miércoles, 30 de julio de 2014

San Lorenzo, diácono y mártir, patrono titular de la parroquia de Rollán (Salamanca)

San Lorenzo, diácono y mártir, patrono titular de la parroquia de Rollán (Salamanca)

 

Para un católico las imágenes de los santos son la representación material y simbólica de algo real. Las imágenes nos acercan la realidad. Tanto para contemplarlas como para sacarlas en procesión sirven como ayuda a todos los cristianos para imitar a esas personas de carne y hueso, que tanto se han parecido a Cristo y que sirven como intermediarias entre el Cielo y la Tierra. Cada grupo, cada asociación, cada parroquia selecciona unas cuantas. Así, Rollán tiene sus patronos, los mártires Sebastián y Fabián, y el titular de la iglesia parroquial San Lorenzo.

 

Nació en Jaca (Huesca) [España]. Sus padres eran labradores del campo pero cuando Sixto II visitó la ciudad enseguida se fijó en su inquietud espiritual y lo llevó con él a Roma nombrándolo diácono para que se encargara de los pobres de la ciudad. Se convirtió, así, en uno de los siete diáconos de la Iglesia de Roma, cargo de gran responsabilidad, ya que consistía en el cuidado de los bienes de la Iglesia y la distribución de limosnas. San Lorenzo es uno de los mártires más célebres en todo el cristianismo.

 

Hay dos detalles que lo han convertido en el santo del buen humor. El primero viene muy bien a nuestra sociedad en crisis; pues resulta que en aquel tiempo el emperador Valeriano sufría una situación financiera muy grave, con una inflación muy elevada y unos gastos militares elevadísimos. Buscar recursos era su obsesión y habían oído que en la iglesia había "tesoros". Así, en el año 257 publicó el emperador Valeriano un edicto de persecución a los cristianos y el culto que daban al nuevo Dios y arrestaron al propio Papa y a los diáconos que tenían misiones especiales y fueron martirizados, el papa Sixto II el 6 de agosto y su diácono Lorenzo el 10 de agosto. Lorenzo morirá más tarde porque el emperador le mandó hacer una colecta de todos los bienes que poseyeran los cristianos en Roma para entregárselos. 

 

Lorenzo que veía que la iglesia no tenía esos tesoros materiales, llamó a todos los pobres, paralíticos, cojos, mendigos, enfermos y ciegos. Y con su cara sonriente, se presentó ante el emperador rodeado de ellos y le dijo: "Estos son los tesoros de la Iglesia".  El emperador enfurecido le mandó azotar hasta quedar exhausto pero Lorenzo le dio las gracias por este inmerecido sufrimiento por Jesucristo.

 

El emperador lo encarceló y el carcelero vio con sus propios ojos cómo un Ángel curaba sus heridas y lo consolaba así que pidió a Lorenzo ser uno de ellos. Lorenzo le indicó cómo primero tenía que bautizarse como había dicho el Señor. El carcelero se convirtió y el emperador al perder a uno de los suyos enfureció aún más mandando para él la pena de muerte pero Lorenzo contaba con la gracia de Cristo y aún cuando iba hacia la muerte tenía pena porque no se consideraba digno de morir por Cristo. El emperador, irritado por su alegría en compartir los sufrimientos de Cristo, mandó que lo quemaran en unas parrillas ardiendo.  Incluso en esos momentos tuvo el humor que siempre le había caracterizado. Así cuando estaba quemado por una parte del cuerpo, se dirigió a los verdugos y les dijo: "Ya estoy bien quemado de este lado, dadme la vuelta.

 

Si no se tiene un gran amor a Cristo, es imposible que un ser humano se comporte de esta manera ante un dolor tan horrible. Lo cierto es que a san Lorenzo siempre se le representará con la parrilla. La llamada octava maravilla del mundo, San Lorenzo del Escorial tiene un plano en forma de parrilla y debe su nombre a que la batalla de San Quintín  entre las tropas españolas y el ejército francés, con rotunda victoria de España, tuvo lugar el día de su fiesta, 10 de agosto de 1557.

 

San Agustín dice que el gran deseo que tenía San Lorenzo de unirse a Cristo, le hizo olvidar las exigencias de la tortura. También afirma que Dios obró muchos milagros en Roma por intercesión de San Lorenzo. Este santo ha sido, desde el siglo IV, uno de los mártires más venerados y su nombre aparece en el canon de la misa. Fue sepultado en el cementerio de Ciriaca, en Agro Verano, sobre la Vía Tiburtina. Constantino erigió la primera capilla en el sitio que ocupa actualmente la iglesia de San Lorenzo extra muros, que es la quinta basílica patriarcal de Roma.

 

La imagen tallada que se venera en Rollán data de la misma fecha del retablo principal, siglo XVIII. De acuerdo con la información contenida en el Archivo Parroquial de Rollán durante el periodo comprendido entre los años 1774-84, la época del prior Domingo Granda Rivero, el viejo retablo de madera es sustituido por el actual de piedra simulando mármol, de estilo neoclásico. Desaparecen el retablo principal y los colaterales. Según el Memorial de 1796 presentado por el arquitecto de la orden Jerónimo García de Quiñónez y Gavilán se hacen "otras varias obras". El nuevo retablo está enmarcado por dos grandes columnas de mármol verde; en su pedestal está representado el sol, tienen el fuste liso y el capitel corintio. En el centro del frontón partido se encuentra un gran escudo de la Orden y, rematándololo todo, la corona real.

 

Termino compartiéndoles la bella oración colecta en el día de su fiesta:

 

Dios nuestro, que inflamaste con el fuego de tu amor a San Lorenzo, para que brillara por la fidelidad a su servicio diaconal y por la gloria de un heroico martirio, haz que nosotros te amemos siempre como él te amó y practiquemos lo que él enseñó. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo

 

 

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viernes, 25 de julio de 2014

SE PRESENTÓ EN LA FERIA DEL LIBRO “CRONOLOGÍA DE LA HISTORIA DE LA IGLESIA EN EL PERÚ” DEL P. ARMANDO NIETO Y JOSÉ ANTONIO BENITO


Con masiva asistencia de público se presentó la obra  "CRONOLOGÍA DE LA HISTORIA DE LA IGLESIA EN EL PERÚ, 1492-199" DEL P. ARMANDO NIETO Y JOSÉ ANTONIO BENITO editada por el Fondo Editorial de la Universidad Católica Sedes Sapientiae el pasado viernes 18 de julio, en la inauguración de la Feria del Libro del Perú 2014 (Lima, 2014, 359 pp)


Mons. Salvador Piñeiro: Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, Arzobispo de Ayacucho

"Esto es lo que necesita el Perú, hermanos que den su tiempo, su técnica, su investigación, su ciencia, para hacer un Perú de hermanos"

Yo, más que del libro, quiero hablar de los autores, porque tengo que agradecer muchísimo a mi hermano Armando, tan querido Sacerdote y Maestro en la Facultad de Teología y Pontificia Civil de Lima; eran los años 70 y venía con todos los estudios de Alemania y tuve la suerte de ser su alumno. Me enseñó a amar a la Iglesia conociendo la Historia y al Perú. En estos días celebra sus bodas de Oro de Sacerdote (aplausos), daremos gracias a Dios como todo jubileo bíblico, porque te ha bendecido con ese don del sacerdocio que lo compartes como buen hijo de San Ignacio, guiando a tantos alumnos para amar, para servir. Quiero agradecerte porque me has acompañado en toda mi vida sacerdotal, con tu experiencia, tu cercanía, tus luces, eres el gran censor de las obras de la Iglesia, pero también el mejor corrector, para que la Doctrina de la Fe llegase muy bien y que dominas tan bien señalando al milímetro aquellas fallas en la tipografía. Siempre hemos encontrado alguien que nos da su experiencia, su ciencia, que con tanta sencillez nos daba las profundidades de la Fe con una metodología maravillosa; en medio de la Doctrina siempre lo anecdótico. Recuerdos de cuando sacaba un papelito con aquellas anécdotas a veces circunstanciales, pero que hacen la vida humana, entonces podíamos lavar en nuestras mentes el tema fundamental y lo anecdótico; cuanto me alegra que se haya recopilado, fechas, datos, esta "Cronología de la Historia de la Iglesia en el Perú" nos va ayudar mucho. 

Encontrarme con José Antonio Benito, buen hijo de ese santo religiosos el P. Tomás Morales, a quien conocí en el ocaso de sus días, pero lleno de ese amor a Jesús y de esa ilusión porque el Evangelio llegase y profundizase en nuestra patria y su primera obra fuera de España, fue aquí en el Perú, tuve la oportunidad de conocer a los primeros Cruzados de Santa María y al conocer a José Antonio me impresionó cuánto sabía de la historia porque era un técnico, un investigador de primera, cuánto sabía del Perú, pues se había comprometido a descubrirnos en los archivos.

Presentar este libro en los días de la Patria me da mucha satisfacción en este camino del Bicentenario de nuestra Independencia. Qué hermoso ver dos hermanos Historiadores que han dado su investigación para brindarnos esta Cronología que nos va a ayudar muchísimo a centrar, a buscar otros temas, sobre todo en vísperas de 28 de julio; esto es lo que necesita el Perú, Hermanos que den su tiempo, su técnica, su ciencias, para hacer un Perú de hermanos, nuestra Historia está llena de signos, de silencios, de sacrificios, estos hombres que dejaron en nuestra tierra la semilla de la peruanidad. Que el Señor bendiga a todos los lectores de esta obra, que el Señor bendiga el trabajo del P. Armando Nieto y el Dr. José Antonio Benito, por ello también mi gratitud a la Universidad Catolica Sedes Sapientiae, a la Academia de la Historia de la Iglesia del Perú, al Fondo Editorial UCSS. Qué bueno que exista esta conjunción de instituciones de personas que apuesten por el Perú; hoy más que criticas necesitamos estas semillas de la verdad que nos llenen de entendimiento para hacer de nuestra patria un Perú grande y libre".

