|     El servicio a los pobres de Cristo no se limitó a que esta dama de la   cultura, la educación y con estatus social se pusiera un delantal y ofreciera   regalos desde su abundancia. Decidió vivir entre los pobres para rogar por   ellos     En 2001, cuando el presidente Leon Kass estaba organizando el Consejo   Presidencia de Bioética (que ha sido reciente y estúpidamente disuelto por el   presidente Obama), envió a los miembros del Consejo algún material   interesante antes de su primera discusión en 2001: el cuento de Nathaniel   Hawthorne, «La marca de nacimiento», que no figura en muchas de las   antologías literarias de las Universidades americanas en estos días. Sin   embargo, el doctor Kass sabía exactamente lo que estaba haciendo: pedía a los   encargados de asesorar al presidente de los Estados Unidos sobre la gestión   del nuevo conocimiento genético humano para pensar sobre los desafíos   actuales desde el prisma de una historia sobre la belleza, la arrogancia, y   los peligros letales de la cuestión prometeica de la perfección humana.     En el cuento de Hawthorne, un científico llamado Aylmer, está casado con una   mujer especialmente bella llamada Georgiana cuya cara está desfigurada (a los   ojos de Aylmer) por una marca de nacimiento. Finalmente, convencida por   Aylmer de que la marca de nacimiento debía ser quitada, Georgiana se somete a   un procedimiento, diseñado por Aylmer, que supuestamente eliminaría lo que su   marido consideraba una mancha en su belleza. La marca desaparece, pero   Georgiana muere. La búsqueda de Aylmer por hacer a su mujer perfecta, en su concepto   de perfección, hamacado la mujer en la que él buscaba la perfección.    Sabía de la sorprendente asignación de Kass al Consejo de Bioética desde hace   años. Pero sólo recientemente supe de su esfuerzo por lograr que América   pensara con seriedad acerca de la moral y los costes humanos de la búsqueda   de la perfección física, lo que me trajo a la mente al clan Hawthorne y a Rose   Hawthorne, la hija menor del autor, cuya causa de beatificación está en   marcha.    Nacida en Lenox, Massachussets en 1851, Rose Hawthorne vivió su infancia en   Liverpool, Inglaterra (donde su padre fue cónsul de los EEUU), y en Italia   antes de volver a casa a Concord, en Massachussets en 1860. A los 20 años,   Rose se casó con George Parsons Lathrop y la pareja se estableció temporalmente   en Boston, sonde Lathrop trabajaba en el Atlantic Monthly y Rose asentó su   reputación como escritora, publicando cuentos y poemas. Tras cinco años de   matrimonio, un hijo, Francis Hawthorne Lathrop, vino al mundo; pero el   pequeño sucumbió a la difteria a los 5 años. Rose y George Lathrop fueron   acogidos en la Iglesia católica en 1891, diez años después de la muerte de su   hijo. Pero su matrimonio se volvió imposible; George Lathrop tenía problemas   de «temperamento» (como la nueva Enciclopedia Católica dice con delicadeza),   que le inhabilitó para mantener un trabajo. Con el permiso de su confesor,   Rose comenzó a vivir sola y, después de un adecuado aprendizaje, empezó a   trabajar con pacientes incurables de cáncer, una dolorosa obra de caridad a   la que se entregó el resto de su vida.    Tras la muerte de George Lathrop en 1898, Rose Hawthorne se convirtió en una   hermana dominica, fundó la Congregación Dominica de Santa Rosa de Lima, también conocida como   las Siervas del Alivio del cáncer incurable. Un centro para pacientes de cáncer   fue creado en Hawthorne, New York, donde la madre María Alfonsa, OP, como era   conocida Rose de religiosa, ocupó todos sus años, muriendo allí en 1926.    Como escribió el padre Gabriel O’Donnell, O.P, postulador de su   beatificación: «El servicio a los pobres de Cristo no se limitó a que esta   dama de la cultura, la educación y con estatus social se pusiera un delantal   y ofreciera regalos desde su abundancia. Decidió vivir entre los pobres para   rogar por ellos como hicieron por sí mismos y para crear una casa donde   pudieran vivir con la dignidad, la limpieza y la facilidad con que afrontaron   sus últimos días en la vida […] No iba a haber un sistema de clases, ni   una planta superior o inferior para los residentes. Ella y sus hermanas   religiosas serían las siervas. Los residentes serían el objeto de todo su   cuidado y desvelo». Rose Hawthorne vio en los hombres y mujeres desfigurados   el sufrimiento de cánceres horribles que Aylmer no pudo ver en la casi   perfección de su bella Georgiana en la historia de Nathaniel Hawthorne: la   cara de Cristo.    El grupo de Rose Hawthorne (600 Linda Avenue, Hawthorne, NY 10532) promueve   la causa de beatificación; una oración para pedir curaciones y otros favores   a través de su intercesión está disponible. No estaría fuera de lugar añadir   una oración por el futuro presidente del Consejo Presidencial de Bioética en   cada intercesión.     |