El viernes 9 de abril, a las 6 de la tarde, se presentó la obra Misioneros Claretianos en el Perú. Cien Años al servicio de la Iglesia (Delegación del Perú-Misioneros Claretianos, Lima 2009, I, 611 pp; II, 459 pp) del antropólogo y misionero claretiano en Arequipa, salmantino de nacimiento, P. Amador Martín del Molino.
El lugar no podía ser más acorde para los institutos seculares, la sala “Mariano Melgar” del Centro Cultural de la UNSA de Arequipa. Presidió y clausuró Monseñor Javier del Río, arzobispo de Arequipa, quien destacó la creatividad de la caridad misionera de los claretianos y el hecho de que rememorar el pasado nos ayuda a desafiar el futuro.
Más de 300 personas que abarrotaban el salón disfrutaron de las palabras del maestro de la “identidad de Arequipa” como se conoce al Dr. Eusebio Quiroz Paz Soldán quien se refirió a más de 20 sacerdotes historiadores del Perú entre los que señaló un puesto destacado para el P. Amador.
El Lic. Álvaro Espinoza de la Borda se refirió a los claretianos en Arequipa.
Por mi parte actualicé el prólogo que escribí para la obra, destacando cómo a pesar de encontrarnos con una historia científicamente elaborada por el método usado, campea el espíritu y la vida por cada una de sus páginas. No me resisto a compartirles algunas citas que me han gustado un poco más:
- Obispo misionero en América como Santo Toribio. Se nos hace un parangón entre el santo patrono de los obispos de América, el fundador Claret obispo santo en Cuba y que tanto me recuerda el diario de la visita, sus andanzas misioneras (pág. 21)
- La fundación primera en América: “sí le digo que en la América hay una campo muy grande y muy feraz, y que con el tiempo saldrán más almas para el cielo de la América que de la Europa. Esta parte del mundo es como una viña vieja y la América es viña joven” (Año 1869)
- Propuestas de dos laicos, el Sr. Dowing al P. Olivet en 1906, p.27,y el Zuavo Pontificio en 1908 p.28. Provocan que en agosto de 1908 venga el P. Tomás Sesé, quien envía ilusionado la propuesta de una cuasiprovincia peruana, aunque se le responda con “una sola fundación”
- Cita en la que el autor se retrata de cuerpo entero, cuando habla del P. Arróniz: “Como San Antonio María Claret, como Santo Toribio, no se queda en la Iglesia central esperando que se acerquen los fieles; quiere conocer a todos y comunicarse con todos siempre en plan apostólico”.
La obra se articula en cinco apartados, los correspondientes a los cinco periodos propuestos y que se corresponden con la organización de la congregación dividida en cinco partes I. 1909-1925 Unidos a Chile, II. 1915-137 Viceprovincia dependiente de Chile, III. 1937-1962, Viceprovincia de Perú y Bolivia, IV. 1963-75 Viceprovincia y provincia en formación; V. 1975-2009 Delegación independiente. Cada uno de ellos se subdivide a su vez en cortos capítulos que hacen fácil y grata su lectura.
Comienza contextualizando el periodo, mediante una información socio-religiosa de la realidad, y luego nos describe de modo pormenorizado la vida claretiana, tanto su organización (gobierno por trienios, responsables, programaciones, asambleas, visitas,..) como, cada una de las obras claretianas y los protagonistas y beneficiados de las mismas. Esto lo hace con pelos y señales, con citas comprobadas que permiten ir a las fuentes si queremos ampliar la información, con atinados comentarios críticos y sin eludir ninguna cuestión por espinosa que pudiera resultar. Es el caso del polémico ex Padre Santiago Pérez Gonzalo que tantos quebraderos de cabeza ocasionó en el Seminario de Santo Toribio a los PP. Claretianos y cuya trayectoria vital se presenta, iluminando momentos de la historia del seminario toribiano que antes quedaban en la penumbra. Sin embargo, esto es la excepción.
Por último habló el autor, quien agradeció a los presentes especialmente el gesto del Sr. Arzobispo de quien partió la iniciativa de presentar esta obra mayúscula al público arequipeño en un ámbito cultural universitario.
El punto final lo protagonizó Isela Llerena de Filiación Cordimariana quien dedicó un poema al P. Amador y destacó cómo el instituto es un fruto de la acción claretiana en el Perú.