¡Qué alegría me da leer y compartir esta grata noticia! Pedro Muñoz Seca -el famoso autor de la comedia (astracán) "La venganza de don Mendo", abuelo de Alfonso Ussía- es uno de los 44 mártires de Alcalá cuya causa se abre este 12 de noviembre del 2016. Les ofrezco tres notas: la primera acerca de su vida y obra por parte de la Fundación Muñoz Seca; la segunda, sobre el momento del martirio en el que asoma su vena humorística; la tercera, sobre el proceso de beatificación comentado en "Alfa y Omega"
I. VIDA Y OBRA
Pedro Muñoz Seca se convirtió durante los años 20 y 30 del siglo XX en uno de los autores con más éxito y más representativo del teatro de principios de siglo, equiparable a otros autores de su época como los hermanos Joaquín y Serafín Álvarez Quintero, Carlos Arniches, e incluso, al Premio Nobel de Literatura, Jacinto Benavente.
Muñoz Seca nació en El Puerto de Santa María (Cádiz) el 21 de febrero de 1879 en el seno de una numerosa familia. Respecto a su fecha de nacimiento, el propio autor creó un equívoco situándola en 1881 por su peculiar afición a los números capicúa. Los estudios primarios los realizó en el Colegio de San Luis Gonzaga, perteneciente a los Padres Jesuitas, donde fue compañero de estudios de Juan Ramón Jiménez y Fernando Villalón.
Una vez finalizados sus estudios en El Puerto se trasladó a Sevilla, donde cursó Filosofía y Letras y Derecho concluyéndolos en 1901.
Durante esta época de estudiante, Muñoz Seca ya demostró inquietudes artísticas estrenando entre 1898 y 1899 las primeras obras de teatro en su ciudad natal: República estudiantil, Un Perfecto de pasivas o El señor de Pilili. Será en el último año del siglo XIX coincidiendo con su estancia sevillana cuando el joven autor teatral ponga en escena Las Guerreras, en el Teatro del Duque.
Finalizados sus estudios universitarios, el autor se trasladó a Madrid movido por dos objetivos: obtener el título de Doctor en Derecho y abrirse camino en el mundillo teatral. Al poco tiempo de establecerse en la capital de España comenzó a trabajar impartiendo latín, griego y hebreo entrando posteriormente en el bufete de D. Antonio Maura.
En una de las tertulias a las que habitualmente asistía, Muñoz Seca conoció a Sebastián Alonso con quien estrenó El contrabando en el Teatro Lara en 1904. En 1908 consiguió un puesto en la Comisaría General de Seguros, dependiente del Ministerio de Fomento. Poco después contrajo matrimonio con Dª. Asunción Ariza Díez de Bulnes, con quien tuvo nueve hijos.
Paralelamente, el comediógrafo comenzó a colaborar en revistas que se encontraban entre la prensa más prestigiosa de España a principios de siglo: "Blanco y Negro", "La Ilustración Española y Americana" y "Nuevo Mundo".
A partir de 1911, la figura de Muñoz Seca se consolida como autor teatral y empieza a colaborar con diversos autores destacando entre ellos Pedro Pérez Fernández a quien conoció en 1911. La primera obra conjunta de los dos se tituló Por Peteneras y la colaboración de ambos se sitúa por encima de las 100 obras. Otro colaborador importante será Enrique García Álvarez. En 1914 estrenan Fúcar XXI, obra escrita en común por los tres autores.
En el teatro de Muñoz Seca se va perfilando una peculiar forma de hacer comedia: el astracán o astracanada, subgénero que exagera y deforma hasta lo increíble los rasgos cómicos utilizando todo tipo de recursos con el único fin de hacer reír. Se considera al autor portuense su creador.
Se irán sucediendo estrenos y éxitos importantes: Trampa y Cartón (1912), El roble de la Jarosa (1915), Los cuatro Robinsones(1917), El rayo (1917), etc.
