NICOLAE, Florina, San Francisco de Asís, medieval y actual, Paulinas, Lima 2012, 143 pp, Traducción: Natalia Izquierdo
Atreverse con San Francisco no es tarea fácil. La autora del nuevo libro sobre el simpático y universal santo de Asís afronta el reto de modo notable. Con más de 15 libros creados o traducidos en su haber, la diplomática y filóloga rumana residente en Perú, nos muestra una excelente semblanza contextualizada del Poverello, bien ubicado en sus precisas coordenadas espaciotemporales medievales y mejor situado en nuestro incierto mundo global actual.
La detallada cronología colocada al final de la obra nos sirve para tomar y retomar la figura vital del hombre y del santo a lo largo de las diferentes facetas de la vida, obra, de Francisco y el franciscanismo.
El primer capítulo –"el cristianismo occidental a comienzos del siglo XIII"- contextualiza la compleja encrucijada histórica en la que se desenvuelven los intensos 44 años (1182-1226) de su paso por la Tierra. Como muy bien apunta la Dra. Nicolae "para la Iglesia Católica San Francisco era la personalidad ideal" (p.14), "necesaria", que da respuesta a una "historia tumultuosa y enmarañada". Por una parte, asume la desesperación de las masas empobrecidas, "encarnando una suerte de mecanismo que desactivaba los conflictos, a menudos violentos, fruto del descontento popular"; pero, por otra, dispone una sólida barrera contra la herejía pauperista, con lo que soluciona las polémicas relativas al rechazo de los movimientos renovadores por parte de la Curia Romana. Nuestro protagonista sintetiza los anhelos de búsqueda de Dios como recuperación de la armonía vital y de la grandeza humana frente al fatalismo maniqueo con el que coqueteaban los herejes pauperistas. Francisco logra que el Evangelio sea lo que fue y debe ser: Cristo humano y misericordioso, desnudo y pobre, como se mostrará en los Nacimientos y en los Vías Crucis.
El capítulo dos "cómo se elabora el mosaico del retrato del santo" nos brinda la génesis de las primeras y mejores biografías de la mano de Tomás de Celano y San Buenaventura, entre las abundantes "leyendas", "exempla", "flores" escritas. Queda pergeñada la semblanza del burgués convertido, del hombre "hecho oración", en el que "la transparencia total de la vida anímica y la desbordante sinceridad de las certezas religiosas" aparecen sin sombra de duda alguna. "San Francisco es el espejo en el que el rayo divino proyecta la luz enviada al mundo" (p.44). En su dialéctica del amor, entabló un primer diálogo perpendicular, vertical, con Cristo, que llega incluso a transferirle sus estigmas, y un segundo horizontal en tres ramificaciones: la naturaleza-hermana, los discípulos-hermanos, los marginados.
El capítulo central de la obra –"los hechos"- analiza la impronta del franciscanismo en la cultura medieval y renacentista a través de la propia prédica del Santo como la de los apóstoles franciscanos Antonio de Padua (orador popular), Buenaventura (teólogo místico), Jacopone da Todi (poeta). A través de sus populares sermones, "logró hacer vibrar"las cuerdas del corazón aportando a sus oyentes una energía desde el "el núcleo crístico –la luz divina del hombre- al presente de la vida" (p.75). Claro que el público fue respondiendo de modo gradual: desprecio, aceptación, admiración, fama. En realidad, supo "conectar" con la gente más que por la técnica oratoria, por su encanto personal, su carisma y su sensibilidad para con el estado mental y psíquico de los oyentes.
El cuarto y último capítulo se dedica al análisis de las "Florecillas" de las que nos confiesa la autora que "lo que confiere a estos relatos un encanto tan especial es la atmósfera embebida del misterio de la santidad del espíritu franciscano originario, una fe casi ingenua, un sentido de lo sobrenatural vivido de forma palpable y la conmovedora naturalidad con que se imita el modelo crístico" (p.126)
Como escribió Raluca Dună el presente ensayo es "una biografía en miniatura, una presentación crítica y un comentario de las fuentes, una recensión de la obra y de las enseñanzas del Francisco doctrinario y estilista, ponderado y, no obstante, emotivo, que logra transmitirnos entre líneas algo del alma original."