lunes, 30 de noviembre de 2020

LA INMACULADA EN LAHISTORIA DEL PERÚ

LA INMACULADA EN LA HISTORIA DEL PERÚ

 

José Antonio Benito

 

El 20 de enero del 2018 el Papa Francisco se refería a la Inmaculada Virgen de la Puerta como "Madre de la Misericordia y de Esperanza", que nos muestra el camino y nos señala la mejor defensa contra el mal de la indiferencia y la insensibilidad. Ella nos lleva a su Hijo y así nos invita a promover e irradiar una «cultura de la misericordia, basada en el redescubrimiento del encuentro con los demás: una cultura en la que ninguno mire al otro con indiferencia ni aparte la mirada cuando vea el sufrimiento de los hermanos». Magnífico intérprete de lo que ha sido su devoción como queremos compartir en esta nota y formidable estímulo de lo que debe ser.

La toponimia es sólo una firme expresión del sentir mariano del continente americano y en particular en Perú. Así, en el Valle del Colca hay un pueblo que lleva el nombre de la Inmaculada Concepción, el de Yanque, con un templo dedicado a María y que data del S.XVI. Otro, Lari, lleva el nombre de La Purísima Concepción. De igual modo, múltiples santuarios marianos del Perú están dedicados a esta advocación: el de Huanchaco y el de la Virgen de la Puerta de Otuxco, los dos en Trujillo; Nuestra Señora de Huambalpa y Nuestra Señora de los Socos, en Ayaucho; la Purísima de Quiquijana, en Cuzco con el nombre popular de la Linda, Nuestra Señora de la Concepción en Puno, la Inmaculada en Huancayo, desde donde se divisa el bellísimo Valle del Mantaro, Nuestra Señora Inmaculada de las Manitas en los benedictinos de Lurín, proveniente del antiguo Monasterio de las Cistercienses de Lima, o la piadosa imagen de la Inmaculada Concepción que se venera en una capilla contigua a la iglesia de San Francisco, bajo la advocación de Nuestra Señora del Milagro de Lima.

De igual modo, en nuestro suelo, han arraigado costumbres tan populares como la generalización del saludo «Ave María Purísima», la celebración del mes de mayo, la devoción del Rosario de la Aurora que llegó a contar con quince rosarios salidos de sus respectivas iglesias en la Lima de 1692, cantando coplas tan «lindas» como ésta:

«María, todo es María. María,

todo es por vos.

 Toda la noche y el día

se me va en pensar en Vos».

Florecen las cofradías y congregaciones de Nuestra Señora (en particular la de "la Pura y Limpia Concepción" del Hospital de San Bartolomé), los romeros y danzantes de la Vir­gen. Los serenos cantaban tam­bién a María al dar la hora en las calladas noches; fachadas ador­nadas con el anagrama de María o con los versos (en zaguanes o esquinas con imágenes de María):

«Nadie traspase este umbral

 que no diga por su vida

 que es María concebida

 sin pecado original».

 

El Inca Garcilaso Garcilaso hace explícita su admiración por su padre y por uno de sus antepasados en la dedicatoria a la Virgen María de la Segunda Parte de los Comentarios reales: "Finalmente, [me hace dedicar esta obra a la Virgen] la devoción paterna, heredada con la nobleza y nombre del famoso Garcilasso, comendador del Ave María, Marte español". Su devoción mariana la refleja en su escudo y en numerosos pasajes de sus obras.

 

Años antes, en 1618, había publicado en la imprenta de Francisco del Canto, la obra "Relación de las fiestas que a la Inmaculada Concepción de la Virgen Nuestra Señora se hicieron en esta ciudad de los reyes del Perú". Entre las numerosas comparsas que por aquellos días recorrieron Lima, destacó una formada por quince niñas menores de diez años. Vestidas de ángeles, con túnica de raso azul y sobre ella otra de velo de plata, con coronas de oro, perlas, rubíes, diamantes, esmeraldas y topacios. Cuando la máxima autoridad, el príncipe virrey de Esquilache, se asomó al balcón de palacio para ver tan tierna comparsa, una de las chiquillas, futura marquesa de Villarubia de Langres, representado a San Miguel, capitán de aquel coro de ángeles, se dirigió a Su Excelencia y le dijo:

Soy correo celestial,

Y por noticia os traía

que s concebida María

sin pecado original.

 

Este ambiente lo recoge magistralmente este texto del socarrón y mago de nuestra lengua Ricardo Palma en una de sus "Tradiciones Peruanas", titulada "El Caballero de la Virgen", y que refiere la defensa hecha hacia 1640, en la bulliciosa Lima virreinal, por parte de Don Juan Manrique, cual "nuevo Quijote con cuerpo de Sancho", quien en plena plaza mayor retó "a todos los que negasen que la Virgen María fue concebida sin pecado original" y que fue vitoreado con entusiasmo por el pueblo.

El historiador José de Mugaburu relata profusamente en El Diario de Lima (1640-1694) cómo se vivía la fiesta en honor a la "la Limpia Concepción":

"Martes siete de diciembre de 1655, víspera de la Pura y Limpia Concepción, votaron la Audiencia y Cabildo eclesiástico y secular, guardar su fiesta, y que fuera con vigilia; y defender su limpieza, y la nombraron por patrona de todo el reino. Y aquél día hubo muchas fiestas". El año siguiente, 1656, se festejó con los "mayores fuegos que ha habido en esta ciudad...el sexto, otro carro con una imagen de la Limpia Concepción...Y fue aquella noche de los fuegos que no ha habido más que ver. El domingo siguiente hubo un gran sermón y procesión alrededor de la iglesia y sacaron a la Virgen Santísima de la limpia Concepción, la chapetona, que está en San Francisco...".

Por su parte, Don Diego de León Pinelo, hermano del célebre primer biógrafo de Santo Toribio, bachiller por Salamanca,  y luego estudiante, catedrático y rector (1656-8) de San Marcos, escribió un alegato apologético en defensa de la Universidad de San Marcos en 1648, que culmina refiriéndolo todo a la Virgen Inmaculada como quien "perfecciona las obras de los doctores [...] preside la Teología, los sagrados libros, la Jurisprudencia, la Filosofía: ella que presidió aquel divino Colegio de los Apóstoles"; y concluye: "¡Oh María, que doquiera eres María, doquiera piadosa, doquiera misericordiosa, guárdanos, dirígenos, para que cada día florezca nuestra Academia, que más bien es tuya, a la cual proteges como Señora del mundo y de los cielos".

Una delicada y apasionada muestra del fervor por la Inmaculada la tenemos, desde el siglo XVII, en los dos monasterios de religiosas concepcionistas, y que hoy se encuentran en Santiago de Surco y en Ñaña.

Uno de los más apasionados biógrafos de Santo Toribio, José Carmen Sevilla, Zuavo Pontificio, afirmará que "su ardiente y filial amor a la Inmaculada Madre de Dios nació en su cuna, acompañándolo hasta su postrer aliento: desde muy temprana edad le rezaba su oficio parvo y santo rosario sin faltar un solo día y en horno de tan excelentísima Señora ayunaba los sábados a pan y agua".

Por su parte, el célebre Arzobispo de Lima, Francisco Javier Luna Pizarro, en contestación al Beato Pío IX pidiéndole el testimonio sobre la tradición de la iglesia limeña para la declaración del dogma de la Inmaculada Concepción, escribirá: "A las letanías peruanas, compuestas en alabanza de la Santísima Virgen y aprobadas por Su Santidad Paulo V incorporó entre las glorias que se cantan a esta Señora la de su inmunidad de la culpa original, enseñándonos a decirla: ´Por tu concepción inmaculada, líbranos, Señora, de todo mal y pecado". Cuando la noticia del Dogma de 1854 llegó a Lima, la celebración no pudo hacerse en 1855, ya que el 9 de febrero había fallecido el Arzobispo de Lima, monseñor Francisco Javier de Luna Pizarro. Fue el sucesor, Monseñor José Pasquel el que dispuso que la fiesta se celebrase el 8 de diciembre de 1856. El programa fue especial e incluyó Misa Solemne y Te Deum, y una lúcida procesión de los patriarcas de las órdenes de La Merced, San Francisco, San Agustín y Santo Domingo en sus veneradas imágenes, a las que se sumaron las andas de Santa Rosa, San Francisco Solano y Santo Toribio. Cerrando el cortejo venía la imagen de la Purísima, precedida de un coro de niñas vestidas de blanco y quemando perfumes en braserillos de plata. La procesión dio una vuelta a la Plaza Mayor. Al término de la misma, el Arzobispo Pasquel dio a la multitud la Bendición Papal.

Una gran contribución de la iglesia peruana a la formulación del dogma, defensa y celebración, fue la que prestó el teólogo franciscano Pedro Gual, quien, en los Descalzos de Lima, publicó una de las obras más sólidas y fundamentadas sobre la Inmaculada.

Por aquellas fechas surgen órdenes con su nombre como las FIC Franciscanas de la Inmaculada Madre Clara y Monseñor Alfonso María Sardinas o Religiosas Franciscanas de la Purísima Concepción de María Matilde Castillo de Jesús.

Y terminado el siglo, con el regreso de los Colegios de tanto renombre como el fundado por los jesuitas de la Inmaculada que nos ha historiado uno de sus egregios alumnos como fue el P. Armando Nieto.