La venganza de don Mendo con el subtítulo de "caricatura de tragedia en cuatro jornadas, escrita en verso, con algún que otro ripio", se estrenó el 20 de diciembre de 1918 en el Teatro de la Comedia. Es la obra maestra de Muñoz Seca y parodia al teatro romántico, tan en boga en los escenarios españoles de principios de siglo. De esta genial obra merece destacarse la calidad y variedad de la versificación y el gran dominio de los recursos humorísticos.
Tras el estreno de La venganza de don Mendo, su popularidad alcanzó las cotas más altas y su producción teatral fue muy abundante, cosechando grandes éxitos: La pluma verde (1922), Los chatos (1924), La tela (1925), Los extremeños se tocan(1927) "opereta sin música pero con cantables y evoluciones"; todas estas obras en colaboración con Pérez Fernández. En su obra hay una cierta evolución porque abandona el costumbrismo de los Quintero y se afianza en la astracanada con cierto acercamiento a la alta comedia.
Muñoz Seca, monárquico convencido y con amistad con Alfonso XIII, no ocultó su postura tras el advenimiento de la II República en 1931. El número de obras estrenadas disminuye, pero no el éxito: La Oca (1931), La voz de su amo (1933), Anacleto se divorcia (1932), La EME (1934), La plasmatoria (1935). En estas obras predomina la alta comedia astracanada y la comedia de salón con elementos culturales, posiblemente en respuesta a la crítica.
El estallido de la Guerra Civil le sorprende en Barcelona tras el estreno de La tonta del rizo el 17 de julio de 1936. Pocos días después del Alzamiento, es detenido y trasladado a Madrid. Fue fusilado en Paracuellos del Jarama el 28 de noviembre de ese mismo año.
Ni la férrea crítica de su tiempo ni la posterior niegan el ingenio, la gracia inimitable, la capacidad de comunicación y su dominio de la "carpintería teatral" en la que fue un auténtico maestro. La gran aportación del teatro de Muñoz Seca está en la ruptura que supone el astracán y en el precedente del teatro del absurdo que se desarrollará en la posguerra española gracias a figuras como Miguel Mihura, Jardiel Poncela,...
Contacto
Fundación Pedro Muñoz Seca
Edificio San Luis. Plaza del Ave María. C.P: 11500 El Puerto de Santa María.
E-mail: secretaria@pedromunozseca.org | Teléfono: 956 851 731
http://www.fundacionpedromunozseca.org/biografia.htm
II. A punto de fusilarlo: "Me podéis quitar todo, menos el miedo que tengo"
http://cuentameuncuento.blogspot.com.es/2013/01/munoz-seca-me-podeis-quitar-todo-menos_30.html
Los estrenos de Muñoz Seca iban seguidos de fuerte polémica, en la prensa y en las tertulias de café, e incluso con broncas y peleas entre los espectadores. ¿Y los críticos? La mayoría de ellos no se manifestaban contrarios, eran enemigos. Muñoz Seca a los más significados les invitaba a un palco cuando su obra llegaba a las 200 representaciones. Pero lo más grave para algunos era su compromiso político: « ¡Un autor monárquico que se ríe de la República, para qué vamos a querer más!». Pues hubo más, porque las astracanadas se fueron afilando a medida que se radicalizaba el régimen republicano. Tras La Oca y Anacleto vinieron otras obras más punzantes, La EME, Jabalí, El ex... y La niña del rizo que era una sátira irónica más que contra la República contra sus gobernantes. La obra se estrenó en el Teatro Poliarama de Barcelona el 17 de julio de 1936. Fue la primera y última vez que vio la luz porque durante su representación ya se había extendido por todo el teatro el rumor de la sublevación del ejército de África.
El periodista Pablo Vila San-Juan de La Vanguardia relata así lo que sucedió aquel día: «La tensión estaba de manifiesto en los rumores y pateos de las localidades altas, a cada frase cáustica, que coincidían con los aplausos entusiastas de la platea. Creo que en aquel momento asistimos al primer chispazo de la Guerra Civil. Terminada la obra, entre un escándalo masivo que a la salida se transformó en disputa, puñetazos e intervenciones de la policía».
