lunes, 4 de mayo de 2009

DESDE ROLLÁN, MI PUEBLO

Queridos amigos:

 

Aquí tienen a los misioneros en vivo y en directo, siendo luz en mi propia casa, en Rollán (Salamanca). En la foto: mi hermano Juan Luis, cruzado de Santa María y cocinero de profesión, mi padre Agustín, Teo, Iván y Ángel Santa María (el animador de nuestra web). La otra foto es el fruto “carnoso” que le espera a quien se atreve a llegar a la noble villa de Rollán.

Y aprovecho para compartirles los Puntos que me ha tocado preparar, invitándoles a inscribirse si quieren recibirla a diario:  oraciondelmilitante@gmail.com. ¡Un abrazo y feliz día!

 

José Antonio

 

4 de mayo: Puntos para la oración.

 

1. Reflectir para sacar algún provecho.

 

Muchos hemos vivido jornadas pletóricas de apostolado con el encuentro “Laicos en marcha”. Otros hemos vivido el “puente” de otro modo y toca ahora la vida ordinaria pero de forma extraordinaria. El mero hecho de recordar (volver a pasar por el corazón) tanta gracia recibida, puede servirnos para agradecer y sacar provecho sirviendo y amando. San Pablo en su carta a los corintios nos da una pista: “por último, se me apreció también a mí”. Bueno será recordar estas “apariciones”, dones, gracias, recibidas del Señor a lo largo de nuestra vida.

2. Fiesta de los santos Felipe y Santiago, apóstoles.

 

El Evangelio nos narra el formidable encuentro con Felipe en el que éste provoca una de las confesiones más claras de la divinidad de Jesús y la identidad de voluntad con el Padre. Felipe era de Betsaida (Galilea) y uno de los primeros e íntimos de Jesús; tan grande fue su impacto al conocer al Maestro que fue donde Bartolomé para invitarlo a conocerlo; predicó en Frigia y logró la palma del martirio en Hierápolis. Por su parte, Santiago, era de Cana, y primo de Jesús; escribió una carta preciosa recalcando que la fe sin obras está muerta, fue obispo de Jerusalén y murió mártir, apedreado por los judíos, en el año 62. La oración colecta nos puede ayudar: “Señor, Dios nuestro, que nos alegras todos los años con la fiesta de los santos apóstoles Felipe y Santiago; concédenos, por su intercesión, participar en la muerte y resurrección de tu Hijo, para que merezcamos llegar a contemplar en el cielo el esplendor de tu gloria”

3. Mayo. Hágase, Estar

 

Estamos en los primeros días del mes más hermoso del año. Todo convida a la vida, la belleza, la sencillez, la frescura, la libertad, la generosidad de las flores... Siempre recuerdo una frase de San Juan de Ávila: “Antes quisiese estar sin pellejo que sin devoción a la Señora”. Abe, en su espléndida meditación, nos lo recuerda. Sí, Madre, de nuevo nos tienes ante Ti, totus tuus. Hágase-generosidad; estar-perseverancia. Es el título de nuestra revista, es el compendio de lo que quiere ser nuestra vida. ¡Cuántas veces hemos renovado nuestros compromisos con estas palabras tan llenas de vida! Señor, María, Hágase, Estar.

4. Palabras de Abe. Hágase-Estar (Lc 1, 38)

En esas dos palabras ha quedado rubricada la santidad de la Reina de todos los santos. ¿Queremos ser santos? Es una pregunta que parece extraña en el mundo de hoy. Y sin embargo, para esto fuimos creados. Pues bien, ser santos es conformar nuestras vidas con la voluntad divina. Ser santos es, más que hacer la voluntad de Dios, convertirse en voluntad de Dios. Ésta es la excelsa santidad de la Virgen, quien nos admira al verla siempre actuando por designio divino.

Un “hágase” del Padre hizo la creación del mundo. El “hágase” de María nos trajo la Encarnación del Hijo de Dios. Este “hágase” de la Virgen fue una nota sostenida, constante, siempre colgada de su saber estar. Un “hágase” delicioso unas veces, terrible otras. Pero siempre apoyado en aquel firme “estar” con que la vemos junto a la Cruz: “Estaba en pie junto a la Cruz de Jesús, su madre” (Jn 19, 25). Quien clave los ojos en María, encontrará en Ella el modelo a imitar. Ella nos precede en la marcha peregrina hacia la Patria. Sigámosla y entretejamos nuestra santidad entre el “estar” y el “hágase” (...) Dejemos que su voluntad “se haga” en nosotros sabiendo “estar” anclados en el ahora del momento presente. En nuestras deficiencias y en las ajenas, no perder la paz: “Hágase-Estar”. En los estados físicos, cansancios, enfermedades: “Hágase-estar”. En los estados de ánimo y en los cambios de lugar: “Hágase-Estar”. Ante la profesión, el estudio, las personas que nos mandan o nos rodean, en situaciones agradables o desagradables: “Hágase-Estar”. En los éxitos y en los fracasos, cuando fallan las previsiones y Dios sale por donde menos pensamos. “Hágase-Estar”. En las cosas que más nos cuestan o más se temen: “Estar-Hágase”. En todo, en todos, siempre: “Estar-Hágase”.

Se precisa una larga paciencia y mucha oración contemplando a la Virgen. En lo pequeño y en lo grande, Ella es la encarnación perfecta del “Estar-Hágase”.[i]

 

 

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