viernes, 2 de marzo de 2012

EL SEMINARIO DE SANTO TORIBIO EN EL RECTORADO DEL CLARETIANO P. JUAN M. ATUCHA (1919-1922)

Las fotos están tomadas de la obra de Aurelio M. Gamarra Hernández  Datos históricos acerca de los establecimiento de segunda enseñanza que actualmente funcionan Ministerio de Justicia, Culto, Instrucción y Beneficencia, Dirección General de Instrucción Pública, pp.367-377. Corresponden a uno de los claustros del convento de San Francisco donde estuvo albergado el Seminario en su segunda etapa.

El artículo es un avance del libro que estoy preparando sobre la historia del Seminario.

 

[N.45] 1919-22 P. Juan Miguel de Atucha y Bustinza, CFM. En 1909 se hace cargo del Seminario en unión de los PP. Tomás Sesé, Mariano Aguilar, Pedro Belar, José María Coll, José Ferrando y Juan Nacenta. Dio curso de Filosofía en los Juvenados claretianos, Profesor de Sagrada Escritura de 1911 a 1921; de 1925 a 1932 en Trujillo. En 1935 ocupó la cátedra de Teología en Lima hasta su muerte en 1956. Fue además profesor de Historia de los dogmas, a la par que Filosofía a los claretianos. En 1939 fue Presidente de la Facultad y quinquenio tras quinquenio se le confirmó en el cargo. Cuando cumplió los 70 años el Consejo de Facultad le concedió pudiese continuar en la cátedra hasta su muerte, los 78[1]. Fue, además, capellán de la Escuela Normal de Mujeres y Catedrático de Teología en la Universidad de Cervera.

 

            En la solemne distribución de premios del año 1920, el propio Padre Atucha en su memoria académica hace una síntesis de la formación y estilo que llevaron a cabo durante los once años de gobierno. Su primer cometido fue redactar un Reglamento, “acomodado a las necesidades de la región y que al mismo tiempo correspondiera al elevado fin de los Seminarios eclesiásticos y las legítimas costumbres y tradiciones de la tierra peruana”. A tal fin, se valieron del que para los Seminarios de Italia, acababa de imponer la Santa Sede en el año 1908, y que fue traducido al castellano con ligeras modificaciones, en función del ambiente limeño y estilo multisecular del Seminario.

            A pesar del corto presupuesto, se realizan mejoras, tales como la habilitación de varios salones, con más de 200 carpetas individuales, construidas de nuevo, el embaldosado con cemento de los tres corredores del patio de los externos, la formación de un botiquín, la provisión de nuevos ornamentos para la capilla y las mejoras del gabinete de física y de la biblioteca. De igual modo, adquirieron un aparato de proyecciones y una máquina cinematográfica. La Biblioteca se incrementa con dos mil volúmenes nuevos, en su mayoría de obras modernas y las mejores acerca de estudios teológicos.

            A continuación se centra en tres aspectos fundamentales, la disciplina, la ciencia y la virtud. Acerca del primero, nos dirá que los hijos de Claret han intentado ser exigentes pero muy comprensivos: “Si en algo hemos pecado, hallaréis en nuestro balance que ha sido más por exceso de suavidad e indulgencia que de severidad y rigor”. Tiene muy presente la heterogeneidad del alumnado, desde lo que comienzan Latinidad hasta los próximos al sacerdocio, para lo que han de distribuir a los seminaristas en distintas secciones, colocando al frente un sacerdote, denominado Prefecto de disciplina, que ha sido guardián y moderador inmediato de cada una de ellas, pues estaba de continuo al frente de los alumnos de su sección; “con ellos reza, con ellos estudia, con ellos come, con ellos se recrea, a su lado duerme”.

            Acerca del aspecto científico o plan de estudios, redactan tanto para los cursos de filosofía como de teología, un plan de estudios basado en el de San Pío X, y que fue aprobado sucesivamente por las Asambleas Episcopales de 1911, 1912, 1915 y 1917 con pequeñas modificaciones. En la enseñanza media, de acuerdo con el Sr. Arzobispo y las Asambleas Episcopales, se adoptó el plan oficial, pero priorizando el latín. Aunque el deseo del Rector era dar en latín todas las explicaciones de filosofía y teología, ante la insuficiente formación de los que provenían de otras diócesis, desistieron de ello. Señala, por último, que la filosofía enseñada ha sido “naturalmente “la escolástica.

Para conseguir el tercer aspecto, la virtud, marca claramente, su objetivo: “Lograr sacerdotes santos, he aquí el ideal de los Seminarios, tal como lo desean los Prelados de la Iglesia y lo esperan de ellos los simples fieles”. El medio clave es el director espiritual y las pláticas de piedad: la meditación de la mañana y en las últimas de la tarde, días de retiro mensual, los ejercicios espirituales anuales, conferencias ascéticas de los Prefectos de sección y las charlas semanales del Rector. El P. Atucha no olvida las conferencias del Arzobispo Monseñor Lissón “a los Señores Teólogos, todas ellas notables por su profundo ascetismo”.

En el último quinquenio han ingresado en el Seminario Menor 15, 15, 6, 27 y 28 respectivamente y los dos últimos como externos y no podemos aún predecir cuántos de ellos pasarán en su día al Central. El porcentaje, pues, de los que del Seminario Menor pasan al Central, da en el primer sexenio un promedio de casi el treinta y dos por ciento.

