viernes, 13 de mayo de 2022

MONSEÑORMIGUEL CABREJOS, PRESIDENTE DEL CELAM, EN LA BEATIFICACION DE SORMARIA AGUSTINA RIVAS LOPEZ “AGUCHITA”

 

MONSEÑOR MIGUEL CABREJOS, PRESIDENTE DEL CELAM, EN LA BEATIFICACION DE SOR MARIA AGUSTINA RIVAS LOPEZ "AGUCHITA"

 

Estimados hermanos y hermanas:

 

El libro del Apocalipsis proclama que Dios es Santo (Ap. 4,8). La santidad es propia de la esencia divina, pero Dios la comparte con sus criaturas a las que llama e invita a una vocación de santidad: "sean santos como su Padre Celestial es santo" (Mt. 5,48).

 

En el Perú, llamado por el Papa Francisco "Tierra ensantada", hemos tenido santos y santas de la grandeza de Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres, San Juan Masías, Santo Toribio de Mogrovejo y San Francisco Solano que han marcado profundamente la vida espiritual de los católicos peruanos. Del mismo modo hemos tenido mártires como los sacerdotes polacos e italiano de Chimbote, que murieron víctimas de la ideología demencial del terrorismo.

 

En esa línea de testimonio y fidelidad a Cristo y a su Iglesia estamos celebrando hoy el heroico sacrificio de una mártir: María Agustina Rivas López, más conocida como "Aguchita", cuya vida fue inmolada un 27 de setiembre de 1990 a manos de terroristas integrantes de Sendero Luminoso.

 

Ellos quisieron ahogar su vida en el silencio de la muerte, pero Dios la hizo un grito de justicia que ha resonado y resuena en la Iglesia universal. Ellos quisieron derramar su sangre para eliminar su presencia y su fe entre el pueblo sencillo de La Florida, pero Cristo Resucitado la ha convertido en un emblema de caridad y esperanza que fortalece nuestro compromiso. Ellos quisieron amedrentar la misión evangelizadora de la Iglesia, asesinando una hija suya, pero Dios consolidó la fe de sus fieles con el testimonio martirial de Aguchita.

 

En esta beatificación de Aguchita no podemos olvidar aquellas otras seis personas que también fueron asesinadas por aquellos terroristas. Puede que su sangre derramada en este mismo suelo de La Florida, sangre como la de Abel, los haya unido al coro de los que siguen al Cordero Vencedor entre los santos del Paraíso.

 

Me permito recordar que la Iglesia existe para evangelizar. Por eso dice el Papa Francisco:

todo lo que la Iglesia ofrece debe encarnarse de modo original en cada lugar del mundo, de manera que la Esposa de Cristo adquiera multiformes rostros que manifiesten mejor la inagotable riqueza de la gracia. La predicación debe encarnarse, la espiritualidad debe encarnarse, las estructuras de la Iglesia deben encarnarse"[1], la santidad divina debe encarnarse.

 

Por eso, en este tiempo sinodal que vive nuestra Iglesia, los invito a renovar la pasión por Jesús, la pasión por su Evangelio, la pasión por su pueblo, pueblo Santo de Dios.

 

Gracias Emmo. Señor Cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo, Delegado Papal; gracias en su Superiora General a las Hermanas del Buen Pastor; Gracias Mons. Antón Zerdin; gracias a todos los Obispos, al Señor Nuncio Apostólico, al Cardenal Pedro Barreto, a todos los sacerdotes, religiosas, religiosos y fieles aquí presentes en esta inolvidable Beatificación de Aguchita.

 

Quiero invitarlos a elevar los ojos a la Santísima Virgen María, Madre de la Amazonía, acompañándonos con esta oración:

 

Querida Madre de la Amazonía, hoy te elevamos nuestra oración para que intercedas por nuestros pueblos hermanos nativos de la Amazonía. Muéstrales el rostro misericordioso de Cristo y protégelos de la amenaza de perder su lugar y sus recursos a causa del abuso de los recursos naturales de nuestra casa común. Concédenos a todos la gracia de sabernos hijos amados de Dios, que nos ha engendrado en esta Casa Común y que con este don también nos llama al compromiso de cuidarla y compartir todo con todos, sin que nuestras acciones tengan que perjudicar a nadie. Te encomendamos a todos los pueblos nativos, para que puedan vivir en paz y que puedan reconocer en nosotros un signo de la Misericordia de Dios Padre, la paz de Jesucristo y el amor del Santo Espíritu.

 

Que nuestra Beata Aguchita nos ayude desde el cielo. Pidamos todos ahora a nuestra Beata Aguchita por numerosas y santas vocaciones sacerdotales, religiosas y laicos comprometidos en la evangelización, en una Iglesia en salida y más sinodal.

 

Hoy nos alegramos en el Señor por tener una beata valiente, que dio la vida por Cristo y por los pobres. Por tanto, ella es el ejemplo de servicio y de fidelidad para todos nosotros. Que así sea.

 

La Florida, Junín, 7 de mayo de 2022.

 

 

+ Héctor Miguel Cabrejos Vidarte, OFM

Arzobispo Metropolitano de Trujillo Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana

Presidente del CELAM



[1] FRANCISCO. Exhortación Apostólica Postsinodal "Querida Amazonía" (2-2-2020), 6

 

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