lunes, 31 de marzo de 2014

San Pedro Regalado, patrono de Valladolid (España)

San Pedro Regalado
«Flor de la reforma franciscana. Fue discípulo aventajado de Pedro de Villacreces. Pasó su vida consumido en oración y sacrificios, sosteniendo el rigor de la Regla que había heredado. Hizo muchos milagros»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 30 de marzo de 2014 (Zenit.org) - Pedro Regalado y de la Costanilla nació en Valladolid, España, hacia 1390. Perdió a su padre siendo muy pequeño. Su madre lo llevaba temprano al convento de San Francisco donde actuaba como monaguillo, por lo que fácilmente se estableció un vínculo entrañable con los religiosos a los que acompañaba en la santa misa, despertando en él una temprana vocación. A los 13 años ingresó en el convento.

Era jovencísimo cuando le impusieron el hábito. Los muros de los claustros albergaban a personas sin escrúpulos ni vocación. Se habían recluido en esos recintos con variadas y distintas intenciones, lo cual se evidenciaba en una falta de espíritu religioso. A nada de ello fue ajeno el momento histórico que propició numerosos arribismos de esta naturaleza. En esa época, el venerable fray Pedro de Villacreces, egregio maestro en teología por las universidades de París, Toulouse y Salamanca, estaba dispuesto a actuar para renovar la vida monástica que se había impregnado de muchas sombras proyectadas en ella al margen de la consagración. Con este objetivo, el obispo de Osma le autorizó a fundar por tierras burgalesas.

En 1404 llegó a Valladolid. Procedía de las cuevas de Arlanza y del eremitorio de La Salceda donde se hallaba buscando seguidores para secundarle en tan delicada misión. Cuando Pedro Regalado lo conoció a sus 14 años, entró en inmediata sintonía con él. La diferencia de edad –el fraile superaba los 60–, nunca fue un muro entre ambos; todo lo contrario. Y es que los dos compartían el anhelo de conquistar la santidad, y ante este altísimo fin nada se interpone. Entonces fray Pedro ya era considerado santo por muchos, y fue instructor del joven que aprendió a estimar junto al fraile el cumplimiento de la observancia franciscana.

Partieron juntos rumbo a La Aguilera, lugar colindante a Aranda de Duero, para fundar un convento. Con sumo gozo, y sin temor a la austeridad porque buscaba la gloria de Dios con todas sus fuerzas, se abrazó el muchacho al rigor de la regla. Y no era baladí. De las veinticuatro horas que tiene el día, diez estaban destinadas a la oración comunitaria y personal, trabajo y limosna. Éste era, en esencia, el plan cotidiano. El bondadoso fraile se ocupó de formar a Pedro Regalado para el sacerdocio. Éste celebró su primera misa en la ermita del convento en 1412. De algún modo era su credencial para realizar el apostolado en la cuenca media del Duero. Su virtud, percibida en palabras y gestos, era bendecida con hechos prodigiosos por los que fue reconocido como «el santo del Duero». Nadie quedaba indiferente ante sus dotes taumatúrgicas. Fray Pedro de Villacreces podía respirar tranquilo; Dios había bendecido a la Orden con un gran santo. Durante once años cumplió con alegría las humildes misiones que le encomendaron. Ofrecía limosnas a los pobres que llegaban al convento, trabajó en la cocina como ayudante, y fue sacristán, entre otras.

En 1415 cuando fray Pedro fundó El Abrojo en la provincia de Valladolid, su discípulo estaba tan bien formado y había dado tales muestras de virtud que no dudó en elegirlo maestro de novicios. Y como tal prosiguió su vida de intensísima mortificación y penitencia. Recorría el entorno como un consumado predicador. Con su sencillez y ardor apostólico arrebataba numerosas conversiones. Todos acudían a él con el corazón contrito y la certeza de que saldrían plenamente renovados después de mostrarle las huellas de sus heridas. Nada tiene de particular que en octubre de 1422, cuando se produjo la muerte de Villacreces, tras el capítulo de Peñafiel los religiosos de las dos casas fundadas por él pensaran en Pedro Regalado para que siguiera al frente de todos como prelado o vicario. Y no se equivocaron. La reforma se extendió como un floreciente rosario de nuevas fundaciones, conocidas como «las siete de la fama».

Pedro, con su inflamada devoción por la Eucaristía, la Pasión de Cristo y María, hilvanaba las jornadas consumiéndose en oración y sacrificios, sosteniendo el rigor de la regla que había heredado. Toda disciplina cabía en su acontecer. Los habitantes del lugar sabían de su severo ascetismo. Veían su escuálida figura perfilada sobre el cerro del Águila, rebosante de austeridades, portando los símbolos del Redentor: cruz, corona de espinas y soga, mientras realizaba el Via Crucis.

Los milagros se sucedían, como también los favores celestiales que recibía. Uno de ellos, quizá el más renombrado, alude a un 25 de marzo, festividad de la Anunciación; estuvo vinculado a su amor por María. Fue Ella quien debió colmar el anhelo del santo de poder postrarse ante su imagen en la iglesia de La Aguilera mientras rezaba maitines. El lugar distaba unos ochenta km. del Abrojo. Pero los ángeles hicieron posible este sueño de Pedro trasladándole en un santiamén al templo, mientras una estrella que simbolizaba a la Virgen los conducía. Devuelto del mismo modo al convento, una vez hubo cumplido su anhelo, todo se produjo en tan brevísimo espacio de tiempo que ninguno de sus hermanos llegó a percatarse de su ausencia, ignorando lo concerniente a este hecho prodigioso.

