domingo, 11 de noviembre de 2012

ALONSO MANSO, PRIMER OBISPO DE AMÉRICA, DE SALAMANCA A PUERTO RICO. 500 AÑOS DE SU LLEGADA

ALONSO MANSO,  PRIMER OBISPO DE AMÉRICA, DE SALAMANCA A PUERTO RICO. 500 AÑOS DE SU LLEGADA

 

En el segundo viaje de Colón, de 25 de septiembre de 1493 van varios misioneros como el P. Boyl legado pontificio y Fray Ramón Pané, iniciador del primer estudio antropológico del indio americano. Recorre las Antillas, Cuba, y Jamaica. Es colonizada la isla de Santo Domingo. El tercer viaje, en 1496, le lleva a Tierra Firme en la península del Yucatán. Colón vuelve preso tras el juicio del Visitador Bobadilla. La Reina reacciona ante la esclavitud de los indios. En el cuarto, en 1502, recorre las tierras de Honduras hasta el golfo de Darién. Tras el fracaso de su último viaje, se retira a Valladolid donde le sorprende la muerte el 20 de mayo de 1506. Su hijo Hernando nos lo relata: "Quedó muy agravado de gota u del dolor de verse caído de su estado; agravado también con otros males, dio su alma a Dios, el día de la Ascensión[...]en la villa de Valladolid, habiendo recibido con mucha devoción todos los sacramentos de la Iglesia y dicho estas últimas palabras: in manos tuas Dómine, commendo spiritum meum" Fue enterrado en el convento de San Francisco que se encontraba junto a la Plaza Mayor (actual "Galerías Preciado"). Las honras fúnebres tuvieron lugar en la iglesia de la Antigua. Permaneció en Valladolid hasta que trasladaron sus restos a la Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla antes de 1513, reposando en la capilla de Santa Ana.

 

Alonso Manso nace en Becerril de Campos (Palencia) en 1465. Fue colegial de San Bartolomé en Salamanca, 23 de enero de 1486. Ayudante de capilla de Fray Diego de Deza en la casa palacio del príncipe don Juan. En aquel momento el P. Deza era catedrático de prima de Salamanca. Canónigo de la catedral de Salamanca y rector de la Universidad. El 12 de mayo de 1512 se firman en Burgos por Juan Rodríguez de Fonseca los nombramientos de los tres obispos. Deza le consagra en Sevilla el 23 de agosto de 1512 y erige la catedral de San Juan de Puerto Rico. El 15 de noviembre de 1512 sale con 17 personas de su séquito en la carabela "San Francisco". Según la "Relación de las personas que vinieron en el navío San Francisco" figuran el maestre Lope Sánchez, vecino de Triana, que surgió en PR a 25-XII-1512. El señor obispo don Alonso Manso; el bachiller Juan Rodríguez, su capellán; el bachiller Trasmiera; Fernando Alonso, mayordomo de su Señoría; Villafañe, su maestresala; Pedro Manso; Quintana; Jerónimo de Quintanilla, Cristóbal, paje de su Señoría; Alonso de Escobar; Rodrigo de Villafañe; Melchor de Soto; Juan Brizón, Pérez, carpintero; Francisco Díaz, Alonso García; Juan de Cantalapiedra; Iñigo de Zúñiga; Juan Velázquez Peridañes (sic); Corvilla; Bernardino Venancio; Francisco Díaz Alcocer; Pedro de Gálvez; Francisco Díaz; Alonso de Simancas; Gonzalo de la Higuera; Gonzalo de Mérida; Esteban, su hermano, Diego de Coimbra; Juana de Carizales, Diego Hernández y su hijo; Miguel Gómez, zapatero."

 

El cristianismo –por tanto- se introdujo en Puerto Rico con la llegada de los primeros descubridores, colonizadores y misioneros. La Iglesia Católica fue fundada oficialmente como institución, en la Isla el 8 de agosto de 1511, mediante la bula "Romanis Pontifex" del papa Julio II, con la cual erigió la Diócesis de San Juan, junto a la Diócesis de Concepción de la Vega y Santo Domingo en la Española, dependientes de la Arquidiócesis de Sevilla Do. Alonso Manso fue su primer titular y el primer Obispo que llegó a América el 25 de diciembre de 1512. Tenía entonces 47 años.

