domingo, 29 de mayo de 2022

SABER ESCUCHAR: EL GRAN DESAFÍO DE NUESTRO TIEMPO

SABER ESCUCHAR: EL GRAN DESAFÍO DE NUESTRO TIEMPO

Amigos:

1.    Les comparto la cita del cuento de Momo muy valiosa para mi vida y que la saboreé y vuelvo a ella de vez en cuando.

2.    Hoy -29 de mayo 2022- el Papa nos ha compartido un precioso mensaje Escuchar con los oídos del corazón

 

 

1.    Lo que la pequeña Momo sabía hacer como nadie era escuchar. Eso no es nada especial, dirá, quizás, algún lector; cualquiera sabe escuchar. Pues eso es un error. Muy pocas personas saben escuchar de verdad. Y la manera en que sabía escuchar Momo era única.  

Momo sabía escuchar de tal manera que a la gente tonta se le ocurrían, de repente, ideas muy inteligentes. No porque dijera o preguntara algo que llevara a los demás a pensar esas ideas, no; simplemente estaba allí y escuchaba con toda su atención y toda simpatía.

 Mientras tanto miraba al otro con sus grandes ojos negros y el otro en cuestión notaba de inmediato cómo se le ocurrían pensamientos que nunca hubiera creído que estaban en él.

Sabía escuchar de tal manera que la gente perpleja o indecisa sabía muy bien, de repente, qué era lo que quería.

O los tímidos se sentían de súbito muy libres y valerosos. O los desgraciados y agobiados se volvían confiados y alegres.

Y si alguien creía que su vida estaba totalmente perdida y que era insignificante y que él mismo no era más que uno entre millones, y que no importaba nada y que se podía sustituir con la misma facilidad que una maceta rota, iba y le contaba todo eso a la pequeña Momo, y le resultaba claro, de modo misterioso mientras hablaba, que tal como era sólo había uno entre todos los hombres y que, por eso, era importante a su manera, para el mundo.

¡Así sabía escuchar Momo!

(Michael Ende Momo)

 

2.   Escuchar con los oídos del corazón

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA 56 JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES

Queridos hermanos y hermanas:

El año pasado reflexionamos sobre la necesidad de "ir y ver" para descubrir la realidad y poder contarla a partir de la experiencia de los acontecimientos y del encuentro con las personas. Siguiendo en esta línea, deseo ahora centrar la atención sobre otro verbo, "escuchar", decisivo en la gramática de la comunicación y condición para un diálogo auténtico.

En efecto, estamos perdiendo la capacidad de escuchar a quien tenemos delante, sea en la trama normal de las relaciones cotidianas, sea en los debates sobre los temas más importantes de la vida civil. Al mismo tiempo, la escucha está experimentando un nuevo e importante desarrollo en el campo comunicativo e informativo, a través de las diversas ofertas de podcast y chat audio, lo que confirma que escuchar sigue siendo esencial para la comunicación humana.

A un ilustre médico, acostumbrado a curar las heridas del alma, le preguntaron cuál era la mayor necesidad de los seres humanos. Respondió: "El deseo ilimitado de ser escuchados". Es un deseo que a menudo permanece escondido, pero que interpela a todos los que están llamados a ser educadores o formadores, o que desempeñen un papel de comunicador: los padres y los profesores, los pastores y los agentes de pastoral, los trabajadores de la información y cuantos prestan un servicio social o político.

Escuchar con los oídos del corazón

En las páginas bíblicas aprendemos que la escucha no sólo posee el significado de una percepción acústica, sino que está esencialmente ligada a la relación dialógica entre Dios y la humanidad. «Shema' Israel - Escucha, Israel» (Dt 6,4), el íncipit del primer mandamiento de la Torah se propone continuamente en la Biblia, hasta tal punto que san Pablo afirma que «la fe proviene de la escucha» (Rm 10,17). Efectivamente, la iniciativa es de Dios que nos habla, y nosotros respondemos escuchándolo; pero también esta escucha, en el fondo, proviene de su gracia, como sucede al recién nacido que responde a la mirada y a la voz de la mamá y del papá. De los cinco sentidos, parece que el privilegiado por Dios es precisamente el oído, quizá porque es menos invasivo, más discreto que la vista, y por tanto deja al ser humano más libre.

La escucha corresponde al estilo humilde de Dios. Es aquella acción que permite a Dios revelarse como Aquel que, hablando, crea al hombre a su imagen, y, escuchando, lo reconoce como su interlocutor. Dios ama al hombre: por eso le dirige la Palabra, por eso "inclina el oído" para escucharlo.

El hombre, por el contrario, tiende a huir de la relación, a volver la espalda y "cerrar los oídos" para no tener que escuchar. El negarse a escuchar termina a menudo por convertirse en agresividad hacia el otro, como les sucedió a los oyentes del diácono Esteban, quienes, tapándose los oídos, se lanzaron todos juntos contra él (cf. Hch 7,57).

Así, por una parte está Dios, que siempre se revela comunicándose gratuitamente; y por la otra, el hombre, a quien se le pide que se ponga a la escucha. El Señor llama explícitamente al hombre a una alianza de amor, para que pueda llegar a ser plenamente lo que es: imagen y semejanza de Dios en su capacidad de escuchar, de acoger, de dar espacio al otro. La escucha, en el fondo, es una dimensión del amor.