En 1456 Pedro viajó a San Antonio de Fresneda, cerca de Belorado, y se reunió con un religioso antiguo compañero suyo que se hallaba enfermo. También él regresó al Abrojo debilitado. Ante la cercanía de su muerte, se trasladó a La Aguilera y el 30 de marzo de ese año entregó su alma a Dios. Cuando en el estío de 1493 la reina Isabel la Católica visitó el convento, se dirigió a las damas de su séquito y aludiendo a la tumba de Pedro, dijo: «Pisad despacio, que debajo de estas losas descansan los huesos de un santo». Fue beatificado por Inocencio XI el 17 de agosto de 1683. Benedicto XIV lo canonizó el 29 de junio de 1746. Es el Patrón de Valladolid.

http://domuspucelae.blogspot.com/2009/05/historias-de-valladolid-san-pedro.html

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domingo, 30 de marzo de 2014

La alfabetización de los indios del Perú en el S. XVI

La alfabetización de los indios del Perú en el S. XVI

 

Dra. Noelia Pizarro, Universidad de Salamanca

Conferencia en la UCSS, Lima, 6-XI-2007

PIZARRO JUÁREZ, Noelia. «Colonialismo y educación en Perú. Escuela y evangelización en la sociedad virreinal (s. XVI)». Salamanca: Universidad de Salamanca, 2011. Director: Dr. Leoncio Vega Gil. Publicada en el 2013

 

 

El gobierno de Carlos V y Felipe II obedeció a una política centralista que permitió el dominio de varios territorios, entre ellos los del Nuevo Mundo. Fueron numerosas las empresas en las que se sumieron estos dos monarcas a lo largo del siglo XVI, con tres finalidades fundamentales: la imposición de su soberanía, la defensa de sus tierras y de la limpieza de la fe cristiana, ya que protestantes y musulmanes supusieron una gran amenaza para la integridad de la misma.

Desde un punto de vista económico se trataba de una potencia bien abastecida, sobre todo a partir del descubrimiento de las Indias. Sin embargo, su participación en varias guerras,  las ansias de lujo y derroche, y las malas gestiones fueron debilitando ese armazón inicialmente bien constituído.

En la sociedad española del siglo XVI sobresalían la nobleza y el clero por su desahogado estado económico. La primera demostró su fidelidad a la Corona y en todo momento intentó mantener, e incluso mejorar, su status dentro de la sociedad. Con respecto al clero, se mejoró su nivel intelectual y formativo, y como consecuencia,  pronto se convirtió en uno de los focos de mayor irradiación cultural, mediante la difusión de conocimientos científicos por parte de sus diferentes miembros y la fundación de centros educativos, entre otras muchas actividades.

La educación en el siglo XVI fue un claro reflejo de la situación política, económica e ideológica imperante en estos años. Se dio gran importancia a la educación por considerarla algo fundamental para el desarrollo integral del hombre y un efectivo instrumento de reproducción del modelo de sociedad que en aquellos momentos se perseguía, donde la fidelidad a la religión católica y el apoyo a las directrices que emanaban de la monarquía ocupaban un lugar relevante. Existía una gran preocupación por el perfeccionamiento cultural de la población, y sobre todo se insistió en ello, en cuanto a lo que la población eclesiástica se refiere. Fueron distintos los agentes que se encargaron de la propagación de las escuelas. Los niveles educativos estuvieron al alcance de todas las clases sociales, siendo más restrictivo el acceso de los sectores menos pudientes a las enseñanzas superiores. Así, los altos grados de la intelectualidad fueron un privilegio de las clases más adineradas. Las enseñanzas humanísticas y teológicas acapararon mayormente la atención de los educandos.

Cumpliendo con los fines perseguidos, la monarquía española se decidió a ampliar aún más sus límites a través de los descubrimientos, con el objetivo inicial de encontrar nuevas vías de comercio que engrosaran los ingresos del país. De esos nuevos hallazgos se encargará el almirante Colón, cuya actuación, permitiría el contacto entre culturas desconocidas hasta el momento, como la azteca y la inca, y la cultura española.

A partir de esos primeros hallazgos que acapararon la atención y el interés de los descubridores y de la Corona española, llegará un momento en que ésta última necesitará de la máxima autoridad eclesiástica para afianzar sus derechos sobre las Indias. Así, a través de las bulas expedidas por el papa Alejandro VI a finales del siglo XVI, se concede a los monarcas españoles todas las tierras descubiertas hasta el momento y otras que hallaran, siempre que no se entrometieran en los espacios pertenecientes a otros reyes, y con la máxima finalidad de transmitir a la gente de las nuevas tierras descubiertas la fe cristiana. Por lo tanto, ahora a los propósitos económicos se unen los religiosos, de relevante interés y especial preocupación para la Corona, dada su gran defensa del catolicismo dentro de los límites de sus dominios.

Cuando los españoles se dirigieron hacía el sur del continente americano se encontraron con una cultura de grandes dotes militares, arquitectónicas y  organizativas,  que coincidía con la española en que su rey o máxima autoridad de aquella sociedad, el Inca, ejercía también sobre sus súbditos un gobierno centralista. Igualmente, la nobleza era la clase más privilegiada y los campesinos o clases más humildes aquellas que sustentaban al país a través de sus múltiples trabajos, gran parte de ellos colectivos. De igual manera, los niveles educativos superiores estaban reservados a las clases altas, a los futuros dirigentes del país, aquellos que ocuparían cargos de importancia y responsabilidad. La utilización del quechua como lengua oficial,  la práctica de una religión politeísta muy arraigada así como la resistencia a verse dominados por otras culturas, serán algunos de los aspectos contra los que tendrán que luchar los españoles para asimilar  la cultura inca a la española.

Una vez que las autoridades, tanto eclesiásticas como civiles, fueron conscientes de la riqueza y del tipo de gente que habitaban aquellos territorios, sus objetivos se fueron ensanchando, y ahora además de descubrirlas, también querían habitar con ellas. Ello lo harán a través de las conquistas, una forma que provocó la alarma no entre pocas sino varias personalidades, que veían en esta actuación una manera injusta e ilegítima de ocupar las tierras indianas. Dos de los teóricos más importantes de la época que reflexionaron acerca del tema fueron Francisco de Vitoria y Ginés de Sepúlveda.