Por último, cabe señalar el gozoso evento del que fuimos testigo en el 2004, la entusiasta celebración por parte de  Arquidiócesis de Lima por 150 años de la Inmaculada Concepción. En la misma se dieron cita la reflexión teológica en el gran congreso en el auditorio de San Agustín del 10 al 12 de diciembre, así como concurridas celebraciones litúrgicas dentro y fuera de los templos, entre la que destacó la gran vigilia en la Plaza Mayor iluminada con el paso de la imagen de la Inmaculada acompañada por miles de fieles con sus velas encendidas.

Culmino mi reflexión con la mirada en la bella imagen de "¡Nuestra Señora de la Evangelización!" en la catedral de Lima. Ante Ella, san Juan Pablo II, 14 de mayo de 1988 ,  le dirigió una encendida plegaria y que quiero actualizar en estos momentos tan decisivos del Perú:

 Madre de la Buena Nueva, sabemos que el camino es arduo; esta tierra gloriosa, cuna de santos, se ve ahora afligida por la violencia y la muerte, por la pobreza y la injusticia, por una honda crisis familiar fruto del olvido de la ley del Señor, por ideologías que intentan vaciar de contenido su fe cristiana. Por eso queremos ofrendar a Ti todo el Pueblo de Dios que peregrina en Perú y poner cerca de tu Corazón de Madre

NOTA:  La foto corresponde a la Inmaculada obra del escultor salmantino Bernardo Pérez de Robles, siglo XVII, en la catedral de Lima. 

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sábado, 28 de noviembre de 2020

LOS MERCEDARIOS Y LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ

LOS MERCEDARIOS Y LA INDEPENDENCIA

 

José Antonio Benito

 

En el reciente simposio acerca de la Iglesia y la Independencia organizado por la Academia Peruana de Historia de la Iglesia en el mes de octubre del 2019, en la PUCP, el benemérito Fray Saúl Peredo. O. de M. se refirió a "La contribución de los mercedarios a la Emancipación Peruana (1800-1826)", destacando el protagonismo de la orden mercedaria en todos los aspectos de la vida del virreinato peruano, no podía permanecer al margen del acontecimiento decisivo de la Independencia. Para valorarla con precisión –nos expuso- que deben estudiarse a sus miembros destacados como Melchor de Talamantes, la situación de los conventos en sus provincias religiosas de Cuzco, Lima y La Paz, la participación a favor o su resistencia ante la Emancipación, la adaptación y respuesta ante la nueva situación, especialmente creada por el "Decreto sobre la reforma de los regulares" de 1826.

En el célebre cuadro de Lepiani sobre la proclamación de la Independencia que pintó en 1904 llama la atención el corpulento religioso mercedario que acompaña a José de San Martín. Según el egregio historiador mercedario P. Saúl Peredo correspondería al fraile arequipeño P. Mario Butrón.

El distrito limeño de San Isidro dedicó una estatua y un parque entre las calles Dr. Ricardo Angulo Ramírez y Los Ruiseñores Este, de la Urb. Corpac), a otro gran mercedario limeño olvidado, pero que fue doctor por la Universidad de San Marcos, primer constitucionalista de México y que puede ser considerado mártir de la Independencia de México, Fray Melchor Talamantes y Baeza.

En el informe de Monseñor Bartolomé de las Heras señala entre los destacados mercedarios a los "maestros Tejero y Durán, actualmente es el primero provincial y el segundo lo acabó de ser; ambos son casi de igual suficiencia y buen manejo". El P. Higinio Durán Martel será obispo de Panamá y en 1821 firmó el acta de independencia de la nación; le acompañaron Melchor Talamantes, Melchor Aponte, Manuel Cavero, Anselmo Tejero, Domingo de Oyergui.

De igual modo Monseñor Severo Aparicio Quispe dedicó su artículo "Los Mercedarios del Perú en el siglo XIX" en la Revista Peruana de Historia Eclesiástica (nº 5, Cuzco 1996, pp.113-133). En el mismo manifiesta el vigor de la Orden en vísperas de la Independencia y el "tsunami" sufrido con motivo de la Emancipación, específicamente con las disposiciones dadas por el gobierno en el Reglamento de regulares de 28 de setiembre de 1826 que tuvieron inmediata aplicación en el ámbito de la Provincia Mercedaria del Perú. La medida conllevaba la supresión de la autoridad de los Superiores Generales y Provinciales de las órdenes religiosas; la sujeción de los conventos a los obispos; el cierre de los noviciados; la profesión religiosa debía hacerse cumplidos los 30 años de edad (después se bajó a 25); facilidades para la exclaustración de los religiosos; el cierre de los conventos que no tuviesen 8 religiosos como mínimo. Junto a la rápida disminución de religiosos y cierre de conventos en el Perú, el gobierno se apoderó de los bienes de los institutos religiosos. Al desaparecer la autoridad unificadora del superior provincial, se deshizo la Provincia, y los conventos de hecho desaparecieron y los pocos que quedaron, convertidos en autónomos entre sí, dependían de la autoridad del obispo. En poco tiempo, de los conventos de la provincia limeña quedó solamente el de San Miguel de la Capital, sujeto a la autoridad del Arzobispo. El edificio del Colegio fue entregado al Gobierno por el provincial Fr. Francisco Bustamante en 1825, y adjudicado al Convictorio do San Carlos; y el convento de la Recoleta de Belén y sus temporalidades pasaron a la Beneficencia Pública.

Sobre la Provincia de Lima, extinguida por decreto del Gobierno de 1826, se tiene una Relación de los conventos clausurados, hecha en Lima, el 11 de marzo de 1848, y enviada a Roma por el maestro Fr. León Fajardo, comendador general, con indicación precisa del estado y destino de cada casa.

            En medio de tanta convulsión, no está de más recordar el gran aporte mercedario a través de la entrañable y arraigada devoción a su titular Nuestra Señora de la Merced que se constituyó en referencia de alivio y esperanza. Así, el 24 de mayo de 1822, el general Antonio José de Sucre, vencedor en Pichincha por la que se alcanzó la independencia de la gran Colombia, y encaminado hacia el Perú, propuso que esta nación reconociese a la Virgen de la Merced por patrona de sus ejércitos; de hecho, en 1823, fue declarada Patrona de las Armas de la República por el Presidente José Bernardo Tagle. Al cumplirse en primer Centenario de la independencia de la nación, el 24 de septiembre de 1921 fue coronada canónicamente y como recuerdo de esto, se colocó a la Sagrada imagen las insignias de su alto patronato militar, consistentes en una faja de Gran Mariscala y un cetro de Oro, a partir de entonces, se ha llamado la Gran Mariscala del Perú. Desde entonces esta fecha del 24 de septiembre es declarada fiesta nacional. Cada año el ejército le rinde honores a su alta jerarquía militar de "Mariscala".

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jueves, 26 de noviembre de 2020

ISMAEL PORTALY SU LIMA RELIGIOSA

ISMAEL PORTAL Y SU LIMA RELIGIOSA

Siempre me saca de apuros cuando debo presentar un tema religioso peruano en los medios de comunicación. Su "Lima religiosa" abunda en datos de nuestro Perú ensantado y su prosa es deliciosa. A fuer de consultarla su autor me resulta simpático y como un amigo al que visito con frecuencia. Baste de momento con aglutinar datos y compartírselos dejando para mejor ocasión su necesaria biografía.

Considera mi buen amigo historiador Teodoro Hampe (+) que "el mejor libro de Portal es, ciertamente, Lima religiosa (1924), un estudio bastante preciso y bien documentado, que trata una serie de personajes e instituciones religiosas de la ciudad en tiempos coloniales. Los capítulos más largos se refieren a Santa Rosa de Lima, la Orden de San Francisco y el Señor de los Milagros. Son valiosas las fotografías de iglesias y conventos, muchos de los cuales ya no existen en la actualidad. Podemos destacar como secciones importantes: Santa Rosa de Lima: vida, muerte y canonización (pp. 59-92); Historia de las campanas de los templos limeños (pp. 161-182); Nómina de los arzobispos de Lima (p. 401); Monasterio del Prado (pp. 403-413), entre otras"[1].

 

Hijo del doctor Juan Portal y Figueroa, senador, y de Carlota Espinoza y Monterrey. Cursó estudios en el Colegio de Mayuri y en el Colegio Inglés; luego ingresó a la Escuela Superior de Comercio.

Al estallar la Guerra del Pacífico, se alistó en uno de los batallones de Reserva, participando en los preparativos de defensa de la capital peruana. Como subteniente del batallón N.º 6, luchó en la batalla de Miraflores. Con motivo de la ocupación de Lima y saqueo de la Biblioteca Nacional del Perú, muchos manuscritos y libros antiguos fueron rematados a los comerciantes para ser usados como papel de envolver; pero Ismael Portal compró todos los papeles que pudo y la lectura de los mismos le despertaron el interés por los estudios históricos.

En agosto de 1885 se inició en el periodismo como colaborador del diario El Comercio. Colaboró también en los diarios limeños El Tiempo y La Prensa, así como en la revista Actualidades. Fue director del diario católico La Tradición (1918). Se destacó por sus artículos sobre la tauromaquia, usando el seudónimo de «El Duque de Veraguas».

En 1886 empezó su carrera administrativa, donde fue ascendiendo hasta llegar a ser vocal del Tribunal Mayor de Cuentas (1910). Se jubiló en 1918.

En 1921 fue elegido miembro de la Sociedad Americana de Derecho Internacional, por lo que viajó a Estados Unidos para concurrir a la asamblea anual de dicha institución.

Fue miembro del Instituto Histórico del Perú.

Publicaciones

·         La fiesta española en el Perú (1892), sobre las corridas de toros realizadas en el coso de Acho.

