lunes, 5 de junio de 2023

Los archivos y sus gentes. Un Homenaje a Ada Arrieta. Por Cecilia Bákula


Los archivos y sus gentes. Un homenaje a Ada Arrieta. Por Cecilia Bákula 

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Los archivos del país, si bien son la memoria "documental, material" del mismo, los repositorios en donde se custodian la esencia documental de nuestra historia, pasan muchas veces inadvertidos; casi siempre, carecen de atención y para la mayoría de la población son una especie de entelequia desconocida, sin importancia y, lo peor, se entienden para muchos como algo sin razón de ser.

No obstante, esa indiferencia, que por desgracia se extiende como humo negro de severa ignorancia y desatención a muchos niveles e instancias de gobierno, que deberían ser responsables de y por ellos, existen ejemplos, tanto en instituciones como en personas cuya conducta ejemplificada por su tenacidad, responsabilidad y sentimiento de orgullo por la labor desempeñada respecto a los archivos, es digna de encomio y de ser subrayada.

Es en ese sentido que deseo destacar el homenaje que la Revista Alerta Archivística decidió rendir a la archivera Ada Arrieta Álvarez y lo hago por dos razones fundamentales. La primera porque sí se debe enfatizar, cuando corresponde como en este caso, la calidad y responsabilidad de la labor que realiza la Pontificia Universidad Católica del Perú respecto a sus archivos; tanto el que conserva en el Instituto Riva Agüero, como el que conserva en el campus universitario. En el primero se custodia no solo el acervo documental propio de su fundador, Don José de la Riva Agüero y Osma, al igual que invalorables documentos recibidos por legado o donación de muchísimas personas notables en nuestra historia. En el campus de Pueblo Libre, existe el Archivo de la universidad, gracias al empeño que en eso puso César Gutiérrez Muñoz quien, con gran orgullo adquirió el título de 'archivero de la universidad'; allí se sistematizó toda la información referida a la historia académica de la institución y el historial de los alumnos de esta ya centenaria casa de estudios.

Es así como en el Vol. 246 de mayo de 2023, la Revista Alerta Archivística, junto con artículos propios de la especialidad, decide incluir un cálido y merecido homenaje a Ada Arrieta Álvarez y es aquí donde deseo detenerme un momento, señalando, también, que el 9 de mayo, se celebra en nuestro país el día del archivero, fecha que ha sido propicia para este reconocimiento.

No es Ada Arrieta la única archivera del país. Conozco a otros auténticos apóstoles en esta profesión que es también un servicio. Y utilizó concreta y expresamente ambas palabras: apostolado y servicio y con ello quiero referirme, por ejemplo, al mismo César Gutiérrez, a Teresa Carrasco, a Laura Gutiérrez y a Yolanda Bisso, por citar tan solo a algunas personas que dan ejemplo de compromiso en este desempeño y a quienes he conocido por la integridad, responsabilidad y al mismo tiempo, alegre vocación de entrega para con los archivos.

Destaco el caso de Ada, porque sí es singular que una institución dediqué un espacio de una revista a homenajear la labor de una persona pues por lo general, los homenajes son grandilocuentes cuando son póstumos. Y gracias a Dios, Ada está gozando en vida de este reconocimiento y ello me alegra por la generosidad que implica de quien le brinda el reconocimiento y por ella que lo disfruta.

Conocí a Ada Arrieta en las aulas de la Católica y a lo largo de la vida, coincidimos de muchas maneras, siempre "liadas" en temas de historia; ella optó desde sus inicios por el amor a la paleografía, ciencia oculta para mí, lo que hizo que tuviera una dependencia de sus habilidades. Jamás comprendí cómo podía leer como si fuera un texto escrito a máquina hoy, un documento de siglos atrás… ¡Dones de Dios! se diría y ella jamás se creyó que era especial o muy dotada para ello. Ada ha sido en toda su especialísima habilidad, casi una genialidad, una persona generosa, amable y paciente.

Nos tocó pocos momentos de trabajar juntas en temas de investigaciones, más bien lo hicimos en asuntos, diríamos mundanos, pero de mucha amistad. No obstante, ese privilegio le tocó a mi padre, el embajador Juan Miguel Bákula, quien realmente, cayó rendido ante el profesionalismo, la simpatía y el don de gentes de Ada Arrieta cuando junto a Hugo Pereyra Plascencia trabajaron los tres, el encargo recibido del Instituto Riva Agüero de la Pontificia Universidad Católica del Perú de hacer el estudio crítico, histórico y paleográfico de la Real Cédula de 1802, publicando un documento final en 1996.

Ada es una persona que, en los momentos tensos, formales sabe estar a la altura y que nunca ha perdido la compostura y vaya que le ha tocado en lo profesional y en lo personal asumir retos intensos. Tiene una sonrisa y una jovialidad contagiantes y así conquistó a todos sus jefes, uniendo eficiencia, responsabilidad y buen humor porque ella es eso que uno quisiera que tengan las personas a las que se le delega una tarea: la tranquila serenidad de que la labor queda en todo cumplida.

Sé que sus hijos son su amor principal pero muchas veces pensé que había una "santa pugna" entre ellos y sin duda debió existir una pasión responsable pues es evidente que el cariño por lo que ella iba siendo capaz de sacar adelante en el archivo que se le encomendó en el Instituto Riva Agüero, debieron obligarla a asumir muchos y grandes compromisos postergando hasta lo personal, asumiendo extrema la generosidad de tiempo. En ella se dio, sin duda lo que sabemos que la atención desbordadamente entregada, puede hacer muchas veces que uno quiera dar más y más, sin medir los límites. Pero las pasiones son así y los archivos, como otras actividades, solo se entienden como una pasión, cuando se asumen como parte de la propia esencia.

Hoy, Ada ve que los resultados son el mayor premio y así lo demuestran los muchos alumnos, ahora profesores que reco

 

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