Me complace ofrecerles la reseña de la lección magistral brindada por el R.P. Armando Nieto Vélez –presidente de la Academia Nacional de Historia del Perú- con ocasión del Acto académico en honor del Papa Benedicto XVI en el Aula Magna de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima –el martes 28 de junio-. Ha sido elaborada por el alumno Andrés Flores - II Filosofía y publicada en el Boletín Estudiantil. Agradezco la primicia a Miguel Milla, presidente de la Comunidad Estudiantil, y les felicito cordialmente.
BENEDICTO XVI, MAESTRO DE LA FE
Como gesto de unidad y fidelidad hacia el papa Benedicto XVI, en las vísperas de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima realizó un homenaje en su honor con una conferencia titulada Benedicto XVI, maestro de la Fe, dictada por el Rvdo. P. Armando Nieto. En esta reseña les presentamos un breve recuento de lo que expuso.
En su introducción, el padre Nieto recordó la visita que hiciera el entonces cardenal Ratzinger a nuestro país entre el 19 y 23 de julio de 1986. En aquella gira, la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima tuvo el honor de recibirlo como ponente en la conferencia “Libertad y Liberación”, en la cual el Cardenal –por entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe- “precisó la diferencia entre la perspectiva ética e histórica de los conceptos de libertad y liberación, y su divergencia en la modernidad”.
Junto con el tema de aquella visita, el P. Nieto citó a los asistentes un texto del libro Informe sobre la Fe, donde el periodista Vittorio Messori, le pregunta al entonces Cardenal Ratzinger qué supuso para él haber sido uno de los miembros fundadores de la revista Concilium, publicación que agrupa a la llamada “ala progresista” de la teología, críticos de la Congregación para la Doctrina de la Fe y renuentes a aceptar fielmente los textos del Concilio Vaticano II. “¿Qué supuso tal colaboración para quien iba a ser, con el tiempo, Prefecto del ex Santo Oficio? ¿Una desgracia? ¿Un pecado de juventud? Y entretanto, ¿qué ha ocurrido? ¿Un viraje en su pensamiento? ¿Un "arrepentimiento"?”
“Se lo preguntaré como bromeando, pero su respuesta será rápida y seria: «No soy yo el que ha cambiado, han cambiado ellos. Desde las primeras reuniones presenté a mis colegas estas dos exigencias. Primera: nuestro grupo no debía ser sectario ni arrogante, como si nosotros fuéramos la nueva y verdadera Iglesia, un magisterio alternativo que lleva en el bolsillo la verdad del cristianismo. Segunda: teníamos que ponernos ante la realidad del Vaticano II, ante la letra y el espíritu auténticos del auténtico Concilio, y no ante un imaginario Vaticano II, sin dar lugar, por tanto, a escapadas en solitario hacia adelante. Estas exigencias, con el tiempo, fueron teniéndose cada vez menos presentes, hasta que se produjo un viraje —situable en torno a 1973— cuando alguien empezó a decir que los textos del Vaticano II no podrían ser ya el punto de referencia de la teología católica. (…) Para entonces yo ya me había desvinculado tanto del grupo de dirección como del de los colaboradores. He tratado siempre de permanecer fiel al Vaticano II, este hoy de la Iglesia, sin nostalgias de un ayer irremediablemente pasado y sin impaciencias por un mañana que no es nuestro.”
Con esta cita, el P. Nieto resaltó la fidelidad a la Tradición y al Magisterio que ha mostrado el Papa desde sus años de catedrático de Teología Dogmática en la Universidad de Tubinga y durante sus más de 24 años en la que fue la cabeza del ex Santo Oficio: “Es un teólogo que resalta por la gran cantidad y calidad de textos y libros que ha escrito. (…) En la biblioteca de nuestra Facultad sus libros ocupan más de un metro cincuenta de la estantería (…). Tenemos la percepción de un trabajo incansable, de un teólogo eximio, conocedor de los autores antiguos y modernos”.
“Pese a que tenía gran cantidad de trabajo como Prefecto, se daba el tiempo para seguir produciendo libros”, expresó el ponente explicando cómo el Papa es un ejemplo vivo de cómo deben operar juntas la Fe y la Razón –para ello recordó la encíclica Fides et Ratio de Juan Pablo II: “No deberíamos quedarnos como niños en la fe, en estado de minoría de edad. Y, ¿qué significa ser niños en la fe? Responde san Pablo: significa ser «llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina» (Efesios 4, 14)”.