Esa crítica social fue en aumento cuando una vez conquistados los territorios se adoptaron ciertas formas de organización y trabajo, como fue el caso de las encomiendas, donde los indios eran los más perjudicados, pues éstos al servicio de los españoles eran víctimas de la avaricia de sus patrones. La Corona no permaneció impasible ante tales actos e intentó legislar de forma adecuada un tipo de organización que no creara tantos prejuicios en los indios, a pesar de que los planteamientos iniciales de las encomiendas en ningún momento persiguieron el aprovechamiento del indio si no la búsqueda de un sistema que facilitara el aprendizaje de la fe cristiana y la educación en ciudadanía. Sin embargo, la avaricia de algunos españoles, como ocurrirá en tantas ocasiones, desvirtuó esas intenciones iniciales.

A pesar de los muchos atropellos que, los españoles civiles, y aún eclesiásticos, dominados por grandes deseos de riquezas, cometieron contra los indios, las autoridades españolas en ningún momento descuidaron su cuidado y protección, misión que se encomendará especialmente a los misioneros presentes en aquellas tierras.

Los monarcas para asegurarse del buen funcionamiento de sus posesiones diseñaron todo un cuerpo administrativo-político, a imagen y semejanza del español, en el cual un gran número de autoridades harían cumplir sus órdenes y mantener el control de todo lo que ocurría en aquellas tierras, siendo la máxima autoridad el virrey, al que se definiría como el otro ego del monarca español, sólo que dentro de la vastos territorios que constituían el virreinato del Perú.

Por otro lado, el clero regular y secular, con una misión tan importante como era la evangelización de los indios, también se encargará de organizar su ámbito de actuación, trasladando las formas españolas a las Indias. Así, se alzarán obispados y arzobispados que, junto con la celebración de los concilios y sínodos, velaran por la buena marcha de la Iglesia en tierras peruanas.

Las relaciones Iglesia- Estado obedecieron a los preceptos que el Regio Patronato Indiano imponía, de tal manera que las autoridades civiles llegaron a inmiscuirse demasiado en asuntos pastorales, gracias a los privilegios que en materia eclesiástica les habían sido concedidos,  y que no pocas veces serán la causa de varios conflictos entre estos dos tipos de autoridades.

A pesar de las restricciones de funciones eclesiásticas provocadas por el Regio Patronato, el sector religioso ocupó un papel muy importante en el Perú, ya que fue a él  a quien se le encomendó la ardua tarea de enseñar en la fe cristina a unas personas que hablaban distintos idiomas y que además veneraban a una gran cantidad de dioses. Sin embargo, su tenacidad les llevará a desarrollar distintas medidas y estrategias con las que enseñar a los indios los preceptos de la fe cristiana.

Algunas de las medidas que se adoptaron fue el aprendizaje del quechua por parte de los misioneros, el conocimiento acerca de su cultura, la adaptación de la misma a las cosas que se les quería enseñar, siempre que éstas no fueran en contra de la doctrina cristiana, la perseverancia en sus enseñanzas, la persuasión y repetición de las mismas, con la finalidad de alejarlos de sus antiguas creencias y convertirlos en fieles devotos de la fe de Cristo.

Los tres Concilios limenses que se celebraron en el siglo XVI serían decisivos en la regulación de estas enseñanzas, así como en el comportamiento que todos los doctrineros debían adoptar y cumplir de cara al éxito de las mismas. De esas tres asambleas, la de mayor alcance y envergadura sería la convocada y presidida por Santo Toribio de Mogrovejo, con la ayuda y colaboración de otros grandes teólogos e intelectuales de la época, como fue el caso de José de Acosta.

En este tercer Concilio se consiguió algo que ya venía siendo perseguido desde los tiempos del arzobispo Loaysa, y que no era otra cosa que la consecución de la uniformidad de doctrina, catecismo y  lengua, en las enseñanzas con los indígenas. Prueba de ello fueron la elaboración de la doctrina, confesionario y tercer catecismo compuesto en las tres lenguas mayoritarias del virreinato, el castellano, el aymara y el quechua, cuyo objetivo era facilitar la enseñanza de los doctrineros, no siempre muy desenvueltos en la nueva lengua, y el aprendizaje de los neófitos de las verdades de fe.

Junto a esta labor evangelizadora los misioneros desarrollaron una importante labor educativa y civilizadora, acciones que llevaron a cabo de un manera conjunta y paralela, aunque siempre los principios de la doctrina cristiana eran  quienes marcaban la marcha de las mismas, algo que a la vez no parece extraño dada la trascendencia que tenía la fe cristiana en la sociedad española del siglo XVI.

El contenido de esa educación abarcaba además de los propios de la religión cristiana, la lectura, la escritura, el cálculo, y también en ocasiones enseñanzas profesionales que fueran de gran utilidad al indio en su vida diaria y laboral. Existieron algunos colegios donde también los religiosos impartieron estudios superiores, destinados a la educación de los jóvenes hijos de caciques o de la alta nobleza, principalmente, ya que éstos eran los destinados a ocupar los puestos más importantes dentro de la sociedad colonial, y porque con sus actuaciones constituían un ejemplo con respecto al resto de la población.

La labor educativa de los religiosos alcanzará su punto culminante con la creación por parte de un grupo de dominicos de un estudio general, más tarde conocido como la Universidad de San Marcos de Lima.

Estas acciones educativas y evangelizadoras permitían una mejora de los usos, prácticas y costumbres de los indios, y por lo tanto su civilización, a través de una modelación de su persona lo más parecida posible a la española.

Autoridades civiles y eclesiásticas se preocuparon por el cuidado, la promoción, educación, civilización y evangelización del indio. En el primer caso, un ejemplo de ello será la labor desarrollada por el virrey Toledo en el Perú, el cual, como ocupante de un cargo político importante y como gran conocedor del territorio peruano por el  número de visitas que realizó por distintos lugares del mismo, elaboró unas ordenanzas que regulaban la vida cívica y laboral del indio, con la finalidad de que no se cometieran agravios contra los mismos y que lo que se potenciará fueran sus habilidades y educación.

