miércoles, 26 de enero de 2022

Alfonso TAPIA: AGUCHITA. La muerte no se improvisa. El Amor es nuestra vocación. Beata María Agustina de Jesús Rivas López. (1920-1990) (Sociedad de San Pablo, Lima 2022, pp.295)

Alfonso TAPIA: AGUCHITA. La muerte no se improvisa. El Amor es nuestra vocación. Beata María Agustina de Jesús Rivas López. (1920-1990)

(Sociedad de San Pablo, Lima 2022, pp.295)

El autor, egresado de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, vicario general de San Ramón, no olvida que es burgalés y matemático pero manifiesta que es peruano de derecho y de hecho, teólogo, historiador y, sobre todo, pastor. Ha bebido de las fuentes más seguras como son las actas del proceso de beatificación y los archivos de la congregación; ha leído todo lo publicado especialmente la obra de L. Mujica, ha conversado con las personas que la trataron y, sobre todo, ha meditado y orado esta obra que desborda vida en todas sus páginas. Vaya, por tanto, de entrada mi felicitación y gratitud por haber logrado precisión, hondura y gracia en la redacción. Sin duda que será el libro-regalo como preparación y celebración de la gozosa beatificación el 7 de mayo del 2022.

Comienza con la presentación del arzobispo de Ayacucho, Mons. Salvador Piñeiro, quien resalta que la nueva Beata es "hija de nuestros Andes ayacuchanos (Coracora), quien con su sencillez mostró siempre la misericordia y generosidad de Dios al estilo del Buen Pastor, especialmente a la oveja abandonada" (p.5).

La estructura de la obra es muy clara: Contexto, vida familiar, trayectoria vocacional, espiritualidad, fruto apostólico. Arranca con la "introducción" y un bello texto de guión de película: "Una bala estalló en el cerebro de la Hermana Aguchita un 27 de septiembre de 1990, pero fue el amor el que estalló en su corazón: el amor acumulado y vivido durante sus 70 años de vida; amor recibido y entregado con las manos y el corazón abierto" (p.7).

El primer capítulo lo dedica al contexto histórico y eclesial del Perú partiendo de la ciudad de Coracora, donde nació, pasando por el Vicariato Apostólico de San Ramón y el contexto particular de La Florida donde sirvió los últimos años hasta su martirio. Revisa después la situación general en Perú, especialmente y en referencia a los acontecimientos históricos de la segunda mitad del siglo XX.

El segundo capítulo da cuenta del ambiente familiar, sus primeros pasos en la vida de su Coracora natal, primeros estudios, su adolescencia y juventud (1920-1940). Los abuelos maternos de Aguchita - Blas López Ruiz de Castro y Florencia Rojas Meza-  eran emigrantes de España, de mediados del siglo XIX; tuvieron 4 hijos, una de ellos fue Modesta López, la madre de Aguchita. Parece que al anunciar a sus padres que quería casarse con Dámaso Rivas, indígena, la amenazaron con desheredarla. Sin embargo, prevaleció el amor, se casaron, la desheredaron, pero fue un matrimonio fecundo, once hijos en veintidós años. Como señala en argot deportivo el autor de la obra: "La alineación de este selecto equipo es la siguiente: Damaso Delfin César (1922), Priscila Justina (1924), Carlos Vidal (1926), Jorge Adalberto (1929), Secundina Isidora (1931), Alejandrina (1933), Luz Beatriz (1935), Rómulo Isaías (1937), María Antonieta (1939) y Maximiliano Alfonso (1942). Hubo también una hermana anterior, Elisa Florinda Rivas Navarrete, hija de D. Dámaso, nacida en 1917, y de quien no sabemos más" p.42.

 El capítulo tercero tiene sabor a florecilla franciscana: "De cómo Antonia pasó a ser Agustina,  y de oveja a pastora (1940-1949)". Al hilo de su trayectoria vocacional, se da cuenta de la historia, carisma y espiritualidad de la congregación de las Hermanas del Buen Pastor con la que Aguchita se identifica totalmente: La ternura y el amor misericordioso. La justicia evangélica entendida como signo del amor de Dios. La tolerancia y el respeto. La acogida y la no discriminación.  La opción por la vida y la ecología.

El capítulo cuatro "servicio que se multiplica" agiganta la figura menudita de Aguchita que tanto nos recuerda a Madre Teresa de Calcuta.  Se nos brinda el panorama de las "Casas de la Congregación del Buen Pastor en Lima donde vivió", para pasar a relatarnos con singular gracia "de cómo ser empresaria, educadora y madre, sin dejar de ser religiosa"; "aventuras y apostolados en La Parada" (realmente imperdible); "entre los pucheros también anda el Señor" sobre su habilidad y servicialidad culinarias, "aprendiendo para la vida y para enseñar a vivir" en el que se nos da cuenta de su formación permanente en bordados, enfermería, cocina, todo lo que mejoraría la calidad de su misión; "maestra y madre" especialmente con las alumnas más difíciles en la Escuela Nuestra Señora de la Caridad  o en el Reina de la Paz o en la Comunidad del Noviciado, ; Escuela de Madres para la vida, dedicada a fortalecer a las mamás en el desempeño de cada día; Contemplativa entre las contemplativas, deliciosas vivencias de sus cinco años (1970-75) vividos en apoyo de sus hermanas del barrio de Salamanca.

El capítulo quinto "buceando en el interior" es como el santa sanctórum del libro. Si en La Parada y en sus apostolados nos recuerda a Madre Teresa de Calcuta, en este apartado vemos mucho de Santa Teresita, por su vivencia de la infancia espiritual, en la confianza y abandono en Dios. Sin esta dimensión, Aguchita sería una activista social -excelente- pero reducida a una voluntaria social. Aquí se revela la clave de su caridad y santidad. Primeramente, se nos acerca a comprender su vida religiosa y los cuatro votos: pobreza, castidad, obediencia y el cuarto voto del celo por la salvación de las personas. Sigue después el valor y el sentido del sufrimiento con el sentido oblativo de la vida, como ofrenda de amor a Dios que empieza por las acciones y sacrificios más pequeños de cada día. Conmueven siempre su humildad, sencillez, alegría y caridad; "profundizamos un poco en su amor a Dios y a los demás, amor que ahonda y que se desborda" p. 123. De modo personal me ha impactado la familiar intimidad de su devoción por san José y el maternal amor por los sacerdotes, potenciado por el hecho de que su hermano César lo fuese.

Los capítulos sexto y séptimo nos describen los momentos centrales de su entrega: "Floreciendo en La Florida 1988-1990", "Fruto maduro" (27 setiembre). El autor ha sintetizado los diferentes testimonios para brindarnos un relato estremecedor como podemos comprobar: "Una vez que todos se fueron, ellos se quedaron ahí. Comenzaron a disparar, primero al señor Juan Pérez por la espalda, pero ese disparo también le dio a su hijo Lucho, quien abriendo sus brazos se desplomó. Las dos hermanas se abrazaron y también a ellas les dispararon; una cayó por un lado y la otra por el otro lado en un banco; luego siguieron con Roberto Pizarro y con la Hermana Agustina. La Hermana, desde el momento en que estuvo en la fila, se puso en posición de mirar al cielo, llegando a ponerse negra del puro calor del sol. La Hermana -en todo momento- oraba por todos. Así acabó su vida y la de todos los pobladores que murieron en ese día trágico. Los terroristas le decían "Que te salve tu Dios" y le dispararon en la cabeza. Ella, antes de ser asesinada, rezaba a Dios para que protegiera a todos los del pueblo, para que no les hicieran ningún daño. No hubo resistencia de parte de Aguchita, aceptó la voluntad de Dios, se iba a arrodillar y cae desmayada; allí viene una mujer de color negro y le da tres balazos" p.247

El último capítulo "El grano que cae en tierra y muere da mucho fruto" respira esperanza y tiene sabor a triunfo. Porque "la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos". Lo resalta el autor en la introducción a este capítulo 8: "Desde las primeras manifestaciones y condolencias, pero especialmente en el ambiente eucarístico, aparecieron dos palabras unidas: Martirio y resurrección. El martirio para el creyente no es algo que termina, sino que se multiplica, pues la palabra martirio significa testimonio. La muerte de Aguchita y de los miles de peruanos inocentes que murieron injustamente se convierte en testimonio de paz y libertad. Ya no son muertes absurdas, sino que han tomado un sentido de reivindicación por la justicia y la paz, por un Perú más justo y más fraterno" p.261.