·         De Iquique a Puerto Caballas (1897), crónica del viaje de Nicolás de Piérola de Chile al Perú para encabezar la revolución contra el presidente Andrés Avelino Cáceres.

·         Cuernos históricos (1897). Premio del Concejo Municipal de Lima

·         Morir por la patria. José Olaya (1899). Biografía del mártir chorrillano. Premio del Concejo Municipal de Chorrillos. Varias veces reeditada.

·         Lima de ayer y hoy (1912)

·         Bolognesi y sus hijos (1917 y 1950)

·         La Independencia del Perú (1917). Premio del Concejo Municipal de Lima.

·         Lecturas históricas comentadas (1918), ensayos históricos sobre Olaya y Bolognesi, que complementan el texto anterior.

·         Cosas limeñas. Historia y costumbres (1919)

·         Chile ante el árbitro (1924)

·         Lima religiosa (1535-1924) (1924)

·         Del pasado limeño (1932)

Comparto la relación de Esteban M. Cáceres España en el Perú ( Alicante : Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2001; Lima, La Opinión Nacional, 1923) http://www.cervantesvirtual.com/obra/espana-en-el-peru--0/ pp.205-207

"La personalidad del señor Ismael Portal, que hoy presentamos en esta «Galería de honor» a los lectores de El Diario Español
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miércoles, 25 de noviembre de 2020

LA BEATITA DE HUMAY (1819-1869). LUISA DE LA TORRE y SU HERMANA CARMEN

LUISA DE LA TORRE, LA BEATITA DE HUMAY (1819-1869)

 

Nació en Humay (Pisco) el 21 de junio de 1819. Fueron sus padres Agustín de la Torre e Isabel Rojas, quienes fallecieron cuando era muy niña, quedando tanto su hermana melliza Carmen como ella al cuidado de sus tías Francisca y Juana.

Desde su más tierna infancia se consagró enteramente al servicio de Dios y a la práctica de todas las virtudes, al punto que sus coterráneos la llamaban la "Beatita" o "La Niña Luisa". Modelo de penitencia, torturaba su cuerpo con cilicios y disciplinas. Su caridad no tenía límites, dándolo todo a los pobres. Pasaba largas noches den oración y a menudo penetraba a la iglesia estando las puertas cerradas y caía en éxtasis. Alguna vez recibió la comunión de manos de los ángeles. Su confesor afirmó que Luisa fue un ángel de pureza. Dios la favoreció con carismas extraordinarios, tales como el éxtasis en momentos de oración, visiones premonitorias con curaciones extraordinarias. El caso más célebre fue el del Padre Julián Endérica –uno de sus confesores- que fue desahuciado en Lima por los médicos; en medio de la grave enfermedad, apareció Luisa, le llevó una medicina y el mal desapareció; el Padre Endérica sanó de la noche a la mañana sin que Luisa se hubiese movido de Humay.

 Curaba a los enfermos y a los niños los sanaba con solo una caricia. Daba de comer a multitud de personas, con el alimento que se multiplicaban maravillosamente en una ollita diminuta.

 

En un viaje a Ica se vinculó con el célebre predicador franciscano fray Ramón Rojas de Jesús María, el P. Guatemala, quien ejerció como director espiritual suyo. Oraba hasta muy tarde en la capilla del pueblo que se iluminaba con su presencia; entre sus santos los preferidos eran el "doctortito" (Niño Jesús), la Virgen de Guadalupe, San Luis Gonzaga y el Ángel de la Guarda.

 

Su casa era a un tiempo escuela, taller de labores domésticas, refugio de menesterosos, asilo de enfermos e indigentes.

 

En medio de la angustia y las lágrimas de su pueblo y asistida por su Director Espiritual, Dr. Julián de Endérica, murió en olor de santidad el 21 de noviembre de 1869, a los 50 años de edad. Después de su muerte su rostro se conservó fresco y sonrosado y su cadáver despidió dulce olor. Durante 24 horas el cadáver sudó copiosamente a la vista de todo el pueblo hasta el momento del entierro que fue una apoteosis. El pueblo vistió de luto durante varios meses por ella. Fue enterrada en la iglesia de Humay y desde entonces no han cesado de visitar su sepulcro, la capilla donde rezaba y ante su casa reconstruida, multitudes de todo el Perú. En 1926 el Arzobispo de Lima designó al P. Medardo Alduán como organizador del proceso de beatificación.

 

El 21 de abril de 1938, 70 años del deceso, el nuevo arzobispo Mons. Pedro Pascual Farfán, al examinar los restos mortales, encontró que la mano derecha estaba intacta. En 1939 se inició el proceso informativo de virtudes de santidad y milagros.

 

La construcción del santuario tras el terremoto del 2007, la declaración del Patrimonio Cultural de la Nación a las Festividades de la Sierva de Dios Luisa De la Torre "Beatita de Humaydel distrito de Humay.  en el 2018 y la celebración del bicentenario de su nacimiento, han incentivado y avivado su devoción.

Recientemente, se ha incorporado a su hermana melliza Carmen.  Nacieron el 21 de junio de 1819 y desde siempre fueron conocidas como "Las Mellizas de Humay" o también como "Las Beatitas de Humay".

Los restos de Carmen de La Torre Rojas, hermana de la milagrosa, Luisa de la Torre recibieron los rayos del sol iqueño y llevados al Santuario de Humay en el 2018, después de casi 80 años de haber sido sepultados al lado derecho del Altar Mayor del Santuario del Señor de Luren de Ica. En este momento sus restos descansan en este devoto santuario, ubicado en el kilómetro 31 de la ruta de los libertadores de Ica.

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martes, 17 de noviembre de 2020

P. José Francisco Sánchez Navarrete, padre de la instrucción primaria peruana (+1859)

P. José Francisco Sánchez Navarrete, padre de la instrucción primaria peruana (+1859)[1]

Natural de la Ciudad de Guayaquil, hijo legítimo de D. Antonio Navarrete, natural del reino de España, y de Doña Mercedes Moreno, natural de la ciudad de Piura. En ese tiempo era constante el tránsito comercial y social que sostuvieron las ciudades de Piura[2], Guayaquil y la región andina–amazónica de Loja. En Lima, radicó también su hermano D. Gregorio Navarrete, de quien recibió la encomienda de velar por sus hijos: Remigio, Manuel y José Alejandro.

En 1813, se lo nombró como capellán en la Casa de Ejercicios Espirituales de Santa Rosa, como recuerda el cuadro que ilustra la nota y que luce aun hoy en ella. Este centro de espiritualidad nos habla de la caritativa dama limeña, Rosa Catalina Vásquez de Peralta, del emprendedor albacea Matías Querejazu, del emblemático arquitecto Matías Maestro, y de miles de personas que se han beneficiado con la práctica de los Ejercicios Espirituales. Hoy cumple con la doble finalidad espiritual como centro de espiritualidad para Retiros y Ejercicios, así como centro cultural para exposiciones y conferencias. El Cabildo Catedralicio la regenta y ofrece a la sociedad como centro cultural católica y areópago de la nueva evangelización.

Fue también capellán del Colegio de Santa Cruz de Atocha y parece que sirvió como capellán de Simón Bolívar.

El historiador Jorge Basadre nos da cuenta en su clásica Historia de la república del Perú interesantes datos acerca de los primeros pasos de la educación tras la proclamación de la Independencia, así como la participación de nuestro protagonista:

"junto con bandera e himno, ejército y mariana organización administrativa y judicial, el gobierno de san Martín le dio al Perú la Escuela Normal de Maestros. Su dirección fue confiada a Diego Thomson, pedagogo del sistema de enseñanza lancasteriano, que era, a la vez, misionero de la Sociedad Bíblica Británica de propaganda protestante. En el sistema lancasteriano los alumnos más adelantados enseñaban a los principiantes. Con Thomson colaboró, curiosa expresión de solidaridad en la cultura o de tolerancia entre otras creencias religiosas, el presbítero José Francisco Navarrete. Pero las dificultades bélicas, políticas y económicas obstaculizaron la labor de Thomson y éste se retiró del Perú en 1824 dirigiéndose al Ecuador"[3].

Al frente de la institución seguirá el P. Sánchez Navarrete. Del talante ecuménico y amical del mismo, dio testimonio el propio Thomson quien relató que en cierta ocasión que "mi amigo no podía quedarse más tiempo, pusimos fin a la conversación en este punto, en el que establecía que era necesario que yo creyera en la Iglesia si es que quería obtener la salvación. Cuando terminamos la discusión, se levantó y mientras lo acompañaba fuera, puso los brazos alrededor de mí y dijo: "Confiemos en que aún estemos unidos y seamos hermanos en Nuestro Señor Jesucristo".

Particularmente, debiera denominársele como el Padre de la Instrucción Primaria en el país. El decreto supremo de 1822. Con D. José de San Martín como Protector del Perú, se expidió el 22 de febrero de 1822 un Decreto Supremo, a favor de la educación pública. Y esa es la fecha de fundación de la instrucción de primeras letras bajo metodología lancasteriana. En dicho documento se solicitó a las casas conventuales – ya mermadas en número de religiosos, así como en sus rentas y censos–, fundasen una Escuela de Primeras Letras. Fue en una de los Padres Dominicos –el actual colegio Santo Tomás- por Barrios Altos, donde se creó el centro. En este mismo documento, se hizo referencia al método Lancasteriano de enseñanza. Sin embargo, será en el decreto posterior, del 6 de julio, en donde se creó la Escuela Central Lancasteriana, bajo la rúbrica del Presidente Marqués de la Torre Tagle, y del Ministro Bernardo de Monteagudo.

