sábado, 30 de marzo de 2019

P. Carlos Rosell Rosa Gattorno. Al pie de la cruz. Reflexiones espirituales (Paulinas, Lima, 2016, 125 p

P. Carlos Rosell Rosa Gattorno. Al pie de la cruz. Reflexiones espirituales (Paulinas, Lima, 2016, 125 pp)

La Familia de Santa Ana (Hijos, Hija, Instituto Secular, Movimiento de la Esperanza) cuenta ya con un excelente manual de oración y espiritualidad gracias al presente trabajo del P. Carlos, quien ha volcado en el librito lo mejor de su ciencia teológica, oración y apostolado.

En 19 apartados se exponen los temas y asuntos más importantes de la vida y misión de la Beata, iluminados por un texto bíblico, una reflexión temática, un pensamiento propio de ella glosado por el autor del libro, culminando con una pregunta concreta como examen de conciencia y un propósito de vida.

El propósito de la obra –en testimonio del autor- es favorecer el trato de los lectores con la Santísima Trinidad, al igual que hizo Rosa, para que sus vidas sean luces en la noche de nuestro tiempo como lo fue la vida de cruz (joven, esposa, viuda, religiosa) de la santa protagonista, Rosa Cattorno (1831-1900) fundadora de esta familia católica.

DATOS DE SU VIDA Y OBRA

http://santaanacusco.edu.pe/identidad/madre-rosa/

Nació en Génova el 14 de octubre de 1831, de una familia de condición económica acomodada, de buena posición social y de profunda formación cristiana. Fue bautizada el mismo día, en la Parroquia de San Donato, con el nombre de Rosa María Benedetta. En el padre Francisco y en la madre Adelaida Campanella, ella como sus otros cinco hermanos, encontró los primeros formadores esenciales de su vida moral y cristiana. A los doce años recibió la confirmación en Santa María de las Viñas, de manos del Arzobispo Cardenal Plácido Tadini.

Durante su juventud, le fue impartida la instrucción en casa, como era usanza en las familias acomodadas del tiempo. De carácter sereno, amable, abierto a la piedad y a la caridad, sin embargo firme, supo reaccionar ante la conflictualidad del clima político y anticlerical de la época, que afectó también a algunos componentes de la familia Gattorno. A los 21 años (5 de noviembre, 1852) , contrajo matrimonio con su primo Jerónimo Custo y se trasladó a Marsella. Una imprevista crisis financiera turbó muy pronto la felicidad de la nueva familia, obligada a volver a Génova marcada por la pobreza. Desgracias aún más graves la amenazaban, su primera hija Carlota afectada de una improvisa enfermedad quedó sordomuda para siempre; el tentativo de Jerónimo para hacer fortuna en el extranjero se concluyó con el regreso, agravado por una funesta enfermedad; el gozo de los otros dos hijos fue profundamente turbado por el fallecimiento del marido, que la dejó viuda a menos de seis años de casada (9 de marzo, 1858) y después de algunos meses la pérdida de su último hijito.

El apremiar de tantos acontecimientos tristes, marcó en su vida un cambio radical que ella llamará "su conversión" a la oferta total de sí al Señor, a su amor y al amor del prójimo.

Purificada por las pruebas, pero fuerte en el espíritu, comprendió el verdadero sentido del dolor, enraizándose en la certeza de su nueva vocación.

Bajo la guía del confesor don José Firpo emitió en forma privada los votos perpetuos de castidad y obediencia en la fiesta de la Inmaculada del 1858; enseguida también el de pobreza (1861), en el espíritu del pobrecito de Asís, como terciaria franciscana. Desde el 1855 había obtenido el beneficio de la comunión diaria, no común en aquel tiempo. A tal manantial de gracia quedó constantemente anclada y sostenida por una siempre mayor intimidad con el Señor, en la cual encontró apoyo, ardor misionero, fuerza e impulso para el servicio a los hermanos.

En 1862 recibió el don de los estigmas ocultos, percibidos más intensamente los días viernes.

Ya esposa fiel y madre ejemplar, sin sustraer nada a sus hijos, siempre tiernamente amados y acompañados, con una mayor disponibilidad aprendió a compartir los sufrimientos de los otros, prodigándose en apostólica caridad: "me dediqué con mayor fervor a las obras piadosas y a frecuentar los hospitales y a los pobres enfermos a domicilio, socorriéndoles con cuanto podía y sirviéndoles en todo".

Las asociaciones católicas en Génova la solicitaban y así, aun amando el silencio y el anonimato, todos notaron el carácter genuinamente evangélico de su tenor de vida. Progresando en este camino le fue confiada la presidencia de la "Pía Unión de las nuevas Ursulinas, Hijas de Santa María Inmaculada", fundada por Frassinetti y por expreso deseo del Arzobispo Monseñor Charvaz, también la revisión de las reglas destinadas a la Pía Unión.

Justamente en aquella circunstancia (febrero 1864), en un clima de más intensa oración, delante del Crucifijo, recibió la inspiración de una nueva regla para una suya específica Fundación.

Temiendo ser obligada a abandonar los hijos, reza, hace penitencia, pide consejo. Fray Francisco de Camporosso, santo capuchino lego, aun mostrándose temeroso por las graves tribulaciones que se perfilaban, la sostiene dándole valor; de igual manera lo hacen el confesor y el Arzobispo de Génova.

