San Martín a la vuelta de la esquina; San Martín en mi parque, San Martín desde mi ventana, San Martín en mi corazón.
Son las 7 de la noche, en uno de los 140 parques de Pueblo Libre, escucho la música procesional y me lanzo a la calle…
Se trata de San Martincito, el querido Negrito, llevado a hombros por la Hermandad del Mercado de La Marina.
Y veo, en pequeño, como en lo grande; el mismo ritmo, las mismas voces, iguales motivos, idéntico cariño.
Me recuerda al torero que sale a hombros cuando la faena ha sido de ¡20! Sí, el santo amó a Dios y al prójimo ¡de 20!
Y por eso lo paseamos, y por eso lo vitoreamos, y por eso le pedimos que nos haga como él, para ser todos de Cristo.
¡Cuánto entusiasmo en los protagonistas comerciantes de la Hermandad, cuánta ilusión en sus familias, cuánta solidaridad en sus compañeros!
Y cuánto bien hace al espacio público por el que sale en procesión, en quienes le reciben con sus altarcitos, en las oraciones de los espectadores ocasionales, en las miradas de los transeúntes, en el público en general!
Gracias, Martín, gracias a cuantos le han llevado a hombros, con sacrificio, con cariño…Gracias por contribuir a forjar un espacio de paz, de belleza, de hermandad.