a sus visitantes la posibilidad de contemplar Lima de una sola mirada. Cuando el cielo está despejado se observa hasta las playas de Chorrillos y La Punta, y la isla San Lorenzo.

El artífice de la obra fue el párroco Francisco Aramburú, del convento de Los Descalzos. Cuentan que una noche tuvo un revelador sueño, y como era amigo del presidente Augusto B. Leguía le contó a éste los detalles del sueño. "Desde la celda he visto totalmente iluminada la cruz del cerro", le dijo en la mañana siguiente. El primer mandatario dispuso inmediatamente colocar en la cumbre del cerro una cruz de 20 metros de altura, provista de 22 potentes focos, pues planeaba convertirlo en el mirador más alto de Lima.  Si antes de la conquista los antiguos peruanos ascendían a la cima para llevar ofrendas y sacrificios a sus dioses; los españoles y misioneros lo hacían rezando el Vía Crucis y rememorando las estaciones de Jesús. Esa tradición la siguen hasta ahora los religiosos del convento de los Descalzos durante el primer domingo de mayo. El párroco Francisco Aramburú organizó en 1929 la primera peregrinación a la cruz de San Cristóbal que se mantiene hasta hoy. Les transcribo la inscripción que figura en la lápida, en la parte inferior de la cruz:

Cruz adorable,

desde esta cumbre

Alumbra, alienta y consuela

A los moradores de Lima

Y a los que en sus alrededores

Que con su piadosa fe

Te contemplan e invocan

Sé tú la solución de sus dudas,

El bálsamo en sus heridas

Y que nos sirva de báculo

Y sostén en la vida

Y de llave celestial

Para entrar en la gloria

(Fray Francisco Aramburú 1870-1964 quien levantó esta cruz en 1928)

 

 

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