miércoles, 1 de septiembre de 2021

In memoriam Sor Águeda Rodríguez Cruz, O.P. (1933-2021). Fray Manuel Ángel Martínez Juan

In memoriam

Sor Águeda Rodríguez Cruz, O.P.

 

Fray Manuel Ángel Martínez Juan

Facultad de Teología San Esteban (Salamanca)

Estudios Marianos 87 (2021) 339-345

 

 

El 25 de febrero de 2021 recibíamos con pesar la triste noticia de la muer- te de Sor Águeda, quien desde el año 2017 residía en la enfermería de la Casa Madre de la Congregación de dominicas de Santo Domingo, en Granada. Águeda había nacido el 5 de febrero de 1933 en Tazacorte (Isla de La Palma), Islas Canarias (España). Sus padres se llamaban Elías y Fermina. Entre 1945-1950 hizo sus estudios de bachillerato en Santa Cruz de la Palma y en Las Palmas de Gran Canaria.

El 18 de junio de 1951 comenzó el postulantado con las dominicas de la Congregación de Santo Domingo, en el Colegio Santa Rosa de Lima de Caracas (Venezuela). Ese mismo año comenzó sus estudios de Magisterio en la misma ciudad y ejerció su docencia como profesora en preescolar y en primaria en el mencionado colegio. Allí inició su noviciado el 13 de febrero de 1952, y lo concluyó con su primera profesión religiosa el 2 de febrero del año siguiente. Años más tarde, el 2 de febrero de 1956, hizo la profesión perpetua en el mismo lugar. Siempre amó entrañablemente a su Congregación y colaboró con ella en todas las tareas que le encomen daron, compaginándolas con la investigación y la docencia en la Universidad. Sentía una profunda admiración por su fundadora, la Madre Teresa Titos Garzón; colaboró en la redacción de su biografía y en la difusión de esta gran figura de la Iglesia.

De 1953 a 1954 realizó estudios de Pedagogía y Ciencias Sociales

en el Instituto Pedagógico Nacional de Caracas (Venezuela). De 1954 a


1955 fue profesora en de primaria y en bachillerato en el Colegio Santa Rosa de Lima, de Caracas (Venezuela).

De 1955 a 1958 estudió Filosofía y Letras en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín (Colombia), licenciándose en 19581.

De 1959 a 1963 realizó los cursos de Doctorado en Historia de América en la Universidad Complutense de Madrid, dedicando mucho tiempo a la investigación en la Universidad de Salamanca, en el Archivo General de Indias de Sevilla, en la Biblioteca Nacional y en el entonces denominado Instituto de Cultura Hispánica (hoy Instituto de Cooperación Iberoamericana) de Madrid, y en otros muchos centros. Estas investigaciones, así como su tesis doctoral la dirigió el Prof. D. Manuel Ballesteros  Gaibrois (1911-2002), quien ‒en palabras de Sor Águeda‒ fue un «gran  maestro, y sobrio americanista, de reconocido prestigio y fama internacio nal, catedrático de la Complutense, Presidente de la Sección de Historia de América, Director del Seminario de Estudios Americanistas»2.

En 1963 se doctoró en dicha Universidad con una tesis titulada:

«Salmantica docet: La proyección de la Universidad de Salamanca en Hispanoamérica». De ella se publico un primer volumen de más de 500 pági nas en 1977. En 1964 obtuvo un nuevo título de doctorado por la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín (Colombia). En esta última Universidad ejerció la docencia de 1964 a 1969, al mismo tiempo que ense ñaba en bachillerato en el Colegio de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, de la misma ciudad.

De 1970 a 1974 investiga en el Instituto Caro y Cuervo, en la Academia de la Historia y en la Biblioteca Nacional de Bogotá (Colombia).