La tensión era tanta que los partidarios de Muñoz Seca le aconsejaron abandonar el Teatro por una puerta de servicio. Don Pedro se negó y, acompañado del actor Pepe Moncayo, Enrique Borrás y el periodista Vila San-Juan, atravesó la puerta principal que da a las Ramblas y se dirigió hasta el Hotel Ritz. Allí estaban alojados, además de su mujer, Asunción Atiza Díez de Bulnes, los actores de su compañía Irene López de Heredia y Mariano Asquerino. Juntos asisten al estallido de la revolución los días 18 y 19 de julio en Barcelona. Ante el cariz de los acontecimientos en la Ciudad Condal es Irene López de Heredia quien convence al matrimonio Muñoz Seca para que abandone el hotel, buscándoles refugio en la pensión Claris, propiedad de Adelina Lamata, madre de una actriz, Lina Santamaría, que figuraba en la Compañía de Irene López Heredia y Mariano Asquerino. Allí permanece escondido el matrimonio hasta que el 28 de julio un grupo de milicianos de la FAI (Federación Anarquista Ibérica) comandados por el actor Avelino Nieto (según Pedro Sainz Rodríguez fue quien les delató) les detiene y son trasladados a la Jefatura de Policía de Barcelona. Allí estuvieron presos hasta el 4 de agosto cuando fueron conducidos por la Guardia Civil hasta Valencia.
Si la Iglesia les casó en 1908 (matrimonio del que nacieron 9 hijos, 4 hombres y 5 mujeres, una de ellas Asunción Muñoz-Seca Atiza, se casó con Luís Ussía Gavalda, conde de los Gaitanes, padres ambos del escritor Alfonso Ussía), el Gobierno de la República les esposó definitivamente en una particular cuerda de presos conyugal con origen en Barcelona, parada en Valencia y destino final en los calabozos de la Puerta del Sol. Cuentan que, durante el viaje, acompañados de dos oficiales de la Guardia Civil, el matrimonio Muñoz Seca pagó todos los gastos y fondas del camino. Su mujer fue puesta en libertad al llegar a Madrid. A partir de aquel 7 de agosto de 1936, la acción de este drama tiene un único actor, don Pedro. Y el escenario será la cárcel de San Antón (a donde le trasladan desde la DGS), un antiguo colegio de los Escolapios (escuelas pías de San Antón) que el Gobierno había transformado en Prisión Provincial de Hombres nº 2.
En realidad, esta cárcel era una de las checas legales habilitadas por el Frente Popular ante el overbooking de presos «sediciosos» que poblaban las prisiones madrileñas. «No hay suficiente reja para tanto fascista» era el comentario jocoso de algunos milicianos ante tanto trajín de presos. Y así debía de ser, porque cuando Muñoz Seca ingresa en San Antón es alojado en el departamento 2 de la planta baja, completamente lleno. Durante los primeros días de cautiverio tiene como compañeros de celda a ocho oficiales de la Armada y a los hijos de 15 y 13 años de un oficial del Ejército de Tierra. Con ellos también están confinados José Arizcun, el sacerdote Tomás Ruiz del Rey, el periodista de ABC Julián Cortés Cabanillas y los actores Ricardo Calvo y Guillermo Marín.
Pasan los días pelando patatas, limpiando lentejas y rezando el rosario. Hablan de Dios y de los hombres, de España y su futuro. También recitan obras de teatro y poesía. Según escribió José Oliver Molina (también preso allí) al periodista de La Vanguardia Fernando Barrago-Solís en 1972: «Muñoz Seca escribió durante su cautiverio una comedia que tituló ARSA, anagrama de Antiguos Reclusos de San Antón y que confió a uno de sus amigos para que la guardara y la diera a conocer después de su muerte, tan convencido estaba de que no saldría de aquella cárcel con vida». Se van a cumplir 75 años de su asesinato y nunca se ha tenido información de la existencia de esta comedia.
