miércoles, 30 de agosto de 2023

P. Juan María Chouvenc CSsR (1876-1932), sacerdote redentorista, en Perú

 P. Juan María Chouvenc CSsR (1876-1932), sacerdote redentorista, natural de Le Velay, en Saboya.

Hizo voto de dedicarse en cuerpo y alma a la evangelización de los indios de los Andes.

Proveniente de la católica Francia se definía como "montañés, hijo de aquellas comarcas abruptas y ásperas, ilustradas por las andanzas misioneras del gran apóstol san Francisco de Regis", de carácter fuerte y voluntad tenaz pero a decir de los indios huantinos "dulce como la carne de la tuna". El mismo confirmaba jocoso "tres años estuve de consejero municipal, seis de párroco, nueve de rector y montañés de Auvernia toda mi vida".  Impregnado por el espíritu de las Cruzadas recibió de su madre el espaldarazo misionero "no olvides que te llamas Juan María: es el nombre de dos principales personajes presentes al pie de la cruz".

 En 1903 desembarcó en el Callao, atraído por la idea de evangelizar en las serranías de Ayacucho. En Lima se dedicó a cultivar el castellano y el quechua, que llegó a dominar a la perfección y dejó de ellos un diccionario en seis tomos titulado Diccionario castellano-kechwa, kechwa-castellano, dialecto de Ayacucho [por] Pedro Clemente Perroud [y] Juan María Chouvenc (Ayacucho, 1970).

 En Huanta encontró la tierra de promisión con que soñara en su juventud. Su clima benigno y su encantador paisaje, no obstante, ocultaban una gran miseria moral: "ignorancia y abandono espiritual de la masa indígena, indiferencia y hostilidad hacia la Iglesia de parte de no pocos mestizos y blancos. El trabajo en los domingos, las uniones ilegítimas, el adulterio, el al­coholismo, los hijos creciendo a la ventura…". Contra todo ello luchó y venció, a pesar de los ataques y las calumnias, "con la protección de Dios y, no es de más decirlo, con la fidelidad de los indios".( Juan María Lienhart CSSR, El Perú, tierra de santos, Lumen, Lima, 1962, p. 177 y 182-183).

 

Vino en compañía del P. José María Porret, ingeniero, médico, nacido en la Saboya.

 

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jueves, 24 de agosto de 2023

BERZOSA MARTÍNEZ, Raúl Inteligencia pastoral en clave de sinodalidad, CPL, 2020

BERZOSA MARTÍNEZ, Raúl Inteligencia pastoral en clave de sinodalidad CPL, Barcelona, 2020, 213 pp

 

El tema no es nuevo para el autor como nos advierte en su "breve y necesario prólogo", pues ha convocado y celebrado sínodos en sus diócesis de Burgos y Oviedo, asamblea sinodal en Ciudad Rodrigo y participó en la jornada de convivencia y diálogo en la sede misma del CELAM, Bogotá a inicios del 2019.  El objetivo del libro es bien claro, compartir su bagaje teológico y experiencia pastoral para secundar y reforzar la cuádruple llamada de conversión a la que os invita el papa Francisco: personal, pastoral, institucional y cultural. "La sinodalidad está siendo básica para redescubrir el misterio que la Iglesia es, en clave de comunión y misión, y para ser fieles a lo que el Señor, por su Espíritu, pide a esta Iglesia que peregrina en este nuevo y convulso siglo XXI" (p.8).

El primer capítulo y "punto de partida" centra la obra: «¿De qué habla el Papa Francisco cuando habla de sinodalidad?». Constata que nos encontramos en "un nuevo momento eclesial", señala algunas claves para comprender su novedad en forma de decálogo (periferia, la iglesia como figura multicultural y poliédrica, en salida, diálogo y encuentro, Roma en comunión con las iglesias locales, discernimiento ignaciano y reflexión filosófica, eclesiología desde y para la misión, dignidad de la persona frente al pensamiento único de la globalización, eclesiología bautismal y sinodal).  El Papa Francisco redescubre la sinodalidad desde la comunión y la misión como certeramente comenta el autor al brindarnos 20 puntos que la caracterizan en la constitución apostólica "Episcopalis Communio" sobre el sínodo de los obispos. Se nos comparte la iluminación dada por el Papa a tres realidades sinodales locales significativas: Alemania, Italia y la Amazonía.