En 1975 pasó a Salamanca, residiendo en la casa y Residencia Universitaria Santa Rosa de Lima, de la que en algunas etapas fue subpriora, priora y Directora de la Residencia. Ese fue su hogar durante muchos años, y ahí vivió la mayor parte de su vida religiosa. El afecto a esta comunidad fue grande. Por ella fueron desfilando muchas hermanas domini cas y jóvenes universitarias.


1 La mayor parte de los datos del curriculum académico de Sor Águeda están tomados de Miscelánea Alfonso IX. Centro de Historia Universitaria. Universidad de Salamanca. CA 2003, Salamanca 2004, pp. 17-20.

2 «Las Universidades hispánicas: relaciones y líneas de investigación», en Luis Enrique

RODRÍGUEZ   SAN   PEDRO   BEZARES–Juan Luis POLO   RODRÍGUEZ   (coord.), Líneas de

investigación sobre universidades hispánicas, Salamanca 2008, p. 46.


De 1977 a 1984 fue profesora Adjunta Interina de la Universidad de Salamanca; y a partir del curso 1979-1980, quedó adscrita al Departamento de Teoría e Historia de la Educación. De 1980 a 2002 fue Coordi nadora del Seminario de Historia de la Educación en América, del Depar tamento de Teoría e Historia de la Educación, de la Universidad de Sala manca, desde su fundación.

De 1985 a 2003 fue Profesora Titular de la Universidad en el Departamento de Teoría e Historia de la Educación, Facultad de Educación, de la Universidad de Salamanca. De 1997 a 2003 fue Subdirectora del De partamento de Teoría e Historia de la Educación, de la misma Universi dad. La Comisión de Evaluación de la Universidad de Salamanca le evaluó positivamente cinco tramos de docencia (1977-2002). Por acuerdo de la Junta de Gobierno del 25 de noviembre de 2003, presidida por el Excmo. Sr. Rector D. Enrique Battaner Arias, fue nombrada Profesora Eméri ta de la Universidad de Salamanca en el mismo Departamento. Siguió impartiendo docencia hasta el 27 de enero de 2011.

En el Departamento de Teoría e Historia de la Educación la Universidad de Salamanca impartió cursos de Historia de la Educación en América y de Pedagogía Comparada de América (1980-1984); asignaturas de Historia de la Educación (antigua, media y moderna), Historia de la Educación en América, Paradigmas de la Investigación Educativa, Valores y Educación, La proyección histórica de la Universidad de Salamanca en Hispanoamérica, cursos especiales y conferencias (1985-2003); y cursos monográficos de Doctorado en los programas del Departamento de Teoría e Historia de la Educación, en los programas del Departamento de Historia Medieval, Moderna y Contemporánea, y en el Centro de Historia Universitaria Alfonso IX (1985-2003). También impartió cursos en la Maestría de Estudios Latinoamericanos, en el Instituto Interuniversitario de Estudios de Iberoamérica y Portugal (1994-2003).

Dirigió 14 Tesis Doctorales y 20 Memorias de Licenciatura.

Es autora de 9 libros, de más de 57 capítulos de libros y de más 40 artículos, en su mayoría de temática relacionada con la historia universitaria. Entre sus publicaciones destaca la que ella misma llamaba su libro blanco: Historia de las universidades hispanoamericanas: período hispá- nico, en dos volúmenes, publicada por el Instituto Caro y Cuervo en 1973. Asimismo, hay que destacar sus colaboraciones en la elaboración de la Historia de las Universidades Europeas, bajo el impulso y dirección de la CRUE (Conferencia de Rectores de Universidades Europeas); y en la obra


histórica: La Universidad de Salamanca, en 4 volúmenes, dirigida y coordinada desde el Centro de Historia Universitaria Alfonso IX.

