martes, 6 de agosto de 2013

LA INTELIGENCIA ESPIRITUAL, ¿NECESIDAD TRASCENDENTAL O MODA? por Nélida Aliaga

Amigos:

Por su interés (contenido y redacción), me complace presentarles el artículo presentado por mi alumna Nélida Leonor Aliaga Rodríguez para el Examen de X ciclo en la  UNIVERSIDAD CATÓLICA SEDES SAPIENTIAE, Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades, Lima, julio 2013, y que lleva por título

LA INTELIGENCIA ESPIRITUAL,

¿NECESIDAD TRASCENDENTAL O MODA?

 

Palabras clave: inteligencias múltiples, inteligencia emocional, inteligencia espiritual, proyecto educativo, emergencia educativa.

Resumen: El sistema educativo peruano gasta tiempo y esfuerzo en el desarrollo de la inteligencia lógico matemática y lingüística, relegando la dimensión espiritual de la persona. El presente estudio parte de la concepción del ser humano como un ser pluridimensional; que así como es capaz de pensar, también es capaz de sentir, de reflexionar, de maravillarse, de asombrarse…(Gardner,1983,"inteligencias múltiples"), las inteligencias son interdependientes y ninguna de ellas autosuficiente. Goleman (1996) nos mostró que el reduccionismo continuaba ("la inteligencia emocional"). En 1997, Zohar y Marshall acuñarán el término "inteligencia espiritual" completando así el mapa de inteligencias múltiples. Finalmente Torralba (2010) potencializa la propuesta de la inteligencia espiritual, para crear valores y para encontrar el significado y el sentido de la vida misma. Pero descubierta esta inteligencia espiritual casi nadie se ha tomado el trabajo de aunarla a algún proyecto educativo. Surge la pregunta ¿la inteligencia espiritual es una necesidad trascendental o una moda?

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Todos los seres humanos tienen necesidades

     espirituales y por eso hay que cultivar la

     inteligencia espiritual como ocurre con las

     otras formas de inteligencia.

(Francesc Torralba)

 

Tratar de descifrar la cita de Torralba (2010) es un reto a la inteligencia misma; es reconocer que cada ser humano es un misterio, que el hombre puede engendrar en su ser grandes preguntas, y elegir en libertad diversas respuestas que lo provoquen a seguir hurgando tanto en su interior como en el exterior.

 

Para realizar tan noble hazaña es necesario que la persona tenga una educación integral, a este propósito invoca la Ley General de Educación Nº 28044 y el primer objetivo del DCN (2009)[1] «formar integralmente al educando [] organizar su proyecto de vida y contribuir al desarrollo del país».

 

Sin embargo, distinguidas autoridades proclaman que aquello es una quimera, en palabras de Bolis (2007): « [] vivimos en tiempos de crisis de la educación en todos los niveles []». Así mismo, Benedicto XVI (2008) en su carta a la Diócesis de Roma, proclama: «hay una gran emergencia educativa».[2]  Estos antecedentes muestran una cruda realidad que se quiere tapar con toscas promesas por las "autoridades" de turno; promoviendo una educación "inclusiva" sin haber planificado los pros y los contras.

 

Pero la esperanza de encontrar el camino correcto que lleve a la nación hacia el gran cambio educativo se recobra cuando se vuelve la mirada hacia atrás. Al respecto J. Delors (1992), en su publicación La Educación Encierra un Tesoro, llama la atención acerca de «lo indispensable que es asignar nuevos objetivos a la educación y trascender una visión puramente instrumental para considerar su función en toda su plenitud [] la realización de la persona».

 

El motivo de que este proceso educativo se haya aletargado tiene que ver con el hecho de que el sistema educativo peruano ha centrado tiempo y esfuerzo en el desarrollo de la inteligencia lógico matemática y lingüística, relegando la dimensión trascendental o espiritual de la persona; olvidándose que es un ser biopsicosocial con múltiples carencias y necesidades. Por tanto, es ineludible potenciar esa parte olvidada y dejada a menos; la formación de la inteligencia espiritual es vital en la educación de los estudiantes. Y esto se logrará siguiendo estrategias innovadoras teniendo en cuenta sus diversas capacidades y todo su ser.