Advirtiendo siempre más insistentes sus deberes de madre, quiso la confirmación competente de la misma palabra de Pío IX, con la secreta esperanza de ser aliviada. El Pontífice en la audiencia del 3 de enero de 1866, la exhorta en cambio a iniciar de inmediato la fundación, agregando: "Este Instituto se extenderá rápidamente en todas las partes del mundo; Dios pensará en tus hijos, tú piensa a Dios en su obra". Aceptó, entonces, cumplir la voluntad del Señor y como después escribió en sus memorias: "con generosidad hice a Dios la oferta y le repetía las palabras de Abraham: "Heme aquí para cumplir tu voluntad "… me ofrecí víctima por su obra y recibí consolaciones muy grandes…".

Superadas las resistencias de los parientes y abandonadas las obras de Génova, no sin disgusto de su Obispo, da inicio en Placencia a la nueva Familia Religiosa que denominó definitivamente "Hijas de Santa Ana, Madre de María Inmaculada" (8 diciembre 1866). Vistió el hábito religioso el 26 de julio de 1867 y el 8 de abril de 1870 emitió la profesión religiosa junto a doce hermanas.

En el desarrollo del Instituto recibió la colaboración del P. Juan Bautista Tornatore, sacerdote de la Misión, a quien pidió expresamente que escribiera las Reglas y que luego fue considerado Cofundador del Instituto.

Confiada totalmente a la Providencia divina y animada desde el principio de un valeroso impulso de caridad, Rosa Gattorno dio inicio a la construcción de la "Obra de Dios", como la había llamado el Papa y como la llamará siempre también ella, elegida para cooperar, en espíritu de donación materna, atenta y solícita hacia las diversas formas de sufrimiento y de miseria moral o material, con la única intención de servir a Jesús en sus miembros adoloridos y heridos y de "evangelizar ante todo con la vida".

Da inicio a varias obras de servicio para los pobres y enfermos de cualquier enfermedad, para las personas solas, ancianas, abandonadas; los pequeños e indefensos; las adolescentes y las jóvenes "en peligro" a quienes proveía una instrucción adecuada y la sucesiva inserción en el mundo del trabajo.

A estas formas, se agregan muy pronto la apertura de escuelas populares para la instrucción de los hijos de los pobres y otras obras de promoción humano-evangélica, según las necesidades más urgentes de la época, con una efectiva presencia en la realidad eclesial y civil. Llamaba a sus hijas "Siervas de los pobres y ministras de la misericordia" y las exhortaba a acoger como signo de predilección del Señor el servicio a los hermanos, cumpliéndolo con amor y humildad: "Sean humildes… piensen que son las últimas y las más miserables de todas las criaturas que prestan su servicio a la Iglesia, de la cual tienen la gracia de formar parte".

A menos de diez años de fundación el Instituto obtuvo el Decreto de Aprobación (1876), y la aprobación definitiva en 1879, mientras que para la aprobación de las reglas se tuvo que esperar hasta el 26 de julio de 1892.

Muy apreciada y estimada por todos, colaboró en Placencia con el Obispo Monseñor Scalabrini, ahora beato, en modo particular en la obra a favor de las sordomudas por él fundada.

A pesar de todo, no fueron ahorradas a Madre Rosa Gattorno pruebas, humillaciones, dificultades y tribulaciones de todo género. No obstante, esto, el Instituto se difundió rápidamente en Italia y en el extranjero, realizando así el ardiente deseo misionero de la fundadora: "Amor mío! Cómo me siento arder de deseo de hacerte conocer y amar por todos; quisiera atraer a todo el mundo, dar a todos, socorrer a todos… quisiera correr por doquier y gritar fuerte para que todos vengan a amarte". "Amor mío, ¿cómo puedo hacer para que todo el mundo te amé?… Sírvete una vez más de este tu miserable instrumento para reavivar la fe y la conversión de los pecadores". Este impulso generoso brotado a los pies de su "Sumo Bien", que la atraía siempre más irresistiblemente a sí, constituyó el anhelo profundo del corazón de Ana Rosa Gattorno, hasta impulsarla a ofrecer totalmente su vida en una continua inmolación por la gloria y complacencia del Padre.

 

Ser "portavoz de Jesús" y hacer llegar a todos los hombres el Amor que salva, fue siempre el anhelo profundo de su corazón. En 1878 enviaba ya a las primeras Hijas de Santa Ana en Bolivia, después Brasil, Chile, Perú, Eritrea, Francia, España.

 

En Roma, donde había iniciado su obra desde el 1873, organizó escuelas masculinas y femeninas para los pobres, jardines infantiles, asistencia a los hijos recién nacidos de los obreros de la Manufactura de tabaco, casas para ex prostitutas, mujeres de servicio doméstico, enfermeras a domicilio, surgió también la Casa Generalicia, con la Iglesia anexa.

A su muerte dejó 368 casas, en las cuales desempeñaban su misión 3.500 hermanas.

El secreto de su camino de santidad, del dinamismo de su caridad y de la fuerza de ánimo con la cual supo afrontar con fe robusta todos los obstáculos y guiar por 34 años, con dedicación plena, valor y clarividencia el Instituto, fue su continua unión con Dios y un total y confiado abandono en El: "No obstante en medio de tanto tumulto de un abismo de trabajo, nunca he quedado privada de la unión con mi Bien"; la atención y docilidad a los impulsos del Espíritu, la íntima y amorosa participación a la pasión de Cristo; la incesante súplica por la conversión de los pecadores y la santificación de todos los hombres.

Nutrió hacia la Iglesia un vivo sentido de pertenencia y fue siempre humilde, devota y obediente a las directivas del Papa y de la Jerarquía.