Por eso Jesús pide a sus discípulos que verifiquen la calidad de su escucha: «Presten atención a la forma en que escuchan» (Lc 8,18); los exhorta de ese modo después de haberles contado la parábola del sembrador, dejando entender que no basta escuchar, sino que hay que hacerlo bien. Sólo da frutos de vida y de salvación quien acoge la Palabra con el corazón "bien dispuesto y bueno" y la custodia fielmente (cf. Lc 8,15). Sólo prestando atención a quién escuchamos, qué escuchamos y cómo escuchamos podemos crecer en el arte de comunicar, cuyo centro no es una teoría o una técnica, sino la «capacidad del corazón que hace posible la proximidad» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 171).

Todos tenemos oídos, pero muchas veces incluso quien tiene un oído perfecto no consigue escuchar a los demás. Existe realmente una sordera interior peor que la sordera física. La escucha, en efecto, no tiene que ver solamente con el sentido del oído, sino con toda la persona. La verdadera sede de la escucha es el corazón. El rey Salomón, a pesar de ser muy joven, demostró sabiduría porque pidió al Señor que le concediera «un corazón capaz de escuchar» ( 1 Re 3,9). Y san Agustín invitaba a escuchar con el corazón ( corde audire), a acoger las palabras no exteriormente en los oídos, sino espiritualmente en el corazón: «No tengan el corazón en los oídos, sino los oídos en el corazón» [1]. Y san Francisco de Asís exhortaba a sus hermanos a «inclinar el oído del corazón» [2].

La primera escucha que hay que redescubrir cuando se busca una comunicación verdadera es la escucha de sí mismo, de las propias exigencias más verdaderas, aquellas que están inscritas en lo íntimo de toda persona. Y no podemos sino escuchar lo que nos hace únicos en la creación: el deseo de estar en relación con los otros y con el Otro. No estamos hechos para vivir como átomos, sino juntos.

La escucha como condición de la buena comunicación

Existe un uso del oído que no es verdadera escucha, sino lo contrario: el escuchar a escondidas. De hecho, una tentación siempre presente y que hoy, en el tiempo de las redes sociales, parece haberse agudizado, es la de escuchar a escondidas y espiar, instrumentalizando a los demás para nuestro interés. Por el contrario, lo que hace la comunicación buena y plenamente humana es precisamente la escucha de quien tenemos delante, cara a cara, la escucha del otro a quien nos acercamos con apertura leal, confiada y honesta.

Lamentablemente, la falta de escucha, que experimentamos muchas veces en la vida cotidiana, es evidente también en la vida pública, en la que, a menudo, en lugar de oír al otro, lo que nos gusta es escucharnos a nosotros mismos. Esto es síntoma de que, más que la verdad y el bien, se busca el consenso; más que a la escucha, se está atento a la audiencia. La buena comunicación, en cambio, no trata de impresionar al público con un comentario ingenioso dirigido a ridiculizar al interlocutor, sino que presta atención a las razones del otro y trata de hacer que se comprenda la complejidad de la realidad. Es triste cuando, también en la Iglesia, se forman bandos ideológicos, la escucha desaparece y su lugar lo ocupan contraposiciones estériles.

En realidad, en muchos de nuestros diálogos no nos comunicamos en absoluto. Estamos simplemente esperando que el otro termine de hablar para imponer nuestro punto de vista. En estas situaciones, como señala el filósofo Abraham Kaplan [3], el diálogo es un "duálogo", un monólogo a dos voces. En la verdadera comunicación, en cambio, tanto el  como el yo están "en salida", tienden el uno hacia el otro.

Escuchar es, por tanto, el primer e indispensable ingrediente del diálogo y de la buena comunicación. No se comunica si antes no se ha escuchado, y no se hace buen periodismo sin la capacidad de escuchar. Para ofrecer una información sólida, equilibrada y completa es necesario haber escuchado durante largo tiempo. Para contar un evento o describir una realidad en un reportaje es esencial haber sabido escuchar, dispuestos también a cambiar de idea, a modificar las propias hipótesis de partida.

En efecto, solamente si se sale del monólogo se puede llegar a esa concordancia de voces que es garantía de una verdadera comunicación. Escuchar diversas fuentes, "no conformarnos con lo primero que encontramos" —como enseñan los profesionales expertos— asegura fiabilidad y seriedad a las informaciones que transmitimos. Escuchar más voces, escucharse mutuamente, también en la Iglesia, entre hermanos y hermanas, nos permite ejercitar el arte del discernimiento, que aparece siempre como la capacidad de orientarse en medio de una sinfonía de voces.

Pero, ¿por qué afrontar el esfuerzo que requiere la escucha? Un gran diplomático de la Santa Sede, el cardenal Agostino Casaroli, hablaba del "martirio de la paciencia", necesario para escuchar y hacerse escuchar en las negociaciones con los interlocutores más difíciles, con el fin de obtener el mayor bien posible en condiciones de limitación de la libertad. Pero también en situaciones menos difíciles, la escucha requiere siempre la virtud de la paciencia, junto con la capacidad de dejarse sorprender por la verdad — aunque sea tan sólo un fragmento de la verdad— de la persona que estamos escuchando. Sólo el asombro permite el conocimiento. Me refiero a la curiosidad infinita del niño que mira el mundo que lo rodea con los ojos muy abiertos. Escuchar con esta disposición de ánimo —el asombro del niño con la consciencia de un adulto— es un enriquecimiento, porque siempre habrá alguna cosa, aunque sea mínima, que puedo aprender del otro y aplicar a mi vida.