Se constata por los testimonios directos de conversiones o de acercamiento a la Iglesia por intercesión de Aguchita. Dentro y fuera del Perú han surgido diversas obras e iniciativas inspiradas en Aguchita o que llevan su nombre. Una buena muestra de su fruto son numerosos comunicados, cartas y notas de prensa recibidos a la muerte de Aguchita que en el libro se reseñan. De igual manera, hay que ponderar las celebraciones con motivo de su aniversario, cada 27 de septiembre, que han ido creciendo en número y calidad, tanto por las oraciones, peregrinaciones, publicaciones y hasta canciones como las entrañables del Grupo Siembra "Sigo viviendo".

Culmina la obra con la vibrante homilía de Monseñor Gerardo Zerdin con motivo del regreso de los restos mortales de Aguchita a La Florida, el 27 de septiembre del 2020. Convertida en oración le pide a Aguchita que ayude al Perú "para que desaparezcan las flores del mal y florezcan las flores del bien.  Amén" (p.282)

Como adenda una útil cronología desde el 22 de agosto de 1919, matrimonio de los padres de Aguchita, hasta el 7 de mayo del 2022, beatificación. Le sigue la bibliografía con los títulos citados y una selecta galería con las fotos más representativas. 

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lunes, 24 de enero de 2022

SINODALIDAD Y HERMANDAD EN SANTO TORIBIO

                      SINODALIDAD Y HERMANDAD EN SANTO TORIBIO

José Antonio Benito, 23 de enero del 2022

(En la ceremonia de incorporación como hermano honorario en el IV aniversario de la Hermandad)

https://www.facebook.com/SanLorenzoParroquiadelRimac/videos/293400015993950

 

"En todo caso, desde el punto a donde hemos llegado, avancemos unidos" Así nos anima san Pablo en su carta a los Filipenses 3, 16. Un nuevo Pentecostés de la Iglesia de América, justo en el inicio del Adviento del nuevo año litúrgico, a punto de concluir el año de San José, en pleno año de la familia y el del Bicentenario del Perú. Un momento estelar para orar, reflexionar y compartir. La sinodalidad no es una operación de márketing, es ahondar en la esencia del propio ser de la Iglesia (cuerpo de Cristo, pueblo de Dios, comunión y misión) en el aquí y ahora, con el calor de Aparecida y el desborde gozoso de una Iglesia en salida que se compromete desde el corazón maternal de Santa María de Guadalupe.

En concreto:

Con gran gratitud y alegría reafirmamos en esta Asamblea Eclesial que el camino para vivir la conversión pastoral discernida en Aparecida, es el de la sinodalidad. La Iglesia es sinodal en sí misma, la sinodalidad pertenece a su esencia; por tanto, no es una moda pasajera o un lema vacío. Con la sinodalidad estamos aprendiendo a caminar juntos como Iglesia Pueblo de Dios involucrando a todos sin exclusión, en la tarea de comunicar a todos la alegría del Evangelio, como discípulos misioneros en salida.

 

Y es mi mensaje para la Hermandad de santo Toribio- Vivan la sinodalidad, caminen siempre juntos, como hermanos.

Ese fue el testamento de Jesús: el mandamiento nuevo, el del amor, que todos sean uno para que el mundo crea.

Toribio lo vivió de diferentes modos y en las diferentes etapas de su vida.

Santo Toribio no sólo tuno un grupo sino varios. Y no sólo en el tiempo en que vivió sino que su memoria atraviesa más de 4 siglos, incrementándose en la cantidad y en la calidad de los que conforman su Grupo. Dos botones de muestra. Allá por el 5 de agosto de 1631, el secretario del Cabildo Catedralicio de Lima, Diego Morales, dirá que "se aficionó de él, de manera que, siendo muchacho, deseó entrar a servir esta iglesia de monaguillo para tener ocasión de verle cada día y tener entrada con él [...] y a todos los pobres e indios que encontraba los abrazaba y acariciaba". Otro de los 100 informantes, Bernardo Díez de Alcocer, que le acompañó en las visitas generales como notario y que fue fiscal general del Arzobispado de Lima desde 1596, declaró que "mientras el mundo durare le parece a este testigo que durare esta memoria y [...] que ha quedado muy corto en esta declaración por lo mucho más que había que decir de la santidad y vida inculpable del dicho santo Arzobispo".

 

1. SU FAMILIA

Es el grupo natural en el que, como toda persona, él vivió. Fueron los padres de Toribio, don Luis Mogrovejo, Regidor perpetuo de la Villa de Mayorga (Valladolid-ESPAÑA) desde 1550 a 1568 y doña Ana de Robledo y Morán. Tuvieron 5 hijos: Luis, el mayor y el del mayorazgo, Lupercio, Toribio -nacido el 16 de noviembre de 1538-, Grimanesa y María Coco, religiosa dominica en el convento "San Pedro Mártir" de Mayorga. En este grupo familiar hay que ponderar la estrecha amistad con sus hermanas, la dominica de Mayorga, y Grimanesa que le acompañó junto a su ido y primo, Francisco de Quiñones; todas las sobrinas habidas del matrimonio tendrán un particular afecto por tío tan querido y santo. Tal relación cordial se ha mantenido entre todos sus sucesores que llega hasta la actualidad en un familiar en Cannalonga-Salerno (Italia) y los dueños del castillo Mogrovejo en Potes (Santander).

En Mayorga pasa los trece primeros años donde estudia sus primeras letras con los Franciscanos. De esta tierra saldrán hacia las Indias en compañía del Santo, Antonio Lebrato, Juan de Villacé, Bernardino Castellanos.

Además de los familiares carnales, el santo consideró como familiares a sus fieles escuderos como Sancho Dávila y los sacerdotes su provisor Antonio Valcázar y todo el equipo pastoral que le acompaña.

 

2. COLEGIALES QUE CONVIVIERON CON EL SANTO

a. Infancia en Mayorga. Los compañeros de juego, de colegio, de calle.

b. Valladolid, en sus estudios de secundaria y en la Facultad de Derecho

c. Salamanca: COLEGIO San Salvador de Oviedo; es la etapa que mejor conocemos y de la que podemos dar una lista completa de sus compañeros, hombres selectos del mundo cultural español. De acuerdo con el índice de las recepciones de los colegiales del Colegio Mayor de San Salvador de Oviedo de la Universidad de Salamanca, en el arco cronológico cado por su estancia -febrero de 1571 a 1575- nos encontramos los siguientes:

1. Simón González, de León, canónigo de León y Salamanca.

2. Diego de Monreal, de Zaragoza, de la misma promoción, visitador del obispado de Segovia, canónigo en Zaragoza y obispo de Jaca y Huesca.