 

A fin de responder a la pregunta inicial, se ha previsto desarrollar tres aspectos importantes; un recuento histórico, el misterio: Jesucristo y el ámbito escolar. El primer aspecto, un breve recuento histórico sobre la inteligencia y en qué forma repercutió en el progreso del hombre y en el desarrollo de sus diversas capacidades. Las fecundas conclusiones de algunos investigadores, dan inicio a hablar sobre la existencia de más de una inteligencia en el ser humano; es decir, que el ser humano no es unidimensional o una res cogitans; sino que es, por naturaleza, un ser pluridimensional; que así como es capaz de pensar, también es capaz de sentir, de reflexionar, de maravillarse, de asombrarse, etcétera. Por tanto, tiene más de una inteligencia y todas ellas se complementan.

 

El destacado estudioso Gardner (1983) ayudó a superar la concepción tradicional de la inteligencia como la única facultad que podía desarrollarse en distintos grados de perfección, e hizo entender que las inteligencias son múltiples[3]. Gardner reconoció hasta ocho inteligencias: la lingüística, la lógico-matemática, la musical, la corporal-cinestética, la espacial y dos inteligencias personales: la interpersonal (capacidad para entender e interactuar con otras personas), la intrapersonal (capacidad para comprenderse a sí mismo y de emplear ese conocimiento en la regulación de la propia vida) y la inteligencia naturalista. Se trata de formas interdependientes y ninguna de ellas es autosuficiente.

 

En consecuencia, si se pretende vivir una vida ordenada y equilibrada, se requiere de todas ellas; tomando en cuenta que estas se desarrollan en distintos grados. Esta teoría impactó al mundo del conocimiento y se pensó que ya todo se había dicho. Sin embargo, en los años noventa, Daniel Goleman (1996) despertó al hombre del letargo al cual se había sumido, en el campo educativo, demostrando el descuido en la formación de "la inteligencia emocional"[4], nos recuerda que «pensamiento y emoción constituyen dos dimensiones de la realidad humana y están mutuamente entrelazadas». (Torralba 2010: 44).

 

Posteriormente otra noticia deslumbra al mundo, en 1997, serios investigadores Dahar Zohar e Ian Marshall[5] (2001) acuñarán el término inteligencia espiritual y completarán el mapa de inteligencias múltiples desarrollada por Gardner. Finalmente Torralba[6] acoge todas ellas y potencializa su teoría.

 

 

La espiritualidad es la inteligencia mayor: la inteligencia espiritual es la forma más elevada de inteligencia que se ha generado a lo largo de la evolución […] ocupa, dentro de la unidad de la naturaleza humana, un lugar central y dominante. […] da todo el carácter de la personalidad y de la auténtica individualidad […] (Torralba 2010: 57, 60)

 

 

En definitiva, la inteligencia espiritual llega a complementar la inteligencia emocional y lógico-racional, y faculta para afrontar y trascender el sufrimiento y el dolor; para crear valores y para encontrar el significado y el sentido de cada acto.

 

Ante este panorama enriquecedor, renace la esperanza de poder hacer realidad el gran sueño de una educación holística que cumpla con el propósito de generar personas humanas. Pero el peligro sigue latente porque descubierta esta inteligencia espiritual casi nadie se ha tomado el trabajo de aunarla a algún proyecto educativo. Surge la pregunta ¿la inteligencia espiritual es una necesidad trascendental o una moda?

 

Cuando hay dicotomía entre el intelecto y el espíritu, se degrada la familia, la sociedad y el medio ambiente. La educación peruana en pleno siglo XXI sigue privilegiando el cognitivismo y la tecnología. Ha relegado a segundo plano el componente espiritual que es la clave en todo proceso de desarrollo. El alumno estrella es aquel que destaca en números o en letras; simples entes que reproducen al milímetro lo que aprendieron, pero son incapaces de tomar decisiones fundamentales.