La capacidad de escuchar a la sociedad es sumamente preciosa en este tiempo herido por la larga pandemia. Mucha desconfianza acumulada precedentemente hacia la "información oficial" ha causado una "infodemia", dentro de la cual es cada vez más difícil hacer creíble y transparente el mundo de la información. Es preciso disponer el oído y escuchar en profundidad, especialmente el malestar social acrecentado por la disminución o el cese de muchas actividades económicas.

También la realidad de las migraciones forzadas es un problema complejo, y nadie tiene la receta lista para resolverlo. Repito que, para vencer los prejuicios sobre los migrantes y ablandar la dureza de nuestros corazones, sería necesario tratar de escuchar sus historias, dar un nombre y una historia a cada uno de ellos. Muchos buenos periodistas ya lo hacen. Y muchos otros lo harían si pudieran. ¡Alentémoslos! ¡Escuchemos estas historias! Después, cada uno será libre de sostener las políticas migratorias que considere más adecuadas para su país. Pero, en cualquier caso, ante nuestros ojos ya no tendremos números o invasores peligrosos, sino rostros e historias de personas concretas, miradas, esperanzas, sufrimientos de hombres y mujeres que hay que escuchar.

Escucharse en la Iglesia

También en la Iglesia hay mucha necesidad de escuchar y de escucharnos. Es el don más precioso y generativo que podemos ofrecernos los unos a los otros. Nosotros los cristianos olvidamos que el servicio de la escucha nos ha sido confiado por Aquel que es el oyente por excelencia, a cuya obra estamos llamados a participar. «Debemos escuchar con los oídos de Dios para poder hablar con la palabra de Dios» [4]. El teólogo protestante Dietrich Bonhoeffer nos recuerda de este modo que el primer servicio que se debe prestar a los demás en la comunión consiste en escucharlos. Quien no sabe escuchar al hermano, pronto será incapaz de escuchar a Dios [5].

En la acción pastoral, la obra más importante es "el apostolado del oído". Escuchar antes de hablar, como exhorta el apóstol Santiago: «Cada uno debe estar pronto a escuchar, pero ser lento para hablar» (1,19). Dar gratuitamente un poco del propio tiempo para escuchar a las personas es el primer gesto de caridad.

Hace poco ha comenzado un proceso sinodal. Oremos para que sea una gran ocasión de escucha recíproca. La comunión no es el resultado de estrategias y programas, sino que se edifica en la escucha recíproca entre hermanos y hermanas. Como en un coro, la unidad no requiere uniformidad, monotonía, sino pluralidad y variedad de voces, polifonía. Al mismo tiempo, cada voz del coro canta escuchando las otras voces y en relación a la armonía del conjunto. Esta armonía ha sido ideada por el compositor, pero su realización depende de la sinfonía de todas y cada una de las voces.

Conscientes de participar en una comunión que nos precede y nos incluye, podemos redescubrir una Iglesia sinfónica, en la que cada uno puede cantar con su propia voz acogiendo las de los demás como un don, para manifestar la armonía del conjunto que el Espíritu Santo compone.

Roma, San Juan de Letrán, 24 de enero de 2022, Memoria de san Francisco de Sales.

 

Francisco

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[1] «Nolite habere cor in auribus, sed aures in corde» ( Sermo 380, 1: Nuova Biblioteca Agostiniana 34, 568).

[2]  Carta a toda la OrdenFuentes Franciscanas, 216.

[3] Cf. The life of dialogue, en J. D. Roslansky ed., Communication. A discussion at the Nobel Conference, North-Holland Publishing Company – Amsterdam 1969, 89-108.

[4] D. Bonhoeffer, Vida en comunidad, Sígueme, Salamanca 2003, 92.

[5] Cf. ibíd., 90-91.

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sábado, 28 de mayo de 2022

CIENTOS DE CABALLEROS QUE REZAN A LA SEÑORA POR LA SALVACIÓN DEL PERÚ Y DEL MUNDO

CIENTOS DE CABALLEROS QUE REZAN A LA SEÑORA POR LA SALVACIÓN DEL PERÚ Y DEL MUNDO

José Antonio Benito

Último sábado del mes de mayo del 2022, mes de las flores, mes de María, nueva oportunidad para dejarme sorprender por la Señora, al romper la aurora. No podía ser de otra manera, como en 1973, en Salamanca, con el Rosario de la Aurora, por la Alamedilla, Gran Vía, San Esteban, con mis 15 años, en unión de jóvenes militantes de Santa María que movilizábamos a miles de fieles; con renovada y creciente ilusión lo viví en mis años de universitario y profesor, por las calles de Valladolid hasta el 1994 y en menor medida por los parques de Pueblo Libre en Lima.

El célebre arzobispo Fulton Sheen, desde la TV de USA en 1972 desafiaba al gran público: "¿quién salvará a nuestra Iglesia?". "No serán nuestros obispos, sacerdotes y religiosos. Depende de ustedes, la gente". Y otro gran misionero, el P. Peyton, convocó a millones para rezar en las plazas: "familia que reza unida permanece unida" y "vive su fe" completó el P. Tardiff.

