viernes, 23 de octubre de 2020

Perú: Mirada de los obispos de la Amazonía a ‘Fratelli Tutti’

Perú: Mirada de los obispos a 'Fratelli Tutti'

Vivir la Amazonía desde la fraternidad

(zenit – 16 octubre 2020).- A continuación presentamos el artículo escrito por Beatriz García y Alexandra Heras, del Centro Amazónico de Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP) sobre la reunión celebrada por las altos cargos responsables de las jurisdicciones eclesiásticas de la selva peruana para el análisis público de la tercera y última encíclica publicada por el Papa, Fratelli Tutti.En él se hace un llamamiento a la hermandad y amistad entre todas las personas del mundo como habitantes de un mismo hogar, una misma Casa Común.

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Hace exactamente una semana el Papa Francisco firmaba y se hacía pública su tercera encíclica titulada Fratelli Tutti (Hermanos Todos). Un texto que, para muchos, complementa a la perfección Laudato sì (2015) donde se hacía un llamado al mundo entero para el cuidado de la Casa Común. Ahora, el Papa nos llama a vivir en fraternidad, a alimentar y cultivar la amistad social en el mundo. En un mundo sin fronteras donde, el centro, sea construir un mundo mejor y más justo. En esa línea es que, el último miércoles 8 de octubre los obispos de la Amazonía de Perú realizaron un evento público virtual para, precisamente, analizar este nuevo texto del Santo Padre desde la óptica amazónica.

Con este fin, y con la casualidad de que Fratelli Tutti cuenta con el mismo número de capítulos que obispos en la selva peruana, ocho, es que cada uno de ellos estuvo encargado de reflexionar y analizar una capítulo del texto. A través de sus voces fue que durante una hora y media les acompañamos para viajar de norte a sur de la Amazonía Peruana.

Las sombras de un mundo cerrado

"En esta carta recién publicada, el papa Francisco dedica 287 párrafos a la fraternidad y a la amistad social. La dirige a todos, creyentes o no, cristianos o de otra confesión religiosa, como un aporte a la reflexión y al diálogo entre todos, pues, se mire desde la fe en Dios o desde las convicciones personales de otro tipo, la verdad es que todos somos hermanos y hemos de serlo en efectivo para realizarnos como personas humanas y para construir la sociedad que nos constituye como tales, que a todos nos necesita y de la que no sobra nadie". Mons. José Javier Travieso, obispo del Vicariato Apostólico San José del Amazonas, no pudo estar presente por motivos de salud pero envió su reflexión sobre el primer capítulo de Fratelli Tutti que fue compartida por Mons. Jesús María Aristín, responsable del Vicariato Apostólico de Yurimaguas.

Los primeros párrafos de la encíclica de Francisco habla de sombras. "¿Qué sombras?", pregunta Mons. Travieso, "Francisco nos enumera varias como los sueños rotos de integración europea y latinoamericana; los mecanismos políticos que buscan exasperar, exacerbar y polarizar, sin un proyecto para todos; el conflicto y miedo; guerras, atentados, persecuciones por motivos raciales, religiosos, económicos, como formas de una tercera guerra mundial en etapas; y otras más". Sombras a pesar de las cuáles hay lugar para la esperanza. La esperanza que el Papa intenta inyectar en los párrafos y capítulos sucesivos.

Un extraño en el camino

La mirada del segundo capítulo de Fratelli Tutti corrió a cargo del administrador diocesano del Vicariato Apostólico de Iquitos, Mons. Miguel Fuertes. "El Papa se basa en la parábola del buen samaritano, un extraño herido, excluido de la sociedad, ante el cual podemos tener dos actitudes, pasar de largo o  detenerse, incluirlo o excluirlo", reflexionó, "y según el camino que tomemos definir el tipo de persona y proyecto político, social, religioso que tenemos, de acuerdo a la actitud frente al herido al lado del camino".

