El Instituto Secular Cruzados de Santa María, fundado por el Siervo de Dios P. Tomás Morales S.J. acaba de publicar en Ediciones Encuentro el libro Alpinista del espíritu. P.Eduardo Laforet Dorda (1957-1984).
El presente libro nos narra la trayectoria de una vida que siente sucesivamente la llamada a la plena consagración a Dios como laico, en el citado Instituto Secular; seguidamente al sacerdocio en dicho Instituto, y finalmente a la entrega de su vida por el papa Juan Pablo II, herido gravemente en el atentado el 13 de mayo de 1981. Así, una inesperada leucemia en plena juventud, entendida como una respuesta a su ofrecimiento a Dios, truncó definitivamente su vida un 23 de noviembre de 1984, recién estrenado su sacerdocio.
Con motivo del XXV aniversario de su muerte, en este Año Sacerdotal, se ofrece este libro como ejemplo para tantos jóvenes que desean seguir a Cristo entre temores y dudas. Eduardo Laforet refrenda con su vida el “no tengáis miedo” de Juan Pablo II. El libro ofrece en dos anexos, una recopilación de escritos, publicados o inéditos, del P. Eduardo Laforet.
La presentación oficial del libro fue pasado día 21 de noviembre en el salón de actos del Colegio Sagrado del Corazón de Madrid (Paseo General Martínez Campos, 6) a las 17,30 horas.
En Lima, lo celebramos el miércoles 25 de noviembre en el Salón de Actos de la Parroquia Santa María, Madre de la Iglesia (Av. Gregorio Escobedo, cdra. 8, Residencial San Felipe, lado del Teatro Peruano Japonés; Jesús María, Lima 11). Comenzó con el audiovisual “Una vida ofrecida por la Iglesia” enviada por Pedro Castrillo y que presentó Vicente Guillén, quien, además, nos aportó una preciosa anécdota sobre la humildad del P. Eduardo y cómo sabía pedir perdón por sus intemperancias. A continuación, Eduardo Zabala nos compartió varias anécdotas de los compañeros de Pamplona como el P. Alfonso Urbiola quien rescató lo feliz que se sentía cuando iban rezando el Rosario en latín camino de la Universidad o la explicación que les dio a la Asociación de Amas de Casa de Pamplona sobre la Trinidad: “Yo lo que les quería hacer ver es que la Santísima Trinidad es sobre todo familia de personas que vive unidad en el amor” le comentaba Eduardo. Lo decía tan convencido que siempre que llega la fiesta se acuerda de él y de su “resumen”. Por su parte, Andrés Jiménez reconoce que “era muy alegre e ingenuo, muy sensible e inteligente, confiaba mucho en Dios; de modeo especial sentía la presencia amorosa de Dios hacia él en las cosas que le ocurrían, hasta en las aparentemtne insignificantes como en aquella ocasión en que pasó un camión en sentido contrario a ellos y en la visera de la cabina tenía escrito “Eduardito”; me dijo, medio en serio medio en broma: ¡”Eh, mira, ¿ves? Dios me envía un saludo. Me quiere! La conversación siguió en broma sobre el tema, pero se tornó seria y sirvió de ocasión para aue me explicara lo presente que tenía a Dios y su seguridad de que Dios leamaba y se le comunicaba a través de todos los acontecimientos de la ida, los importantes y los más ordinarios y sencillos”
Por mi parte, pude compartir las fichas que me regaló y que tenían que ver con sus esquemas sistematizando el rico magisterio del Papa Juan Pablo II en su primera visita a España. Él lo resumió todo en una sola palabra: COHERENCIA.
La Eucaristía fue presidida por P. Alfredo Pérez Bustillo (compañero suyo en la Facultad de Teología en Burgos), quien se ordenó de diácono el mismo día y quien nos recordó la URGENCIA con la que Eduardo apremiaba a sus compañeros en los corrillos de la Facultad, entre clase y clase, instándoles a ser todo de Cristo, a vivir el mensaje de Fátima, a predicar el Evangelio.
Todos quedamos impresionados por este bello testimonio de su radical entrega sacerdotal y ofrecimos el acto como homenaje y oración por todos los sacerdotes en este Año Sacerdotal.