Pero hoy, 28 de mayo del 2022, no estaba entre los organizadores, era uno más, que con gozo acudí con algunos amigos a rezar públicamente, en unión de otros varones, el Rosario. Habría ido a cualquiera de los cerca de 150 parques de Pueblo Libre que por decisión de sus vecinos han levantado una capilla pública a la Virgen María; me habría sumado con gusto a cualquiera de las todavía muchas parroquias y agrupaciones que salen por sus calles para rezar y proclamar sin complejos su fe.

Hoy, en la Plaza de la Bandera, lugar emblemático en el que se abrazan el patrimonio arqueológico de la huaca Mateo Salado, el barroco virreinal de Santa María Magdalena y el altar patrio del Bicentenario de la Independencia que representa la Plaza, he sido testigo de un nuevo milagro, el de la unidad y fraternidad de cientos de varones que vibraban a pleno pulmón con el sencillo rezo del rosario, en castellano y en el latín eclesiástico que la Iglesia reza por dos mil años en todos los continentes. Se cumplía la profecía de María: "me llamarán Bienaventurada". Y de veras que lo hemos hecho, siguiendo este reguero de pólvora espiritual que nacido en Polonia va abrasando al mundo entero.

He vivido el gozo de encontrarme con antiguos y actuales alumnos de las universidades, compañeros, amigos; hemos rezado con gusto, siguiendo las motivadoras pautas de los organizadores y con alegría veía que la dilatada Plaza de la Bandera se convertía en gigantesco santuario abierto a los distritos de Pueblo Libre y Breña, en plena calle, pidiendo por la paz del mundo y del Perú, así como otros objetivos bien claros y sencillos: recuperar el carácter público de la fe, reparar por la apostasía de los gobernantes, recuperar la masculinidad arrebatada a los hombres, reinstaurar la familia como célula básica de la sociedad o defenderla de los ataques anticristianos, con el arma espiritual del rosario. No hay siglas, ni grupitos, aunque ahí están alentando los movimientos eclesiales y hermandades; nada de mezcolanzas con políticas y fines bastardos, con la conciencia clara de que "hacen más por el mundo los que rezan que los que pelean" (D. Cortés) y que "el mundo se salvará por la oración", como advirtió la Virgen en Lourdes y en Fátima.

Carlos Waite, modesto empresario, director de la iniciativa en el Perú, quien declara que "nunca había organizado nada parecido ni jamás se le ocurrió", y los jóvenes Luis González y Javier Moscoso, "tres amigos entusiasmados en promocionar la devoción al Santo Rosario entre los hombres", decidieron tomar nota de lo vivido en Polonia, España, Argentina y aplicarlo en el Perú.

Su testimonio me ha hecho recordar la aparición de la Virgen de la Merced  1 de agosto de 1218  a tres ilustres personajes de Barcelona: a San Pedro Nolasco, quien sería el fundador de la Orden de la Merced; al rey Jaime I de Aragón, conocido como "el conquistador", y reinante en aquel momento en la Corona de Aragón; y a San Raimundo de Peñafort, fraile dominico, maestro general de su orden de predicadores, y confesor del primero. Diez días después de la aparición, los tres caballeros se encontraron en la Catedral de Barcelona y compartieron haber tenido la misma aparición: la Virgen María les pedía la fundación de una orden religiosa dedicada a la redención de los cautivos. Sería la Orden de la Merced para la redención de los cautivos.

Dios quiera que nuestros tres amigos sigan coordinando este desborde de amor mariano para ayudar al Perú, América y el mundo la redención de los nuevos cautivos de nuestro tiempo. A los 15 años de Aparecida, la campanada para la misión, como discípulos y misioneros, recibimos con gozo y esperanza este regalo del Rosario de Hombres para la nueva evangelización del Perú. Y habrá confesiones como esta mañana, oraciones sin complejo, proclamación gozosa de la fe. Alegría y paz ante la presencia de María como ante la bella imagen de Fátima.

Pasemos la voz. Y si podemos la imagen, como PAX TV, mucho mejor. Como siempre, el mal se vencerá con sobreabundancia de bien. Hay que poner el agua -nuestra presencia, nuestro compartir- como en Caná, y Dios con nuestra Madre lo convertirá en el vino de la santidad y la fraternidad.

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viernes, 27 de mayo de 2022

¡SIRENAS A PECHO DESCUBIERTO EN EL PÚLPITO DE SANTA MARÍA MAGDALENA DE PUEBLO LIBRE!

¡SIRENAS A PECHO DESCUBIERTO EN EL PÚLPITO DE SANTA MARÍA MAGDALENA DE PUEBLO LIBRE!

Un fervoroso parroquiano de la iglesia de Santa María Magdalena, de Pueblo Libre, bien comprometido con su iglesia y su parroquia, amante del arte, especialmente del deslumbrante barroco de nuestro Perú virreinal como el que aquí se puede contemplar, me preguntó -de modo confidencial y un tanto desconcertado- acerca del significado de las figuras femeninas que ostentan sus pechos desnudos debajo del fastuoso y elegante púlpito de mediados del siglo XVIII.

