domingo, 13 de junio de 2010

HUELLAS DE LA EVANGELIZACIÓN FUNDANTE DEL PERÚ

El sábado 12 de junio, en el auditorio Santa Rosa de los PP. Dominicos, compartí a los que salen en la foto la charla que les comparto. ¡Por si les sirve, la pongo completa!

El 16 de marzo del 2007 Benedicto XVI, en su discurso al nuevo embajador de Lima ante la Santa Sede, Alfonso Rivero Monsalve remarcó cómo “la fe católica fue acogida y llegó a penetrar poco a poco en los entresijos culturales y sociales de ese pueblo bendito, en el que florecieron muy pronto los primeros santos y santas en suelo latinoamericano”. Días después, al inaugurar la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, señaló rotundamente: “La fe en Dios ha animado la vida y la cultura de estos pueblos durante más de cinco siglos. Del encuentro de esa fe con las etnias originarias ha nacido la rica cultura cristiana de este Continente expresada en el arte, la música, la literatura y, sobre todo, en las tradiciones religiosas y en la idiosincrasia de sus gentes, unidas por una misma historia y un mismo credo, y formando una gran sintonía en la diversidad de culturas y de lenguas”.

Ésta es la huella fundamental, ésta es la realidad de América, del Perú: su rica cultura cristiana, matriz y corazón de todo un pueblo. Y sigue indicando el Papa: “Pero, ¿qué ha significado la aceptación de la fe cristiana para los pueblos de América Latina y del Caribe? Para ellos ha significado conocer y acoger a Cristo, el Dios desconocido que sus antepasados, sin saberlo, buscaban en sus ricas tradiciones religiosas. Cristo era el Salvador que anhelaban silenciosamente… La sabiduría de los pueblos originarios les llevó afortunadamente a formar una síntesis entre sus culturas y la fe cristiana que los misioneros les ofrecían. De allí ha nacido la rica y profunda religiosidad popular, en la cual aparece el alma de los pueblos latinoamericanos”

Según la edición estadística de Datum Internacional de El Comercio en "La Encuesta del Milenio: Religión" (Lima 19 marzo 2000), "el Perú es el país donde más se cree en un Dios (80%), reafirmando así una tradición católica que no ha perdido vigencia" (p.5). Más allá de estas cifras, hay que constatar datos evidentes como la gigantesca procesión del Señor de los Milagros, y tantas expresiones de religiosidad popular (devoción a la cruz, Virgen María, los santos, la Eucaristía), numerosas órdenes religiosas y nuevos movimientos eclesiales, la topografía de todo el Perú sembrada de nombres cristianos, personas, instituciones... nos evidencian que, incluso mucho antes de la presencia cristiana, el Perú ha tenido un sentido profundamente religioso en las creencias y en las costumbres.

En el presente artículo, me limito a enumerar algunas huellas, señales, evidencias, realidades que, iniciadas hace más de 400 años, siguen vivas como sustrato cultural del Perú. Y con tal fuerza que si desapareciesen el mismo Perú dejaría de existir.

1. Religión precristiana. Santuarios ceremoniales como el de Toro Muerto (Arequipa), Chavín, Pachacámac, Ampato, Sara Sara, La Ciudad Sagrada de Caral [la más antigua de América]... nos hablan de la profunda religiosidad de nuestro pueblo que sorprendió positivamente a los primeros evangelizadores

2. Acta de la fundación de las ciudades. Lima, por ejemplo, es La Ciudad de los Reyes (Magos) por ser fundada en torno a la fiesta de la Epifanía del Señor, 6 de enero.

3. Doctrinas. Lugares específicos de evangelización de los naturales de América... Hay en el S.XVII más de 300 doctrinas que se convierten en pueblos con parroquias. Se comprueba en la toponimia que ha incorporado nombres evangélicos, marianos, santos...

4. Monasterios y conventos. Pensemos sólo en el Cercado de Lima; son centros selectos de formación y evangelización en los que tan importante como la iglesia es la escuela, la biblioteca y hasta la chacra, como estudió Pablo Macera para las haciendas jesuíticas del Siglo XVIII.

5. Concilios, Juntas, Sínodos. Pensemos en el Tercer Concilio Limense de 1583 cuya luz llega hasta 1899 y del que brotó la legislación canónica para toda América del Sur. Pensemos que los catecismos emanados del concilio son los primeros libros impresos en Perú.