En el caso de personalidades eclesiásticas, fueron Santo Toribio de Mogrovejo y José de Acosta quienes ocuparon un lugar preeminente en la educación, humanización y evangelización de los indígenas. Ambos se preocuparon de conocer la realidad en la vivían los naturales del Perú, así como de la adopción de medidas que potenciaran sus capacidades y habilidades intelectuales. El arzobispo de Lima realizó tales intereses a través de la celebración del III Concilio, donde se adoptaron medidas importantísimas que afectaban de manera directa a la educación y evangelización de los indios, y en las cuales también colaboró el jesuita José de Acosta.

 José de Acosta fue una de las personas que más se preocupó por una buena educación, cristianización y humanización de los indios. A través de las visitas que realizó por el virreinato observó que eran varios los errores cometidos por religiosos y civiles, y especialmente en los métodos de evangelización, no siempre acertados, y por otra parte cuando su mal ejemplo afectaba sobremanera al comportamiento de los indios y a su buena predisposición para la recepción del evangelio y otras actividades educativas. Así, decidió reflexionar acerca de qué medidas favorecerían el desarrollo educativo de los indígenas, con la finalidad de que la adopción de éstas permitieran un mayor éxito en las labores de enseñanza llevadas a cabo por los misioneros.

Su aportación incluye importantes métodos educativos que se caracterizan por la persuasión y la perseverancia, así como la comprensión de la cultura indígena y el aprendizaje de la lengua quechua, todas ellas planteadas con el objetivo de conseguir una mayor efectividad en las labores de educación y evangelización desarrolladas con los indios. Tuvo un papel fundamental en la elaboración castellana  del catecismo compuesto en el III Concilio, así como en la aprobación de las medidas adoptadas en el mismo, ante el rey y el papa.

En definitiva, a lo largo de toda mi investigación he podido corroborar que los posibles intereses exclusivamente económicos que pudo tener la Corona en un principio al descubrir, conquistar y colonizar las tierras peruanas fueron evolucionando, afortunadamente, hacía fines de tipo educativos y no exclusivamente económicos.

Como es propio de la época, los contenidos de la doctrina cristiana ocuparon un lugar relevante en las enseñanzas que se llevaron a cabo con los indios, pero también se abrieron colegios o centros en los que se les impartía otro tipos de enseñanzas como la lectura, el cálculo y la escritura, en el caso de la enseñanza elemental, mientras que en los superiores se dedicaba una gran atención al cultivo de las humanidades.

Algunas personalidades de la época, tanto civiles como eclesiásticas, se ocuparon del cuidado y la protección de los indios, así como también influyeron a través de sus cargos, formación y pensamiento en la mejora y perfeccionamiento de la educación, civilización, evangelización y humanización de los mismos. Por tanto, me atrevo a afirmar, que pensar que la acción de los españoles en el Perú en el siglo XVI, sólo obedeció a fines lucrativos, como muchos afirman, constituye una opinión sesgada y extremista, pues resulta mucho más justo, veraz, equitativo y fructífero adoptar una postura más global y dialéctica donde se plasme no sólo las actuaciones y hechos negativos sino también aquellos que partieron y se efectuaron con las mejores  intenciones y resultados positivos.

Así pues, tras la realización de mi investigación y formulación de mis conclusiones he podido corroborar que las hipótesis planteadas en un primer momento se han cumplido, así como la satisfacción de mis objetivos.

 

 

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APRA Y CATOLICISMO SEGÚN LOS JESUITAS P. VARGAS UGARTE Y J. KLAIBER


Comparto dos textos contrapuestos o complementarios –depende cómo se mire- acerca del aprismo y el catolicismo. La verdad que me resulta bastante difícil comprenderlos. Me gustaría que mis buenos amigos –de ahora- que son ahora católicos y apristas puedan comentarlos.

 

 

El primero es del gran historiador. VARGAS UGARTE, R. Aprista o católico. Una réplica El Deber, Arequipa, 1934

 

no es posible, sin hacer traición a la fe que profesas militar en las filas del Aprismo. No te seduzcan sus vanas promesas y sus protestas de neutralidad religiosa. Esta es tan irrealizable como la pretensión del socialismo de acabar con todas las diferencias sociales. No pienses por eso, especialmente si perteneces a la clase trabajadora que la Iglesia no presta su apoyo a las justas reivindicaciones de los obreros y no trate de mejorar su situación.

 

En el Perú, la Iglesia no ha olvidado sus deberes en esta parte. Desde que se implantó la fe en nuestro suelo, ella se puso del lado de los débiles para defenderlos contra las exacciones de los fuertes. Instruyó el indio y se constituyó en su protector. Después de haber entregado a la civilización a miles de esos seres, se dedicó a atender a sus necesidades espirituales y corporales y creó en todas partes escuelas, asilos, hospitales. Desposeída más tarde de sus bienes, ha continuado su misión benéfica y civilizadora en la medida que se lo han permitido sus recursos y la absorbente centralización de los gobiernos. Aún hoy, bien patente está su acción y los pobres no lo ignoran. Pero no contenta con eso no se cansa de enseñar a todos sus deberes y a los ricos les predica la moderación y la caridad y a los pobres la resignación y la paciencia y así como reprende el Fausto y el afán de goces en los unos así también corrige las pretensiones injustas de los otros. Por eso, ella será la que salve al Perú ( p. 36)

 

El segundo lo tomo del blog del historiador Daniel Parodi: http://blog.pucp.edu.pe/item/182706/jeff-y-el-apra

 

La particularidad con la que el P. Klaiber enfocó el fenómeno aprista es fundamental pues ninguna otra agrupación política peruana del siglo XX ha despertado las pasiones que el APRA, ni desatado una polarización a todo nivel: familiar, política y académica. Pero Klaiber fue un Sacerdote Jesuita norteamericano que se vio atraído, más bien, por la especificidad de un movimiento que, aunque revolucionario en sus prácticas originales, levantaba las banderas de la democracia oponiéndolas a las del socialismo. Al mismo tiempo, a Klaiber le parecía que dicho Partido presentaba elementos de una religiosidad vinculable con el cristianismo, y, desde esa mirada, estudió su trayectoria y la de su líder Víctor Raúl Haya de la Torre.