Agradezco a mi amigo el arquitecto Luis Villacorta, experto en historia del arte peruano, quien elaboró su tesis sobre la arquitectura de los templos de las doctrinas rurales como el de Santa María Magdalena, quien me indica que las sirenas eran un motivo ornamental de uso frecuente en el arte virreinal del Perú. Las sirenas tienen varios significados, el principal es el que "distraen" al hombre, son como símbolo de la tentación, lo atraen hacia algo que no es bueno para él. Suelen aparecer con vistosos collares como añadido a su exuberancia ornamental. De hecho, son frecuentes las sirenas en las iglesias surandinas (Arequipa, Puno…) como símbolo de la lujuria o ícono femenino de la tentación, también como sujeto de distracción del camino del bien y de la santidad.

 

Suelen ubicarse en la parte inferior del púlpito y puede simbolizar su derrota por la fuerza de la Palabra de Dios predicada por el sacerdote normalmente en la homilía o sermón tras la proclamación del Evangelio o la exposición de un tema catequético.

Resulta espectacular el púlpito de la catedral de Arequipa en el que el escultor se recreó de tal modo en la figura del diablo que casi acaba por olvidarse que el púlpito es la cátedra de verdad frente a la mentira y el mal.

Según el libro de Emblemas Morales (Madrid, 1610) de Sebastián Covarrubias, en la tradición iconográfica europea la sirena simbolizaba el pecado de la lujuria.

No está de más indicar que como escribe el P. Antonio San Cristóbal la estética del mismo en Pueblo Libre ha superado la de los púlpitos cuzqueños de la segunda mitad del siglo XVII, ornamentados con recuadros de imágenes entre columnas para adoptar el estilo de los púlpitos comunes en Ayacucho y Lima, cuya cazuela se adorna con tableros planos recubiertos de follaje, al igual que el de Jesús-José-María de las Clarisas Capuchina, el Hospital se San Andrés, y el de la Compañía de Jesús en Pisco.

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LA SEDUCCIÓN DEL ICONO EN LA EXPOSICIÓN DE LAS EDADES DEL HOMBRE AHORA EN PLASENCIA, UN TRÁNSITO DESLUMBRANTE

LA SEDUCCIÓN DEL ICONO EN LA EXPOSICIÓN DE LAS EDADES DEL HOMBRE

AHORA EN PLASENCIA, UN TRÁNSITO DESLUMBRANTE

José Antonio Benito

Eugenio d'Ors repetía con frecuencia que: "donde no hay tradición hay plagio". Aquí hemos presenciado el crepitar renovado de esas brasas vivas que luchan por despejar la ceniza de su historia. Volvemos a recobrar nuestro "carnet de identidad", nuestro yo colectivo más auténtico y profundo.

Guiados por la magia del icono, contemplando con serenidad que se asombra y dialoga, recorremos los hitos de nuestras "edades" que laten unísonas con las "edades" de Cristo, de la Iglesia. Cual familia que rememora sus acontecimientos más entrañables (gozosos, dolorosos y gloriosos) en un álbum de fotos, así nos trasponemos en la visita a las catedrales, paraísos de la tierra, las moradas de Santa María, preludios del cielo.

La primera fue la gélida catedral de Valladolid acogió calurosamente el hondón del alma de Castilla a flor de cultura, arte y fe. Después los claustros de Burgos con la exposición documental y bibliográfica, vidrieras de la catedral León y la música, Salamanca morada de contrapunto cultural, Flandes como puente cultural castellano-europeo, Palencia hogar de la catedral, Burgo de Osma la "casa de seis pisos" como modelo de una diócesis 14 veces centenaria, Encrucijadas en Astorga y el cruce intercultural, RemembranZa en Zamora, Segovia para el 2003, Ávila 2004, Ciudad Rodrigo 2006. El nuevo presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, en su discurso de investidura prometió llevar una muestra a los Estados Unidos para el año 2002.

Juan Pablo II lo proclamó ante los intelectuales en la Complutense: "Tanto dentro como fuera de sus fronteras, España se ha hecho a sí misma, acogiendo la universalidad del Evangelio y las grandes corrientes culturales de Europa y del mundo..." (3-XI-82)."La Iglesia -continúa el Papa- ha estado presente en todas las etapas de la gestación y del progreso de la civilización española".La exposición confirma la verdad de estas palabras con esos relámpagos de belleza que, vivos en el santuario iconográfico de la catedral de Valladolid en 1988, han iluminado el cielo cultural castellano-leonés, español, europeo, en las ocho ediciones culminadas hasta la fecha. Todo arrancó en la catedral herreriana de la ciudad del Pisuerga en 1988 con más de un millón de visitantes; le siguió la muestra bibliográfica de Burgos' 90, la investigación de fondos musicales (León 91), el congreso "fe-arte" y la exposición "El Contrapunto y su morada" (Salamanca 93), la vinculación con Europa a través de Flandes (Amberes ́95),  la historia de una diócesis en "La Ciudad de los Seis Pisos" (Burgo de Osma ' 97), el proceso de construcción de una catedral en "Memorias y esplendores" (Palencia' 99), "Encrucijadas" (Astorga ́2000)  Fue una magnífica preparación para el año de España: 1992, en la que reflexionó sobre sus valores, sobre el sentido último de la trayectoria histórica, pero no para mirarse en su ombligo, sino como trampolín hacia el Tercer Milenio.