José Francisco Sánchez Navarrete, en pleno uso de sus facultades, dictó al escribano Félix Sotomayor (PN. N° 845, 1859), sus palabras finales, la división de sus pocas pertenencias, así como las responsabilidades concernientes a responsorios en su memoria. Encargó dichas tareas pastorales a sus amigos más íntimos, algunos de ellos sacerdotes como él.

 



[1] Agradezco los datos –todavía muy escasos- facilitados por el Mg. Juan Carlos Huaraj y la foto facilitada por Fernando López. Con gusto acogeré cualquier sugerencia para enriquecer la biografía de sacerdote tan destacado.

[2] Véase el interesante trabajo de Elizabeth HERNÁNDEZ GARCÍA "Los Sánchez Navarrete y Gonzales de Salazar: una poderosa familia en el puerto de Paita en la segunda mitad del siglo XVIII" Revista Complutense de Historia de América Madrid, 2008, vol. 34, 183-207.

[3] Edit. Universitaria. 7ma. Edición. Lima – Perú, 1983. Tomo I Pág.139.  

 

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lunes, 9 de noviembre de 2020

VIGENCIA DEL HECHO RELIGIOSO EN EL IX CONGRESO NACIONAL DE HISTORIA DEL PERÚ

VIGENCIA DEL HECHO RELIGIOSO EN EL IX CONGRESO NACIONAL DE HISTORIA DEL PERÚ

La Covid-19 no ha sido obstáculo para llevar a cabo el más importante evento de la historia del Perú y que en la presente edición ha sido organizado y asumido –de modo sobresaliente- por los colegas sanmarquinos. Han sido 31 simposios con varias mesas, con 340 ponencias y las conferencias magistrales de apertura Sólo el excelente libro en pdf con el programa, relación de ponentes y título de ponencias, con sus currículos y sumillas, con más de 800 páginas es un buen exponente de la cantidad y calidad de lo aportado. Vaya, por tanto, de antemano, mi gratitud y felicitación a los responsables y mi deseo de compartir tan interesantes materiales, de momento en su página web https://www.facebook.com/congresohistoriaperu/.

Quiero centrarme, ahora, en un aspecto relevante del evento: La importancia y la actualidad de la religión en el pasado y el hoy del Perú.

Como señaló el coordinador del evento, Dr. Francisco Quiroz, desde el año 2012, la Escuela Profesional de Historia reinició, después de un prolongado tiempo, la organización del congreso nacional de Historia, convocando en agosto de ese año el V CONAHIS que tuvo una acogida extraordinaria con más de 200 ponencias y múltiples conferencias magistrales, que concluyó con la aprobación de continuar los eventos cada dos años en sedes rotativas. A este esfuerzo inicial se sumaron la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco (2014), la Universidad Nacional de Trujillo (2016) y la Universidad Nacional de San Agustín (2018), que han contribuido a la consolidación de este importante evento en el calendario académico y de investigación, convocando a historiadores e investigadores nacionales y extranjeros. El IX CONAHIS 2020 ha propiciado la promoción y difusión de las recientes investigaciones sobre la historia del Perú, así como la discusión der la producción historiográfica acerca del Perú prehispánico hasta el presente y su importancia en el quehacer de la investigación y la docencia.

El desarrollo del Congreso, de acuerdo con la situación excepcional que vivimos, de modo virtual, ha permitido la asistencia directa de las personas inscritas en los diversos eventos, pero también alternativamente su prioritario acceso y participación on line en el conjunto de los actos y contenidos del Congreso.

A los estudios vinculados a las etapas prehispánica, colonial, independencia y república, se suman las líneas temáticas como la historia económica, historia agraria y rural andina, historia urbana, historia intelectual y conceptual, historia ambiental, historia cultural, etnohistoria, historia regional, historia amazónica, historia de las religiones, historiografía, fuentes históricas y archivología y estudios de género. Entre los expositores destacan colegas de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, España Estados Unidos, Francia y Polonia.

Las conferencias magistrales de inauguración corrieron a cargo de la doctora Nuria Sala i Vila, de la Universidad de Girona (España), "Figuraciones: los Antis del siglo XVIII y en la clausura el doctor Manuel Burga Díaz, ex rector de la UNMSM y director del Lugar de la Memoria (LUM, Lima) con el estudio "Nueva mirada al Oncenio de Leguía".

El Congreso rindió un cálido homenaje al doctor Pablo Macera, pilar de la nueva historiografía peruana, por la vigencia de su pensamiento crítico a la historia tradicional y le dedicó una mesa.

Entrañable mesa fue la dedicada a "La enseñanza de la Historia" en la que se recordó al doctor David Aguilar Berrospi, educador por la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle e historiador por la UNMSM.

De gran interés resultó la mesa redonda "El archivo histórico y la investigación actual", a cargo del doctor Jorge Ortiz Sotelo, jefe del Archivo General de la Nación, y en la que participaron Ada Lluén Juárez Directora del Archivo Regional de Lambayeque, Álvaro Espinoza de la Borda Director del Archivo Arzobispal de Arequipa, Ada Arrieta Álvarez Jefa del Archivo Histórico del Instituto Riva Agüero, PUCP.

A pesar de la dificultad de poder celebrar asambleas, se logró facilitar el esperado encuentro para discutir el proyecto de Estatuto de la Asociación de Historiadores del Perú (AHP).

Temática religiosa en diferentes simposios

Además de las diversas vinculaciones que todos los temas han podido darse con el hecho religioso, bueno es constatar las siguientes ponencias que lo han presentado de modo explícito.

Es el caso del Simposio Historia amazónica en que Oscar Alberto Espinosa De Rivero Pontificia Universidad Católica del Perú (Lima), "Los internados para niños indígenas como proyecto civilizatorio de las misiones franciscanas en la Selva Central peruana (1840-1945)".

El Simposio Etnohistoria brindó seis ponencias con el tema religioso.  Daniela Arauco Lozada (UNMSM) "Santiago de Surco en la temprana colonia: Caciques y principales de un naciente pueblo de indios de la Lima rural". Marina Zuloaga Rada (UNMSM), "La convivencia multiétnica de los pueblos de indios de Huaylas (Siglos XVI-XVIII)". Silvia Katy Pablo Caqui (UNMSM), "Grupos sociales y justicia eclesiástica en Chavín de Pariarca, 1654-1668 (Huamalíes, Huánuco). Rosaura Andazábal Cayllahua (UNMSM), "Ascetismo, economía y sociedad: Relaciones interétnicas entre las Clarisas de Lima (Siglos XVI-XVII)". David Fernández Villanova (UNMSM) "Cofradías gremiales en Lima colonial: un observatorio privilegiado de las relaciones interétnicas en el principal espacio urbano del Perú virreinal". Agustín Enrique Bardales Padilla (UNMSM) "El culto al agua en la comunidad campesina de Santiago de Maray en 1677 y en la actualidad. Un estudio de caso.

En el Simposio Historia regional del sur, Nancy Gisela Mamani Vallejos Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa "La Casa de Ejercicios y su importancia en la historia arequipeña 17671876"

En el Simposio Historiografía, Íñigo García-Bryce New México State University (Las Cruces, Estados Unidos) "El ferrocarril en los Andes: historiografía y temas de investigación". Ben Yúsef Paul Yábar Vega Escuela de Postgrado Neumann (Tacna) "Historia e historiografía en el discurso de Francisco de Paula González Vigil"

El Simposio Historia de la Independencia ofreció la ponencia de Ricardo Bustamante Abad Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión (Huacho). "Participación del clero en la historia de la independencia de Huacho y la región Lima, 1820"

El Simposio Historia del Perú prehispánico, Dagmar Bachraty Pino Universidad de Chile (Santiago de Chile), "El paso del Inka por el valle del Mapocho. La Capacocha del cerro El Plomo, vestigios, historia e hipótesis".

El Simposio Historia del Perú colonial fueron tres. Ismael Jiménez Universidad de Sevilla (España). "El culto a Santa María de Consolación de Utrera por los indígenas de la Lima del siglo XVIII". Alejandro Vera Universidad Católica de Chile (Santiago de Chile). "Revisitando la Estrella de Lima (1688): nuevas luces sobre el proceso de gestación de una obra clave para la historia cultural del Perú". Ewa Kubiak Universidad de Lodz (Polonia). "Dos beaterios de Santa Rosa en Cusco. Historia y arte". Ybeth Arias Cuba (UNMSM), coordinadora el simposio, "Implicancias de las fiestas anuales por santa Rosa de Santa María en los ámbitos hispanos (siglos XVII y XVIII)"

SIMPOSIO DE HISTORIA DE LAS RELIGIONES

Fue coordinado por el Mg. David Franco (UNMSM) a quien agradezco y felicito por su organización y por esta misma síntesis. Gracias a su motivación, entrega, apertura de una cuenta en washapp ha logrado un auténtico clima familiar tan gato en este tipo de eventos. Las doce ponencias se articularon en cuatro mesas temáticas.

