c.8 Naufragio de Pedro Serrano: Al cabo de los tres años, una tarde sin pensarlo, vio Pedro Serrano un hombre en su isla, que la noche antes se había perdido en los bagios della y se había sustentado en una tabla de navío; y como luego que amaneció viese el humo de fuego de Pedro Serrano, sospechando lo que fuese había ido a él, ayudado de la tabla de su buen nadar. Cuando se vieron ambos, no se puede certificar cuál quedó más asombrado de cual. Serrano imaginó que era el demonio que venía en figura de hombre para tentarle en alguna desesperación. El huésped entendió que Serrano era el demonio en su propia figura, según le vio cubierto de cabellos, barbas y pelaje. Cada uno huyo del otro y Pedro Serrano fue diciendo: Jesú8s, Jesús líbrame Señor del demonio. Oyendo esto se aseguró el otro y volvió a él le dijo: no huyáis hermano de mí, que soy cristiano como vos; y para que se certificase, porque todavía huía, dijo a voces el Credo; lo cual oído por Pedro Serrano volvió a él y se abrazaron con grandísima ternura y muchas lágrimas y gemidos, viéndose ambos en una misma desventura sin esperanza de salir della...Así vivieron algunos días; más no pasaron muchos que no riñeron y de manera que apartaron rancho que no faltó sino llegar a las manos (porque se vea cuán grande es la miseria de nuestras pasiones) la causa de la pendencia fue decir el uno al otro, que no cuidaba como convenía delo que es menester; y este enojo y las palabras que con él se dijeron, los descompusieron y apartaron. Más ellos mismos, cayendo en su disparate, se pidieron perdón y se hicieron amigos y volvieron a su compañía y en ella vivieron otros cuatro años. En este tiempo vieron pasar algunos navíos y hacían sus ahumadas, más no les aprovechaba de que ellos quedaban tan desconsolados que no les faltaba sino morir. Al cabo deste largo tiempo acertó a pasar un navío tan cerca dellos que vio la humana y les echó el batel para recogerlos. Pedro serrano y su compañero, que se había puesto de su mismo pelaje, viendo el batel cerca porque los marineros que iban por ellos no entendiesen que eran demonios y huyesen dellos dieron en decir el Credo y llamar el nombre de nuestro Redentor; y valióles el aviso, que de otra manera sin duda huyeran los marineros, porque no tenían figura de hombres humanos. p.34