lunes, 19 de diciembre de 2011

Caminata por los cerros de Ancón. 15 jóvenes descansan ¡en acción!

Caminata por los cerros de Ancón. 15  jóvenes descansan ¡en acción!

Parece que Ancón lo agota todo con el puerto, el mar, la playa. Sin embargo, basta con levantar la mirada para ver cerros, cumbres…y ése es el reto permanente de los militantes de Santa María. La altura, el horizonte, el más… De este modo el viernes 16 de diciembre 14 jóvenes –la mayoría de secundaria- comenzó su aventura adviental con un partidazo de fútbol a las 6 de la tarde; y a pesar de la escasa visibilidad, la energía y el entusiasmo –los goles- no decayeron. Ducha, cena, reunión inicial para marcar los tres objetivos (ser más hombres, más peruanos, más cristianos) que se concretó en “respetar” el silbato, orden en la sala y en la carpa y no quejarse. Se forman tres escuadras o patrullas, una familia, “bautizadas” por sus miembros: Santa Rosa, Guadalupe, SMP (San Martín de Porres). Y comienza la velada con canciones, “es ilusión, es ilusión, es sonreír toda mi vida de juventud”, “si tú quieres ser feliz, a la caminata has de ir” y una buena proyección documental del campamento. “Buenas noches” al estilo de don Bosco y que nos dio Manolo nos ayudaron a situarnos y coronar la jornada como Dios manda y bajo la mirada de la Virgen; “y al terminar a María cantamos con alegría”.

La mañana del sábado la pasamos con Jesús en el Sagrario, confesión, Eucaristía, ayudados por las sabias y estimulantes palabras del P. Donato. Un buen desayuno, círculo de estudios sobre cómo vivir la Navidad y ¡en marcha! Unos en la combi –“la blanquita”- a manos de Vicente; otros como servidor a ritmo de micro y “anconero”. Felizmente todos llegamos al lugar de acampada , el Centro de Investigación Biológica (CIB) de la UCSS, en la Playa de las Conchitas de Ancón. Almuerzo suculento, montaje de cinco tiendas -¡toda una aventura sobre todo para los cachimbos montañeros que era la mayoría!. Visita al CIB, primera “comunión” con la naturaleza, didácticamente ejemplar, para comprender de modo muy fácil que si queremos salvar la naturaleza y no morir todos sin intentarlo, tenemos que conocerla, respetarla, quererla; así se puede ver con los murales, los biohuertos, la piscifactoría…del CIB.

Y ya estamos listos para la caminata. Apuntamos al cerro más alto. Atravesamos la ciudad y llegamos hasta el complejo arqueológico  “El Tanque”, al norte de la Bahía de Ancón, norte de la pista de acceso al balneario y al oeste de la Panamericana, y donde pudimos toparnos con montículos de arena y conchales (restos de mariscos, moluscos del periodo precerámico). Después de una hora de caminata, en cordada, en silencio,  llegamos a una cruz del peregrino o de caminantes, tomamos un respiro y llegamos a las torres con numerosas antenas y allí cantamos nuestro himno de cumbre y recibimos las estimulantes palabras de Michel. Respiramos a pleno pulmón “la brisa marina que sube que baja debajo del agua del fondo del mar”, la cantamos con todas las letras, gozamos con nuestros cinco sentidos de los dilatados horizontes, cumbres que se clavan en el cielo, de la caricia del viento, de la luz espléndida del sol, del azul del mar, del ruido del oleaje, de la alegría de los bañistas –a lo lejos- . Lanzamos nuestros gritos a los cuatro vientos: “¡Por Cristo, por la Virgen, por Perú! Más, más y más” . Y es el momento de la bajada bullanguera y alegre; y a falta de nieve, buena es la arena donde retozamos como potros…y si no, ahí las imágenes.

Llegamos a la bahía y por grupos vamos rezando el Rosario a la Madre, Santa María, nuestra Guía Montañera. Todavía tuvimos tiempo de un baño reconfortante en la playa, ducha, y ¡formaciones! Con puntos y comas (¡viveza criolla de los que compraron para comer a destiempo! Y que sirvió para una buena arenga del subjefe Michel)

Cenamos ¡y bien! Y gracias a las instalaciones de la UCSS gozamos de una magnífica fogata, con canciones, escenificaciones y el ¡mimo del Far West por parte de Vicente! Bastaba con ver el crepitar de las llamas, para saborear la canción “con el tronco que se quema nuestras penas lejos vuelan” y “en el saco de dormir te esperan un sueño feliz”.  Y sí lo fue para la mayoría porque hubo que silbar y silbar para no tan dulce despertar. Pero ya, se despertaron, se lavaron, formaron y cantaron el himno nacional del Perú, oraron frente al mar, desayunaron , jugaron un buen partido de fútbol, se bañaron. Y todavía tuvieron tiempo de ¡limpiar, limpiar, limpiar nuestro mar de inmundicia ¡otra vez! Cada grupo llenó su bolsa en un santiamén. Y ahorita viene lo mejor. Como los valores siempre tienen su premio. Uno de los espectadores, de nombre Martín, que había estado 20 años en España y que veranea en Ancón, al ver tan loable acción se emocionó y convidó con gaseosas a los jóvenes empeñosos que como los de la Lima Milenaria se han puesto el sombrero y están decididos a ponerse la camiseta por el Perú.

Y con tanta actividad, nos dimos cuenta de que nos quedaba sólo media hora para desmontar el campamento y embarcarnos de nuevo en la combi. En vez de asamblea unos puntos conclusivos para agradecer por la superación, la unidad y para desear que lo vivido en el fin de semana, lo vivamos siempre, porque el campamento es la mejor escuela para la vida.

Punto y aparte fue la Santa Misa en la parroquia de Ancón. Todos unidos, formando un solo cuerpo, en familia, recibiendo a Jesús, el Señor. Otra hora de combi, saltando de alegría –con cinturón de seguridad, por si acaso-, y ¡muchas gracias María, por llegar todos sanos y salvos, con más vida!

 

 

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