En su predilección por Santa Ana, vivió un amor especial hacia María en quien se confió enteramente para ser toda de Dios y toda de los hermanos.

Puro y simple instrumento en las manos del "delicado Artífice", conformada a Cristo pobre y víctima de amor con El, realizó en su vida el anhelo inculcado a sus hijas: "Vivir por Dios y morir por El, gastar la vida por amor".

Así vivió hasta febrero de 1900, cuando afectada por una inesperada enfermedad, se agravó rápidamente. Sometida a duras pruebas de penitencia, frecuentes y extenuantes viajes, una intensa correspondencia epistolar, preocupaciones y grandes disgustos, su físico no pudo más. El 4 de mayo recibió el sacramento de los enfermos y dos días después el 6 de mayo, a las 9 de la mañana, cumplido su peregrinaje terreno se extingue santamente en la Casa General.

La fama de santidad que ya había irradiado en vida, irrumpe en ocasión de su muerte, creciendo ininterrumpidamente en todas partes del mundo.

Expresión de un singular designio de Dios, en su triple experiencia de esposa y madre, viuda y después religiosa- fundadora, Rosa Gattorno ha honrado la dignidad y el "genio de la mujer" en su misión al servicio de la humanidad y la difusión del Reino. Siempre fiel a la llamada de Dios y auténtica maestra de vida cristiana y eclesial, permaneció esencialmente madre: de sus hijos, que constantemente acompañó; de las hermanas, que profundamente amó; y de todos los necesitados, de los sufridos y de los infelices, en cuyo rostro contempló al mismo Cristo, pobre, llagado y crucificado.

Su carisma se ha difundido en la Iglesia con el surgir de otras formas de vida evangélica: Hermanas de vida contemplativa, Asociación religiosa de vida sacerdotal, Instituto Secular y Movimiento eclesial de laicos, activamente operante en la Iglesia en casi todas partes del mundo.

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viernes, 15 de marzo de 2019

Evangelicos y poder en América Latina. José Luis Pérez Guadalupe-Sebastián Grundberger (eds)

José Luis Pérez Guadalupe-Sebastián Grundberger (eds) Evangelicos y poder en América Latina (IESC-Konrad Adenauer, Lima, 2018, 436 pp)

"Como se puede los evangélicos llegaron para quedarse, se que3daron para crecer y crecieron para conquistar. Pero esa conquista no sólo se ha restringido al ámbito religioso, sino que se ha extendido también al social y político" p.91
Selecciono este párrafo como representativo de la prosa documentada, ágil, irónica, realista, de J.L. Pérez Guadalupe, coeditor de la obra, autor de la introducción y co-autor del artículo referido al Perú. 
Da gusto ver la claridad y precisión en asunto tan complejo y significativo para entender la trayectoria de nuestra región. Junto al magistral análisis de conjunto, se brindan estudios pormenorizados de las diez naciones más representativas: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, México, Panamá y Perú. 
Agradezco su generosa donación que comparto para la biblioteca de la Universidad Católica San José. Puede consultarse en: https://www.academia.edu/…/Evang%C3%A9licos_y_Poder_en_Am%C…


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José Luis Pérez Guadalupe Entre Dios y el César. El impacto político de los evangélicos en el Perú y América Latina

José Luis Pérez Guadalupe Entre Dios y el César. El impacto político de los evangélicos en el Perú y América Latina (IESC-Konrad Adenauer, Lima, 2017, 234 pp)

El autor deja bien claro que el tema le acompaña noche y día por más de tres décadas y le ha tocado escuchar, hablar o escribir en muy diversos escenarios y ámbitos. Participó en APARECIDA y sus propuestas sobre asunto tan candente fueron recogidas en el documento final.

Esta obra fue muy bien publicitada en el momento de su aparición y fue acompañada de entrevistas en radio, prensa, TV, comentarios. Se puede leer en internet y conseguir fácilmente gracias a los auspicios de la Fundación Adenauer: https://www.kas.de/c/document_library/get_file?uuid=ffeede96-e170-c2c0-6b61-e19587eb1f4e&groupId=252038.

Selecciono un párrafo "autobiográfico" del autor que nos explica varias de las claves de su obra: "Ciertamente, cumplir el reto de escribir este libro no me ha sido fácil, ya que solamente contaba con diez meses para ponerlo en la imprenta. Pero, al desempolvar mis textos de consulta y convocar antiguas amistades, me vino a la mente esos largos años de experiencia y conocimiento de las Iglesias Evangélicas, desde que mi hermana mayor, me llevara por primera vez a una de sus comunidades cuando yo tenía apenas 10 años. Si bien yo permanecí en la Iglesia Católica, nunca olvidé esas ceremonias y escuelas dominicales de la iglesia Alianza Cristiana y Misionera, ni el fervor evangelizador de sus predicadores" (p.12).

El libro se articula en tres capítulos. El crecimiento evangélico en América Latina (Nuevo panorama religioso latinoamericano, el crecimiento evangélico a costa del decrecimiento católico, las razones de la migración religiosa). La historia política de los evangélicos (El trasfondo de las Iglesias Evangélicas en América Latina; la historia política de los evangélicos en el Perú). El protagonismo político de los evangélicos en América Latina (Evangélicos y participación política; el futuro de los evangélicos en América Latina).

Gracias a su autor por su generoso donativo a la Biblioteca de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima. 