Mg. Fernando López Sánchez: Director del Museo de la Catedral de Lima

"Obra importante no solo en temas religiosos, sino también sociales, históricos, económicos"

Mons. Salvador Piñeiro nos ha sumergido en una atmósfera que es difícil de abandonar, por eso me gustaría que siguiese hablando, así mismo agradezco la oportunidad que nos dan el P. Armando y el Dr. Benito. Quisiera rescatar la importancia del libro que tenemos entre manos "Cronología de la Historia de la Iglesia en el Perú", una cronología, a veces suele suceder, que parece un poco desdeñada porque aparentemente es una recopilación de acontecimientos. La Cronología nos dice que los hechos se suceden y son producto de otros anteriores y además el origen de siguientes acontecimientos ordenados cronológicamente y es lo que ahora nos muestran los autores, una presentación de la Historia de la gesta evangelizadora no solo en el Perú sino en América, porque rescata acontecimiento religiosos  que de por sí ya tienen importancia, además rescata hechos vinculados, aconteceres políticos, sociales, económicos que de alguna manera están conformando un entramado de nuestra sociedad. Esta publicación es una fuente de primera mano para los investigadores sociales que investigan temas de Historia de la Iglesia, Historia Social, porque señalan acontecimientos que es necesario enseñar, ayudando a corroborar la información que se tiene, en este sentido confirmo la importancia  de la Cronología. La presentación es muy pulcra, nos sitúa de acuerdo a los periodos de nuestro interés; nos sitúa primero, en una relación de Pontífices desde la época del Descubrimiento de América hasta el pontificado de San Juan Pablo II, nos sitúa en un marco o referente histórico importante, porque nos sitúa en hechos macro, la mirada es macro de quienes hacemos un trabajo en Historia, aparentemente esa es una asociación simple de acontecimientos, pero  si vemos más allá de ellos, estamos frente al desarrollo de esta gesta Evangelizadora, uno puede seguir la evolución de la Iglesia, la evolución de la Fe. Como dice Mons.  Marchisano, responsable por muchos años de la Comisión de Bienes Culturales de Roma "Esta obra es el tránsito idóneo, el paso del Señor en la Historia del hombre". Les invito a esta lectura que va abrir ideas, va a sustentar otras y va a hacer replantear las hipótesis, obra importante no solo en temas religiosos, sino también sociales, históricos, económicos.

Mgr. Rafael Sánchez-Concha: Historiador de la PUCP

"Hablar de la Historia de la Iglesia, sin descuido del aporte prehispánico, es hablar de la Historia del Perú que nace de la Historia de la Iglesia Católica y por lo tanto es en gran medida hijo de ella"

El libro de "Cronología de la Historia de la Iglesia en el Perú (1494 – 1999)", verdaderamente un libro útil, práctico para seguir el itinerario de la vida de la Iglesia de nuestra Nación. Hablar de la Historia de la Iglesia, sin descuido del aporte prehispánico, es hablar de la Historia del Perú que nace de la Historia de la Iglesia Católica y por lo tanto es en gran medida hijo de ella, un libro como el que nos convoca hoy, es un pretexto para celebrar ese nacimiento. La Cronología que nos ofrece el P. Armando Nieto, de la Compañía de Jesús y el Dr. José Antonio Benito; constituye sin lugar a dudas una contribución a la nación peruana e Hispanoamérica, es decir el Perú nace con la Iglesia y surge como consecuencia de la proyección de la guerra de Reconquista sobre el Nuevo Mundo que se emprende como una guerra de cruzadas, en la que aparejada a la Cruzada viene la Cruz; por ello los autores han tenido especial cuidado en iniciar el libro desde el año del Descubrimiento, porque la empresa encabezada por Fernando e Isabel fue un referente de la Guerra Santa, que continuaron los descubridores y conquistadores, no en vano Cristóbal Colón tuvo en mente algo que los historiadores suelen olvidar; es decir, hallar tesoros para financiar una cruzada y liberar Jerusalén.Con los conquistadores que llegaron, invocando la protección del Apóstol Santiago, llegaron también los capellanes de las huestes que fueron los primeros evangelizadores y en algunos casos los primeros prelados, como lo fue el dominico Fray Vicente de Valverde, a quien se le recuerda únicamente como el fraile que aplicó el "requerimiento" a Atahualpa y no como el primer obispo del Cuzco celoso catequizador de su diócesis y mártir de la fe en la isla de la Puná,. De hecho, el proceso de asentamiento hispánico tuvo muchos defectos no podemos negar la crueldad de los conquistadores, pero debemos ver el catolicismo como un denominador común histórico del Perú, ¿Por qué razón la Iglesia es basamento de nuestra historia?, porque el estado imperial ibérico es un concepto muy distinto del que podemos imaginar hoy, Lo que hoy llamamos estado, gobierno o comunidad política, se conocía en el medioevo tardío en la Península Ibérica como República y ésta era concebida como un cuerpo humano en el que cada uno de sus miembros cumplía una función asignada por el mismo Dios, esta representación mental se basaba en el cuerpo de la Iglesia o cuerpo de Cristo y no abarcaba únicamente a lo terrenal sino también lo trascendente, el cuerpo de República que era el Estado o la comunidad política apuntaba a lo ultraterreno y en este sentido tenía en cuenta los fines salvadores; el Estado estaba inmerso, pues, sumergido, o empapado de la Iglesia tanto que así que se confundía  con los fines de la Iglesia y a veces participaban del mismo fin, el Estado y la Iglesia formaban parte de un mismo sistema y ambos se comprometían en la misma empresa salvadora, ¿Qué se puede ver a lo largo de este magnífico libro de "Cronología de la Historia de la Iglesia en el Perú"?, en primer lugar el proceso de evangelización, la extirpación de idolatrías y que justamente nos ofrece abundante información que hubiera sido de la Etnohistoria o de la historia Indígena, o de la Historia Prehispánica sin los extirpadores de idolatrías, gracias a ellos se recopiló información sobre los dioses locales que estaban más enraizados que los dioses imperiales de los incas, sabemos quién fue Wari, Tunupa y otras deidades. También la inquisición y la lucha contra la herejía, aquí hay que hacer la distinción, porque los indígenas no tenía inquisición, los indígenas tenían evangelización y extirpación de idolatrías y los peninsulares y criollos tenían inquisición, de otro lado, la Santidad que también se contempla en este libro en cuanto a sus fechas, que es un fenómeno importantísimo producto de la reforma católica o mal llamada Contrarreforma  en las Indias, la fundación de las universidades, la Universidad de San Marcos, la Universidad San Antonio Abad del Cusco, la Universidad San Ignacio de Loyola  de Cusco, la Universidad San Cristóbal de Huamanga; en torno a las Universidades que funda la Iglesia, hay que tener en cuenta un factor muy importante, en las Universidades se cultiva la escolástica tomista y la neoescolástica de Suárez que son la base del pensamiento de varios emancipadores o varios próceres de la Independencia que pasaron por sus claustros; así mismo la continuidad de la fe en el S.XIX a pesar de los cambios políticos con varones y mujeres ilustres como es el caso de Bartolomé Herrera, de Sebastián de Goyeneche, del gran orador Mateo Aguilar, y del seráfico José Ramón Rojas conocido como el Padre Guatemala y a Santa Narcisa Martillo y Morán, y el último punto, es la proyección de la Iglesia a través de multitudes de órdenes, congregaciones y movimientos que se dan a través del S. XIX y del siglo XX.  Lo que quiero destacar en dos palabras que el libro es un gran aporte.

 

P. Armando Nieto Vélez, S.J.:

Presidente de la Academia Nacional de Historia

Presidente de la Academia Peruana de Historia Eclesiástica

50 AÑOS DE VIDA SACERDOTAL

 

"A través del libro "Cronología de la Historia de la Iglesia en el Perú, queremos servir a la Iglesia"

Nos propusimos primero determinar el comienzo y el final de esa tabla cronológica. No comienza con la llegada de los primeros religiosos españoles al Perú que eran dominicos, sino quisimos empezar antes en eventos o acontecimientos anteriores al Descubrimiento del Perú, por eso propusimos como fecha inicial el Descubrimiento de América, el encuentro de dos mundos 1492,  porque con la llegada de los españoles a las Antillas también comienza la Evangelización de América. El espacio cronológico abarca a partir del S. XV hasta 1999, año final de esta obra; es un cuadro panorámico de como la preocupación de la Iglesia fue constante por la evangelización de estas nuevos naciones, cómo penetran en la Sierra, cómo penetran en la Selva, en sitios inverosímiles.

A través del libro "Cronología de la Historia de la Iglesia en el Perú (1494 – 1999)" queremos     servir a la Iglesia. Léanlo como libro de consulta pero al mismo tiempo si lo leen de corrido encontraran una línea que es la actividad de la Iglesia desde que llegan los primeros religiosos al Perú, creo que es la gran lección que me ha dado el trabajo de recopilación, preocupación por la evangelización. En ese tiempo existía el Patronato Regio, que como bien decía el P. Enrique Bartra - mi profesor de Historia- "el patronato era como el anverso y el reverso, como una moneda" el anverso el aspecto positivo, es la preocupación que tuvieron los gobernantes por la marcha de la Iglesia en  territorios dificilísimos y con que regularidad ampliaron una Diócesis o al tener que nombrar un sucesor de un obispo muerte, se procedía a: elección por parte del gobierno, nombramiento por parte de Roma, consagración, y el viaje; todo esto lo costeaba el Patronato; por otra parte el reverso son las fricciones entre el poder civil eclesiástico. Aquí está citada la fecha en que el arzobispo de Lima., Santo Toribio de Mogrovejo, se ve atacado por el virrey Andrés Hurtado de Mendoza, Mogrovejo coloca el escudo del Arzobispo en la puerta del Seminario llamado después Mogrovejo por Santo Toribio de Astorga y el virrey Hurtado no encontró mejor manera de demostrar su disgusto que enviar a unos obreros para que picasen y destruyesen el escudo del Seminario, por supuesto Santo Toribio elevó su protesta a Madrid y de Madrid llega la respuesta de Felipe II que le dice: "deje usted que el Arzobispo proceda, pero al mismo tiempo le pido que coloque Usted el escudo del reino de España".