La honda resonancia cosechada en todos los sectores, ha dado confianza a los organizadores que se han sentido desbordados por la avalancha del público para emprender nuevos proyectos del que éste es paradigmático. Ahí están las exposiciones "Hacia el Tercer Milenio" en Cataluña, el pabellón de la Santa Sede en la Expo de Sevilla, "Cruce de Caminos" sobre el Camino de Santiago... y hasta las espectaculares dedicadas a Felipe II en 1998 y Carlos V en el 2000.

            Muy cerca de la patria chica del P. Manuel Rodríguez -misionero claretiano fundador de Jn 19 en Lima- se encuentra Astorga que acogió la octava exposición de las Edades del Hombre. El lema escogido fue ENCRUCIJADAS, tanto porque Astorga lo fue por geografía como por historia y cultura. Tuve la suerte de estar presente en el comienzo de la primera exposición la iconográfica de Valladolid; he dedicado algunos programas  de TV en PAX TV como cuando llegó a  Nueva York y el de  Encrucijada de los dioses, encrucijada de los caminos, encrucijada del hombre.

            Recibo con sorpresa y gratitud el presente desde Plasencia (Cáceres) y no me queda otra que invitarles a gozarla y compartirla como de modo ejemplar lo hace ALFA Y OMEGA

 

UN TRANSITO DESLUMBRANTE

Hasta el 11 de diciembre puede visitarse en la catedral de Plasencia la exposición Transitus, primera edición de Las Edades del Hombre fuera de las diócesis de Castilla y León

Desde 1988, la Iglesia –y, en concreto, sus diócesis castellanoleonesas– viene organizando exposiciones de arte sacro a través de la fundación Las Edades del Hombre. Gracias a los dos arzobispados y los nueve obispados de Castilla y León, todos podemos disfrutar de la belleza deslumbrante del patrimonio que ellas custodian y ponen al servicio del pueblo desde hace más de 1.000 años.

En esta ocasión, Las Edades del Hombre transita, por vez primera, fuera de Castilla y León, y acoge a los visitantes en la catedral de Santa María de Plasencia (me pongo en pie para nombrarla). El título de la muestra es Transitus y, a lo largo de siete capítulos y un epílogo, reúne más de 180 obras del Greco, Zurbarán, Gregorio Fernández, Martínez Montañés y Luis Morales, que ha pasado a la posteridad con el bellísimo sobrenombre del divino.

Construida sobre la idea central del tránsito, es decir, del cambio, el desplazamiento, el movimiento, el paso de un estado o un lugar a otro, la muestra nos toma de la mano para acompañarnos en un recorrido por la historia, la pintura, la escultura, la orfebrería, y a través de ellas mostrarnos la historia de la salvación como camino, recorrido, peregrinaje que nos lleva desde Plasencia al otro lado de Atlántico.

Al visitante le da la bienvenida una explicación de la historia de esta tierra cuando ni siquiera se llamaba Extremadura. Por aquí pasan caminos que atraviesan la península Ibérica. Aquí se establecieron los pueblos desde antes de la llegada de los romanos. Se sentaron en estos campos los veteranos de las legiones y los visigodos, los musulmanes y los judíos, los ganaderos y los agricultores. Todos transitaron por algún lugar hasta establecerse en este sitio. Plasencia ha acogido Las Edades del Hombre y la exposición no podría haber encontrado mejor paraje para plantar su tienda.

Transitus exhibe obras de arte que estimulan el cuerpo –atención al olor de las maderas nobles o los cascos mojados de los barcos que parten a América– y alimentan el alma. ¡Ay! No faltan ni los maestros flamencos ni los genios del Barroco, cuyo origen se cuenta en un entrañable vídeo que se proyecta en el retablo de la Asunción.

«Tierra de paso», «Cambio de época», «Una diócesis para una ciudad», «La historia de la salvación», «La reforma de Trento», «Entre dos sueños», «La obra de la evangelización» y «¡Rema mar adentro!» son los títulos de los episodios y el epílogo que estructuran esta exhibición de belleza. Uno ya no sabe ni por dónde empezar: esta fíbula visigoda con vidrios relucientes, esta Virgen del Sagrario del siglo XIII, esta imagen de Santa María la Blanca del siglo XIV… Admiren este Cristo de los Doctores suspendido en el aire. Que no se les escapen los libros delicadisimos de la sala dedicada al humanismo –ese Nuevo Testamento de Erasmo, esa edición de La Celestina, ese Homero en griego de 1519 que da gloria verlo–, ni se les pase por alto tomar cuenta de los santos y los padres de la Iglesia latinos y griegos.

Yo ya no sé qué más decirles para que vengan. Aquí están todos. Ha venido el Greco con la Coronación de la Virgen (1591-1592); Gregorio Fernández con una Piedad (1620) que desgarra la carne; Zurbarán con este Cristo Crucificado (1636-1639) que está salvando al mundo sin que el mundo se entere. A Morales, el divino, directamente tengo que omitirlo porque son tantas sus obras que, si me quedo con una, ofendo a las demás. De acuerdo, me arriesgo: deténganse ante el retablo de la capilla de Ginés Martínez (1565-1566) y, si no se conmueven ustedes con ese Cristo con la cruz a cuestas –esa cruz en la que carga con los pecados de todos nosotros–, yo tiro la toalla.