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sábado, 29 de marzo de 2014

MITRAS DEL CALLAO...EN REDEMPTORIS MATER

Les comparto una primicia de la Facultad Redemptoris Mater del Callao. Se ha iniciado un museo con una vitrina de las mitras de los prelados de la diócesis del Callao. Estupenda iniciativa de su rector P. Antonio Céar Molinero, quien me envía la foto de Monseñor Miguel Irízar con su mitra. 
Añado este artículo de Enciclopedia Católica sabiamente ilustrado por su director José Gálvez: 
https://mail.google.com/mail/u/0/?tab=wm#inbox?compose=1451066a41f9af8f

La mitra es una prenda con que los cardenales, arzobispos, obispos, abades, cubren y adornan su cabeza en las funciones de su ministerio. Los que detentan tal privilegio se denominan Mitrado en referencia, justamente, a la persona que puede usar mitra.
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Origen La mitra ha sido objeto de investigaciones acerca de su origen y forma original. Este sombrerete era utilizado por los sacerdotes persas (con sotanas blancas).

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Hacia el siglo V se conocía en la Iglesia oriental un bonete semiovoide que llevaban los obispos en las funciones y es posible que en la occidental hubiese algún otro para abrigar la cabeza y sin carácter litúrgico. Pero estas prendas carecían de la uniformidad y significación que tiene la verdadera mitra episcopal según aparece en algunas miniaturas.

La primera representación figurada que se conoce de la mitra se halla en unos códices del siglo XI y el primer documento oficial que habla de ella es una bula del papa León IX, fechada en 1049. Sin embargo, las mitras más antiguas que se conservan son posteriores al siglo XIII.


Se deduce de algunos códices que la mitra debió empezar a utilizarse hacia mediados del siglo X pero sólo por privilegio o concesión pontificia que se iba repitiendo en casos particulares y hubo de transcurrir casi un par de siglos para que fuese común y ordinario dicho uso. La primera concesión que obtuvo algún abad para usar la mitra data del año 1000 d.C. y aunque fue una concesión puramente personal fue seguida de otras muchas que dieron por resultado el privilegio estable de poder usar dicha prenda en ciertos monasterios (abades mitrados).


Etimología

El verbo mitrar significa obtener un obispado y mitral se aplica a lo que posee forma de mitra.Mitra deriva del latín mitra: cinta o faja para la cabeza; especie de tocado asiático, turbante. En latín antiguo también significaba cable. Los latinos tomaron esta palabra del griego. Es de la misma familia que el persa antiguo Mithra (divinidad de la luz), significando en sentido implícito parte o partícipe de un tratado, y que el "avesta mithra" (tratado, contrato; idea de vínculo). En última instancia, proviene del indoeuropeo mitro (lo que liga), formado por mi/ mei (ligar, vincular, atar) y por el sufijo de instrumento -tro.


Evolución de la mitra

Las antiguas representaciones gráficas de mitras y los ejemplares auténticos que se conservan de esta prenda desde el siglo XIII nos dan a conocer las sucesivas evoluciones de la misma que se produjeron de la siguiente forma:

durante todo el siglo XI la mitra consistió en un birrete cónico adornado con una simple cinta o galón alrededor de la frente, llamado círculus, pendiendo por detrás los extremos de la misma, llamados ínfulas, que son un símbolo de poder, ya desde tiempos anteriores (que se manifiesta en la expresión: tiene muchas ínfulas). Al comenzar el siglo XII se va redondeando la punta cónica y luego se hunde la mitra por la parte central formando a los lados sendas partes redondeadas que en muchos ejemplares terminan en punta y queda la mitra con puntas laterales, muy común en el siglo XII, llegando así hasta comienzos del siglo XIII. A partir del siglo XII, se adornan algunas mitras con bordados y pedrería según el estilo de cada época. También se ornamentan con bordados las cintas que penden por detrás de la mitra llamadas ínfulas, trascolos y fanones, que en la Edad Media llegaron a tener campanillas de oro suspendidas. a finales de dicho siglo XII comienzan en algunos modelos a colocarse las puntas de la mitra por delante y por detrás, en vez de los lados y se adornan con un galón vertical o títulus, continuando como anteriormente tanto los círculus como las ínfulas. tras seguir con la disposición anterior de mayor anchura que altura, en el siglo XIV adquiere mayor altura con el afilamiento de las puntas igualándose la altura y la anchura a finales del mismo. la altura de la mitra sigue creciendo en los siglos siguientes hasta llegar a una altura casi el doble que la anchura en los siglos XVII y XVIII. En el siglo XVI se transforman las puntas angulares en arcos apuntados.

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jueves, 27 de marzo de 2014

Dr. Willem F.H. Adelaar, de la Universidad de Leiden (Holanda) destaca la gran labor de Santo Toribio para identificar las lenguas nativas en el "Diario de la Visita"

El tema central del VIII Congreso Internacional de Lingüística Misionera es

"Esfuerzos de normalización y codificación de las lenguas indoamericanas en el contexto de la evangelización del periodo colonial (siglos XVI - XVIII)"

 

Los vocabularios y gramáticas coloniales de las lenguas amerindias elaborados por los religiosos son el resultado de un esfuerzo orientado a cubrir necesidades pedagógicas y pastorales, en el que, como bien se sabe, la descripción lingüística no constituye un fin en sí mismo sino más bien un instrumento construido para satisfacer las necesidades señaladas. Parte constituyente del proyecto evangelizador son las distintas manifestaciones discursivas vinculadas con los afanes misioneros. Ello implica,  una dimensión social y comunicativa, que buscó ser atendida no solo por un cuerpo textual que codificó las lenguas aborígenes en diccionarios y gramáticas, sino que también procuró garantizar la transmisión de la fe cristiana por medio de textos religiosos, doctrinales, confesionarios y sermonarios.