 

El también palentino Félix Buisán Cítores en su artículo "Alonso Manso, de Becerril de Campos, primer obispo del nuevo Mundo" Palencia, adelantada en América (Palencia 1989, Diputación Provincial de Palencia, nº 60, pp.205-215) ha recreado el momento: "El tañido de una campana puso en los aires un sonido nuevo. Finalizaba diciembre de 1512. El día simbólicamente podría haber sido el de la misma Navidad, cuando llegaba a Puerto Rico el obispo palentino Alonso Manso, de Becerril de Campos, a tomar posesión de su diócesis y de su catedral-bohío de San Juan. Hasta entonces, los aires del lugar de Caparra, donde se asentaba la iglesia, los mares caribeños, los mangles semitropicales no habían sabido sonido igual. Quizá, por eso, se estremecieron. Pero no era cosa de estremecimiento, sino de gozo. Como el que debían de mostrar las caras de Alonso Manso y hasta de Juan Ponce de León, uno eclesiástico ; otro, conquistador y fundador del pueblo puertorriqueño. Y, desde luego, las caras de los indios taínos de la vieja Boriquén y de los colonos españoles que ya habitaban la isla. Era un sonido insólito que rubricaba un histórico momento: el de la apertura al culto de una iglesia. La primera iglesia del Nuevo Mundo…La primera catedral de la recién denominada América se inauguraba a toque de la pequeña campana traída de España un año antes, por Cerón y Díaz de Aux, y colocada, como un alado corazón de bronce, en la blanca espadaña –hecha de madera y barro, como todo el edificio- del isleño templo. Tal hecho –oigamos al historiador Álvaro Hu7ega- constituye "una piedra miliar –la primera piedra miliar de la eclesialización formal de América" (p.207).

 

Para que el bohío de madera y paja estuviesen listo había enviado a su sobrino Miguel Manso que había asentado todo en la Casa de Contratación de Sevilla el 24 de julio de 1512. Este muchacho de Cantalapiedra fue con la misión de preparar el palacio episcopal y el recibimiento. La segunda nave llegó a San Germán con la biblioteca de Manso el 25 de octubre de 1513. Allí vivió y murió siendo enterrado en su catedral. Fue el primero en pasar y el más perseverante.

 

Manso fue el primero que tomó posesión de su sede, pues llegó a ella el 25 de diciembre de 1512 (según palabras del dominico Bartolomé de Las Casas, testigo de su presencia: "el primer obispo que […] vino consagrado fue el licenciado D. Alonso Manso"). Su diócesis, poblada por unos 20.000-30.000 indígenas y un número reducido de españoles, estaba sin organizar, pues la isla, avistada por Colón en su primer viaje y rápidamente visitada por él mismo en el segundo, sólo había sido colonizada por Ponce de León en 1509. Sin infraestructuras eclesiásticas (apenas contaba con dos sacerdotes) ni civiles, ni siquiera pudo disponer de los diezmos que le correspondían a causa de los frecuentes roces con el gobernador Sancho Velázquez y los oficiales reales. A ello se unió un asalto de caribes en 1513, que arrasó los recintos episcopales (iglesia, casa y la nutrida biblioteca que había traído de España), y un violento huracán que destruyó casas y cosechas en 1514. En agosto de 1515 marchó a la Corte para informar al rey del gobernador, pero Fernando el Católico murió poco después; Manso asistió a su entierro en la catedral de Granada y luego celebró sus honras fúnebres en Madrid. Aquí se entrevistó con el cardenal -regente del reino-, sin que nada se concretase. Así pues, esperó al nuevo rey Carlos I en Valladolid (1517), a quien entregó un Memorial de peticiones; este escrito suyo, que fue examinado cuidadosamente por el Consejo de Estado, presentaba los propósitos del obispo y lo que necesitaba para realizarlos: una de las peticiones fue la ampliación del territorio de su diócesis, que concedió el papa León X al incorporar a Puerto Rico las islas de Barlovento (pobladas de caribes).

 

Tras ello fue nombrado Inquisidor Apostólico junto con fray Pedro de Córdoba (provincial dominico, quien murió en 1521 dejando a Manso como inquisidor único hasta su muerte), volviendo entonces a América (1519). Longevo, desempeñó su labor episcopal durante dos décadas más, durante las cuales organizó lentamente la diócesis; luchó por obtener los diezmos para su iglesia y con los medios de que así dispuso comenzó la construcción de una catedral y diversas fundaciones, como una escuela de gramática para clérigos y todo el que quisiera asistir. Obispo ejemplar (residente, predicador, asistente al coro y con autoridad para mantener la disciplina, e incluso gobernador interino cuando hizo falta), vio obstaculizada su labor pastoral por la dispersión de población y algunos excesos de los colonizadores; el territorio con que se amplió la diócesis tras su viaje a España, las islas de Barlovento, no pudo ser evangelizado al no haberse colonizado por la fuerte resistencia indígena. Obtuvo facilidades cuando Carlos I suprimió los "repartimientos" y prohibió que los indios fueran empleados como mano de obra -lo que les daba mayor protección-, y cuando la población se concentró tras el agotamiento del oro.