Ello demuestra pues esa especie de dualidad que por una parte fue ventajosa para el Perú, pero tuvo algunos aspectos que no pueden ser olvidados y tampoco excesivamente descritos. Al principio del libro se tocan los obispados que no son peruanos por la sencilla razón de que el Arzobispado de Lima que se funda en el año de 1546 era la diócesis fundamental, metropolitana y tenía diez Obispos sufragantes: Quito, Cuzo, Santiago de Chile, Panamá, Charcas, La imperial, Paraguay, Nicaragua, Tucumán; todos dependían del Arzobispado de Lima, era la diócesis más grande del mundo territorialmente, abarcaba literalmente todo Sudamérica, 51 papas han gobernado la Iglesia desde la Conquista de los españoles con Pizarro, un poco antes también con Alejandro XI por el Tratado de Tordesillas; el libro de José Antonio del Busto que nos sirvió de modelo se llama "Historia Cronológica del Perú", pero son 25 colaboradores para los diversos aspectos de la recogida de información, y que naturalmente tiene una preocupación más por la historia política, económica, militar, y por eso creemos que es un gran aporte el fijarse en el aspecto de la Iglesia que tiene tantos referentes que se pueden comprobar históricamente.

Agradecimientos a Monseñor Salvador Piñeiro Arzobispo de Ayacucho y Presidente de la Conferencia Episcopal del Perú por su aporte, digamos su elogio. Lo tomamos con un reto para futuros trabajos. Agradecido con la Universidad Católica Sedes Sapientiae por la acogida que tuvieron con nuestra idea de publicar la obra, la paciencia de su Fondo Editorial desde las primeras pruebas en las que se ha ido incorporando información. En esta publicación no hemos querido poner punto final en un momento del pasado, sino que este trabajo queda abierto, porque la  Historia está continuamente abierta a nuevos aportes, seamos benévolos lectores de esta obra que podemos sumar.

Dr. José Antonio Benito Rodríguez

Secretario de la Academia Peruana de Historia Eclesiástica

Director del Instituto de Estudios Toribianos y del CEPAC

"Queremos brindar un servicio a la memoria colectiva de nuestro Perú a través de los hitos más importantes de su vida religiosa"

 Estamos en una "feria" y por eso contamos con el "ruido". También la Iglesia a lo largo de dos mil años ha tenido que "meter ruido" como lo metió Jesús en el Evangelio y por eso hasta los ciegos se enteraban  de "que el Maestro pasaba".

Muchas gracias a cuantos han colaborado en hacerlo realidad: P. Armando Nieto (lo considero un homenaje ante su próximo jubileo por los 50 años como sacerdote), los alumnos de licencia que iniciaron el primer borrador de cronología, Angélica Carazas y el CEPAC, Patricia Vilcapuma y el Fondo Editorial de la UCSS…

Gracias a los ausentes especialmente Monseñor Lino, fundador y gran canciller de la UCSS, obispo de Carabayllo, P. Joaquín Martínez Valls, rector de la UCSS, Dr. Gian Battista Bolis, vicerrector administrativo e impulsor de la publicación.

Gracias a los comentaristas, querido Monseñor Salvador Piñeiro, por palabras tan entrañables y estimulantes, amigos Fernando López y Rafael Sánchez-Concha por comentarios tan sabios y amistosos. Gracias a todos ustedes que nos acompañan.

Quiero destacar los VALORES de la obra y comienzo por donde debía terminar, compartiéndoles que hasta el último momento hemos seguido incorporando fechas como las vinculadas con  fundadores en el Perú: San Josemaría del Opus Dei, el Siervo de Dios Monseñor Luigi Giussani, de Comunión y Liberación, Kiko Argüello, del Camino Neocatecumental…¡Búsquenlas!

Quien expone se EXPONE…De entrada sabemos que hay vacíos en las fechas…comencemos a llenarlos. Estamos muy agradecidos de "corregir" y "aumentar" en sucesivas ediciones.

Se van a encontrar con mil y un detalles, bastantes con datos corregidos como el de la entrada de Santo Toribio en Lima, no el 24 de abril como señalaban habitualmente sino el 12 mayo de 1581.

Pienso que la obra aporta un cierto orden a la historia del cristianismo, y más en concreto, a la historia de la iglesia católica en el Perú. Como solía decir Víctor Andrés Belaunde la historia es una suerte de liberación puesto que convierto el caos de información inicial en un orden  al culminar la obra.

Claro que no se puede leer de corrido como un ensayo, una novela, aunque quien se anime no estaría nada mal. Pero lo adecuado es tenerla a mano para consultas temáticas, lugares, fechas, acontecimientos, personas…

Creo que el presente libro nos va ayudar a superar "monstruosidades" (fijaciones de temas como el de las "sombras", idolatrías, inquisición) y dejar paso a una historia más equilibrada y veraz.

Quiero por último enfatizar la importancia de la historia, específicamente la religiosa. Rescato de la encíclica "Lumen Fidei" escrita conjuntamente por Benedicto XVI y Francisco Me impresiona el uso frecuente de la palabra "historia" (39 menciones) o memoria (25), recuerdo, olvido, temporal, día a día…, llegando a decir que "La fe nos abre el camino y acompaña nuestros pasos a lo largo de la historia (n.8). Romano Guardini escribe que «la Iglesia es la portadora histórica de la visión integral de Cristo sobre el mundo" (n.22). De la primera ojeada a la encíclica subrayo algunos textos, especialmente aquellos que tienen que ver con la memoria, con la historia…para que no se nos olvide. Nos propone figuras históricas, protagónicas, testigos de fe: Abrahán, Moisés... "como  esta memoria no se queda en el pasado, sino que, siendo memoria de una promesa, es capaz de abrir al futuro" (n.9). Tales personajes no son personas aisladas sino representantes de un pueblo, el de Israel: "la luz de la fe está vinculada al relato concreto de la vida, al recuerdo agradecido de los beneficios de Dios y al cumplimiento progresivo de sus promesas" (n.12). Aquí lo aplicamos para el Perú

La fe no es algo subjetivo y mental, sino completamente objetivo y real. Requiere de una conversión y pasa por el encuentro personal con Dios: "Creer significa confiarse a un amor misericordioso, que siempre acoge y perdona, que sostiene y orienta la existencia, que se manifiesta poderoso en su capacidad de enderezar lo torcido de nuestra historia. La fe consiste en la disponibilidad para dejarse transformar una y otra vez por la llamada de Dios. He aquí la paradoja: en el continuo volverse al Señor, el hombre encuentra un camino seguro, que lo libera de la dispersión a que le someten los ídolos" (n.13). Les comparpto el consejo de don Miguel de Unamuno a don José de la Riva Agüero. José de la Riva Agüero quien profesará durante un tiempo ideas teístas racionalistas. Hasta el propio Miguel de Unamuno, quien se proclamó "hereje de todas las herejías", llega a aconsejarle en carta personal (10-I-1910): Lo que me dice de sus preocupaciones religiosas me recuerda mis 25 años. También yo pasé por un período de positivismo, mejor aún de fenomenismo. Salí de ello por impulsos de sentimiento...Los estudios históricos le darán a usted una fe, confío en ello…Si yo fuese más joven y no me hubieses metido ya en tan diversas empresas me dedicaría a escribir una historia de España. No hay filosofía ni poema como ése. Necesita más penetración filosófica que un tratado sobre el libre albedrío o la casualidad y más imaginación que para hacer una novela. ...La historia, además, es sedante y es consoladora. La fe que se pierde estudiando filosofía abstracta se recobra estudiando historia. Dios se revela en la historia, no en la naturaleza.

En la celebración de los sacramentos, la Iglesia transmite su memoria, en particular mediante la profesión de fe (n.46). La continuidad de la memoria de la Iglesia está garantizada y es posible beber con seguridad en la fuente pura de la que mana la fe. (n.49).

Con esta obra, queremos brindar un servicio a la memoria colectiva de nuestro Perú, de nuestra religiosidad en el Perú, de nuestra Iglesia en el Perú. Y no creo tener que especificar "católica" porque hasta muy recientemente había casi una identidad total y porque no dejamos de reseñar lo más destacado de las otras iglesias y grupos religiosos.

Retiro mi gratitud a todos ustedes, les animo a leer y difundir la obra. Culmino con una sencilla oración dirigida a María, madre de la Iglesia y madre de nuestra fe, tomada de "Lumen Fidei": "¡Madre, ayuda nuestra fe! Abre nuestro oído a la Palabra, para que reconozcamos la voz de Dios y su llamada. Siembra en nuestra fe la alegría del Resucitado. Recuérdanos que quien cree no está nunca solo. Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús, para que él sea luz en nuestro camino. Y que esta luz de la fe crezca continuamente en nosotros, hasta que llegue el día sin ocaso, que es el mismo Cristo, tu Hijo, nuestro Señor".

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jueves, 24 de julio de 2014

COMPROMISO POR EL PERÚ (Texto completo, 17 julio 2014)

COMPROMISO POR EL PERÚ

 

Ante la  profunda crisis de valores que se va extendiendo en nuestro país, las comunidades religiosas y partidos políticos que suscribimos el presente documento nos comprometemos y convocamos a todos los peruanos a unir esfuerzos para que la comunión, el respeto mutuo, la solidaridad, la justicia y el bien común prevalezcan en nosotros y en nuestra Nación, para lo cual es preciso promover, entre otros, lo siguiente:

 

 

  1. EL DERECHO Y RESPETO A LA VIDA 

 

Resulta  fundamental que la sociedad y el Estado reconozcan y defiendan el valor y la inviolabilidad de toda vida humana, desde su concepción hasta su extinción natural, así como el derecho de toda persona a una vida digna.

 

  1. LA LIBERTAD RELIGIOSA

 

Derecho que todos debemos respetar, pues la búsqueda de Dios, el destino trascendente del ser humano, el desarrollo y fortalecimiento de la vida espiritual contribuyen decididamente a la convivencia pacífica y al logro del bien común y de la justicia social.

 

  1. LA DEFENSA Y PROMOCIÓN DEL MATRIMONIO Y LA FAMILIA

 

El matrimonio, conformado por un varón y una mujer unidos de modo estable, así como la familia que de él deriva, constituyen la base fundamental de la sociedad. Por ello, resulta primordial defender ambas instituciones, promover los principios que las sustentan y las normas que favorezcan su consolidación y la consecución de sus fines.