 

Principalmente durante los siglos XVI y XVII, asistimos a un rico periodo de producción gramatical y léxica, que exigió que los religiosos meditaran sobre la variedad de la lengua que describían, y que siguieran un modelo léxico y gramatical de codificación que, como bien se sabe, se apoyó fuertemente en la tradición latina. Ello condicionó el modo de aproximación a la comprensión del funcionamiento de estas lenguas. Ya lo decía Santo Tomás (1560) para la lengua quechua, que estaría “encerrada debajo de las reglas y preceptos de la latina” (Prologo a Felipe II, Grammatica). Es bajo estos moldes que se examinan lenguas tipológicamente distintas de las del tronco latino con las que los religiosos estaban familiarizados, en una actividad que se debate entre la aplicación de los modelos tradicionales y la innovación que reclaman la descripción y el conocimiento de la realidad novedosa.

Los misioneros se enfrentaron también a la tarea de adecuar las lenguas amerindias tanto a la expresión de las verdades cristianas como a las exigencias de la escritura. Las decisiones ortográficas y estilísticas se discuten muchas veces en los paratextos de los textos pastorales, y encuentran grados variables de éxito a través de la textualidad misionera.

 

El presente congreso acoge los problemas de Lingüística Misionera que se inscriben dentro del presente  marco histórico general y las contribuciones sobre otros ámbitos de la Lingüística Misionera  de otras áreas geográficas  como China, Japón, África, etc. y periodos temporales posteriores hasta el siglo XIX.

 

El congreso tiene  lugar en el Auditorio del Departamento de Humanidades (martes 25, miércoles 26 y viernes 28 ) y en el Instituto Riva-Agüero (jueves 27).

Departamento de Humanidades, Pontificia Universidad Católica del Perú. Av. Universitaria 1801, San Miguel.

Instituto Riva-Agüero, Pontificia Universidad Católica del Perú. Jirón Camaná 459, Lima.

El programa es el siguiente:

Martes 25 (Auditorio del Departamento de Humanidades)

Horario

Actividad

9:00-9:30

Registro y entrega de documentos

9:30-10:00

Apertura

10:00-10:30

Rupturas y continuidades en la lingüística misionera. Pastorelas en lengua de Michoacán
Frida Villavicencio Zarza, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social

10:30-11:00

Café

11:00-11:30

La labor lingüística del fraile franciscano Maturino Gilberti
Pino Valero, Universidad de Alicante

11:30-12:00

Huastec missionary linguistics: two recently discovered manuscripts
Bernhard Hurch, Karl-Franzens-Universität Graz

12:00-12:30

El k’ichee’ evangeliza al q’eqchi’: las lenguas indígenas como modelo de discurso doctrinal en la primera evangelización del altiplano guatemalteco
Sergio Romero, University of Texas at Austin

12:30-2:30

Pausa

2:40-3:30

Ponencia Principal
La codificación del maya de Yucatán desde la época prehispánica hasta el periodo colonial
Ramón Arzápalo, Universidad Nacional Autónoma de México

3:30-4:00

De las cartillas en la Nueva España: tradición e innovación
Beatriz Arias Álvarez, Universidad Nacional Autónoma de México

4:00-4:30

Café

4:30-5:00

Parts of the whole in order: the invention of textual norms from missionary literature to notarial writing in Oaxaca, New Spain
Martina Schrader-Kniffki, Johannes-Gutenberg-Universität Mainz/ Yanna Yannakakis, Emory University

5:00-5:30

Análisis metalexicográfico de cuatro vocabularios coloniales del norte novohispano
Andrés Acosta Félix, Universidad de Sonora/ Zarina Estrada Fernández, Universidad de Sonora

5:30-6:00

Selección léxica y normalización en la lengua Timucuana
Lisa M. Noetzel, College of Coastal Georgia

6:00-6:30

La gramática colonial en América como forma histórica del saber lingüístico
Wulf Oesterreicher, Ludwig-Maximilians-Universität München

Miércoles 26 (Auditorio del Departamento de Humanidades)

Horario

Actividad

9:30-10:00

El acento en las artes misioneras filipinas
Miguel Cuevas Alonso, Universidade de Vigo

10:00-10:30

El Tesauro ilocano perdido (1781-1784 [ca. 1710])
Rebeca Fernández Rodríguez, Universidade de Trás-os-Montes e Alto Douro 

10:30-11:00

Café

11:00-11:30

Nebrija, Sánchez de las Brozas y la lingüística misionero-colonial: análisis en Filipinas
Joaquín Sueiro Justel, Universidade de Vigo 

11:40-12:30

Ponencia Principal
Dilemas da vernacularização da tradição discursiva jesuítica tupi na Amazônia no século XVIII: manter ou alterar a oração do “Pai Nosso”?
Cândida Barros, Museu Goeldi / Ruth Monserrat, Universidade Federal do Rio de Janeiro

12:30-2:30

Pausa

2:30-3:00

Teología de la traducción en los catecismos de Venezuela: dificultades y desarrollo estilístico
Roxana Sarion, Universiteit van Amsterdam

3:00-3:30

El uso de las lenguas indígenas y el proceso de evangelización en el Nuevo Reino de Granada a finales del siglo XVI y comienzos del XVII: el caso de los muiscas
Jorge Augusto Gamboa M, Instituto Colombiano de Antropología e Historia

3:30-4:00

Un intento de configuración de lengua general en el sur de Colombia: el Vocabulario de la lengua general de los indios del Putumayo y Caquetá
Micaela Carrera de la Red, Universidad de Valladolid / Francisco José Zamora, Universidad de Valladolid

4:00-4:30

Café

4:30-5:00

La lengua yagan y el problema de su codificación
María Alejandra Regúnaga, Universidad Nacional de La Pampa

5:00-5:30

Documentación y sistematización de la lengua selknam en las primeras etapas de misión salesiana en Tierra del Fuego 
Marisa Malvestitti, Universidad Nacional de Río Negro

5:40-6:30

Ponencia Principal
Literatura guaraní y literatura en guaraní
Bartomeu Melià, s.j., Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción

Jueves 27 (Instituto Riva-Agüero)

Horario

Actividad

9:30-10:00

El contraste como clave de normalización y enseñanza-aprendizaje del quechua: una propuesta temprana y solitaria del franciscano Ráez 
Rodolfo Cerrón-Palomino, Pontificia Universidad Católica del Perú