 

Cada día se acrecientan el número de "centros de estudios" que simplemente capacitan para resolver una prueba de admisión universitaria; los jóvenes salen en serie. Ante esto, Benedicto XVI proclama: «no pueden limitarse a dar nociones e informaciones dejando a un lado la gran pregunta acerca de la verdad, sobre todo acerca de la verdad que puede guiar la vida»[7]. Así mismo, Vargas[8] en su carta titulada "Una fábrica de monstruos competentes" predica en forma desgarradora:

 

 

[…] me asombra que en los años escolares se sigue enseñando de todo a los muchachos,  menos lo esencial: el arte de ser felices; la asignatura de amarse y respetarse los unos a los otros; la carrera de asumir el dolor y no tenerle miedo a la muerte y la milagrosa ciencia de lograr una vida llena de vida. […] salvo  raras excepciones, nunca  supe  nada  de  mis profesores: ¿Quiénes eran?  ¿Cómo eran? ¿Cuáles eran  sus ilusiones,  sus  fracasos,  sus esperanzas? Jamás abrieron sus almas  […]   Y así es como resulta que las cosas de verdad esenciales,  uno  tiene  que  irlas  aprendiendo como  robadas. (Vargas, 2007: 342)

 

 

Para superar esta realidad, urge un trabajo serio en el que se desarrolle la inteligencia espiritual. Esto implica trabajar incansablemente en uno mismo, sanar heridas psicológicas, emocionales y existenciales. Es tomar en cuenta y hacer viva la definición de esta inteligencia que también se denomina existencial o trascendente. Definir es poner límites, lo cual no es fácil, porque al hablar de inteligencia espiritual es hablar de una inteligencia que faculta a preguntar por el sentido de la existencia y tomar distancia de la realidad.  Para elaborar proyectos de vida y trascender la materialidad. Para interpretar símbolos, comprender sabidurías de vida y cultivarlas. Todo ello con el fin de capacitar para resolver los retos de la vida diaria sin lastimarse ni lastimar a los demás.

 

Para formar la inteligencia espiritual existe una variedad de fórmulas que la historia ha legado a la humanidad como un patrimonio intangible; pero el hombre de hoy hace caso omiso de ellas. Cabe resaltar la sentencia dada por Arendt como un preludio a la insensatez del hombre: «toda vez que el pasado dejó de arrojar su luz sobre el futuro la mente del hombre vaga en la oscuridad». (Arendt 1951:33).

 

El segundo aspecto, el misterio; es fundamental mencionar a la autoridad máxima sobre espiritualidad, Jesucristo. A su paso por la tierra dejó un compromiso de vida personal a todo aquel que decidió y decide seguirle «si quieres venir en pos de mí, toma tu cruz y sígueme []» (Mt. 16,  21). Por tanto, la espiritualidad cristiana tiene mucho que aportar en el cultivo de la inteligencia espiritual, y que es indispensable que esté a la base de la propuesta planteada por Torralba.

 

Esa propuesta avizora la grandeza de la inteligencia espiritual, para cultivar esta inteligencia, Torralba nos propone varias prácticas, de la que se ha seleccionado las siguientes: la práctica asidua de la soledad y gusto por el silencio, la contemplación y el ejercicio del filosofar, el cultivo del arte (recordemos que en nuestra espiritualidad cristiana Dios no sólo es la verdad y la bondad, sino también la belleza), el diálogo socrático, el ejercicio físico, el dulce no hacer nada, la experiencia de la fragilidad, el deleite musical, la práctica de la meditación y el ejercicio de la solidaridad. (Torralba 2010: 191-234).

 

Todo ello se confluye para reconocer a un ser humano, pero  llegar a conocerlo realmente sólo se suscita cuando se logra imbuir en su vida espiritual; esto sucede cuando el otro da el permiso para acceder a este espacio tan íntimo. Por tanto, el desarrollo de la inteligencia espiritual aporta al reconocimiento de las diferencias y similitudes entre las personas; las revaloriza como propias de la riqueza humana, favoreciendo la inclusión y acompañamiento fraterno. Esto proclama la iniciativa y autonomía personal, la libertad y flexibilidad, la toma de conciencia de las capacidades (ajenas y propias) y de las estrategias para desarrollarlas.

 

En suma, más allá de la acumulación de información, el estudiante debe comprender y reconocer el mundo en el cual forma parte, a fin de participar positivamente en su cuidado, desarrollo y construcción. Es buscar la manera de levantar el estandarte de la espiritualidad tan alto como le permitan las alas de la imaginación.  Cada una de ellas con nombre propio, las alas de la razón y la fe; en palabras de Juan Pablo II (1998): «la fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad»[9]. (F R, 1998).

