miércoles, 11 de julio de 2012

Cardenal Georges Cottier, testigo directo del Concilio Vaticano II, entrevistado por José Antonio Varela en ZENIT

Hacer algunas renuncias y aceptar los cambios que la Iglesia propone

Coloquio con el cardenal Georges Cottier, testigo directo del Concilio Vaticano II

Por José Antonio Varela Vidal
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 9 julio 2012 (ZENIT.org<http://www.zenit.org/spanish>).- En un pequeño departamento de la Ciudad del Vaticano, vive uno de los teólogos más longevos que ha tenido la Iglesia contemporánea. Y no solo por la cantidad de años que la ha servido, o las obras publicadas, sino por haber sido testigo de muchos eventos, corrientes teológicas u orientaciones y gestos históricos de los pontífices a través de los siglos XX y XXI, como la publicación del nuevo Catecismo o aquel pedido de perdón del beato Juan Pablo II…
Nos referimos al cardenal suizo Georges Cottier OP, catedrático universitario por décadas, exsecretario de la Comisión Teológica Internacional y antiguo teólogo pontificio, aunque muy cercano al pensamiento del actual papa. ZENIT conversó con él, e inaugura así una serie de entrevistas en camino a la preparación del 50 aniversario de la convocatoria al Concilio Vaticano II. Ofrecemos a nuestros lectores la primera de las tres partes de este diálogo con un dominico, que aún quisiera salir a predicar a los cuatro vientos…
Al llegar a los 90 años… ¿qué ha sido lo más importante de su vida?
--Card. Cottier: Creo que delante de Dios, lo más importante es mi bautizo, la educación cristiana, pues yo provengo de una familia con una buena educación cristiana. Y a continuación, está mi vocación dominica, este es el regalo más grande de mi vida. Allí he recibido sobre todo el conocimiento de santo Tomás.
¿Y como cardenal?
--Card. Cottier: Lo de cardenal fue una gentileza de Juan Pablo II, y provengo del último grupo de nominados por él en 2003. Murió en 2005, y creo que lo hizo por su gran bondad.
¿Qué significó para usted el haber sido teólogo pontificio?
--Card. Cottier: En primer lugar fue una sorpresa. Recuerdo que aún enseñaba en Friburgo, y ya me había retirado en Ginebra. En ese momento tenía 68 años y pensé terminar mi vida allí. Y entonces, un día recibí un mensaje del nuncio quien me dijo que el papa Juan Pablo II me había nombrado; yo no sabía nada, solo sabía que se trataba de un puesto dado a la Orden de los dominicos. Vine a Roma unos meses más tarde, y tuve que aprender sobre el terreno qué cosa era, y lo aprendí (risas).
¿A qué se dedica actualmente? ¿Acaso está escribiendo algo?
--Card. Cottier: Estoy escribiendo un poco. Haré algo sobre teología de la historia, y ya veremos.
Este año se celebran 50 años de la convocatoria al Concilio Vaticano II... Según usted –que ha vivido momentos que pertenecen al pasado y al presente de la Iglesia-- ¿qué se ha asimilado mejor del Concilio?
--Card. Cottier: A ver, diría que se ha hecho mucho. Lo primero que hay que decir es que el cambio fue profundo, no solo en la liturgia que hoy se siente. Por ejemplo, la estructura de las conferencias episcopales, el cómo funcionan algunas ahora; o los dicasterios de la Iglesia que no existían, la unión de los cristianos, el diálogo con los no creyentes, todo esto son cosas nuevas que con frecuencia funcionan bien. También lo referido a la justicia y la paz, estas cosas no existían antes del Concilio, así como la preocupación por el diálogo con el mundo, la misma idea de la nueva evangelización ha nacido con el Concilio. También el Sínodo de los Obispos y la doctrina misma de los últimos papas, tienen como programa número uno la aplicación del Concilio. Podemos decir que el Concilio encuentra resistencia, pero no encuentra a una Iglesia nacional que diga que no, se acepta en todas partes.
Aún hay gente que se resiste… ¿Puede explicar qué es lo que algunos sectores no entienden? ¿O no quieren cambiar?
--Card. Cottier : Creo que básicamente debe haber un acto de fe en la Iglesia. La gran crisis que apareció después del Concilio en muchos católicos, fue que no vieron la Iglesia como misterio de fe, como cuerpo de Cristo, pueblo de Dios, la esposa de Cristo --todas estas bellas imágenes--, sino como un hecho sociológico. Entonces, ¿por qué sucede esto?, porque algunos se equivocan en la idea. Así es que la primera necesidad consiste en tener ojos de fe sobre la Iglesia, así como un estudio serio del Concilio, porque no sé si ha sido suficientemente estudiado el documento para aceptarlo. Dicho esto, es verdad que en mi generación, más que en las generaciones jóvenes, hay personas que tienen la nostalgia de lo vivido. Pero sobre esto se debe ser capaz de hacer algunas renuncias...
En una entrevista, usted dijo que quedó muy impresionado en su momento, con el documento sobre la libertad religiosa en el Concilio... ¿Cree que esto ha preparado a la Iglesia para estos momentos, en que ella misma sufre de la falta de libertades?
--Card. Cottier: Claro. Si no hubiera esta herramienta, me pregunto si sería posible que existiera una representación de la Iglesia en las principales organizaciones internacionales, como son los organismos de la ONU, u otros especializados para los derechos humanos. Y ante todos los estados del mundo es un documento muy fuerte, porque también la Iglesia puede vivirlo con respecto a las minorías. La historia es la historia y va adelante; y la Iglesia siempre ha leído en la historia, lo que el Concilio llama los 'signos de los tiempos'. Ya no es más el mundo cristiano y todo lo demás por fuera; este es un cambio enorme que si se quiere, nos remite a los primeros siglos de la Iglesia, y que le permite a esta ejercer su propia vocación misionera. Y la nueva evangelización significa también esto.
Hablando de la Nueva Evangelización…, ¿cómo ve este llamado del papa? ¿Qué se debería subrayar?
--Card. Cottier: La nueva evangelización significa dos cosas: primero la tradición misionera de la Iglesia que siempre ha estado, pero que está ahora en un mundo nuevo en el cual veo dos fenómenos: el primero es la globalización, que no estaba allí antes; y la crisis del Occidente. Allí está el fondo de la nueva evangelización: no debemos decir cosas nuevas... Nos encontramos con un cristianismo en Occidente, especialmente en Europa más que en América, donde la gente aunque conoce el cristianismo, se ha desconectado. ¿Y por qué sucede esto? Porque tal vez usamos las estructuras tradicionales para dar los sacramentos, pero quizás no hemos continuado predicando el evangelio. Cuando se convierte en algo social, la gente se deja llevar por las tradiciones, las costumbres y el contenido se vacía. Y así tenemos una generación --incluso en las familias cristianas--, una juventud que no sabe nada del cristianismo, a la que algunos han llamado analfabeta, y es justo.
En su opinión, ¿cree que los católicos saben cómo predicar y proclamar a Jesús?
--Card. Cottier : Ah, depende, en realidad no sé si sepamos. Esto depende de la gracia de Dios. Somos dominicos y creo que hay un gran esfuerzo por hacer. Pero se debe predicar a Jesús y también dar una educación cristiana, la catequesis. Porque la predicación de impacto, digamos que te despierta --y esto lo hacen comúnmente las sectas evangelistas protestantes--, con mucha emoción, pero no sé si esto dura toda la vida. Diría que nunca hay que separar el tema del anuncio con el de la catequesis, porque el mal es la ignorancia, y no basta con tener una conversión de momento. Esto es vivir la fe.
En su petición de perdón, el papa Juan Pablo II tuvo una gran intuición
Coloquio con el cardenal Georges Cottier, testigo directo del Concilio Vaticano II (parte 2)