6. Catedral y cabildo catedralicio. Microcosmos celeste, corazón de la Iglesia; arte, liturgia, ilustres canónigos. Basta con acercarse a nuestra Catedral para valorar la riqueza cultural, humana, espiritual que alberga.

7. Misioneros. Desde el protomártir Fray Diego de Ortiz en Vilcabamba hasta los mártires recientes de Chimbote; miles de misioneros acá en las tres regiones. Pensemos en centros de vanguardia que formaban misioneros para la Amazonía como el convento de Ocopa o para los Andes como la Recoleta franciscana de Arequipa.

8. Jerarquía: Obispos, Superiores de Órdenes, Nuncios. Recorrer la galería de los obispos de Lima, todos ellos con la idea de imitar al Santo Arzobispo Mogrovejo.

9. Los santos: son el fruto más sazonado de la identidad cristiana del Perú; los seis canonizados, otros tantos en proceso, tantos religiosos ejemplares y laicos comprometidos anónimos. En este momento, junto a los cinco canonizados Rosa de Lima (Isabel Flores y de Oliva), Toribio Alfonso de Mogrovejo, Francisco Solano, Martín de Porres y Juan Macías; la Beata arequipeña Ana de los Angeles Monteagudo y el Beato P. Luis Tezza, figuran las siguientes causas relativas al Perú: Luis López de Solís (1535-1606), Gundisalvo Díaz de Amarante (1540- El Callao en 1618, Diego Martínez, SI (1542-1626), Juan Sebastián de la Parra (1550-1622), Pedro Urraca (1583-1657), Juan de Alloza S:I (1597-1666)), Francisco del Castillo (1615-1673), Nicolás de Dios Ayllón (1618) Francisco Camacho (1629-1698), Luisa de la Torre Rojas, Beatita de Humay (1819-1869), Teresa de la Cruz Candamo (1875-1953), Octavio Ortiz Arrieta (1879-1958), Melchora Saravia Tasayco, la Melchorita 1895-1951, Martín Fulgencio Elorza Legaristi, obispo de Moyobamba, pasionista (1899-1966), Hay que añadir desde el 15 de agosto del 2002 los 3 mártires de Chimbote. : P. Sandro Dordi, P. Michel Tomaszek y el P. Zbibniew Strzalkowski.; además: Monseñor Emilio Lissón, el P. José Álvarez, O.P. Apaktone.

10. Las cofradías, hermandades, asociaciones y movimientos. Conviene insistir en la repercusión social de la fe en el ordinario ambiente laboral ya que es la fuente principal de la actividad del seglar. Podemos distinguir cuatro características fundamentales:

- La liturgia y la vida de oración.

- la caridad atenta a los más pobres y necesitados.

- la "cultura de vivir juntos la fraternidad cristiana".

- el aporte de obras de valor artístico e histórico que mantienen viva la religiosidad popular.

La Cofradía de San José, del gremio de carpinteros, fundada en Lima en 1560, contaba con capilla propia. Los gremios de carpinteros, albañiles y canteros indios y morenos se agrupaban en otras cofradías como la de San Juan Bautista de los Pardos en la iglesia de Santa Ana, la de Nuestra Señora de los Reyes en San Francisco o San Miguel en El Cercado. En 1630 había 57 cofradías en Lima. Proliferaron en tal cantidad que el C3L de 1583 declara que "en cuanto sea posible se reduzcan a menor número y no den licencia para ordenarse otras de nuevo sin causa de mucha importancia" (III, 44). Particular actividad desarrollan las de indígenas. Sus miembros daban de comer a los pobres, visitaban a los enfermos, celebran misa, tenían instrucción religiosa diaria y pláticas espirituales regularmente; los sábados se dedicaban a la Virgen y las comuniones eran en todas ellas frecuentes. Recordemos la singular importancia que cobrará la Hermandad del Señor de los Milagros en el mundo entero.

10. Santuarios e imágenes más conocidas de María, siguiendo la obra clásica de Rubén Vargas Ugarte Historia del culto de María en Iberoamérica y de sus imágenes y santuarios más celebrados Nuestra Señora del Rosario, Chapi, Cocharcas, El Carmen, Otuzco, María Auxiliadora...