3. Lope Rodríguez, sevillano, visitador del obispado de Salamanca, Encargado de Artes, prebendado en Segovia.

4. Alonso de Vargas Peña, de Covarrubias (Burgos); colega también de los dos anteriores, fue prebendado de Sagrada Escritura en Coria.

5. Juan de Pineda, obtuvo la beca y entró en el Colegio en la misma promoción de santo Toribio, el 3 de febrero de 1571. Natural de Piedrahita (Ávila), ingresó en la Compañía de Jesús en 1576.

6. Francisco de Contreras, natural de Segovia, de la misma promoción, en 1576 fue oidor de Navarra y años más tarde de Granada. Será miembro del Consejo de Órdenes, Castilla y Hacienda, alcanzando la suprema categoría de Presidente del Consejo de Castilla. Será uno de los principales gestores ante la Corte para informar favorablemente de Toribio. Prueba de la amistad nos la ofrece la peregrinación que efectuaron juntos hasta Compostela.

7. Diego de Zapata de Arellano, Préxamo (Calahorra), ingresó el 9-II-1574 y permanece hasta 1576. Fue prebendado de Coria, visitador del Colegio y Universidad de Oñate, de Canarias, encomendándole tareas eclesiales en Valladolid.

8. Pedro de Subiza, Lecan (Navarra), ingresó en la misma fecha y fue miembro del Supremo Consejo de Navarra.

9. García Cervantes de Gaeta, Trujillo (Extremadura), de la misma promoción, asesor del Conde de Monterrey en virtud de ser el mejor expediente de todo el Colegio, fue oidor de Granada.

10. Pedro López de Alday, Vitoria (Calahorra), oidor de Granada y Canarias; regente de Sevilla, Consejo de Hacienda y Diputado por Álava.

11. Francisco Ximénez, de Bienvenida (Orden de Santiago), ingresa también en febrero de 1574, permaneciendo hasta 1576. Fue nombrado prebendado doctoral de Segovia.

Años más tarde obtendrá beca para una plaza en el Colegio, el sobrino del Arzobispo Pedro de Villagómez, de 3 de agosto de 1586 a 1591.

En este Colegio estudia Derecho Canónico  ("in utroque"=el otro derecho) y Teología. Tras las bromas típicas de este difícil mundillo universitario, Toribio se ganará el respeto de sus compañeros llevando una vida limpia y espiritual. Los testimonios de estos tres años lo describen como "hombre de muy buena condición, buen entendimiento y mues estudioso". Uno de los colegiales en quien más impresión causó fue Diego de Zúñiga que al ser Oidor de la Audiencia de Granada le propondrá como inquisidor y más tarde, como Presidente del Consejo de Castilla, interviene ante el Rey para nominarle como arzobispo de Lima. Huella indeleble dejará en el santo los años vividos aquí; lo demuestra el hecho de fundar una misa a perpetuidad desde Lima "en tiempo que puedan hallarse todos los colegiales presentes...Hame movido a hacer esto la afición grande que tengo a esa santa casa, como es justo que así se haga y todos tengamos el reconocimiento que es razón como hijos de ella. A vuestras mercedes suplico se me encomiende a Dios en esta santa casa, para que me tenga de su mano y acierte en todo a servirle con ardentísimo amor. Yo hago lo mismo, aunque indigno, muy de ordinario, por esta santa casa, colegiales y hermanos de ella". Salamanca correspondió de forma sobresaliente a esta "afición". Para festejar su canonización organizó un octavario solemne acompañado de cohetes artificiales en 1727 y hasta dos corridas de toros en la Plaza Mayor. El cronista Guerrero dirá: "Con ser Salamanca la que dispone las más magníficas fiestas de España, preparó el Colegio de Oviedo una nunca vista...Parecía la plaza una encendida Roma".

 

3. ACTIVIDAD PASTORAL

 

Entre las personas que formarán parte de su grupo, figuran obispos y sacerdotes prominentes que intervienen en los concilios. Veamos, como ejemplo, los del Tercer Concilio Limense. Los prelados son fray Antonio de San Miguel OFM (La Imperial de Chile), don Sebastián de Lartaún (Cuzco), fray Diego de Medellín OFM (Santiago de Chile), fray Francisco de Vitoria OP (Tucumán), don Alonso Granero de Ávalos (La Plata), fray Alonso Guerra OP (Asunción o Río de la Plata), recientemente consagrado en Lima, y fray Pedro de la Peña (Quito), que se incorporó en octubre. El de Popayán, fray Agustín de la Coruña, estaba detenido en Quito. La diócesis de Panamá estaba vacante, al igual que la de Nicaragua, pero ésta envió a su representante fray Pedro Ortiz OFM. Asistieron asimismo 9 procuradores de los cabildos eclesiásticos, entre ellos el Dr. Juan de Balboa por el de Los Reyes. Entre los 8 provinciales y superiores regulares figuraban fray Jerónimo de Villacarrillo, OFM, y fray Nicolás de Ovalle (Mercedario). Entre los 5 teólogos seleccionados cabe mencionar al agustino fray Luis López y el jesuita José de Acosta. Igualmente entraron tres letrados juristas, uno de los cuales fue fray Pedro Gutiérrez Flores y 5 oficiales como el Dr. Antonio de Balcázar, provisor y vicario general de Los Reyes, secretario del concilio, junto con el arcediano de Paraguay Barco de Centenera; como fiscal estuvo el Dr. Juan de la Roca.

Otra faceta fundamental será su constante relación con los sacerdotes, seminaristas y religiosos. En carta de 30 de abril de 1602 podrá escribir a Felipe III el auténtico "boom" de vocaciones: "Hay tantos hijos de esta tierra, legítimos descendientes de los conquistadores, que no aspiran a nada más que a ser misioneros de doctrina". Tuvo tiempo además de restaurar la catedral y de organizar definitivamente el Cabildo Eclesiástico. Apoyó la creación de las parroquias del Cercado de San Lázaro y San celo. Fundó también un hospital para sacerdotes a través de la cofradía de san Pedro. Favoreció la creación de la ermita de Nuestra Señora de Copacabana para los indios del Cercado de Lima, siendo testigo el 28 de diciembre de 1591 junto con su provisor Antonio Balcázar, sacerdotes y fieles, de ver sudar milagrosamente a la imagen. En 1605 se fundaba el monasterio de Santa Clara con el apoyo del arzobispo, tanto que en su testamento dispuso que su corazón le fuese donado a las monjas clarisas.

 

Dentro de su actividad pastoral, descuellan sus visitas, en las que conviven con los párrocos doctrineros, se hace acompañar de sacerdotes y laicos comprometidos, que hicieron de estos viajes jornadas de familiar amistad. Algo se deja traslucir en su carta dirigida al Rey Felipe II, desde Trujillo, el 10 de marzo de 1594:"...sin atender a más que al servicio de Nuestro Señor [...]visitando mis ovejas y confirmando y ejerciendo el oficio Pontifical por caminos muy trabajosos y fragosos, con fríos y calores, y ríos y aguas, no perdonando ningún trabajo, habiendo andado más de tres mil leguas y confirmado quinientas mil ánimas, y distribuyendo mi renta a pobres con ánimo de hacer lo mismo si mucha más tuviera, aborreciendo el atesorar hacienda...".

De hecho, en los procesos de beatificación, de 1631 y 1659, los testigos declaran invariablemente con sumo gozo el haber tenido la suerte de hablar con su Arzobispo, quien les confirió el sacramento de la confirmación.

 

4. BEATIFICACIÓN.

El sucesor en la silla arzobispal, colegial también de San Salvador de Oviedo en Salamanca, natural de Castroverde de Campos (Zamora) y sobrino del santo, Pedro Villagómez, tuvo la suerte de tramitar la beatificación, para la que escribió una "Vida de Santo Toribio" en verso heroico.