En el segundo capítulo nos plantea "algunas cuestiones que deben profundizarse": La interrelación entre colegialidad, sinodalidad y complementariedad en relación con el diálogo entre católicos y ortodoxos, la relación entre sinodalidad y carismas en la Iglesia, o si cuando se habla de llamada a la sinodalidad se refiere a una refundación o a una transformación. Clarifica la diferencia entre sinodalidad (participación de los fieles) con colegialidad episcopal (comunión propiamente jerárquica), aunque sea ésta una forma de sinodalidad en cuanto comunión entre iglesias particulares locales y de todas las iglesias en la iglesia universal, única iglesia de Cristo.

El tercer capítulo estudia el documento fundamental de la Comisión Teológica Internacional de 2018, presentando la teología de la sinodalidad como dimensión constitutiva de la Iglesia y desafío profético para  este tiempo. Aporta las "bondades" del emblemático término, enfatizando tratarse de un "Kairós", su presencia en la escritura, tradición e historia. Más adelante,  se explican sus diversos sujetos, estructuras, procesos, acontecimientos, y niveles (regional y universal), así como la relación entre la sinodalidad con el ecumenismo y con la diaconía sinodal, para encuadrar la sinodalidad como un caminar juntos en la parresia del Espíritu, que cuenta con una sincera conversión, una diaconía social, un camino ecuménico. De hecho, quizá  el apartado más interesante sea el de «la conversión para una sinodalidad renovada», en el que, entre otras cosas, se dice que «todos los miembros de la Iglesia están llamados a vivir en la comunión de la gracia recibida en el Bautismo y llevada a cumplimiento por la Eucaristía: el tránsito pascual del yo entendido de manera individualista al nosotros eclesial, en el que cada yo, estando revestido de Cristo (cf. Gal. 2,20), vive y camina con los hermanos y las hermanas como sujeto responsable y activo en la única misión del Pueblo de Dios. De aquí brota la exigencia de que la Iglesia «llegue a ser la casa y la escuela de comunión. Sin conversión del corazón y de la mente, y sin un adiestramiento ascético en la acogida y la escucha recíproca, de muy poco servirían los mecanismos exteriores de comunión, que podrían hasta transformarse en simples máscaras sin corazón ni rostro». (p.128).

El cuarto capítulo -con gran realismo- reclama la necesidad de aterrizar y contextualizar la sinodalidad en la Iglesia particular, sobre todo a través de las conferencias episcopales, los sínodos diocesanos y las mismas parroquias. Con ojo avizor señala -en "lo que no es un sínodo ni sinodalidad"- 15 sofismas o engaños que los caza fantasmas de herejías vienen incendiando en las redes. A continuación aporta como mazazos precisos de lo que sí es un sínodo y experiencia sinodal: gran asamblea eucarística de todo el Pueblo de Dios que expresa la comunión para la misión; ejercicio de episcopalidad; mediación privilegiada para la renovación y aplicación del Vaticano II y la dinámica de una nueva Evangelización en clave de misión, como Iglesia de puertas abiertas y hacia las periferias.

Entre las numerosas sugerencias que generosamente nos comparte de su rico fichero, subrayo su "¡aviso para navegantes!" en el que nos alerta de peligros y tentaciones en este proceso sinodal: la rutina, el individualismo, el desencanto, la nostalgia del pasado, la hostilidad hacia "los otros", el resentimiento con quienes han abandonado o no caminan a nuestro ritmo, la búsqueda de chivos expiatorios, cerrarse en el grupito, la crítica destructiva, el resentimiento personal o colectivo… Igualmente, nos brinda un material muy práctico para charlas, reuniones, acerca de la historia de los sínodos diocesanos antes y después del Vaticano II, claves de la sinodalidad de la vida consagrada y laical en el marco de la iglesia particular…

Fiel a su sentido práctico y pedagógico, nos ofrece una "parábola final o imagen de una iglesia sinodal, contextuada en una iglesia particular" , tomando el ejemplo de una orquesta que va a ejecutar un concierto: "Por honestidad, decencia y coherencia, fuera de los momentos de interpretación orquestal, cada músico debe ensayar y preparar con mimo su partitura, para no improvisar y ser, así, un buen profesional, dando lo mejor de sí mismo . ¡Qué importantes tienen que ser los momentos de intimidad con el Señor!" p.180.

El quinto y último, a modo de breve epílogo, se titula «Vino nuevo en odres nuevos», y tras referir nuevas realidades y eventos del ejercicio de la sinodalidad como los referidos a la Amazonía -REPAM, CELAM Y CLAM- concluye que «el Papa Francisco está abriendo iniciativas nuevas, con incidencia en lo teológico-eclesial, en lo canónico, y en lo pastoral-evangelizador. La inteligencia pastoral, en decidida clave sinodal, se abre a originales, creativas y fecundas propuestas» (p.198).