Por José Antonio Varela Vidal

Cuando se conversa con el cardenal Cottier, se tiene ante sí no solo a un teólogo o a un testigo de hechos trascendentales de los siglos XX y XXI, sino sobre todo a un fraile dominico humilde, que no sale de su asombro por todo lo que Dios y la Iglesia le han permitido vivir. Y de cada recuerdo tiene una mirada, una conclusión y ha sacado una lección.

En esta segunda parte de la entrevista realizada en su vivienda del Vaticano, nos habló con nostalgia de su "jefe", el papa Wojtyla, reconociendo que muchos de sus actos como pontífice fueron una herencia del espíritu del Vaticano II. Mientras otros estuvieron marcados por una intuición, que luego abrirían caminos a la humanidad para que transite en busca de paz y entendimiento.

El papa Juan Pablo II, con quien usted trabajó tan de cerca, es ahora beato... A su parecer, ¿cuáles fueron sus principales contribuciones al mundo y a la Iglesia?

--Card. Cottier: Muchas. Creo que fue un hombre de esperanza. Cuando dijo: "No tengan miedo", lo dijo ciertamente para los países ocupados por el comunismo, pero también lo dijo porque vio que había una cierta decadencia en Occidente. Diría que despertó a la Iglesia en todas partes. Luego, el amor a la vida, esto es fantástico, y este amor por la vida lo ha testimoniado en una vida profundamente marcada por la enfermedad, y los jóvenes lo comprendieron.

Como teólogo pontificio durante parte de ese largo período, ¿cuál fue su intervención más importante?

--Card. Cottier: Tenía que revisar todos los textos hablados o firmados por el papa, ya que con tantos empleados se debía ver la unidad del pensamiento, la legitimidad, incluso la claridad, y esto era prácticamente el trabajo diario. Las grandes alegrías las identifico con los grandes actos del papa. Por ejemplo, dos años después de mi llegada, tuve que leer el Catecismo de la Iglesia Católica y lo leí, me acuerdo que con gran alegría, y pude hacer mis observaciones tranquilamente. Y luego están las encíclicas, lo que fue muy interesante para mí ya que algunas fueron confiadas a la Congregación para la Doctrina de la Fe; allí como consultor, he tenido la oportunidad de participar en grupos de trabajo, por lo que pude ver y descubrir el genio del cardenal Ratzinger, actual papa, quien tenía un don para guiar a los grupos de trabajo, marcar la línea, escuchar, así es que todo era bellísimo. Otra experiencia que realmente me impresionó fue la preparación del Año Santo...