En el proceso de beatificación se interrogan cientos de testigos que conocieron y trataron personalmente al santo. Otros informantes le conocieron a través los informes de familiares y amigos. Todos ellos se consideran con una amistad particular hacia el Santo.

Dentro del Grupo del santo podemos incluir toda Lima. Así, en 1679, el Papa Inocencio XI lo beatifica el 28 de junio aunque la solemnidad se celebra el dos de julio. En cuanto las campanas voltearon para comunicar la noticia Lima se convirtió en una fiesta. Por coincidir con la Semana Santa -miércoles santo- hubo que postergarlo para 10 días después. De este modo el sábado 27 amaneció con las calles tapizadas de flores y el retumbar de campanas, clamor de clarines, trompetas u chirimías. Todos los tribunales, cuerpos colegiados, cabildos, órdenes religiosas, pueblo en general, presididos por el arzobispo virrey Melchor de Liñán y Cisneros y la Real Audiencia, se dieron cita para el magno acontecimiento. Comenzó con el "Te Deum Laudamus" al que siguió la misa solemne cantada por el deán del cabildo D. Juan Santoyo de Palma. En el mes de noviembre se celebró el solemne octavario en el que la Catedral lució sus mejores galas. La estatua del nuevo beato fue colocada en la capilla mayor sobre hermosas andas de plata y la bula de beatificación se puso en el altar mayor sobre un cojín de raso carmesí y encajes. El primer día cantó la misa el arzobispo virrey y predicó el canónigo teologal D. Pedro de Córdoba y Arbieto. En la noche se celebró con fuegos y música en la plaza mayor. El último día, tes 19, se responsabilizó del festejo el Cabildo, la Justicia y el Regimiento de la ciudad, predicando el Licenciado Antonio Garcés de Cartagena. No faltaron los fuegos y culminó todo con la procesión del nuevo beato. Abría la misma y portaba el guión Toribio Calderón de Loaisa y Quiñones, sobrino del arzobispo junto a sus familiares. A continuación, el cabildo secular con la Real Audiencia, el arzobispo virrey, las órdenes religiosas, los cabildos, las cofradías. La comitiva discurrió por las plazas y calles circundantes deteniéndose en numerosos altares levantados por las instituciones religiosas.

Esto mismo sucedió con Mayorga, Salamanca y Zaña (Trujillo). Pronto, además, se concedió el Oficio y Misa propios del Beato a la ciudad y diócesis de Lima, a la ciudad de Mayorga y al colegio mayor de San Salvador de Oviedo, en Salamanca. Pensamos por el sermón encontrado para Guamanga, la actual Ayacucho, que la fiesta fue celebrada por todo el territorio peruano.

La fama del Santo fue cosechando nuevos amigos, particularmente por las biografías que se escriben sobre su figura y por los milagros obrados por su intercesión. Tanto los beneficiados como sus familiares y amigos constituyen otro buen número entre los círculos de amigos del santo.

 

5. CANONIZACIÓN

El 10 de diciembre de 1726 es canonizado por Benedicto XIII, en compañía -entre otros- de san Francisco Solano, san Luis Gonzaga y san Juan de la Cruz. Se publicaron dos vidas del santo, una escrita por el oratoriano Giacomo Laderechi y una segunda edición que dispuso el obispo de Isauria, de la escrita por Anastasio Nicoselli. La Bula de Canonización se recibió en Lima en la primavera de 1727 con una solemne procesión presidida por el arzobispo Diego Morcillo yendo todos los asistentes en mulas muy bien enjaezadas. El mes de mayo se celebró un solemne octavario en la catedral que terminó el domingo 22 con la solemne procesión en que fue conducida la imagen del santo con más aparato y concurso de fieles si cabe que con motivo de la beatificación.

En Salamanca se organizó un octavario solemne acompañado de cohetes artificiales en 1727 y hasta dos corridas de toros en la Plaza Mayor. El 21 de julio de 1727 -fue canonizado en diciembre de 1726- Salamanca organizó el más espléndido espectáculo académico de carácter religioso. Todos los colegios mayores, la Universidad, el clero secular, las órdenes religiosas se unieron para aclamar al santo en la iglesia de la Purísima. Durante dos horas y media cuatro pirotécnicos ayudados de espontáneos estuvieron disparando cohetes. Se trasladó la imagen del santo colegial desde su capilla del Colegio Mayor de Oviedo hasta las Madres Agustinas frente al Palacio Monterrey. Fue una profesión solemne en la que todas las fuerzas vivas de la ciudad tomaron parte. La estatua de santo Toribio, en hábito de colegial con la beca morada de terciopelo fue precedida por las de san Juan de Sahagún y santo Tomás de Villanueva.

 

6. DOS HERMANDADES O COFRADÍAS

La primera se formó por la colonia castellano-leonesa de altos funcionarios de la Corona y dignatarios de la Iglesia, en Madrid, en la iglesia de los PP. Trinitarios. El origen de la misma se nos narra en el prólogo de la obra: "Constituciones de la Congregación nacional de naturales de los Reinos de Castilla y León erigida en esta Corte y dedicada a Santo Toribio Alfonso Mogrovejo...". "No satisfechos los piadosos afectos de muchos naturales de los reinos de Castilla y León hasta perpetuar su culto, determinaron en el año de 1727, unirse en fraternidad y congregación nacional en esta corte, con el título de Santo Toribio Alfonso Mogrovejo eligiéndole [...]su tutelar y patrono" El objetivo perseguido es venerarle para que "se siguiese el aumento de las virtudes en todos sus alumnos imitándole, especialmente en el ejercicio de la caridad, animados por el ejemplo de la devoción de los naturales de Lima que se unieron antes en Asociación aprobada por el Consejo de Castilla el 9 de enero de 1730. El rey Felipe V, el 29 de abril de 1732, condescendió en aceptar su patronazgo para la nueva congregación, hasta que, en 1750, el nuevo rey Fernando VI se sirvió constituirse como "Hermano Mayor, perpetuamente e igualmente todos los reyes", y la aprueba por Real Decreto de 1º de octubre de 1750. Juan Nieto y Zúñiga, doctor, colegial y rector del Colegio Mayor San Salvador de Oviedo, catedrático de Filosofía, canónigo de Palencia y de Toledo, pronunció la Oración panegírica con una breve descripción de la fiesta que celebró...a Santo Toribio...Mogrovejo...su Real Congregación nacional el día de la fiesta 27 de abril de 1730. En el texto de aprobación de la publicación del mismo, Fr. Juan de San Antonio se detiene a analizar un aspecto que quiero destacar: por qué esta congregación elige a santo Toribio como patrono de los naturales de los reinos de Castilla y de León. El escritor sagrado se retrotrae al consejo del Libro de Job según el cual había que escoger un santo por patrón para convertirse a él y en su intercesión hallase patrocinio y defensa constantes. Cita a Domingo de Guzmán por su excelsitud doctrinal, Teresa de Jesús la mística, un mártir como san Marcelo o san Juan de Prado, además de Juan de la Cruz y Juan de Sahagún. Y concluye: "Mas con altísima providencia de Dios se robó las atenciones todas, quien, por voto universal de los naturales de los reinos de Castilla y León, fue el escogido para único titular y patrón de su nueva congregación erigida en la Corte de nuestros católicos Reyes" El fin como el de todas las cofradías e instituciones católicas era el amor a Dios por encima de todo, para lo que estipulaban como medios: el amor a la Virgen María, el culto a santo Toribio y la unión de los congregantes. Entre los ejercicios o actividades las hay netamente espirituales como la oración y la asistencia a la Misa con motivo de la fiesta, el voto o juramento en defensa de la Inmaculada Concepción de María; otro segundo bloque se dirige a la vida corporativa social: "entre sí y con los del territorio y bienhechores mucha caridad; atendiendo a cada uno conforme a su calidad y necesidad, socorriéndoles, consolándoles y dirigiéndoles con gran piedad y amor, principalmente a los enfermos, presos y párvulos". Como medida práctica se prevé la creación de una Casa de huérfanos para los hijos de los congregantes. En cuanto a los componentes se especifica que sean nacidos o lo hayan sido padres o abuelos en Castilla y León que gozaren por derecho de sangre estados, mayorazgos, vínculos o patronatos, los limeños o del archidiócesis de Lima, Trujillo y Guamanga. Se fija como cuota de ingreso 66 reales y cada mes 4 reales; se exceptúan los pobres y los religiosos. Importancia capital se dará a la fiesta del 27 de abril a la que deben asistir obligatoriamente todos los congregantes a la Misa en la que comulgarán. Se escoge como iglesia Nuestra Señora de Porta Coeli, de Clérigos Menores. Celebraba sus solemnidades anuales con una misa solemne y sermón de campanillas e imprimió un libro litúrgico para sus cultos a raíz de la canonización. Conocemos también la Lista de los señores individuos de Nuestra Real Congregación de naturales de los Reinos de Castilla y León, erigida a su titular Toribio Alfonso Mogrovejo en la que el secretario primero D. Vicente Barba, nos da cuenta de 214 miembros de la misma congregación, el 31 de enero de 1832. Figura como congreganta más antigua desde 1772 la Duquesa de Osuna y Condesa de Benavente y Mayorga, le siguen el obispo de Almería Antonio Pérez Minayo de 1776, Clemente Cavia y Díez de 1778. La Junta Particular y de Gobierno está encabezada por el rey como hermano mayor, un vice hermano mayor, 2 consiliarios antiguos, dos modernos, un padre espiritual, 2 secretarios, 1 contadores, 1 tesorero, 4 celadores, 4 celadores pupilos, 2 asesores, 2 enfermeros eclesiásticos y 3 seculares, 1 capiller, 4 comisarios de fiestas, 3 maestros de ceremonias, 2 procuradores, 2 agentes.

