Sábado, 31 de mayo, 7 de la mañana, Parque Rospigliosi, uno de los 140 parques de Pueblo Libre, distrito de Lima. En torno al monumento de la Virgen, levantado por obra y gracia de un grupo de familias del parque, se apiñan un puñado de jóvenes militantes de Santa María y otro puñado de señoras de la Legión de María, en torno suyo, amigos, familias. Han madrugado con gusto, con gozo, con mucho ánimo para agradecer a la Madre, para celebrar su fiesta de la Visitación, para pedirle por la paz, por un mundo mejor. Y cantamos, y rezamos y ofrecemos testimonios de que también en nosotros –aquí y ahora, como hace dos mil años en Israel en María- el Señor sigue haciendo maravillas. En cada uno de los parques cercanos se comenta un misterio del Rosario por parte de los jóvenes, luego pedimos, cantamos, y las calles y los parques se llenan de luz, de esperanza, sus flores perfuman nuestro paso, los transeúntes y vecinos un poco sorprendidos pero contentos al constatar esta gozosa novedad. En el Parque Olabegoya, la señora Goza Hinojosa nos brinda un precioso testimonio acerca del monumento que su familia le ha dedicado a María Auxiladora; ella antigua alumna salesiana no podía quedar indiferente ante los fumones, maleantes que bebían y faltaban al pudor en el parque, pidió permiso a la Municipalidad y con sus ahorros le construyó un altar y una gruta a la Virgen, y la rodeó de flores, de árboles y cada año cuenta alborozada los "milagros" que se van obrando. ¡Qué valor educativo tienen las imágenes religiosas en los parques! ¡Cuánto ayudan a forjar ciudadanía, mirar a lo alto, convertir el suelo en cielo! ¡Qué patrimonio tan valioso para el distrito de Pueblo Libre, los altares, los monumentos religiosos en el centro del parque, casi todos ellos iniciativa popular de los vecinos!
Seguimos cantando y rezando hasta la parroquia de María Magdalena donde nos espera la Santa Misa. Ultimo día del mes de mayo, fiesta de la Visitación, como la Señora, camino de Ain Karin, cantando el magníficat, para servir a su prima Isabel. De la manera más sencilla, este rinconcito de Pueblo Libre, demostró que con 200 volantes y 10 carteles y con buena voluntad, es posible celebrar un Rosario de la Aurora, a la Madre del Cielo, para agradecer, para pedir, para proclamar nuestra fe. Y nos despedimos muy unidos, en familia, con el deseo de que a la próxima seremos más los que vivamos el gozo de rezar y de evangelizar.