 

  1. EL DERECHO A LA EDUCACIÓN

 

Es cada vez más urgente que nuestros niños y jóvenes reciban una adecuada y oportuna educación integral, que incluya el desarrollo del  conocimiento, la formación espiritual y física del educando, respetando siempre el legítimo e inalienable derecho de los padres sobre la educación de sus hijos.

 

 

Lima, 17 de julio de 2014

 

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martes, 22 de julio de 2014

P. GUSTAVO GUTIÉRREZ PRESENTA EN FERIA DEL LIBRO: “ENTRE LAS CALANDRIAS” UN ENSAYO SOBRE JOSÉ MARIA ARGUEDAS


• Amigo más entrañable de José María Arguedas participará en fiesta de la cultura 2014

PREMIO PRÍNCIPE DE ASTURIAS GUSTAVO GUTIÉRREZ, PRESENTARÁ EN FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO:
"ENTRE LAS CALANDRIAS" UN ENSAYO SOBRE JOSÉ MARIA ARGUEDAS

• Fondo Editorial de la BNP, publicó obra viva del representante de la narrativa indigenista en el Perú, en la mirada del teólogo peruano Gustavo Gutiérrez

En la 19º Edición de la Feria Internacional del Libro de Lima 2014, el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2003, Gustavo Gutiérrez Merino acompañado del Director Nacional de la Biblioteca Nacional del Perú, (BNP) Dr. Ramón Mujica, presentará "Entre las Calandrias. Un ensayo sobre José María Arguedas", editorial que difunde la obra viva del notable literato indigenista e investigador peruano.

Gustavo Gutiérrez, pensador contemporáneo y fundador de la corriente espiritual conocida como la Teología de la Liberación, acudirá al evento cultural el jueves 24 de julio a las 7:00 p.m., para presentar su libro  publicado por la BNP, el cual interpreta en 123 páginas las creaciones literarias que José María Arguedas nos regaló en al menos 400 escritos entre novelas, cuentos del quechua al español y traducciones de poesías.

En el Auditorio "José María Arguedas" del Parque de los Próceres - Jesús María (Alt. Cuadra 17  de la Av. Salaverry), la comunidad académica y el público en general tendrán oportunidad de comentar con el sacerdote peruano, Gustavo Gutiérrez su producción intelectual que analiza los valores cristianos expuestos por Arguedas; identificado profundamente  con la condición humana que más sufre y con la imagen de país desde la perspectiva de los desposeídos.

La Feria Internacional del Libro 2014 considerada como la fiesta de la literatura anual por congregar a cientos de personas de todas las edades en busca de conocimiento, se prepara para recibir en su décima novena  edición al ilustre peruano, dueño de una solvencia teológica y filosófica, que enaltecerá plenamente el desarrollo del certamen donde se expondrán incontables ediciones literarias en español y lengua extranjera.

El sacerdote explicará a detalle el argumento de su obra impresa, que se inicia con una explicación sobre el  diálogo fraterno pero encendido que sostuvieron José María Arguedas y Sebastián Salazar Bondy, durante el primer encuentro de narradores peruanos que tuvo lugar en Arequipa, el año 1965.

Cabe mencionar que el sacerdote Gustavo Gutiérrez Merino, fue calificado por el jurado que lo nombró Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2003, como modelo admirable de tolerancia  y profundidad humanística, debido a su consciente preocupación por los sectores más desfavorecidos, que precisamente revela en su publicación en la cual describe la compleja realidad del indio nativo.

Oficina de Imagen y Extensión Cultural
Biblioteca Nacional del Perú



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IGLESIA de SANTA MARÍA MAGDALENA, PUEBLO LIBRE

IGLESIA de SANTA MARÍA MAGDALENA, PUEBLO LIBRE

Hoy es la fiesta de Santa María Magdalena, la titular de mi parroquia en Pueblo Libre, en Lima, hoy regentada por los celosos misioneros recoletos de la Orden de San Agustín (O.A.R.). Buena ocasión para compartirles fotos y apuntes.

A pocos pasos de la plaza, sobre la calle San Martín, se abre un grato y reducido espacio urbano dominado por la Iglesia de Santa María Magdalena[1]. Es una de las iglesias rurales más bellas de Lima y uno de los ejemplos más típicos de arquitectura religiosa en su pequeña y grácil escala.

El cacique Taulichusco y la Doctrina de la Bendita Magdalena

El solar en que está construida fue donado el 14 de agosto de 1557 por el cacique Gonzalo Taulichusco –a raíz de su bautismo- a la Orden de los PP. Franciscanos. Nacía así la doctrina de la bendita Magdalena, en presencia del virrey Andrés Hurtado de Mendoza. El que fuera último curaca de Lima, don Gonzalo, ordena su testamento y codicilo el 29 de agosto de 1562 y parece que fue enterrado en la capilla mayor de la iglesia de la Magdalena. La bendita Magdalena se constituyó entonces en la base de nuestro actual distrito, en esta reducción fueron ubicados los antiguos pobladores de los cacicazgos de Huatca y Maranga. Durante 200 años (hasta diciembre de 1758) se encargó la Orden Seráfica de la evangelización de los indios del Valle de la Magdalena.

Un proceso judicial de la época revela las condiciones y extensión de su poder y la entraña del régimen incaico. Taulichusco, según los testigos indios, era "yanacona y criado de Mama Vilo, mujer de Huayna Cápac" y proveía los tributos que se enviaban al Inca y lo que éste mandaba. Un hermano de Taulichusco, llamado Caxapaxa era también criado de Huayna Cápac y "andaba siempre con el inca en la corte". El padre de Taulichusco, no obstante la sujeción del Inca y la protección de éste, tenía que luchar con los caciques "aucas", vecinos y rivales. Uno de ellos llamado Coli –acaso el de Chincha– entró por la fuerza en el valle, pero los indios viejos declaran que "había otros principales en el valle" y "tierras del sol y de las guacas" y de "otros caciques comarcanos". También se aclara el sistema de sucesión entre los curacas. Taulichusco, que alcanzó a recibir a Pizarro, "no gobernaba por ser viejo", en los últimos años, y ejercía el curacazgo su hijo Guachinamo, que se presentaba siempre ante los españoles "con gran servicio de indios". A Guachinamo le sucedió su hermano don Gonzalo que vivía en el pueblo de la Magdalena, que sustituyó a Limatambo, para alejar a los indios de sus idolatrías. En esa época, los indios del cacicazgo, que habían sido más de dos mil, se habían dispersado: unos se habían hechoyanaconas de los españoles en la ciudad, otros habían huido o se habían "desnaturado" de su tierra o se habían entregado "como vagamundos" a las borracheras. La mayor parte de las tierras y pastos que pertenecían al cacique, le habían sido arrebatadas y los indios estaban reducidos "a un rincón", según Pedro de Alconchel.

Descripción artística del templo

El templo es de fábrica posterior (entre los años 1741 y 1750), luciendo la llana y fina plasticidad de mediados del siglo XVIII en lo unido y equilibrado de su composición barroca. Es el modelo característico de iglesia limeña, como Jesús María, en que la portada y las torrecillitas; colocadas como balcones sobre los muros laterales y a cada lado del arranque de la bóveda, forma una sencilla y luminosa triangulación de motivos. En el interior, compuesto de una sola y esbelta nave, sorprende la extraordinario riqueza arquitectónica de sus altares y púlpitos de mediados del siglo XVII. Estos son de lujoso estilo churrigueresco, preciosamente tallados en cedro y dorados con pan de oro. La suntuosidad de los retablos se hace elocuente y nítida por lo simple del tratamiento  de los muros de la nave y por el ritmo espaciado de los tramos que los separa. Te invito a contemplar el retablo y disfrutar de la belleza artística del barroco en una de las recoletas iglesias rurales de la Lima virreinal

Te anoto el nombre de los santos del retablo

EL RETABLO PRINCIPAL

 

               Cruz

 

San Agatón

San Gonzalo

Santa María Magdalena

San Benito de Palermo

San Francisco Solano

San José

San Pedro

Ángeles musicales

Joaquín. MARÍA. Ana

Santo Domingo

San Francisco de Asís

 

San Miguel . San Cayetano

 

 



[1] Seguimos la explicación del arquitecto E.Har Terre en su obra Circuitos limeños.

 


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sábado, 19 de julio de 2014

Arzobispo de Arequipa, Javier del Río Alba, portavoz del COMPROMISO POR EL PERÚ

SÁBADO 19 DE JULIO DEL 2014 | 11:01 eL cOMERCIO

"Yo rezo mucho por Humala, no está bien asesorado"

El arzobispo de Arequipa, Javier del Río Alba, percibe que el actual gobierno no toma en cuenta a las Iglesias

El arzobispo de Arequipa comentó que algunos sectores buscan neutralizar al cardenal Cipriani, pero "las ovejas necesitan pastores que hablen". (Foto archivo El Comercio: Julio Angulo)


ROCÍO LA ROSA (@chiolaro)

¿Invitaron al gobierno a firmar el Compromiso por el Perú, en el que iglesias y diversos partidos se comprometen a realizar acciones por el bien común?
Se invitó a los partidos, pero no al Partido Nacionalista porque institucionalmente no concuerda con el contenido del documento, pues el gobierno promueve el protocolo del aborto. Este es un documento que plantea sumar esfuerzos, ante la crisis de valores, en base al derecho a la vida, el matrimonio y la familia, libertad religiosa y educación. Esto no es un show mediático.
 
¿Qué esperan sobre la guía del aborto terapéutico, que se revise o anule?
Hemos pedido oficialmente al gobierno, por escrito y en un encuentro personal [sostenido el último jueves] entre la Conferencia Episcopal y el primer ministro, y los ministros de Justicia y Salud, que la guía se deje sin efecto, no solo por un tema de orden moral. Se han pronunciado la Federación Médica del Perú, el Colegio Médico del Perú, la Sociedad de Derecho Médico del Perú, el sindicato de médicos de la Seguridad Social, y todos dicen lo mismo: es un documento que no tiene nada de técnico, totalmente innecesario. Esta guía está orientada a eliminar al niño, y no estamos diciendo que maten a la madre. Los médicos saben muy bien que deben salvar las dos vidas.
 
