domingo, 7 de diciembre de 2008

P. DIEGO RUIZ ORTIZ, PROTOMÁRTIR DEL PERÚ


MOMENTOS ESTELARES DE LA IGLESIA DEL PERÚ-1

El P. Antonio de la Calancha en la Crónica moralizada del Perú VI, nos informa que  “Nació el venerable Padre Fray Diego Ruiz Ortiz en el pueblo de Getafe, dos leguas de Madrid, corte de los monarcas de España, en el año del Señor de 1532, vísperas del glorioso Santiago su patrón, a cuya devoción lo pusieron en el bautismo el nombre de Diego”.

A los 12 años parte para Sevilla con dos de sus familiares pero sin sus padres pues los había perdido. Ingresa en la OSA (Orden de San Agustín) a los 15 años y profesa a los 16. El 25 de marzo de 1550 parte la primera expedición. De OSA; vienen 11 sacerdotes y un diácono. En el capítulo de 1563 fue destinado como doctrinante a Yanacache (sal negra) cerca de La Paz. Fue con 10 religiosos sacerdotes y dentro de ellos estaba el provincial del Perú Juan de san Pedro. Aprendió con esmero el quechua y el aymara. Actúa como misionero hasta en Puná. En 1566 fue enviado a evangelizar a los indios de Capiñora

El P. Marcos García –su compañero inseparable- nació en Oteruelo (León), profesó en el Convento de Lima en 1557 y fue enviado a Vilcabamba. Allá edificó una iglesia a dos jornadas de Vilcabamba. Logró bautizar al inca Cusi Tito Quispe quien recibió el nombre de Felipe. Fray Marcos se ganó la confianza del Inca, pero al denunciar sus vicios, se ganó la animadversión del neófito que le desterró y llegó ahogarle cuando iba a ver a sus misioneros de Chuquisaca.

Al morir Huayna Cápac, le sucedió Huáscar. Su hermano Atahualpa le venció y le tomó prisionero y lo mató. Aparece Pizarro y vence al Inca. Asume el mando Manco Inca. El virrey Nuñez de Vela envía a  Gómez Pérez quien causa la muerte de Manco Inca, asume el poder Tito Cusi Yupanqui al tiempo que entre nuestro protagonista en Vilcabamba con el P. Marcos García.

Tito Cusi recibió bien al misionero. Diego aprovechó la oportunidad y, tras pedir permiso al Inca, edifica una iglesia y predica el Evangelio y sana a los enfermos en un pequeño hospital que había levantado, enseñaba a los niños.

Su vida de oración, austeridad, caridad y gran penitencia ganó la confianza de los indios. Sin embargo, un día como otro Juan Bautista predicó contra el adulterio de Tito Cusi quien se había separado de su esposa Evangelina por unirse con Angelina Polanqilaco. Esto mismo se daba entre sus militares y capitanes. Cuando el P. Marcos estaba con orden de destierro, Fray Diego vino al toque desde Huarancaya a Puquiruna donde estaba el Inca y para recoger las cosas de la iglesia, al tiempo que pedía al Inca su amigo que le dejase predicar allá porque el trabajo era arduo y uno solo no podía. Diego Ortiz va a luchar contra las idolatrías, especialmente en el pueblo Chuquipalpa, donde adoraban a un ídolo principal, “Punchao”, donde estaba una estatua del sol y una piedra blanca, sobre un manantial de agua. El misionero comenzó a levantar cruces en los montes y lugares que dedicaban a adorar al demonio. Organizó colegios, construyó iglesias. Lo mismo hará en el pueblo de Puquira donde dicen que exorcizó al demonio mediante un fuego en la piedra donde decían que se hacía visible y salió huyendo. Ello provocó la aceptación de la fe y el bautizo de muchos, pero, por otra parte, los hechiceros vieron mermados su poder, irritándose contra el Padre. Según Juana Guerrero, esposa de Martín Pando, secretario del Inca.   Procuran rebajar su influencia para lo que unas indias se vestirían con hábitos agustinos y arruinarían la castidad del Padre.

