jueves, 21 de enero de 2016

Guillermo Lohmann Villena (1915-2005), el laborioso y católico hidalgo de España y del Perú

Homenaje a Guillermo Lohmann Villena (1915-2005) en el centenario de su nacimiento. Cuadernos del Archivo de la Universidad 59, Lima 2015, 110 pp

Gozosamente entrañable este nuevo Cuaderno que con tanta maestría dirige el querido y admirado maestro César Gutiérrez Muñoz, quien, además de sus cordiales testimonios, nos ofrece otros 15, a cual mejor, de Mario Cárdenas, Juan Castañeda, Gilda Cogorno, Nicanor Domínguez, Álvaro M. Espinoza, Oswaldo Holguín, Fernando Iwasaki, Ascensión Martínez Riaza, Alcides Parejas, José de la Puente Brunke, José Agustín de la Puente Candamo, Eusebio Quiroz Paz-Soldán, Liliana Regalado, Rafael Sánchez-Concha, Carmen Villanueva, Paloma Lohmann Luca de Tena.

Presenta el volumen la actual presidenta de la Academia Nacional de la Historia, Margarita Guerra, quien, además de glosar su vida y trayectoria académica, enfatiza su faceta religiosa: "su acendrada religiosidad, como católico, apostólico y romano, penitente en la Semana Santa de Sevilla, en cuyas procesiones destacaba por su elevada estatura luciendo el hábito penitencial. Su fe profunda, decidida, no simplemente externa, sino vivida con naturalidad y discreción. Tuvo coherencia de vida, por eso cumpli8ó a cabalidad sus funciones como diplomático y como académico" (p.7)

Teodoro Hampe recuerda en particular sus encuentros en Sevilla, ciudad a la cual se ligó el maestro con el mayor afecto y estrechos vínculos espirituales. Enriqueta Vila Vilar, ex directora de la Escuela de Estudios Hispano-Americanos, ha hecho bien en evocar que don Guillermo se mimetizó con la idiosincrasia andaluza y fue un ferviente devoto de la virgen de la Amargura, a la que acompañó como penitente por más de medio siglo (véase "Muere Guillermo Lohmann: un gran maestro, un gran hombre", en ABC, Sevilla, 16 jul. 2005).

Escribió en la Revista Peruana de Historia Eclesiástica varios artículos. Uno dedicado a "Alonso de la Cueva Ponce de León. Historiador de la Iglesia Peruana", n.4, 1995,  pp- 9-21, "La Corona española y la población indígena" n.3, 1994, pp. 187-206, "Nuevos datos sobre Fray Antonio de la Calancha y la Impresión de la Crónica Moralizadora"  n. 2, 1992, pp.233-246, "Seminario conciliar de Santo Toribio", 1989, n.1, pp.13-23. Fue en este dedicado al Seminario donde da testimonio de su fe : "Personalmente, deseo tributar mi viva obligación a nuestro respetable Presidente, Monseñor Severo Aparicio Quispe, que tuvo la intuición de asignarme la exposición del tema que ha de ocuparme, aunque seguramente ignoraba que los rudimentos de mi doctrina cristiana, en la que protesto vivir y morir, fueron adquiridos nada más y nada menos que precisamente n los vetustos claustros del antiguo seminario, por boca de uno de sus virtuosos rectores, Monseñor Jerónimo Carranza. De esta forma tan inesperada estas páginas resultan emocionalmente vinculadas con la materia que en ella se contempla" p.13

Fue a partir de esta confesión como le pregunté si había estudiado en el Seminario y Don Guillermo me contó que su padre había sido luterano y él también, pero que para entrar en la PUCP le exigían el bautismo y decidió aprovechar la oportunidad con el Rector del Seminario, que fue quien le preparó para el sacramento y su ingreso en la Iglesia. Queda pendiente como en tantos intelectuales peruanos estudiar su fe, su religiosidad como algo decisivo en su vida. De hecho resulta encantador leer como en los testamentos de antaño su confesión de fe católica: "en la que protesto vivir y morir". Tuve la suerte de conocerle en Salamanca, en el segundo congreso "Los Dominicos y el Nuevo Mundo" donde quedé admirado con su ponencia acerca de "La cultura virreinal de Lima en el siglo XVI y los dominicos". Me encantaba verle en las conferencias del Instituto "Riva Agüero" como un aprendiz, con una actitud siempre de atenta escucha aun con principiantes. Recuerdo con simpatía una anécdota vivida en la Academia Nacional de la Historia; don Miguel Maticorena, nuestro querido e inolvidable don Miguel, que no veía como cerrar su intervención; el hidalgo caballero Lohmann espero a una pausa del ponente y comenzó a aplaudir de forma notoria, logrando que todo el auditorio le siguiese y diese por finalizada la ceremonia.

100 años de su nacimiento, 10 de su partida para la eternidad. Mi oración, mi gratitud, don Guillermo. 

 

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