El misionero agustino, con más de 30 años de experiencia en la Amazonía norte de Perú opinó: "Estamos llamados a reconstruir este mundo que nos duele, con hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que se hacen prójimo, que se levantan y rehabilitan al caído para que el bien sea común. Hoy podemos recomenzar, el Papa Francisco nos llama a ser parte activa en la rehabilitación y auxilio de las sociedades  heridas. No dice que cambiemos el mundo, sino que cambiemos cada uno, tomemos lo más concreto, local y desde ahí hacia lo universal. Estamos llamados a encontrarnos en un nosotros".

Pensar y gestar en un mundo abierto

Monseñor Juan Bautista Oliver, obispo del Vicariato Apostólico de Requena, brindó su aporte basado en el tercer capítulo de la encíclica. "Aquí el Papa Francisco nos hace pensar al ser humano, en cómo se desarrolla desde la categoría del encuentro con los demás", inició, "nadie puede vivir como islas, sino que hemos de vivir en comunión que crea fraternidad, desde esta categoría es que podemos entender todas las cosas". Oliver añadió que esa idea viene a significar que el hombre tiene la tarea de salir de sí mismo para entrar en relación con los demás, no solo con su propio grupo, el más cercano, sino que "todo amor auténtico ayuda a crecer y establecer nuevas formas de amistad".

En ese sentido, y de la mano con lo escrito por el Papa en este tercer capítulo, el obispo de Requena invitó a "construir relaciones de fraternidad" que lleven a superar el individualismo pues, en su opinión y en clara alusión al contexto actual, es "el virus más difícil de vencer".

Un corazón abierto al mundo entero

En este capítulo una de las ideas centrales es la invitación de Francisco a romper las fronteras. "Creo que es el gran mensaje de esta encíclica, romper las fronteras, ser ciudadanos del mundo y hermano de todos los hombres, prescindiendo de la religión que tengas, el color de tu piel, la lengua que hablas o de dónde vienes". Así sintetizaba parte del cuarto capítulo monseñor Jesús María Aristín, administrador apostólico del Vicariato Apostólico de Yurimaguas y que el próximo mes de diciembre será consagrado como obispo de esa misma zona. También recalcó cuatro verbos clave: acoger, proteger, promover e integrar. "Es lo que tenemos que hacer", dijo.

Y es que Francisco habla de abrir el corazón mediante respuestas concretas, empezando por los propios Estados como: "Abrir comedores humanitarios, ofrecer alojamiento adecuado, acceso a los servicios básicos, la posibilidad de abrir cuentas bancarias y garantizar la básica subsistencia, dar libertad de movimiento… Todo un reto para los estados, para que tomen esta encíclica en serio y la hagamos realidad entre todos".

Para monseñor Aristín la nueva encíclica "nos va orientar sobre cómo  curar a este mundo enfermo, Fratelli Tutti se une a Laudato sì, y forma con ella una dupla que permite conocer el pensamiento social de Francisco. Una encíclica que revaloriza la política como servicio social al pueblo y, por otro lado, decreta el fin del neoliberalismo y clama por una reforma estructural de las Naciones Unidas".

La mejor política

El obispo del Vicariato Apostólico de Jaén y coordinador de la Red Eclesial Panamazónica en Perú, Mons. Alfredo Vizcarra, se centró en analizar el quinto capítulo de Fratelli Tutti: "El Papa busca responder a una serie de conceptos e ideas fundamentales en las que tiene mucho que ver la crisis en la que nos encontramos. Por un lado, se ve la política con dos alternativas: populismo o liberalismo. Sin embargo, no se trata de eso. En ambas visiones se corre el riesgo de perder de vista una dimensión importante que tiene que ver con el pueblo. Mirar así las cosas podría llegar a eliminar la palabra democracia, que significa el gobierno del pueblo".

Asimismo el misionero jesuita y obispo de Jaén consideró que es necesario un cambio en "los corazones, así como en los hábitos y estilos de vida". De ahí que sea importante enfatizar en la educación pues deben ir desarrollándose "hábitos solidarios" así como una "capacidad de pensar la vida humana más integralmente y con mayor hondura espiritual". Indicó, en ese sentido, que "todo esto hace falta para dar libertad a las relaciones humanas, de tal modo que sea la sociedad la que reaccione ante las inequidades, sus desviaciones, así como contra los abusos de los intereses económicos, tecnológicos políticos y mediáticos".