Desde el año 1991, participó en cuatro Proyectos de Investigación Nacional, financiados por el Ministerio de Educación y Cultura, y Ministerio de Ciencia y Tecnología (Dirección General de Investigación Científica y Técnica, Dirección General de Enseñanza Superior y Dirección General de Investigación); y en un Proyecto de Investigación Regional, financiado por la Junta de Castilla y León (Dirección General de Universidades e Investigación), que fueron dirigidos por el Dr. Luis E. Rodríguez-San Pedro    Bezares (Universidad de Salamanca).

El 19 de enero de 1993 fue investida Doctora Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Santo Domingo (República Dominicana).

Fue miembro de varias Sociedades o Academias Científicas: Sociedad Española de Historia de la Educación; Sociedad Española de Peda gogía; Asociación Española de Americanistas; Sociedad Castellano-Leo nesa de Historia de la Educación; Sociedad Mariológica Española; Asociación de Antiguos Alumnos, Profesores y Amigos de la Universidad de Salamanca (ASUS); Asesora y miembro del Consejo Científico del Centro de Historia Universitaria Alfonso IX, de la Universidad de Salamanca; miembro correspondiente de la Academia Nacional de Historia de Venezuela; Socio Honorario del Instituto de Investigaciones Antropológicas de Castilla y León; Adscrita al Instituto de Estudios de Iberoamérica y Portugal, de la Universidad de Salamanca.

En el 2018 recibió en Granada, de manos del Rector de la Universidad de Salamanca, D. Ricardo Rivero, el título de Embajadora del VIII Centenario por su labor de promoción de la imagen del Estudio salmantino en el ámbito internacional, una distinción que hasta la fecha ostentaban también el antiguo alumno del Estudio salmantino y miembro del Consejo Asesor de Alumni-USAL, Marcelino Oreja; el director del Centro Na- cional de Difusión Musical (CNDM), Antonio del Moral; el diplomático Juan Francisco Cenzual; y el vicepresidente de Guatemala, Ernesto Jafeth Cabrera. Esta mención reconoce la labor de aquellas personas que realizan tareas relevantes en la promoción y organización de actividades relacionadas con la conmemoración de los ocho siglos de historia de la institución académica salmantina.


Desde el punto de vida humano, Sor Águeda fue una mujer muy tenaz, gran trabajadora como se puede apreciar por las actividades que acabamos de reseñar, muy generosa a la hora de ayudar a los demás, especialmente a sus alumnos, quienes mostraron hasta el final un gran afecto. Sor Águeda empatizaba fácilmente con las personas; se interesaba y velaba por todos los conocidos. Por lo que se refiere a su generosidad con los alumnos, podemos recoger el testimonio que encontramos en el preámbulo del libro homenaje con motivo de su jubilación en el otoño de 2003, donde podemos leer que así como en 1588 fray Luis de León, en su famoso prólogo a las Obras de santa Teresa de Jesús declaraba que había conocido a la Madre en sus obras y en sus hijas, así también sor Águeda puede ser conocida en sus obras (como lo demuestra su curriculum), pero sobre todo en sus hijos: «La docencia y la iniciación a la investigación distraen mucho tiempo para el brillo de uno mismo, e incluso para su promoción. En el caso de Águeda Rodríguez Cruz, que como el pelícano que acompaña a la portada de los Estatutos de 1625 de la Universidad de Salamanca, se ha volcado en la atención de sus clases, de sus tutorías y de los trabajos de sus tesinados y doctorandos. Por eso ha dado mucho fruto, por añadidura de sus propias obras. Águeda Rodríguez Cruz ha propiciado, así, su propia fecundidad y la de otros»3. Todo lo vivía apasionadamente, ponien do en ello todo su empeño. No dejaba nada a la improvisación.

Desde el punto de vista religioso podemos decir que fue una mujer con una profunda experiencia espiritual. Cuidó mucho la vida de oración, especialmente la eucaristía diaria, acostándose tarde para preparar cuidadosamente los cantos de la misa del día siguiente, que ella misma acompa ñaba al órgano, así como el rezo de la Liturgia de las Horas. Su devoción mariana estaba profundamente arraigada, incluso fue agraciada con alguna experiencia mariana extraordinaria que compartió confidencialmente con pocas personas.

