viernes, 28 de agosto de 2009

LA SANTIDAD EN LA SELVA

 

La Facultad de Teología “Redemptoris Mater” de la Diócesis del Callao lanzó está semana la II Exposición Etnográfica y Misionera, denominada “La Santidad en la Selva”, donde se podrá apreciar a través de imágenes y documentación, el trabajo silencioso y dedicado que realizaron y realizan los misioneros religiosos en los lugares más alejados de la selva peruana. Esta muestra se realiza con el apoyo del Centro Cultural José Pío Aza, de los Misioneros Dominicos.

Durante la exposición, que estará abierta hasta el 5 de setiembre, se presentaran objetos, mapas, utensilios, croquis, así como fotografías de los pueblos indígenas de la selva amazónica donde realizaron su obra. También habrá una muestra de videos permanentes sobre el tema. Las personas que deseen apreciar esta muestra histórica, pueden hacerlo en la Facultad de Teología Redemptoris Mater, ubicado en Jirón Medina 393 – La Punta, Callao. En tanto, del 14 al 26 de setiembre, esta misma muestra se presentará en la Universidad Católica Sedes Sapientiae, en Los Olivos.

 

SANTO TORIBIO LLEGÓ HASTA LA SELVA

Contaba 42 años al llegar a Lima y comenzaba la decisiva etapa del primer período del virreinato peruano. Justo dos años antes de finalizar el siglo XVI, en 1598, a los 18 años de hacerse cargo de la iglesia de Lima, Mogrovejo envía una “relación y memorial” al Papa en el que da cumplida información de su labor, así como un retrato fidedigno de su dilatada arquidiócesis con cinco “villas” (Ica, Cañete, Chancay, Santa y Saña) y cuatro “ciudades” (Trujillo, Huánuco, Chachapoyas y Moyobamba). De los densos apartados, seleccionamos el primero:

“Después que vine a este Arzobispado de los Reyes de España, por el año de ochenta y uno, he visitado por mi propia persona [...],muchas y diversas veces, el distrito, conociendo y apacentando mis ovejas, corrigiendo y remediando, lo que ha parecido convenir, y predicando los d domingos y fiestas a los indios y españoles, a cada uno en su lengua, y confirmando mucho número de gente, que han sido más de seiscientas mil ánimas [...]y andado y caminado más de cinco mil doscientas leguas, muchas veces a pie, por caminos muy fragosos y ríos, rompiendo por todas las dificultades y careciendo algunas veces yo y la familia, de cama y comida, entrando a partes remotas [...]adonde ningún Prelado ni visitador había entrado”.

Anotamos circunstancias impresionantes de una ordenación sacerdotal cerca de Moyobamba: "Entró en muchas partes a visitar donde jamás había entrado prelado en especial en las provincias de Chachapoyas y Moyobamba a donde ordenó a este testigo de sacerdote, caminando por caminos muy peligrosos de sierras, montañas y temples desabridos sin tener regalo ni alivio ninguno porque no era hombre que los recibí ni quería sino tratarse muy pobremente y sin tener regalos". Y como quien se hace presente en el pueblo del Cambachalca sábado de la Trinidad que fue el día que ordenó de sacerdote a este testigo y al padre maestro Fray Diego de Ayala, provincial que fue de esta provincia y al bachiller Tenorio, criado suyo mandándoles a los tres sacerdotes que había ordenado que comiesen con él. No hubo en la mesa más de hasta un docena de papas y no se pudieren hallar en todo el lugar cuatro huevos y de dos que se pusieron a su mesa los dio a dos pobres indios, de manera que les dijo a estos dichos padres sacerdotes y entendí que teníamos más que comer mañana domingo será Dios servido de dárnoslo. Y de allí comí a las cinco de la tarde salió el dicho Sr. Arzobispo a visitar otra doctrina de un religioso de San Francisco en la misma montaña. E hizo que este testigo y los demás sacerdotes fuesen con él y llegaron a la medianoche hecho pedazos y mojados por la mucha agua que había llovido y el dicho señor arzobispo con una alegría como si hubiera ido por un camino de rosas y allí el dicho domingo dijo misa y predicó a los indios en su lengua y los confirmó"