11. Cruces y crucificados (Devoción a la Cruz y al Señor). Con la llegada del cristianismo a América, la cruz presidirá la fundación de las ciudades y se colocará en todos los lugares visibles, tanto religiosos (templos) como civiles (casas, puentes, caminos, cerros), especialmente si habían sido centros espirituales precristianos, bien apachetas, huacas o centros ceremoniales. El Primer Concilio Limense (1552) dispone que en los pueblos de indígenas se haga una iglesia o al menos una ermita con una imagen o una cruz (Const.2); de igual modo, se advierte que los ídolos y adoratorios sean destruidos, y si fuese lugar apropiado, se edifique una iglesia o al menos una cruz. Mons. Severo Aparicio destaca que con "este criterio y para cristianizar lo pagano, allí donde había huacas y apachetas, se colocaron cruces. De tal manera caló en el corazón del indígena la devoción a la santa cruz, que en los cerros, los caminos y las casas de nuestras poblaciones campesinas está presente la cruz. Devoción que aún en nuestros días conserva plena vigencia y tiene el sustento de su profunda raigambre popular". Tal es así, que predominan las imágenes del Crucificado sobre las de la Resurrección. Perú está profundamente ligado a la devoción del Cristo Sufriente y a la Cruz. Las características que reúnen son diversas. Hay cruces sin crucificado pero con los signos de la pasión: el gallo, la corona de espinas, los dados, la columna, el martillo, las tenazas, el cartel de INRI ("Jesús Nazareno, rey de los judíos", la caña con la esponja, el sol y la luna, la lanza, la escalera, la sábana. En ocasiones, aparece el velo de la Verónica y hasta hay cruces de un Cristo Resucitado... Tan sólo en Lima. podemos señalar el Señor de los Milagros. La devoción, quizá, más arraigada en nuestro pueblo y que viste de morado las calles y la vida todos los meses de octubre.

12. En las Constituciones del Gobierno Republicano. La clave de la poderosa personalidad de Perú no puede encontrarse sin prescindir de la fe, sin su identidad católica. En este marco constitucional, el Estado Peruano estableció un Acuerdo con la Santa Sede el 19 de julio de 1980 (Decreto Ley Nº 23211 de 24.VII.1980) por el cual: "La Iglesia Católica en el Perú goza de plena independencia y autonomía. Además, en reconocimiento a la importante función ejercida en la formación histórica, cultural y moral del país, la misma Iglesia recibe del Estado la colaboración conveniente para la mejor realización de su servicio a la comunidad nacional" (Art. 1). La Constitución Política de 1993, vigente en el presente, en su art. 50, reproduce el texto anterior, con una ligerísima modificación al final: "Dentro de un régimen de independencia y autonomía, el Estado reconoce a la Iglesia Católica como elemento importante en la formación histórica, cultural y moral del Perú, le presta su colaboración. El Estado respeta otras confesiones y puede establecer formas de colaboración con ella".

13. Factor de identidad. Casi todos los especialistas coinciden en afirmar que la cristianización del Perú es un acontecimiento decisivo en la formación de la identidad nacional V. A. Belaunde en su obra Peruanidad llegará a decir que la peruanidad es una síntesis viviente creada por el espíritu católico. M. Marzal escribirá en Religión Católica e identidad nacional (Lima 1979, pp.148-9) que tal identidad católica se traduce en el peso de la Iglesia institucional en el Perú y en la religiosidad popular. Por su parte J.A. Arguedas sabe comprender el alma andina y descubrir en ella las raíces profundas de una evangelización que se expresa en las palabras del sacristán en la diminuta iglesia de San Pedro: “Dios es esperanza, Dios alegría, Dios ánimo. Llegó UNPU, enjuermo, agachadito. Salió tieso, juirme, águila. Era mozo no más, Dios hay aquí, en Lahuaymarca. De San Pedro se ha ido, creo, para siempre” (J.M. Arguedas Todas las sangres).

Vale la pena recordar el testimonio de la viuda de César Vallejo, quien en su lecho de muerte, a finales de marzo de 1938, dijo «Escribe»; y le dictó: «Cualquiera que sea la causa que tenga que defender ante Dios más allá de la muerte, tengo un defensor: Dios».