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EL SANTO CURA DE ARS ORA Y AMA en la pluma del P. Esteban Puig

P. Esteban PUIG T., Orar y amar(San Juan María Vianney) (Ediciones CDSCO, Lima, 2018, pp.76)

 

Junto a la biografía completa, profunda y amena de F. Trochu, el autor nos comparte lo mejor de la obera "Le Curé D´Ars. Authentique" de Mgr. René Fourrey y editado en castellano por "La Hormiga de Oro" de Barcelona en 1999.

Se resalta la vida heroica y sacerdotal del santo tanto en la exposición de su vida como en compilar los textos y las palabras más significativas para la vida cristiana "con el matiz tan dulce, amoroso y tierno de nuestra forma latinoamericana en expresarnos" (Introd.)

La obra sigue un orden cronológico (1786-1859), distribuida en diez capítulos en los que se inserta lo más destacado de su vida y misión: infancia y juventud, estudios (desertor, liberación), seminarista-diácono-sacerdote y coadjutor de Ecully, el P. Belley-su parroquia-iniciación al ministerio, sus primeros pasos en Ars, apoyo a las parroquias vecinas-penas y diabluras, las grandes pruebas-consagración a la Virgen, la huida-el regreso, religiosos-canónigo Vianney-fuga de 1853, últimos meses de su vida-muerte.

Demás está el decirles que se lee de un tirón pero con la gracia estilística del autor siempre convida a saborear, paladear cada capítulo.

Uno se queda con las ganas de ser como él, enamorado de Dios, entregado hasta el extremo por sus fieles, y con un sentido del humor, que lo hace tan humano y atractivo.

Como se lee en la contraportada: "este libro puede ser un acicate para animar a los sacerdotes, a los seminaristas y muchos más, que quieran responder al plan que Dios tiene para los hombres". 

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domingo, 10 de marzo de 2019

La verdad sobre HYPATIA, LA FILÓSOFA, frente a la película "Agora" y otras críticas parciales

Al hilo del artículo publicado en "El dominical" de EL COMERCIO en que queda la impresión de que el fanatismo del Cristianismo llevó a "asesinar" a esta sabia y bella mujer de la antigüedad; así lo evidencia la ilustración con su pie de foto "Hypatia sufrió una muerte violenta por negarse a convertirse al cristianismo; sin embargo, su genialidad trascendió fronteras y el tiempo", les comparto cuatro artículos con el fin de clarificarnos y ayudar a todos a tratar el asunto con veracidad:

1.  «Los motivos de la muerte de Hipatia fueron más políticos que intelectuales o religiosos»

2.   El del Comercio

3.   El de "Primeros Cristianos" acerca de su historia

4.   El de "Religión y Libertad" acerca de la película "Ágora" y los datos alterados

1.      «Los motivos de la muerte de Hipatia fueron más políticos que intelectuales o religiosos»

Con motivo del próximo estreno de la película Agora, de Alejandro Amenábar, PrimerosCristianos ha realizado una entrevista a José Ramón Ayllónfilósofo y escritor español, sobre la figura de Hipatiay el supuesto fundamentalismo radical de los cristianos.

¿Quién era Hipatia?

— Era hija de Teón, científico que trabajó en el Museo de Alejandría en el siglo IV. Ella también cultivó la ciencia, pero prefirió la filosofía neoplatónica, en la que destacó por su prestigioso magisterio. Tuvo discípulos entre los ciudadanos más cultos e influyentes de la ciudad.

¿Cómo era Alejandría en esa época?

— Una gran ciudad, en la que convivían, con muchas tensiones, judíos, helenistas y cristianos.

Juan de Éfeso, en el siglo V, los veía como "una horda de bárbaros, directamente inspirada por Satán", y el obispo Cirilo les reprochó su carácter levantisco y pendenciero, en su homilía pascual del año 419.

De hecho, pocos años después, en 422, el prefecto imperial fue muerto en un tumulto.Lawrence Durrell los retrata entregados a las facciones y algaradas, a veces con episodios sangrientos.

¿Como en el caso de la muerte de Hipatia?

— Sí. Una noche, los judíos asesinaron a un buen número de cristianos. Como respuesta, el obispo Cirilo logró expulsar a la población hebrea de la ciudad.

Pero entonces la economía se resintió, y entre el gobernador y el obispo creció la enemistad. Hasta que un día unos cristianos exaltados asesinaron a Hipatia, a la que atribuían influencia anticristiana sobre el gobernador.

Ahora, sin embargo, se dice que la muerte fue el precio que pagó Hipatia por su libertad de pensamiento.

— Por lo que sabemos, parece que los motivos fueron más políticos que intelectuales o religiosos. Pero lo cierto es que, desde la Ilustración, se presenta a Hipatia como mártir de la ciencia.

En una web de cine, al comentar la película de Amenábar sobre Hipatia —Agora-, he leído que la ciencia fue su vida, y por eso murió linchada por una turba de cristianos enfervorecidos.

El redactor de esa web sabe de sobra que los cristianos enfervorecidos no se dedican a descuartizar científicos, pero dice lo contrario. Lo que quizá no sepa es que la ciencia moderna nace en las Universidades, instituciones inventadas por la Edad Media cristiana.

Pero a Hipatia la mataron los cristianos...

— Es cierto, y con ese asesinato lamentable se pretende desacreditar al cristianismo, olvidando que a Sócrates le ajusticiaron los griegos, que a Julio César le mataron los romanos, a Juana de Arco los franceses, a Tomás Moro los ingleses..., y que los mismos cristianos fueron arrojados a las fieras por millares.

Como ve, si aplicamos la misma lógica desacreditamos a la humanidad entera, y sobre todo hacemos el ridículo.

Entonces, ¿qué decir de la represión y el oscurantismo con que novelas y películas pintan a las sociedades cristianas?