El dominico Fr. Diego de Narváez da fe de un hecho singular. Dos indios de Moyobamba fueron a buscarle, ofreciéndole como regalo monos y papagayos, al tiempo que le invitaron a que fuera a su tierra a bautizarlos. "Estando en la ciudad de Chachapoyas, una jornada hacia la ciudad de Moyobamba para ir a él, llegaron dos indios infieles de los motilones y le trajeron unos miquillos y papagayos y cosas de aquella tierra y el dicho señor arzobispo los agasajó y abrazó, pero no quiso recibir cosa ninguna de las que traían, los cuales le pidieron que entrase donde estaban con que recibirían muy gran gusto porque querían ser bautizados y cristianos y el dicho señor arzobispo dijo a este testigo y al dicho Padre Fray Diego de Ayala que estaban allí en aquella ocasión, que qué les parecía si entraría o no. Y este testigo y el dicho Padre le respondieron que sus ovejas eran , que obligación había para reducirlas a la fe católica y el dicho señor arzobispo se resolvió a entrar adentro a donde estaban los dichos indios motilones infieles donde entiende que entró con el riesgo de la vida".

Transcribimos parte de una carta dirigida al Rey, desde Yauyos con motivo de su tercera visita en abril de 1602:

"Salí habrá 8 meses en prosecución de la visita de la provincia de los Yauyos, que hacía 14 años que no habían ido a confirmar aquella gente, en razón de tener otras partes remotas a que acudir y en especial al valle asiento de Huancabamba, que hará un año fui a él, donde ningún prelado ni visitador ni corregidor jamás había entrado, por los ásperos caminos y ríos que hay. Y habiéndome determinado de entrar dentro, por no haberlo podido hacer antes, me vi en grandes peligros y trabajos y en ocasión que pensé se me quebraba una pierna de una caída, si no fuera Dios servido de que yéndose a despeñar una mula en una cesta, adonde estaba un río, se atravesara la mula en un palo de una vara de medir de largo y delgado como un brazo de una silla, donde me cogió la pierna entre ella y el palo, habiéndome echado la mula hacia abajo y socorriéndome mis criados y hecho mucha fuerza para sacar la pierna, apartando la mula del palo, fue rodando por la cuesta abajo hacia el río y si aquel palo no estuviera allí, entiendo me hiciera veinte pedazos la mula. Y anduve aquella jornada mucho tiempo a pie con la familia y lo di todo por bien empleado, por haber llegado a aquella tierra y consolado a los indios y confirmándolos y el sacerdote que iba conmigo casándolos y bautizándolos, que con 5 ó 6 pueblos de ellos tiénelos a su cargo un sacerdote que, por tener otra doctrina, no puede acudir allí si no es muy de tarde en tarde y a pie, por caminos que parece suben a las nubes y bajan al profundo, de muchas losas, ciénagas y montañas".

Su caridad no tenía límites ni una sola dirección. Aunque tuviese una predilección especial por los indios, en términos actuales "una opción preferencial", supo conjugar armónicamente justicia y caridad por todos los pobres entre los cuales se encontraban chapetones castellanos, conquistadores y vecinos. Así nos lo narra su fiel ayudante Sancho Dávila en 1595:

"y en el discurso de la dicha visita, a muchos chapetones pobres que venían de Castilla, mandaba a este testigo que los aviase a su costa y diese todo recaudo para su viaje, dando a unos 20 y a otros 50 pesos, conforme a la necesidad que llevaban, lo cual fue muy ordinario, y a otros pobres conquistadores, vecinos de Chachapoyas y Moyobamba, que han llegado a esta corte, a sus pretensiones y negocios, los ha mandado acomodar y dar de comer en su casa, especialmente al capitán Melchor Ruiz Bonifacio, le dio otros 200 y a otros muchos vecinos y personas, que por ser tantas y tan de ordinario, no tiene memoria de ellos".