Un botón de muestra de este hecho fue la consagración del Perú al Corazón de Jesús como expresión de entrega total y comprometida por los lazos más sagrados que son los del amor. Y de ello supieron mucho Diego de Hojeda, Diego Alvarez de Paz, Rosa de Lima, Martín de Porras, Juan de Alloza, Francisco del Castillo, Paula de Jesús Nazareno, Mateo Crawley (alma del monumento en el Cerro de los Ángeles, Madrid), así como los institutos y cofradías, los escritos y las novenas, los santuarios y monumentos, que llenan nuestra geografía

14. Historiografía, bibliografía. Archivos y bibliotecas. A lo largo del medio milenio de catolicismo en Perú, sus propios hijos se han encargado de recoger por escrito una suerte de anamnesis como a diario la Iglesia lo vive en la celebración litúrgica. Todo estudio sobre la Iglesia viene a ser un recuerdo de "las intervenciones salvíficas de Dios en la historia", y "hace memoria" de las maravillas de Dios" (CIC 1103). Tan sólo un botón de muestra: El Padre José de Acosta escribe De Procuranda Indorum Salute. Este libro no sólo pretende describir la realidad indígena sino que como verdadero manual pastoral busca mostrar los caminos y medios para la implantación de la fe en las Nuevas Tierras. Pondrá mucho énfasis en la comprensión y simpatía frente a la persona y para ello considerará de absoluta importancia el aprendizaje y conocimiento de las lenguas vernáculas (La compañía de Jesús exigió a los misioneros el conocimiento del idioma nativo). Dirá en el proemio de su monumental obra:

"La causa principal que me movió a emprender esta tarea fue comprobar la inmensidad del amor de Dios y las promesas de la Sagrada Escritura, y cuando notaba, lo digo sinceramente, cómo iba creciendo en mí una peculiar confianza, ya de antiguo concebida y superior a todas las dificultades, en la salvación de estos pueblos. Finalmente, fue siempre idea cierta y fija en mí que nosotros, por nuestra parte, deberíamos procurar con todo ahínco la salvación de los indios, que Dios por la suya en modo alguno negaría su asistencia a la empresa comenzada".

La Iglesia de Lima en tiempos de Santo Toribio, 1598

Si tuviésemos que dar un Retrato de la Iglesia de Lima de 1598 no encontraríamos otro mejor que el ofrecido por Santo Toribio en la carta enviada al Papa Clemente VIII con motivo de su visita ad limina.

“15. Hay tres parroquias en esta ciudad, la una de San Sebastián, donde hay dos curas, otra de Santa Ana, donde hay un cura, otra de San Marcelo con otro cura, y en estos curatos hay diversas capellanías.

16. Hay tres monasterios de monjas, el uno de la Encarnación, son canónigas seglares de la Orden de San Agustín, tiene ciento setenta y cuatro monjas profesas y novicias, hermanas y donadas; tiene de renta once mil pesos corrientes.

Otro de la Concepción de la Orden de Santa Clara, tiene ciento cincuenta monjas profesas y novicias, hermanas y donadas; tiene de renta veinte ocho mil pesos corrientes.

Otro de la Santísima Trinidad, de la Orden de San Bernardo; tiene treinta y seis monjas profesas y novicias, hermanas y donadas; tiene de renta cuatro mil quinientos pesos corrientes, y otros tres mil que se cobran trabajosamente. Todos los cuales monasterios están sujetos al Ordinario.

17. Fúndase otro monasterio de monjas [Santa Clara], el cual tiene ya acabada la Iglesia, muy suntuosa y muy buena con dos coros, alto y bajo y con rejas muy fuertes, y se va cercando de tapias muy altas donde ha de haber un cuarto muy grande, pared en medio, para las mujeres que pidieren divorcio, en el entretanto que se determina y fenece la causa y después de acabada, si hubiere de haber divorcio para que estén recogidas y no anden con sus libertades fuera; y asimismo para que se puedan recoger allí las mujeres mozas é hijas de algunos que van á partes lejas, y no saben donde dejar sus mujeres é hijas, y puedan estar los padres y maridos con contentamiento, viendo que quedan en parte segura, y para las mujeres que hubieren vivido mal y quisieren recogerse á vivir bien, está hecha una reja grande que sale á la misma Iglesia del Monasterio, por donde puedan oír cada día misa. Está en ese Monasterio una imagen de Nuestra Señora de la Peña de Francia, de mucha devoción para el pueblo, adonde ocurre mucho número de gente y clérigos á decir muchas misas. Fundó este Monasterio un hombre llamado Francisco de Saldaña, y dio toda su hacienda que valdría doce ó catorce mil pesos, y se obligó á servirle todos los días de su vida sin salario, diciendo que quería ser esclavo del Monasterio, y que si fuera clérigo que serviría toda su vida de capellán sin salario. Y su Majestad el Rey Don Felipe habiéndosele dado noticia de esto por mi parte, me escribió que como quiera que esta obra fuese tan en servicio de nuestro Señor y beneficio de la República, se lo agradeciese de su parte, y le ayudase y favoreciese, asimismo escribió á su Virrey le diese tierras é indios, para el servicio de él, y se ha juntado mucha limosna de españoles, indios y otras personas con gran fervor y caridad. Y de los indios se habrá juntado de limosna dos mil cabalgaduras poco más ó menos, y mucha plata, ropa y maíz, ganado y trigo con tanta caridad, que yo he quedado admirado, yéndome muchos á buscar para dar limosna diciendo que querían hacer bien por sus almas, que si en particular se hubiera de escribir, era menester mucho tiempo, y admiraría, y se darían muchas gracias á Dios, de ver y entender la voluntad y ánimo con que estos indios ofrecían la limosna y la inclinación tan santa que han tenido, cómo se han de seguir tantos y tan buenos efectos de este Monasterio y esta es obra de Dios. Él la favorece y tiene de su mano. Entiendo que las monjas que en él entraren, serán de San Francisco, y han de ser sujetas al Ordinario conforme la voluntad del fundador y función.