En las dos primeras mesas, tituladas "Evangelización, idolatría y el rol de los milagros en el Perú de los siglos XVI y XVII", las investigaciones se centraron en el rol social del hecho religioso a través de la construcción de identidades y proyectos colectivos. Respecto a las conclusiones individuales, se planteó el rol protagónico de la orden agustina en la evangelización a través del culto y fama taumatúrgica de la Virgen de Copacabana (Magaly Labán); el uso del concepto de virtud para dosificar el acceso a la ordenación sacerdotal y justificar la jerarquización social (Carlos Ríos); la práctica de apropiación de la fama de legendarias apariciones como una práctica de las órdenes religiosas del Perú virreinal en el siglo XVII (David Franco); la bula de cruzada en América como prolongación de la Reconquista y su rol en la construcción de la hispanidad iberoamericana (José A. Benito); la existencia de una tradición clásica en el panteón andino mostrado por la cronística conventual del siglo XVII (Shophy Zegarra); y la búsqueda de honor y prestigio como motivación principal de los integrantes de las cofradías limeñas del siglo XVII (Walter Vega).

En la tercera mesa, titulada "El pensamiento religioso ante el orden social del siglo XIX" se hizo una historia cultural del cristianismo en el Perú del siglo XIX e inicios del siglo XX, mostrando los proyectos de católicos y protestantes para posicionarse en medio de una sociedad marcada por los cambios del liberalismo y la secularización. Respecto a las conclusiones individuales, se planteó la existencia de una visión apocalíptica en el clero decimonónico ante los retos de la modernidad (Juan C. Nalvarte); el discurso teológico y conservador de intelectuales peruanos del siglo XIX tradicionalmente asociados a la ciencia y la ilustración (Juan C. Huaraj); y el protagonismo del sur peruano en la construcción del adventismo en el Perú (Adán Yndigoyen).

Finalmente, en la cuarta mesa titulada "Tiempos de apertura" se mostró la iniciativa de las instituciones eclesiásticas en torno a los retos sociales del presente y la preservación de su herencia cultural. Respecto a las conclusiones individuales, se evidenció el rol progresista de la Iglesia Peruana en los años inmediatamente posteriores al Concilio Vaticano II (Diego Aguado); así como la activa puesta en valor del patrimonio cultural artístico y arquitectónico, documental y fotográfico, por parte de las congregaciones religiosas en los últimos años (Leslie Tucno, Carlos Ríos y David Franco).

Más allá del Bicentenario

Tras la magistral conferencia de clausura del Dr. Manuel Burga acerca de la nueva visión en los estudios históricos sobre Leguía, tomaron la palabra el decano de la Facultad de Ciencias Sociales doctor Julio Mejía Navarrete, el director de la Escuela Profesional de Historia y coordinador general del Congreso doctor José Valdizán Ayal y el vicedecano académico de la Facultad y coordinador general del Congreso doctor Francisco Quiroz Chueca, quienes agradecieron la profesionalidad y entrega de ponentes y del equipo responsable. Siguieron por último las palabras de los estudiantes anunciando su próximo congreso, así como las de los próximos anfitriones, los colegas de la benjamina de las escuelas de historia, la de Tacna, para agosto del 2022 y que nos compartieron su entusiasmo por organizarlo desde ya, dándonos a todos una generosa acogida. Un buen momento para reflexionar acerca de los aportes y los desafíos de la emblemática fecha del 2021-2024.

Culmino compartiendo un significativo texto del papa Francisco en su reciente encíclica "Fratelli tutti" en el que apela a "las lecciones de la historia, «maestra de vida», con sabor a historia total: "Ojalá que al final [COVID-19] ya no estén "los otros", sino sólo un "nosotros". Ojalá no se trate de otro episodio severo de la historia del que no hayamos sido capaces de aprender...Ojalá que tanto dolor no sea inútil, que demos un salto hacia una forma nueva de vida y descubramos definitivamente que nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros, para que la humanidad renazca con todos los rostros, todas las manos y todas las voces, más allá de las fronteras que hemos creado" (n.35).

¡Colegas de historia! Si de "reinventarse" se trata, estos congresos han ido aportando numerosas iniciativas, especialmente la de compartir lo mejor de cada investigación al servicio de la paz y de la solidaridad. Basta ya de historias de "llaneros solitarios", visiones unilaterales, de "buenos" y "malos", de "blancas nieves" y sólo "siete enanitos", leyendas (blancas o negras), prejuicios, exclusiones… Vamos con la historia total, viva y real, global, con todos los actores (grandes, pequeños y medianos, de "todas las sangres"), con todos los aspectos (y no sólo el político, social y económico, también el cultural, el que busca el sentido de la vida), con todos los acontecimientos (los estelares y los de la vida cotidiana). Gracias por los aportes del pasado, nuestra mano tendida para el trabajo común del presente y mis mejores deseos para que no se cansen nunca de estar investigando y difundiendo siempre con el mayo ánimo. Nuestra misión va mucho más allá que el "rescate" y relato del pasado, es un compromiso con la realidad presente y la forja de un futuro para la humanidad.

José Antonio Benito

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sábado, 7 de noviembre de 2020

Alberto Wagner de Reyna (1915-2006). Diplomático, filósofo, católico

Gracias a la cordial mención del Dr. Miguel Ayuso en su conferencia en el día de hoy, 5 de noviembre del 2020, me complace compartir datos sobre un peruano ejemplar, como diplomático, filósofo, católico. https://www.facebook.com/117657363426125/videos/373772187158974

Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Fue Secretario General del Ministerio de Relaciones Exteriores y Embajador de la Unesco en diversos países. Fue designado como Miembro del Consejo de la Universidad de las Naciones Unidas en Tokio. Dentro de sus obras escritas se tendría que rescatar «La Ontología Fundamental de Heidegger: su motivo y significación» e «Historia Diplomática del Perú 1990-1945».

 

 

Bibliografía

 

Rodrigo Alberto Wagner de Reyna, (*LimaPerú7 de junio de 1915 – † ParísFrancia9 de agosto de 2006), fue un diplomáticoabogado, filósofohistoriador y escritor que consagró su existencia al servicio de la cultura y de la política exterior peruana.

Wagner es considerado uno de los representantes más destacados del existencialismo cristiano en su país natal y de América Latina.

 

Adicionalmente, fue un investigador riguroso y objetivo de las relaciones peruano-chilenas y un analista de los hechos y procesos de la política exterior del siglo XX.

 

Índice

 

·  1 Biografía

o 1.1 Carrera diplomática

o 1.2 Otros cargos

·  2 Traducciones

·  3 Obras

·  4 Enlaces externos

·   

Biografía

Fue hijo de Otto Wagner Hochstetter y Carmen María de Reyna Alcalá. Realizó estudios de derecho y filosofía en la Pontificia Universidad Católica del Perú, y era doctor "Seiential et Honoris Causa" en Filosofía y Letras de la Universidad de Chile. Fue discípulo de Romano Guardini y de Martin Heidegger.

En 1945, se casó en la Nunciatura Apostólica, con Victoria Grau Wiesse, nieta del almirante Miguel Grau, héroe de la Guerra del Pacífico. La pareja tuvo nueve hijos.

 

Carrera diplomática

En su carrera diplomática fue destacado al Brasil, Portugal, Suiza y Chile.

Luego de haber desempeñado funciones como Secretario General del Ministerio de Relaciones Exteriores, fue embajador ante la Unesco, Grecia, Alemania, Colombia, Yugoslavia y Francia sucesivamente.

A lo largo de su carrera diplomática recibió numerosas condecoraciones.

 

Otros cargos

Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía.

Una vez en el retiro, fue elegido como miembro del Consejo de la Universidad de las Naciones Unidas en Tokio, así como del Consejo Pontificio de la Cultura. También fue miembro de la Academia Peruana de la Lengua.

 

Traducciones

Tradujo a Santo Tomás de Aquino y Martín Heidegger al castellano.

 

Obras

De su abundante producción escrita se debe mencionar principalmente:

 

·  La Ontología Fundamental de Heidegger. Su motivo y significación, Ed. Losada, Buenos Aires, segunda edición, 1945.

Nota preliminar de Francisco Romero. (Primer trabajo en castellano sobre el filósofo alemán)

·  Prólogo a: Walter Bröcker: Aristóteles, Ediciones de la Universidad de Chile, Santiago, 1963 (Trad. de Francisco Soler Grima).

·  La Filosofía en Iberoamérica, patrocinado por la Sociedad Peruana de Filosofía, Lima, 1949.

·  Las relaciones diplomáticas entre el Perú y Chile durante el conflicto con España.

·  Modelo Peruano Publicaciones de la Universidad Externado de Colombia; Bogotá, 1974

·  Historia Diplomática del Perú 1900-1945

·  Alberto Wagner de Reyna (2003). La poca fe.

PUCP. ISBN 9789972425684.

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CUADERNO HOMENAJE EN LA PUCP: http://repositorio.pucp.edu.pe/index/bitstream/handle/123456789/33642/Cuaderno%20del%20Archivo%20de%20la%20Universidad%20n%C2%B0%2012.pdf?sequence=6&isAllowed=y

HTTPS://BLOGS.UPN.EDU.PE/ESTUDIOS-GENERALES/2015/11/23/ALBERTO-WAGNER-DE-REYNA-EN-SU-CENTENARIO/

 

 Alberto Wagner de Reyna (1915-2006). Pensador y humanista peruano

Luz González Umeres



No imaginé que un día me tocaría redactar unas líneas introductorias para el número especial del nonagésimo aniversario de la Revista Mercurio Peruano dedicado a Alberto Wagner de Reyna, un pensador peruano ilustre y un humanista de talla, colaborador durante años del Mercurio Peruano, cuya benéfica influencia he tenido ocasión de experimentar y a quien me siento vinculada por lazos de simpatía y agradecimiento.