- Estamos en las mismas. El cine y la novela no han nacido para contarnos la verdad histórica, y los lectores y espectadores deben saberlo cuando pasan las páginas de un libro o se sientan ante la pantalla.

A fuerza de represión y oscurantismo se puede montar el Holocausto nazi o el Gulag soviético, pero jamás inventar el parlamentarismo, las garantías constitucionales, el gótico, la Universidad o el gregoriano.

Por otra parte —como ha señalado el profesor Head- el relativismo actual ha disuelto los esquemas de interpretación histórica, y en la confusión resultante triunfan los relatos que hacen de la concepción conspirativa la esencia de la historia, en especial los que atribuyen a la iglesia todo tipo de tramas para dominar al hombre.

 

2.          DOMINICAL de El Comercio. Hypatia: Genialidad eterna, por Lorena Rojas Parma

El retrato de una mujer fascinante reconocida por su inteligencia, su dedicación a distintas disciplinas y su renombrada bellezaHypatia

Hypatia sufrió una muerte violenta por negarse a convertirse al cristianismo; sin embargo, su genialidad trascendió fronteras y el tiempo.

Una de las grandes tragedias de la cultura es haber perdido de manera irreparable obras magníficas de la Antigüedad, de las que solo tenemos noticia a través de testimonios. Es así como hemos sabido de Hypatia de Alejandría, uno de los espíritus más prodigiosos de la Antigüedad tardía, y hemos podido sorprendernos con sus hallazgos y extensa producción intelectual.

Hypatia nace alrededor del año 370 d.C., en la cosmopolita Alejandría, que albergaba uno de los mayores tesoros de aquel entonces: su Biblioteca, centro cultural y científico, que logró reunir —con un esfuerzo e inversión que quisiéramos ver alguna vez en nuestros gobiernos— "todos los libros del mundo". Allí vive y estudia Hypatia, quien le dedica sus cavilaciones y cálculos a la filosofía, matemáticas, astronomía y tecnología. Producto de estas reflexiones, diseñó un hidroscopio, un hidrómetro, un astrolabio y fue líder de la escuela neoplatónica de Alejandría

—Tecnología y espíritu—
Nos sorprende esa genialidad, por supuesto, y también el hecho de que Hypatia fuera una bella mujer, un perfil extraño para la historia del conocimiento. 

En ella se reúnen, además, unas cualidades y disposiciones intelectuales que conmueven la sensibilidad contemporánea. En Hypatia hay una relación armónica entre la tecnología y la cavilación densa sobre la existencia, un razonamiento que se despliega entre el diseño de un aerómetro y la disertación sobre el Uno, entre medir la destilación del agua y la contemplación metafísica. En sus hallazgos se pueden percibir la unidad del espíritu humano y la solidaridad. 

—Pensamiento libre—
Mientras Hypatia disertaba libremente en sus clases, el Imperio romano se hacía cada vez más cristiano. Sabemos que entre sus alumnos estaba Orestes, el prefecto de la ciudad, cristiano y amigo cercano de Hypatia; además, también había paganos, no creyentes y fieles a la tradición griega o de ánimo más filosófico que religioso, como ella misma, que no era cristiana. No es difícil darse cuenta de que la creencia que profesase cada uno no era lo importante sino que los convocaba el saber, el amor por el estudio y la disertación, con libertad y tolerancia, valores que asumimos irrenunciables desde la Modernidad, y que pertenecen al clima que caracteriza los espacios donde florecemos como almas libres y originales. 

Con esos aires de pensamiento libre, tan próximos a nuestra sensibilidad, llega Hypatia a nuestros tiempos. En la pluralidad de sus clases sentimos respeto por el otro y —tal vez lo más importante— amistad sin importar la diferencia, como ocurre entre ella y Orestes. Podemos pensarla más próxima a la universalidad del saber, que a las diferencias entre nosotros. Con todo, estos reconocimientos a la vida no la protegen de sus sombras y sus destrozos. Cuando el fanatismo se adueña de las almas, todo es devastador. Hypatia vivió la caída estruendosa de la Biblioteca, ocasionada por turbas enloquecidas. La muerte de la biblioteca más hermosa del mundo fue, un poco, el vaticinio de la suya. 

—Víctima del fanatismo—El halo legendario que acompaña los testimonios de Hypatia tiene que ver con esa muerte terrible en el año 415. No contamos con una versión definitiva, salvo que murió con mucha violencia a manos de fanáticos y en medio de una diatriba política. De ese episodio horrible, rescatamos la virtud de mantener, a pesar de las tensiones, la convicción del pensamiento libre. Se dice que a Hypatia se le exigió la conversión al cristianismo y no aceptó. 

Por su temperamento filosófico, tal vez su negativa haya obedecido más al hecho reprochable de imponer maneras de pensar —y censurar otras—, que a la misma doctrina cristiana. Los compromisos con el pensamiento libre se cumplen primero con uno mismo. 

Desde los inicios del siglo pasado, la cultura resguardó un día para la celebración del genio femenino, que en Hypatia logró unir la originalidad, la reflexión tecnológica y el pensamiento sobre la vida buena. Desde la memoria que siempre nos ampara, ella es resguardo de la belleza del razonamiento para todos los tiempos. Por ello, resuenan unas palabras de Leconte de Lisle, de sus Poèmes antiques, en el que Hypatia le dice al Patriarca cristiano vinculado a su infortunio: "Je vais être immortelle. Adieu!" (Seré inmortal. ¡Adiós!).

