ROMA, viernes 21 septiembre 2012 (ZENIT.org).- Con motivo de haber celebrado el pasado 11 de septiembre el sexagésimo aniversario de la coronación pontificia de la patrona de Venezuela, Nuestra Señora de Coromoto, el obispo de la Diócesis de Los Teques, monseñor Freddy Fuenmayor, dio a luz un Mensaje que reproducimos íntegro aquí para nuestros lectores.
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El próximo 11 de septiembre se cumplen 60 años de la coronación canónica de la venerable imagen de Nuestra Señora de Coromoto. En efecto, el 11 de septiembre de 1952 el Cardenal Manuel Arteaga y Betancourt, Arzobispo de La Habana (Cuba), presidía la solemne ceremonia como delegado del Papa Pío XII. Diez años antes, el 1º de mayo de 1942, los obispos venezolanos habían declarado a la Virgen de Coromoto patrona de la nación.
Junto a la de Guadalupe en México, un siglo antes, Venezuela tiene el privilegio de contar con una de las pocas apariciones de la Virgen María, históricamente comprobadas, del continente americano. Dos siglos antes de París (la Medalla Milagrosa) y de Lourdes y casi tres antes de Fátima, María se dignó aparecer en nuestras tierras a unos humildes indígenas, que ni siquiera eran cristianos, y que se resistían a recibir el bautismo que los convertiría en tales (no los culpo, temían –de hecho- perder sus tierras y su libertad a manos de los colonizadores). Y no fueron una o dos las apariciones, sino varias desde 1651 hasta 1652, la más solemne e importante la del 8 de septiembre de este último año, cuando el cacique Coromoto, de la tribu de los cospes, quiso agredir a la bella señora que lo conminaba a bautizarse y quedó entonces en sus manos aquella especie de concha o pergamino con la imagen grabada de la Virgen. La verdad histórica de estas apariciones está suficientemente documentada por testimonios debidamente notariados y confirmada por la relación autorizada del Obispo Mariano Martí a partir de su visita pastoral de finales del siglo XVIII y que viene a ser "algo así como el primer reconocimiento oficial de la Jerarquía al Hecho Coromotano, de que quede constancia por escrito" (Cf. Conferencia de Mons. Omar Ramos Cordero).
En Guanare la Virgen aparece como una verdadera misionera. Varias lecciones están presentes para nosotros cristianos del siglo XXI: ella invita al cacique a bautizarse con toda su tribu, pero antes le indica que él y los suyos deben tener una preparación previa (catecumenado) sobre los principios y la doctrina cristiana, tarea que va a recaer en manos de varios laicos dirigidos por el encomendero Juan Sánchez. Después de recibir la instrucción del catecismo los cospes son bautizados, a excepción de su cacique que con vehemencia se niega a hacerlo. María no se rinde y en la memorable aparición del 8 de septiembre de 1652 insiste, pero es rechazada con violencia. En sus inefables designios, Dios se vale de un mal para convertirlo en un bien: mordido por una serpiente el cacique en su agonía pide ser bautizado y ese mismo día estaba con Jesús en el paraíso y seguramente llevado de la mano por la Virgen para entrar en el reino de la luz y de la paz, donde ya no habrá llanto ni dolor, sino gozo en la presencia eterna del Señor.
A partir de la aparición de Guanare una corriente de fervor cristiano y devoción mariana sacude a Venezuela. Después de siglo y medio de colonización los pueblos que todavía no conocen el Evangelio se vuelven a Cristo gracias a la predicación de los misioneros y la fe cristiana se difunde en extensión y calidad en toda nuestra Patria. Por eso decimos que la Virgen es la primera evangelizadora de Venezuela. El amor a María abre los corazones a Cristo. Ilustrativa la oración colecta que recita el sacerdote al principio de la Misa Votiva dedicada a Nuestra Señora de Coromoto: pedimos al Padre que habiéndonos puesto desde los comienzos de nuestra historia bajo la maternal protección de la Madre de Dios, los católicos venezolanos nos comprometamos a vivir nuestro bautismo y a trabajar por el progreso de nuestra patria, en estos tiempos tan apremiantes, siguiendo caminos de justicia y de paz. Es decir, la devoción a la Virgen de Coromoto nos puede ayudar a convertirnos en cristianos activos que evangelizamos y nos esforzamos por edificar una civilización del amor, donde reine Jesucristo, salvador de la humanidad. Así, pues, llenos de esperanza, sin desanimarnos ante las dificultades, seamos como María, auténticos discípulos de Jesús y misioneros de su Evangelio.
Y al acercarnos al año jubilar de la fe, convocado por el papa Benedicto XVI y que él mismo abrirá solemnemente el próximo 11 de octubre junto con el Sínodo de los Obispos sobre el tema de la nueva evangelización, pedimos a María: Nuestra Señora de Coromoto, renueva la fe en toda la extensión de nuestra patria.
+ Freddy J. Fuenmayor S. Obispo de Los Teques