martes, 15 de noviembre de 2011

LA SANTA DE SALAMANCA Y SU MISIÓN EN PERÚ:Santa Bonifacia Rodríguez (1837-1905).y las Siervas de San José

LA SANTA DE SALAMANCA Y SU MISIÓN EN PERÚ:

Santa Bonifacia Rodríguez (1837-1905).y las Siervas de San José

José Antonio Benito

Toda una noticia. Salamanca, la “catedral” del saber, la capital de la Universidad, la ciudad que ha acogido a santazos como Ignacio de Loyola, Juan de la Cruz, Teresa de Jesús, Juan de Ávila, Toribio de Mogrovejo…, sin embargo no tenía santos, ni siquiera de los cientos de mártires de la reciente Guerra del 1936. Y, por fin, repicó las campanas, celebró por todo lo alto porque el pasado 23 de octubre, Benedicto XVI canonizó a  la salmantina Bonifacia Rodríguez de Castro, fundadora de las Siervas de San José, junto con dos nuevos santos italianos, el arzobispo Guido María Conforti y el sacerdote Luigi Guanella. El milagro que permitió canonizarla fue la curación repentina de Kasongo Bavon, un comerciante de 33 años que se estaba muriendo en una pequeña clínica de las Siervas de San José en Katanga, República Democrática del Congo.

Bonifacia Rodríguez nació el 6 de junio de 1837 en Salamanca (España. Fue hija mayor de unos artesanos trabajadores y creyentes, Juan Rodríguez y Natalia Castro, quienes le dieron un hogar cristiano y laborioso. Su apacible niñez fue interrumpida por la muerte del papá, cuando ella tenía 15 años. Este acontecimiento cambió su vida, ya que debió trabajar para ayudar a su familia, dándose tiempo para seguir asistiendo a la escuela y catequesis parroquial, donde había adquirido una formación importante para la mujer de su tiempo y clase social. Bonifacia se vuelve cordonera y trabaja en esa artesanía, luego de ser preparada para ello por dos expertas, en un ambiente de piedad y laboriosidad. Poco después, Bonifacia monta su propio taller de cordonería y pasamanería, lugar de trabajo y oración en el que formaría junto a sus amigas, la Asociación Josefina.

Cuando está preparando su fundación,  Bonifacia mantiene una relación muy frecuente de diálogo con la Madre Cándida María  de Jesús, que, orientada también por los jesuitas de la Clerecía, P. Herranz y P. Bombardó, había iniciado en Salamanca la fundación de  las Hijas de Jesús, el día 7 de diciembre de 1871. Bonifacia busca en la Madre Cándida consejo para su discernimiento y asesoramiento sobre la forma de llevar a cabo su proyecto. Ambas fundadoras  cuentan con el apoyo espiritual y económico del Obispo de Salamanca.

FUNDACIÓN DE LAS SIERVAS DE SAN JOSÉ

El 7 de enero de 1874, Bonifacia funda la Congregación de las Siervas de San José con el padre Francisco Butiñá S.J. en Salamanca, con tres objetivos a cumplir: oración y trabajo hermanados, acogida a las mujeres pobres sin trabajo y fomento de la industria. Nacen también los denominados Talleres de Nazaret, hogares espirituales, comunidades de trabajo, oración, perdón y solidaridad para la mujer trabajadora en desempleo. Luego, Bonifacia es nombrada Superiora de toda la comunidad. Su compromiso con Dios quedó sellado el 2 de febrero de 1876, al hacer la profesión religiosa en medio de grandes dificultades y conflictos comunitarios; estos hechos negativos llevarían luego a la destitución de Bonifacia como Superiora de la comunidad e incluso la privarían de su condición de fundadora. En 1901 la Congregación de las Siervas de San José obtiene la aprobación pontificia del Papa León XIII, y la comunidad de Bonifacia en Zamora queda excluida. Sin embargo, Bonifacia continúa un sendero difícil de fidelidad en el exilio y el despojo. En la nueva tierra Bonifacia levanta otra comunidad, a pesar de lo cual nunca deja de desligarse de su primera casa en Salamanca. Sin embargo, los conflictos e injusticias contra ella seguirían atormentando su labor religiosa. Finalmente, el 8 de agosto de 1905 Bonifacia muere a los 68 años, rodeada de un pequeño numero de hermanas y excluida de la Congregación, a las afueras de la ciudad de Zamora.