Desmontando Ágora por Jesús Trillo Figueroa «Ágora: Hipatia»

El cine es un maravilloso medio para contar la Historia, pero tiene sus limitaciones: a veces, las ambiciones excesivas pasan factura. Los realizadores de «El Código da Vinci» pretendieron convertir a Magdalena en diosa y se pasaron. Amenábar pretende, nada más y nada menos, contar una historia a partir de la cual «el mundo cambió para siempre». Y se ha vuelto a pasar cuatro pueblos más. La película tiene tantos mensajes ideológicos que es imposible meterlos en dos horas y, al mismo tiempo, mantener un ritmo entretenido, interesante y espectacular. 

El cine requiere medir las secuencias, los silencios, los tránsitos y, sobre todo, un guión que mantenga la atención del espectador. Es una pena, porque la película contaba con todos los mimbres: un gran director, una generosa producción, una preciosa actriz, un maravilloso decorado y una perfecta ambientación. Pero lo que pretenden es inyectar en una pastilla los siguientes mensajes: primero, que las religiones generan odio y violencia. Segundo, que el cristianismo es la más talibán de todas y la que empezó. Tercero, que existen dos mundos, por una parte, el de la filosofía y la ciencia, contrapuesto e incompatible con el de la religión. 


Cuarto, que el cristianismo al principio fue misericordioso, pero la jerarquía eclesiástica y la Iglesia son por definición intolerantes y fundamentalistas. Y, sobre todo, hay dos mensajes más que son especialmente queridos por la película y por toda la explosión de libros y propaganda que estos días se vienen haciendo: el cristianismo es la causa de la caída del Imperio Romano y de la desaparición de la sabiduría grecolatina. Además, es el culpable de la subordinación y dominación de la mujer por parte del hombre. 


En fin, Alejandría e Hipatia son el símbolo de una civilización grecorromana basada en la filosofía, la ciencia y la libertad, hasta que llegó el cristianismo y comenzó la oscura Edad Media. Demasiado para una sola película. Y la cosa continúa porque, según declara el director, «es increíble cómo se parece a la situación actual».


¿Es casualidad que desde julio hasta el estreno de la película se hayan publicado más de cuatro biografías sobre Hipatia, paradigma de las cuales es la de Celia Martínez Maza, financiada por la Dirección General de Ciencia y Tecnología? Más de 10 novelas, ejemplo de las cuales es la escrita por el hermano de Carmen Calvo, ex ministra de Cultura, además de multitud de estudios de historia sobre la época. Y todo ello con el mismo mensaje. Que todo salga al mismo tiempo no puede ser casualidad. Una vez más, nos encontramos con un ataque ideológico perfectamente orquestado, del cual, por cierto,  Amenábar suele ser pistoletazo de salida, como lo fue en el caso de «Mar adentro» con la eutanasia.

Ahora la cosa va directamente contra la religión y particularmente contra el cristianismo. Lo malo de la trama que cuenta la película es que es mentira desde el principio hasta el final. Forma parte de la estrategia de reescribir la Historia a la que es tan aficionada nuestra izquierda. Hipatia no fue asesinada siendo una joven tan hermosa como Rachel Weisz, de 38 años, sino que murió en el año 415 y tenía 61. No fue famosa por sus dotes de astronomía por más que en la película se empeñen terca y cansadamente, atribuyéndole haberse adelantado a Kepler más de mil años; sino porque era una «divina filósofa» platónica, en palabras del obispo cristiano Sinesio de Cirene –única fuente coetánea que se conserva sobre ella–, a la que llama en sus cartas «madre, hermana, maestra, benefactora mía». El citado obispo, a quien en la película se le hace traidor y cómplice en el asesinato de la filósofa, murió dos años antes que ella, así que es imposible que tuviera nada que ver con su muerte. Ella fue virgen hasta el final, pero no vivió la castidad como ha dicho la protagonista, que se ha declarado feminista radical, «para ser igual que un hombre y poder ejercer una profesión con plena dedicación». Lo hizo porque, coherente con su filosofía, ejercía la Sofrosine, es decir el dominio de uno mismo a través de las virtudes entendidas como el control de los instintos y las pasiones.

Hipatia nunca fue directora de la Biblioteca de Alejandría, ni ésta fue destruida por los talibanes cristianos. La biblioteca fue incendiada por Julio César, saqueada junto con el resto de la ciudad por Aureliano en el año 273, y rematada por Diocleciano en 297. Es verdad que en el año 391 fue destruido lo que quedaba del  templo del Serapeo después de la destrucción por los judíos en tiempos de Trajano, y también el repaso que le pegó Diocleciano, quien, para conmemorar la hazaña, puso allí su gran columna, razón por la cual los cristianos lo destruyeron, ya que él era el símbolo de las persecuciones que sufrieron durante trescientos años. Pero lo que allí quedaba de la biblioteca era tanto como lo que restaba en otros sitios. El paganismo siguió existiendo en Alejandría hasta que llegaron los árabes. Y el neoplatonismo siguió floreciendo, hasta que lo recuperó el renacimiento cristiano. Por cierto, que yo sepa, su más brillante exponente se llamaba san Agustín, coetáneo de Hipatia.