 

Como inquisidor, se hizo respetar por los agentes reales e intervino en algunas cuestiones de fe y jurisdiccionales (en éstas con más dureza): en la querella de 1528 entre el obispo de Cuba, Miguel Ramírez, y el juez residente, Juan Vadillo, que había sido excomulgado por el primero, ordenó un desagravio del obispo al juez y le recomendó que evitase en lo sucesivo entrometerse en cuestiones inquisitoriales; procesó a Blas de Villasante por judaizante, y al flamenco Juan por luterano. En 1530 ordenó a Sebastián Ramírez de Fuenleal como obispo de Santo Domingo, el primero consagrado en tierras americanas. Hacia 1532, Alonso Manso recibió la visita de Rodrigo de Bastidas, obispo de Venezuela, para revisar las cuentas de la diócesis. Éste fue su sucesor en la diócesis de Puerto Rico cuando murió el 27 de septiembre de 1539, en San Juan de Puerto Rico (ciudad que él había trasladado a un nuevo emplazamiento).

 

Recientemente ocurrió algo sin precedentes: la primera vez que un sucesor de Alonso Manso fue en calidad de peregrino para encontrarse con la cuna de nuestro primer Pastor. No solamente se quería conocer el ambiente que forjó al primer obispo de Puerto Rico; también se quiso dar un testimonio de fe a la iglesia salmantina y de agradecerle por habernos dado a un pastor que contra viento y marea implantó a la iglesia en nuestro suelo boricua. Se escogió para la celebración el día del nacimiento de la Virgen Santísima, el 8 de septiembre. En ese día Salamanca celebra a su patrona, la Virgen de la Vega. Los 37 peregrinos nos habíamos dado cita en el templo catedralicio. Los sacerdotes, junto con nuestro Pastor, Monseñor Roberto Octavio González Nieves, fuimos a la sacristía en donde nos estaba esperando el Deán, Florentino Gutiérrez, el nuevo rector de la Pontificia Universidad de Salamanca, Ángel Galindo García, y demás miembros del cabildo catedralicio, nos recibieron con mucho cariño. Acto seguido le ofrecen a Monseñor Roberto firmar el libro dorado de la Catedral. En eso llega el obispo de Salamanca, Don Carlos López. El Padre Alfonso Guzmán, OFM, le lee al Obispo de Salamanca la proclama de los Quinientos Años de nuestra Arquidiócesis y la vinculación con la sede salmantina por el Obispo Manso. Acto seguido se procedió a la celebración de la Santa Misa en la Catedral, en donde el Obispo López en su homilía, predicó acerca de la importancia de la evangelización, haciendo referencia a las palabras del Santo Padre a los jóvenes en Madrid.

Al final de la Misa el Obispo de Salamanca reconoció nuestra presencia y la importancia de este momento eclesial tanto para Salamanca como para Puerto Rico. Un aspecto de la misa que nos llamó la atención a todos fue que después del Credo, el alcalde de Salamanca elevó una hermosa oración a la Virgen de la Vega, encomendándose él, encomendando a la ciudad y pidiéndole a la Virgen que lo ayudara en la faena, pidiéndole al mismo tiempo que los salmantinos valorarán el don de la tolerancia.

El Deán de la Catedral Salmantina, Florentino Gutiérrez, quiso agasajar al grupo de peregrinos, invitándonos a dar un "tour" gratis por la antigua catedral (son dos las catedrales que tiene Salamanca, una inmensa de estilo gótico, y otra mucho más pequeña, del año de 1211, en la transición del Románico al Gótico) y el museo. Para nosotros fue muy emocionante caminar por los mismos claustros en que caminó Don Alonso Manso, estar en el mismo cuarto donde él fue proclamado canónigo de la Catedral y catedrático de la Universidad. Al salir de la Catedral después de un día lleno de emociones, contemplamos a la hermosa ciudad de Salamanca, una ciudad universitaria. Yo en lo personal di gracias a Dios porque nuestro primer obispo fue un hombre de saber pero, sobre todo, un hombre de mucha fe.

 

Bibliografía.

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LOPETEGUI, L.-ZUBILLAGA, F.: Historia de la Iglesia en la América española: desde el Descubrimiento hasta comienzos del s. XIX. México, América Central, Antillas, Madrid: Editorial Católica, 1965.

MURGA, V.-HUERTA, A.: Episcopologio de Puerto Rico, Ponce, 1987.

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