lunes, 27 de junio de 2011

Mar, mar, obra de Dios

Amigos, les comparto algunas imágenes del Pacífico en Viña del Mar. Cómo se recuerdan las canciones de acampada sobre el mar… Cuánta paz, cuánta inmensidad…

Les comparto la breve letra del eterno canon… y las odas al mar del vasco salmantino don Miguel de Unamuno y del chileno universal Pablo Neruda.

 

MAR, MAR, Obra de Dios

Mar que quitas penas y dolor
Mar, oh mar, oh mar

inmenso y bello mar …

1.         

2.      MIGUEL DE UNAMUNO

3.      ¡Dime qué dices, mar, qué dices, dime! Pero no me lo digas; tus cantares

4.      son, con el coro de tus varios mares, una voz sola que cantando gime.

5.      Ese mero gemido nos redime de la letra fatal, y sus pesares,

6.      bajo el oleaje de nuestros azares, el secreto secreto nos oprime.

7.      La sinrazón de nuestra suerte abona,

8.      calla la culpa y danos el castigo;

9.      la vida al que nació no le perdona;

de esta enorme injusticia sé testigo,

que así mi canto con tu canto entona,

y no me digas lo que no te digo

 

PABLO NERUDA

Aquí en la isla
el mar
 
y cuánto mar
 
se sale de sí mismo
a cada rato,
 
dice que sí, que no,
 
que no, que no, que no,
 
dice que si, en azul,
 
en espuma, en galope,
 
dice que no, que no.
 
No puede estarse quieto,
me llamo mar, repite
 
pegando en una piedra
 
sin lograr convencerla,
 
entonces
 
con siete lenguas verdes
de siete perros verdes,
 
de siete tigres verdes,
de siete mares verdes,
la recorre, la besa,
 
la humedece
y se golpea el pecho
 
repitiendo su nombre.
 
Oh mar, así te llamas,
 
oh camarada océano,
no pierdas tiempo y agua,
 
no te sacudas tanto,
 
ayúdanos,
 
somos los pequeñitos
 
pescadores,
 
los hombres de la orilla,
 
tenemos frío y hambre
eres nuestro enemigo,
no golpees tan fuerte,
 
no grites de ese modo,
 
abre tu caja verde
y déjanos a todos
 
en las manos
 
tu regalo de plata:
el pez de cada día.

Aquí en cada casa
lo queremos
y aunque sea de plata,
 
de cristal o de luna,
 
nació para las pobres
 
cocinas de la tierra.
 
No lo guardes,
 
avaro,
 
corriendo frío como
 
relámpago mojado
debajo de tus olas.
 
Ven, ahora,
 
ábrete
 
y déjalo
 
cerca de nuestras manos,
ayúdanos, océano,
 
padre verde y profundo,
 
a terminar un día
la pobreza terrestre.
Déjanos
 
cosechar la infinita
plantación de tus vidas,
 
tus trigos y tus uvas,
 
tus bueyes, tus metales,
el esplendor mojado
 
y el fruto sumergido.

Padre mar, ya sabemos 
cómo te llamas, todas
 
las gaviotas reparten
 
tu nombre en las arenas:
ahora, pórtate bien,
no sacudas tus crines,
no amenaces a nadie,
no rompas contra el cielo
 
tu bella dentadura,
 
déjate por un rato
 
de gloriosas historias,
 
danos a cada hombre,
 
a cada
mujer y a cada niño,
 
un pez grande o pequeño
 
cada día.
Sal por todas las calles
 
del mundo
a repartir pescado
 
y entonces
 
grita,
 
grita
para que te oigan todos
los pobres que trabajan
 
y digan,
 
asomando a la boca
 
de la mina:
"Ahí viene el viejo mar
 
repartiendo pescado".
 
Y volverán abajo,
 
a las tinieblas,
 
sonriendo, y por las calles
y los bosques
 
sonreirán los hombres
y la tierra
con sonrisa marina.
 
Pero
si no lo quieres,
 
si no te da la gana,
 
espérate,
 
espéranos,
 
lo vamos a pensar,
 
vamos en primer término
 
a arreglar los asuntos
 
humanos,
 
los más grandes primero,
todos los otros después,
y entonces
 
entraremos en ti,
 
cortaremos las olas
 
con cuchillo de fuego,
 
en un caballo eléctrico
saltaremos la espuma,
 
cantando
 
nos hundiremos
 
hasta tocar el fondo
 
de tus entrañas,
 
un hilo atómico
 
guardará tu cintura,
 
plantaremos
 
en tu jardín profundo
 
plantas
de cemento y acero,
 
te amarraremos
 
pies y manos,
 
los hombres por tu piel
pasearán escupiendo,
sacándote racimos,
construyéndote arneses,
montándote y domándote
dominándote el alma.
 
Pero eso será cuando
 
los hombres
 
hayamos arreglado
nuestro problema,
 
el grande,
el gran problema.
 
Todo lo arreglaremos
 
poco a poco:
te obligaremos, mar,
te obligaremos, tierra,
 
a hacer milagros,
 
porque en nosotros mismos,
 
en la lucha,
 
está el pez, está el pan,
 
está el milagro.

 

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