viernes, 23 de octubre de 2020

333 AÑOS CAMINANDO JUNTOS. LA IDENTIDAD DEL PERÚ FORJADA AL CALOR DEL CRISTO MORENO

Bajo el lema: "Con el Señor de los Milagros, resucitemos como Perú ¡Ahora!", Monseñor Carlos Castillo, arzobispo de Lima, egresado sanmarquino, en colaboración de los obispos titulares y auxiliares de la Gran Lima nos escriben una documentada y cordial carta pastoral por el mes morado con motivo de los 333 años de la primera procesión.

En la madrugada del 20 de octubre de 1687, un tsunami arrasó con el Callao y parte de Lima, derribando la capilla edificada en honor a la imagen de Cristo, quedando solamente erguida la pared del Cristo de Pachacamilla o de las Maravillas. Tan terrible evento originó que se confeccionara una copia al óleo de la venerada imagen que, por primera vez, saliera en andas por las calles circundantes al muro sagrado. Desde entonces sólo una vez dejó de salir al encuentro el Cristo Moreno y fue a causa de la infausta Guerra del Pacífico, como registró el diario El Peruano, el 20 de octubre de 1882:

"La romería que en estos dos últimos días se acostumbraba hacer sacando en procesión por las calles de Lima la efigie del Señor de los Milagros, no se ha realizado este año…".

El historiador José Antonio del Busto, al caracterizar la identidad nacional, distinguía la patria (nacida hace 15.000 años con el ingreso de los primeros cazadores nómadas a nuestro territorio), la nación (surgida en el siglo XVI con los primeros mestizos, especialmente con Garcilaso) y el estado (libre y soberano desde el 28 de julio de 1821 con la proclamación de la Independencia). Su determinación de autonomía le convierte en país "independiente, uninacional, pluricultural, multilingüe y mestizo". Víctor Andrés Belaunde acuñó el término de "peruanidad" como proyecto y utopía de una solidaridad en marcha, y la convicción de un somos, un podemos y un debemos ser; es la "síntesis viviente", como simbiosis de valores culturales y espirituales lejanos y cercanos, con sus mitos, tradiciones y costumbres, y que se remoza constantemente por su propio impulso vital y con un destino propio, personal.

Pocas realidades encarnan de modo tan pleno este concepto como la del Señor de los Milagros como aglutinador de los peruanos, tanto los que viven dentro como fuera del Perú. En nuestros tiempos de globalización que amenazan con una colonización cultural uniformadora, la devoción al Cristo Moreno es una garantía para afianzar la peruanidad ("hagamos grande nuestro Perú" –se canta en el himno) sin cerrarse al diálogo intercultural, tal como desea la Iglesia. De hecho, el Señor de los Milagros se está convirtiendo en auténtico embajador del Perú en el mundo.

Dos declaraciones oficiales estatales sobre el Señor de los Milagros lo reconocen. La primera del año 2005, la Resolución Directoral Nacional Nº 1454/INC del Instituto Nacional de Cultura, y su declaración de la "Festividad del Señor de los Milagros" como Patrimonio Cultural de la Nación. La segunda, el Proyecto de Ley Nº 4022/2009-PE, convertido en Ley Nº 29602, por la que se declara al Señor de los Milagros como Patrono del Perú, "símbolo de religiosidad y sentimiento popular" del Perú. http://jabenito.blogspot.com.es/2013/09/la-devocion-al-senor-de-los-milagros.html.

El P. Armando Nieto, que fue presidente de la Academia Nacional, en la última ponencia pronunciada antes de fallecer, en la Facultad de Teología Pontificia Civil de Lima, el 18 de mayo del 2016, afirmó que a pesar de los terremotos fuertes y violentos de 1655, 1687, 1746 y 1970 en el Callejón de Huaylas; después en 1974 muy fuerte también. La pintura no se ha perdido, la pintura del Señor de los Milagros no se ha perdido. Citó al profesor José Sánchez del Departamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú  que "no se trata tanto del milagro objeto de complejos y después de discernimiento sociológicos, sino de hechos y acontecimientos que forman parte de la realidad de necesidades casi urgentes del pueblo: necesidad de trabajo, necesidad de curación, el hambre de restablecer la armonía familiar, reparar una ofensa, recobrar la fe perdida por la muerte de un ser querido y tantas otras. Son fuente de milagro, en que el pueblo ha puesto toda intervención positiva y estas dimensiones de la vida cotidiana constituyen un verdadero milagro -tan extraordinario y divino, como lo fue la resurrección de Lázaro. Tras los milagros está la presencia sagrada, sobre todo la vida de Jesucristo del Evangelio, el mismo Señor de los Milagros, es la pura verdad".

Como explicaba el Dr. P. Manuel Marzal S.J., antropólogo, el milagro es aquel hecho extraordinario que no se puede probar de ninguna manera científicamente de que haya ocurrido y que entonces hay que atribuirlo a Dios. El pueblo recibe muchos milagros. Milagro es la solución a una situación límite, cuando una persona no encuentra ninguna salida posible, en cualquier tipo de circunstancias que ocurran. En mi programa radial "Perú, Tierra ensantada", los cuatro domingos del presente octubre he podido compartir más de cien testimonios enviados a la web de Radio María provenientes de todos los rincones del Perú.

Por primera vez en la historia bimilenaria de la Iglesia, el papa rezó el pasado viernes santo en solitario ante la inmensa plaza vacía de San Pedro y brindó la bendición y la indulgencia plenaria al mundo por la pandemia de la covid todavía nos azota. Presidía la celebración el crucifijo milagroso de la "Gran Peste" de la iglesia romana de San Marcelo, que fue sacado en 1522 en procesión por los barrios de Roma para invocar el fin de la peste que la asolaba.

También por este mismo motivo, el Papa Francisco acaba de enviar una paternal carta en la que se une a la oración de los peruanos "al Crucificado implorando su misericordia y el cese de la pandemia que aflige también a esa querida tierra", recordándonos que, "en la ciudad de Lima, como en todos los demás rincones del Perú, el mes de octubre está marcado por la especial veneración al Señor de los Milagros, Jesús crucificado, fijo e inmóvil en la cruz, no por la fuerza de los clavos sino por su amor infinito, es la prueba más linda del amor de Dios hacia el amado pueblo peruano. Se muestra como el "Emmanuel", Dios-con-nosotros que, silencioso sale al encuentro de su gente para darle vida y consuelo, y abarcarlo en el abrazo inmutable de su misericordia y perdón".

Nuestros obispos nos piden que "resucitemos como Perú, ahora", viviendo este tiempo como un gran retiro espiritual, de oración, de conversión, de compromiso efectivo con el hermano más necesitado.

José Antonio Benito, historiador

 

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