Diálogo y amistad social

Monseñor Gerardo Zerdín, obispo del Vicariato Apostólico de San Ramón y misionero franciscano con más de cuatro décadas conviviendo con las poblaciones indígenas de la selva central de Perú abordó el sexto capítulo centrado en un concepto que él mismo acentúa en muchas de sus intervenciones y opiniones: diálogo. "Usamos mucho esta palabra, que originalmente puede significar una conversación entre dos, pero no es solamente hablar, sino escucharse. Justamente el Papa, en su tercera encíclica Fratelli Tutti (Hermanos todos) presenta unos verbos que, de alguna forma, describen el diálogo. Francisco nos habla de acercarse, expresarse, escuchar, mirarse, conocerse,  tratar de comprenderse,  buscar puntos de contacto… En ese sentido, lo que no es diálogo vendría a ser un monólogo", inició Zerdín quien invitó a buscar nexos, puntos en común para llegar a la verdad.

En, en ese mismo camino, que muchas protestas violentas enraízan ahí, en el no escucharse. "Entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta, siempre hay una opción posible: el diálogo", aseguró. Asimismo pidió no cerrarse, abrir la mirada y el pensamiento: "No hay que pegar etiquetas sobre las personas,  etiquetas humillantes, muchas veces así empieza la guerra".

Caminos de reencuentro

Desde la capital del departamento de Ucayali, el obispo del Vicariato Apostólico de Pucallpa, Mons. Martín Quijano, enfocó su intervención en el séptimo capítulo de Fratelli Tutti. El misionero salesiano contó que Francisco nos invita a crear caminos de paz para cicatrizar nuestro mundo y nuestra sociedad herida. Unos caminos que deben crearse "a la manera de un artesanado, un arquitecto que va construyendo poco a poco, donde pone su vida y piel en ese trabajo".

La verdad es, para Mons. Martín Quijano, ese primer paso para emprender el camino en el rumbo y la forma correcta. Una búsqueda de la verdad que debe ligarse a la paciencia, a la justicia y a la esperanza. "Esta esperanza común será mucho más fuerte que otros sentimientos que mueven la historia, como la venganza, pues en este camino no nos debe mover jamás la venganza", agregó.

En la parte final de su intervención el obispo de Pucallpa tocó un tema a veces complejo pues "el Papa también nos habla del perdón sin olvido" porque "el perdón no anula la necesidad de justicia, sino más bien reclama, en nuestra experiencia en Perú parece que el perdón tiene que anularlo todo, pero el perdón siempre pide justicia". Una idea que concretó aún más: "Cuando los conflictos se esconden o se entierran en el pasado, hay silencios que puede significar volverse cómplices de grandes errores y pecados".

Las religiones al servicio de la fraternidad en el mundo

El cierre de este evento, que congregó gracias a la virtualidad a los obispos de la selva amazónica desde sus diferentes lugares de misión, lo puso Mons. David Martínez de Aguirre, obispo del Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado. Se encargó de extraer las ideas más importantes el último capítulo, dedicad por Francisco al papel de las religiones en la búsqueda y el logro de la fraternidad mundial, tema central de Fratelli Tutti. "El Papa nos regaló la Laudato sì, donde nos hablaba de la Casa Común, y ahora con esta encíclica nos dice que la Casa Común es más que una casa, es un hogar, centrándose en la familia, en cómo debe ser una familia", inició su exposición.

En lo concerniente al papel de las religiones, no solamente del cristianismo, Martínez de Aguirre refirió que "el Papa pasa a hablar sobre las religiones comprometidas al servicio de la fraternidad universal, comienza rompiendo esa relación que a veces se hace entre religión y violencia,  nos dice que cuanto más profundas son nuestras convicciones religiosas, mayor es nuestro aporte y  la riqueza con la que contribuimos a toda la humanidad". En esa línea, el obispo dominico que "cuando alguien está recurriendo a la religión para justificar su violencia, es una deformación de la religión,  la religión no justifica la violencia, ni las guerras". Y añadió: "Los líderes religiosos son artesanos de la paz, por lo tanto deben ser los auténticos mediadores".

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