Por su parte, la Congregación de Santo Toribio nace en Mayorga. En 1728, a los dos años de la canonización, el Ayuntamiento de Mayorga formuló el voto de la villa de atender a todos los menesteres de la fiesta. Así lo reconocen las Ordenanzas Municipales de 1742: "Asiste dicho Ayuntamiento a la función que se celebra en la iglesia de nuestro Santo Toribio el día 27 de abril, y el día antes, a vísperas, y dicho día misa y sermón, y por la tarde procesión con asistencia de todo el Clero y cruces de las parroquias. Encarga la villa el sermón y paga todos los gastos de la función. Es voto de clero y villa, que dio principio el año de 1728, sobre que hay escritura que se aprobó por el ilustrísimo Sr. Obispo de este obispado". En 1733 se fundó la Congregación de 24 caballeros, y el jueves 16 de mayo de 1737 se bendecía e inauguraba solemnemente la ermita. La nueva reliquia consistió en un peroné montado verticalmente dentro de un relicario piramidal de cristal sobre monturas de plata, que desde entonces sale en procesión, en un ostensorio monumental sobre andas, junto a la estatua del santo. Desde entonces, todos los 27 de septiembre, aniversario de la Reliquia, sale en procesión. Asimismo, se saca una asta, a modo de estandarte, el vítor, que la villa dedica a su mejor héroe. La Congregación de Caballeros tomó a su cargo la fiesta. El Ayuntamiento y Clero tomaron la del 27de abril. En este día se prohibió toda clase de trabajos serviles, como en los días de precepto. En el Archivo Parroquial de Mayorga se guardan 3 libros de actas de la Congregación el primero, que abarca los años 1733-1912; el segundo, de 1913 a 1952; y el 3º y último, de1953 al presente. En ellos se informa de todas las fiestas de la "función de la reliquia", popularmente denominada "fiesta del vítor".

 

La de Lima, nace al calor del impulso del P. Óscar Aquino, el popular fundador del entrañable coro de los toribianitos y director del colegio externado "Santo Toribio". Con la presencia del P. Luis Ayala, vicario de la caridad en representación del Sr. Arzobispo, y numerosos ex-alumnos, muchos de ellos convertidos en cofrades y hermanos, se celebró en el 2018 la primera Misa en honor al Santo, seguida de una fervorosa procesión. Salvo la Congregación de seglares de Santo Toribio en su patria natal, y la tenida en Madrid para los "naturales de Castilla en León" que también le eligieron por patrono, es la primera de la historia y del mundo, que sepamos. Un sueño, por tanto tiempo acariciado, se hace realidad. Que el ejemplo de santidad sencilla, solidaria, inculturada, cunda especialmente entre los fieles

 

7. SUS BIÓGRAFOS VOCES DE CUATRO SIGLOS

 

Comenzamos por ofrecer el testimonio de compañeros de Toribio, biógrafos e instituciones a lo largo de más de 400 años. Cada uno de ellos nos aporta un matiz, un aspecto de la personalidad de nuestro protagonista; muchos de ellos corresponden con el título dado a sus obras escritas.

 

2006 Benedicto XVI "su abnegada entrega a la edificación y consolidación de las comunidades eclesiales de su época…El profundo espíritu misionero de santo Toribio se pone de manifiesto en algunos detalles significativos, como su esfuerzo por aprender diversas lenguas, con el fin de predicar personalmente a todos los que estaban encomendados a sus cuidados pastorales. Pero era también una muestra del respeto por la dignidad de toda persona humana, cualquiera que fuere su condición, en la que trataba de suscitar siempre la dicha de sentirse verdadero hijo de Dios".

 

2007: P. Fidel González Fernández:  Director DHIAL

Su gran figura no solamentre hay que equipararla con algunso santos contemporáneos suyos, como Carlos Borromeo o Juan de Ribera, creo que algunas de las figuras a lasl que él más nos recuerda son aquellas del tipo de San Ambrosio (no solamente por la modalidad inesperada y sorprendente de su elección), aquellas que han construido la çEuropa cristiana wen momento sde convulsión, como San Benito, San Isidoro de Sevilla, los Santos Hermanos Cirilo y Metodio, o las grands figuras misioneras de su época, como san Francisco Javier o Don Vasco de Quirora en México y otras muchas a las lque llamamos Padres en la fe de nuestra edad moderna".

 

2018: Papa Francisco: En su visita al Perú, destaca especialmente su pasión misionera, de empedernido itinerante, "nuevo Moisés" que supo cruzar orillas geográficas y existenciales, roturando una tierra en la que germinan santos y, por ello, la denominará "Tierra ensantada". 