Entonces llegan las salas dedicadas a la evangelización de América y se desborda todo de aromas, sonidos y colores vivísimos. Es reconfortante que no haya concesiones a la Leyenda Negra, sino verdadera justicia a la historia de España. Deténganse un instante ante estos ángeles arcabuceros llegados del Perú, o ante los marfiles tallados de Filipinas. Aquí tienen al Cristo de la Encina, bellísimo óleo del siglo XVIII. Allá, a la Virgen de Guadalupe, que se apareció a Juan Diego Cuauhtlatoatzin en 1531. Diríjanse a esos tres paneles que recogen los centenares de nombres de misioneros que marcharon a América a llevar al Evangelio. Busquen su apellido. Tal vez se lleven una sorpresa. Sin darse cuenta, habrán llegado al final de este tránsito fabuloso y se les habrá hecho corto.

 

ALFA&OMEGA Del 26 de mayo al 1 de junio de 2022 https://alfayomega.es/hemeroteca-2/

 

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domingo, 15 de mayo de 2022

VIGENCIA Y URGENCIA DE LA SANTIDAD. EL PAPA FRANCISCO CANONIZA DIEZ NUEVOS SANTOS, 15 MAYO 2022

En este domingo en la Plaza de San Pedro el Papa Francisco canoniza como santos a 10 beatos:

 

1.   Carlos de Foucauld (1858-1916), francés, de los Hermanitos de Jesús,

2.   Tito Brandsma (1881- 1942), holandés, sacerdote carmelita mártir en el campo de concentración en Dachau, Munich[1]1942,

3.   María Francesca de Jesús (Ana María Rubatto) (1844-1904), fundadora de las Hermanas Terciarias Capuchinas de Loano, nacida en Italia y fallecida en Montevideo, Uruguay el 6 de agosto de 1904.

4.   María Rivier (1768-1838), fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Presentación de María;

5.   María de Jesús Santocanale (1852-1923) (nacida con el nombre de Carolina Santocanale), fundadora de la Congregación de las Hermanas Capuchinas de la Inmaculada de Lourdes,

6.   Lázaro, llamado Devasahayam (1712-1752), nacido en India, laico, mártir, luchó por la igualdad entre las personas sin importar su proveniencia o casta, asesinado por odio a la fe, por convertirse del hinduismo al cristianismo;

7.   María Doménica Mantovani (Josefina de la Inmaculada),(1862-1934) italiana, cofundadora y primera superiora general del Instituto de las Hermanitas de la Sagrada Familia, que fundó junto con el beato sacerdote Giuseppe Nascimbeni;

8.   César de Bus (1544-1607), francés, sacerdote, fundador de la Congregación de los Padres de la Doctrina Cristiana (Doctrinarios);

9.   Luigi Maria Palazzolo (1827-1866) italiano, sacerdote, fundador del Instituto de las Hermanas de los Pobres (Instituto Palazzolo);

10.              Justino María Russolillo (1891-1955) , italiano, sacerdote, fundador de la Sociedad de las Divinas Vocaciones y de la Congregación de las Hermanas de las Divinas Vocaciones

El Papa en el Regina Coeli: Que los nuevos Santos inspiren caminos de diálogo

Este 15 de mayo, V Domingo de Pascua, al final de la Santa Misa con el rito de canonización de diez beatos y antes de la oración del Regina Coeli, el Santo Padre hizo un nuevo llamamiento a quienes ocupan "puestos de gran responsabilidad" para que sean "protagonistas de la paz y no de la guerra".

Renato Martinez – Ciudad del Vaticano

"Que los nuevos Santos inspiren soluciones de unión, caminos de diálogo, especialmente en los corazones y las mentes de quienes ocupan puestos de gran responsabilidad y están llamados a ser protagonistas de la paz y no de la guerra", lo dijo el Papa Francisco en su alocución antes de rezar la oración mariana del Regina Coeli, de este V Domingo de Pascua, al concluir la celebración Eucarística con el rito de canonización de diez beatos, en la Plaza de San Pedro.

Reliquias de los nuevos santos

Reliquias de los nuevos santos

Gratitud a las familias espirituales de los nuevos Santos

11.              Al final de la Santa Misa donde fueron canonizados: Tito Brandsma, Lázaro conocido como Devasahayam, César de Bus, Luigi María Palazzolo, Justino María Russolillo, Charles de Foucauld, Marie Rivier, María Francesca di Gesù Rubatto, María di Gesù Santocanale y María Domenica Mantovani, el Santo Padre agradeció a sus "hermanos Cardenales, a los Obispos, a los sacerdotes, a los religiosos y religiosas, especialmente a los que pertenecen a las familias espirituales de los nuevos Santos, y a todos ustedes, pueblo fiel de Dios, reunidos aquí desde tantas partes del mundo".