Culmino agradeciendo el gran esfuerzo del autor por darnos lo mejor de su sabiduría teológica y celo pastoral de modo tan completo y sintético, claro y práctico. Hasta la selecta bibliografía final y cuidada edición invitan a publicitar la obra como medio seguro y atractivo de preparar el inminente sínodo de la sinodalidad.

José Antonio Benito 

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jueves, 17 de agosto de 2023

Sebastián Martín Quimichu, el devoto de Nuestra Señora de Cocharcas

Sebastián Martín Quimichu, el devoto de Nuestra Señora de Cocharcas

José Antonio Benito

Comparto estos datos sobre el protagonista del culto a Nuestra Señora de Cocharcas, al hilo del simposio internacional por los 400 años de su santuario,18-20 de agosto 2023. La actividad organizada por la diócesis de Abancay reúne a un conjunto de especialistas que vienen investigando sobre esta festividad mariana desde el campo de la historia, antropología, arqueología y arte. El evento comprende charlas, jornadas culturales, visita al archivo histórico y el traslado en procesión de los restos del benefactor Sebastián Kimichi. https://www.facebook.com/santuariococharcas.peru

Sebastián Martín Quimichu nació en el pueblo de San Pedro de Cocharcas hacia 1574[1]. En1590, con veintitrés años, durante la vigilia de la fiesta del patrón del pueblo, con fogatas, quema de castillos y cohetes, un compañero suyo, accidentalmente, le atravesó la muñeca con una penca de maguey encendida. El dolor fue intenso y la herida incurable.

Avisado por una india palla, de nombre Inés, le habló que en el Collao había el santuario famoso de Copacabana donde la Virgen María manifestaba su bondad en mil y una peticiones. Lo primero que hizo Sebastián fue consultar su plan con el Padre Gregorio Cisneros, su confesor. Éste lo animó a ponerse en marcha y así enrumbó, feliz y sin mayores preocupaciones. Sin pausa y con prisa el buen hombre se trasladó a Copacabana cargado de esperanzas. Iba a pie y siguiendo una vieja ruta transitada por viajeros desde tiempos inmemoriales.

Allí encaminó sus pasos, lleno de fe, a implorar a la Virgen la curación de su mano inerme con la promesa de si curaba, traería una réplica de la imagen para su pueblo. A dos kilómetros y medio del pueblo de Pucará, buscó alojamiento en un tambo. Durante la noche sintió que le despertaban y al incorporarse vio, con sorpresa, que la herida estaba curada totalmente y, como vestigio del milagro, sólo quedaba la marca de la cicatriz. Con el corazón rebosante de gratitud, recorrió los dos Km. que le faltaban para llegar al santuario. Lleno de alegría, se postró ante la imagen de Nuestra Señora y se determinó en comprar una imagen de la Virgen, réplica de la de Copacabana. Tito Yupanqui el escultor, había realizado varias réplicas de la imagen. Todo marchaba de maravilla, pero y ¿el dinero para comprarla?

Viajó a la ciudad de la Paz y solicitó autorización del Sr. obispo para pedir limosna en su diócesis. Logró, por fin, reunir la cantidad suficiente: 210 pesos. Regresó a Copacabana y compró la imagen a Tito Yupanqui, escultor de la imagen de Nuestra Señora de Copacabana, que le había encargado el clérigo Hernando Camargo, venido de Tucumán, quien no pudo llevársela pues había fallecido en Chuquiabo. El prior del convento de Copacabana, perspicaz, le retuvo la imagen porque no había pedido autorización para recaudar dinero. El asunto llegó hasta el obispo de La Plata a quien, Quimichu, expuso su pena y angustia. Se le dio autorización y el buen prior del convento no sólo le devolvió la imagen, sino que permitió que pasara la noche en el camarín junto a la imagen de la de Copacabana.

El regreso a san Pedro de Cocharcas fue apoteósico. Durante el camino se le unían muchas personas que cantaban y rezaban; no faltaron velas y las flores más exquisitas de los alrededores; retama, rosas, flor de amancay, cantutas, clavelinas, azucenas, alhelíes y jazmines. El más entusiasta era Sebastián Quimichu quien "a voz en cuello cantaba mil alabanzas y loores a la Virgen soberana".

