domingo, 20 de septiembre de 2009

¡Cuando hay Ejercicios, el Demonio tiembla!

Hagan la prueba. Organicen Ejercicios Espirituales de San Ignacio, confeccionen carteles, repartan volantes, pidan oraciones, inviten uno a uno o en grupo…Y, ahora, anoten las dificultades, las excusas. Casi todas se encierran en dos: la falta de tiempo y plata, la falta de ganas y preparación. Les cuento lo que pasó este fin de semana. Se anunció en la radio, se puso en la TV, había 10 apuntados y de la manera más incomprensible no se presentaron. Cada vez me convenzo más de que el Diablo multiplica los problemas, principalmente actúa desanimando y restando importancia a esta actividad trascendental. Uno me llamó para decirme que tenía miedo y que no iría, al decirle que Jesús le esperaba para regalarle un fin de semana de paz y de misericordia, se mantuvo.

Claro que los militantes dieron la batalla, y tuvieron la iniciativa de invitar a “siete magníficos” de un salón de cuarto de secundario y no falló ninguno. A los siete se añadió uno de mis alumnos universitarios, así que por fin estuvimos 9 en total. Ya se imaginan cómo hubo que pelear el silencio –pues siempre tenemos los Ejercicios en silencio absoluto- y cómo convencer a jóvenes de 15 años que el silencio es excelente porque les va ayudar a encontrarse consigo mismos, con Dios y con los demás. Y que este medio fenomenal abarca tres dimensiones: el habla (no hablar nada), la vista (fuera curiosidades y miradas), la imaginación (atención al momento presente). Cuando llegó la reunión final alguno de los chicos comentó que habían entendido que “retiro en silencio” era porque se celebraba en un lugar silencioso pero no que se quedasen sin hablar.

Y si es verdad que hay dificultades, mayor verdad es que la gracia fluye a raudales en estos días de cielo. Les espigo alguno de los testimonios de los participantes: “Estuve a punto de no asistir; luego, de irme; pero tengo que dar gracias a Dios por esta nueva oportunidad de seguir adelante; he tomado decisiones personales trascendentales para mi vida; me convenzo que cada uno somos otro Cristo”  (Walter). “El silencio cuesta y por eso vale tanto; me sorprende que se pueda cambiar tanto en tan poco tiempo-“ (Cristian). “He descubierto cómo es mi relación con Cristo y cómo debe ser más estrecha; me han ayudado a valorar más mi religión, he descubierto cómo soy por dentro; me han costado pero me han gustado mucho” (José Carlos). “ El silencio, la importancia de unirme a un grupo; la maldad del pecado y cómo Cristo muere de nuevo para que yo resucite. El salmo 138 me recuerda que nada es imposible para Dios” (Jorge). “Rescato el triple silencio, sobre todo el de imaginación y vivir el momento presente; me convenzo de que hada es imposible para Cristo” (Daniel). “Me ha impresionado el testimonio de Abelardo de Armas que la vida es como una carrera de galgos en pos de la felicidad y que podemos confundir la realidad con sucedáneos como la liebre de serrín que confundieron con carne; nuestra felicidad está en Cristo. También me he dado cuenta de que la anécdota del Cristo roto tiene que ver conmigo y me ha animado a ser otro Cristo” (Junior). “Lo que más me ha gustado ha sido meditar la pasión de Cristo, ver cuánto nos ama Cristo. Salgo animado a mirar siempre hacia adelante, a ser misionero” (Jesús).

En la reunión final se encontraban también 6 militantes que animaron a los nuevos a perseverar. Manolo nos recordó cómo 40 años atrás él se planteó –al terminar sus primeros Ejercicios- si se podría vivir esto. “Gracias a los compañeros que me acogieron y me ayudaron les digo que sí se puede vivir; con calma, con esfuerzo, trabajando juntos; es como la hoguera que une a todos los troncos en un mismo fuego; mucho ánimo”.

Pues sí, a ser luz y calor. La malicia –como diría B. Gracián- sólo se vence con la Milicia (Job 7,1). Y hasta la próxima tanda que será dentro de un mes (16-18 de octubre).

 

 

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