MOLINA PIÑEDO, R. OSB San Benito. Patrono de Europa, BAC, Madrid, 2ª ed.
2016.
El autor, monje de Leyre, a quien he tenido el gusto de conocer y tratar, nos brinda una profunda, sencilla y vivencial semblanza del padre del monacato occidental y patrono de Europa. En el último capítulo nos adentra en la trayectoria del benedictinismo en Europa y el mundo, tras los pasos de las grandes reformas como la de San Bernardo y el Císter, la Trapa, la Congregación de Valladolid, Abadía de Solesmes, hasta llegar a la actualidad donde se palpa un gran dinamismo con la vuelta a los orígenes y el compromiso con la iglesia y mundo de nuestro tiempo.
Agotados los 10.000 ejemplares de 1980 se hacía necesaria esta edición que sale renovada en la ampliación temática y en la actualización de su interpretación, acogiendo numerosas aportaciones especialmente las del mejor experto en san Benito, dom Adalberto de Vogüé y de otro especialista de la tradición benedictina como dom García Mª Colombás.
Aparece el libro al término de los 50 años de la proclamación como patrono de Europa por el Beato Pablo VI, el 24 de octubre de 1964.
El autor glosa la primera y decisiva biografía del santo padre San Gregorio De Vita et Miraculis Pagtrum Italicorum et de aeternitate animarum (Libro de los Diálogos) destacando el texto con el que presenta la obra:
"Hubo un varón de vida venerable, bendito por gracia y por nombre Benito, dotado desde su misma infancia de una cordura de anciano. En efecto, adelantándose por sus costumbres a la edad, no entregó su espíritu a placer sensual alguno, sino que estando aún en esta tierra y pudiendo gozar libremente de las cosas temporales, despreció el mundo con sus flores, cual si estuviera marchito" " (Gregorio Magno, Diálogos II Pref)
Destaco un texto del Capítulo III:
Ante la tentativa de acabar con su vida los monjes que le habían pretendido como abad, se fue y VIVIÓ CONSIMO MISMO:
"Entonces regresó a su amada soledad y allí vivió consigo mismo, bajo la mirada del celestial Emperador"
Si el santo varón hubiese querido tener por más tiempo sujetos contra su voluntad a aquellos que unánimemente atentaban contra él y que tan lejos estaban de vivir según su estilo, quizás el trabajo hubiera excedido a sus fuerzas y perdido la paz, y hasta es posible que hubiera desviado los ojos de su alma de los rayos luminosos de la contemplación. Pues fatigado por el cuidado diario de la corrección de ellos, hubiera negligido su interior. Y acaso olvidándose de sí mismo, tampoco hubiera sido de provecho a los demás. Pes, sabido es, que cada vez que por peso de una desmesurada preocupación salimos de nosotros mismos, aunque no dejemos de ser lo que somos, no estamos en nosotros mismos, ya que divagando en otras cosas no nos percatamos de lo nuestro….Si, pues estuvo consigo, ¿cómo volvió en sí? Por eso dije, que este venerable varón habitó consigo mismo, porque teniendo continuamente los ojos puestos en la guarda de sí mismo, viéndose siempre ante la mirada del Creador, y examinándose continuamente, no salió fuera de sí mismo, echando miradas al exterior" p.34
"Esta fue, pues la gran aportación de los benedictinos medievales a la cultura y a la civilización: frente al espíritu belicoso de los pueblos germanos, los monjes ponían la paz, el orden y el amor fraterno, vivido, tanto dentro como fuera de sus monasterios. Frente a una sociedad que solamente sabían manejar la espada, los monjes les enseñaron a manejar la pluma. Frente al bastón de caminantes que no se caía de las manos de aquellos pueblos desinstalados y emigrantes por naturaleza, los monjes practicaban la obediencia y la estabilidad, enseñándoles con el ejemplo y con el testimonio, a arrojar lejos el bastón de caminantes, aceptando a vivir fijos en un lugar para construir allí una ciudad. Frente al desbordamiento de las pasiones y de los placeres, los monjes enseñaron a vivir desprendidos de las cosas de este mundo, centrando toda su vida en el amor de Dios y en la ciudad futura que a todos espera".p. 326
"Recordemos, sin embargo, que en los capítulos hemos querido dejar bien claro dos cosas: Primera: San Benito fue heredero de toda una tradición monástica. Segunda: Sólo él supo dar el último retoque a esta rica tradición, haciéndola capaz de encajar en el espíritu de Occidente. Si Europa es deudora en algo a san Benito, a través de él lo es, a su vez, de san Antonio el Grande, de San Pacomio, de san Basilio Magno, de san Agustín, de Juan Casiano…que echaron las bases del monacato. Y, sobre todo, es deudora de Cristo, que es el autor del Evangelio, de donde brota el dinamismo de la vida monástica" p.329