18. Hay cinco monasterios, de Santo Domingo, donde hay ciento cuarenta frailes, tiene más de treinta mil pesos de renta, según tengo relación.

Otro de San Francisco donde hay ciento seis frailes, y aunque no tienen renta determinada, de sacristía y limosnas que recogen tiene veinte mil pesos.

Otro de San Agustín, tiene ciento veinte frailes, tiene de renta doce ó catorce mil pesos.

Otro de Nuestra Señora de las Mercedes donde hay, sesenta frailes, tiene de renta diez y seis mil pesos.

Otro de la Compañía de Jesús, donde hay setenta religiosos, tiene de renta veinte y cinco mil pesos, y en todos religiosos graves y doctos, los cuales se ocupan en ayudarme á la labor de los frutos de esta viña del Señor á mí encomendada

Hay otro Monasterio de Descalzos que está fuera de la ciudad, que tiene ocho frailes, es de mucha devoción y edificación

19. Hay seis hospitales donde se curan los enfermos con gran caridad, uno es de Santa Ana donde se curan los indios enfermos; otro de San Andrés donde se curan los españoles; otro del Espíritu Santo donde se curan los pobres hombres de la mar, y no otros; otro el San Diego donde los convalecientes que salen de San Andrés se curan; otro que llaman de San Lázaro de mal incurable otro; de la Caridad donde se curan mujeres pobres

20. Hay muchas cofradías de españoles, negros é indios, adornadas con muchas indulgencias, la del Santísimo Sacramento que está en Santo Domingo y acude á la administración del Viático de esta Iglesia Catedral y demás parroquias con lo necesario que es menester, y cuando sale el Santísimo Sacramento van once clérigos con sobrepellices y estolas de carmesí, que llevan las varas del palio, pendón y mazas de plata con gran cantidad de cera.

En la cofradía de las Ánimas que está en la Iglesia Mayor, se dicen más de seis mil misas cada año, y se da de limosna al sacerdote ocho reales cada vez que dice misa.

Hay una cofradía de la Caridad, en la cual se casan cada año veinticuatro doncellas pobres, y se les da para su casamiento, veinticuatro pesos de á nueve reales, y un hermano de la dicha cofradía que pide limosna para los pobres vergonzantes, que se llama Vicente Rodríguez, hombre de mucha caridad y buen cristiano, ha repartido desde el año ochenta y cuatro hasta el noventa y siete, ciento cincuenta y tres mil quinientos noventa y tres pesos y seis tomines de á nueve reales el peso. En el monasterio de San Francisco está fundada otra cofradía de Nuestra Señora de la Concepción, la cual casa cada año doce doncellas pobres y da á cada una seiscientos ducados de dote.

La cofradía de las cárceles que está fundada en una de las capillas de ellas, da de comer, cada día, á todos los pobres de todas las cárceles, y por su turno se escogen de treinta hombres, dos que solicitan y procuran los negocios de los pobres presos; tienen letrado para ello y procurador

Hay otra de la clerecía que llaman la Cátedra de San Pedro, tiene cuidado de regalar y curar los clérigos pobres y enfermos, dan todo lo necesario para su sustento á les sacerdotes pobres, entierra á los difuntos de la dicha cofradía con mucha pompa y se hace muchos sacrificios por ellos, la cual es de mucha utilidad y provecho”.

José Antonio Benito, UCSS (jbenito@ucss.edu.pe)

 

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