 

2019 Monseñor Carlos Castillo: La figura de Santo Toribio es muy importante porque supo mirar la grandeza de este país, de su arquidiócesis enorme y supo ir resolviendo problema por problema caminando en un éxodo permanente en todo el territorio del arquidiócesis

 

2020 "El anuncio indispensable en la Amazonia es el que nos ayuda a reconocemos a Cristo en ellos y porque descubrimos la inmensa dignidad que les otorga el Padre Dios que los ama infinitamente. Así, el kerygma y el amor fraterno conforman la gran síntesis de todo el contenido del Evangelio que no puede dejar de ser propuesta en la Amazonia. Es lo que vivieron grandes evangelizadores de América Latina como santo Toribio de Mogrovejo o san José de Anchieta.(Papa Francisco Querida Amazonía nn.62-65)

2020 Paradigma y modelo de catequistas: "Por un hecho completamente fortuito, la aprobación del presente Directorio tuvo lugar en la memoria litúrgica de SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO (1538-1606). Entendió su ministerio episcopal como evangelizador y catequista

2020 José Antonio Benito. Santo Toribio padre y forjador de América (Sinergia, Madrid)

2020: Cardenal, Mons. Ricardo Blázquez, Arzobispo de Valladolid, 27 de abril del 2020: "Santo Toribio estuvo marcado por un celo apostólico pastoral incontenible".

Saludo cordialmente al Sr. Arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo, y a la diócesis entera, y también quiero saludar al párroco de Mayorga y a la diócesis de Valladolid. Hoy nos une en la distancia de un océano una figura realmente formidable Santo Toribio de Mogrovejo nacido en Mayorga que murió en Zaña y yo tengo que reconocer que es una de las figuras que me resulta más admirable y a la que me encomiendo con frecuencia; de hecho, aquí tenemos una representación de Santo Toribio de Mogrovejo y tuve también la suerte de visitar su sepulcro dos veces en la catedral de Lima. Es realmente para mí una figura señera, un espejo espléndido de pastores. Él nació el año 1538 en Mayorga y murió e año 1606 en Zaña durante la tercera visita pastoral a la inmensa diócesis de Lima. La oración colecta que rezamos aquí en la memoria litúrgica de nuestra diócesis, especialmente subrayamos dos dimensiones del ministerio pastoral de Santo Toribio de Mogrovejo.

Cuando se ve la figura de Santo Toribio de Mogrovejo a mí me viene constantemente aquella imagen del papa Francisco, fue un obispo que olía o veja, él estuvo siempre en medio de su pueblo, entregando su vida sin condiciones, cerca de los pobres; fue, sin duda, la catequesis una de las ocupaciones en la pastoral de Santo Toribio; fue como como la niña de sus ojos.

Santo Toribio de Mogrovejo fue un pastor que sin duda pue3de ser incluido entre los doce grandes misioneros y grandes pastores. 

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sábado, 22 de enero de 2022

Pedro ARANA QUIROZ,: Vivan como ciudadanos dignos. Una lectura de la carta a los Filipenses

ARANA QUIROZ, Pedro

Vivan como ciudadanos dignos. Una lectura de la carta a los Filipenses (Editorial:Presbiterio Juan Calvino, Lima, 2021, pp-322)

Nuestro Perú, azotado por la pandemia y un desencuentro político que no termina de ver soluciones, requiere como nunca de luces de esperanza. Por esta razón agradezco el aporte del autor del presente libro que da en el clavo y nos da la clave. Su lectura sosegada, en profundidad, orada, de la palabra de Dios y su compromiso con la realidad del Perú actual; en concreto un versículo de la carta paulina a los filipenses "Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo" (Fil 1, 27) y que ha llevado al título de su libro "Vivan como ciudadanos dignos…" nos da todo un programa de vida personal, familiar y social. El mismo que sugirió al Papa Francisco, cuando al conversar con él en el Vaticano, en el marco del sínodo de los obispos de la Amazonía le compartió que el documento de trabajo (Instrumentum laboris) se enriquecería con el término de "ciudadanos", que estaba en la citada carta paulina. El Papa hizo su tarea en la versión griega y tres días después se acercó al autor de la presente obra con gozo comunicándole: "¡La palabra está, la palabra está!". Era como el "eureka" de Arquímedes, la palabra que el Espíritu soplaba y que ha alentado en esta honda reflexión de más de 300 páginas.

La presente obra comienza con una introducción en la que se nos cuenta el por qué y el cómo del escrito, una reflexión sobre "biblia y ciudadanía" y una contextualización del término en la vida de los primeros cristianos, especialmente referida a la vida de las comunidades animadas por Pablo. Culmina con un texto personal pronunciado el 24 de abril de 1979 en que participó como miembro de la Asamblea constituyente de 1979 del Congreso del Perú: "El Estado debe garantizar a la nación una paz basada en la justicia, la iglesia como fuerza moral y espiritual debe proveer al Estado y a la Nación los recursos de la gracia del Trino Dios, a través de su predicación, de su enseñanza y de su ejemplo…En lo fundamental, unidad; en lo no fundamental, libertad; en todo, caridad" ( p.51)

El cuerpo del texto lo componen 42 homilías correspondientes a otros tantos capítulos. De entrada nos hace ver cómo la carta de un prisionero -Pablo-  nos enriquece con un mensaje liberador, revolucionario, que apela a la santidad personal y a la fraternidad universal. Paso a paso, a cámara lenta, meditando, contemplando, dialogando, contextualizando, aterrizando, el autor nos brinda como si se tratase de un nuevo fierabrás para los caballeros andantes a lo Quijote que quieran acometer de modo audaz, combativo, los gigantes del egoísmo, la indiferencia, la apatía… Apelando a la santidad en Cristo, al fervor de Pablo, nos urge a darlo todo en el Perú nuestro del Bicentenario porque "somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo" (Fil 3, 20)

Su autor frisa los 84 años de edadingeniero químico y pastor de la Iglesia Presbiteriana desde 1980, es un referente del ecumenismo en el Perú. Inserta una entrañable reflexión que titula "religiosidad, fe y desafío en el Perú actual" al calor de la devoción al Cristo Morado, agradecido por la invitación del Papa Francisco y por el cuidado recibido en el Hospital "Sacro Cuore" por su neumonía, así como por la encíclica "Fratelli tutti". Apunta certeramente que el ecumenismo no invita a "la gente que cambie de religión, sino que el Cristo Vivo cambie nuestras vidas" (pp.223-227).

En todo tiempo y en especial en días de crisis sanitaria, social, política y personal, somos llamados a vivir como "ciudadanos dignos del evangelio de Cristo" (Fil 3, 20). Este libro es una lectura a la Carta de los Filipenses, muy contextual y oportuna, para no perdérsela
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jueves, 20 de enero de 2022

Consejo Permanente y presidentes de sus comisiones y organismos para el 2022-2025

Los Obispos del Perú, en el marco de su 121° Asamblea Plenaria, han elegido, además de los integrantes de la Presidencia, a los miembros de sus diversos organismos de gobierno y de estructura institucional tras una jornada larga, transparente y democrática.

El Consejo Permanente, órgano ejecutivo integrado por 12 Obispos, es el encargado de asegurar la continuidad del trabajo de la Conferencia Episcopal. Está integrado por:

  • Mons. Miguel Cabrejos, Presidente de la CEP.
  • Cardenal Pedro Barreto, primer vicepresidente.
  • Mons. Robert Prevost, segundo vicepresidente.
  • Mons. Norberto Strotmann, secretario general.
  • Mons. Antonio Santarsiero, presidente de consejo económico.

En las votaciones del miércoles 19 salieron elegidos como otros miembros del Consejo Permanente:

  • Mons. Carlos Castillo, Arzobispo de Lima, representante por la Costa.
  • Mons. Javier Del Río, Arzobispo de Arequipa, representante por la Sierra.
  • Mons. Alfredo Vizcarra, Obispo de Jaén, representante por la Selva.
  • Mons. Luis Alberto Barrera, Obispo del Callao, representante por Libre Elección.
  • Mons. Carlos García, Obispo de Lurín, representante por Libre Elección.
  • Mons. Marco Antonio Cortez, Obispo de Tacna y Moquegua, representante por Libre Elección.
  • Mons. Jorge Carrión, Obispo de Puno, Presidente de la Comisión de Doctrina de la Fe.