MISIÓN EN AMÉRICA

En 1926 la Congregación de Siervas de san José elige Cuba para su primera fundación fuera de España. Siguen fundaciones en Argentina y Portugal (1928), más tarde en Filipinas (1932). Las primeras misiones propiamente dichas, es decir, en territorio dependiente de Propaganda Fide, llegan con las fundaciones de Tamshyacu y Tingo María en el Perú (1948). La primera en llegar al Perú fue Eladia Garayoa Zabaleta, en agosto de 1948 con otras cinco hermanas, que llegan a Tingo María. Las fundaciones peruanas ponen de manifiesto la capacidad de las Siervas de san José para asumir la promoción y evangelización en zonas de misión, en la más estrecha pobreza, con gran espíritu de trabajo solidario y una gran alegría. Pronto se ganan el cariño de la gente y el aprecio de los obispos, que valoran muy positivamente su labor misionera y solicitan nuevas presencias. Las noticias que llegaban a través de boletines, fotografías y rudimentarias filmaciones ponían de manifiesto la ilusión y el entusiasmo de aquellas Siervas. Eran los años de la Cruzada Misional de Estudiantes, establecida en sus centros centros, y pronto comienzan a multiplicarse las vocaciones misioneras entre las aspirantes y las jóvenes religiosas josefinas como es el caso de su coordinadora provincial actual Hermana Carmen Gómez, que encontró su vocación en Orense y lleva 30 años en el Perú. En la actualidad tienen una viva presencia en Lima, colegio Patrocinio de San José de Breña, donde está también la Casa Provincial, el noviciado y juniorado, en Checacupe y Urcos (Cuzco) y en Chiriaco y Pucará (Amazonas). Actualmente, la congregación de las Siervas de San José cuenta con unas setecientas hermanas, que trabajan en cien comunidades de doce países. Son las sucesoras de una mujer sencilla y trabajadora que tuvo el coraje de afrontar los desafíos de su tiempo, y que no se rindió tampoco cuando le dieron la espalda sus seres más queridos. Están presentes en España, Argentina, Colombia, Chile, Perú, Bolivia, Cuba, Italia, Filipinas, Papua Nueva Guinea, Congo y Vietnam. EFE

EL TALLER, “EVANGELIO DEL TRABAJO”

Desde la experiencia del trabajo artesanal que vivió en su casa su Fundador, el. Siervo de Dios P. Francisco Butiñá, S.J:,  contempla asiduamente “la casa de Nazaret”. Llamará a sus casas “Talleres de Nazaret”, y a Nazaret estará íntimamente ligada su espiritualidad. Jesús, José y María en el taller son su modelo de vida y trabajo. Las Siervas de San José están  llamadas a contemplar a Dios en lo oculto, en la vida rutinaria sin relieves ni dimensiones espectaculares, a poner el acento no tanto en lo que hacen, sino en cómo, por qué y por quién lo hacen. En el fondo, son llamadas a ser contradicción de una sociedad de éxito, concurso, pasarela…con el firme compromiso de hermanar trabajo y oración, como les alentaba su fundador: “Estas son las dos alas con que debéis volar si queréis llegar a la cumbre de la perfección religiosa que os exige vuestra congregación”.  El Taller es el lugar teológico donde nos encontramos con Dios y con el hermano por medio del trabajo. Este es lo nuclear de su vocación como recogió el Papa en la homilía de la canonización, glosando la Primera Carta a los Tesalonicenses: «cuando San Pablo la escribe, trabajaba para ganarse el pan. Por el tono y los ejemplos empleados, parece evidente que encuentra sus primeros discípulos en el taller donde él predica. Esta misma intuición movió a Santa Bonifacia, que desde el inicio supo aunar su seguimiento de Jesucristo con el esmerado trabajo cotidiano». El trabajo manual le permitía «realizar su propia vocación, y le daba al mismo tiempo la posibilidad de atraer y formar a otras mujeres, que en el taller pueden encontrar a Dios y escuchar su llamada amorosa…La nueva Santa se nos presenta como un modelo acabado en el que resuena el trabajo de Dios, un eco que llama a sus hijas, las Siervas de San José, y también a todos nosotros, a acoger su testimonio con la alegría del Espíritu Santo, sin temer la contrariedad, difundiendo en todas partes la Buena Noticia del Reino de los cielos”.

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Foto: Hna. Gregorio Quico, de Urcos; Dra. Rosa Isabel Bazán, participante en la canonización, odontóloga (Clínica Flores Bazán), ex alumna del colegio Patrocinio de Breña; Hna. Carmen Gómez, coordinadora provincial. Con el autor del artículo y conductor del programa “El Puente” en PAX TV.

 

 

 

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