Para algunos, la Iglesia no debe opinar sobre este tema o la unión civil.
Existe la libertad religiosa, que incluye la libertad de culto y de expresión. Por estar en la Iglesia no dejamos de ser ciudadanos. La Iglesia no debe hacer política partidaria, pero forma parte de la 'polis', de la ciudad.
 
En el Congreso se modificó el dictamen sobre la unión civil, ahora unión solidaria, que incluye derechos patrimoniales y deja de lado derechos civiles y familiares. ¿Los alivia?
Intentaron maquillar el proyecto para ver si pasaba, lo que no ocurrió. No nos alivia porque el congresista Carlos Bruce ha pedido que se desagregue del dictamen su proyecto y volverá a discutirse en agosto.
 
Me decía que el gobierno no toma en cuenta a la Iglesia.
Les explicaba a los ministros: ustedes están en sus escritorios, ¿pero saben lo que sufre una mujer que ha abortado?, nosotros sí, porque la Iglesia tiene centros que acompañan a estas mujeres. O un niño cuando sus padres se separan. El sufrimiento de las nuevas generaciones es enorme y los papás no se enteran porque están procurando tener más dinero para pagarles un buen colegio. En la medida en que el Estado se ha ido alejando de la Iglesia, la moral cae. Me parece tan absurdo tener un ministro que vaya por las calles y que no vayan a la raíz del problema, que es moral, y eso no lo quieren solucionar, son ciegos, no lo ven.
 
¿Es el gobierno responsable, en parte, de la crisis de valores en el país?
El gobierno carga con las consecuencias de un problema de hace décadas. El 97% de peruanos cree en Dios y los agnósticos y ateos no llegan al 3%. Si yo soy Estado y tengo una población religiosa procuraría, y no hablo de cogobierno, ver en qué creen estas personas y en qué medida pueden ayudar.
 
¿Por qué los gobernantes no buscan a la Iglesia para tomar decisiones que afectarán a la población?
Yo al presidente Humala le tengo mucha estima, yo rezo mucho por él porque creo que es un hombre que quiere hacer las cosas bien, pero lamentablemente creo que no está bien asesorado. No se da cuenta de que podría encontrar en las instituciones religiosas una buena ayuda para su gobierno.

LA FICHA
JAVIER DEL RÍO ALBA

Profesión: Sacerdote
Cargo: Arzobispo de Arequipa
 
FORMACIÓN
Estudió Derecho Civil en la Pontificia Universidad Católica y obtuvo el doctorado en Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana

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martes, 15 de julio de 2014

San Buenaventura, el teólogo de Cristo, que da sentido a la historia, testigo del amor (Benedicto XVI)

San Buenaventura, el teólogo de Cristo, que da sentido a la historia, testigo del amor (Benedicto XVI)

Aprovecho el genial lienzo sobre San Buenaventura –procedente de San Francisco el Grande de Lima- y que se expone en la muestra del Banco de Crédito del Perú, para compartirle en el día de su fiesta las magistrales reflexiones del Papa Benedicto XVI. A mí me encanto especialmente lo que afirma sobre el sentido cristiano de la historia frente a Joaquín de Fiore. ¿Cómo respondió san Buenaventura a la exigencia práctica y teórica? 1. San Buenaventura rechaza la idea del ritmo trinitario de la historia. Dios es uno para toda la historia y no se divide en tres divinidades. En consecuencia, la historia es una, aunque es un camino y – según san Buenaventura – un camino de progreso.

2. Jesucristo es la última palabra de Dios – en él Dios lo ha dicho todo, donándose a sí mismo. Más que si mismo, Dios no puede decir, ni dar. El Espíritu Santo es Espíritu del Padre y del Hijo. Cristo mismo dice del Espíritu Santo: "...os recordará todo lo que yo os he dicho" (Jn 14, 26), "tomaráde lo mío y os lo comunicará" (Jn 16, 15). Por tanto no hay otro Evangelio más alto, no hay otra Iglesia que esperar. Por eso también la Orden de san Francisco debe insertarse en esta Iglesia, en su fe, en su ordenamiento jerárquico.

3. Esto no significa que la Iglesia está inmóvil, fija en el pasado y no pueda haber novedades en ella. Opera Christi non deficiunt, sed proficiunt, las obras de Cristo no van atrás, no disminuyen, sino que progresan, dice el Santo en la carta De tribus quaestionibus.

 03 de marzo de 2010 | 

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 3 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la catequesis realizada hoy por el Papa en el Aula Pablo VI, ante grupos de peregrinos de todo el mundo, sobre san Buenaventura, Doctor de la Iglesia.

Queridos hermanos y hermanas,

hoy quisiera hablar de san Buenaventura de Bagnoregio. Os confío que, al proponeros este argumento, advierto una cierta nostalgia, porque recuerdo las investigaciones que, como joven estudioso, realicé precisamente sobre este autor, particularmente querido para mí. Su conocimiento ha incidido no poco en mi formación. Con mucha alegría hace pocos meses me dirigió en peregrinación a su lugar natal, Bagnoregio, una pequeña ciudad italiana, en el Lacio, que custodia con veneración su memoria.

Nacido probablemente en 1217 y muerto en 1274, vivió en el siglo XIII, una época en la que la fe cristiana, penetrada profundamente en la cultura y en la sociedad de Europa, inspiró obras imperecederas en el campo de la literatura, de las artes visuales, de la filosofía y de la teología. Entre las grandes figuras cristianas que contribuyeron a la composición de esta armonía entre fe y cultura destaca precisamente Buenaventura, hombre de acción y de contemplación, de profunda piedad y de prudencia en el gobierno.

Se llamaba Giovanni da Fidanza. Un episodio que sucedió cuando era aún muchacho marcó profundamente su vida, como él mismo relata. Había sido afectado por una grave enfermedad y ni siquiera su padre, que era médico, esperaba ya salvarlo de la muerte. Su madre, entonces, recurrió a la intercesión de san Francisco de Asís, canonizado hacía poco. Y Giovanni se curó. La figura del Pobrecillo de Asís se le hizo aún más familiar algún año después, cuando se encontraba en París, donde se había dirigido para sus estudios. Había obtenido el diploma de Maestro de Artes, que podríamos comparar al de un prestigioso Liceo de nuestra época. En ese punto, como tantos jóvenes del pasado y también de hoy, Giovanni se planteó una pregunta crucial: "¿Qué debo hacer con mi vida?". Fascinado por el testimonio de fervor y radicalidad evangélica de los Frailes Menores, que habían llegado a París en 1219, Giovanni llamó a las puertas del Convento franciscano de esa ciudad, y pidió ser acogido en la gran familia de los discípulos de san Francisco. Muchos años después, explicó las razones de su elección: en san Francisco y en el movimiento iniciado por él reconocía la acción de Cristo. Escribía así en una carta dirigida a otro fraile: "Confieso ante Dios que la razón que me hizo amar más la vida del beato Francisco es que se parece a los inicios y al crecimiento de la Iglesia. La Iglesia comenzó con simples pescadores, y se enriqueció en seguida con doctores muy ilustres y sabios; la religión del beato Francisco no fue establecida por la prudencia de los hombres, sino por Cristo" (Epistula de tribus quaestionibus ad magistrum innominatum, en Opere di San Bonaventura. Introduzione generale, Roma 1990, p. 29).

Por tanto, en torno al año 1243 Giovanni vistió el sayal franciscano y asumió el nombre de Buenaventura. Fue en seguida dirigido a los estudios y frecuentó la Facultad de Teología de la Universidad de París, siguiendo un conjunto de cursos muy difíciles. Consiguió los diversos títulos requeridos por la carrera académica, los de "bachiller bíblico" y de "bachiller sentenciario". Así Buenaventura estudió a fondo la Sagrada Escritura, las Sentencias de Pietro Lombardo, el manual de teología de aquel tiempo, y a los más importantes autores de teología y, en contacto con los maestros y estudiantes que llegaban a París desde toda Europa, maduró su propia reflexión personal y una sensibilidad espiritual de gran valor que, en el transcurso de los años siguientes, supo traslucir en sus obras y en sus sermones, convirtiéndose así en uno de los teólogos más importantes de la historia de la Iglesia. Es significativo recordar el título de la tesis que defendió para ser habilitado en la enseñanza de la teología, la licentia ubique docendi, como se decía entonces. Su disertación llevaba por título Cuestiones sobre el conocimiento de Cristo. Este argumento muestra el papel central que Cristo tuvo siempre en la vida y en la enseñanza de Buenaventura. Podemos decir sin más que todo su pensamiento fue profundamente cristocéntrico.

En aquellos años en París, la ciudad de adopción de Buenaventura, estallaba una violenta polémica contra los Frailes Menores de san Francisco de Asís y los Frailes Predicadores de santo Domingo de Guzmán. Se discutía su derecho de enseñar en la Universidad y se ponía en duda incluso la autenticidad de su vida consagrada. Ciertamente, los cambios introducidos por las Órdenes Mendicantes en la manera de entender la vida religiosa, de la que hablé en las catequesis precedentes, eran tan innovadoras que no todos llegaban a comprenderles. Se añadían también, como alguna vez sucede también entre personas sinceramente religiosas, motivos de debilidad humana, como la envidia y los celos. Buenaventura, aunque rodeado de la oposición de los demás maestros universitarios, había ya comenzado a enseñan en la cátedra de teología de los Franciscanos y, para responder a quienes criticaban a las Órdenes Mendicantes, compuso un escrito titulado La perfección evangélica. En este escrito demuestra cómo las Órdenes Mendicantes, especialmente los Frailes Menores, practicando los votos de pobreza, de castidad y de obediencia, seguían los consejos del propio Evangelio. Más allá de estas circunstancias históricas, la enseñanza proporcionada por Buenaventura en esta obra suya y en su vida permanece siempre actual: la Iglesia se hace luminosa y bella por la fidelidad a la vocación de esos hijos suyos y de esas hijas suyas que no sólo ponen en práctica los preceptos evangélicos, sino que, por gracia de Dios, están llamados a observar sus consejos y dan testimonio así, con su estilo de vida pobre, casto y obediente, de que el Evangelio es fuente de gozo y de perfección.