¿Del año 2000? Aún se recuerda aquella "purificación de la memoria", querida por el papa…

--Card. Cottier: Sí. Yo era presidente de la Comisión Teológica Histórica y en aquel momento salía la carta apostólica Tertio Millennio Adveniente. Y el papa tenía la idea de pedir perdón por los pecados de los cristianos en el pasado, una cosa buena pero que trajo perplejidad en algunos. He sabido que en la primera reunión se dirigió a los cardenales y muchos estaban perplejos, pero él tenía una gran intuición. Y tuvimos que preparar algunos congresos científicos sobre esta cuestión no sin dificultad, porque el tema era nuevo y esta perplejidad se manifestó también en algunos teólogos. Así que decidimos cuáles cuestiones podían ser útiles y pensamos en tres: el primer tema fue la esclavitud de África, la deportación, especialmente hacia América del Norte y del Sur. El segundo tema fue el problema de la Inquisición y luego en tercer lugar, la responsabilidad de los cristianos en el antisemitismo, aunque habíamos distinguido entre antisemitismo y antijudaísmo.

El papa insistió en hacer un acto público, ¿verdad?

--Card. Cottier: Es otro gran recuerdo, más personal; aunque el papa ya estaba muy cansado, pero con un coraje extraordinario, cumplió con todo su programa del Año Santo. Recuerdo especialmente el 12 de marzo, en que hizo una hermosa liturgia de petición de perdón, y pude ver al papa que estaba apoyado en la cruz, mientras los responsables leían una oración. Fue una hermosa liturgia a la que hemos contribuido.

¿Cree usted que los católicos, después de esta petición de perdón, han visto a la Iglesia de otro modo?

--Card. Cottier: Creo que los que quieren, sí lo han hecho. Cuando hablábamos del programa, había un padre historiador dominico que enseñaba historia de la Iglesia y que dijo: 'pedir perdón por los hechos verdaderos, no por los mitos'. Todo esto creo que ha sido muy bien estudiado y el resultado es que después muchos han seguido trabajando en esta dirección; así es que creo que con esto hemos hecho un servicio. Y luego para mí, para los cristianos, los católicos, ha sido muy liberadora esta mirada.

¿El mundo ha reconocido este perdón?

--Card. Cottier: El mundo..., tal vez no lo suficiente. El problema que me interesa personalmente en la actualidad, es que a nivel político esto puede ser similar, y resolver algunos problemas trágicos, incluso de hostilidad, de odio entre los pueblos, en los que no se ve una salida sin el perdón. Porque si permanece el odio recíproco, se mantiene el espíritu de la guerra, por lo que la paz no será posible sin el perdón; esto lo sostenemos en la Doctrina Social de la Iglesia.

¿Acaso esto funcionaría en las guerras actuales, algunas de religión?

--Card. Cottier: En todas. Tomemos la dramática situación en el Oriente Medio, por ejemplo, en algunos países musulmanes como Irak ahora, Siria mañana, entre otros, donde hay minorías que se están matando, y donde los cristianos son las verdaderas víctimas de esto. Primero se pide perdón a Dios, y a continuación se pide perdón a los demás. Por eso lo que fue una idea de Juan Pablo II, y que el papa actual ha seguido, es el gran encuentro de Asís, porque si hay un trasfondo religioso auténtico en el hombre, la relación con Dios no conduce a la guerra, sino a la paz.

Aunque algunos no entendieron entonces, la visión del papa sobre Asís...

--Card. Cottier: Esto ha sido muy criticado, pero él hizo una distinción que me gusta mucho y que dice: el Ecumenismo es con los cristianos; rezamos juntos, porque tenemos la biblia en común y podemos decir juntos la oración del Padre Nuestro y todas las oraciones cristianas. En aquel entonces lo dijo así: "Oremos juntos con los cristianos; con los demás, estamos juntos para orar". Se trata de una distinción que aclara bien, y no nos permite caer en la confusión; de este modo vemos la fuerza del sentido de Dios y de la actitud religiosa, que debería ser un elemento de paz en la humanidad misma. Estos son los frutos que le debemos a Juan Pablo II, y yo diría, al Año Santo.

¿Vio una diferencia entre el Asís de 1986, y la ceremonia del año pasado?

--Card. Cottier: Creo que sí, es decir, la primera vez de Asís fue un acontecimiento extraordinario; pero como siempre sucede la segunda vez, estas cosas ya no son un acontecimiento en el mundo de hoy, pero mantuvo la invitación al diálogo por parte de la Iglesia Católica. Es muy importante porque, vea usted, el fundamentalismo islámico por ejemplo, no son de las personas que conversan, sino matan, y ¿dónde termina esto? Y la novedad de Asís de este año es que han invitado también a los no creyentes, como se dice en el lenguaje del papa Juan Pablo II, "hombres de buena voluntad". Por lo tanto, creo que esta es una gran idea que viene también del Concilio Vaticano II.
 

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