El Contador Jerónimo Ordóñez de Pineda, de Córdoba (España), 48 a, hijo de Martín de Pineda y Luisa de Quintana, casado, en Chachapoyas, contador de las Reales Cajas, cuenta lo que oyó a “un indio nombrado Francisco Yopín, natural de Luya en la provincia de los Chillaos, persona ladina de entera razón y crédito, a este testigo que sirvió de fiscal en la visita al dicho siervo de Dios en la que iba haciendo en las provincias de Chachapoyas y Moyobamba y con esta ocasión vio el dicho indio que el dicho siervo de Dios atravesó desde la ciudad de Moyobamba a la doctrina de Yambrasbamba por el camino de los naranjos que es tierra de montaña áspera, llena de animales feroces como osos, tigres, leones y otros muchos géneros de animales, a pie, por no poder de otra manera caminar por los dichos caminos que tenían de distancia 20 leguas poco más o menos, adonde durmió el dicho siervo de Dios en despoblado y que asimismo le dijo el dicho indio que a los grandes bramidos que daban las dichas fieras, viendo el dicho siervo de Dios que se atemorizaban los que iban en su compañía y este dicho en particular, los animaba diciéndoles que no temiesen cuando ellos de su parte medrosos hacían de noche fuegos y daban muchas voces por ahuyentar a las dichas fieras, en todo lo cual  pasó el dicho siervo de Dios muchos trabajos de aguaceros, ríos, pantanos, atolladeros, rayos, truenos, relámpagos y otras muchas incomodidades.

Fr. Luis de Segura, OFM, de Sevilla, con 76 años, guardián 4 veces, predicador jubilado, maestro de estudiantes, lector de artes y teología, moral y procurador general de corte, comisario y visitador de las provincias del Tucumán, Paraguay y Buenos Aires. [253] Conoció al siervo de Dios DTAM, arzobispo que fue de esta ciudad por haberlo comisionado con ocasión de haber ordenado a este testigo de epístola en el pueblo de Campian en la provincia de Canta habrá más de 56 años y que asimismo lo ordenó de evangelio a este testigo en el pueblo de Caruaz que es de la provincia de Huaylas en este arzobispado  Y particularmente sabe este testigo por haberlo visto ocularmente que estando en el pueblo de Huaraz, cabeza de la provincia de Huaylas, hablar inmediatamente con el dicho siervo de Dios Don Toribio en prosecución de su visita le dijo el dicho siervo de Dios a este testigo estas palabras:

- ¿No iremos a los motilones (que es una gente bárbara que está en la provincia de Chachapoyas) y nos atarán con unas sogas y nos dejarán caer atados por unas peñas tajadas y en habiendo llegado abajo nos desataremos, predicaremos y enseñaremos la fe católicos a aquellos bárbaros?

A lo cual respondió este testigo que sí, quedando admirado de haber oído palabras tan fervorosas nacidas de su ardiente caridad y celo, que siempre tuvo de la conversión de las almas y asimismo declara este testigo que habiendo pasado algún tiempo deseó saber si el dicho siervo de Dios entró a los chicos indios motilones porque este testigo no le acompañó en el viaje y estando en esta ciudad le dijo el Padre Fray Jerónimo Alonso  de la Torre, religioso de la misma orden de San Francisco que hoy vive, y reside en la casa grande de su orden que está en esta ciudad, que estando el dicho Padre Fray Jerónimo Alonso de la Torre en la de Chachapoyas oyó decir comúnmente a todos los de ella que el dicho siervo de Dios Don Toribio había entrado a los dichos indios motilones pasando muchos trabajos de malos caminos de despeñaderos, lajas, cuestas y otras muchas y grandes incomodidades, todo lo cual padeció el dicho siervo de Dios alegremente por el amor de Dios y conversión de aquellas almas.

Jaime Regan Hacia la tierra sin mal. Estudio de la religión del pueblo de la Amazonía. T.IA fines del siglo XVI Santo Toribio de Mogrovejo obispo de Lima hizo una visita pastoral a la región de Moyobamba, el bajo Mayo, y el Huallaga, donde se enfermó y casi muere. La tradición oral de la región le aplicó atributos del héroe civilizador de los mitos, afirmando que andaba enseñando las técnicas de plantar la yuca y el plátano, y que por su notable puesto y eminentes virtudes las chacras daban abundantes frutos (Herrera 1918:218)

 

 

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