Le conocí en los años sesenta del siglo pasado, en el patio del Instituto Riva Agüero, que frecuentaba en su condición de director del Seminario de Filosofía, el cual yo asistí durante mis primeros años de estudiante en la Pontifica Universidad Católica del Perú de la ciudad de Lima. A la vuelta de los años, y a través de amigos comunes, me contactó con el correo electrónico en la Universidad de Piura, y me pidió información sobre el norte del Perú, requerida por amigos suyos en París. A partir de entonces fue frecuente durante varios años recibir sus artículos electrónicos, como es el caso del Baile de las Máscaras que escribió con ocasión del 11 de setiembre de 2002, o comentarios a publicaciones mías. También recibí sobres aéreos desde su dirección parisina de la Rue de Marronières con impresos y noticias diversas o con textos para publicar en El Mercurio Peruano.

En los últimos meses de su vida me puso en contacto con amigos suyos de la Sociedad Argentina de Filosofía, que le comprendían bien y le habían acogido en la ciudad de Córdoba con gran afecto. Así he tenido ocasión de conocer a Judith Botti, su presidenta, quien organizó un Homenaje a Alberto Wagner de Reyna el año 2006, en el marco del XXX Congreso Internacional de Filosofía, al cual tuve el gusto de asistir en representación de la Revista Mercurio Peruano, editada por la Universidad de Piura por voluntad expresa de los herederos de su fundador, Victor Andrés Belaúnde.

A ese acto asistió Miguel Wagner de Reyna Grau, en representación de su madre y de sus hermanos. Los peruanos allí presentes tuvimos ocasión de constatar la admiración de los colegas argentinos conocedores del pensamiento de Wagner de Reyna, que lo aprecian en su justa medida y lo citan con frecuencia en sus exposiciones, con toda naturalidad. Tuve oportunidad de conocer un libro de Wagner, El privilegio de ser Latinoamericano, desconocido entre nosotros y editado por la Sociedad Argentina de Filosofía, y a partir de entonces tuve la certidumbre de que los peruanos estamos en deuda con Wagner de Reyna. Así lo manifesté en una nota que envié al diario El Comercio de Lima a mi retorno al Perú en noviembre de ese año.

A través de Judith Botti tuve acceso a un documento inédito de don Alberto, su Manifiesto para Iberoamérica, «Amarra tu arado a una estrella», el cual planeaba publicar en importantes revistas latinoamericanas. La muerte le sorprendió mientras lo pulía en diálogo con sus amigos argentinos. Ese documento lo presenté en la Universidad de Piura, en el X Coloquio de Filosofía de 2007, y ha sido publicado en la Revista Mercurio Peruano con la debida autorización y complacencia de sus herederos.

Alberto Wagner de Reyna nació en la ciudad de Lima en su casa familiar de la Plaza Bolognesi el 7 de junio de 1915 y fallece en la ciudad de París, Francia, el 9 de setiembre de 2006. Es hijo del matrimonio de Otto Wagner, alemán de nacimiento y de educación, y de Carmen María de Reyna, limeña de tradición, familia y costumbres. Estudia en el Colegio Alemán, en la Recoleta y en Santa Rosa de Chosica. Luego en el Gruenau de la ciudad de Berna, en Suiza.

En 1932 ingresa a la Universidad Católica del Perú en la ciudad de Lima, y en 1935 es nombrado agregado civil a la legación del Perú en Berlín, Alemania, y cursa estudios en las Universidades de Berlín y Friburgo. En 1938 se gradúa de Doctor en Filosofía en la Pontificia Universidad Católica del Perú. En 1939 se recibe de Abogado en el Distrito Judicial de Lima, y es profesor de Filosofía en la Pontificia Universidad Católica del Perú.

En 1941 contrae matrimonio con Victoria Grau Wiesse, nieta de Miguel Grau y Seminario gran héroe naval, emblemático para todos los peruanos.

De 1941 a 1945 es Cónsul del Perú en Bello Horizonte y trabaja en la Embajada del Perú en Río de Janeiro. En 1945 es Secretario en la legación peruana en Lisboa, Portugal. De 1946 a 1949 es Secretario de la legación peruana en Berna, Suiza, y de 1949-1961 en la Embajada de Santiago, en Chile.

En 1961 y hasta 1966 desempeña el importante cargo de Secretario General del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú en Lima. En 1963 es profesor visitante del Colegio de México. Desde 1964 hasta 1972 es Miembro del Consejo Ejecutivo de la UNESCO en París. De 1966 a 1968 es Embajador ante la UNESCO en París y en Grecia, Atenas. De 1969 a 1972 es Embajador del Perú en República Federal de Alemania y en Grecia.

En 1972 es Embajador del Perú en Colombia hasta 1975. A partir de 1975 hasta 1978 es Embajador del Perú en Yugoslavia y Albania. De 1976 a 1980 es Miembro del Consejo Ejecutivo de la UNESCO en París. El año 1980 pasa al retiro del Servicio Diplomático del Perú por límite de edad.

En 1984 recibe el nombramiento de Miembro del Consejo Pontificio para la Cultura de la Ciudad del Vaticano y lo ejercita hasta el año 1989. A lo largo de su carrera diplomática, extensa y brillante, Wagner de Reyna está en contacto permanente con la realidad del continente latinoamericano, sus aspiraciones, sus deseos, sus riquezas y sus carencias. En una obra suya1 plantea el difícil asunto de la distribución de la riqueza en la América hispánica. Ya en un inicial Ensayo titulado La Filosofía en Hispanoamérica2 había hecho notar a su retorno al Perú después de una larga permanencia de estudios en Alemania, las diferencias culturales que separan el mundo europeo del mundo sudamericano.

La identidad mestiza de Latinoamérica se le aparece como un privilegio, rebosante de valores espirituales y humanos, de tradición y aprecio por los bienes del espíritu, y así lo manifiesta en el ocaso de su vida3. En un Manifiesto para Iberoamérica que trabaja hasta su fallecimiento, en diálogo con amigos argentinos, queda patente su visión optimista del futuro de la América hispánica en relación con la cultura utilitarista y globalizada que ha puesto en vigencia un paneconomicismo que se extiende por el mundo de la mano de la filosofía políticamente correcta y del pensamiento único4.

Para Wagner «la globalización del mundo descansa sobre presupuestos de la cultura occidental que se han impuesto por diversos medios -bélicos, intelectuales, económicos- desde Europa al orbe entero»5. Anota que paralelamente a la globalización se advierte en Occidente «un alejamiento de las bases de su propia esencia, una desviación del propio modo de ser. Occidente es el producto histórico de la confluencia de lo judío, lo helénico y lo romano, bajo la acción determinante del Cristianismo, en que la síntesis de sus componentes cobra su cabal realización»6. En los últimos siglos la desviación del modo de ser de Occidente «constituye el materialismo actualmente imperante, que caracteriza nuestra civilización de abundancia y desperdicio, de permisividad y espectáculo, y que en ella históricamente se expresa»7.

Iberoamérica tiene muchos valores que aportar al mundo globalizado y debe ser consciente del peso específico de su propia cultura, el cual debe llenarla de orgullo y seguridad, así como de pujante esfuerzo por alcanzar las metas de la necesaria justicia social en su propio ámbito social y político. Dice: «Nuestra Casa Iberoamérica, tiene una ventana hacia el futuro, debido a que en nosotros aún está vivo lo pasado; una ventana que otros no poseen y constituye nuestra especificidad; nuestra especificidad, se entiende, dentro de Occidente»8.

Wagner subtitula su libro sobre el privilegio de ser latinoamericano con las siguientes frases: «dignidad en la pobreza y cultura», antecedidas por la «fe». Nuestro pensador es un hombre de sólidas creencias y ricos ideales. Así lo ha reconocido un intelectual peruano, José Agustín de la Puente, en el «Prólogo» al libro de las Memorias de Wagner9, en el cual refiriéndose al talante de Alberto Wagner de Reyna y a su personalidad intelectual dice: «Está el diplomático en momentos graves y en instantes risueños aparece el estudioso en los predios de la filosofía, su vocación medular; está presente, del mismo modo, el erudito y serio conocedor de nuestra historia; muéstrase, asimismo, el amante de nuestras tradiciones y el escritor con originalidad y gracia. Y todos los planos intelectuales descritos se encuentran presididos en la vida de Alberto Wagner de Reyna por su jamás disimulada fe religiosa y por su creencia en el Perú y en su personalidad histórica; estos dos valores impregnan su vida y sus tareas»10.

En la Carta a los Latinoamericanos que escribe conjuntamente con el argentino Pedro Frías, dice: «Ante la actual situación mundial, y en especial de Latinoamérica, creemos es nuestra obligación moral difundir algunas reflexiones al respecto y hacer un llamado a la conciencia cívica de los habitantes de nuestro subcontinente, para contribuir a que, asumiendo su responsabilidad, enfrenten con conocimiento de causa y solidariamente los desafíos del futuro»11.

Wagner considera a Latinoamérica como un Occidente marginal y en ella «se conserva en su pureza, en su espontaneidad original, su tradición cultural, en este caso el espíritu de Occidente. Gracias al aporte indígena que no lo niega sino más bien lo pone de relieve, gracias a la cercanía a la naturaleza -lo étnico y lo telúrico- sobrevive, con mayor intensidad que en sus centros de gravedad, la auténtica esencia de Occidente»12.

Observa nuestro autor que si bien el paneconomicismo no ha perdonado a Iberoamérica, «le es accesorio y accidental: tras manifestaciones que parecen emparejar a Iberoamérica con el resto de Occidente, persisten vivas en lo sustancial las esencias matrices de éste»13.