 El Papa: La santidad no está hecha de actos heroicos sino de mucho amor cotidiano

Que los nuevos Santos inspiren unión, diálogo y paz

Asimismo, al dirigir sus saludos a las Delegaciones oficiales de los diferentes países que participaron en la liturgia de canonización, especialmente al Presidente de la República Italiana, el Papa Francisco dijo que, "es bueno ver que, con su testimonio evangélico, estos Santos han favorecido el crecimiento espiritual y social de sus respectivas naciones y también de toda la familia humana. Mientras, lamentablemente, en el mundo crecen las distancias y aumentan las tensiones y las guerras. Que los nuevos Santos inspiren soluciones de unión, caminos de diálogo, especialmente en los corazones y las mentes de quienes ocupan puestos de gran responsabilidad y están llamados a ser protagonistas de la paz y no de la guerra".

 

 

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El Papa a los jóvenes de Viviers: conserven este patrimonio de santidad, 15 MAYO 2022

El Papa a los jóvenes de Viviers: conserven este patrimonio de santidad

La mañana de este sábado, 14 de mayo, el Santo Padre recibió en audiencia a la delegación de jóvenes de la diócesis de Viviers, Francia, quienes llegaron a Roma para participar en la canonización de Charles de Foucauld y Marie Rivier. A ellos el Papa los encomendó a la intercesión especial de sus futuros santos, y les deseó que, "siempre sean un estímulo y una inspiración para ustedes".

Renato Martinez – Ciudad del Vaticano

"Deseo que regresen de Roma con un mayor amor a la Iglesia. La celebración de mañana les dará una imagen de su universalidad y de sus muchos rostros, todos dirigidos hacia el único Salvador. Los encomiendo a todos a la intercesión especial de sus futuros santos, Marie Rivier y Charles de Foucauld. Que siempre sean un estímulo y una inspiración para ustedes", lo dijo el Papa Francisco en su discurso a los jóvenes de la diócesis de Viviers, Francia, a quienes recibió la mañana de este sábado, 14 de mayo, en la Sala del Consistorio del Vaticano.

Fecundidad y patrimonio de santidad

A los jóvenes peregrinos que llegaron desde el sur de Francia a Roma, para participar este domingo, 15 de mayo, en la Santa Misa con el rito de canonización de Charles de Foucauld y Marie Rivier, el Santo Padre les dijo que, "esta sucesión de beatos y futuros santos muestra claramente la fecundidad de su diócesis y espero que puedan conservar este patrimonio de santidad". Asimismo, el Pontífice recordó al padre Gabriel Longueville, también de la diócesis de Viviers, beatificado como mártir en 2019, y a quien conoció en Argentina. "Su abnegación y su atención a los más pobres en la parroquia donde trabajaba – precisó el Papa – son un modelo para los sacerdotes de su tierra natal".

 

Aprendan de Charles de Foucauld a evangelizar con la presencia

El Papa Francisco, además, invitó a los jóvenes peregrinos a que aprendan de Charles de Foucauld a hacer esa experiencia de Dios que le llevó a evangelizar con la presencia. "Una forma discreta de evangelización, sí, pero muy exigente, porque requiere el testimonio de una vida coherente, es decir, que se ajuste verdaderamente a las aspiraciones de todo hombre amado por Dios y llamado a algo más que al placer fugaz o a los resultados inmediatos y visibles". Si aceptan ser como la levadura en la masa, como Charles de Jesús quiso ser en el Hoggar – señaló el Pontífice – las generaciones posteriores podrán recoger los frutos espirituales.

Evangelio, Eucaristía y Evangelización

El Santo Padre también animó a los peregrinos franceses, a fundar su vida cristiana en las "tres E", tres palabras clave de la espiritualidad de Charles de Foucauld: Evangelio, Eucaristía y Evangelización. "Aquí tienen todo un programa de vida en la escuela de Cristo". Además, el Obispo de Roma les sugirió que aprendan y mediten a menudo la magnífica oración de entrega a Dios, tomada de sus escritos:

"Padre mío, me entrego a ti, haz conmigo lo que te plazca. Hagas lo que hagas conmigo, te lo agradezco. Estoy preparado para todo, lo acepto todo. Mientras se cumpla tu voluntad en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Dios mío..."

Que esta oración, dijo el Papa, se convierta en su oración en los momentos de elecciones y cruces de la vida. De este modo podrán entrar en la dinámica evangélica de la Iglesia en su diócesis, una diócesis que manifiesta el deseo de vivir la fraternidad universal del ermitaño del Sahara. Pienso en particular en todos los grupos de scouts que se han puesto bajo el patrocinio de Charles de Foucauld.

 

Como Marie Rivier den a conocer el amor de Dios a los pequeños

Finalmente, el Papa Francisco alentó a los jóvenes franceses a seguir el ejemplo de Marie Rivier, hija de su tierra, dedicada a la educación de los niños, con la Congregación de las Hermanas de la Presentación de María que ella fundó. "Les deseo que reciban el deseo de abrir la mente de los pequeños a las cosas de Dios, a la preocupación por el prójimo y a la admiración por la creación. ¡Qué importante es esto! Espero que siga habiendo muchas mujeres de esta talla, humildes y valientes para dar a conocer el amor de Dios a los pequeños que sólo piden aprender. Este deseo está arraigado en la Esperanza que no defrauda".

El Santo Padre concluyó su discurso encomendando esta intención a la Virgen María, Madre de esta Congregación, ahora extendida por todo el mundo y que sigue dedicándose incansablemente a los niños, los jóvenes y los excluidos.

 

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