miércoles, 15 de marzo de 2017

ELOGIO Y CRÍTICA DE LA NOVELA DE JAVIER CERCAS EL MONARCA DE LAS SOMBRAS

Siempre me ha fascinado y preocupado  la Guerra española del 36. Quedan muchos asuntos todavía que resolver. Comparto uno, vinculado con lo vivido en mi pueblo salmantino de Rollán. Quizá en lo único que veo acuerdo es en querer "olvidar" como crudamente relata en la escena de la quema de todos los documentos sobre el héroe Manuel Mena de la novela de Javier Cercas. De este modo me sorprende que la Iglesia, los católicos, el pueblo en general no haya dedicado nada al joven sacerdote mártir, José Luis García Cuadradro –Pepito- de 29 años, martirizado atrozmente el 28 de octubre de 1936 en Campanario (Badajoz), donde está enterrado http://jabenito.blogspot.com.es/search?q=m%C3%A1rtir+de+roll%C3%A1n. Lo mismo sucedió con los 6 jóvenes –entre 19 y 29 años- obreros Rafael Rodríguez Pérez, Agustín Rodríguez Pérez,        David Alonso BlancoLuis Crespo Regalado, Cayetano Herrero Díez,           Baldomero Pérez Pérez, 4 de agosto de 1936, "paseados" en el monte de Gargabete (Pelabravo), hasta que por fin en el 2016 recibieron sepultura en su pueblo. http://jabenito.blogspot.com.es/2016/07/traslado-de-restos-y-homenaje-de-seis.html


La novela presente me cautivó de tal modo que no pude parar hasta llegar al final. Me encantó la manera de hilvanar los hilos de la historia (evidente por las fotos, los documentos, los protagonistas, especialmente los familiares) y la ficción recreativa.


Realmente que el protagonista -Manuel Mena, joven universitario, falangista, de 19 años, tío abuelo del autor, que muere en la sangrienta batalla del Ebro- se merece una exhaustiva biografía. Tengo la sensación de que el novelista ha proyectado en su protagonista sus ideas y valores –muy respetables, por supuesto-, como una suerte de liberación terapéutica de la carga familiar por su pasado "hegemónico" vinculado con el poder y la política de derecha.


Aunque el autor se ve tentado de decir qué pensaría o sentiría Manuel Mena, y responde que "un literato podría contestar a estas preguntas, porque los literatos pueden fantasear, pero yo no; a mí estas fantasías me están vedadas", creo que él cae en la tentación. Y, la verdad, que me sorprende su confidencia final que más bien parece una descarga confesional hacia su madre, y que -por no atreverse-  pone en boca de Manuel Mena:


"Que tío Manolo no murió por la patria, mamá. Que no murió por defenderte a ti y a tu abuela Carolina y a tu familia. Que murió por nada, porque le engañaron haciéndole creer que defendía sus intereses cuando en realidad defendía los intereses de otros y que estaba jugándose la vida por los suyos cuando en realidad sólo estaba jugándosela por otros. Que murió por culpa una panda de hijos de puta que envenenaban el cerebro de los niños y los mandaban al matadero. Que en sus últimos días o semanas o meses de vida lo sospechó o lo entrevió, cuando ya era tarde, y que por eso no quería volver a la guerra y perdió la alegría con que tú lo recordarás siempre y se replegó en sí mismo y se volvió solitario y se hundió en la melancolía. Que quería ser Aquiles, el Aquiles de la Ilíada, y a su modo lo fue, o al menos lo fue para ti, pero en realidad es el Aquiles de la Odisea, y que está en el reino de las sombras maldiciendo ser en la muerte el rey de los muertos y no el siervo de un siervo en la vida. Que su muerte fue absurda."


Me cuesta aceptar tal conclusión en el protagonista. Sería aconsejable publicar sus escritos, recoger documentalmente sus acciones, motivaciones. Me sorprende su idealismo, su responsabilidad, tan poco coherente con esa declaración final.  Veo en su muerte el sentido de "evitar" otras muertes, buscar la "esperanza" de una patria mejor, en reconciliación y en paz.

Profeta de Nuestro Tiempo

Aguchita

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