Insiste en mostrar a Iberoamérica como un continente de esperanza para Occidente y sostiene: «es la comarca mundial más occidental de Occidente y también su componente más joven. La más separada de Oriente y la que le hace frente por encima de la inmensidad del Océano Pacífico. Con 15 siglos menos que el núcleo de Occidente, la Europa cristiana, tiene aún la ingenuidad de la adolescencia, lo que es un tesoro»14.

No deja de ver los defectos de su idiosincrasia y eleva su mirada al futuro. Muestra su inspiración de filósofo cristiano contemplando el carácter dinámico de la cultura occidental, y reconociendo que ha nacido del ímpetu evangelizador, el cual ha movido siempre su historia. Observa con coherencia lógica, pero también teológica, que si esta cultura no quiere traicionarse ha de seguir en ese mismo ímpetu. Con lucidez de creyente sostiene: «detrás de la evolución histórica se halla invisible a los ojos de quienes no quieren ver, un trazado, una dinámica trascendente de la cual sólo puede dar razón la Providencia. Y el Occidente ha sido fiel a este designio hasta que comenzó a distanciarse de su sustancia histórica y espiritual, hasta caer en la auto traición que lo ha colocado en la encrucijada actual»15.

En los párrafos finales de su Manifiesto invita a amarrar el arado a una estrella, el arado propio a la Cruz del Sur. Para ello es necesario que Iberoamérica sea consciente de sus valores, que persista en ellos con firmeza, sin recurrir en ningún caso a la violencia, recorriendo caminos que son propios de Occidente: la reflexión, el trabajo, el ejemplo, la propuesta de soluciones e ideales, la fantasía creadora que encuentra caminos nuevos cada día. En otras palabras, Iberoamérica ha de nutrir su espíritu en ese torbellino de fuerza que proviene de las convicciones hondas, que Dios da a quienes tienen fe en el poder de su mano omnipotente16.

No deja de decir que el paneconomicismo en el cual estamos todos integrados «crea injusticia y desigualdades trágicas entre seres humanos y pueblos, de suerte que una minoría disfruta de bonanza y que un gran sector de la población del globo sufre la miseria física y moral»17. Por eso sostiene que se «hace necesaria una heroica operación quirúrgica en la conciencia colectiva, una revolución restauradora axiológica: devolver a la pobreza su carácter de valor. Pobreza como suficiencia material y moderación, se entiende. Dar prioridad al espíritu frente a la materia»18.

En efecto, en diversos textos alude a la pobreza y a sus bondades, y explica en qué consiste: «La pobreza es un valor. No sólo porque todo lo humano se inscribe en un marco axiológico, sino porque para ser pobre se necesita un valor; valor para luchar, valor para perder, valor para protestar, valor para sucumbir, valor para aceptar»19.

La pobreza no es sinónimo de indigencia, «quiere decir necesidad, necesidades no satisfechas, necesidad no satisfecha de lo que es indispensable, es algo que se encuentra debajo del cero en el termómetro de la vida. Su valor es negativo; su existencia, un escándalo, un crimen social»20. La pobreza no es miseria, sino una «estrechez que no arguye ausencia de lo necesario sino sólo limitación, limitación a los requerimientos vitales, una ausencia de lo superfluo y aún a veces de lo deseable. Esa pobreza específica lleva a la frugalidad, que constituye sin duda alguna un valor; es la austeridad, la moderación»21.

Así Wagner describe al hombre, su condición pobre, con los siguientes trazos: «El pobre es un hombre, un hombre completo en sí, con su propio modo de ser, y no un modo defectivo de otros individuos de su misma especie, un ser que se sostiene en condiciones especialmente difíciles y por ello requiere una fuerza para afirmarse en la lucha, para entregarse en una aceptación conciliadora, actitudes que requieren una decisión de trascendencia moral y material. El pobre resulta así altamente positivo, afirmativo, más positivo que rico. Este último se puede dejar llevar por la bonanza. No quiere ello decir que su estado pobre sea placentero, por lo contrario: la pobreza es dura, fatigosa, a veces injusta, a veces merecida, pero no por ello menos contundente, como un golpe de martillo que fija y define»22.

Por eso sostiene que «hay que interpretar la pobreza desde ella misma, desde lo que es y no desde lo que no es, como un punto de referencia autónomo y positivo. La pobreza es creadora de cultura pues ella empuja hacia modos de vivir y sobrevivir que el rico no requiere: la pobreza lleva a la invención»23.

Es una suerte para el hombre pobre estar situado en una perspectiva tan enriquecedora, a diferencia del indigente y del rico, quienes «se hallan, por lo general, abocados al problema de la riqueza, es decir a los bienes materiales; el uno por carecer de ellos y necesitarlos para satisfacer adecuadamente sus necesidades; el otro, al verse envuelto en la dinámica de la economía, siente la urgencia de incrementarlos, de no quedarse atrás, de defenderlos»24.

Wagner sentencia que «la pobreza se revela como un tomar distancia frente a la fascinación de lo económico. Ella se funda en el reconocimiento de la adjetividad de la riqueza y lleva a la búsqueda del austero desarrollo sustancial humano, el cual hace que el hombre sea hombre. Y esta búsqueda esforzada es precisamente lo que constituye la cultura, como valor espiritual, de vigencia global, en que lo material y crematístico encuentra su sentido y completa su función social»25.

El «paneconomicismo, y con él, el prestigio absoluto de la riqueza, no son axiomáticos. Es tan sólo un hecho histórico que, según Spengler, comenzó a afirmarse hace unos 250 años. Prueba de ello son las comunidades y sociedades, feudales, laborales, espirituales, de lo pasado y presente en que la riqueza era y es despreciada. La civilización universal contemporánea descalifica, desde luego, tales colectividades, tachadas de tradicionales, atrasadas, marginales o absurdas; y sin duda lo son desde un punto de vista. Es éste el resultado de una evolución de la cultura occidental que no ha sabido ser fiel a sí propia, pero sí conquistar el mundo entero»26.

En Wagner de Reyna, junto con esta positiva visión de la pobreza encontramos la exigente preocupación de pensar el desarrollo, de vislumbrar en profundidad su verdadero rostro. En su libro «La Poca Fe» se refiere al momento histórico que vive la humanidad. Lo califica de crisis y dice: «La crisis múltiple, pero coherente en su diversidad, tiene origen en el propio ser humano, y ello porque él mismo en lo profundo de su existencia se halla en crisis»27. Esta crisis importa porque nos divide y desgarra.

Sostiene que la crisis está «vinculada al subdesarrollo, e indirectamente a la revolución que significó el desarrollo industrial, que ha llevado a un contraste de conflictivo desnivel tanto entre países cuanto entre capas sociales»28. Pero, bien mirada, la crisis no se supera solo con un simple progreso material como suele decirse en los ambientes técnicos. Esto último entraña serias contradicciones al limitarse a perseguir un desarrollo puramente económico. En efecto el progreso verdadero aspira a una ascensión interior del hombre de tipo ético, la cual lo mejora realmente. Este tipo de aspiraciones ayudan a la humanidad a salir de la crisis enquistada en un paneconomicismo técnico e industrial, liberando a la persona humana de ser subordinada a las exigencias de la planificación económica y a la ganancia exclusiva.

Wagner sostiene la tesis de un humanismo de trascendencia analógica en el cual el hombre es apreciado en su totalidad, y lo material le sirve solo de infraestructura de lo espiritual teniendo los siguientes puntos de referencia:

  1. El hombre requiere condiciones suficientes para satisfacer sus necesidades en el orden material, como respuesta a su naturaleza y base para la expansión de las virtualidades humanas.
  2. La infraestructura orgánica no es un conjunto de condiciones para la vida, sino un tejido de realidades en que se desarrolla el hombre, habiendo entre ambas una relación vital.
  3. Las preocupaciones por la subsistencia no deben desplazar cuestiones axiológicamente superiores.
  4. Cumplido lo anterior el hombre puede entregarse a la actividad superior que le es natural.
  5. La ordenación de estas actividades responde a la trascendencia analógica dando un sentido ascensional a la vida del hombre porque tiene la conciencia de una perfección inalcanzable que desde lo exterior al ser humano le orienta confiriéndole su razón de ser y actuar.

Por eso: «estos cinco puntos de referencia determinan la esencia de este nuevo humanismo que podríamos llamar del homo humanus en todas sus dimensiones, pues atiende a lo esencial del hombre, a aquello que lo distingue de los demás entes que existen en el mundo, y a todo hombre, y en él habría de inspirarse la definición del desarrollo, del desarrollo humano»29.

Nuestro pensador subraya la importancia de la cultura, que es una de las dimensiones en las que el hombre se realiza como tal. Así Wagner habla de la relación entre hombre y medio físico. A esta relación la llama el habitar, esto es, el aprovecharse tanto del espacio y sus características geográficas, biológicas, climáticas, paisajistas, etc., tanto como de los bienes que la naturaleza ofrece allí.

El habitar es también, según Wagner, un implantarse en algún lugar a través de los cimientos de lo que llama casa, en una doble significación. Es en primer lugar dejarse adoptar por ella para adquirir su dominio, en un entretejerse de responsabilidades. Esta relación es, con el espacio real, la que determina un modo de ser del hombre y viceversa.

 

Hay una cuádruple condición del habituar con respecto del hombre:

  1. una presencia humana
  2. una acción frente a una resistencia que en general es simultáneamente recurso para la vida.
  3. un campo de adueñamiento físico y moral
  4. un límite excluyente, pues no se puede habitar en dos lugares a la vez, y si se habita conjuntamente con otra persona, el lugar supone una relación humana especial, como el parentesco por ejemplo.

