miércoles, 2 de mayo de 2018

EXILIO Y TERNURA en San Francisco. Eloi Leclerc

San Francisco de Asís. Exilio y ternura Eloi Leclerc, Marova, 1994, Madrid, 2ª ed.

Conmovedor libro, continuación del magistral "Sabiduría de un pobre". Delicioso por la profundidad y la sencillez, encantador por la belleza y fuerza formales. Además, si contemplamos nuestro mundo hecho añicos contaminado de violencia y mediocridad, de rabiosa actualidad, por el ejemplo de coherencia, paz, autenticidad, comunión, fraternidad, parresía, amor del bueno, tierno, el primero, el del Maestro, "amaos como Yo".

«En un mundo violento, erizado de muros y excavado con fosos, el universo de Francisco de Asís carecía de torreones y murallas. Pobre de bienes y de poder, estaba en paz con todos, vivía como hermano de los seres, y a todos ellos dirigía una mirada llena de respeto... Sus ojos habían llegado a ser maravillosamente humanos... Su horizonte no era la cristiandad de su tiempo, con sus fronteras que defender, sino Jesucristo, a quien amar, y el ser humano a quien salvar». Pp.10-11

Eso fue lo que llevó a Francisco más allá de las fronteras de la cristiandad. En plena cruzada, partió hacia Oriente para encontrarse con quienes no pensaban como él y mantuvo varias entrevistas con el sultán Melik el-Kamil. Su actitud desinteresada logró tender un puente entre Occidente y Oriente. Ciertamente fue un gran momento en la historia de la humanidad: en pleno conflicto, una mano tendida al enemigo de los cruzados.

Este espíritu atraviesa el libro San Francisco de Asís. Exilio y ternura. En medio de todas las tensiones, Éloi Leclerc sobrepasa el relato de los acontecimientos para revelar la fuerza del Evangelio en la vida de un ser humano y en los conflictos del mundo. Traducido a varias lenguas, San Francisco de Asís. Exilio y ternura es una nueva edición, revisada por el autor. ÉLOI LECLERC, religioso franciscano, figura entre los autores espirituales contemporáneos más importantes. Entre sus publicaciones, esta misma Editorial ha traducido: El reino escondido (20002); El Dios mayor (1997); El sol sale sobre Asís (20052); El pueblo de Dios en la noche (20052) e «Id a Galilea». Al encuentro del Cristo pascual (2006).

Me ha gustado penetrar en el mundo interior de San Francisco quien busca lo que más en sí, en su Orden, hasta con el Sultán…

"¡Es tan sencillo, hermanos! Dicen que el que quiere hacer as obras de Dios no debe tener más rpisa que Dios mismo. Debe caminar al mismo paso que El que es eternamente; El que ha credo las estrellas no mide con nuestra vara las cosas. Cuanto más importante es una cosa para Él, va más despcio. La guarda mucho tiempo muy adentro, como lo más íntimo. Después la prepara dese lejos, de muy lejos, por comienzos humildes. Dios se da prisa así" p. 125

"Señor, hazme pequeño para ver a los otros, cada vez más pequeño, para verlos mejor, sí, simplemente para ver que existen". Después, una pregunta terrible le pesó en el alma y le hizo tambalearse en una meditación teñida de tristeza: "¿Por qué los cristianos piensan y obran siempre como si con la venida de Jesús nda hubiera sucedido ente los hombres? Ellos también quieren dominar. Oh, cruz de mi dulce Señor, ¡qué de crímenes van a cometerse aquí en tu nombre!" p.155

 

Aparentemente fracasa en los tres frentes. Tras la misión con el Sultán, concluye: "Volvemos con las manos vacías, como obreros que no han conseguido contratarse o que han despedido como inútiles. No hemos convertido a nadie. El Señor no ha querido nuestra vida. No hemos sido encontrados dignos de sufrir por su nombre. Como Moisés, no hemos podido entrar en la tierra prometía pp.204-5. Ante las divisiones de su Orden: "En silencio y en secreto, Francisco contemplaba a su Señor crucificado. Él, al menos, creía en el amor. Él era el Amor. Pero el Amor no había sido amado. Ni lo era más en el día presente. Había sido crucificado y seguía estándolo…Se reprochaba su orgullo. Se hacía así pequeñito ante Dios. Y en su alma devastada, la paz buscaba camino de volver a florecer" (p.212).

Como veía que algunos hermanos se le alejaban, "Una luz extraordinaria le penetró: 'Me haré más padre haciéndome más hermano…Se hizo su su amigo, sin condescendencia per sin sombra de rigidez. No escandalizaba a nadie, amaba a todos con paciencia…Era, verdaderamente, su criado. A un superior del convento, que se le quejaba por el comportamiento díscolo de los hermanos y le reclamaba la paz de una ermita a cambio de su cargo, le contestó: Todo lo que ellos te hacen ver y sufrir, aunque sean golpes, acógelos como una gracia. Ámalo sencillamente, como son. Esto te hará más bien que vivir en la ermita" p.220. 

"Francisco perseveró, y un día, de la otra orilla del silencio, la paz, semejante a una paloma blanca, vino a posarse al borde su alma…Había aceptado morir con Cristo, aceptado a Dios a fondo. Ahora le bastaba que Dios fuera Dios. Esta certidumbre por sí sola le llenaba, le purificaba su deseo hasta LA TRANSPARENCIA" P.225

 


 

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