lunes, 28 de diciembre de 2009

RESPONSABILIDADES PLURIDIMENSIONALES DE LA EMPRESA

En el marco de mi Diplomado de Doctrina Social de la Iglesia, en la UCSS, el Seminario Internacional EMPRESA, TRABAJO Y RESPONSABILIDAD SOCIAL me interesó, tanto por el expositor –gran comunicador- como por el contenido expuesto -“La responsabilidad social empresarial” (RSE) de Mario Molteni-, así como el creciente interés que despierta en el mundo. A ello se une mi contacto personal académico y vital con todos estos asuntos que considero fundamentales en nuestra sociedad del conocimiento, en un mundo globalizado política y económicamente, pero que espera hacerlo en lo único definitivo: la solidaridad planetaria. .

El profesor Molteni define la RSE como “la aspiración de la empresa…de satisfacer en medida siempre creciente, más allá de las obligaciones de la ley, las legítimas expectativas sociales y ambientales, además de las económicas, de los distintos grupos de interés internos y externos, mediante el desarrollo de las propias actividades de la empresa” [1]

Debe subrayarse de entrada que la definición tiene muy en cuenta los objetivos de la empresa que suelen ceñirse sólo a lo puramente económico o crematístico, soslayando lo social, ambiental. Efectivamente, cuando se habla de “responsabilidad social”, suele hacerse de modo reductivo, limitándose a alguna actividad social, generalmente por Navidad o con motivo de alguna situación de emergencia, pura epidermis sin ir a la raíz, en profundidad, sin abrirse como es el caso del Dr. Molteni a una actitud, un estilo de vida empresarial, una actividad permanente, que genera un compromiso decidido.

Todo esto se evidencia en su gran amplitud de miras al estudiar el término “responsabilidad social”. En primer lugar, la empresa nace para crecer y para durar. Si invirtiese los términos y se dedicase a lo social en detrimento de la primigenia función económica significaría una especie de suicidio. Supuesto este aserto, es necesario destacar como lo hace el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia (n.276) el papel fundamental de los recursos humanos o “capital humano” en la empresa: Se habla también, de modo no totalmente apropiado, de « capital humano », para significar los recursos humanos, es decir las personas mismas, en cuanto son capaces de esfuerzo laboral, de conocimiento, de creatividad, de intuición de las exigencias de sus semejantes, de acuerdo recíproco en cuanto miembros de una organización. Se hace referencia al « capital social » cuando se quiere indicar la capacidad de colaboración de una colectividad, fruto de la inversión en vínculos de confianza recíproca

 

Del mismo modo, deja bien sentado el principio que, más allá de la finalidad económica, debe primar lo humano, lo social: Los componentes de la empresa deben ser conscientes de que la  comunidad en la que trabajan representa un bien para todos y no una estructura que permite satisfacer exclusivamente los intereses personales de alguno. Sólo esta conciencia permite llegar a construir una economía verdaderamente al servicio del hombre y elaborar un proyecto de cooperación real entre las partes sociales” (n. 399). Debe ser, por tanto, “una comunidad solidaria no encerrada en los intereses corporativos, tender a una « ecología social » del trabajo, y contribuir al bien común, incluida la salvaguardia del ambiente natural” (n. 340).

Cuando nos referimos a lo social, debemos considerar tanto a los accionistas como a los colaboradores. En el ejercicio de la responsabilidad destinado a cumplir la demanda de la sociedad civil hay un término básico en el mundo del voluntariado y la DSI que es el de “gratuidad”, coincidente en la RSE con el de “filantropía corporativa”.  Nos acaba de recordar Benedicto XVI en CiV n.6 que La «ciudad del hombre» no se promueve sólo con relaciones de derechos y deberes sino, antes y más aún, con relaciones de gratuidad, de misericordia y de comunión  tener…La caridad en la verdad pone al hombre ante la sorprendente experiencia del don. La gratuidad está en su vida de muchas maneras, aunque frecuentemente pasa desapercibida debido a una visión de la existencia que antepone a toda la productividad y la utilidad… El desarrollo económico, social y político necesita, si quiere ser auténticamente humano, dar espacio al principio de gratuidad como expresión de fraternidad. (n.34). En la época de la globalización, la actividad económica no puede prescindir de la gratuidad, que fomenta y extiende la solidaridad y la responsabilidad por la justicia y el bien común en sus diversas instancias y agentes… La solidaridad es en primer lugar que todos se sientan responsables de todos; por tanto no se la puede dejar solamente en manos del Estado (n.38). Una tercera acepción de social contiene diversos grupos -además: de colaboradores y sociedad civil- los proveedores y clientes de la empresa en cuanto sujetos, y los problemas ambientales relacionados con los procesos y los productos.