10:00-10:30

El quechua chinchaysuyo. La filiación de una variedad del quechua central en la colonia
Luis Fernando Rubio Bernal, Pontificia Universidad Católica del Perú

10:30-11:00

Café

11:00-11:30

El sistema de posesión nominal de la lengua mochica descrito en el Arte de Fernando De la Carrera (1644)
Rita Eloranta, Universiteit Leiden

11:40-12:30

Ponencia Principal
Cuando las lenguas no tenían nombre. La identificación de lenguas nativas en el Libro de Visitas de Santo Toribio Mogrovejo
Willem F.H. Adelaar, Universiteit Leiden 

12:30-2:30

Pausa

2:30-3:00

Infiernos deshabitados: demonología y estrategias de traducción en los Sermones de Luis de Valdivia  (Chile S.XVII)  
Eduardo Valenzuela Avaca, Universidad de Chile

3:00-3:30

Los “otros” y “sus” lenguas: concreción y abstracción en la descripción metalingüística y el discurso catequético en el Arzobispado de Lima (siglos XVI y XVII)
Nataly Cancino Cabello, Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, Ecuador

3:30-4:00

Arabe, moriscos y evangelización: Perspectivas hacia las tres orillas
Luis F. Bernabé Pons, Universidad de Alicante

4:00-4:30

Café

4:30-5:00

La escritura indígena colonial cuzqueña (siglos XVI y XVII): talleres de escritura y de pintura 
Paula Martínez Sagredo, Universidad de Chile

5:00-5:30

Lenguas, doctrina y escuela en un asiento minero norandino del siglo XVII
Luis Andrade Ciudad, Pontificia Universidad Católica del Perú

5:40-6:30

Ponencia Principal
Problemas de autoría: la correspondencia del obispo de Segorbe y el Arte de la lengua índica de Blas Valera
José Cárdenas Bunsen, Vanderbilt University / Pontificia Universidad Católica del Perú

6:40-7:30

Presentación del Arte y Vocabulario del Anónimo (1586), editado por Rodolfo Cerrón-Palomino 
José de la Puente Brunke, Director del Instituto Riva-Agüero
José Cárdenas Bunsen, Vanderbilt University / Pontificia Universidad Católica del Perú
Willem Adelaar, Universiteit van Amsterdam 
Rodolfo Cerrón-Palomino, Pontificia Universidad Católica del Perú

Viernes 28 (Auditorio del Departamento de Humanidades)

Horario

Actividad

9:30-10:00

El impacto de las lenguas indígenas en los vocabularios indoamericanos de los jesuitas. Siglo XVIII 
Esther Hernández, Consejo Superior de Investigaciones Científicas

10:00-10:30

Préstamo semántico y traducción en los textos pastorales (Perú, siglos XVI y XVII)
Álvaro Ezcurra Rivero, Pontificia Universidad Católica del Perú

10:30-11:00

Café

11:00-11:30

Léxico cultural andino e ideología evangelizadora: el registro la terminología de parentesco del quechua en la Colonia temprana
Raúl Bendezú Araujo, Pontificia Universidad Católica del Perú

11:30-12:00

Tucano occidental del siglo XVIII según un manuscrito jesuita
Rita Eloranta / Martin Kohlberger, Universiteit Leiden

12:10-1:00

Ponencia Principal
La norma estilística-semántica aymara de Martín de Santa Cruz Hanansaya y Ludovico Bertonio en su Vita Christi
Xavier Albó, Centro de Investigación y Promoción del Campesinado 

1:00-3:00

Pausa

3:00-3:30

Paradigm Shifts in the Accounts of North American Indian Languages
Piotr Cichocki, Uniwersytet im.
Adama Mickiewicza / Marcin Kilarski, Uniwersytet im. Adama Mickiewicza

3:30-4:00

The language of the Arte da lingua de Cafre (Mozambique, ca. 1680)
Gonçalo Fernandes, Universidade de Trás-os-Montes e Alto Douro

4:00-4:30

Café

4:30-5:00

Rigid transliteration or naïve phonemic transcription? Two contemporary approaches to writing down the sounds of early 18th century Hindustani
Anna Pytlowany, Universiteit van Amsterdam

5:10-6:00

Ponencia Principal
Towards a History of Applied Linguistics in the Spanish colonies: Missionaries as learners, researchers and teachers?
Otto Zwartjes, Universiteit van Amsterdam

6:00-6:30

Cierre

 

Resalto la ponencia de uno de los máximos expertos mundiales Dr. Willem F.H. Adelaar , Leiden University Centre for Linguistics  w.f.h.adelaar@hum.leidenuniv.nl, quien impartió la ponencia “Cuando las lenguas no tenían nombre. La identificación de lenguas nativas en el Libro de Visitas de Santo Toribio Mogrovejo”. Escribe en su sumilla que

“El Libro de Visitas de Santo Toribio Mogrovejo contiene observaciones valiosísimas acerca de la situación local de pueblos andinos reunidas por el ilustre viajero durante sus recorridos por el Arzobispado de Lima entre 1593 y 1605. En varias ocasiones se hace referencia a la lengua hablada por los nativos, así como a la familiaridad del cura doctrinero con la misma. La ausencia de denominaciones específicas para referir a distintas lenguas hace necesario un análisis de las fórmulas empleadas por Santo Toribio en sus referencias al uso de lenguas en cada caso individual. Una combinación de los resultados de tal análisis con la observación de datos pertinentes a las condiciones locales en épocas posteriores, incluyendo la actualidad, permite aclarar ambigüedades persistentes y realizar una interpretación relativamente concreta en determinados casos. La investigación se basa en la versión textual editada por José Antonio Benito (Fondo Editorial de la PUCP. Lima, 2006).

He seguido con gozo e interés su magnífica exposición en la que ha valorado sumamente el documento toribiano, ofreciéndonos las siguientes conclusiones:

No se diferenciaba entre las variedades locales del quechua y la lengua general del Inga.

Los alrededores de Lima fueron de expresión quechua.

