Mis queridos todos:
Seguimos avanzando con el albergue. Queda la instalación eléctrica y el mobiliario. Más bien la cerca y los talleres están paralizados. Apolo se ha ido a acabar de techar la capilla de Puerto Carlos y con esto de los difuntos han viajado. Espero que para final de año se acabe al menos una parte.
Gracias a todos los que nos envían su ayuda gracias a la cual podemos avanzar estas obras. Espero que hayan de servir para la mejor educación de los jóvenes del pueblo y de entorno y en especial de los que tenemos en el albergue.
Que Dios les premie a todos.
Fr. Pablo Zabala OP
DIFUNTOS
Una fiesta que convoca desde la distancia. El 1 de noviembre se celebra a los vivos, mientras que el 2 es para los difuntos, que parecen más vivos por el alboroto que se arma.
En casa de Marcos Lechuga, hemos celebrado al misa a las 8 de la noche, ellos han velado toda la noche al calor del caldito y frescor de la chelita. A las 5 de la mañana otra vez nos hemos juntado para la misa, esta vez la lista de los difuntos se alargó.
A las 7,30 salí, contra las recomendaciones, para Delta 1. Ayer no había paso para los carros, se hacía en canoa, al llegar al control el encargado de cobrar peaje me indica que están pasando normal.
La carretera de Colorado ha estado bien, enseguida el barro me jala para los lados. La doble tracción tuvo que emplearse a fondo.
Al llegar al río me aventuro hasta cierta parte, ya no veo camino, un rato de espera, llega una camioneta y le sigo fielmente.
A ratos tienen que bajarse a pasear por el agua buscando la ruta. Sin novedad llegamos a las 10 a casa de Rosina. La gente está esperando en el cementerio.
Vamos recorriendo las calles avisando con el megáfono de que a las 11 tenemos la misa en el cementerio. La familia de un mototaxista que se suicidó el año pasado dirige el ambiente. Se va juntando bastante gente.
Resguardado por mi paraguas, mi calva aguanta el sol. A las 12,30 emprendo el regreso a Colorado. Mala hora pues la gente está en plan de almorzar. Pero Dios es bueno y en pleno río hay una camioneta que se dio media vuelta para indicarme el paso entre las aguas.
No sé si la prisa o es que se ha mejorado el camino pero para las 2 estaba en casa. En el grifo estoy rellenando de aire una rueda que con los tumbos se ha bajado un tanto. Nos cruzamos con José y el equipo que van a Puerto Carlos a acompañar en el cementerio.
En el microondas me aguarda la lechonada que la mamacha solícita ha hecho guardar. Sin calentar va entrando aunque no todo, que en esto se pasan.
A las 3,30 camino del cementerio de Colorado me acompañan los chicos que quedan. Han preparado unos 5 costales y aparcamos la camioneta cerca .
Ocurre que cada tumba se convierte en una despensa de panes guagua, pan caballo, frutas, dulces, refrescos… son las ofrendas de los familiares.
Después de la misa multitudinaria, vamos visitando tumba por tumba, se reza algo, se canta y se recoge lo que te van dando. Este año Walter Alarcón y familia han mandado hacer una cruz nueva de cemento y mayólica y el altar que preside el ambiente.
La gente quiere ser generosa para el padre, sabe que tenemos chicos en el albergue y son ellos los que van recogiendo en los costales, en uno los panes, en otro las frutas en otro las botellas de refrescos. Cada rato van descargando en la camioneta y de nuevo a la carga.
No dejamos de visitar una tumba, algunas no tienen familiares que les acompañen pero siempre tienen unas velitas que les alumbran.
Se hace de noche y vamos tropezando entre huecos y ramajes rastreros. Los chiquitos del pueblo también se unen a la peregrinación y con sus bolsitas de plástico van recogiendo lo que les dan entre peleas y alegría.
Parece que este año ha aumentado el negocio, más gente y muchas más ofrendas. También las mujeres han pasado la gorra y aumentó la calderilla.
No te extrañe que repita: demasiado bien.