“Cuántos vientos de doctrina hemos conocido en estas últimas décadas, cuántas corrientes ideológicas, cuántas modas del pensamiento… La pequeña barca del pensamiento de muchos cristianos con frecuencia ha quedado agitada por las olas, zarandeada de un extremo al otro: del marxismo al liberalismo, hasta el libertinismo; del colectivismo al individualismo radical; del ateísmo a un vago misticismo religioso; del agnosticismo al sincretismo, etc. Cada día nacen nuevas sectas y se realiza lo que dice san Pablo sobre el engaño de los hombres, sobre la astucia que tiende a inducir en el error (Cf. Efesios 4, 14). Tener una fe clara, según el Credo de la Iglesia, es etiquetado con frecuencia como fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, el dejarse «zarandear por cualquier viento de doctrina», parece ser la única actitud que está de moda. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que sólo deja como última medida el propio yo y sus ganas”. Nosotros tenemos otra medida: el Hijo de Dios, el verdadero hombre. Él es la medida del verdadero humanismo. «Adulta» no es una fe que sigue las olas de la moda y de la última novedad; adulta y madura es una fe profundamente arraigada en la amistad con Cristo”[1]
Con esta cita, el padre Nieto resumió al público cual ha sido la medida desde la que Ratzinger ha fundamentado su vida y cómo él mismo comprende su misión como Vicario de Cristo. “Por eso, en su primer discurso al ser elegido Papa, se presentó como ‘un sencillo y humilde trabajador de la Viña del Señor’. (…) ¿Por qué eligió el nombre de Benedicto? (…) siguiendo la línea del último papa Benedicto XVI, cuyo pontificado fue entre 1914 y1922 y sufrió el estallido de la Primera Guerra Mundial. (…) y también por su devoción a San Benito de Nursia”.
Para el ponente, el Papa quiere recordar a los cristianos que “no bastan los buenos sentimientos, es preciso gestos concretos que lleven a la verdadera conversión (…) Es necesario el diálogo teológico. (…) La Iglesia debe reavivar la tarea de anunciar la luz al mundo”. Por ello, trajo a la memoria de los asistentes la Carta a los Seminaristas que publicó Benedicto XVI en octubre del 2010. “A través de testimonio de su misma existencia el Papa busca la buena formación de los sacerdotes”:
“En diciembre de 1944, cuando me llamaron al servicio militar, el comandante de la compañía nos preguntó a cada uno qué queríamos ser en el futuro. Respondí que quería ser sacerdote católico. El subteniente replicó: Entonces tiene usted que buscarse otra cosa. En la nueva Alemania ya no hay necesidad de curas. Yo sabía que esta “nueva Alemania” estaba llegando a su fin y, que después de las devastaciones tan enormes que aquella locura había traído al País, habría más que nunca necesidad de sacerdotes. Hoy la situación es completamente distinta. Pero también ahora hay mucha gente que, de una u otra forma, piensa que el sacerdocio católico no es una “profesión” con futuro, sino que pertenece más bien al pasado. Vosotros, queridos amigos, habéis decidido entrar en el seminario y, por tanto, os habéis puesto en camino hacia el ministerio sacerdotal en la Iglesia católica, en contra de estas objeciones y opiniones. Habéis hecho bien. Porque los hombres, también en la época del dominio tecnológico del mundo y de la globalización, seguirán teniendo necesidad de Dios, (…) Donde el hombre ya no percibe a Dios, la vida se queda vacía; todo es insuficiente. El hombre busca después refugio en el alcohol o en la violencia, que cada vez amenaza más a la juventud. Dios está vivo. (…). Sí, tiene sentido ser sacerdote: el mundo, mientras exista, necesita sacerdotes y pastores, hoy, mañana y siempre”.
El P. Nieto recordó que lo más importante según el Papa para la formación de los seminaristas “es la relación íntima con Cristo. (…) ¿Dónde? En los sacramentos. (…) y amad el estudio de la teología y continuadlo con especial sensibilidad, para anclar la teología en la comunidad viva de la Iglesia que, con su autoridad, no es un polo opuesto a la ciencia teológica, sino su presupuesto. Sin la Iglesia que cree, la teología deja de ser ella misma y se convierte en un conjunto de disciplinas diversas sin unidad interior”.
Finalmente, el P. Nieto recordó otro tema que se refleja de la vida del Papa: la apertura al diálogo ecuménico. “Un tema que Benedicto XVI considera prioritario: el ecumenismo, ya que él vivió en Alemania un cristianismo dividido. (…) Por ejemplo, fue de gran importancia la visita que realizó el Papa en setiembre del 2010 al Reino Unido, donde beatificó al cardenal John Henry Newman. Además, él mismo publicó en el 2009 la Constitución apostólica Anglicanorum Coetibus, que busca normar el retorno de los anglicanos al cristianismo”.
“No se trata, pues, de hacer todo lo posible en la Iglesia, sino de hacer desaparecer lo nuestro, dentro de lo que cabe, para que aparezca su Iglesia, la Iglesia misma. Y esto acontece en la medida en que nosotros creemos. No es el hacer, sino el creer, lo que renueva a la Iglesia y nos renueva a nosotros” (J. Ratzinger, Un canto nuevo para el Señor, Sígueme, Salamanca 2005; p. 175).
[1] Conferencia del Cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, pronunciada en la biblioteca del Senado de la República Italiana, el 13 de mayo de 2004