Uno de las liras que frecuentemente entonaba Quimichi a la Virgen de Copacabana era este canto:

Señora, enjuga mi llanto

¿No es tu siervo rendido,

Que te pide adolorido,

Metigues su cruel quebranto?

Del Redentor madre pura,

Quiéreme como a tu hijo,

Con ese amor tan prolijo,

Con ella sin par ternura.

De aflijidos pecadores,

Eres refugio seguro,

Que con amor santo y puro,

Les colmas de tus favores.

Te pido sin gloria vana

Seas mi estrella bienhechora,

Y me guía protectora

María de Kopakawana.

La venerada imagen estuvo dos meses en Cayara hasta que se terminara la capilla.

El día 12 de septiembre de 1598 -según algunos autores- se trasladó la imagen a su capilla. Sin lugar a dudas, el santuario de Cocharcas llegó a ser uno de los más famosos de Sudamérica. La devoción a Nuestra Señora de Cocharcas de Lima se extendió rápidamente por Lima, el valle de Jauja, Sapallanga y Orcotuna (venerada desde el año l680)

Posteriormente financió la construcción del Santuario actual, volviendo al Alto Perú con su primo Tomás Camascusi. Fue cantor en la Compañía de Jesús del Cusco. El resto de su vida será sacristán, cantor y tesorero  el santuario. Siempre se vinculó con los pastores como obispos y sacerdotes, especialmente con los curas doctrineros que siempre necesitaban ayudantes como Sebastián.  

Murió en Cochabamba alrededor del año 1600 con fama de santidad. Sus restos mortales fueron traídos a Cocharcas y actualmente reposa en la Capilla de Pinitenciaría del Santuario.

FUENTE:

-https://www.diocesisdeabancay.org/inicio/94-vida-del-bienaventurado-sebastian-quimichi

-Apuntes del P. Esteban Puig

-Angela María Concha Pacheco "El santuario de Cocharcas y las funciones eclesiásticas que otorgaba a la población indígena, siglo XVII" https://enfoquescusco.wordpress.com/tag/sebastian-quimichi/#_ftn11



[1]Señala Angela María Concha, en https://enfoquescusco.wordpress.com/tag/sebastian-quimichi/#_ftn11, que su ascendencia cacical por línea materna, está vinculada a etnias originarias del lugar, dado que el apellido Astohuaraca hace referencia a una estirpe mítica de élites indígenas de la cultura denominada Chanca. Astohuaraca  proviene de los "generales" o "guerreros" Chancas como Tumay Huaraca y Hastu o Astu Huaraca que ocuparon el valle del río Uramarca; este valle después fue descrito por Cieza de León como valle del río Vilcas (actualmente es conocido como río Pampas). 

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martes, 8 de agosto de 2023

Don Zacarías González Domínguez (1923-2003)

Don Zacarías González Domínguez ( Salamanca 11 feb./1923 - Alicante 4 oct./2003)

 

Fue mi profesor de dibujo en la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado de EGB en Salamanca, en el curso 1976-77.

Compré uno de los libros sobre su cuadros y me lo dedicó autografiándomelo con afecto. Se lo regalé a Antonio Valadés.

Como todos los genios estaba dotado de una personalidad muy propia, singular, única. Disimulaba su timidez con su simpatía y visceral ironía que provocaba la hilaridad en quien se atrevía a dialogar con él.

Cada alumno debía tener un blog como herramienta de trabajo. El primer día de clase nos dejaba pintar lo que quisiéramos y no nos corregía nada. El segundo día y hasta el final nos mostraba diferentes contenidos (retrato, bodegón, paisaje, perspectiva…) con una maestría realmente ejemplar y dejándonos con la boca abierta por su evidente habilidad; después de esa primera fase, comenzábamos a desarrollar nuestros trabajos y él  se paseaba por toda la sala de clase, observando nuestra tarea y corrigiendo y enseñando con paciencia y sus infaltables comentarios entre irónicos y sarcásticos.

De vez en cuando nos hablaba del valor que le daba a la belleza y a la perfección de sus obras y cuánto le costaba desprenderse de sus cuadros cuando alguien se lo compraba. ¡Vaya que era como amputar algo íntimo de su ser y sentía que lo había perdido!

Yo sentía por él un gran afecto y -debido a la confianza- me resultaba gozoso el saludarle cuando me lo encontraba por la calle. Recuerdo que le entregué un volante para la Vigilia de la Inmaculada y Rosario de la Aurora organizados por el Movimiento Santa María; él me los acogió con respeto y gratitud.

