jueves, 27 de mayo de 2010

¡ALAS TE PIDO MADRE!

Cuando estábamos grabando el programa de TV “Perú es de María”, en uno de los 120 parques dedicados a María en Pueblo Libre, Meche Acuña, productora, dio una palmada y cientos de palomas levantaron el vuelo. Al toque recordé la entrañable oración compuesta por el P. Tomás Morales y que cientos de veces hemos recitado en compañía de nuestros compañeros de trabajo y estudio.

El día de Pentecostés, leía en el P. Cantalamesa  “El canto del espíritu” (Meditaciones sobre el ´Veni Creator”) una bella meditación sobre el texto de Isaías 40:30-31: Aun los muchachos se fatigan y se cansan, y los jóvenes tropiezan y vacilan, pero los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas; se remontarán con alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán.

Y sentí como un escalofrío que me dura hasta ahora y que quiero compartir.

Recordé una bella anécdota: No seas pavo cuando puedes ser águila

Cuentan de un campesino que se encontró en el campo un huevo muy grande. Nunca había visto nada igual. Decidió llevarlo a su casa. “¿Será de un avestruz?”, preguntó su mujer. “No, no es demasiado abultado”, dijo el abuelo. “¿Y si lo rompemos?”, propuso el ahijado. “Es una lástima, perderíamos una hermosa curiosidad” respondió la abuela. “Miren, ante la duda, se lo voy a colocar a la pava que está calentando los huevos, tal vez con el tiempo, nazca algo”, afirmó el campesino. Y así lo hizo.

Cuenta la historia que después de varios días nació un ave oscura, grande, nerviosa, que con mucha avidez comió todo el alimento que encontró. Luego, miró a la madre con vivacidad y le dijo entusiasta: “Bueno, ¡ahora vamos a volar!”

La pava se sorprendió muchísimo de la proposición de su flamante crío y le explicó: “Mira, los pavos no vuelan. A ti te hace mal comer tanto y de prisa”. Entonces, todos los pavos trataron de de que el pavito comiera más despacio y en la medida justa. Pero el pavito cada vez que terminaba su almuerzo o su cena, les decía a sus hermanos: “¡Vamos, muchachos, vamos a volar!” Todos los pavitos le explicaban nuevamente: “Nuestros padres nos han dicho que los pavos no vuelan. Te hace daño tu alimento”. Así fue que el pavito mejor fue hablando más de comer y menos de volar. Así creció y murió en la pavada general.

Pero esa ave no era pavo sino un cóndor. Había nacido para volar hasta los 7,000 metros de altura. Pero nunca se decidió a hacerlo, pues no veía volar a ninguno los pavos, y éstos intentaron siempre de disuadirlo. Tenía toda la capacidad para hacerlo, unas alas grandes y fuertes, pero nunca las utilizó.

Al hombre le puede pasar algo semejante que al cóndor: está llamado a algo muy grande, la santidad, la unión con Dios, pero muchas veces se deja llevar por un ambiente cómodo en donde no hay esfuerzo. Y si intenta hacerlo es acallado por los demás diciendo no es posible para él la santidad. Cuando lucha por ser mejor, nunca falta alguien que le desaconseje, diciéndole que no vale la pena hacer un esfuerzo, que él solo no va a cambiar las cosas.

El Salmo 55, 7 nos dice: “¡Quién me diera alas de paloma para volar y hallar reposo!”

“El Señor sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila." Salmo 103:5

San Josemaría aconseja en “Camino” 7: “No tengas espíritu pueblerino. Agranda tu corazón, hasta que sea universal, “católico”. No vueles como un ave de corral, cuando puedes subir como las águilas”

Lector.-En este mes de las flores, alas te pido, Madre.

Todos.-Alas para volar

L.-Alto, muy alto

T.-Sin descansar

L.-No me dejes plegar...

T.-Las alas que Tú me diste,

L.-Hasta que llegue a ésa Tú Luz...

T.-Donde las sombras terminan.

L.-Donde estás tú

T.-Alas te pido, Madre.

L.-Alas cargadas de almas...

T.-Que vuelen también a Ti.

L.-Almas, Madre, de mirada clara y profunda, que fija la vista en la altura puedan cantar con nosotros.

T.-No he nacido para el suelo, que es morada de dolor. Yo he nacido para el cielo, yo he nacido para Dios.

L.-Almas que serán perlas para engastar en tu corona de Madre, de Virgen, de Reina.

T.-De Madre, la más tierna; de Virgen, la más pura; de Reina, la más misericordiosa.

L.-Almas que unidas con nosotros en eternidad de eternidades, te contemplen para siempre a la mayor gloria de Dios.

T.-Amén.

 

Las fotos corresponden al Parque de Nuestra Señora de la Evangelización en Pueblo Libre y a la exposición “María, Mater Dei” del Palacio Arzobispal de Lima (hasta fines de junio).

 

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