 

Como último aspecto, el ámbito escolar; en él, se bate una comunidad educativa variopinta que reclama cambios sustanciales. Al centrarse en competencias como la de "Aprendamos a aprender" se otorga importancia a fomentar el pensamiento creativo, la curiosidad, la interpelación, el apasionamiento por aprender. Su vinculación con el desarrollo de la identidad personal y los propios valores, la apertura y la flexibilidad y el compromiso hacia el otro hacen posible tales cambios.

 

Analizando la propuesta curricular DCN (2009) se observa la preocupación por despertar y cultivar el interés por la realidad (social, personal, ambiental, etcétera); así mismo, uno de sus objetivos primordiales es el interés. Asimilar esto posibilita la capacidad de interpretar, crear, conservar, construir, motivar, etcétera. Pero se tratará de un interés de "corto alcance" si no se tiene en cuenta que esa capacidad personal sólo se calma cuando llega al "más allá del yo". Cuando el hombre reconoce en humildad su grandeza, en una frase: «El hombre es grande cuando se pone de rodillas».[10] Benedicto XVI, manifiesta en su encíclica Caritas in veritate de qué manera el hombre puede llegar a esa grandeza:

 

El desarrollo necesita cristianos con los brazos levantados hacia Dios en oración, cristianos conscientes de que el amor lleno de verdad, caritas in veritate, del que procede el auténtico desarrollo, no es el resultado de nuestro esfuerzo sino un don. […] en los momentos más difíciles y complejos, además de actuar con sensatez, hemos de volvernos ante todo a su amor. El desarrollo conlleva atención a la vida espiritual, tener en cuenta seriamente la experiencia de fe en Dios, de fraternidad espiritual en Cristo, de confianza en la Providencia y en la Misericordia divina, de amor y perdón, de renuncia a uno mismo, de acogida del prójimo, de justicia y de paz. Todo esto es indispensable para transformar los «corazones de piedra» en «corazones de carne» (Ez 36,26), y hacer así la vida terrena más «divina» y por tanto más digna del hombre. (C V, 2009, 79)

 

Hace algunas décadas, siendo André Malraux Ministro de Educación de Francia, un periodista le inquirió:

 

Señor ministro, en el año 2000, ¿será necesaria la escuela? Él dijo: Sí y no. Si la escuela es el lugar que convoca a los niños y adolescentes para instruirles y darles datos sobre distintas materias, es probable que el año 2000, se haya encontrado un sistema más eficiente y económico que la escuela. Pero si la escuela es la prolongación de la familia, donde los educadores forman a los niños en los valores que les preparen para la vida y les hagan más personas, en el año 2000, la escuela será más necesaria que hoy.

 

En definitiva, el maestro cristiano no debe conformarse con la calidad de sus conocimientos (profesional en educación), debe demostrar la calidez de sus sentimientos tanto para con sus colegas, con sus estudiantes y con todo prójimo (vocación docente). Debe dignificar su tarea como un don, retomar el camino correcto siguiendo los lineamientos cristianos, emulando al Maestro por excelencia, Jesucristo. « […] gratis lo recibisteis, dadlo gratis.» (Mt. 10, 8).

Para ello, es imprescindible docentes valientes que quieran apostar y ofrecer sus vidas por la educación y el reconocimiento de la persona humana. Benedicto XVI así lo proclama:

 

 

El desarrollo nunca estará plenamente garantizado plenamente por fuerzas que en gran medida son automáticas e impersonales, ya provengan de las leyes de mercado o de políticas de carácter internacional. El desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores económicos y agentes políticos que sientan fuertemente en su conciencia la llamada al bien común. Se necesita tanto la preparación profesional como la coherencia moral" (C V, 2009, 71)

 

 

En conclusión, la educación integral –la ciencia plena– es imposible sin conciencia y coherencia. De nada sirve la inteligencia si no va acompañada del espíritu, de ahí la propuesta: Inteligencia espiritual –espiritualidad inteligente–. Reconocerlo es afirmar su trascendentalidad más allá de las modas. Que este artículo despierte en el docente la pasión cristiana por la enseñanza, que le  anime a promover la razón y la fe como dos grandes alas que encumbrarán al hombre a acercarse al inconmensurable Bien. Que los estudiantes futuros docentes de la Universidad Católica "Sedes Sapientiae"; proclamen y flameen esta espiritualidad, para asumir el riesgo de vivir su propia vida, con principios que trasciendan la simple "materialidad" que ofrece la cultura del consumismo y el totalitarismo. Que aprendan que en el compartir y donarse gratuitamente el hombre va alcanzando su grandeza. Que el verdadero educador debe dar algo de sí mismo, ser testigo antes que maestro y que compartir el ser en una donación total implica, no sólo abrir los libros sino también los corazones.