Cayetano Luca de Tena (propietario del ABC, entonces expropiado por el Frente Popular) y también preso en San Antón, ha contado que durante su cautiverio solamente encontró llorando una vez a Muñoz Seca. Fue el día que se enteró que sus ocho compañeros de celda de la Armada y los dos hijos del oficial del Ejército de Tierra habían sido asesinados en las primeras sacas de Paracuellos. Se hacen gestiones a todos los niveles para intentar salvarle la vida: Antonio Paso ante Diego Martínez Barrio; su hermano José, en El Puerto de Santa María, ante Vicente Alberti, hermano de Rafael. Nadie se da por enterado.
Lo que sí escribió Muñoz Seca desde la cárcel fueron tres cartas y 41 postales a su mujer. Según ha contado su nieto Alfonso Ussía, «apenas se registran rasgos de humor en sus escritos. El escaso espacio en blanco de las tarjetas le limita a exponer sus necesidades: ropa de abrigo, mudas, medicinas para su úlcera de estómago y latas de conserva... De repente, en una, un golpe de humor. Le pide a su mujer que le envíe una de sus bigoteras. Sus bigotes se desmoronan. "Estoy harto de meter los bigotes en la sopa del rancho". Y le llega la bigotera recuperando la personalidad».
Durante su estancia en prisión, la convivencia y pesares compartidos con sacerdotes, frailes y religiosos de distintas congregaciones le hace renacer su fe. De ello deja constancia en la última carta a su mujer: «No te olvides de mi madre. Procura que Pepe mi hermano me sustituya en los deberes para con ella. Y tú, dile cuando la veas, que su recuerdo ha estado siempre conmigo. Nada tengo que encargarte para los niños. Sé que todos ellos, imitándome, cumplirán con su deber. Siento proporcionarte el discurso de esta separación. Pero si todos debemos sufrir por la salvación de España, ésta es la parte que me ha correspondido. Benditos sean estos sufrimientos». Junto a la despedida añade una posdata y la fecha: «Como comprenderás, voy muy bien preparado y limpio de culpas. 28 de noviembre».
Había sido sentenciado a muerte por un tribunal popular, el 26 de noviembre, «por fascista, monárquico y enemigo de la República». En la madrugada del 28, con una orden firmada por Serrano Poncela (delegado de orden público de la Junta de Defensa de Madrid, subordinado de Santiago Carrillo) es empujado al interior de una camioneta en compañía del padre Llop, prior de los Hermanos de San Juan de Dios, y otros 14 religiosos. Cuentan que antes de ser fusilado un miliciano, El Dinamita, le cortó los bigotes. Ni entonces perdió el sentido del humor, pues dicen que comentó a los asesinos: «Me lo habéis quitado todo, la familia, la libertad; pero hay algo que no me podéis quitar: el miedo». Se agarró de la mano del padre Llop que estaba perdonando a sus asesinos y se despidió: «Hasta el cielo, padre...».
Al parecer su cuerpo quedó enterrado en una fosa debajo de un almendro. Con el paso del tiempo el árbol desapareció. Hoy es uno más de los miles de cuerpos desaparecidos y sin identificar en la fosa común de Paracuellos. Los Hermanos de San Juan de Dios fueron beatificados en 1992. El 12 de noviembre Recientemente la Hermandad de Mártires de Paracuellos ha iniciado los trámites de su proceso de beatificación.
III. Arranca la causa de canonización de 44 mártires de Alcalá de Henares
El 28 de noviembre de 1936 las lomas de Paracuellos del Jarama vieron cómo moría fusilado la persona que a más generaciones de españoles ha hecho reír: el dramaturgo Pedro Muñoz Seca. El autor de La venganza de don Mendo, casado y padre de nueve hijos, fue encerrado en la cárcel de San Antón, en Madrid, al poco de estallar la guerra. Durante cuatro meses infundió entre sus compañeros de prisión el buen humor y el buen ánimo que desprenden sus obras. Sin embargo, a finales de noviembre, tras entrevistarse con el director de la prisión salió exclamando: « ¡Nos matan, nos matan! Búsqueme un sacerdote». Se ve que lo consiguió, y tras confesarse, pocas horas antes de morir, escribiría una carta apresurada a su mujer: «Cuando recibas esta carta estaré fuera de Madrid. Voy resignado y contento. Dios sobre todo. Voy muy tranquilo sabiendo que tú siempre serás el ángel bueno de todos. El mío lo has sido siempre, y si Dios tiene dispuesto que no volvamos a vernos mi último pensamiento será siempre para ti […]. PD: Como comprenderás, voy muy bien preparado y limpio de culpas».