El conflicto se apaciguó, al menos por un cierto tiempo y, por intervención personal del papa Alejandro IV, en 1257, Buenaventura fue reconocido oficialmente como doctor y maestro de la Universidad parisina. Con todo, tuvo que renunciar a este prestigioso cargo, porque en ese mismo año el Capítulo general de la Orden le eligió Ministro general.

Desempeñó este cargo durante diecisiete años con sabiduría y dedicación, visitando las provincias, escribiendo a los hermanos, interviniendo a veces con una cierta severidad para eliminar los abusos. Cuando Buenaventura comenzó este servicio, la Orden de los Frailes Menores se había desarrollado de un modo prodigioso: eran más de 30.000 los frailes dispersos en todo Occidente, con presencias misioneras en el norte de África, en Oriente Medio y también en Pekín. Era necesario consolidar esta expansión y sobre todo conferirle, en plena fidelidad al carisma de Francisco, unidad de acción y de espíritu. De hecho, entre los seguidores del santo de Asís se registraban diversas formas de interpretar su mensaje y existía realmente el riesgo de una fractura interna. Para evitar este peligro, el Capítulo general de la Orden en Narbona, en 1260, aceptó y ratificó un texto propuesto por Buenaventura, en el que se unificaban las normas que regulaban la vida cotidiana de los Frailes Menores. Buenaventura intuía, con todo, que las disposiciones legislativas, aun inspiradas en la sabiduría y en la moderación, no eran suficientes para asegurar la comunión del espíritu y de los corazones. Era necesario compartir los mismos ideales y las mismas motivaciones. Por este motivo. Buenaventura quiso presentar el auténtico carisma de Francisco, su vida y su enseñanza. Por ello recogió con gran celo documentos relativos al Pobrecillo y escuchó con atención los recuerdos de aquellos que habían conocido directamente a Francisco. De ahí nació una biografía, históricamente bien fundada, del santo de Asís, titulada Legenda Maior, redactada también de forma más sucinta y llamada por ello Legenda minor. La palabra latina, a diferencia de la italiana (y tb. del término español "leyenda", n.d.t.) no indica un fruto de la fantasía, sino al contrario, Legenda significa un texto autorizado, "que leer" oficialmente. De hecho, el Capítulo general de los Frailes Menores de 1263, reunido en Pisa, reconoció en la biografía de san Buenaventura el retrato más fiel del Fundador y esta se convirtió, así, en la biografía oficial del Santo.

¿Cuál es la imagen de san Francisco que surge del corazón y de la pluma de su hijo devoto y sucesor, san Buenaventura? El punto esencial: Francisco es un alter Christus, un hombre que buscó apasionadamente a Cristo. En el amor que empuja a la imitación, se conformó enteramente a Él. Buenaventura señalaba este ideal vivo a todos los seguidores de Francisco. Este ideal, válido para todo cristiano, ayer, hoy y siempre, fue indicado como programa también para la Iglesia del Tercer Milenio por mi Predecesor, el Venerable Juan Pablo II. Este programa, escribía en la Carta Tertio Millennio ineunte, se centra "en Cristo mismo, a quien conocer, amar, imitar, para vivir en él la vida trinitaria, y transformar con él la historia hasta su cumplimiento en la Jerusalén celeste" (n. 29).

En 1273 la vida de san Buenaventura conoció otro cambio. El Papa Gregorio X lo quiso consagrar obispo y nombrar cardenal. Le pidió también que preparara un importantísimo acontecimiento eclesial: el II Concilio Ecuménico de Lyon, que tenía como objetivo el restablecimiento de la comunión entre la Iglesia latina y la griega. Él se dedicó a esta tarea con diligencia, pero no llegó a ver la conclusión de aquella cumbre ecuménica, porque murió durante su celebración. Un anónimo notario pontificio compuso un elogio de Buenaventura, que nos ofrece un retrato conclusivo de este gran santo y excelente teólogo: "Hombre bueno, afable, piadoso y misericordioso, lleno de virtudes, amado por Dios y por los hombres... Dios de hecho le había dado tal gracia, que todos aquellos que lo veían quedaban invadidos por un amor que el corazón no podía ocultar" (cfr J.G. Bougerol, Bonaventura, en A. Vauchez (vv.aa.), Storia dei santi e della santità cristiana. Vol. VI. L'epoca del rinnovamento evangelico, Milán 1991, p. 91).

Recojamos la herencia de este santo Doctor de la Iglesia, que nos recuerda el sentido de nuestra vida con estas palabras: "En la tierra... podemos contemplar la inmensidad divina mediante el razonamiento y la admiración; en la patria celeste, en cambio, mediante la visión, cuando seremos hechos semejantes a Dios, y mediante el éxtasis... entraremos en el gozo de Dios" (La conoscenza di Cristo, q. 6, conclusione, en Opere di San Bonaventura. Opuscoli Teologici /1, Roma 1993, p. 187).

Benedicto XVI: San Buenaventura y el sentido de la Historia

10 de marzo de 2010 | 4718 hits

Queridos hermanos y hermanas,

la semana pasada hablé sobre la vida y la personalidad de san Buenaventura de Bagnoregio. Esta mañana quisiera proseguir con su presentación, deteniéndome en una parte de su obra literaria y de su doctrina.

Como ya decía, san Buenaventura, entre sus muchos méritos, tuvo el de interpretar auténtica y fielmente la figura de san Francisco de Asís, venerado y estudiado por él con gran amor. De modo particular, en los tiempos de san Buenaventura, una corriente de Frailes Menores, llamados "espirituales", sostenía que con san Francisco se había inaugurado una fase totalmente nueva de la historia, habría aparecido el "Evangelio eterno" del que habla el Apocalipsis, que sustituía al Nuevo Testamento. Este grupo afirmaba que la Iglesia había agotado ya su papel histórico, y que su lugar lo ocupaba una comunidad carismática de hombres libres guiados interiormente por el Espíritu, es decir, los "Franciscanos espirituales". En la base de las ideas de este grupo estaban los escritos de un abad cisterciense, Joaquín de Fiore, muerto en 1202. En sus obras, él afirmaba un ritmo trinitario de la historia. Consideraba el Antiguo Testamento como la era del Padre, seguida por el tiempo del Hijo, el tiempo de la Iglesia. Habría que esperar la tercera era, la del Espíritu Santo. Toda la historia era así interpretada como una historia de progreso: de la severidad del Antiguo Testamento a la relativa libertad del tiempo del Hijo, en la Iglesia, hasta la plena libertad de los Hijos de Dios, en el periodo del Espíritu Santo, que habría sido también, finalmente, el periodo de la paz entre los hombres, de la reconciliación de los pueblos y de las religiones. Joaquín de Fiore había suscitado la esperanza de que el inicio del nuevo tiempo habría venido de un nuevo monaquismo. Así es comprensible que un grupo de franciscanos creyese reconocer en san Francisco de Asís al iniciador del tiempo nuevo y en su Orden la comunidad del periodo nuevo – la comunidad del tiempo del Espíritu Santo, que dejaba tras de sí a la Iglesia jerárquica, para iniciar la nueva Iglesia del Espíritu, ya no ligada a las viejas estructuras.

Existía por tanto el riesgo de un gravísimo malentendido del mensaje de san Francisco, de su humilde fidelidad al Evangelio y a la Iglesia, y este equívoco comportaba una visión errónea del Cristianismo en su conjunto.

San Buenaventura, que en 1257 se convirtió en Ministro General de la Orden Franciscana, se encontró frente a una gran tensión dentro de su misma orden a causa precisamente de quienes sostenían la mencionada corriente de los "franciscanos espirituales", que se remitía a Joaquín de Fiore. Precisamente para responder a este grupo y volver a dar unidad a la Orden, san Buenaventura estudió con cuidado los escritos auténticos de Joaquín de Fiore y los atribuidos a él y, teniendo en cuenta la necesidad de presentar correctamente la figura y el mensaje de su amado san Francisco, quiso exponer una visión correcta de la teología de la historia. San Buenaventura afrontó el problema precisamente en su última obra, una recopilación de conferencias a los monjes del estudio parisino, que quedó incompleta y que se terminó a través de las transcripciones de los oyentes, titulada Hexaëmeron, es decir, una explicación alegórica de los seis días de la Creación. Los Padres de la Iglesia consideraban los seis o siete días del relato sobre la creación como profecía de la historia del mundo, de la humanidad. Los siete días representaban para ellos siete periodos de la historia, más tarde interpretados también como siete milenios. Con Cristo habríamos entrado en el último, es decir, en el sexto periodo de la historia, al que seguiría después el gran sábado de Dios. San Buenaventura supone esta interpretación histórica de la relación de los días de la creación, pero de una forma muy libre e innovadora. Para él dos fenómenos de su tiempo hacen necesaria una nueva interpretación del curso de la historia:

El primero: la figura de san Francisco, el hombre totalmente unido a Cristo hasta la comunión de los estigmas, casi un alter Christus, y con san Francisco la nueva comunidad creada por él, distinta del monaquismo conocido hasta entonces. Este fenómeno exigía una nueva interpretación, como novedad de Dios aparecida en ese momento.

El segundo: la postura de Joaquín de Fiore, que anunciaba un nuevo monaquismo y un periodo totalmente nuevo de la historia, yendo más allá de la revelación del Nuevo Testamento, exigía una respuesta.

Como Ministro General de la Orden de los Franciscanos, san Buenaventura había visto en seguida que con la concepción espiritualista, inspirada por Joaquín de Fiore, la Orden no era gobernable, sino que iba lógicamente hacia la anarquía. Dos eran para él las consecuencias:

La primera: la necesidad práctica de estructuras y de inserción en la realidad de la Iglesia jerárquica, de la Iglesia real, necesitaba un fundamento teológico, también porque los demás, los que seguían la concepción espiritualista, mostraban un aparente fundamento teológico.

La segunda: aún teniendo en cuenta el realismo necesario, no había que perder la novedad de la figura de san Francisco.

¿Cómo respondió san Buenaventura a la exigencia práctica y teórica? De su respuesta puedo dar aquí sólo un resumen muy esquemático e incompleto en algunos puntos:

1. San Buenaventura rechaza la idea del ritmo trinitario de la historia. Dios es uno para toda la historia y no se divide en tres divinidades. En consecuencia, la historia es una, aunque es un camino y – según san Buenaventura – un camino de progreso.

2. Jesucristo es la última palabra de Dios – en él Dios lo ha dicho todo, donándose a sí mismo. Más que si mismo, Dios no puede decir, ni dar. El Espíritu Santo es Espíritu del Padre y del Hijo. Cristo mismo dice del Espíritu Santo: "...os recordará todo lo que yo os he dicho" (Jn 14, 26), "tomaráde lo mío y os lo comunicará" (Jn 16, 15). Por tanto no hay otro Evangelio más alto, no hay otra Iglesia que esperar. Por eso también la Orden de san Francisco debe insertarse en esta Iglesia, en su fe, en su ordenamiento jerárquico.

3. Esto no significa que la Iglesia está inmóvil, fija en el pasado y no pueda haber novedades en ella. Opera Christi non deficiunt, sed proficiunt, las obras de Cristo no van atrás, no disminuyen, sino que progresan, dice el Santo en la carta De tribus quaestionibus. Así san Buenaventura formula explícitamente la idea del progreso, y esta es una novedad respecto a los Padres de la Iglesia y a gran parte de sus contemporáneos. Para san Buenaventura Cristo ya no es, como lo era para los Padres de la Iglesia, el final, sino el centro de la historia; con Cristo la historia no termina, sino que comienza un nuevo periodo. Otra consecuencia es la siguiente: hasta aquel momento dominaba la idea de que los Padres de la Iglesia eran el culmen absoluto de la teología, todas las generaciones siguientes podían solo ser sus discípulas. También san Buenaventura reconoce a los Padres como maestros para siempre, pero el fenómeno de san Francisco le da la certeza de que la riqueza de la palabra de Dios es inagotable y que también en las nuevas generaciones pueden aparecer nuevas luces. La unicidad de Cristo garantiza también novedad y renovación en todos los periodos de la historia.

Ciertamente, la Orden franciscana – así subraya – pertenece a la Iglesia de Jesucristo, a la Iglesia apostólica y no puede construirse un espiritualismo utópico. Pero, al mismo tiempo, es válida la novedad de esta Orden respecto del monaquismo clásico, y san Buenaventura – como dije en la Catequesis precedente – defendió esta novedad contra los ataques del Clero secular de París: los franciscanos no tienen un monasterio fijo, pueden estar presentes en todas partes para anunciar el Evangelio. Precisamente, la ruptura con la estabilidad, característica del monaquismo, a favor de una nueva flexibilidad, restituyó a la Iglesia el dinamismo misionero.

En este punto, quizás sea útil decir que también hoy existen visiones según las cuales toda la historia de la Iglesia en el segundo milenio habría sido un ocaso permanente; algunos ven el ocaso inmediatamente después del Nuevo Testamento. En realidad, Opera Christi non deficiunt, sed proficiunt, las obras de Cristo no van hacia atrás, sino que progresan. ¿Qué sería la Iglesia sin la nueva espiritualidad de los cistercienses, de los franciscanos y dominicos, de la espiritualidad de santa Teresa de Ávila y de san Juan de la Cruz, etc.? También hoy vale esta afirmación: Opera Christi non deficiunt, sed proficiunt, van adelante. San Buenaventura nos enseña el conjunto del necesario discernimiento, también severo, del realismo sobrio y de la apertura a los nuevos carismas dados por Cristo, en el Espíritu Santo, a su Iglesia. Y mientras se repite esta esta idea del ocaso, hay también otra idea, este "utopismo espiritualista", que se repite. Sabemos de hecho que tras el Concilio Vaticano II algunos estaban convencidos de que todo fuese nuevo, que hubiese otra Iglesia, que la Iglesia preconciliar hubiese acabado y que tendríamos otra, totalmente "otra". ¡Un utopismo anárquico! Y gracias a Dios los sabios timoneles de la barca de Pedro, el papa Pablo VI y el papa Juan Pablo II, por una parte defendieron la novedad del Concilio y por la otra, al mismo tiempo, defendieron la unicidad y la continuidad de la Iglesia, que es siempre Iglesia de pecadores y siempre lugar de Gracia.

4. En este sentido, san Buenaventura, como Ministro General de los franciscanos, tomó una línea de gobierno en la que estaba muy claro que la nueva Orden no podía, como comunidad, vivir a la misma "altura escatológica" de san Francisco, en el que él ve anticipado el mundo futuro, sino que – guiado, al mismo tiempo, por un sano realismo y por el valor espiritual – debía acercarse lo más posible a la realización máxima del Sermón de la Montaña, que para san Francisco fue "la" regla, aun teniendo en cuenta los límites del hombre, marcado por el pecado original.

Vemos así que para san Buenaventura, gobernar no era sencillamente un hacer, sino que era sobre todo pensar y rezar. En la base de su gobierno encontramos siempre la oración y el pensamiento; todas sus decisiones resultan de la reflexión, del pensamiento iluminado por la oración. Su contacto íntimo con Cristo acompañó siempre su trabajo de Ministro General y por ello compuso una serie de escritos teológico-místicos, que expresan el ánimo de su gobierno y manifiestan la intención de guiar interiormente a la Orden, es decir, de gobernar no sólo mediante mandatos y estructuras, sino guiando e iluminando las almas, orientando a Cristo.

De estos escritos suyos, que son el alma de su gobierno y que muestran el camino a recorrer sea uno solo o como comunidad, quisiera mencionar solo uno, su obra maestra,Itinerarium mentis in Deum, que es un "manual" de contemplación mística. Este libro fue concebido en un lugar de profunda espiritualidad: el monte de la Verna, donde san Francisco recibió los estigmas. En la introducción el autor ilustra las circunstancias que dieron origen a este escrito suyo: "Mientras meditaba sobre las posibilidades del alma de ascender a Dios, se me presentó, por otro lado, ese acontecimiento admirable ocurrido en aquel lugar al beato Francisco, es decir, la visión del Serafín alado en forma de Crucificado. Y meditando sobre esto, en seguida me dí cuenta de que esta visión me ofrecía el éxtasis contemplativo del mismo padre Francisco y al mismo tiempo el camino que conduce a él" (Itinerario della mente in Dio, Prologo, 2, en Opere di San Bonaventura. Opuscoli Teologici /1, Roma 1993, p. 499).

Las seis alas del Serafín se convierten así en el símbolo de seis etapas que conducen progresivamente al hombre al conocimiento de Dios a través de la observación del mundo y de las criaturas y a través de la exploración de la propia alma con sus facultades, hasta la unión gratificante con la Trinidad por medio de Cristo, a imitación de san Francisco de Asís. Las últimas palabras del Itinerarium de san Buenaventura, que responden a la pregunta de cómo se puede alcanzar esta comunión mística con Dios, se habrían hecho descender a lo profundo del corazón: "Si ahora anhelas saber cómo sucede esto (la comunión mística con Dios), interroga a la gracia, no a la doctrina; al deseo, no al intelecto; al gemido de la oración, no al estudio de la letra; al esposo, no al maestro; a Dios, no al hombre; a la niebla, no a la claridad; no a la luce, sino al fuego que lo inflama todo y transporta a Dios con las fuertes unciones y los afectos ardentísimos... Entremos por tanto en la niebla, acallemos a los afanes, a las pasiones y a los fantasmas; pasemos con Cristo Crucificado de este mundo al Padre, para que, tras haberle visto, digamos con Felipe: esto me basta" (ibid., VII, 6).

Queridos amigos, acojamos la invitación que nos dirige san Buenaventura, el Doctor Seráfico, y pongámonos en la escuela del Maestro divino: escuchemos su Palabra de vida y de verdad, que resuena en lo íntimo de nuestra alma. Purifiquemos nuestros pensamientos y nuestras acciones, para que Él pueda habitar en nosotros y nosotros podamos comprender su Voz divina, que nos atra hacia la felicidad verdadera.

 

Benedicto XVI: San Buenaventura y la primacía del amor

17 de marzo de 2010 | 3986 hits

 

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 17 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la catequesis dirigida hoy por el Papa Benedicto XVI a los peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro para la Audiencia General, dedicada una vez más a san Buenaventura de Bagnoregio.

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Queridos hermanos y hermanas,

esta mañana, continuando la reflexión del miércoles pasado, quisiera profundizar con vosotros otros aspectos de la doctrina de san Buenaventura de Bagnoregio. Es un eminente teólogo, que merece ser puesto junto a otro grandísimo pensador, su contemporáneo, santo Tomás de Aquino. Ambos escrutaron los misterios de la Revelación, valorando los recursos de la razón humana, en ese fecundo diálogo entre fe y razón que caracteriza al Medioevo cristiano, convirtiéndola en una época de gran vivacidad intelectual, ademas que de fe y de renovación eclesial, a menudo no evidenciada lo suficiente. Otras analogías les unen: tanto Buenaventura, franciscano, como Tomás, dominico, pertenecían a las Órdenes Mendicantes que, con su frescura espiritual, como he recordado en las catequesis anteriores, renovaron, en el siglo XIII, a la Iglesia entera y atrajeron a muchos seguidores. Los dos sirvieron a la Iglesia con diligencia, con pasión y con amor, hasta el punto que fueron invitados a participar en el Concilio Ecuménico de Lyon de 1274, el mismo año en que murieron: Tomás mientras se dirigía a Lyon, Buenaventura durante la celebración del mismo Concilio. También en la Plaza de San Pedro, las estatuas de los dos santos están paralelas, colocadas precisamente al principio de la Columnata, partiendo desde la fachada de la Basílica Vaticana: una en el Brazo de la izquierda y la otra en el Brazo de la derecha. A pesar de todos estos aspectos, podemos distinguir en los dos santos dos aproximaciones distintas a la investigación filosófica y teológica, que muestran la originalidad y la profundidad de pensamiento de uno y del otro. Quisiera señalar algunas de estas diferencias.