En la RSE hay que tener muy en cuenta las motivaciones profundas, más allá de las operaciones de márketing o coartadas publicitarias que como efecto bumerang acaba por destruir la pretendida responsabilidad en una hipócrita campaña de irresponsabilidad que nada tiene de social. En este sentido, se debe considerar el bien común, el respeto de los derechos, el sentido de la justicia, el gusto por la belleza, la filantropía y caridad. Para afianzar esta responsabilidad, hay que tener en cuenta unos factores internos como el de la motivación espiritual, el espíritu de equipo, la transparencia en las operaciones y comunicaciones, el ahorro, la productividad, los seguros…Como factores externos: la imagen, la licencia para obrar, confianza de los financiadores y clientes, la atracción de talentos, conciencia de existencia de consumidores críticos y organizados, negocios con valor ambiental, sistema de autogestión del horario de trabajo  

El motor de la RSE. Cabe resaltar, por último, la gran variedad de fuerzas interconectadas en el modelo que estudiamos. M. Molteni y E. Rosatto las sintetizan en ocho: macrofenómenos socioeconómicos, reglamentación, certificaciones y estándares, inversión socialmente responsable, centros de fomento de la RSE, servicios e iniciativas para las empresas, la sociedad civil, las empresas.

Entre los grandes fenómenos que hay que considerar en este contexto, se identifican siete: la globalización, la ecología, los derechos humanos de los trabajadores, la integración de los mercados financieros, los estudios de gestión de empresa (el capital humano, los valores compartidos, la cohesión entre el personal, la reputación, la confianza, las relaciones con clientes y proveedores, valor de los accionistas), el perfil del consumidor responsable, escándalos y quiebras empresariales de grandes empresas, descentralización y subsidiariedad vertical

Me contento con presentar el primero, el de la globalización, pues nos da la clave para abarcar mental y cordialmente la realidad total, tal como nos invita el Papa en su encíclica Caritas in veritate. Aunque no es un cheque en blanco al fenómeno de la globalización, el balance es sumamente positivo. Así, en el número 42 quiere que veamos tras ese proceso más visible “una humanidad cada vez más interrelacionada” con personas y pueblos para los que el proceso ha sido “de utilidad y desarrollo, gracias a que tanto los individuos como la colectividad asumen sus respectivas responsabilidades. …La verdad de la globalización como proceso y su criterio ético fundamental vienen dados por la unidad de la familia humana y su crecimiento en el bien. Por tanto, hay que esforzarse incesantemente para favorecer una orientación cultural personalista y comunitaria, abierta a la trascendencia, del proceso de integración planetaria. Antes, en el parágrafo 33, resalta que ha sido el motor principal para que regiones enteras superaran el subdesarrollo y es, de por sí, una gran oportunidad”.

 

CONCLUSIÓN:

Tras escuchar las ponencias del seminario, particularmente las de G. Manzone, sobre “la responsabilidad pluridimensional de la empresa” y la citada de M. Molteni, junto a las lecturas del reciente magisterio de la DSI, se ve un hilo conductor: la creciente creación de lazos solidarios de un mundo global y único que apuesta por la dignidad humana, en aras del bien común, los dos pilares básicos de la DSI. Benedicto XVI en CiV nos ilumina con un detalle bien concreto y representativo para nuestra tesis:

La interrelación mundial ha hecho surgir un nuevo poder político, el de los consumidores y sus asociaciones. Es un fenómeno en el que se debe profundizar, pues contiene elementos positivos que hay que fomentar, como también excesos que se han de evitar. Es bueno que las personas se den cuenta de que comprar es siempre un acto moral, y no sólo económico. El consumidor tiene una responsabilidad social específica, que se añade a la responsabilidad social de la empresa (n.66)

 



[1] Molteni, Mario- Rossato, Elena (2007) Responsabilidad social y resultados de empresa. Hacia una síntesis sociocompetitiva / -- Lima : Universidad Católica Sedes Sapientiae, Fondo Editorial, p.22

 

 

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