«Ágora: Cirilo» La historia de Hipatia ha sido objeto de manipulación por todas las tendencias ideológicas, desde la Ilustración hasta el feminismo radical más reciente. Para algunos, como Voltaire, «desde la muerte de Hipatia hasta la Ilustración, Europa está sumida en la oscuridad; la Ilustración, al rebelarse contra la autoridad de la Iglesia, la revelación y los dogmas, vuelve a abrir la iluminación de la razón». En la última versión feminista de Úrsula Molinaro, Hipatia es la campeona del amor libre, a pesar de que en realidad era virgen. La conclusión es que de la verdadera historia de Hipatia se pasa a la leyenda de Hipatia, que se convierte en la leyenda del Crimen de Alejandría, cuyo protagonista principal es el obispo Cirilo.

La película de Amenábar recoge casi todos los ingredientes de esta leyenda: Hipatia es símbolo de mujer libre que representa el fin de la cultura grecolatina y el comienzo del oscurantismo cristiano, asesinada por unos fanáticos talibanes cristianos al mando del obispo Cirilo. ¿De dónde surge esta leyenda? El primero que narró el crimen fue Sócrates Escolástico en el siglo V, un letrado al servicio del patriarca de Constantinopla Nestorio, enemigo del patriarca de Alejandría Cirilo. Pero la atribución directa a este último de la autoría del asesinato fue cosa del escritor pagano Damascio, que escribió la «Vida de Isidoro», que es una apología del paganismo durante el final del siglo V y principios del VI. 

No obstante, la auténtica leyenda surge con la obra de John Toland en 1720. Éste era un irlandés, hijo ilegítimo de un sacerdote católico, que se hizo protestante y posteriormente activo militante del ateísmo en la Gran Logia de Londres. Después vino Voltaire; después, el historiador Edward Gibbon, quien, para argumentar su tesis acerca de que el cristianismo es la causa interna de la decadencia del Imperio Romano, utiliza la leyenda de Hipatia y declara a Cirilo responsable de todos los conflictos que estallaron en Alejandría en el siglo V. Más tarde llegarán las versiones románticas de Leconte de Lisle y otros, y finalmente el feminismo radical, para el que Hipatia fue la primera mártir de la misoginia propia del cristianismo. Todos los autores citados, y alguno más, tienen una cosa en común: son masones reconocidos.

Una de las grandes mentiras de la historia que se quiere propagar es que la mujer fue libre en Grecia y en Roma hasta que llegó el cristianismo y la sometió la sujeción del hombre; a esta idea también contribuye la película. Lo cierto es que en Grecia la mujer era considerada una cosa más de la casa, y en Roma, no era una «sui iuris», es decir, titular de derechos, sino que era considerada «capiti diminutio», como un niño o un incapacitado y, por tanto, estaba sometida a la tutela o la «manus» del padre o del marido. Por el contrario, fue el cristianismo el que consideró al hombre y a la mujer iguales en naturaleza, pues ambos son hijos de Dios y hermanos en Cristo; y prueba de ello es que las primeras manifestaciones de mujeres libres autodeterminándose, pese a la voluntad de sus padres o del estado, fueron las primeras mártires cristianas víctimas de las persecuciones romanas, tales como Inés Ágata o Cecilia. Y precisamente la explicación fundamental en torno al odio a Cirilo está en esta cuestión. Independientemente de que la carta de san Pablo a Timoteo no refleja precisamente una visión emancipada de la mujer, no es creíble que Cirilo la impusiera como literalidad a cumplir, porque es precisamente Cirilo quien más ha exaltado en la historia de la humanidad la condición femenina, pues a él se debe la expresión «Theotokos», palabra griega que significa madre de Dios.

El personaje del que hablamos, al que la película presenta con caracteres parecidos a Bin Laden para luego dejar en letras la explicación de que a ese «energúmeno» que ustedes han visto la Iglesia católica lo hizo Santo y LeónXIII lo declaró doctor de la Iglesia, efectivamente es san Cirilo de Alejandría. Él fue el que derrotó a la herejía Nestoriana en el Concilio de Éfeso del 431. En esencia, la disputa consistía en si María era madre de Cristo o madre de Dios. De la respuesta a esta cuestión surge algo muy importante: la doble naturaleza divina y humana en una persona llamada Cristo. Cirilo consiguió que se convocase un concilio en Éfeso, puesto que era el lugar donde vivió sus últimos años la Virgen María, y logró que la Iglesia declarase el primer dogma mariano de la historia: María, Madre de Dios. Hasta aquel momento nadie en la historia había conseguido colocar a un ser humano mujer por encima de cualquier hombre. Éste es el personaje que en el fondo persigue la leyenda de Hipatia; curiosamente, Beltrand Rusell comienza su «Historia del pensamiento occidental» con una irónica semblanza de san Cirilo diciendo: «El motivo principal de su fama es el linchamiento de Hipatia». Todo esto huele excesivamente a podrido.

Jesús Trillo Figueroa es Abogado del Estado (e)
* Publicado en el diario La Razón

 