Esta devoción se concretó, entre otras actividades, en su ingreso en la Sociedad Mariológica Española, con su participación en el Congreso Mariológico y 15° Mariano Internacional, celebrado en Zaragoza del 3 al 12 de octubre de 1979, alentada por el P. Armando Bandera, O.P. Duran- te su larga enfermedad en estos últimos años no dejó de interesarse por la Sociedad Mariológica, aunque ya no pudiera acudir a sus encuentros anua


3 Miscelánea Alfonso IX. Centro de Historia Universitaria. Universidad de Salamanca. CA 2003, p. 11.


les por encontrarse físicamente impedida. Entre sus publicaciones de carácter mariano podemos destacar las siguientes:

  «Nuestra Señora Reina y Madre de la Universidades Hispanoamericanas», Ximénez Quesada 18 (1974) 33-49.

  «La Universidad de Salamanca, modelo de piedad mariana y su proyección en las Universidades de Hispanoamérica», Estudios Marianos 45 (1980) 151-168; publicado también en De cultu mariano saeculo XVI. Acta Congresus Mariologici-Mariani Internatio- nalis Caesaraugustae anno 1979 celebrati, vol VI, Pontificia Academia Mariana Intemationalis, Romae 1986, pp. 595-614.

  «La devoción mariana en la Universidad de Salamanca y en las Universidades Hispanoamericanas, con especial referencia a los Colegios Universitarios (siglos XVII-XVIII), Estudios Marianos 49 (1984) 343-385.

  «Entre las últimas Apariciones marianas. "María, reconciliadora de los pueblos», Estudios Marianos 52 (1987) 371-374.

  «"La Madre del Redentor": Vivencia de la Maternidad espiritual de María en tres figuras del siglo XX: Jacquier, Kolbe e Higuera», Estudios Marianos 54 (1989) 243-255.

  «María en la primitiva catequesis de América», Communio: revista semestral publicada por los Dominicos de la provincia de Andalucía 34 (2001) 325-355.

  «María, reconciliadora de todos los pueblos: Apariciones de la Virgen María en finca "Betania", Venezuela (1976-2008)», Estudios marianos 75 (2009) 315-330.

 

HISTORIADORA Y PROFESORA EMÉRITA HONORÍFICA DE LA INSTITUCIÓN.

En la quinta de estas publicaciones confesó haber tenido la dicha de conocer y tratar al Padre Enrique Alberto Higuera Barrera, O.P.4, y de estar bajo su dirección espiritual durante diez años, lo que siempre consideró

 


4 Se refiere al siervo de Dios José Heliades María Higuera Barrera (Saboyá, 23 de junio de1906-Bogotá, 4 de marzo de1976), más conocido por el nombre que tomó en la Orden de Predicadores: Enrique Alberto, fue cofundador de la Congregación de Religiosas Dominicas Hijas de Nuestra Señora de Nazareth junto a la Madre María Sara del Santísimo Sacramento.


como un regalo de la Virgen. Según su propio testimonio, ha sido la persona con la que más sintonizó en la vivencia del camino mariano, que ‒a su juicio‒ es el más cristiano. Fue él precisamente quien le prestó la obra del Padre Gabriel Jacquier titulada La vida mariana, que ella utilizó duran- te siete años, y que recomendó a otras personas.

Durante algún tiempo también fue encargada a nivel general en su Congregación de promover la devoción de la Virgen.

Sor Águeda amó a la Virgen María con un gran afecto de hija. A ella se refería de ordinario llamándole «la Señora». A ella confiaba todos sus sufrimientos. Sin duda «la Señora» sabrá recompensar todo el amor que le brindó a lo largo de su vida, y mostrarle a su querido Hijo, como tantas veces ella le suplicó en el canto de la Salve

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