La forma anómala ilinga no puede ser identificada con la forma linga. Esta parece ser una denominación para la lengua culli.

El valle del Marañón y sus laderas fueron inhabitados por poblaciones de cultura yunga, que no hablaban el quechua, entre ellas hablantes del culli.

El uso de la lengua pescadora se extendía entre Guarmey y Santiago de Cao

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miércoles, 19 de marzo de 2014

La fe profesada y anunciada en el magisterio de Pablo VI. Del "Año de la Fe" a los "tiempos nuevos de evangelización

Rafael DELGADO ESCOLAR

La fe profesada y anunciada en el magisterio de Pablo VI. Del “Año de la Fe” a los “tiempos nuevos de evangelización” Universidad San Dámaso, Madrid 2014, 727 pp.

El autor deja claro su objetivo: “profundizar en la aportación esencial de Pablo VI a este camino de renovación para la misión emprendido por la Iglesia en el Concilio Vaticano II, convencidos de su actualidad permanente y de su capacidad de iluminar el presente que vivimos. Pablo VI fue plenamente consciente del alejamiento cada vez mayor del hombre contemporáneo respecto a la Iglesia y calificó esta situación como “un drama histórico, social y espiritual de proporciones tremendas”, pues afecta a la razón de ser de la Iglesia, que es presentar a Cristo al mundo, de modo que el hombre pueda encontrarse con Él. Por ello, el Papa dedicó todas sus energías a restablecer el puente entre la Iglesia y el hombre moderno, poniendo en marcha las orientaciones y reformas conciliares. A la vez, percibió con gran lucidez que este impulso renovador se comprometía si se aplicaba una hermenéutica incorrecta, basada en las ideologías en boga y no en las fuentes de la tradición eclesial” (12-13)

La obra se articula en dos partes. La Primera parte, la fe profesada, con la introducción “las razones del Año de la Fe”

Capítulo 1 nos describe la situación religiosa después del Concilio Vaticano II, el Eclipse de la fe en la mentalidad moderna, secularización, ateísmo, década de la contestación social, escrutar los signos de los tiempos, “renovación, sí; cambio arbitrario, no”; crono latría epistemológica, “historia siempre viva y nueva de la Iglesia, sí; historicismo disolvente del compromiso dogmático y tradicional, no”. Las dificultades del postconcilio

El capítulo 2 expone el magisterio de Pablo VI sobre la fe, su programa acerca del año de la fe, la naturaleza de la fe, fe y vida, dificultades y objeciones a la fe: mentalidad técnica, extrasensible, nihilismo de la razón sin certezas, utilitarismo sin verdades, hedonismo sin combate espiritual, gregarismo de la sociedad de masas. La transmisión de la fe, la “Profesión de fe” del Papa Pablo VI

Capítulo 3 “la fe profesada y la renovación conciliar”: Una fe para nuestro tiempo, la fe y los objetivos del Concilio Vaticano II

La segunda parte “La fe anunciada, introducción “Renovación eclesial y anuncio del Evangelio”. El primer capítulo “Tiempos nuevos de evangelización”: crisis de fe y evangelización, fundamentos teológicos de la misión, naturaleza de la evangelización, la civilización del amor, conclusión: la vinculación entre evangelización y transmisión de la fe

El 2 “la transmisión de la fe en Pablo VI”, dimensiones de la fe, la fe y el bautismo como fundamento de la existencia cristiana, profesar, celebrar, servir, orar, anunciar la fe; la catequesis en Pablo VI

Capítulo 3 La Iglesia al servicio de la transmisión de la fe, la Iglesia vive de la fe, el Primado de Pedro, los obispos como maestros de la fe, los sacerdotes como educadores del Pueblo de Dios en la fe, el testimonio de la vida consagrada, los laicos y la transmisión de la fe. Conclusión “Seréis mis testigos” (Hch 1, 8)

Conclusiones

La razón fundamental del año de la fe después del Vaticano II fue invitar a realizar un “explícito, convencido y cordial acto de fe” para impulsar las grandes tareas que el Espíritu Santo sugirió a la Iglesia en el Concilio: reconsiderar su razón de ser, la renovación de la vida cristiana, la restauración de la unidad entre todos los cristianos y el diálogo con el mundo. Como benéficas consecuencias del Año para la transmisión eclesial de la fe hay que constatar que el Papa puso de relieve en sus catequesis la estructura orgánica de la fe la Iglesia y ofreció una Profesión de fe que muestra la integridad del depósito revelado de la fe como faro para su transmisión eclesial.  Cinco claves de la catequesis de Pablo VI sobre la fe: la naturaleza dialógica, su carácter cristocéntrico, su apostolicidad, su relación esencial con la iglesia y su valor antropológico.; la relevancia del Credo del Pueblo de Dios, consecuencias para la renovación conciliar, bases para los “tiempos nuevos de evangelización: misión de la Iglesia a la luz de la Revelación, conclusiones del estudio de Evangeli nuntiandi, la evangelización promueve la civilización del amor, lo que aporta Pablo VI a la e. Dimensiones esenciales de la transmisión viva de la fe: mutua integración de la fe y el bautismo, la profesión de la evangelización y transmisión de la fe (mutua integración fe-bautismo), la profesión de la fe, la liturgia, vivir según la fe, la oración, el anuncio de la fe, el impulso de Pablo VI a la renovación de la Catequesis, evangelizadores y testigos de la fe, propuestas para transmitir la fe en la “nueva evangelización”, la última Catequesis de Pablo VI

Es una tesis deliciosa tanto por su contenido, el Credo, la fe, la catequesis, como por su protagonista, Pablo VI que tan bella y orgánicamente supo argumentar, exponer, convencer lo central del magisterio, y por el autor, nuevo doctor, que ha sabido sintetizar armónica y didácticamente tan decisivo tema. La profundidad no resta para nada a la fluidez estilística incluso amenidad literaria.

Al leer el presente estudio me parecía encontrar las claves teológico pastorales de la reciente exhortación apostólica del Papa Francisco “evangelii gaudium”.

 

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