Al enterarme de las distinciones y premios le escribí felicitándole y me lo agradeció. De igual manera hice en algunas navidades y me correspondió.

Casi todos los alumnos éramos conscientes de contar con un artista sobresaliente e incomprendido entre pobres alumnos de Magisterio. Pero como todos los dones lo recibíamos con gratitud y orgullo. Cada clase nos sorprendíamos con la presencia de un humanista, creativo, maestro, a lo Miguel Ángel, Velázquez, Dalí. Don Zacarías, pintor, gracias.  

José Antonio Benito (Lima 8.VIII.2023)

https://casamuseozacariasgonzalez.com/biografia/

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sábado, 5 de agosto de 2023

GARCÍA JULIÁ, P. Eugenio Notas históricas. Parroquia El Santísimo Salvador de Pachacámac

GARCÍA JULIÁ, P. Eugenio

Notas históricas.  Parroquia El Santísimo Salvador de Pachacámac (Gráfica Biblos, Lima, 2016, 116 pp)

Cuenta con el prólogo del célebre y recordado P. Armando Nieto, SJ, quien destaca la consulta minuciosa del autor en el Archivo Arzobispal de Lima y el registro de un párroco ilustre, Bartolomé Herrera en 1840.

En la presentación el autor da cuenta de su propósito de investigar cuantas fuentes ha tenido a su alcance, de archivo y bibliográficas, para "ofrecer al pueblo de Pachacámac una breve guía histórica de lo más relevante de la Parroquia El Santísimo Salvador" (p.7)

La primera fecha consignada es el 10 de enero de 1533, momento en que llegan los primeros españoles cristianos al valle y santuario andino de Pachacámac. El primer encomendero fue Juan de Maldonado y Buendía. Al año siguiente, 1534, Pizarro otorgó a Nicolás de Ribera la encomienda del pueblo de Malanay, en Pachacamac y se tiene noticia del primer convento franciscano y mercedario. En 1552 llegan los agustinos. Será en 1573 cuando se forma la reducción de indios en el pueblo de San Salvador con el repartimiento de indios entregado a Francisco González de Cepeda y Juan de Villafuerte.

En el acápite "doctrina de San Salvador de Pachacámac" se define el término como "superficies de tierras con sus habitantes, que encargaron a un cura residente para la evangelización de los indios, con la colaboración de órdenes religiosas" (p.9), se indican los oratorios anexos (Quilcay, Manchay, Cieneguilla, Venturosa, Mamacona y san Pedro de Lurín) y las ocho capillas: Lúcumo, Pueblo Viejo, Atocongo, Pacta, Caringa, Cacicasgo, Chamaure y San Juan.

En "descripción del templo" apenas se enumeran los preciados elementos de su fachada, torres campanarios, bóveda, retablos de las naves laterales (Virgen del Carmen y Cristo de la Agonía) y un reluciente retablo barroco, felizmente restaurado, que amerita la descripción de un experto en arte y que cuenta con un inventario de 1850 en el anexo 10.

El cuerpo del libro lo forma una cronología exhaustiva de datos alusivos a la fecha, lugar, asunto distribuidos por siglos (XVI, XVII, XVIII, XIX, XX, XXI) basados en la investigación de archivo (sobre todo el Arzobispal de Lima) y los aportados por los historiadores básicos, José Matos Mar, José Portugal Mendoza, María Rostworowski, P. Enrique Fernández.  La obra es un gran aporte para la historia reciente pues brinda datos de primera mano hasta el 11 de enero del 2014 en que se registra la llegada del Instituto Secular "Cruzada Evangélica". Por el "Libro de las Visitas" sabemos que santo Toribio lo visitó en 1598, confirmando a 125 y a 26 en el 1604.

 

El último capítulo da un listado de sacerdotes y religiosos que atendieron la parroquia durante los siglos XX y XXI, culminando con el propio autor, P. Eugenio García, misionero de Mallorca.

Al final se incluyen 143 anexos documentales de gran valor como el 1 acerca de la Cofradía de san Miguel de 1644, otros vinculados con las cofradías y las visitas pastorales, una interesante relación de feligreses que habían cumplido con el mandamiento de confesión y comunión pascual de 1759

Resalto como mérito de la publicación la abundancia de fotos y atractivo formato que lo convierten en obligado recuerdo de cuantos se interesan por el rico patrimonio cultural y espiritual que se custodia en la renovada parroquia que ahora celebra el jubileo de sus 450 años.  

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