Una primera diferencia concierne el concepto de teología. Ambos doctores se preguntan si la teología es una ciencia práctica o una ciencia teórica, especulativa. Santo Tomás reflexiona sobre dos posibles respuestas contrarias. La primera dice: la teología es reflexión sobre la fe y el objetivo de la fe es que el hombre llegue a ser bueno, viva según la voluntad de Dios. Por tanto, el fin de la teología debería ser el de guiar por el camino correcto, bueno; en consecuencia ésta, en el fondo, es una ciencia practica. La otra postura dice: la teología intenta conocer a Dios. Nosotros somos obra de Dios; Dios está por encima de nuestro actuar, Dios opera en nosotros el actuar correcto. Por tanto, se trata sustancialmente no de nuestro hacer, sino de conocer a Dios, no de nuestro obrar. La conclusión de santo Tomás es: la teología implica ambos aspectos: es teórica, intenta conocer a Dios cada vez más, y es práctica: intenta orientar nuestra vida al bien. Pero hay una primacía del conocimiento: debemos sobre todo conocer a Dios, después viene el actuar según Dios (Summa Theologiae Ia, q. 1, art. 4). Esta primacía del conocimiento frente a la praxis es significativa para la orientación fundamental de santo Tomás.

La respuesta de san Buenaventura es muy parecida, pero los acentos son distintos. San Buenaventura conoce los mismos argumentos en una y en la otra dirección, como santo Tomás, pero para responder a la pregunta de si la teología es una ciencia es una ciencia práctica o teórica, san Buenaventura hace una triple distinción – alarga, por tanto, la alternativa entre teórica (primacía del conocimiento) y práctica (primacía de la praxis), añadiendo una tercera actitud, que llama "sapiencial", y afirmando que la sabiduría abraza ambos aspectos. Y después prosigue:: la sabiduría busca la contemplación (como la más alta forma de conocimiento) y tiene como intención ut boni fiamus – que seamos buenos, sobre todo esto:: que seamos buenos (cfr Breviloquium, Prologus, 5). Después añade: "La fe está en el intelecto, de manera tal que provoca el afecto. Por ejemplo: conocer que Cristo murió 'por nosotros' no se queda en conocimiento, sino que se convierte necesariamente en afecto, en amor" (Proemium in I Sent., q. 3).

En la misma línea se mueve su defensa de la teología, es decir, de la reflexión racional y metódica de la fe. San Buenaventura recoge algunos argumentos contra el hacer teología, quizás difundidos también en una parte de los frailes franciscanos y presentes también en nuestro tiempo: la razón vaciaría la fe, sería una postura violenta hacia la Palabra de Dios, debemos escuchar y no analizar la Palabra de Dios (cfr Carta de san Francisco de Asís a san Antonio de Padua). A estos argumentos contra la teología, que demuestran los peligros existentes en la misma teología, el santo responde: es verdad que hay un modo arrogante de hacer teología, una soberbia de la razón, que se pone por encia de la Palabra de Dios. Pero la verdadera teología, el trabajo racional de la verdadera y de la buena teología tiene otro origen, no la soberbia de la razón. Quien ama quiere conocer cada vez mejor y más a lo amado; la verdadera teología no empeña la razón y su búsqueda motivada por la soberbia,sed propter amorem eius cui assentit – motivada por el amor de Aquel, al que ha dado su consenso" (Proemium in I Sent., q. 2), y quiere conocer mejor al amado: esta es la intención fundamental de la teología. Para san Buenaventura es por tanto determinante al final la primacía del amor.

En consecuencia, santo Tomás y sna Buenaventura definen de modo distinto el destino último del hombre, su felicidad plena: para santo Tomás el fin supremo, a que se dirige nuestro deseo, es ver a Dios. En este sencillo acto de ver a Dios encuentran solución todos los problemas: somos felices, no necesitamos nada más.

Para san Buenaventura el destino último del hombre es en cambio: amar a Dios, el encuentro y la unión de su amor y del nuestro. Ésta es para él la definición más adecuada de nuestra felicidad.

En esta línea, podríamos decir también que la categoría más alta para santo Tomás es lo verdadero, mientras que para san Buenaventura es el bien. Sería erróneo ver en estas dos respuestas una contradicción. Para ambos lo verdadero es también el bien, y el bien es también lo verdadero; ver a Dios es amar y amar es ver. Se trata por tanto de acentos distintos de una visión fundamentalmente común. Ambos acentos han formado tradiciones diversas y espiritualidades diversas y así han mostrado la fecundidad de la fe, una en la diversidad de sus expresiones.

Volvamos a san Buenaventura. Es evidente que el acento específico de su teología, del que he dado solo un ejemplo, se explica a partir del carisma franciscano: el Pobrecillo de Asís, más allá de los debates intelectuales de su tiempo, había mostrado con toda su vida la primacía del amor: era un icono viviente y enamorado de Cristo y así hizo presente, en su tiempo, la figura del Señor – convenció a sus contemporáneos no con las palabras, sino con su vida. En todas las obras de san Buenaventura, también en sus obras científicas, de escuela, se ve y se encuentra esta inspiración franciscana; es decir, se nota que piensa partiendo del encuentro con el Pobrecillo de Asís. Pero para entender la elaboración concreta del tema "primacía del amor", debemos tener presente también una otra fuente: los escritos del llamado Pseudo-Dionisio, un teólogo sirio del siglo VI, que se escondió bajo el pseudónimo de Dionisio el Areopagita, señalando, con este nombre, una figura de los Hechos de los Apóstoles (cfr 17,34). Este teólogo había creado una teología litúrgica y una teología mística, y había hablado ampliamente de las diversas órdenes de los ángeles. Sus escritos fueron traducidos al latín en el siglo IX; en la época de san Buenaventura – estamos en el siglo XIII – aparecía una nueva tradición, que provocó el interés del santo y de otros teólogos de su siglo. Dos cosas atraían en particular la atención de san Buenaventura:

1. El Pseudo-Dionisio habla de nueve órdenes de los ángeles, cuyos nombres había encontrado en la Escritura y luego había ordenado a su manera, desde los simples ángeles hasta los serafines. San Buenaventura interpreta estas órdenes de ángeles como escalones en el acercamiento de la criatura a Dios. Así estos pueden representar el camino humano, la subida hacia la comunión con Dios. Para san Buenaventura no hay ninguna duda: san Francisco de Asís pertenecía al orden seráfico, al orden supremo, al coro de los serafines, es decir: era puro fuego de amor. Y así deberían haber sido los franciscanos. Pero san Buenaventura sabía bien que este último grado de acercamiento a Dios no puede ser insertado en un ordenamiento jurídico, sino que es siempre un don particular de Dios. Por esto la estructura de la Orden franciscana es más modesta, más realista, pero debe ayudar a los miembrps a acercarse cada vez más a una existencia seráfica de puro amor. El pasado miércoles hablé sobre esta síntesis entre realismo sobrio y radicalidad evangélica en el pensamiento y en el actuar de san Buenaventura.

2. San Buenaventura, sin embargo, encontró en los escritos del Pseudo-Dionisio otro elemento, para él aún más importante. Mientras para san Agustín el intellectus, el ver con la razón y el corazón, era la última categoría del conocimiento, el Pseudo-Dionisio da aún otro paso: en la subida hacia Dios se puede llegar a un punto en que la razón ya no ve más. Pero en la noche del intelecto el amor ve aún – ve lo que permanece inaccesible para la razón. El amor se extiende más allá de la razón, ve más, entra más profundamente en el misterio de Dios. San Buenaventura quedó fascinado por esta visión, que se encontraba con su espiritualidad franciscana. Precisamente en la noche oscura de la Cruz aparece toda la grandeza del amor divino; donde la razón ya no ve más, ve el amor. Las palabras conclusivas de su "Itinerario de la mente en Dios", en una lectura superficial, pueden parecer como la expresión exagerada de una devoción sin contenido; leídas, en cambio, a la luz de la teología de la Cruz de san Buenaventura, son una expresión límpida y realista de la espiritualidad franciscana: "Si ahora anhelas saber cómo sucede esto (es decir, la subida hacia Dios), interroga a la gracia, no a la doctrina; al deseo, no al intelecto; al gemido de la oración, no al estudio de la letra;... no a la luz, sino al fuego que inflama y transporta todo en Dios" (VII, 6). Todo esto no es anti intelectual ni tampoco anti racional: supone el camino de la razón, pero lo trasciende en el amor de Cristo crucificado. Con esta transformación de la mística del Pseudo-Dionisio, san Buenaventura se coloca en los inicios de una gran corriente mística, que ha elevado y purificado mucho la mente humana: es un culmen en la historia del espíritu humano.

Esta teología de la Cruz, nacida del encuentro entre la teología del Pseudo-Dionisio y la espiritualidad franciscana, no debe hacernos olvidar que san Buenaventura comparte con san Francisco de Asís también el amor por la creación, la alegría por la belleza de la creación de Dios. Cito sobre este punto una frase del primer capítulo del "Itinerario": "Aquel… que no ve los esplendores innumerables de las criaturas, está ciego; aquel que no se despierta por sus muchas voces, está sordo; quien no alaba a Dios por todas estas maravillas, está mudo; quien con tantos signos no se eleva al primer principio, es necio" (I, 15). Toda la creación habla en voz alta de Dios, del Dios bueno y bello; de su amor.

Toda nuestra vida es por tanto para san Buenaventura un "itinerario", una peregrinación – una subida hacia Dios. Pero solo con nuestras fuerzas no podemos subir hacia la altura de Dios. Dios mismo debe ayudarnos, debe "subirnos". Por eso es necesaria la oración. La oración – así dice el santo – es la madre y el origen de la elevación – sursum actio, acción que nos lleva a lo alto – dice Buenaventura. Concluyo por ello con la oración, con la que comienza su "Itinerario": "Oremos por tanto y digamos al Señor Dios nuestro: 'Condúceme, Señor, en tu camino y yo caminaré en tu verdad. Que mi corazón se alegre al temer tu nombre'" (I, 1).

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