Muñoz Seca y otros 43 mártires figuran en la causa de beatificación que se va abrir el 12 de noviembre, a las 17:30 horas, en un acto presidido por el obispo de Alcalá de Henares, monseñor Juan Antonio Reig Pla, en la catedral Magistral. Son otros 44 nuevos mártires de la persecución religiosa de los años 30 en España: 14 sacerdotes diocesanos, 14 religiosos –ocho agustinos, cinco maristas y una clarisa– y 16 laicos.
Fortaleza y perdón
Durante los primeros meses de la Guerra Civil, prácticamente todo el clero diocesano de Alcalá de Henares fue martirizado. En esta Causa figura Pablo Herrero, canónigo de la Magistral que entró en el templo, incendiado por los milicianos, para salvar las Santas Formas, pero fue detenido y asesinado días después; o Rufo Orea, coadjutor de Villarejo de Salvanés, a quien fueron a detener su casa, pero su hermana y su sobrina se agarraron a sus brazos, cada una con un rosario en la mano, y dijeron que donde le llevaran a él les llevaran también a ellas, siendo asesinados todos al poco tiempo. Y no faltaron entre el clero testimonios de perdón, como el que dio Adrián de Luz, párroco de Torremocha del Jarama, acribillado a balazos mientras con un crucifijo en las manos perdonaba a sus asesinos.
Entre los laicos figura en esta lista Ricardo de la Cierva, abogado y padre del historiador del mismo nombre, que era conocido por su fe y por oponerse al incendio de la iglesia de los Jerónimos. Conducido a la cárcel Modelo, pudo escapar de la saca que lo llevó a la muerte, pero se negó porque no quería abandonar la galería en la que estaba encargado del botiquín con el que ayudaba a los enfermos.
La fe del agricultor Ramón Bermejo tampoco pasó desapercibida para los milicianos que lo llevaron al martirio; el padre del anterior vicario episcopal para el Clero de Madrid acercó a la Iglesia a su mujer, procedente de familia comunista, cuya hermana llegó incluso a jactarse de haber prendido fuego al templo de Buitrago.
Otros laicos de oficios humildes son el comerciante de ultramarinos Julián Pérez, denunciado por la Policía al encontrar en su casa un baúl lleno de objetos religiosos; o el fotógrafo Félix Muñoz, asesinado por haber realizado fotografías a la Virgen de la Victoria, patrona de Villarejo de Salvanés. A José Plaza, guardia civil jubilado, lo mataron solo por ser padre de un sacerdote, Marcial Plaza, a quien también acabaron matando.
Figuran también dos parejas de hermanos: Diego y Manuel Mac-Crohon, detenidos por ser miembros de Acción Católica, de las Conferencias de San Vicente de Paúl, de una congregación mariana y por visitar semanalmente a los pobres; y Paula y Juana Muñoz, conocidas en Villarejo por una fe que les llevaba a entregarse a numerosas obras de caridad: tras ser torturadas murieron acribilladas mientras musitaban trémulamente palabras de perdón.
El padre agustino Fernando Rojo, postulador de esta Causa de beatificación, desvela que ya está muy adelantado el trabajo para abrir dos nuevas causas en Alcalá: otros 95 mártires que se sumarían a los 44 cuya Causa se acaba de abrir, con una proporción equivalente de sacerdotes diocesanos, religiosos y religiosas, y laicos. Para él, «la muerte de quienes han dado su vida como testimonio de fe no es algo privado, sino una gracia para los creyentes de hoy para robustecer su fe».
(https://www.alfayomega.es/78153/arranca-la-causa-de-canonizacion-de-44-martires-de-alcala-de-henares) Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo