jueves, 30 de marzo de 2023

La Semana Santa en tiempos de Santo Toribio


La Semana Santa en tiempos de Santo Toribio

José Antonio Benito

Santo Toribio describe detalladamente las procesiones: "El miércoles, jueves y viernes santos salen cinco procesiones de diversas vocaciones de penitentes, la una se dice de Nazarenos que sale de Santo Domingo y salen mucho número de hombres en forma de penitentes, todos con cruces grandes en hombros; otra que sale del propio monasterio que se llama de la Veracruz sale el jueves por la noche y van en ella más de cuatrocientos penitentes; otra la propia noche de San Francisco, en la cual salen quinientas cincuenta personas, disciplinándose; otra de San Agustín á devoción del Santo Crucifijo de Burgos, cuyo retrato tienen, lleva más de ochocientas personas disciplinándose. Otra el viernes en la noche que llaman la Soledad de Nuestra Señora, sale de la Merced, es muy devota procesión, salen más de mil personas disciplinándose, y sacan todas las insignias de la pasión, va con gran silencio. Otra sale de San Agustín la mañana de la Resurrección".

El Jueves Santo por la mañana celebraba de Pontifical y consagraba los Santos Óleos. Al acabar el Oficio se iba al palacio donde daba de comer a doce indios pobres, sirviendo él mismo los platos y la bebida. A las dos se sentaba a comer un poco de pescado cocido en agua. A las 3 volvía a la iglesia y lavaba los pies a los doce indios, con aguas olorosas y se besaba con suma humildad; a cada uno daba un vestido, un paño de manos y una limosna. Luego asistía a la publicación de la Bula de la Cena y en el Coro a las Tinieblas. Se recogía en su cuarto a rezar, hacía colación de pan y agua y a las doce salía con dos criados a las Estaciones y volvía cerca del Alba. Reposaba un poco y el viernes de madrugada se iba a la Iglesia donde se estaba en oración delante del Santísimo Sacramento hasta que se empezaban los oficios que también celebraba o asistía a ellos. A la una del día comía solo pan y agua y hasta el sábado a la misma hora lo payaba en ayunas. Repetía mucho las palabras escuchadas al predicador P. Lobo, en Salamanca: "Juicio, infierno, eternidad".

23 años después de la muerte del Santo, don Feliciano Vega, el 2 de abril de 1629, canónigo, provisor y vicario general de este arzobispado en Sede vacante, proveyó mediante auto "que las procesiones de la Semana Santa de este año y todas las de este tiempo en adelante salgan de día y no de noche por haber parecido esto ser más conveniente para el servicio de Dios Nuestro Señor

"Que el miércoles santo salga la procesión de los Nazarenos que está instituida en el convento de Santo Domingo a las cuatro de la tarde, de suerte que a esta hora haya comenzado a andar por las calles y vía recta vaya a la iglesia mayor y de allí{i a las demás estaciones que se acostumbran y que por auto aparte están señaladas y el jueves santo salga luego a la misma hora de las cuatro en punto la procesión del Santo Crucifijo de la Iglesia de San Agustín, de manera que a este tiempo esté toda en la calle y vaya andando a la dicha iglesia mayor y el mismo día a las cinco de la tarde que vendrá a ser una hora después salga y comience a andar la procesión de la Santa Veracruz que sale de dicho convento de Santo Domingo y sin detenerse pase a la dicha iglesia mayor; y luego media hora después que será a las cinco y media salga la procesión de la iglesia de la Compañía de Jesús por la calle de don Francisco de la Presa y de allí hasta la esquina de loa dicha iglesia mayor, para que en acabando de pasar la dicha procesión de la Santa Veracruz entre luego dentro de la dicha iglesia mayo y de allí vaya a las demás estaciones.

Y el viernes santo salga la procesión de la Piedad del convento de Nuestra Señora de la Merced a la hora de las cuatro de la tarde sin más dilación. Y luego, a las cinco de la tarde en punto, salga la procesión de la Soledad del convento de San Francisco, para que de esta suerte las unas y las otras se hayan acabado a prima noche".

Que los presentes apuntes nos sirvan para agradecer el legado religioso de nuestros antepasados, vivir con fervor la presente Semana Santa y confiar esperanzados en mejorar las próximas.

¡Santa y Feliz Pascua!

(Crucifijo en la capilla de santo Toribio, catedral de Lima)

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jueves, 23 de marzo de 2023

S. TORIBIO DE MOGROVEJO, OBISPO DE LIMA, PÁGINA WEB SANTA SEDE

S. TORIBIO DE MOGROVEJO, OBISPO DE LIMA

s. Toribio de Mogrovejos. Toribio de Mogrovejo 

Un descendiente de la noble familia Mongrovejo, Toribio nació en Mallorca en 1538. Experto en derecho canónico, se ganó con razón su reputación de distinguido jurista. Era profesor en la Universidad de Salamanca cuando el Rey de España, Felipe II, decidió enviarlo al Perú como Obispo de la Ciudad de Los Reyes, que más tarde se convertiría en Lima, hoy capital del Perú.

Un obispo enviado al fin del mundo

Cuando el Rey lo llamó, en 1580, Toribio no era un clérigo sino un simple laico. En tiempo récord recibió todas las órdenes sagradas una tras otra hasta el sacerdocio y, finalmente, fue consagrado obispo. Cuando debió partir no estaba realmente muy entusiasmado, porque ya se imaginaba la situación que habría encontrado: Perú estaba sometido al duro dominio de los españoles desde hacía casi 50 años, pero no era el Virrey, enviado de la Corte de España quien gobernaba; eran los descendientes de los despiadados conquistadores los que efectivamente tomaban las decisiones de gobierno. Esa gente era quien imponía sus arbitrariedades injustas sin ninguna rémora moral. Eran ellos los que materialmente explotaban a los indígenas, con la excusa de una falsa evangelización que tenía muy poco que ver con el Evangelio: las condiciones de estas personas que el obispo encontró cuando llegó al Perú eran de un extremo empobrecimiento material, espiritual, cultural y humano. Los conquistadores, por el contrario, estaban muy satisfechos y eran muy celosos de sus propios privilegios adquiridos a expensas de los indígenas. Lo más triste era que también había muchos sacerdotes aburguesados, encadenados a sus privilegios eclesiásticos, ya que habían perdido la fuerza evangélica para denunciar las injusticias.

"¡Cristo es la Verdad, no las apariencias!"

En este clima de injustos contrastes comienzan los 25 años de episcopado de Toribio y su trabajo como gran reformador que llevará a la primera verdadera organización de la Iglesia peruana. Decidió comenzar desde los sacerdotes aburguesados, desde su recuperación, especialmente con su propio testimonio de santidad personal. Dedicaba muchas horas a la meditación y a la oración, consciente de que la vida espiritual de una persona crece en la medida en que dialoga con Dios. Enseguida, puso su afectuosa atención de pastor en los pueblos indígenas. Estudió sus idiomas, el quechua y el aymara, para poder hablar con ellos, pero sobre todo para trabajar en una "re-evangelización" que hablara el idioma del respeto de su dignidad. Obligó a todos los sacerdotes que trabajaban en Perú a estudiarlos e incluso consiguió publicar el Catecismo de la Iglesia Católica en los idiomas indígenas, así como en castellano. Por amor a todos y cada uno de los pueblos indígenas, durante unos 10 años recorrió y visitó cada rincón remoto de su vasto territorio - miles de kilómetros - mucho más allá de las actuales fronteras peruanas; convirtió a muchos de ellos, y dio la confirmación a tres futuros santos: san Martín de Porres, san Francisco Solano y santa Rosa de Lima.

"Amar a las personas que nos han sido confiadas como se ama a Cristo"

En el curso de su episcopado, Toribio fundó cien parroquias, convocó un Concilio Panamericano, dos consejos provinciales y doce sínodos diocesanos; cuando la peste llegó al Perú estuvo en primera línea entre los enfermos y les regaló todo lo que tenía. Obviamente, su opción preferencial por los descartados suscitó las antipatías del Virrey, que nunca lo vió asistir a las fastuosas ceremonias de la corte, y de los conquistadores, ya que a Toribio no le importaban en lo más mínimo. En cambio, los empobrecidos y abandonados indígenas eran sus ovejas privilegiadas, y con ellas y para ellas se comportó como un verdadero y buen pastor. Murió en uno de sus viajes a Saňa en 1606. Benedicto XIII lo canonizó en 1726; Juan Pablo II lo proclamó patrón del episcopado latinoamericano en 1983.

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domingo, 19 de marzo de 2023

BAUTISTA, Mateo Parábola del Hijo Pródigo y nosotros 2023

BAUTISTA, Mateo Parábola del Hijo Pródigo y nosotros (Verbo Divino, Cochabamba, 2023, 196 pp)

Recibí el manuscrito del P. Mateo en un tiempo revuelto y convulso para nuestra patria, especialmente para Ayacucho, Arequipa y Puno.

Cuando leía y releía la entrañable parábola contextualizada histórica, pastoral, espiritualmente no podía por menos de imaginar al Cristo del Muro de Pachacamilla, el Señor de los Milagros, como el gran Padre del Perú  que nos regala generoso un hermoso jardín de variadas regiones, con sus brazos abiertos de par en par en la cruz siempre enhiesta del muro, amando como Espíritu Santo, siempre dador de vida. Con el sol y la luna, acompañado de la Magdalena, hija pródiga retornada y María, siempre virgen, siempre Madre.

El Icono del Señor de los Milagros no necesita relato, pinta por sí mismo la más bella de las parábolas. Y vemos al Padre con sus dos hijos, el menor derrochador y pecador en la acción, y el mayor calculador y también pecador en la omisión.

En el muro el Padre amoroso, fundido en amor clavado a impulsos del Espíritu, no corre le basta con abrazar, amar, perdonar a paso firme de buen cristiano para hacer grande nuestro Perú.

Me gustaría unir la mayor devoción de nuestra patria como una expresión iconográfica de la más bella de las parábolas cual es la de san Lucas, magistralmente comentada por mi buen amigo y paisano "charro" (salmantino), el P. Mateo Bautista. Natural de Alba de Tormes, sin duda que ha aprendido de Santa Teresa de Jesús a poner los ojos en el Crucificado, en su misericordia. Su vocación al servicio de los enfermos tanto por tierras de España como de Argentina y de Bolivia le ha traído hasta nosotros como misionero en plena pandemia. Agradecemos su generoso ministerio al servicio de la pastoral del duelo, de la donación de sangre, gracias a sus libros, sus programas de radio, su presencia misericordiosa.

Estamos en vísperas del Bicentenario patrio, recordando el singular momento de la independencia en Ayacucho, 1824. Que este libro sirva para adentrarnos de lleno en el corazón del Evangelio, la Misericordia, a través de la entrañable parábola del hijo pródigo.

Nuestro Papa Francisco gusta de titular sus escritos con términos relativos al "gozo" y la "alegría". Su escudo papal se basa en la honda experiencia de saberse elegido y misericordiado.

Esta Cuaresma la he vivido al ritmo de su sabrosa lectura. Son 55 capítulos, de dos a cuatro páginas cada una que ensanchan la razón, abrasan el corazón, pacifican el alma y renuevan todo nuestro ser. Culmina la obra como nos tiene acostumbrado con su medio centenar de libros escritos con dos decálogos que sintetizan el contenido y nos interpelan para vivir lo leído; el primero acerca de la parábola en sí y el segundo para "el trabajo personal/comunitario".  ¿Recuerdan cuando en catequesis terminábamos en "estos diez mandamientos se encierran en dos"?  Termino compartiéndoles sus dos últimos que de algún modo "encierran" el decálogo y hasta el libro; lo hago como adelanto y con el fin de abrirles el apetito de tan rico menú espiritual, de modo especial en este tiempo Cuaresmal y de Semana Santa:

"9. Aquí hallamos las claves de la pura conversión: volver al Padre (como auténticos hijos), estar en la casa del padre (con alegría, sentido de pertenencia y comunión fraternal) y trabajar con libertad, amor y responsabilidad en las cosas del padre (como una tarea propia).

10. Todos estamos llamados a una genuina conversión, eliminando el espíritu fariseo (meritócrata y legalista), farisaico (hipócrita), viviendo una pulida filiación y una compasiva fraternidad con todos los hombres, de la mano de nuestro auténtico Hermano mayor, Jesús, en el amor del Espíritu Santo, para parecernos cada día más al Padre, siendo misericordiosos como Él lo es" (p.194.

 

El P. Mateo nos recuerda cómo Jesús se alegra con los que gozan. Sólo Lucas hace notar que, al retorno de su viaje apostólico, los discípulos «regresaron alegres» (10,17). Que la lectura del libro que tengo el gusto de presentarles se convierta en un momento de gozo y de encuentro, de alegría y compartir. Y ¡gracias a Verbo Divino de Bolivia y San Pablo de Perú por tan oportuna iniciativa!

 

José Antonio Benito

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sábado, 18 de marzo de 2023

PADRE CARLOS PANE (1856-1923), PIONERO DE LA PRESENCIA SALESIANA EN ESPAÑA Y EN EL PERÚ. David FRANCO

PADRE CARLOS PANE (1856-1923), PIONERO DE LA PRESENCIA SALESIANA EN ESPAÑA Y EN EL PERÚ

David FRANCO CÓRDOVA

https://salesianos.pe/content/2021/09/Carlos-Pane.pdf

"Volti di uno stesso carisma. Salesiani e Figlie di Maria Ausiliatrice del XX Secolo" publicado en Roma (Librería Ateneo Salesiano, 2021, 899 páginas). Pueden revisarlo aquí: https://bit.ly/3AlF1Od

 

El padre Carlos Pane (Piamonte, Italia, 25 de abril de 1856 - Lima, Perú, 20 de marzo de 1923), fue uno de los pioneros de la presencia salesiana  en España (1881) y en Perú (1891) donde labo ró hasta su muerte. Tras ejercer la dirección de las casas de Breña y el Callao, se desempeñó como en- cargado de la construcción de la Basílica de María Auxiliadora de Lima, inaugurada en 1921 como "Homenaje nacional por el centenario de la inde- pendencia del Perú", labor a la que consagró ente ramente los siete últimos años de su vida.

1.  Su vida en Italia

 

Según declaró en su testamento pocos días antes de morir, el padre Carlos Pane fue natural de Grana, provincia de Alessandria, en el Piamonte, hijo natural de Stefano Pane y Anna Cocca[1]. Había nacido el 25 de abril de 1856[2]. A los quince años, en agosto de 1871, ingresó como alumno al oratorio salesiano de Turín   bajo la dirección de Don Bosco4. Dos años después, en setiembre de 1873, se hizo novicio salesiano. En la localidad piamontesa de Lanzo Torinese recibió de manos de Miguel Rúa el hábito clerical el 26 de setiembre de 1874. En esa misma casa               hizo su profesión perpetua el 17 de setiembre de 1876[3]. En 1877 fue incluido como integrante de la tercera expedición misionera, con destino a Buenos Aires.

 

Con veintiún años de edad, conformó el grupo dirigido por Santiago Costamag na que fue despedido junto a sus compañeros de la Basílica de María Auxiliadora de Turín el 7 de noviembre de 1877.

Sin embargo, Pane no llegó a realizar el viaje. Según el volumen XIII de las Memorie Biografiche de Don Bosco, el grupo de misioneros integrado por Salesianos e Hijas de María Auxiliadora se trasladó a Roma para sostener una audiencia con el papa Pío IX. Tras ella, Pane enfermó:

"En los días siguientes uno de ellos, el clérigo Carlos Pane, cayó enfermo. Mientras visitaban las catacumbas de San Calixto le acometió la fiebre. La primera en darse cuenta de los escalofríos fue la madre María Mazzarello, que se quitó el chal, se acer a él y le rogó con respeto, pero con entereza, que se lo pusiera a las espaldas. El pobrecito se retrajo un poco, pero la insistencia de la Madre y los escalofríos le obli garon a aceptar. Estuvo hospitalizado en los Hermanos de San Juan de Dios, hasta que su mejoría le permitió emprender el viaje a Sampierdarena; pero sus compañeros ya habían marchado; tuvo que resignarse y esperar otra expedición. Don Bosco los aguardaba en Génova el día 13. Pesaroso por lo que había ocurrido con el clérigo, les dijo: ¡Tened cuidado, y no perdáis a ninguno más por el camino!"[4].

 

El clérigo Carlos permaneció con los Salesianos de Génova hasta que se le destinó como administrador de la comunidad fundadora de la casa de La Spezia, bajo la dirección del padre Ángel Rocca (1853-1909) Llegaron el 10 de diciembre de 1877. Allí pasó su última temporada de preparación para recibir las órdenes menores y mayores.

En La Spezia, monseñor Giuseppe Rosati, obispo de Sarzana, le confirió el rito de la tonsura el 15 de junio de 1878. Algunos meses después, en setiembre de 1878, recibió en Albenga (Savona) de manos de su obispo, monseñor Gaetano Alimonda, la ordenación subdiaconal[5]. A fines de ese año, en Génova el 21 de diciembre de 1878 recibió la ordenación diaconal, de manos de monseñor Salvato re Magnasco. Finalmente, el 7 de junio de 1879 fue ordenado sacerdote salesiano en Génova por el mismo monseñor Magnasco, arzobispo de esa arquidiócesis.

 

2.  Pionero de la presencia salesiana en España

 

El 7 de junio de 1879, curiosamente el mismo día de la ordenación presbite rial de Carlos Pane en Génova, el arzobispo de Sevilla, monseñor Joaquín Llunch y Garriga, escribía a don Bosco desde su sede: "Sería cosa muy grata para mí si mi diócesis fuera la primera en España en albergar a esos celosísimos propagadores del gran San Francisco de Sales"[6]. Esta misiva constituía la invitación formal del episcopado hispalense para la llegada de los Salesianos a España.

El 6 de junio, Santiago Calvo de la Banda y Aragón, marqués de Casa Ulloa, había escrito una carta al arzobispo de Sevilla solicitándole que gestione la llegada de los Salesianos a Andalucía. Su deseo era que funden una casa para niños huérfanos en Utrera. Para ello se ofreció a costear todos sus gastos por cuatro años[7]. Don Bosco aceptó la propuesta, aunque no pudo efectuarla inmediatamente:

 

"Ese mismo año de 1879 D. Bosco contestó al escrito del arzobispo, comunicándole la llegada de los salesianos en el mes de octubre. Pero la escasez de personal y las numerosas peticiones que le llegan desde América […] hacen que se posponga hasta finales de 1880, cuando el director de la Sociedad San Francisco de Sales consigue reunir 20 religiosos, de los cuales 14 se dirigen a Argentina y 6 a España"[8].

Entre ellos se encontraba el recién ordenado sacerdote Carlos Pane, quien para fines de 1880 e inicios de 1881 contaba con veinticuatro años de edad. El 16 de febrero de 1881 él y sus hermanos hicieron su ingreso a Utrera, en la provincia de Sevilla. Ejercía como jefe de la expedición el célebre salesiano Juan Cagliero (1838- 1926), quien contaba con la experiencia de haber comandado la primera travesía misionera salesiana a Argentina en 1875. La delegación la completaban el director Juan Branda, Ernesto Oberti, Francisco Atzeni, Miguel Aranda y José Goitre[9].

La llegada de los Salesianos a España coincidió con el brote de algunos indicios de radicalismo ideológico entre el proletariado urbano y rural en el país. En 1878 y 1879 el rey Alfonso XII sobrevivió a dos atentados contra su vida efectuados por obreros anarquistas. En 1879 se fundó en Madrid el Partido Socialista Obrero Español, autodefinido como marxista. En este contexto, la invitación a los Salesianos constituía una clara apuesta de la Iglesia y la aristocracia por una alternativa católica como solución al problema obrero.

Pane permaneció en España hasta 1887, en que volvió a Italia. A su retorno, durante la última celebración del onomástico de don Bosco, el 24 de junio de 1887, fiesta de San Juan Bautista, Pane recitó una composición en español sobre la presencia salesiana en la Península Ibérica ante el fundador. Según su obituario, padre Carlos "se gozaba" al recordar este episodio[10].

 

3.  Pionero de la obra salesiana en el Perú

 

El Perú a fines del siglo XIX era un país marcado por la derrota en la Guerra del Pacífico, protagonizada junto a Bolivia y Chile, entre 1879 y 1883. El fracaso militar significó para el lado peruano la pérdida de la región salitrera de Tarapacá, así como la invasión de Lima y otras provincias de la República entre 1881 y 1883.

La reconstrucción del país trajo consigo la conformación de una élite terrateniente y empresarial denominada "Oligarquía" por la historiografía local[11]

que terminó concentrando el poder político y económico. La consolidación de esta élite daría origen a la "República Aristocrática" (1895-1919), etapa donde las mayorías obreras y campesinas fueron excluidas, tanto de la participación ciudadana como de un reparto equitativo de la riqueza.

En medio de esta agudización de la desigualdad social, se proyectó para el proletariado urbano, y posteriormente también para el rural, una educación católica que alejara a estas masas del radicalismo marxista y anarquista.

Así, el 26 de julio de 1890 se celebró en Turín un contrato entre la Socie- dad de Beneficencia Pública de Lima, representada por José Francisco Canevaro, Ministro Plenipotenciario del Perú en el Reino de Italia, y los Salesianos, repre sentados por el Rector Mayor don Miguel Rúa[12]. Mediante el documento, se entregaba a las Hijas de María Auxiliadora la administración del Instituto Sevilla del Rímac (Lima) y se establecía la presencia de sacerdotes salesianos como sus ca pellanes. En las actas del Capítulo Superior se escribió: "Se acepta la casa de Lima para nuestras hermanas, que irán acompañadas de tres salesianos. Su finalidad es educar al trabajo y a la piedad a las hijas del pueblo[13].

Fueron elegidas nueve hermanas con la directora sor Ángela Piai (1860-1940). Los Salesianos que trabajarían con ella serían el coadjutor Juan Sciolli (1843...) como director el padre Antonio Riccardi (1853-1924) y el padre Carlos Pane. Influyó en la elección de estos tres salesianos sus experiencias misioneras en tie rras hispanohablantes: Riccardi llevaba once años en la Patagonia argentina como secretario de Monseñor Juan Cagliero, Sciolli había sido integrante de la comu nidad fundadora de la obra en Ecuador, mientras que en el caso de Pane se hizo valer su actividad también pionera en España.

Como Riccardi ya se encontraba en Sudamérica, Pane fue el jefe de la misión durante el viaje de Turín a Lima. Fueron despedidos junto a otros misioneros salesianos en una ceremonia presidida por el propio don Rúa, celebrada en la Basílica de María Auxiliadora de Turín el 16 de agosto de 1891. Antes de partir recibieron un telegrama de Su Santidad el Papa León XIII:

"Rev.mo Don Rua Superior Salesianos. Turín. El Santo Padre confortado por la noticia de la partida de los Salesianos e Hijas de María Auxiliadora al Ecuador, Perú, África ha concedido paternalmente la implorada bendición. M. Card. Rampolla[14].

El trayecto que siguieron padre Carlos y los diez religiosos fue fatigoso: en tren de Turín a París, después enrumbaron a Inglaterra cruzando en barco el Canal de la Mancha hasta llegar a Londres y desde allí partieron a Liverpool donde toma- ron el vapor con destino a Panamá. Durante la travesía por el Atlántico, el padre Carlos aprovechó en brindar algunas clases de castellano a las Hermanas. Tras su llegada a la ciudad de Panamá, escribió a don Rúa el 19 de setiembre: "Llegamos anoche a Colón con cuatro días de anticipación y salimos hoy en un vapor que va directamente a Guayaquil y de allí al Callao"[15].

Nueve días después, el 28 de setiembre de 1891 arribaron Pane y la misión salesiana al puerto del Callao. El padre Riccardi había llegado el día anterior en un vapor proveniente del sur[16]. Fueron recibidos por una delegación liderada por don Manuel Candamo, Presidente de la Sociedad de Beneficencia Pública, quien doce años después sería elegido Presidente de la República. Candamo re señó algunas semanas después este hecho en la Memoria anual de su institución: "El 28 de setiembre último llegó a Lima el personal encargado de la dirección del Instituto Sevilla, compuesto de nueve hermanas y tres Sacerdotes de la orden Salesiana"[17].

Entre octubre y diciembre de 1891 los Salesianos solo ejercieron como cape- llanes de las Hijas de María Auxiliadora en el Instituto Sevilla. Como éste estaba orientado a la educación de la población femenina de escasos recursos del lugar, los Salesianos decidieron establecer una obra para varones en un local de la Be neficencia Pública de Lima llamada "Huerta de Miota"[18]22, en el número 73 de la Calle Madera del Rímac[19].

Así, el 8 de diciembre de 1891 el padre Pane participó de la fundación del oratorio del Rímac, la primera obra salesiana del Perú. El 19 de marzo de 1893 esta obra se vio enriquecida con la apertura de una Escuela de Artes y Oficios a la que denominaron "San Francisco de Sales". El director de esta obra era el padre Antonio Riccardi y el padre Carlos Pane ejercía como prefecto[20].

La labor pastoral ejercida por el padre Pane y sus hermanos durante estos años iniciales tuvo como fruto el surgimiento de la primera vocación religiosa salesiana del país: Octavio Ortiz Arrieta, primero oratoriano y después alumno de la Escuela de Artes y Oficios del Rímac, se convirtió en el primer sacerdote salesiano peruano en 1907 y en el primer obispo salesiano del país en 1922[21]. El padre Jorge Atarama Ramírez, historiador de la Congregación Salesiana del Perú y biógrafo de monseñor Ortiz, plantea el padre Carlos fue fundamental en el encauzamiento de la vocación religiosa del futuro Obispo de Chachapoyas. No solo lo reconoce como "un amigo que orientó su vocación de salesiano sacerdote"[22] sino que además señala que Pane gestionó el ingreso de Ortiz como interno en la casa del Rímac, impulsando una de las vocaciones religiosas más significativas en la historia de la inspectoría peruana.

 

3.1.  Director en Breña y el Callao

 

Aunque el Estado Peruano otorgó su aprobación para el funcionamiento de la Escuela de Artes y Oficios (2 de marzo de 1896), estos primeros años en el Rímac fueron de mucha inestabilidad para los Salesianos: sin un local propio y con su relación con la Beneficencia Pública de Lima cada vez más tensa[23], existía la posibilidad de que la misión salesiana en el Perú fracasara[24].

Fueron los buenos oficios del padre Riccardi, así como el surgimiento de be nefactores locales – como Mons. Manuel Teodoro del Valle, quien hizo una donación testamentaria en favor de los Salesianos los que permitieron la adquisición el 9 de marzo de 1897 de una propiedad en Breña, por aquel entonces una zona eminentemente rural en los linderos de la ciudad de Lima[25].

Los Salesianos mudaron su Oratorio y su Escuela de Artes y Oficios a la Ha cienda Breña en 1897, donde emprendieron la construcción de su primer local propio con frente al antiguo camino a Magdalena. Desde entonces, Breña se convirtió en la principal casa de los Salesianos del Perú. Durante estos años, la relación entre el padre Pane y su director, el padre Riccardi, fue complicada. Ni bien llegaron al Perú, Riccardi dispuso la cancelación de la compra de libros que Pane había hecho en Sarriá para la nueva casa de Lima. Como el propio Riccardi relató por escrito a don Rúa algunos días después: "no los creo necesarios, y no tenemos tiempo ni para abrirlos"[26].

Las fricciones entre ambos parecían originarse en sus muy distintas persona lidades. Pane se muestra en las fuentes como un salesiano entusiasta y, por ende, a veces algo impulsivo. Aunque tenía la lucidez para percatare de sus falencias. En una carta dirigida a don Julio Barberis, el padre Pane hizo esta autocrítica: "a veces hago planes estrafalarios, a mi manera, sin contar las dificultades que puedo encontrar"[27]. En cambio, Riccardi proyectaba la imagen de un hombre excesiva mente prudente. Este carácter le generó antipatías, a decir de los testimonios ad- versos que existían al momento de la visita de don Pablo Albera a Lima en 1902[28]. Dentro de todo, Pane supo reconocer las virtudes de Riccardi.

Alguna vez escribió sobre su director: "Es de una prudencia admirable. Ciertos negocios importantes los despacha muy bien y con honor"[29]. Aunque esto no le impedía manifestar, en medio de su reconocimiento, alguna crítica atenuada con cierta jocosidad:

"Como Director Don Riccardi no anima, sino que resfría […] prudencia le sobra y ninguno de los Directores del Perú necesita quien los empuje sino más bien quien los refrene, de otro modo haría algún disparate"[30].

Pero en alguna ocasión, Pane también dejó testimonio de la dureza de su trato. En otra carta dirigida a don Julio Barberis se quejó:

"Yo recibo todas las reprimendas si es que falta el almuerzo o la cena, si un muchacho roba el pan o si sucede algo con las hermanas. Si en la casa hay el más pequeño des- orden, los «rayos» (o sea, las llamadas de atención del padre Riccardi) caen sobre mí. Pero, pasada la tempestad, hacemos todo lo posible para ir de acuerdo, y pasamos días y semanas en perfecta armonía"36.

En abril de 1898, el padre Riccardi viajó a Italia, llamado por el Rector Mayor. Se sospechaba que sería designado inspector del Perú. Pane temía que, con más poder, Riccardi tomaría alguna decisión que le resultara inconveniente. En mayo de ese año escribió: "Si los superiores hacen Inspector del Perú a Don Riccardi, cambiaría mi situación. Mas, yo, nada pido ni rehúso"37.

Efectivamente, el padre Riccardi fue promovido a inspector, pero de los Sale sianos de México. Riccardi no regresó nunca más al Perú. En su reemplazo, Pane fue designado nuevo director de la casa de Breña.

El trienio de su gestión (1899-1901)[31] fue importante para consolidar la pre sencia salesiana en la capital de la República por los siguientes aspectos:

 

a.                    Se concluyó la construcción del edificio primigenio de la casa de Breña. Tras su muerte, los Salesianos de Breña recordarían que Pane "tomó una parte muy activa en la construcción del actual edificio [hoy desaparecido], en Breña, hasta fines de 1901"[32]39. Estaba conformado por tres pabellones paralelos de adobe y quincha, de dos niveles cada uno, ubicándose los laterales los salones, talleres y habitaciones de los internos, tanto artesanos como estudiantes. Un cuarto pabe llón, de un solo nivel y del mismo material, atravesaba estos tres en su extremo Este de forma paralela al antiguo camino a la Magdalena, haciéndole de frontis y dándole al conjunto la forma de una "E" irregular. Allí estaba el portón principal, que servía de ingreso al colegio y al templo. Este edificio sería demolido paulatinamente desde mediados del siglo XX hasta el año 2015, en que desapareció el último pabellón que quedaba de esta casa fundacional.

 

b.  Se construyó en Breña el que sería recordado como el primer templo a María Auxiliadora erigido por los Salesianos en el Perú. Se ubicaba en el pabellón central del edificio de la casa de Breña y sus materiales fueron el adobe y la piedra. Su erección contó con la participación de los alumnos artesanos[33]. Aún inconcluso, fue bendecido el 28 de enero de 1900 por Mons. Manuel Tovar, Arzobispo de Lima[34]. El P. Abraham Aguilera, secretario de Mons. Santiago Costamagna quien llegó a Breña en abril de 1903, señaló la apariencia austera del primigenio templo salesiano: "En el centro [del edificio del colegio] como un nido entre el ramaje, se yergue una capilla modesta y pobre"[35]. A pesar de su austeridad, este edificio fue fundamental para la difusión de la devoción a María Auxiliadora en la ciudad de Lima: de allí partió la primera procesión el 24 de mayo de 1900. Su rol pas toral fue ratificado cuando el 27 de diciembre de 1909 monseñor Pedro García Naranjo, Arzobispo de Lima, otorgó a este primer templo de María Auxiliadora la categoría de viceparroquia, sufragánea de la Parroquia de Santa María de la Magdalena[36].

 

c.  En 1900, Pane creó dentro de la casa de Breña la rama escolar: el Colegio Salesiano de Lima, entidad que se sumaba al Oratorio y a la Escuela de Artes y Oficios. Con el tiempo, el colegio se convirtió en el "buque insignia" de la obra  salesiana de Breña, al punto que su superior que lo era también del Oratorio, la Escuela de Artes y Oficios, y desde 1908 de la Viceparroquia era llamado para todo efecto Director del Colegio Salesiano. Cabe precisar que, con el tiempo, los servicios escolares del colegio se constituyeron en la principal fuente de ingresos económicos de la casa de Breña.

 

d.            Desde 1901, el padre Pane realizó una serie de adquisiciones inmuebles que permitieron ampliar los predios adquiridos durante la gestión del padre Riccardi. Según el padre Cirilo Calderón, primer historiador de los Salesianos del Perú, el padre Pane adquirió un total de 21,624 metros cuadrados, sobre los cuales hoy se encuentra la Basílica de María Auxiliadora, entre otras dependencias salesianas[37].

 

En 1902 don Rúa creó la Inspectoría de Santa Rosa de Lima, que abarcaba las casas salesianas del Perú y Bolivia. Breña fue destinada como sede de la Casa Inspectorial, que funcionaría en el mismo edificio. El primer Inspector fue el padre Ciriaco Santinelli (1902-1908), quien desde ese año asumió también como tercer director de la casa de Breña (1902-1904).

El padre Pane quedó como "director espiritual" del colegio[38]. Como tal, en 1904 creó uno de los principales hitos de la prensa católica en Lima: "El Pan del Alma", semanario dominical de los Salesianos de Breña, cuya publicación conti núa aún hoy, 117 años después[39].

Su contenido estaba conformado por dos tipos de textos: el comentario al evangelio y las lecturas del día, y las noticias de los Salesianos del país, princi palmente de Breña. La fundación de este semanario evidencia el rol pastoral que los Salesianos cumplían desde el primer templo de María Auxiliadora, ya que su público objetivo trascendía los límites institucionales de la casa de Breña. Con el tiempo, "El Pan del Alma" se convirtió en una fuente histórica excepcional para reconstruir la consolidación de la presencia salesiana en el país y su desarrollo a lo largo del siglo XX.

Durante su permanencia en la casa de Breña, Pane integró el Consejo Inspec torial[40] y siguió asumiendo la labor de ampliar la propiedad de los Salesianos en aquella localidad, evidencia que contaba con la plena confianza de sus hermanos y sus nuevos superiores[41].

Además, el padre Pane realizó una serie de permutas que permitieron el trazo de vías que hoy son de uso público sobre terrenos que fueron de la Congregación Salesiana, en negociaciones de mutuo beneficio para la ciudadanía y la obra de Don Bosco en el Perú[42].

En 1903 asumió, junto al padre José Sicker, la labor de conseguir fondos para la construcción de un nuevo templo a María Auxiliadora, el segundo proyectado en Breña y que reemplazaría a la modesta capilla inaugurada en 1900[43]. Se comenzó a erigir en los predios adquiridos durante la gestión de Pane como director, frente al edificio que entonces albergaba a la casa de Breña. Los planos probablemente fueron aprobados en el viaje que Pane realizó a Italia en 1905.

El 24 de mayo de 1906 se realizó la ceremonia de bendición y colocación de la primera piedra. Sin embargo, el proyecto con el tiempo quedó trunco, y las bases de sus muros y columnas quedarían por diez años como testimonio de una deuda pendiente que el padre Pane y los salesianos encargados debían saldar en algún momento.

Tras doce años de fructífera actividad en Breña desde 1897, el nuevo Inspec- tor padre José Reyneri (1908-1919) le entregó en julio de 1909 la Dirección del Colegio Don Bosco del Callao[44], obra fundada en 1898.

En el puerto permaneció durante cinco años y medio. Mientras tanto siguió integrando el Consejo Inspectorial, según se evidencia en las actas de las sesiones[45]. En 1916 el mismo inspector Reyneri dispuso su retorno a Breña para que asuma el reto por el que sería recordado: la construcción del tercer y definitivo templo para la Virgen de don Bosco en Lima, la actual Basílica de María Auxi liadora de Breña.

3.2.  Constructor de la Basílica de María Auxiliadora de Lima

 

La Basílica de María Auxiliadora de Lima, ubicada en el distrito de Bre ña, es uno de los grandes hitos de la arquitectura religiosa de la ciudad. Fue la estructura más alta de Lima durante tres décadas y es, hasta hoy, un ícono reconocible y referencial del paisaje urbano de la capital de la República. Su riqueza artística y arquitectónica le ha valido en honroso título de ser el único templo construido en el Perú después de la independencia (1921) que posee la dignidad pontificia de Basílica Menor (1962).

Su diseño fue obra del arquitecto italiano y sacerdote salesiano Ernesto Vespignani, residente en Argentina. Según el epistolario del arquitecto, con- servado en el Archivo Histórico Salesiano de Buenos Aires, Vespignani arribó a Lima procedente de Buenos Aires el 2 de marzo de 1916. Tras conocer el lugar donde se construiría el templo, expuso su propuesta a los Salesianos de Lima. El padre Pane, en su condición de encargado de las obras, objetó el proyecto. Los reparos de Pane debieron llegar a oídos del Rector Mayor, quien desde Turín escribió al padre Vespignani:

"En Lima quieren hacer un gran templo. Por supuesto que ya ha aprobado el Papa- do este proyecto, pero parece poco oportuno encaminarlo mientras existan críticas. Especialmente por parte de Don Carlos Pane, quien insiste tanto [en cambiarlo o] dejar de hacerlo"[46].

Vespignani accedió a realizar los cambios sugeridos por Pane, generándose el diseño que comenzó a construirse en mayo de 1916 y se constituiría en un hito de la arquitectura religiosa limeña del siglo XX.

Sin embargo, el principal rol de Pane fue la búsqueda de financiamiento para su construcción. Ejerció esta labor hasta su fallecimiento. Por ello fue considera- do, en palabras del director salesiano Ernesto Briata (1870-1947) "el alma mater de esa obra verdaderamente monumental"58.

Con su desaparición, siete años después del inicio de las obras de construcción, los Salesianos afirmarían sobre él:

"Dirigió todos sus esfuerzos, en el ocaso de su vida, a convertir en realidad el fer viente anhelo de su alma piadosa y devota, levantando a María Auxiliadora un magnífico santuario […] Los trabajos comenzaron en mayo de 1916. El P. Pane fue el encargado de recolectar las limosnas para la gran obra, y por sus manos pasaron las cuantiosas sumas que han sido necesarias para llevarla adelante hasta el punto en que se encuentra. ¿Prodigio? No merece otro nombre el hecho de no haber faltado jamás el dinero necesario para pagar las planillas semanalmente"[47].

Poco después el padre Briata, quien asumió la dirección del Colegio Salesiano de Lima a las pocas semanas del deceso del padre Pane en 1923, escribió:

"Tomó a pecho cual ningún otro la construcción del templo de María Auxiliadora; a él consagró todas sus fuerzas, sus energías, su vida, porque, tal vez, la terrible enfer- medad que lo llevó al sepulcro hay que atribuirla a los grandes trabajos físicos y mo- rales que tuvo necesariamente que soportar en la realización de la grandiosa obra"[48].

Un testimonio evidencia la entrega del padre Pane a esta misión. El padre Jorge Mauchi, artista y sacerdote salesiano (1925-2018), autor de un famoso retrato de don Bosco difundido ampliamente por todo el orbe salesiano, señalaba que en su hogar se recordaban las visitas que hacía el padre Pane en medio de sus gestiones durante la construcción de la Basílica.

El papá de Mauchi había sido alumno del colegio salesiano de Breña durante la gestión de Pane como director a inicios del siglo XX y había entablado amistad filial con él. Años después, debido a que el hogar del matrimonio Mauchi Laynez quedaba cerca de las oficinas donde Pane gestionaba ante bienhechores las donaciones para la construcción, solía almorzar allí cuando los trámites y reuniones le impedían merendar en el refectorio de Breña. Entre los Mauchi quedó grabado nítidamente el recuerdo del padre Pane sucumbiendo ante el sueño después del almuerzo, producto de la agobiante labor que realizaba para cubrir la planilla de los obreros del templo. Evidentemente el padre Jorge Mauchi no pudo ser testigo de estos hechos, ya que él nació dos años después de la muerte de Pane, pero re cibió el testimonio y lo conservó hasta los años finales de su vida[49].

Todas estas labores habían minado su salud. Tenía planificado realizar un viaje a Italia para viabilizar la ornamentación del templo, pero no pudo concretarlo. Falleció en Breña el 20 de marzo de 1923.

Tras su deceso, se publicó en "El Pan del Alma":

"El P. Carlos Pane falleció a las 5 y cuarto de la tarde del martes 20 de marzo. Durante su enfermedad, sobre todo en el último mes, fue cariñosamente atendido por el Dr. Castañeda, Dr. Zevallos, Dr. Campodónico, Dr. Roda, y otros facultativos notables de esta capital. El mal, oculto desde muchos años en su organismo, había minado poco a poco su existencia, a tal punto que no fue posible combatirlo eficaz- mente […] Constatado su fallecimiento, se arregló la capilla ardiente en una de las salas contiguas a la portería del Colegio, pudiendo acudir muchas personas a rezar por el eterno descanso de su alma"[50].

Al día siguiente el cajón con sus restos fue llevado hasta la Cripta de la Basílica        de María Auxiliadora para una misa celebrada por el padre inspector Luis Héctor Sallaberry, en presencia del Nuncio Apostólico monseñor Giuseppe Pretelli. Después, el féretro fue trasladado al Cementerio General de Lima, donde fue sepul tado. Ese día terminó la vida terrena de Pane, pero también comenzó su recorrido como figura protagónica de la memoria colectiva de los Salesianos del Perú.

4.  Legado

 

Durante los años siguientes, el recuerdo del padre Carlos Pane siguió vigente entre sus hermanos y antiguos alumnos. En 1925 se colocaron en la torre de la Basílica de María Auxiliadora de Lima cinco campanas de bronce. Una de ellas fue dedicada a la memoria del padre Pane. En ella se grabó en español y en latín una inscripción que se lee hasta hoy: Memoriae Caroli Pane, Salesiani, qui ad Tem plum hoc aedificandum primam pecuniam aestuans collegit, libenter sonabo ("Alegre tocaré a la memoria de Carlos Pane, Salesiano, que con tenacidad recaudó el primer dinero para edificar este Templo").

Cuando en 1941 se celebró el cincuentenario de la llegada de los Salesianos al Perú, Pane fue figura central en los homenajes. Encargaron a monseñor Octavio Ortiz – antiguo alumno del padre Pane en el oratorio del Rímac – encabezar las ceremonias en honor a su maestro. El 28 de setiembre develó la placa escultórica con el rostro del padre Pane, ubicada hasta hoy al costado de la puerta principal de la Basílica de María Auxiliadora de Lima. Dos días después de la develación, monseñor Ortiz presidió el cortejo fúnebre que trasladó los restos de Pane desde el Cementerio hasta la Cripta de la Basílica de María Auxiliadora, donde descansan desde entonces hasta hoy[51]. En su lápida se lee la siguiente inscripción:

 

"Carlos Pane / Sacerdote Salesiano / 25-IV-1856 – 20-III-1923 / Con tesonera actividad / paciente humildad y santidad de vida / inició, aunó medios e impulsó hasta la muerte la construcción de este Templo"[52].

En 1956, con motivo del centenario del nacimiento de Pane, se celebró una misa en sufragio de su alma en la Cripta de la Basílica de María Auxiliadora y se editó un libro con los nombres de los difuntos inscritos en la Obra del Perpetuo Sufragio.

A partir de esa fecha, el recuerdo a Pane comenzó a perder fuerza, probablemente de la mano con la desaparición física de la generación de salesianos y exalumnos que lo conocieron. En las celebraciones de los 75 años de la llegada de los Salesianos al Perú, en setiembre de 1966, las evocaciones a Pane fueron mucho menores que en 1941. Incluso en 1991, año del centenario, la figura de Pane apareció relegada frente a un emergente protagonismo del padre Antonio Riccardi.

Fue la restauración de la Basílica de María Auxiliadora de Lima, iniciada en 2011, lo que puso nuevamente en relieve la figura de Pane. Tanto los estudios históricos que se desarrollaron en torno a los trabajos artísticos, como el resultado de la propia restauración, revelaron la trascendencia de su obra.

Sus roles, nada desdeñables, de pionero de la obra de don Bosco en España (1881) y el Perú (1891), promotor de la vocación sacerdotal de monseñor Octa vio Ortiz Arrieta (primer salesiano peruano, primer obispo salesiano del Perú y actualmente el salesiano peruano más cerca de los altares), fundador del Colegio Salesiano de Lima (el más grande e importante de la inspectoría peruana), crea- dor del semanario "El Pan del Alma" (actualmente el semanario en circulación más antiguo del Perú) y principal impulsor de la construcción de la Basílica de María Auxiliadora de Lima (inaugurada como "Homenaje nacional por el centenario de la independencia del Perú") hacen de su biografía una historia digna de  ser reconstruida.



[1] Archivo del Economato – Congregación Salesiana en el Perú. Testamento dado en la casa salesiana de Lima el 14 de marzo de 1923 ante el notario José A. Delucchi; cf también su corto perfil biográfico en Eugenio Valentini - Amedeo Rodinò (a cura di), Dizionario Biografico dei Salesiani. Torino, Ufficio Stampa Salesiano 1969, p. 212.

[2] "El Pan del Alma" 980 (25 de marzo de 1923).

[3] Archivo Inspectorial de la Congregación Salesiana del Perú, Registros de salesianos de la Inspectoría Santa Rosa de Lima, vol. 1, fol. 6: "Pane Carlo"

[4] MBe XIII 279-280.

[5] Archivo Inspectorial de la Congregación Salesiana del Perú, Registros de salesianos de la Inspectoría Santa Rosa de Lima, vol. 1, fol. 6: "Pane Carlo".

[6] Buenaventura Delgado Criado, Historia de la educación en España y América. La educación en la España contemporánea (1789-1975). Madrid, Ediciones Morata 1994, p. 322

[7] Vicente Lloren Bedmar - Vicente Llorent García, La labor socioeducativa de las misiones salesianas en América y España en el siglo XIX y los albores del siglo XX, en "Historia y Educación" 36 (2017) 71.

[8] Ibídem.

[9] Ángel Martín Gonlez, Los Salesianos de Utrera en España. Una Institución al servicio del pueblo. Sevilla, Inspectoría Salesiana 1981.

[10] "El Pan del Alma" 980 (25 de marzo de 1923).

[11] Manuel BURGA - Alberto FLORES GALINDO, Apogeo y crisis de la República Aristocrática.

Lima, Sur 1994, p. 131

[12] Cirilo CALDERÓN - Eugenio PENNATI, Presencia Salesiana en el Perú: los orígenes. Lima, Editorial Salesiana 1994, pp. 260-262.

[13] Actas del Capítulo Superior, 25 de julio de 1890. Tomado de C. Calderón - E. Pen nati, Presencia Salesiana en el Perú..., p. 41.

[14] C. Calderón - E. PENNATI, Presencia Salesiana en el Perú..., p. 45.

[15] Carta Pane-Rúa, 19 de setiembre de 1891, en "Boletín Salesiano" (noviembre 1891) 210, anexo 25. Tomado de Calderón - Pennati, Presencia Salesiana en el Perú..., 1994, p. 46.

[16] C. CALDERÓN - E. Pennati, Presencia Salesiana en el Perú..., p. 48

[17] BENEFICENCIA PÚBLICA DE LIMA, Memoria administrativa que presenta a la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima su Director, Dr. D. Domingo M. Almenara. Lima, Imprenta Liberal 1892, p. 5.

[18] Ibid., 1899, p. XLVI

[19] C. CALDERÓN - E. PENNATI, Presencia Salesiana en el Perú..., pp. 70-7

[20] "El Pan del Alma" 980 (25 de marzo de 1923)

[21] Murió en olor de santidad en su diócesis de Chachapoyas en 1958. El 14 de febrero de 2017 la Congregación para las Causas de los Santos emitió por unanimidad un dictamen po sitivo sobre su fama de santidad y su ejercicio de virtudes heroicas, proclamándolo Venerable.

[22] Discurso de homenaje por la ordenación episcopal de Mons. Octavio Ortiz, 11 de junio de 1922. Citado en Jorge ATARAMA RAMÍREZ, La Congregación Salesiana y su aporte a la educación técnica en Arequipa. Arequipa, Talleres Gráficos Salesiano Don Bosco 2012, pp. 14-15.

[23] C. CALDERÓN - E. PENNATI, Presencia Salesiana en el Perú..., p. 218. El 17 de setiem bre de 1898 la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima desahució el contrato con los Salesianos e Hijas de María Auxiliadora como consecuencia de serias desavenencias entre estas últimas y el inspector Eleodoro Romero por motivos presupuestales: ibid., pp. 214-216.

[24] El contrato entre la Beneficencia Pública de Lima y los Salesianos contemplaba que, en caso de desahucio del común acuerdo, la institución estatal cubriría el retorno de los misioneros a Italia. Tras el desahucio en 1897, los Salesianos recibieron a fines de ese año de la Beneficencia la cantidad de S. 5898 por dicho concepto, además de S. 4000 como reconocimiento de la inversión hecha en los locales que ocuparon: Sociedad de Beneficencia Pública de Lima, 1899, pp. VI, LXI-LXII.

[25] David Franco Cordóva, La Basílica de María Auxiliadora de Lima. Cronología: 1916-2016. Lima, Editorial Salesiana 2016, p. 17.

[26] Carta Riccardi-Rúa, Lima, 10 de octubre de 1891. Trascrita en C. Calderón - E. Pennati, Presencia Salesiana en el Perú..., p. 283.

[27] Carta Pane-Barberis, Lima, 10 de mayo de 1898. Trascrita en ibid.., p. 367.

[28] Según el padre Calogero Gusmano, secretario de don Pablo Albera, al llegar al Perú escucharon comentarios negativos respecto a la actuación de don Riccardi como director de la obra de Lima entre 1891 y 1898. Tal como relató a don Julio Barberis: "Escuché del Señor Don Albera que Don Riccardi quisiera volver a México [donde fue inspector de 1899 a 1902], no qué impresión dejó allí, pero aquí apenas pusimos un pie en el Perú se dijeron varias cosas. Es odiado cordialmente": carta Gusmano-Barberis. Arequipa, 16 de marzo de 1902. Caja 52 Padre Albera, en Archivo Inspectorial de la Congregación Salesiana del Perú [Fotocopias depositadas en Lima por el padre Eugenio Pennati, cuyo original se encuentra en ASC C0850401.

[29] Carta Pane-Barberis, Lima, 18 de julio de 1898. Trascrita en C. Calderón - E. Pen- nati, Presencia Salesiana en el Perú..., p. 365.

[30] Carta Pane-Barberis, Lima, 10 de mayo de 1898. Trascrita en ibid., p. 367. 36 Carta Pane-Barberis, Lima, 18 de julio de 1898. Trascrita en ibid., p. 365.

[31] Aurelio M. GAMARRA HERNÁNDEZ, Datos Históricos acerca de los establecimientos de Segunda Enseñanza que actualmente funcionan. Informe anexo a la Memoria del Ministerio de Justicia, Culto, Instrucción y Beneficencia para 1919. Lima, Imp. Torres Aguirre 1919, p. 483.

[32] "El Pan del Alma" 980 (25 de marzo de 1923).

[33] "Los mismos alumnos artesanos tomaron a pecho la pronta construcción de la Iglesia de María Auxiliadora, y consolador era verlos sacrificar espontáneamente sus recreos para ayudar a transportar, entusiastas, los mil y mil adobes y piedras necesarias para los cimientos y las paredes. Aún hoy, ya hombres, recuerdan gustosos esos fervores de otros tiempos": "El Pan del Alma" 676, (1° de abril de 1917)

[34] "Apadrinaron la nueva iglesia el Sr. D. Carlos de Piérola y su digna Señora Elena Sousa de Piérola": "El Pan del Alma" 676 (1° de abril de 1917).

[35] Trascrito en Cirilo Calderón, Fuentes documentales para los Anales. Inspectoria de Santa Rosa de Lima. Texto mecanografiado en Archivo Inspectorial de la Congregación Salesiana en el Perú, 1964, p. 62.

[36] "El Pan del Alma" 443 (13 de octubre de 1912).

[37] "Por escritura pública del 12 de marzo de 1901, D. Carlos Pane compró al Supremo Gobierno un lote de terreno de 9,336 metros cuadrados con frente a la Av. Piérola (actual Av. Brasil) que primitivamente fueron destinados para Cuartel. […] El P. Pane había solicitado esta venta del Supremo Gobierno con fines de ensanchar la capacidad de la Escuela de Artes y Oficios y así recibir mayor cantidad de alumnos que pudieran beneficiarse con la educación técnica que impartían los Hijos de D. Bosco que acababan de establecer su centro de formación técnica en Breña. […]. [Posteriormente] con fecha 25 de mayo de 1901 Carlos Pane compró de D. Genaro García Irigoyen un lote de 11,000 metros cuadrados (parte del Fundo Breña) situado frente al antiguo Camino a la Magdalena y colindante con la propiedad de D. Antonio Riccardi […]": C. CALDERÓN, Fuentes documentales…, pp. 3-4.

[38] "El Pan del Alma" 980 (25 de marzo de 1923).

[39] Si bien se editó, aparentemente, desde 1904 en forma ininterrumpida, lo cierto es que se conservan ediciones sólo desde 1906 y de forma notoriamente incompleta, p. hasta 1916 las colecciones de la Parroquia de María Auxiliadora y de la Biblioteca Nacional del Perú, los únicos repositorios que poseen los ejemplares más tempranos, se encuentran seriamente descontinuadas. Desde 1916, año del inicio de la construcción de la Basílica, "El Pan del Alma" se erigió como órgano impulsor de su construcción, cambió de formato y comenzó a ser archivado con mayor escrúpulo por los Salesianos de Breña.

[40] Archivo Inspectorial de la Congregación Salesiana del Perú, Verbali delle sessioni del Consiglio Ispettoriale. 1906 [1905]-1920.

[41] Según registró el padre Calderón, "el 21 de noviembre de 1903 el P. Carlos Pane com- pró del Sr. Genaro García Irigoyen otro lote de 4,000 metros cuadros […] El 16 de febrero de 1905 el P. Carlos Pane compró del Sr. Genaro García Irigoyen un lote de 1890 metros cuatros al precio de S. 1512": C. Calderón, Fuentes documentales..., p. 4.

[42] "[El 25 de junio de 1901] el Sr. Genaro García Irigoyen cedía al P. C. Pane 5,000 metros cuadrados de terreno a cambio de otro terreno que D. Carlos Pane cedía para abrir la calle Rieles (actual Jirón Don Bosco) de 12 metros de ancho que se prolongaba desde los terrenos del Fundo Breña a la actual Avenida Brasil". Tiempo después se registró: "El Padre Carlos Pane permutó con el Concejo Provincial de Lima, con fecha 27 de agosto de 1908 varios lotes de terrenos con el objeto de cerrar el antiguo camino a Magdalena y abrir nuevas calles. De estas permutas resulta que el P. Pane, a cambio de la superficie que abarcaba el antiguo camino a Magdalena que recibió el Concejo Provincial, cedió también de su parte al Concejo buenas extensiones de tierras para abrir la actual Avenida Brasil en su arranque de la Plaza Bolognesi, el Pasaje María Auxiliadora, la Avenida Arica, y también alguna extensión para la Plaza Bolognesi"

[43] D. FRANCO CORDÓVA, La Basílica de María Auxiliadora..., 2016, p. 182.

[44] "El Pan del Alma" 980 (25 de marzo de 1923

[45] ARCHIVO INSPECTORIAL DE LA CONGREGACIÓN SALESIANA DEL PERÚ, Verbali delle sessioni del Consiglio Ispettoriale. 1906 [1905]-1920.

[46] ARCHIVO HISTÓRICO SALESIANO DE ARGENTINA, BUENOS AIRES, carta Albera-Vespig nani, Turín, 6 de mayo de 1916. Fondo "Ernesto Vespignani".

[47] "El Pan del Alma" 980 (25 de marzo de 1923).

[48] Ibid., 985 (22 de abril de 1923).

[49]  El padre Mauchi confió este recuerdo familiar al autor de este texto en una entrevista personal en marzo de 2017.

[50] "El Pan del Alma" 980 (25 de marzo de 1923)

[51] David Franco Cordóva, La Basílica de María Auxiliadora. Los Salesianos y la arqui tectura religiosa en Lima (1900-1963). Tesis para obtener el grado de Magíster en Historia del Arte, pp. 31-132.

[52] D. Franco Cordóva, La Basílica de María Auxiliadora..., 2016, p. 132

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