Pero hay una segunda relación del hombre con la naturaleza, y es la que se da por medio del trabajo, a través del cual consigue lo necesario para su subsistencia. La primera acción del trabajo está referida a la construcción de la habitación. «Con ello modifica voluntariamente la naturaleza que lo circunda»30. Quien habita aprovecha de los dones de ésta y «generalmente induce a la naturaleza para aprovecharse mejor de ella»31.

El hombre transforma la naturaleza aplicándole su propio ingenio, sumando así una acción física e intelectual y dejando una huella suya en el espacio. Una huella humana, que a su vez humaniza a la naturaleza con el cohabitar, muy diversa del depredar de la máquina. De este modo el respeto por la naturaleza va de la mano con el cohabitar, y también lo inverso, la máquina que desarticula el medio ambiente y destruye la visión de seguridad, satisfacción y belleza que se da en el encuentro humano con el espacio.

También el espacio humano tiene otra connotación: el habitar implica la presencia de colindantes. La formación de un núcleo humano o una comunidad se sustenta en base a dos principios que son el parentesco y la proximidad física, que determinan intereses comunes. Estos principios no son ilimitados ya que se necesita un número determinado de personas y un área limitada.

Esta comunidad genera a su vez otras relaciones más complejas. Una de ellas es la afectividad que se da entre las personas, hoy expresada en lo que conocemos como espíritu de vecindad. Aquí se genera la historia como manifestación de permanencia de la comunidad en un espacio y tiempo, una historia que se caracteriza por ser notoria respecto del vecino y diferente en torno a la comunidad. Además este vecindario engendra sus propios modos de afrontar la naturaleza y crear costumbres, crea una relación ética entre ellos. Así dice Wagner: «el medio social no ha de entenderse fundamentalmente como contrapuesto al físico, sino dentro de una continuidad dialéctica. Las diversas acciones frente a la naturaleza se incluyen también de esta suerte en la esencia al par natural y social del hombre»32.

La comunidad es el medio en el cual se mueve el hombre y le confiere sentido a su ser. Para que esto surja es necesaria una comunicación fluida, no necesariamente referida al intercambio de información, sino también al de bienes y servicios y, lo más importante, a un debatir sobre la «copropiedad, a la posesión en común de un destino, de una historia»33.

Para Wagner la cultura atraviesa la existencia humana y lo humano en su entorno. Es «la cabal realización del humanismo en la humanidad del entorno, abarcando toda la acción humana desde la cuna hasta la sepultura, y le confiere un sentido anagógico, es decir, una dirección trascendente»34.

Nuestro autor propone replantear el concepto de desarrollo, volviendo precisamente la mirada a la pobreza, de la cual ya hemos hablado párrafos atrás. En efecto, la pobreza entendida en su genuino sentido de despego de las riquezas y de austeridad, es un valor para la civilización que sólo vive para poseer. Así «la búsqueda exclusiva del poseer se convierte en un obstáculo para el crecimiento del ser y se opone a su verdadera grandeza; tanto para las naciones como para las personas. La avaricia es la forma más evidente de un subdesarrollo moral»35.

Así se ve que Wagner recupera bajo el término de pobreza los valores implícitos en las virtudes clásicas de sobriedad y de templanza frente a los bienes materiales, tan propia del mensaje cristiano y del pensamiento clásico. Por un lado la pobreza es creadora de cultura pues ella estimula hacia modos de vivir y sobrevivir que el rico no requiere. En cambio el pobre sí requiere de la cultura para desplegar su vivir. Ese despliegue pone en marcha las capacidades de invención, cosa que al rico no le hace falta. El rico solamente compra lo que otros han producido e inventado36.

Nuestro pensador hace ver la paradoja implícita en la visión economicista del desarrollo al plantear para el hombre un ideal de vida que se inspira en el desarrollo como riqueza. Este ideal es empobrecedor para el espíritu y las facultades más altas del hombre. Por eso Wagner se afana en mostrar que la perspectiva del rico es reductora del ser, porque en el fondo aspira a convertir al hombre en un simple ser con vida en el zoológico del mundo o como un homo economicus que desempeña un papel activo en la economía. El hombre es más que un animal o un factor económico, y estas formas de ver el desarrollo lo parcializan y deshumanizan. Por tanto, el desarrollo para Wagner radica en el bienestar del ser humano y se encamina hacia él. Esto supone una estructura material adecuada, superior al punto de miseria, pero inferior a la riqueza. La modestia lleva a través de la acción y emociones culturales a un bienestar integral y equilibrado en el que se realizan las virtualidades superiores del hombre37.

Que el desarrollo vaya más allá del componente económico no significa que no requiera este componente, sino más bien lo afirma como medio indispensable para lograr los elementos que constituyen el desarrollo. Así el movimiento al desarrollo se caracteriza por ser endógeno y desde abajo, ya que se genera dentro de una cultura, comenzando por el que vive en la pobreza38.

Lo que se requiere es un mundo concebido como un cosmos donde se rompa la dicotomía implantada por la modernidad, en el cual los ricos van de un lado y los pobres de otro. Al romperse este rígido esquema se descubrirá que la riqueza es adjetiva y la nivelación económica dejará de ser una meta39.

El primer paso hacia la realización de este ideal teórico consiste en precisar el modelo que recoja estos fundamentos, para encaminar la actividad y sentir de un pueblo en desarrollo, hacia una sociedad humanista. Dicho con palabras textuales de Alberto Wagner: «En síntesis, más allá de la inaceptable indigencia, que desde el punto de vista práctico y ético es necesario superar en todo el mundo con toda urgencia, podemos decir que la pobreza se revela como un tomar distancia frente a la fascinación de lo económico. Ella se funda en el reconocimiento de la adjetividad de la riqueza y lleva a la búsqueda del austero desarrollo de lo sustancial humano, de aquello que hace que el hombre sea hombre. Y esta búsqueda esforzada constituye precisamente la cultura como valor espiritual, de vigencia global, en que lo material y crematístico encuentra su sentido y completa su función social»40.

El modelo de desarrollo no puede ser un programa vacío y formal, sino que ha de ser entendido en sus múltiples conexiones hacia los elementos de la existencia humana, en la realización del humanismo. Esto sólo se puede efectuar in fieri y de allí que no podamos definir los elementos o su contexto a priori. En cambio sí es posible señalar en qué dimensiones ha de producirse este proceso y en qué habrá de consistir: habrá de basarse «en tres discernimientos:

  1. una discriminación entre la cantidad y la calidad por medio de la que se sustituya una sociedad de consumo por una de satisfacción que no busque bienestar en el crecimiento cuantitativo, sino en la mejor respuesta a las necesidades de forma cualitativa.
  2. la caracterización y jerarquización de los fines y los medios estableciendo subordinación prioridades por medio de una tabla de valores a que pueda hacer referencia inequívoca la conciencia moral en las diferentes situaciones de la vida.
  3. un reconocimiento de la unidad consustancial del hombre, pero a la vez atender su doble naturaleza consistente en su infraestructura material y su autarquía espiritual con una subordinación intrínseca la última sobre la primera. Esto genera un proyecto»41.




Estos tres discernimientos, sostiene Wagner, han de ser abordados después en la distinción de los siguientes cinco estratos que cito a continuación:

  1. un estudio teórico detallado de los temas propios del modelo cultural
  2. un levantamiento de la realidad nacional según los conceptos del humanismo trascendental -desarrollo, pobreza y cultura- por regiones y niveles sociales que lleva a una visión e interpretación del país en estos criterios
  3. la elaboración a base de datos y conocimientos así adquiridos de un modelo o varios modelos culturales explícitos adecuados al país
  4. la aplicación de este modelo o modelos a una o varias comunidades representativas de modo que se aprecie la recíproca influencia entre la teoría y la práctica y se observen los mecanismos puestos en juego y sus particularidades
  5. una presentación final de la experiencia con conclusiones sobre su validez, aplicaciones más amplias, proyecciones etc.

Wagner sostiene que después de haber asimilado y elaborado este caudal de conocimientos, será posible indicar los resortes para aplicar un modelo cultural a toda la región o país y llevar a cabo una programación que no puede ser impositiva. Así, corresponde a la cultura la decisiva acción de armonizar los contrarios, pues ella es la que reconcilia al hombre con su entorno, volviendo éste a su sentido trascendental, «una auténtica apertura hacia su libertad, su satisfacción, su elevación»42.

Este es el esquema básico del modelo de desarrollo cultural que Wagner titula como un humanismo trascendental analógico y lo propone al mundo de la cultura global, y de la Iberoamericana en particular.


Bibliografía
WAGNER DE REYNA, Alberto, Bajo el Jazmín. Memorias, Academia Diplomática del Perú, Pontificia Universidad Católica del Perú, Instituto Riva Agüero, n.º 158, Lima, 1997.

  • ——, El privilegio de ser Latinoamericano, Colección Reflexiones, Editorial Alejandro Korn, Córdoba, Argentina, 2002.
  • ——, Bases para un enfoque iberoamericano del mundo actual, en Luz González Umeres, «Iberoamérica en tiempos de globalización, un manifiesto y un lema de Alberto de Reyna: amarra tu arado a una estrella», Mercurio Peruano, n.º 520, diciembre 2007, p. 102 y ss.
  • ——, La poca fe, Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo editorial, Lima 2003.
  • ——, La filosofía en Iberoamérica, Sociedad Peruana de Filosofía, Lima, 1949.

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