jueves, 22 de septiembre de 2011

Presos vascos agradecen a su obispo acompañarles en la JMJ. La "cara oculta" de Munilla

NUEVO VARAPALO A LOS NACIONALISTAS

La 'cara oculta' de Munilla

  Presos vascos han escrito una carta sobre su experiencia en la JMJ con Munilla, desmontando así los argumentos de los nacionalistas.

Monseñor Munilla en una foto de archivo

2011-09-19

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JAVIER LOZANO 21

Monseñor Juan Ignacio Munilla no lo está teniendo nada fácil al frente de la Diócesis de San Sebastián. Antes incluso de su nombramiento gran parte del clero ya se amotinó contra él. Resulta que todos estos sacerdotes se englobaban en el perfil "nacionalprogresista". Muchos de ellos atacaron duramente a su nuevo obispo mediante estereotipos, que si era españolista, neoconservador y sobre todo el más políticamente correcto: muy alejado de lo social y de los más pobres.

Sin embargo, la realidad se empeña en demostrar lo contrario a sus críticos ya que no todos están en contra de Munilla, muy a su pesar. Una emotiva carta de presos de la cárcel de Martutene ha tenido que suponer un duro varapalo a los que se querían adueñar de los fieles y de la pastoral de la Diócesis.

Resulta que monseñor Munilla siempre ha tenido entre sus prioridades la atención de los presos y como sacerdote siempre tuvo mucho cuidado con la pastoral penitenciaria. Igualmente, ya en sus años de párroco en Zumárraga tuvo una especial dedicación con los toxicómanos en una época en la que la juventud quedó marcada por la heroína. Muchas familias de esta localidad guipuzcoana todavía recuerdan cómo no escatimó nunca ni tiempo ni esfuerzo para atender a los más necesitados.

En este sentido, con la oportunidad de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, boicoteada de manera maliciosa por sacerdotes y religiosos guipuzcoanos, el obispo dio un nuevo impulso a ese ámbito social que según sus críticos tiene completamente olvidado. La cruz y el ícono de la JMJ llegaron al centro penitenciario de Martutene en 2010 y allí Munilla pidió a la Pastoral Penitenciaria que organizara una peregrinación a Madrid para los reclusos que pudieran acudir. Dicho y hecho, contentos con su obispo veinte personas, entre reclusos, el capellán y otras personas vinculadas prisión como funcionarios, partieron en agosto rumbo al encuentro con el Papa un año después.

En una carta, los propios presos cuentan su experiencia de la peregrinación y sobre su obispo. En la misiva, que recoge la web de la Diócesis, los diez presos que acudieron a Madrid afirman que "expresar todo lo que sentimos es casi imposible: casi dos millones de jóvenes llenos de fe en Cristo, alegres, ilusionados, fervorosos...¡cómo acogimos al Papa, cuando se hizo presente".

En su estancia en Cuatro Vientos se sintieron libres pero ya no sólo en el aspecto físico y así lo han querido transmitir a todos los guipuzcoanos. "Algunos aprovechamos la gracia de recibir el Sacramento de la Confesión. Después a descansar para celebrar el domingo con el Papa la misa de envío del encuentro. Muchos de nosotros no pudimos conciliar el sueño por la emoción que nos embargaba...¡nos sentíamos libres! Pasamos la noche contemplando las estrellas y ‘levantando los ojos y el corazón al cielo para rezar’".

También estos reclusos de Martutene tuvieron palabras para el Papa, tan vilipendiado y denigrado por numerosos sacerdotes vascos cuyo principal objetivo es hacer una iglesia nacional. Como si de su pastor se tratara los reclusos aseguran en la misiva que "resumir todo lo que nos dijo el Papa es imposible, pero en nuestro corazón resuena el eco de algunas de sus palabras: ‘decidle: Jesús, yo sé que Tú eres el Hijo de Dios que has dado tu vida por mí. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu palabra. Tú me conoces y me amas. Yo me fío de ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone".

Estos presos eran conscientes de que su peregrinación a Madrid junto con su obispo era algo temporal y que la realidad les esperaba de nuevo detrás de las rejas. Sin embargo, no volvieron apesadumbrados sino que indican que "sabíamos que teníamos que retornar a Martutene pero ya no éramos los mismos, algo había cambiado en nuestras vidas para siempre: la fe en Cristo". Por ello, recuerdan las palabras de Munilla en un encuentro vocacional del Camino Neocatecumenal: "la fuerza es del Señor. Nosotros seamos instrumentos suyos, que Él lo puede todo", nos ayudaron a no decaer en nuestro ánimo al volver a la prisión y para transmitir en la cárcel lo vivido en Madrid durante esos días".

De momento no se conoce la opinión de buena parte del clero vasco opuesto al obispo y del trabajo realizado con este grupo de reclusos. Tampoco cómo tratarán a estos presos a partir de ahora tras su carta pública y su adhesión a Roma, al Papa, a su obispo y a la Iglesia universal, conceptos nada bien vistos en una de las regiones antaño más evangelizadoras y ahora más secularizadas.

 

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