De otro lado, se eligieron, por sufragio secreto, a los presidentes de las Comisiones Episcopales para el periodo 2022-2025.

Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe
Presidente: Mons. Jorge Carrión, Obispo de Puno.

Comisión Episcopal de Catequesis y Pastoral Bíblica
Presidente: Mons. Gerardo Zerdín, Obispo de San Ramón.

Comisión Episcopal de Misiones y Pastoral Indígena
Presidente: Mons. David Martínez, Obispo de Puerto Maldonado.

Comisión Episcopal para la Educación, Cultura y Bienes Culturales
Presidente: Mons. Ricardo García, Obispo de Yauyos.

Comisión Episcopal para el Clero, Seminarios y Vocaciones
Presidente: Mons. Carlos García, Obispo de Lurín.

Comisión Episcopal de Vida Consagrada
Presidente: Mons. Lizardo Estrada, Obispo Auxiliar del Cusco

Comisión Episcopal de Familia, Infancia y Vida
Presidente: Mons. Luis Alberto Barrera, Obispo del Callao.

Comisión Episcopal para los Medios de Comunicación Social
Presidente: Mons. Edinson Farfán, Obispo de Chuquibambilla.

Comisión Episcopal para Laicos y Juventud
Presidente: Mons. Alfredo Vizcarra, Obispo de Jaén.

Comisión Episcopal de Liturgia
Presidente: Mons. Richard Alarcón, Arzobispo del Cusco.

Comisión Episcopal de Acción Social – CEAS (DEPASA y Movilidad Humana)
Presidente: Mons. Jorge Izaguirre, Obispo de Chuquibamba.

Comisión Episcopal de Protección del Menor
Presidente: Mons. Pascual Rivera, Obispo de Huamachuco

Se eligieron a los presidentes de los siguientes organismos de la CEP:

Cáritas del Perú
Presidente: Mons. Reinaldo Nann, Obispo de Caravelí.

Sociedad Sacerdotal Santa Rosa
Presidente: Mons. Antonio Santarsiero, Obispo de Huacho.
Vicepresidente: Mons. Raúl Chau, Obispo Auxiliar de Arequipa.

Los Obispos también eligieron como delegado suplente ante el Consejo Episcopal Latinoamericano – CELAM (el titular es el Presidente de la CEP, Monseñor Miguel Cabrejos) al Cardenal Pedro Barreto.

Los representantes del Episcopado ante la Asamblea Universitaria de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) que fueron elegidosson:

Mons. Miguel Cabrejos, en su calidad de Presidente de la CEP, que ocupa el cargo de Vice Gran Canciller, y los siguientes obispos:

Mons. Carlos Castillo, Arzobispo de Lima
Mons. Juan José Salaverry, Obispo Auxiliar de Lima
Mons. Javier del Río, Arzobispo de Arequipa
Mons. Robert Prevost, Obispo de Chiclayo


Los miembros accesitarios ante la PUCP elegidos son:

Mons. Ricardo García, Obispo de Yauyos.
Mons. Carlos García, Obispo de Lurín.

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LA CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, UN ORGANISMO QUE LATE POR LA PATRIA EN EL BICENTENARIO

LA CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA, UN ORGANISMO QUE LATE POR LA PATRIA EN EL BICENTENARIO

José Antonio Benito

 

La Encarnación es el mayor don que la humanidad ha recibido de Dios. Sólo el Cristianismo es la religión que cree que Dios se ha hecho hombre, se ha encarnado. Éste Dios es Cristo que fue hombre en todo menos en el pecado. En sólo 33 años revoluciona y cambia la historia. Ya hay un antes y un después. El después es la vida de la humanidad con Dios en la Tierra, anunciando y viviendo su mensaje de salvación. Y tras su muerte llega lo decisivo, la resurrección, Cristo sigue viviendo y la Iglesia -Cuerpo Místico de Cristo- nos lo hace presente en su koinonía -comunión-, eucaristía -acción de gracias-, diakonía -servicio. El primer milenio se extiende por Asia y Europa, desde el siglo XVI por América, África y Extremo Oriente. Precisamente, desde entonces -ya va para cinco siglos- vive en el Perú como nación y dos siglos si lo consideramos como Estado independiente.

¡Qué gozo sentimos al ver a todos sus obispos reunidos -de modo presencial- en esta Asamblea Plenaria -la nº 121 la Conferencia Episcopal Peruana. Son 54 obispos que corresponden a las 46 jurisdicciones eclesiásticas del Perú, quienes este año acaban de ree legir a sus principales autoridades: Presidente, Mons. Miguel Cabrejos -por cuarta vez-, dos vicepresidentes – Mons. Pedro Barreto y Mons. Roberto Prevost- y los presidentes de las 14 Comisiones Episcopales y otros organismos, para el periodo 2022-2025.

Como se muestra en su web https://iglesia.org.pe/ la CEP es la institución de carácter permanente, conformada por  la Asamblea de los Obispos del Perú que como prescribe el can. 447 del Código de Derecho Canónico ejercen unidos algunas funciones pastorales respecto de los fieles de dicho país, para promover conforme a la norma del derecho el mayor bien que la Iglesia proporciona a los hombres, sobre todo mediante formas y modos de apostolado convenientemente acomodados a las peculiares circunstancias de tiempo y de lugar. También emite opiniones como representante del clero católico a nivel nacional, sobre asuntos que por su alcance social o económico inciden en los fieles católicos de Perú.

El pasado 10 de octubre de 2021 se inauguró  en Roma el sínodo sobre la sinodalidad que culminará en la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, en octubre de 2023. Una palabra, sinodalidad, caminar juntos, trabajo en equipo, koinonía, que marca un estilo de vida en los dos mil años de historia católica mundial y en los doscientos de la iglesia del Perú.

Como en toda la historia de la iglesia universal, en América, y en concreto en el Perú, la sinodalidad se ha vivido gracias a diferentes medios como los concilios, sínodos y asambleas eclesiales. Siempre será un referente santo Toribio Mogrovejo como impulsor de estas reuniones eclesiales. En la etapa contemporánea debemos contar con el Concilio Plenario Latinoamericano en el umbral del siglo XIX (1899-1900) y que tuvo como presidente al peruano Monseñor Manuel Tovar, arzobispo de Lima. Este Concilio prescribirá la celebración de asambleas episcopales nacionales cada 2 ó 3 años

En el estudio La Iglesia contemporánea en el Perú (1900-1934). Asambleas eclesiásticas y concilios provinciales (Lima, 2010) de Josep-Ignasi Saranyana y Fernando Armas Asín, se nos habla de la recepción en el Perú del Concilio Plenario de América Latina de 1899 en las iglesias particulares, y las reuniones de 1899, 1902 y 1905. El VII Concilio Provincial de 1909 estará enmarcado en las Asamblea episcopales de 1909 y 1911, que impulsó la fundación del Seminario Central para toda la iglesia peruana. Las asambleas de 1915 y 1917 están vinculadas con dos acontecimientos decisivos, el VII Concilio Provincial de 1912 y el Codex Iuris Canonici de 1917, que, aunque universal, contó para su codificación con la participación de obispos del Perú. La asamblea episcopal vinculada con el VIII Concilio provincial de 1927, no puede prescindir del contexto político-eclesiástico del Oncenio de Leguía y el singular protagonismo de Monseñor Lissón que le lleva a extraña renuncia solicitada por el Vaticano. En la histórica asamblea conciliar, cabe resaltar como asuntos más debatidos: el influjo del protestantismo la prensa católica, las relaciones de los obispos con los capítulos catedrales, el Santuario de Santa Rosa, los católicos y la política, el matrimonio canónico y civil, las iniciativas financieras, Santo Tomás de Aquino, la vida común de los sacerdotes seculares. Asimismo, este trabajo nos muestra la rica relación que la Iglesia tuvo con el mundo político y social de su época, algo evidenciado en hechos como la fundación de la Universidad Católica en 1917, la Consagración al Sagrado Corazón de Jesús de 1923, los debates sobre la creciente de una asociación para el clero diocesano o el apoyo de la jerarquía episcopal a un hipotético partido católico confesional, la discusión sobre la tolerancia de cultos en el marco de la Consti6tución de 1860 y la ambigua solución desde 1915, la buena prensa, la extraña renuncia de Monseñor Lissón, las dificultades de la aprobación del VII Concilio Provincial.