LO QUE SABEMOS SOBRE HIPATIA DE ALEJANDRÍAMATEMÁTICA Y FILÓSOFA. ASESINADA EN MARZO DEL 415

 DATOS QUE PARECEN MÁS SEGUROS

  1.  Hipatia significa "La más grande".
  2.  No se sabe exáctamente cuándo nació, pero sí que murió en marzo del año 415, en Alejandría.
  3.  Era miembro de una familia destacada. Su padre, Teón, fue un científico conocido, miembro del Museo, escritor, interesado en textos herméticos y órficos. Tenía una gran erudición matemática y astronómica, especialmente sobre sus predecesores alejandrinos, y contagió a su hija el interés por esas cuestiones.
  4. El otro gran interés de Hipatia fue la filosofía. A propósito de esto, formó un grupo (integrado por personas de buenas familias) que basaba su convivencia en el sistema platónico de las ideas y en lazos interpersonales. Esta comunidad presenta rasgos de influencia gnóstica: por ejemplo, hablan de misterios para denominar los conocimientos que les transmite su "guía divina", y creen que las personas de rango social inferior son incapaces de comprender estas cuestiones.
  5. Gozaba de gran autoridad moral entre sus contemporáneos, que admiraban especialmente su autodominio, manifestado en la abstinencia sexual (se mantuvo virgen toda su vida), la modestia en el vestir (se cubría con el llamado "manto filosófico") y, en general, la moderación en el modo de vida.
  6. No practicaba activamente el paganismo, ni le atraía el politeísmo; simplemente lo consideraba un elemento más de la cultura griega que tanto admiraba. Es decir, su platonismo no incluía la celebración de rituales, magia o adivinación. De hecho, entre sus discípulos había cristianos y personas que simpatizan con el cristianismo (dos de ellos llegaron a ser consagrados obispos, como Sinesio de Cirene). Hipatia protegía a sus alumnos cristianos y había amistad entre éstos y sus compañeros paganos.
  7. Se produjo un desencuentro entre el prefecto de la ciudad, Orestes, y el obispo Cirilo, por las injerencias de éste último en cuestiones civiles y los enfrentamientos entre judíos y cristianos (aunque hay que recordar que Orestes era cristiano, como correspondía en esa época a un representante del emperador). Hipatia se puso del lado de Orestes y recordó a Cirilo el ejemplo de su antecesor, Teófilo, que, a pesar de ambición y su campaña contra el paganismo, no era dictador y buscaba y conseguía el apoyo de las autoridades imperiales: había colaboración armoniosa entre autoridades civiles y eclesiásticas. 
    De hecho, ella siempre se había relacionado libremente con las autoridades municipales y nunca nadie la había molestado; podía manifestar su independencia política en lugares públicos sin problema, y la gente sabía que los gobernantes buscaban sus consejos. 

    Ahora, en cambio, empieza a haber rumores de que ella es la causa de que obispo y prefecto no se reconcilien, que se acentúan cuando Orestes se muestra intransigente a una reconciliación con Cirilo. Además, empiezan a circular otros rumores calumniosos sobre Hipatia y su relación con supuestas ceremonias mágicas, hechizos satánicos, etc.
  8. Años 414-415: Hipatia pasa de observadora a participante activa en política, ayudando a Orestes a crear una especie de partido político; en respuesta, surge otro que apoya a Cirilo. Los partidarios de éste último se hallan preocupados por la influencia de Hipatia y las relaciones influyentes que posee (entre ellas, algunos cristianos).
  9. Marzo de 415: en plena Cuaresma, una multitud, al mando de un tal Pedro, se abalanza sobre la litera de la filósofa cuando ésta volvía a casa tras un paseo por la ciudad. La golpean y la arrastran hasta el Cesarión, un antiguo templo de culto al emperador transformado en iglesia, donde la golpean de nuevo con tejas; a continuación, llevan sus restos hasta el Cinareo, donde los queman.
  10. El de Hipatia parece más un asesinato político, no religioso, provocado por viejos conflictos. Tras este hecho, Orestes renunció a la lucha y se fue de Alejandría para siempre, de modo que las únicas protestas que hubo, más bien tímidas, vinieron de los concejales. Finalmente la ciudad se pacificó.

 DATOS PROBABLES

  1. Existen divergencias entre los expertos sobre la fecha de nacimiento de Hipatia. Las propuestas oscilan entre el 355 y el 370 d.C., aunque la primera resulta más verosímil; en otras palabras, es bastante probable que la filósofa alejandrina rondara los 60 años cuando fue asesinada.
  2. El carácter exaltado de los alejandrinos pudo influir decisivamente en el lamentable episodio de la muerte de la filósofa. Dicho carácter se muestra en el hecho de que en aquella época hubo otros crueles asesinatos, como los de dos obispos impuestos a los alejandrinos por la corte imperial de Constantinopla: Jorge de Capadocia, que en el año 361 fue atado a un camello, despedazado y sus restos quemados; y Proterio, que en el 457 fue arrastrado por las calles y arrojado al fuego. Igualmente, pocos años después del asesinato de Hipatia, en el 422, el prefecto imperial fue muerto en un tumulto. De hecho, el propio obispo Cirilo reprochó al pueblo su carácter levantisco y pendenciero, en su homilía pascual del año 419.

 DATOS HIPOTÉTICOS

  1. Algunos creen que pudo estar casada con un tal Isidoro, aunque no hay datos que lo demuestren y, a la luz de lo que sabemos, resulta bastante improbable.
  2. Tampoco está claro que el asesinato de la filósofa se produjera por orden del obispo Cirilo, aunque algunas fuentes parecen acusarlo indirectamente de ello.
  3. Es posible que la actividad política de Hipatia estuviera apoyada por los judíos de la ciudad, puesto que Orestes apoyaba a su vez la resistencia de éstos contra el obispo.

BIBLIOGRAFÍA:

– Dzielska, María, Hipatia de Alejandría, Ediciones Siruela, Madrid, 2004 (2ª edición: 2006).
– Sinesio de Cirene, Cartas, Introducción, traducción y notas de F. A. García Romero, Editorial Gredos, 1995.

– Sócrates Escolástico (Sócrates de Constantinopla), Historia ecclesiastica, libro VII, capítulos 13 a 15.
– Juan Malalas, Chronographia, capítulo 14

 https://www.primeroscristianos.com/lo-que-sabemos-sobre-hipatia-de-alejandria-1/

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