Un día el Inca invitó al misionero a un banquete. El no fue por estar en misa y porque sabía que terminaría en borrachera. La gente se embriagó. Tito Cusi cogió tamaña borrachera y apoplejía. Llega Fray Diego quien pidió al Inca se arrepintiese de sus pecados sin que le hiciese ningún caso. La coya Angelina Polanquilaco llamó a los capitanes y al secretario Pando para que le matasen al religioso. Al llegar a su casa lo encontraron rezando. Los capitanes comenzaron a insultarlo y golpearlo, le sacaron al campo y le molieron a palos, le quitaron la ropa, ataron sus manos con sogas que cortaban la piel como cuchillo y lo dejaron a la intemperie desnudo y casi muerto de frío. Los indios pidieron que resucitase al inca tal como él les predicaba sobre la resurrección. El les contestó que pediría a Dios por ello pero que era un pecador que sólo podía pedir a Dios. A continuación sigue el martirio; le atan los brazos atrás al punto de descoyuntarle los huesos, le quiebran el pecho y rompen varias costillas; a media noche, le echaron agua en las ataduras para que se ajustasen y fuesen más dolorosas. Al amanecer, de nuevo le pidieron resucitase al Inca; él pidió celebrar Misa por tal intención, le desataron pero no podía mover los brazos. Martín Pando le golpeó los brazos y los volvió a su sitio. Acabada la misa y visto que no resucitaba el Inca lo ataron en una cruz y lo azotaron. Se le acercó Juan Quispe quien le dio una bofetada dejando paralizada su mano hasta la muerte. Le hicieron un hoyo debajo de la barba donde se la introdujeron y lo arrastraron a la casa de la coya Angelina, lo llevaron luego a pie tres o cuatro jornadas hasta el pueblo de Mancaray donde el inca Túpac Amaru se estaba coronando. Y ordenó le llevasen a la hora del inca donde ajusticiaba a los malhechores. Como no moría el P. Diego los incas clavaron en sus uñas de los pies y manos espinas. Juan Tupa con su machete le golpeó en la cabeza hacia abajo, pues decían que paraba mirando al cielo. Corría el año 1571. No contentos con ello, sacaron el cadáver al camino y obligaron a que fuese pisoteado; cortaron la cabeza y lo pusieron sobre un peñasco, dejando el cuerpo expuesto a que lo comiesen las fieras. Echaron su cuerpo con la cabeza hacia abajo y llenaron todo de piedras, rociándole con salitre, chica y otros elementos de superstición.

Cuando murió tenía unos 39  años. Al conquistar la región y fundarse la Nueva Vilcabamba o san Francisco de la Victoria se ubicó en nuevo lugar, se levantó una iglesia y se enterró dignamente su cuerpo donde permaneció de 1572 a 1595, de donde será llevado en secreto al convento de Cusco. El 28 de agosto de 1598 el obispo Antonio de la Raya los colocó solemnemente en la iglesia del mismo convento, cerca del altar mayor. Allá recibió culto hasta 1826 desde que se pierde la pista de tan preciadas reliquias.

El 22 de enero de 1595 presentó ante Fray Pedro de Aguilar, procurador de la OSA de Cuzco, una carta en la que se certificaba el martirio del religioso agustino en 1571 y que las atrocidades que cometieron eran condenable, no sólo por ser religioso sino por ser un hombre que les había mostrado grandísimo afecto. El Corregidor condenó a la esposa Angelina Polanquilaco por ser ella la promotora del martirio. Pedro Aguilar dirá “Nuestro mártir vive y vivirá eternamente y, entre tanto, sus perseguidores corrieron en su vida mala suerte y morir de maneras trágicas”...por lo que muchos se convirtieron.

La causa de beatificación de este héroe de la fe ha sido retomada en 1991 y ¡Dios quiera! le veremos pronto en los altares. Cabe destacar que el propio Inca Garcilaso de la Vega (Cuzco, 1539 - Córdoba, 1616), del que estamos celebrando el IV Centenario de los Comentarios Reales de los Incas el 2009, incluyó su semblanza en las páginas 11-17 del Prólogo de su obra inmortal.

 

 

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