 

            En el aspecto cultural el Seminario contaba con un Círculo Literario, un Orfeón y un Conjunto Musical con instrumentos de viento y cuerdas para las actuaciones artísticas y culturales.

El celoso P. Atucha concluye su Memoria de diciembre de 1920:

Nosotros, por nuestra parte, nos creemos suficientemente recompensados de nuestros trabajos y desvelos si cada uno de nuestros dirigidos lleva grabados en su corazón los tres grandes amores que les hemos inculcado: amor a Jesús Sacramentado, amor a la Santísima. Virgen María, Madre y abogada de los hombres, y amor, respeto y obediencia al Padre Santo, Vicario de Jesucristo y a los respectivos Prelados bajo cuyas órdenes van a pelear las batallas del Señor.

            En la última memoria del rector Atucha y también de los Claretianos, la de 1921, constata las “numerosas causas de todo género que dificultan la educación de las generaciones presenten y ejercen su natural y desagradable influencia en la formación de los seminaristas de nuestros días”. El contrapunto formativo vendrá y se fundamentará en “la ciencia y en la virtud, en la oración y en el estudio”. No descuida el factor económico y advierte a la “Sindicatura Eclesiástica” que atienda las “múltiples y urgentes necesidades” como la reparación y transformación de su local y la adquisición de muchos elementos indispensables para el progreso físico, científico y moral de los seminaristas. Como parte esencial de la formación indica la “facilidad para la frecuencia de los sacramentos, la predicación de la palabra divina, las conferencias ascéticas y variadas prácticas espirituales que constituyen el pábulo propio de la piedad”. Deja en claro que a pesar de que la Iglesia “desea ardientemente y ruega al Señor que acreciente le número de los operarios de su viña” le importa sobre todo la calidad, que sean sabios y santos. Finalmente, da cuenta del número de los alumnos y los resultados de las pruebas finales: Superior: 6º matriculados, 54 examinados. Los externos de secundaria: 60 matriculados, 50 examinados. De primaria 245, 196 examinados. Deseo, por último, para todos “óptimos frutos de saber y santidad que sean honra para la patria, alegría para la iglesia y gloria para Dios”[2].

            Es importante notar que durante muchos años estuvo infatigablemente como Decano de la Facultad de Teología el sabio Dr. D. Belisario A. Philipps y que permaneció en el puesto hasta su muerte acaecida el 7 de julio de 1931[3] .

            El contrato de la Congregación con el Arzobispado expiraba el 22 de enero de 1921 y no se renovará. Así, en marzo de 1922 los PP. Claretianos dejaban el Seminario y éste pasaba de nuevo al Clero Diocesano. Por este tiempo desaparece también el Seminario Central como había acordado la Asamblea Episcopal

            Conviene añadir que los celosos Padres simultanearon la acción del seminario con otras actividades apostólicas fuera de él. Enumeramos alguna de ellas relativas al primer quinquenio de su misión. Durante el curso académico 1910-11 los PP. Sesé, Aguilar y Nacenta dirigieron 6 tandas de Ejercicios, predicaron dos cuaresmas y tres Semanas Santas, tres novenas, tres triduos, varios panegíricos, sermones, conferencias y pláticas. Se inició el Catecismo en Cocharcas por parte de los Padres del Seminario. En 1912 predicaron los Ejercicios Espirituales al clero de Huánuco, el sermón de las tres horas en la Virgen de Chorrillos, panegíricos a San José, dos al Corazón de Jesús, Santa Rosa en su santuario, plática mensual a los socios del Apostolado de la Caridad, sermón de tres horas en las Trinitarias, 5 pláticas en Los Naranjos. En 1913 dirigen dos tandas de Ejercicios Espirituales, apoyan la liturgia durante toda la Cuaresma y Semana Santa, una novena, tres triduos, 17 sermones y 143 pláticas. En 1914. Conferencias a la Juventud Católica de Lima en la iglesia de San Pedro para el cumplimiento pascual, novena a Santa Rosa, triduo de la Porciúncula de Bellavista, 9 retiros a los socios del Apostolado de la Oración, 30 panegíricos, pláticas a los seminaristas externos y tres conferencias semanales del P. Rector una a cada sección de los seminaristas internos; catequesis en La Caridad, Santo Tomás (presas) y San Andrés (asiladas). En 1915: misiones, EE a los PP. de los Sagrados Corazones de la Recoleta, MM. de Belén, novena a la Virgen en la parroquia de Santa Ana, quinario del Corazón de Jesús en Mercedarias, 8 retiros al Apostolado de la Caridad, tres cuaresmas, una semana santa en Ancón, 16 panegíricos, 20 pláticas…



[1] "Homenaje a la memoria del Rdo. P. Juan Miguel Atucha” El Amigo del Clero Noviembre-diciembre 1958.pp.326-331. Se incluye un espléndido discurso de Monseñor Luis Lituma con ocasión de colocar su retrato en la galería de retratos de los decanos de Teología.

[2]Memoria leída por el Rdo. Padre Rector del seminario al clausurarse el año escolar de 1921 Seminario Santo Toribio, Lima, 1921. Archivo Provincial de los Misioneros Claretianos del Perú.

[3] El Legajo 49, caja 38.1 del Archivo contiene los catálogos e inventarios de libros del Seminario: 1. De Belisario A. Philipps, 88 h.

 

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