La primera asamblea tuvo lugar en la sala capitular de la Iglesia Catedral de Lima, los días 20, 21 y 26 de setiembre de 1899. Entre los acuerdos hay dos instrucciones, firmadas colectivamente por el Arzobispo de Lima, Mons. Tovar y los cinco sufragáneos asistentes, que versaron respectivamente sobre la guarda de descanso dominical y sobre la campaña proselitista de algunas sectas protestantes. Desde 1899 a 1943 se celebraron en Lima catorce Asambleas episcopales provinciales en un intervalo de dos a tres años. Las seis primeras fueron presididas por el Arzobispo de Lima, Mons. Manuel Tovar; la séptima la presidió el Delegado Apostólico Mons. Jacinto Scapardini; la octava Mons. Pedro M. García Naranjo; la novena y décima Mons. Emilio Lissón; las cuatro últimas Mons. Pedro Pascual Farfán. El Perú, hasta el año 1943, en que fueron creados los arzobispados de Arequipa, Cusco y Trujillo, constituía una sola Provincia eclesiástica, bajo la presidencia del Arzobispado Metropolitano de Lima. El día 23 de mayo de 1943, el Papa Pío XII, firmaba la Constitución Apostólica "Inter praecipua", que creaba los tres nuevos Arzobispados de Arequipa, Cusco y Trujillo, y establecía las correspondientes provincias eclesiásticas. El Perú quedaba así dividido en cuatro provincias eclesiásticas. El Perú quedaba así dividido en cuatro provincias eclesiásticas. Al mismo tiempo se elevaba la Sede de Lima a la categoría de Primada.

Las Asambleas se reiniciaron en 1935 con ocasión de los Congresos Eucarísticos Nacionales (1935 Lima, 1940 Arequipa, 1943 Trujillo, 1948 Cuzco) y luego cada 2 años hasta 1956 en que se volvieron anuales. En 1955, con ocasión de la Primera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Río de Janeiro, surge el CELAM, o Consejo Episcopal Latinoamericano, a base de las Conferencias Episcopales. Las Asambleas generales del Episcopado adquiere su carácter actual y definitivo, sancionado por el Vaticano II; que les otorga carácter legislativo en determinados casos. En las Asambleas de 1956 y 1957, los Estatutos de la Conferencia Episcopal se van modificando y perfeccionando, conforme lo va indicando la experiencia. Estos Estatutos son aprobados por la Santa Sede, por Decreto de la Sda. Congregación Consistorial (hoy para los Obispos), de 31 de julio de 1957, por cinco años, y ad experimentum.

Esto ha permitido un mayor enlace entre los prelados para mejor tratar los problemas nacionales. Algunas veces ha habido dos Asambleas al año y en 1983 una en Roma para tratar el delicado asunto de la teología de la liberación.

Dado que las provincias eclesiásticas no son homogéneas pastoralmente, a partir de 1969 se establecieron las Regiones: Selva (que ya funcionaba), Costa Norte, Sierra Norte, Costa Centro, Sierra Centro, Sur Andino y Costa Sur. Al calor de la motivación del Papa Francisco por el cuidado de la naturaleza y la casa común, el sínodo de la Amazonía, la Santa Sede ha erigido en octubre del 2021 la Conferencia Eclesial de la Amazonía  (CEAMA) de la que forman parte los países amazónicos; en nuestro caso, los ocho Vicariatos Apostólicos de la selva peruana: San José del Amazonas, Iquitos, Yurimaguas, Jaén, Requena, Pucallpa, San Ramón y Puerto Maldonado.

La Conferencia Episcopal Peruana se estableció en 1957 bajo la presidencia del Arzobispo de Lima, Juan Landázuri Ricketts OFM, quien recibió el 31 julio la aprobación pontificia de los estatutos. Fue acompañado por los secretarios Luciano Metzinger y Augusto Vargas Alzamora por el dilatado espacio de tiempo de 33 años (1988). Le sucede Monseñor Ricardo Durand Flórez, SJ, ayudado en la secretaría por S.J. Augusto Vargas Alzamora  y  Miguel Cabrejos Vidarte. De 1992 a 1993 Mons. José Dammert Bellido Mons. Miguel Cabrejos Vidarte. De 1993 a 1999 el Card. Augusto Vargas Alzamora  con Mons. Miguel Irizar Campos y Mons. Luis Bambarén Gastelumendi. De 1999 al 2006, Mons. Luis Bambarén Gastelumendi con Mons. Miguel Irizar Campos y Mons. Juan José Larrañeta Olleta. Del 2006 al 2012 Mons. Miguel Cabrejos Vidarte con Mons. Juan José Larrañeta Olleta y Mons. Lino Panizza Richero. Del 2012 al 2017 Mons. Salvador Piñeiro García-Calderón acompañado de Mons. Lino Panizza Richero, Mons. Fortunato Pablo Urcey y Mons. Norberto Strotmann Hoppe. Del 2018 al 2021 Mons. Héctor Miguel Cabrejos Vidarte con Mons. Norberto Strotmann Hoppe.

La CEP se reúne al menos una vez al año y, aparte de la Asamblea Plenaria, está representada por el Consejo Permanente. Cabe señalar que la CEP no es una instancia jerárquica, sino de coordinación. Sus acuerdos y documentos no obligan a los obispos que la integran, salvo cuando el Reglamento lo estipula así. La Conferencia Episcopal Peruana consta de 25 Comisiones Episcopales y Organismos. El obispo Presidente de la Conferencia Episcopal o episcopado no "manda" a los demás obispos; por lo tanto no puede ser considerado como "Jefe de la Iglesia peruana"; el que sí es "jefe" de esa Iglesia local es cada Obispo en su diócesis.

La sola enumeración de sus comisiones (catequesis y pastoral bíblica, educación, cultura y bienes culturales, clero y vocaciones, familia-infancia y vida, medios de comunicación, liturgia, CEAS y movilidad humana, laicos y juventud, misiones y pastoral indígena, vida consagrada…), así como el responsable compromiso frente a desafíos como la covid-19 (respira Perú, resucita Perú)…nos habla del generoso y efectivo aporte a la sociedad peruana.

Como toda razón, San Pío X pudo escribir a los obispos del Perú, el 13 de septiembre de 1910: "Si entre las provincias eclesiásticas de América hay alguna que deba aventajarse y resplandecer ante Dios y ante los hombres con los fulgores de la perfección evangélica, seguramente es la Iglesia Peruana, por ser una de las más antiguas de toda la América, por contar entre sus hijos tantos valores ilustres en santidad, y por haber sido desde sus principios cultivada y fecundizada con los trabajos apostólicos del gran Santo Toribio".

Vaya, pues, nuestra gratitud por su acción y nuestra oración para acompañar estos días de Asamblea. 

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