 

 

 

 

 

Bibliografía

 

ARENDT, Hannah

1974    Los orígenes del totalitarismo. Santillana Ediciones. (vol.3), Madrid.

            (Texto original en inglés, 1951)

 

BENEDICTO XVI

2009    Carta Encíclica Caritas in veritate. Pastoral Universitaria UCSS   

2008    Carta sobre la tarea urgente de la educación a la Diócesis de Roma. Ciudad del Vaticano, 21 de enero.

 

BOLIS, Gian

2007    «El contexto actual de la educación».Studium Veritatis, año 6, Nº 10-11, pp. 67-104.

 

GARDNER, Howard

1983    Inteligencias múltiples. Editorial Paidós. Barcelona.

 

GARDNER, Howard

2011    Inteligencias múltiples. La teoría en la práctica. Editorial Paidós. Barcelona.

 

GOLEMAN, Daniel

1996    La inteligencia emocional. Editorial Vergara. Buenos Aires.

 

JUAN PABLO II

1992    Mensaje con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud de 1993. Ciudad del Vaticano, 15 de agosto de 1992.

 

JUAN PABLO II

1998    Carta Encíclica Fides et ratio. Pastoral Universitaria UCSS.

 

 

MINISTERIO DE EDUCACIÓN DEL PERÚ

2009    NUEVO DISEÑO CURRICULAR NACIONAL de la EDUCACIÓN BASICA REGULAR.

 

TORRALBA,  Francesc

2010    Inteligencia espiritual. Editorial Plataforma. Barcelona.

 

PÉREZ, Jorge

2007    «DE LA BIOÉTICA A LA BIOEDUCACIÓN Y A LA BIOPEDAGOGÍA.

Educación a favor de la vida». Una fábrica de monstruos competentes. EL AGORA USB V. 7 N 2 PP. 199-385.

Recuperado de                                           

http://web.usbmed.edu.co/usbmed/elagora/htm/v7nro2/documentos/capitulo%2012.pdf

Consulta hecha en 26/07/2013.

 

ZOHAR, Danah; Ian MARSHALL

2001    Inteligencia espiritual. Editorial Plaza y Janés. Madrid.



[1] DCN: NUEVO DISEÑO CURRICULAR NACIONAL DE LA EDUCACIÓN BASICA REGULAR.

 

[2] Benedicto XVI. Carta sobre la tarea urgente de la educación a la Diócesis de Roma (Ciudad del Vaticano, 21 de enero de 2008).

[3] Howard Gardner, psicólogo estadounidense, parte de la tesis de que existen diferentes formas de inteligencia en el ser humano, y se inaugura la teoría de las inteligencias múltiples. Gardner desarrolló sus trabajos en contacto diario con adultos y pequeños que padecían lesiones cerebrales, constatando que se obtenían mejores resultados si se consideraba la mente humana como un conjunto de facultades relacionadas entre sí que como una máquina única de uso general funcionando con independencia del contexto y del contenido.

[4] Para Daniel Goleman la inteligencia emocional es la "mezcla" de la razón y los sentimientos.

[5] Zohar, Dahar es profesora de la Universidad de Oxford, Ian Marshall es psiquiatra de la Universidad de Londres. Según Zohar, la inteligencia espiritual activa las ondas cerebrales permitiendo que cada zona especializada del cerebro converja en un todo funcional. Inteligencia 'espiritual (1997).

[6] Torralba, Francesc; doctor en Filosofía y Teología, profesor de la Universidad Ramón Llul y un brillante intelectual católico español.

[7] Benedicto XVI. Carta sobre la tarea urgente de la educación a la Diócesis de Roma (Ciudad del Vaticano, 21 de enero de 2008).

[8] Vargas, Carlos. Decano de la Facultad de Psicología de la Universidad Católica de Colombia en Bogotá (Colombia) es citado en el artículo de Jorge Pérez.

[9] Juan Pablo II, Fides et ratio, 14-09-1998.

[10] Frase atribuida a Albert Einstein.

 

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